❤️01: el chico de la cerca.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

"Te amé tanto en sueños que,
La vida, como gesto de amor,
Me permitió coincidir contigo".

El clima era confortable, eso era lo único rescatable de todo lo que estaba sucediendo.

Un auto de color verde oscuro se desplazaba a una velocidad adecuada por la carretera que hasta hace una hora le resultaba conocida; ahora, lo único que para Jimin era conocido era el vehículo y la pareja que viajaba con él en completo silencio.

Una mudanza no estaba en los planes del menor de los Park, incluso la noticia fue sorpresiva.

Sucedió en una noche cualquiera, Jimin regresaba de una fiesta de cumpleaños de uno de sus mejores amigos, bastante borracho y risueño. Recordaba a la perfección la caída vergonzosa que sufrió en el patio de su antigua casa, y lo mucho que luchó para ingresar al interior donde dos adultos le esperaban para darle la peor noticia de su vida.

"Comienza a empacar. Nos mudaremos a Seúl en tres días".

La noticia destruyó las pocas aspiraciones del omega. Él amaba Busan, allí nació, era lo que conocía, donde estaban sus amigos y su comodidad. Por supuesto que, a sus padres no les importaba nada más que avanzar en sus trabajos, y cuando a su padre le ofrecieron un mejor trabajo en una universidad prestigiosa de Seúl, la decisión fue tomada, sin tener en cuenta la opinión de Jimin en lo más mínimo.

Era de esperarse la indignación y enojo en el omega de cabello rojo. Insistió en quedarse en Busan, alegando que ya era mayor de edad y que podía tomar sus propias decisiones; sin embargo, le sirvió de poco cuando sus progenitores le recordaron la fuerte intoxicación que sufrió meses atrás, y la promesa que él mismo les hizo cuando se recuperó.

Así que, ahí se encontraba, en el asiento trasero del auto, viajando a la capital donde su vida se terminaría de destruir.

—¿Sigues molesto con nosotros? —preguntó MoonYoung, su madre.

Jimin bajó la ventanilla del auto para permitir que el viento le sacudiera la cabellera, guardó silencio un momento, y finalmente dijo:

—Estoy en mi derecho de estarlo, ¿también me quitarán eso?

—Hijo, este cambio en nuestras vidas es también por ti —aseguró GangTae, su padre.

—Oh, si lo hubiera sabido antes, me hubiese encargado de preparar un discurso de agradecimiento —se mofó el omega.

—No seas insolente, hijo —riñó la omega—. Entiende que estaremos mejor en Seúl, hay mayores oportunidades, incluso para ti.

—Ya me quedaron bastante claras sus razones —habló el pelirrojo—. No me interesan, no estoy de acuerdo con lo que hicieron con mi vida —reclamó—. Me quitaron la oportunidad de hacer lo que quería, me alejaron de mis amigos, de todo lo que me hacía sentir bien —soltó un resoplido—. Así que, lo mínimo que merezco es que me dejen tranquilo y no me traten de convencer que esto es lo mejor para mí cuando claramente sólo pensaron en ustedes.

El ambiente se tornó tenso en cuestión de segundos. Los mayores permanecieron en silencio por un largo periodo de tiempo, mientras que Jimin se entretenía contando todos los autos rojos que se encontraban en la carretera.

Casi una hora después, Park GangTae habló, con la intención de mejorar el estado de ánimo de su hijo.

—Nuestra nueva casa es en un suburbio apartado de la ciudad —inició, notando por el espejo retrovisor que su hijo lo estaba mirando—. Pudimos comprarla, así que es un espacio completamente nuestro donde seremos felices, los tres, en familia.

Jimin suspiró hondo, ablandando un poco sus facciones.

—Espero que a los vecinos les guste el rock —murmuró bajo, aún así, el comentario fue escuchado por sus padres quienes sonrieron aliviados.

—Estaremos bien, encontrarás nuevos amigos y verás que lograrás enamorarte de tu nuevo hogar —animó MoonYoung.

El pelirrojo no respondió, dando con ello el beneficio de la duda.

El suburbio era bastante colorido.

Lo primero que llamó la atención de Jimin eran las casas; todas ellas compartían una estructura similar, de dos pisos, medianas, pintadas de colores vivos, mayormente de amarillo, rosa, blanco y celeste.

Las calles eran solitarias, parecía que las personas preferían movilizarse en bicicletas y no en auto. A cada lado de la carretera habían diversos árboles frutales, y más en el fondo estaba un parque que llamó su atención de inmediato.

La zona estaba rodeada de bosque, pequeñas colinas, incluso una laguna con un campo de flores donde, según su madre, las personas acostumbraban a hacer picnic los sábados.

—En este lugar todos se conocen entre sí —comentó MoonYoung—. Hay un comité para mantener la armonía entre los habitantes, y espero poder formar parte de ello pronto.

Jimin seguía con la mirada fija en la carretera, pero atento a las palabras de su madre. Park MoonYoung era una omega hiperactiva, demasiado social, sonriente y además dulce; le encantaba formar parte de grupos, hacer actividades al aire libre, disfrutar de la naturaleza y de una vida tranquila.

Sonrió, ahora sabía por qué sus padres habían comprado una casa en ese lugar.

—Jimin. —el llamado de su padre hizo que el omega se enfocara en él. El alfa estaba concentrado en conducir, pero también quería tocar un tema importante con su hijo.

—¿Ocurre algo? —preguntó el menor, notando que el silencio se prolongó, quizá demasiado.

GangTae sonrió mínimamente antes de animarse a hablar:

—La universidad de artes tiene las inscripciones abiertas, todavía tienes este mes para decidirte.

—¿Quieres que estudie en la misma universidad en la que trabajarás? —inquirió el omega con una mueca—. ¿Pretendes vigilarme?

—Nada de eso —negó el alfa—. Mi intención es que tengas una oportunidad de estudiar en una buena universidad, la carrera que quieres está disponible, ¿por qué no lo intentas?

Jimin quería estudiar artes visuales. Le encantaba la sensación de la pintura en sus manos, descubrir diversidad de colores, técnicas, combinaciones, todo unido en un mismo conjunto que daría como resultado algo increíble para apreciar en años venideros.

El arte para él lo era todo. Tenía infinidad de interpretaciones que podían variar con los días, su estado de ánimo, o algún objeto mínimo que pasaría inadvertido para la mayoría de las personas, pero que sin duda sería sumamente interesante para él.

Notó la mirada insistente de su madre, y el silencio expectante de su padre. Ambos estaban esperando una respuesta que continuaba aclarándose en sus pensamientos, pues a Jimin realmente le resultaba difícil y agotador tomar una decisión.

Él era más del estilo de hacer las cosas sin pensar, y luego arrepentirse.

—Quiero estudiar artes visuales —comentó distraído—. Sin embargo, dudo mucho que suceda, esa universidad debe ser costosa.

—Bueno, lo podemos arreglar —animó su madre—. Y seguramente contarán con un programa de becas, todo es posible si lo quieres.

—¿Podríamos no hablar de ello? —inquirió Jimin, mientras se recostaba en su lugar y cerraba los ojos—. En estos momentos necesito procesar una cosa a la vez para no enloquecer.

—De acuerdo, hijo —cedió su padre—. Sólo mantenlo en consideración.

La conversación quedó cerrada, y algunos minutos después el auto estacionó frente a una casa que sería el nuevo hogar de los Park.

—¡Llegamos! —chilló MoonYoung emocionada.

Jimin suspiró, tomó su mochila y la patineta roja que era su posesión más valiosa, sólo entonces salió del auto para ver por primera vez la casa que era el sueño de sus padres.

Era de dos pisos, pintada de color blanco y los marcos de las ventanas de un azul claro. Había césped alrededor y una cerca que también estaba pintada de color blanco, misma que rodeaba por completo la propiedad.

Miró más allá y notó que había otra casa que era exactamente igual, de color blanco y ventanas azules. Frunció el ceño por ello, mirando a sus padres que estaban entretenidos con algunas maletas que no pudieron enviar en el camión de mudanza.

—Hay dos casas idénticas —mencionó en voz alta.

—Todas las casas de la zona son parecidas, Jimin —le recordó su madre, mientras avanzaba a pasos agigantados hacia el interior de su hogar.

GangTae también se apresuró a ingresar, dejando a un enfurruñado omega en el exterior, quien se negaba a aceptar todo lo que estaba pasando.

Arrugó la nariz; entre más miraba la casa, más fea le parecía. Jimin sabía que sus pensamientos eran influenciados por lo que estar ahí significaba, porque, al parecer esa sería su nueva vida, mas no estaba listo para recibirla.

Quería gritar con fuerza, se contuvo de hacerlo. Inició a caminar de mala gana hacia el interior donde las voces animadas de sus padres estarían esperando para recordarle la perfección a la que estaban acostumbrados, una en la que Jimin se sentía fuera de lugar.

Él era un desastre. Lo sabía, lo aceptaba, lo amaba. Lo único malo era que sus padres no lo hacían, así que su libertad era expresada en lienzos blancos y una que otra travesura que se habían convertido en buenos recuerdos.

En ese instante, un ruido lo distrajo. Jimin detuvo sus pasos para escuchar mejor, y no tardó en hacerlo; era el sonido de unos arbustos sacudiéndose, y en cuestión de segundos pudo detectar unos aromas desconocidos.

Moscatel y manzana. Jimin amaba las manzanas.

Retomó los pasos, aunque más lentos. El ruido se intensificó, dándole la oportunidad al omega para reconocer de donde provenía.

<<La cerca>> fue el pensamiento que cruzó por su mente, y en ese mismo instante, su mirada se fijó en la cerca blanca que estaba a un metro de distancia.

Y entonces lo miró.

Justo ahí había un chico que lo miraba atentamente. Tenía una cabellera castaña que le cubría las cejas, y unos ojos pequeños que parpadeaban con demasiada rapidez.

El omega frunció el ceño, no podía ver nada más porque el chico estaba asomado "discretamente" dejándole ver los ojos y una mínima porción de la nariz.

¿Por qué lo estaba espiando? Inevitablemente se irritó, empeorándolo todo cuando sus miradas se encontraron y los ojos gatunos se agrandaron en completa sorpresa.

—¡Oye! —exclamó con rudeza, provocando un salto asustado en el fisgón—. ¿Qué tanto me ves?

Estaba siendo grosero y no le importaba, mucho menos si era para defenderse de un extraño acosador.

De pronto escuchó un golpe fuerte y un quejido bajo y ronco. Jimin abrió los ojos con sorpresa al intuir que el chico había caído debido al grito enfurecido que le soltó.

Se aproximó hasta la cerca para indagar un poco más acerca del extraño; sin embargo, no pudo encontrar algo interesante, solamente un rastro de los aromas que había sentido, y la imagen lejana de un chico corriendo a gran velocidad hacia la casa que era idéntica a la suya.

—Raro —murmuró, decidiendo olvidarse del tema e ingresar a su nuevo hogar.

Yoongi ingresó a su casa siendo un desastre en respiraciones rápidas, sonrojos descontrolados y latidos acelerados.

Cuando fue al jardín por un poco de menta jamás se imaginó lo que pasaría. No estaba en sus planes husmear a los nuevos vecinos, pero cuando sintió los aromas de frutos rojos y chicle, sucedió algo con su lobo que lo obligó a actuar como lo hizo.

Volvió a recordar al chico de cabellos rojos, brazos tatuados y mirada profunda, y con esos recuerdos se sonrojó aún más, sonriendo como un tonto.

—¿Cuál es el motivo de esa sonrisa?

El alfa se sobresaltó, mirando en dirección hacia la voz que había escuchado. Descubrió a uno de sus padres, el hombre estaba de brazos cruzados y una ceja alzada en curiosidad.

—Hay nuevos vecinos —informó Yoongi, mientras caminaba hacia la cocina y era seguido por el alfa mayor.

—Lo sé, Sehun me dijo que tendríamos nuevos vecinos y que parecían ser agradables —informó Jae.

—¿Ya los conocían? —preguntó el castaño, al mismo tiempo que se entretenía con la comida que estaba preparando.

—Sehun sí, sabes que le gusta participar en las reuniones que organizan en el barrio, y el tema de los Park salió entre las conversaciones.

—Ya veo —murmuró el alfa menor, haciéndose el tonto para que su padre no preguntara lo que tanto temía.

—¿Por qué entraste a la casa convertido en una masa de nervios y las mejillas rojas?

No pudo escapar. Yoongi suspiró tembloroso, mientras continuaba ocupado en la comida.

—C-creo que no le agradé al nuevo vecino —dijo, y no pudo evitar lamentarse.

—¿Sucedió algo? —cuestionó Jaehyun, interesado en el comportamiento decaído de su hijo.

—Necesitaba un poco de menta para el té —informó el menor—. Me distraje y la cerca era muy alta, caí bien fuerte y luego corrí.

—No entiendo, Yoongi —reconoció el mayor con una arruga diminuta en medio de ambas cejas—. ¿Qué tiene que ver el vecino en todo esto que me estás contando?

El castaño soltó un suspiro antes de afirmar:

—Soy muy torpe —dijo con un puchero, para luego concentrarse en el caldo.

Min Jaehyun sonrió con la calidez y ternura que su hijo era capaz de transmitirle.

Yoongi era un buen chico, estudioso, dulce y tímido que le encantaba mucho cocinar diversos platillos para sus padres, pasear con ellos en bicicleta o simplemente compartir tardes de té.

Todavía recordaba el proceso largo y doloroso de la adopción. Fue difícil que su esposo y él se quedaran con un Yoongi de seis meses, pues ambos eran alfas y en ese entonces la sociedad no concebía la idea de ellos formando una familia estable y llena de amor.

Afortunadamente contaron con una buena asesoría y respaldo legal, gracias a ello, Sehun y él se convirtieron en los padres legales de Yoongi y lo educaron para que se convirtiera en la gran persona que era.

Ambos estaban sumamente orgullosos de su hijo, procuraban su bienestar, apoyándole siempre en las decisiones que tomaba.

Hicieron contacto visual, Jae le sonrió a su cachorro, siendo correspondido por la sonrisa tímida característica de Yoongi.

—Ven aquí —llamó el mayor, abriendo sus brazos.

El alfa menor abrazó a su padre, sintiendo la seguridad y el amor que aquellos brazos le demostraron a lo largo de su vida. Hundió la nariz en el cuello, olfateando los aromas cálidos que incrementaron la sonrisa que tenía dibujada en los labios.

—Mi cachorro no es torpe, sólo un poco tímido —dijo Jae al oído del menor—. Aún así, es muy inteligente, valiente y decidido.

—¿En serio lo crees? —preguntó en voz baja.

—Por supuesto que sí —aseguró el alfa mayor—. Estoy muy orgulloso de ti, hijo.

Yoongi se sintió reconfortado con las palabras dichas por su padre. Lentamente se alejó, con sus ojos brillantes mirando a una de las personas más importantes de su vida, mientras el lobo en su interior lo animaba a confiar.

—Padre, creo que estoy en problemas —susurró, para luego tragar pesado.

—Cuéntame esos problemas para ver como los solucionamos —animó Jae, prestándole toda su atención.

—Hay un chico, es el nuevo vecino —explicó entrecortado—. Es que lo miré y mi corazón se aceleró de inmediato —arrugó la nariz—. Fue extraño y al mismo tiempo fuerte, me sentí tonto y muy tímido.

—Oh, ¿y era lindo? —indagó Jaehyun, sonriendo cuando miró a Yoongi asentir enérgicamente.

—Mucho —respondió, mirando a su padre—. Mi reacción no fue normal, ¿a qué crees que se deba?

Jaehyun apoyó ambas manos en los hombros de su hijo, y finalmente respondió:

—Probablemente un reencuentro de almas destinadas.

La respuesta que obtuvo no era la que esperaba, mas sí la que necesitaba para comenzar a lidiar con las sensaciones que abrumaban la parte más frágil de su alma.



























¡Hola! Ando emocionada por el primer capítulo de esta historia, espero que el resultado les guste tanto como a mí.

Infinitas gracias por leer, por votar y comentar.

Aún no he definido un día de actualización y dudo que suceda pronto; sin embargo, trataré de trabajar bien en este libro para que valga la pena.

¡Hasta el próximo capítulo!

❤️Yoon~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro