❤️05: flores de arcoíris.

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"Y es que te extraño..., te extraño de la manera más callada que pueda existir".

Soltó un suspiro corto, pero su ánimo no mejoró con ello.

Estaba en el balcón de su habitación, las luces apagadas y contemplando el trabajo de jardín que había estado haciendo durante toda la mañana.

Sonrió un poco, al menos las flores se veían bonitas, así, en sus muchos colores y formas, sacudiéndose con la ventisca fresca de la noche.

Yoongi no quería estar pensando tanto, pero no podía evitarlo. ¿Por qué razón Jimin no llegó a su casa cuando ya habían llegado a un acuerdo?, ¿se arrepintió o simplemente fue engañado? El joven alfa no sabía la verdad, sin embargo, no importaba cual fuese en realidad, el malestar en su pecho ya estaba formado desde hace un buen tiempo.

Se ajustó mejor los lentes y miró hacia el cielo cubierto de estrellas, escuchaba el ruido amortiguado de los vecinos conocidos, pero la casa de al lado permanecía silenciosa. Yoongi miró en esa dirección, encontrando ventanas cerradas y un patio oscuro que le provocó desazón.

—Hijo, ¿puedo pasar? —La pregunta de Jae llegó en el momento justo. El menor de los Min no quería seguir solo, seguramente se deprimiría y no podría animarse sin tener claras las razones que lo orillaban a sentirse así.

—Sí, pasa —respondió con desanimo.

El alfa mayor ingresó a la habitación de su cachorro, se sorprendió al encontrarla en penumbras. La escasa luz llegaba desde el exterior, mostrando únicamente la silueta del chico de hombros gachos que continuaba en el balcón.

Jaehyun se situó al lado de su hijo, respetaba el silencio que se había formado mucho antes que él llegara, pero también estaba pensando en el método correcto para romperlo. Lo observó con cuidado, notando que el menor tenía la mirada puesta en el jardín de los nuevos vecinos, como si esperara algo, incluso ansiarlo con verdadera necesidad.

—Hiciste un gran trabajo en el jardín, cachorro —halagó con verdad, como un primer intento de romper el silencio.

Yoongi se fijó en las flores y sonrió.

—Gracias, papá Sehun aprovechó para formar un ramo de todos colores —contó en voz baja—. Dijo que lo pondría en el recibidor para que todas las visitas pudieran verlo.

—Lo hizo —respondió Jae, sonriendo al recordar la energía de su esposo con las flores—. ¿Recuerdas cómo las llamabas cuando eras niño?

El alfa menor asintió, jamás podría olvidarlo.

—Flores de arcoíris —dijo, mirando a su padre—. Aún las llamo así.

—Decías que las flores de arcoíris te ayudaban a ser feliz, y también te hacían dormir cuando no podías lograrlo por tu cuenta —comentó—. Es por esa razón que me sorprendió mucho no encontrarlas en tu habitación y más aun que estés aquí, solo, silencioso y en medio de la oscuridad.

Yoongi jugueteó con sus manos. El lobo interno que formaba parte esencial de su alma estaba desolado; la peor parte para él era que no podía entender las razones, probablemente las conocía, pero no tenía ni la más remota idea de cómo afrontarlas y le frustraba.

—Necesitaba meditar, pero no funcionó como creí —respondió finalmente.

—¿Tiene que ver con el hijo de los Park? —preguntó directo.

—¿Q-qué te hace creerlo? —inquirió el menor, mirándole de soslayo.

Jaehyun lo miró directamente a los ojos, y se encargó de impedir que Yoongi desviara la mirada. Para él era importante comunicarse con su cachorro, sobre todo que sus miradas se conectaran lo suficiente para recodarles el lazo sentimental que ambos compartían como padre e hijo.

—Te conozco, cachorro. Conmigo no tienes que reprimirte ni avergonzarte —inició con cuidado—. Esta mañana estuviste trabajando en el jardín y luego preparaste galletas y bocadillos, cuando tu papá y yo te preguntamos la razón de tanto entusiasmo nos dijiste que tendrías una visita importante, pero no ocurrió así —hizo una pausa breve—. Ahora, estas aquí, con los ojos puestos en la casa de los Park y decaído.

—Y-yo... yo pensé que comenzaba a agradarle —balbuceó Yoongi.

—No está en nuestro poder el agradarles a las personas, y no es nuestra responsabilidad si no es de ese modo —señaló Jae—. El mundo es demasiado extenso, Yoongi, ni siquiera todas las vidas tejidas en el firmamento nos alcanzarían para brillar con gracia ante los ojos de todos los que encontramos en nuestro camino.

—Lo sé —afirmó Yoongi, y luego suspiró—. Es sólo que... mi lobo responde a su presencia, a sus aromas, su voz y recuerdos —confesó tímido—. No lo puedo controlar, padre. lo he intentado en vano.

Jaehyun abrazó a su hijo para transmitirle el apoyo que sabía necesitaba. Él no era experto en temas espirituales, pero sabía que el alma y el lobo de su cachorro ya estaban enlazados a alguien que amó en su vida pasada. Era la única explicación que existía para el comportamiento de Yoongi, el chico que nunca antes sintió interés romántico o atracción sexual, pero que ahora vivía concentrado en la existencia de su nuevo vecino.

—Recién lo encuentras, hijo —habló—. No te atormentes con pensamientos invasivos, no es sano.

—Sólo quiero ser su amigo —murmuró Yoongi—. Sólo eso.

—¿Estás seguro?

—Es lo único a lo que tengo derecho —asintió, separándose un poco—. Sólo tienes que verlo para saber lo extraordinario que es —sonrió con ojos luminosos.

Jae se quedó en silencio, hasta que la noche avanzó y decidió que era el momento para abandonar la habitación.

Yoongi despertó de un sobresalto.

Había una voz cantarina que se escuchaba desde el primer piso, y luego los lamentos de un Taehyung que se percibía irritado y cansado a partes iguales.

El castaño salió de la cama cuando escuchó algo romperse, salió de su habitación y corrió por las escaleras, cayendo en el último escalón por haberse olvidado de sus lentes y no ser lo suficientemente hábil como para evitar la alfombra.

—¡Yoongi! —chilló un omega que conocía demasiado bien.

El menor de los Min soltó un gimoteo cuando los brazos de su primo lo rodearon con fuerza. En ese momento, los aromas de melocotón y lilas llegaron a sus fosas nasales, haciendo más evidente la presencia del sonriente Jung Hoseok.

—Suéltalo, de otro modo no podrá levantarse —dijo Taehyung, apoyado en la pared y con los brazos cruzados.

El omega ignoró al alfa con el que había estado discutiendo y se concentró en Yoongi. Hizo un puchero, su primo tenía la frente roja y todo el rostro compuesto por una expresión de dolor.

—Volviste a olvidar los lentes —reclamó, mientras lo dejaba libre para que Yoongi se pusiera de pie.

—Escuché ruidos y luego algo romperse —se justificó el alfa Min, al mismo tiempo que se frotaba la frente, en verdad le dolía mucho.

—Fue mi tío Jae antes de irse al trabajo —explicó Hoseok—. Por cierto, mi madre está molesta contigo porque no has ido a visitarla.

Yoongi se lamentó por ello, pero no estaba en sus planes visitar a su tía, al menos no tan pronto.

—¿Qué están haciendo aquí? —preguntó a ambos.

—Vine a ayudarte con los pendientes de la feria mensual —dijo Taehyung, luego miró al omega con seriedad—. Hoseok vino a ver alfas.

El mencionado rodó los ojos con fastidio, al mismo tiempo que Yoongi recordaba algo importante.

—Por tu culpa tuve que ponerme el traje de abeja, Tae —acusó Yoongi.

—¿Desde cuando tienes problemas con el traje de abejita, hyung? —cuestionó Hoseok.

Las mejillas de Yoongi se pusieron rojas, pero no le dio importancia. Él estaba molesto.

—Pasé un momento demasiado vergonzoso, todo gracias a que Tae decidió dejarme plantado con el traje.

—Lo siento, es que nunca me gustó el traje —se sinceró Taehyung, aumentando la indignación en su amigo—. Como forma de disculparme estoy dispuesto a cooperarte en todo lo que necesites, Yoongi hyung. Siempre y cuando nada de mis actividades involucre utilizar el traje.

—¿Y quien va a utilizarlo? —inquirió Yoongi, con ambas manos en la cintura y el ceño fruncido.

—¡Yo! —exclamó Hoseok con entusiasmo, agitando el brazo derecho por encima de su cabeza—. Será divertido.

—Uh, ¿estás seguro? —preguntó Yoongi, concentrándose en su primo.

—Completamente, de ese modo podré ver todo lo que pasa a mi alrededor sin tener que preocuparme que alguien note mi presencia —resolvió el omega.

—Podrás ver alfas a tu completo antojo —gruñó Taehyung.

—Sí, ¿tienes algún problema con eso? —retó Jung.

—Muchos de hecho —aseguró el alfa Kim—. Empezando que sólo debes ver a un alfa, y ese soy yo.

—¡No seas tonto!

—¡Entonces no me beses!

—¡Tú eres quien me besa a mí, Kim Taehyung!

—¡Y tú eres quien lo permite!

Para ese momento, Yoongi ya estaba en la sala de su casa. El par de revoltosos quedaron al lado de las escaleras en medio de una discusión que no tenía un fundamento real para ser llevada a cabo; sin embargo, a él no le convenía opinar al respecto.

Pensó en ir a la cocina para preparar el desayuno, pero el timbre detuvo sus planes. Caminó hasta la puerta de entrada y la abrió, congelándose en ese preciso instante.

Park Jimin estaba del otro lado, mirándolo fijamente, o mas bien, detallando el pijama de gatitos que Yoongi usaba para dormir.

La vergüenza le explotó en las mejillas, y en un impulso rápido, Yoongi cerró la puerta, ocasionando un fuerte ruido que atrajo la atención de Taehyung y Hoseok.

—¿Qué ocurre? —preguntó Taehyung.

—¿Quién era? —curioseó Hoseok.

Yoongi no respondió las preguntas, estaba más concentrado en no pensar la estupidez que había hecho. Segundos después, el timbre volvió a escucharse, ocasionando un gritito en el alfa Min que no tardó en correr escaleras arriba.

—¡Díganle que me espere, me pondré presentable! —gritó desde las escaleras.

Hoseok compartió una mirada extrañada con el alfa, ambos estaban de acuerdo en que el comportamiento de Yoongi era demasiado extraño; sin embargo, no le dieron más importancia, sobre todo porque el sonido del timbre no les permitía pensar en nada concreto.

—Yo abriré —se adelantó Taehyung, mientras Hoseok iba a la cocina.

Cuando abrió la puerta se encontró con un chico que no conocía. Lo detalló por breves segundos y llegó a la misma conclusión, ¿quién era ese beta?

—¿Quién eres tú? —preguntó Tae, sin apartar los ojos del pelirrojo que lo miraba con seriedad.

—Un ser humano común —respondió—. Estoy aquí por Yoongi, dile que quiero hablar con él.

—Un "por favor" no está de más —observó Taehyung con los brazos cruzados.

—Un saludo tampoco, y no me ves reclamando —atacó Jimin con una mueca hastiada.

Los dos se quedaron en silencio, soportando el momento tenso que habían creado de forma involuntaria. Jimin decidió que no le agradaba el alfa con ínfulas de grandeza, lo miraba como un bicho extraño, y también lo olfateaba discretamente, pensando quizá que estaba en compañía de un beta.

Con Taehyung sucedía lo mismo. Tuvo una pésima primera impresión con el chico pelirrojo; demasiado agrio, arrogante y mordaz. Nada bueno podía salir de alguien como él, y es por ello que no podía explicarse la razón por la que buscaba a Yoongi.

—Yoongi hyung vendrá en un momento —informó.

Jimin no respondió, se alejó lo suficiente y decidió que era más interesante contemplar el bonito jardín que perder el tiempo con un tipo como el que lo había recibido.

Un par de minutos después, Min Yoongi llegó hasta donde Jimin esperaba.

—L-lamento la demora —se disculpó, ajustándose los lentes.

El omega lo miró de pies a cabeza y ladeó la cabeza.

—¿Por qué te quitaste el pijama de gatos? —cuestionó.

—No es nada cortés recibirte en pijama —respondió Yoongi.

—Te veías tierno —dijo Jimin, logrando acelerar el corazón del alfa con esa confesión.

—Uh... pensé que vendrías ayer —comentó Yoongi.

Ambos se sentaron frente a la casa de los Min, uno al lado del otro y con la vista hacia la calle que estaba despejada a esa hora de la mañana.

—No tenía buen humor ayer —admitió—. Decidí pintar y se me fueron las horas en ello. La buena noticia es que pude hacer un cuadro completo.

—¡Oh! Podrías utilizarlo como material para el ingreso en la universidad y de paso ayudaría para los tramites de la beca —opinó Yoongi, bastante emocionado con la idea.

Jimin elevó la comisura izquierda en una sonrisa perezosa.

—Pensé lo mismo —aceptó—. Quiero hacer un cuadro más, pero tengo las ideas mezcladas y podría resultar muy mal.

—O muy bien —agregó el alfa.

Sus miradas se encontraron en ese momento, debido a la nueva cercanía fue que Yoongi pudo descubrir que el omega tenía lunares de diversas tonalidades marrones repartidos en rincones estratégicos del rosto. Pequeños, coquetos y hermosos.

—Probablemente —accedió Jimin, y el mayor de ambos tuvo que esforzarse para recordar la conversación que estaban teniendo antes que volviera a perderse en sus infinitos pensamientos.

—Busca un lugar para inspirarte —dijo apenas en un susurro—. Funciona y vale la pena.

—Creo que ya lo descubrí —confesó Jimin, mirándolo brevemente—. Sin embargo, no me gustaría visitarlo solo, resultaría aburrido.

—Ya veo —musitó Yoongi, sin saber qué más decir.

—¿Tienes alguna idea que puedas darme?

El alfa lo pensó seriamente durante un momento, hasta que pudo encontrar algo.

—Podrías invitar a alguien y pintar en el atardecer.

—Excelente, ¿a quién invito?

«A mí» Yoongi no se atrevió a decirlo en voz alta. En cambio, dijo:

—Un amigo.

—Viven en Busan —dijo Jimin, mientras analizaba el comportamiento del alfa que estaba a su lado.

—Tus padres —intentó de nuevo.

—La idea es que la inspiración fluya, no que se corte de tajo.

—U-una mascota —tartamudeó, quedándose sin ideas.

—No tengo mascotas —reveló Jimin, con una sonrisita pintada en sus labios gruesos.

Yoongi tragó en seco.

—Entonces...

—Entonces irás conmigo —interrumpió Jimin, dejando pasmado al otro con el giro repentino de la situación.

—¿Y-yo?

—Sí, tú —aclaró el omega—. ¿Quieres ir conmigo, manzanita Min?

El castaño bajó la mirada a sus pies para ocultar la sonrisa que se formó en sus labios, mas fue demasiado tarde, Jimin pudo verla e incluso contagiarse de ella.

—Me gustaría ir contigo —musitó Yoongi.

El intercambio de ideas y palabras ayudó a que la conversación fluyera con naturalidad. Jimin le pidió que le contara acerca de la universidad y el alfa lo hizo con todo gusto, llenándole de información y saciando toda la curiosidad del omega que fue mostrada con las múltiples preguntas realizadas, mismas que obtuvieron respuestas por el sonriente chico que se había olvidado por completo del malestar que sintió el día anterior cuando no pudo ver al pelirrojo que permanecía sentado a su lado, escuchando todo lo que decía, y sonriendo de vez en cuando.

—Me agradas un poco más cuando no estas consumido en tu mundo retraído y lleno de monotonía —confesó Jimin.

—Es bueno saber que te agrado de algún modo —dijo Yoongi, manteniendo una sonrisa pequeña que era dedicada al omega que le acompañaba.

—No me lo tomes a mal. Si te soy sincero..., estoy seguro que tienes mucho más para dar, sólo que vives encerrado en una burbuja y no te animas a salir de ahí —habló Jimin, escuchándose seguro de sus palabras.

—La burbuja es cómoda —susurró Yoongi.

El omega lo quedó mirando, y no saben por cuanto tiempo más continuaron hablando, pero al final del día, ambos tenían una misma conclusión:

Tal vez, estaban destinados a conocerse y si tenían un poco de suerte, tal vez podrían llevarse bien y ser el máximo descubrimiento del otro.




































Hay que tener paciencia con estos dos. 🧐

Esta es mi última actualización del año. 😭🥹

Aprovecho para desearles un esplendoroso fin de año y un próspero año nuevo. Los quiero montones. 💗

¡Hasta el próximo capítulo!

❤️Yoon~

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