❤️07: teatro de sueños.

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"El arte de no encajar en el mundo, y no temblar de soledad".

Quería tomar su mano.

Yoongi perdió la noción del tiempo, y sabía que no era lo único que había perdido últimamente. No tenía idea hacia dónde iba, y si Jimin se lo mencionó, pues lo olvidó por completo.

Estaba concentrado en la delicada mano que tiraba de la carretilla roja, era pequeña si la comparaba con la suya, con dedos gorditos cubiertos de pintura. Ese detalle le hizo sonreír, pensar y darse cuenta de que su vecino siempre llevaba una marca de pintura consigo. Dedujo que era una marca personal, el sello de un artista que le había permitido acompañarlo a su lugar secreto.

Se sentía especial por ello. Sabía que sus ilusiones eran infundadas y muy fuertes, pero Yoongi estaba seguro que no estaba lastimando a nadie, y, mientras no delatara sus sentimientos, tampoco incomodaría a terceros.

—No recordaba que quedara tan lejos. —El omega no estaba del todo tranquilo. Todo lo contrario, Jimin estaba perdiendo la paciencia, con sus ojos marrones inspeccionando el lugar desolado.

—¿Cuánto tiempo llevamos caminando? —preguntó el mayor, obligándose a fijar la mirada en el camino.

—¿Veinte minutos? Tal vez más. La verdad es que no estoy seguro.

Yoongi asintió, conforme con la respuesta ambigua y luego se concentró en lo que lo rodeaba. Estaban en el extremo de la ciudad, rodeados de un follaje inmenso; rara vez se encontraban con autos porque esa área conectaba exclusivamente con un distrito abandonado que, en sus mejores años debió ser agradable a la vista.

Entonces, el alfa sintió mucha curiosidad al respecto. Miró a su acompañante que a su vez revisaba unos apuntes que tenía en una hoja arrugada. Jimin le parecía bonito, muy bonito con su nariz pequeña, levemente redondeada y arrugada en señal de estar concentrado, también con sus ojos chiquitos, pero muy brillantes y expresivos, y...

—¡Por fin maldita sea! —gritó Jimin, sobresaltando al pobre alfa que lo acompañaba.

Yoongi se recompuso de inmediato, mirando al omega que ahora sonreía de oreja a oreja.

—¿Qué tienes? —preguntó, inclinando la cabeza.

—La dirección exacta —explicó Jimin—. No es fácil volver a encontrar un sitio que encontraste por accidente, tuve que anotar algunos detalles y por suerte entiendo mis propias pistas.

—Oh... ¿y estamos cerca de llegar?

—¿Qué si estamos cerca? —cuestionó el omega, para luego concentrarse en la hoja—. Pues, calculo unos veinte minutos más.

Siguieron caminando. Uno a ciegas y el otro seguro de sus apuntes; en el camino compartieron algunas cosas de sus vidas con la esperanza de matar el tiempo y probablemente conocerse un poco más.

Jimin le contó que tenía una mala relación con la familia de su madre. Los padres de MoonYoung nunca estuvieron de acuerdo con que su única hija desperdiciara su brillante futuro casándose con un profesor con salario ajustado como lo era su padre; pese a ello, lograron formar una familia estable, aunque él se encargara de desestabilizarlos de vez en cuando.

—Lamento que tus abuelos sean así —murmuró Yoongi cuando terminó de escuchar la historia.

El omega se encogió de hombros, a él no le importaba.

—La familia de mi padre es genial y la única que necesito para estar bien —aseguró—. Me consienten y me patrocinan con los materiales que necesito para pintar, y mira que no son nada baratos.

Yoongi sonrió cuando escuchó las palabras despreocupadas del menor, y ese pequeño gesto ganó la atención de Jimin.

—¿Qué hay de ti? —inquirió, lanzándole una mirada rápida.

El alfa se puso a empujar una pequeña piedra con sus pies, casi al mismo tiempo que le contaba su historia al omega.

—Mis padres me adoptaron cuando era un bebé de meses —inició, metiéndose las manos a los bolsillos—. Me educaron, me aman y me hacen feliz, pero al igual que tú no tengo una familia del todo unida —admitió con un suspiro.

Jimin levantó ambas cejas, esperando más información, así que Yoongi decidió continuar:

—La familia de mi padre... de Jaehyun no se tomó bien la relación que él formó con otro alfa. Y cuando iniciaron el proceso de adopción fue como la gota que rebasó el vaso —explicó, mientras se concentraba en el suelo que pisaba—. Ellos me miran como la razón que unió a dos alfas de por vida, y supongo que a sus ojos jamás seré un verdadero Min.

—Es la estupidez más grande que he escuchado en mi vida —gruñó el omega. Claro disgusto reflejado en su expresión, con sus ojos buscando los de Yoongi—. Solo espero que no creas lo que tus labios acaban de soltar, porque si es así, te voy a golpear muy fuerte, aunque no haya mucha confianza entre nosotros.

El alfa tragó en seco cuando escuchó la amenaza, miró los ojos marrones con atención, y, aunque había cierto brillo de picardía en ellos, algo le decía que Jimin hablaba completamente en serio.

—¿D-de verdad me golpearías? —Detuvo sus pasos y no pudo evitar observar a Jimin con los ojos entrecerrados.

El omega también se detuvo frente a su acompañante y se inclinó lo suficiente hasta que sintió el roce de sus narices. Lo miró a los ojos, adorando el sonrojo que llegó a las mejillas de Yoongi al estar tan cerca.

—Pruébame, alfa —susurró, para luego alejarse.

Yoongi se tambaleó en su sitio, de pronto sentía las piernas ligeras y la cara ardiendo. Miró en todas partes, y suspiró aliviado cuando pudo vislumbrar una gran construcción a lo lejos.

—¿L-legamos? —tartamudeó, avergonzándose por ello. Llevaba un tiempo significativo sin hacerlo y comenzaba a creer que ya estaba venciendo su pequeño problema.

Evidentemente no funcionó.

—Llegamos —asintió Jimin, permitiendo que el mayor explorara el lugar que descubrió días atrás.

Se trataba de un edificio de dos pisos que tenía las ventanas rotas, la puerta principal parecía estar en buenas condiciones, pero Yoongi no estaba seguro. Caminó un poco más y notó las flores que crecían en enredaderas por las altas paredes, continuó avanzando y explorando, hasta que un sonido de pura satisfacción abandonó sus labios cuando descubrió que el interior del lugar era mucho más hermoso.

—Es...

—Increíble —dijo Jimin, dándole golpecitos en el hombro—. No te preocupes, yo también me quedé sin palabras cuando lo descubrí.

Terminaron de ingresar, un gran salón cubierto de maleza los recibió, pero Yoongi seguía encantado con las flores silvestres, con el aroma fresco que se combinaba con la madera vieja y la humedad de la tierra. Era un deleite para su olfato, y sentía que en cualquier momento se pondría a ronronear ante tanta comodidad.

—No sabía que existía este lugar —murmuró, mientras sus dedos tocaban la madera de los estantes viejos que estaban completamente vacíos y que ocupaban la mayor parte de la pared central—. Creo que fue una biblioteca.

—Para mí es un teatro —habló Jimin desde el centro del gran salón. El omega tenía un pincel en la mano y una sonrisa en los labios—. Un teatro de sueños.

Entonces, Yoongi se dio cuenta de que estaba en un lugar que era especial para el chico que lo hacía sentir especial. Ese lugar abandonado por las personas y recordado por la naturaleza parecía ser el indicado para que un artista hiciera volar su imaginación, sin pausas, sin temores, sintiéndose en libertad de expresarse por completo, con un alfa feliz presenciándolo todo desde una distancia prudente.

Jimin montó el caballete en el lugar que eligió para pintar, el lienzo en blanco quedó fijo y luego se concentró en ordenar las paletas de colores que tenía en mente. Mientras tanto, Yoongi se sentó a su lado, tenía una visión estupenda del cuadro que estaba por nacer y le emocionaba a gran escala ser testigo de ello.

Sin embargo, cuando el omega inició con su trabajo, una duda invadió a Yoongi.

—¿Te incomoda si miro lo que estás pintando? —preguntó, machacando su labio inferior en el proceso.

Jimin lo miró por encima del hombro.

—No me incomoda —respondió, mientras combinaba colores.

—¿Y que hable?

—Supongo que tampoco.

El alfa movió los pies en un arranque de euforia, pese a las respuestas que obtuvo no creyó prudente interrumpir la inspiración del omega. Permaneció en silencio, admirando todos los movimientos que Jimin hacía, la seguridad con la que creaba nuevos trazos de colores en el fondo blanco y que poco a poco iban formando una imagen pulcra que se estaba clavando en el corazón de Yoongi, sobre todo cuando al pasar el tiempo entendió lo que su vecino estaba inmortalizando en el lienzo.

—Es... es... —Se quedó callado, con los latidos en aumento.

Jimin retrocedió un paso y analizó su obra. Era sencillo a comparación con lo que tenía en mente en un principio, pero estaba seguro que ese resultado le gustaba mucho más.

La pintura mostraba a un pequeño gatito calicó, alrededor del felino había diversas notas musicales que estaban pintadas en diferentes colores y como fondo un jardín que ambos conocían muy bien.

Era el jardín que Yoongi cuidaba todos los días, y el alfa podía ver en esa pintura las mismas flores con las que hablaba a diario.

—¿Qué te parece? —preguntó Jimin. El omega tenía las mejillas manchadas de pintura y sus manos eran un desastre, aun así, lucía hermoso.

El alfa se ajustó las gafas y miró mucho más la pintura que le generaba paz. Le parecía grandioso el contraste de la obra con el escenario que el omega buscó, y ahora que todas las piezas fueron expuestas ante él, estaba seguro que el resultado era más que perfecto.

—Es hermoso, Jimin —respondió sincero, sus dedos picaban por tocar la obra, pero se detuvo al recordar que la pintura necesitaba secar sin interrupciones de su parte.

—En casa tengo dos pinturas más, y traje material suficiente para crear otra aquí. —Por la forma en la que hablaba parecía que se lo estaba diciendo a sí mismo, así que Yoongi decidió no interrumpirlo.

Las horas que pasaron no pudieron ser marcadas por el viejo reloj que estaba en la esquina del salón abandonado, pero no era importante para ellos. Jimin aprovechó cada minuto en ese lugar e hizo volar su imaginación; Yoongi experimentó la plenitud de su compañía, la ligereza de ese instante y también se enfrentó al conocimiento certero de que ya nada sería lo mismo para él.

Jimin llegó a cambiar su vida, estaba seguro de ello.

El omega observaba con cuidado la que sería su futura universidad.

Tenía los pies fijos en el suelo y una carpeta con sus documentos personales en la mano. Al principio no quería admitirlo, pero estaba que se meaba en los pantalones; sin embargo, se aseguró de mostrarse seguro con sus padres, porque de lo contrario, hubiesen insistido en acompañarlo y Jimin quería lograrlo por su cuenta.

Echó un vistazo a su atuendo y llegó a la conclusión de que no iba tan mal. Una camiseta negra, vaqueros, y los odiosos lentes que debía usar de vez en cuando para evitarse mayores problemas en los ojos que derivan del contacto con el polvo.

Ingresó al edificio de admisión, por suerte se encontraba vacío y la mujer que lo atendió amaba su trabajo pues se portó amable con él desde el primer instante.

Jimin le informó que se había prematriculado en línea y le otorgó los datos correspondientes, todo el trámite era largo y un poco tedioso, pero el omega cooperó y fue paciente. Realmente estaba interesado en formar parte de esa universidad y estudiar la carrera de artes visuales. Solo esperaba tener lo que se requiere para lograrlo.

—El examen que determinará tu estatus en nuestra institución se llevará a cabo dentro de dos semanas en el auditorio 2B —informó la secretaria—. El temario llegará a tu correo electrónico esta misma tarde, y también necesitaré una carta de solicitud de beca para agregarla a tu expediente estudiantil.

El pelirrojo sacó una hoja de la carpeta que llevaba y se la entregó a la secretaria.

—Aquí tiene —dijo, mientras se encargaba de agradecer mentalmente que Yoongi le haya informado de ese detalle.

Ella leyó la carta con detenimiento, y al final asintió.

—Muy bien. Como quieres ganarte una beca completa necesitarás mostrar al comité que cumples con todos los requisitos.

—Estoy trabajando en ello —aseguró Jimin.

—La exposición de tus muestras iniciará el mismo día que presentes el examen —indicó la mujer—. Tendrá una duración de veinticuatro horas, y la respuesta a tu solicitud la recibirás en un lapso de tres días posterior al examen.

Jimin se removió en su asiento, decidiendo exponer la duda que tenía.

—Estoy trabajando con tema libre en mis muestras, ¿está bien así o debo enfocarme en algo específico?

—Nuestra institución jamás limitaría la creatividad de nuestros posibles estudiantes, joven Park. Puede trabajar con todo lo que desee, siempre y cuando esté listo en la fecha acordada.

—Está bien —respondió complacido, con muchas ideas dándole vueltas en la cabeza.

¿Sería buena idea mostrar algunas esculturas también? Le parecía una posibilidad atractiva de ejecutar y no pensaba desecharla tan pronto.

—Si todo sale bien y logra aprobar su examen, la universidad de artes lo recibirá con mucho gusto el próximo mes que inicie el año escolar —dijo la secretaria, sonriendo con amabilidad—. Le deseo el mejor de los éxitos, joven Park.

Jimin se puso de pie, hizo una reverencia de agradecimiento y salió de la oficina. En el pasillo se encontró con algunos estudiantes que, como él, andaban cumpliendo con algunos trámites, y también tuvo la fortuna de conocer un poco más de las instalaciones.

Llegó a un salón abierto y se detuvo cuando miró la pared central que parecía ser la mayor atracción del lugar. Yoongi estaba en ella, la fotografía del alfa lucía en el centro y a su alrededor había otras fotografías de otros estudiantes. El omega se acercó un poco más para verlos mejor, dándose cuenta que eran los mismos que miró la otra noche en su computadora.

—Cuadro de honor —leyó, silbando por lo bajo.

Eran como celebridades en ese lugar, y le generaba curiosidad acerca de las habilidades que cada uno de ellos tuvo que mostrar como para tener su fotografía en un espacio así.

Salió del edificio, las calles transitadas lo recibieron animándolo a caminar. Compró un helado de vainilla y coco en el camino, entreteniéndose con cualquier tontería que lo ayudara a conocer más la ciudad en la que ahora vivía.

Estaba feliz porque en la última llamada que compartió con NamJoon este le aseguró que llegaría a Seúl la semana entrante; no le quiso dar más detalles, pero para Jimin era más que suficiente saber que tendría a su mejor amigo, aunque sea por unos cuantos días.

Llegó hasta un parque que estaba lleno de muchas familias. Niños y sus mascotas corrían de un lado a otro, escuchaba risas, cantos y sonidos de la propia naturaleza que hicieron a Jimin detenerse para poder observar mejor lo que lo rodeaba.

El omega encontró un lugar tranquilo para sentarse y lo hizo. Se quedó ahí un rato, observando todo lo que podía, mientras sus pulmones se llenaban de la frescura de los pinos.

Hasta que una voz bastante conocida llegó hasta sus oídos en la forma de la risa más ridícula, contagiosa y tierna que Jimin jamás escuchó.

Giró en dirección al nuevo sonido y lo encontró.

Ahí estaba Yoongi, rodeado de muchos perros que lo tenían tumbado en el verde pasto, pero al alfa no parecía importarle, pues reía abiertamente, como un cachorro más que estaba disfrutando de ese momento.

Jimin se le quedó mirando fijamente, hasta que sintió como sus labios comenzaban a estirarse en una sonrisa.

Y no era el único que miraba al alfa. Los niños se acercaron curiosos hasta donde estaba Yoongi con los perros. El omega no perdió detalles de la escena, presenció cuando los infantes se unieron al juego, cuando las risas aumentaron en número y volumen... cuando su sonrisa desapareció lentamente.

Yoongi era un alfa tierno, Jimin lo sabía. También era sensible, demasiado tímido, inteligente y servicial.

Por otro lado, él era gruñón, grosero, pervertido, despreocupado, rudo e insensible.

No sabía la razón que lo llevó a hacer ese tipo de comparaciones, de lo único que estaba seguro era de que le dolió saber todas las diferencias que se marcaban entre Yoongi y él.

Cinco minutos después se levantó del lugar donde estuvo y salió del parque sin ser notado.



































Lamento la demora en actualizar, y también lamento disculparme tanto por el mismo motivo.

Pude traerles este capítulo, espero que les guste mucho.

Infinitas gracias por todo.

❤️Yoon~

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