001━━━go, tigers!

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001━━━go, tigers!










━━━━EL ÚLTIMO DÍA antes de las vacaciones de primavera Poppy se levantó algo cansada. Se había pasado la noche anterior en el bar abandonado de Benny Hammond junto con todo el equipo de baloncesto y su mejor amiga, Chrissy.

Quizás se había refugiado en esa gente popular y rica del instituto para alejarse de todo lo ocurrido desde hacía tres años. Pero todo el mundo parecía haberse refugiado en otros lugares tras los malos recuerdos que les acechaban cada noche. Ella no era la única.

Sus hermanos parecían haber pasado página en otros aspectos, los tres totalmente diferentes. Nancy se refugiaba en el periódico del instituto, mientras que Mike estaba inmerso en su nuevo grupo Hellfire Club, justo en el club de raritos del instituto. No es que ella antes fuera la más popular, pero ciertamente no la más rarita.

Ella, sin embargo, había hecho nuevos amigos. Y le gustaban. Estaba feliz fuera de todo lo pasado. No tenía por qué recordar aquellos momentos tan malos. Es decir, Robin y Steve ahora trabajaban en el vídeoclub del pueblo y los pequeños seguían sus clases con normalidad. Lucas había entrado en el equipo de baloncesto y los Byers se habían mudado a California junto a Once.

Debía admitir que extrañaba a Once. Desde que tres años atrás ella llegó a su casa y su hermano acabó revelándoselo incluso antes que a Nancy, Poppy sintió que debía cuidar a aquella vulnerable, pero al mismo letal niña de doce años. Once podía cuidarse ella sola, lo sabía, pero no había podido evitar sentir una gran conexión con ella y verla como una hermana pequeña.

Mike, sin embargo, definitivamente no la veía como su hermana pequeña.

Alguien llamó a la puerta dando fuertes golpes y comenzó a gritar:

—¡Poppy! ¡Levanta!

Poppy resopló frustrada y cerró los ojos con paciencia. Entonces Nancy finalmente abrió la puerta de par en par y la miró con esos ojos de lunática que solía poner cuando perdía los estribos.

—¡Pero si sigues en pijama! ¿Te parece normal?

—¡Ya voy, Nancy! ¡Ya voy!

Ella se levantó con rapidez y una mezcla de enfado y compresión, y rápidamente eligió la ropa que se pondría aquel día. A diferencia de Chrissy, ella no era animadora y no tenía que ponerse el uniforme. No es que ella no quisiera serlo, pero era la persona más arrítmica que existía en el instituto. Y aunque llegó a ser admitida, el primer día tuvo que renunciar antes de que fuera expulsada. En el primer ensayo hizo que la nariz de una chica sangrara. No tenía energías para más accidentes.

El estilo de Poppy era bastante diferente al de sus hermanos. En general, los tres eran muy distintos. Obviamente no podía saber todavía cómo era la pequeña Holly, pues aún tenía seis años y era bastante difícil determinar cuál era su estilo y personalidad.

Nancy era recatada y clásica, Mike había pasado de clásico también a más rockero, pero esto se debía a su nuevo grupo. Y por último, Poppy era más moderna y femenina. Le gustaban las minifaldas, la ropa colorida y su principal fuente de inspiración de moda era Kelly Preston.

Cuando terminó de arreglarse bajó con rapidez las escaleras colgándose la mochila al hombro y coincidió con su hermano Mike. Él también parecía algo apresurado, seguramente se había quedado leyendo la nueva carta de Once por vigésima vez. Poppy pasó por su lado y rió mientras le alborotaba el cabello. Mike se quejó y acabó empujándola por las escaleras. Poppy apenas consiguió sujetarse a la barandilla y acabó tropezando en los dos últimos escalones. Cayó de culo en el suelo de la planta baja.

Sus padres gritaron al mismo tiempo:

—¡Mike!

—¡Lo siento! —replicó él sin sentirlo de verdad, y se dirigió hacia la comida que Karen había preparado para el desayuno.

Poppy resopló mientras se levantaba ella sola y sacudió su ropa mientras miraba a Mike con ojos entornados.

—Penelope, te he dicho mil veces que no provocas a tu hermano —le regañó Karen poniendo los brazos en jarra, pero no parecía enfadada.

—Es que es muy fácil. Cada vez que lo veo con esa camiseta de friki me dan ganas de meterme con él—Mike la miró mal y ella le sacó la lengua con burla.

Ella nunca se metía con Mike porque disfrutara riéndose de la gente, era simplemente porque era su hermano. Pero no era el tipo de persona que acosaba a la gente que no era popular o que tenía gustos diferentes a ella. Ella era sólo así con Mike.

Mike se dirigió a uno de los armarios de la cocina para mirar qué comida podía sacar de ahí y comer de una vez mientras Poppy se acercaba a su padre y le daba un beso en la mejilla de buenos días.

La señora Wheeler, ahora con un aspecto más moderno que nunca (pues era una mujer que seguía las modas), se acercó a Mike.

—Michael, ya sé que hoy tienes club de D&D...

—Fuego Infernal —le corrigió Mike con prisa, mientras se acercaba a la tostadora y ponía dos rebanadas de pan dentro.

—Os podríais llamar "Club del fracaso escolar" —Replicó el señor Wheeler.

Poppy soltó una risa por lo bajo.

—Te quiero en casa a las nueve como muy tarde —siguió diciéndole Karen, pero Mike no le prestaba atención.

—Sí, vale, lo intentaré.

—¡No, no me vale! Tienes que acostarte temprano.

Mike ni siquiera se giró en su dirección cuando respondió, exasperado.

—¿Por qué?

Ted Wheeler se levantó con su café en mano y miró a su hijo con obviedad, aunque Mike seguía dándoles la espalda.

—El vuelo es a las seis y media, Michael.

—Sí, ya, pero... 

—Pero nada —le interrumpió Karen—. A las nueve o no hay California.

Poppy se acercó a su hermano y pasó su brazo por los hombros del muchacho mientras le miraba con una sonrisa pícara.

—Ya sabes: o club de los frikis, o ver a tu novia. Tú decides.

Mike puso los ojos en blanco y se zafó del agarre de su hermana con malhumor.

Su madre la miró con reproche y Poppy se encogió de hombros para después darle otro beso en la mejilla a su madre.

—¡Chicos! —chilló Nancy desde la puerta de la casa. Los miraba furiosa. Tenía una mano en la cadera y las llaves en la otra. Las balanceó ante ellos y prosiguió a hablarles como si no tuvieran la suficiente inteligencia para entender el gesto—. ¿Venís o no?

Poppy siempre pensó que Nancy sería la típica madre estricta de mayor, pues ya era ese tipo de hermana y ellos ni siquiera habían salido de su vientre.

—Poppy, tú también debes darte prisa esta noche —añadió Ted—. Nada de irte con esos jugadores de baloncesto.

Ella se giró para mirar airada a sus padres. Ninguno pareció ceder a su mirada atónita.

—¿Es en serio? ¡Hoy es el partido! Seguramente haya una celebración después.

—Si Mike llega pronto, tú también lo harás —replicó su madre.

—¡Es Mike el que se va a California, no yo!

—No me dan buena espina esos chicos —Ted chasqueó la lengua—. Prefería cuando te juntabas con esa tal Robin.

—Pero Robin comenzó a ser mi amiga en verano y apenas nos juntamos en el instituto. Además, tengo nuevos amigos y no seré una antisocial sólo porque mis padres así lo quieran.

—A las nueve en casa: no hay más que hablar —dictaminó Karen enarcando una ceja y mirando a su hija retándola a contradecirle.

—¡Vámonos!—Repitió Nancy perdiendo la poca paciencia que tenía.

—No sé cómo aguantaré una semana sin vosotros —comentó Mike, sarcásticamente.

—¿Me puedo ir contigo? —Preguntó Poppy, aún más malhumorada que él.

Ambos se dirigieron con rapidez hacia donde Nancy estaba y sus padres los miraron alejarse.

—¡No lleguéis tarde! —Repitió la señora Wheeler, minando aún más la moral de su segunda hija.

Cuando los tres adolescentes hubieron salido de la casa, sus padres aún se quedaron mirando en esa dirección.

—Menudo trío —comentó Ted Wheeler, aún con esa taza de café en sus manos. Vestía impecable con su habitual camisa, chaleco de punto y corbata bien anudada. Su cabello estaba peinado hacia atrás y sus gafas de pasta estaban impolutas—. ¿Cuándo se supone que comenzarán a ser personas sensatas?

Karen Wheeler, que vestía un colorido chándal ochentero acompañándolo con un peinado cardado y una cinta en la frente, simplemente suspiró y decidió no comentar al respecto.

En cuanto Poppy llegó hasta su mejor amiga, Chrissy, la abrazó con fuerza y la contempló con su traje de animadora. Chrissy era la chica perfecta. Con su cabello rubio anaranjado recogido en una coleta, su figura delgada y menuda y su gran sonrisa de dientes perfectos, se había ganado el corazón de todo el instituto.  Pero en especial el de Poppy, pues cuando había comenzado el curso Chrissy le integró en todo su círculo de amigos y desde entonces habían sido inseparables.

Poppy recordaba el día que comenzó su amistad a la perfección. Era septiembre y habían pasado tan sólo dos meses desde lo ocurrido en el Starcourt Mall. Los hechos eran muy recientes y ella se sentía alejada de todos. Cuando empezó el curso, sintió que necesitaba estar lejos de todo lo pasado y que tenía que empezar de cero. Se le dio la oportunidad perfecta cuando a Chrissy y a ella les tocó juntas hacer un trabajo de física. Chrissy rápidamente fue amigable con ella y acabaron quedando en casa de la animadora para terminarlo. Así, acabaron viendo películas toda la noche mientras se contaban la una a la otra interesantes anécdotas que las mantuvieron en vela.

Y hasta el día de entonces habían sido totalmente inseparables. Poppy trató de entrar en el equipo de animadoras, lo cual resultó un desastre, pero acabó entrando en el grupo de amigos del novio de Chrissy: Jason Carver. Él era el nuevo capitán del equipo de los Tigres en Hawkins y llevaba con Chrissy todo el curso.

—¡Qué guapa! —exclamó Poppy llegando hasta su amiga.

—¿Sí? —Chrissy miró algo insegura su atuendo.

—Pues claro. —Poppy se encogió de hombros—. Como siempre.

—¿No me ves algo... hinchada?

Poppy negó con la cabeza, y además frunció el ceño con clara confusión.

—Estás perfecta.

—No sé. Me he levantado y... me siento como si... como si los mofletes estuvieran más grandes. ¿No me lo notas?

Parecía insegura de verdad, y aquello estaba afectando su manera de verse a sí misma. A Poppy aquello le preocupó al instante porque era consciente del problema de su mejor amiga. Pero no creyó que fuese a recaer. Sin embargo, aquellos comentarios sobre su apariencia no parecían ser algo reciente. Debía haber estado ocultándolo un tiempo hasta que ese día no podía hablar de otra cosa.

—¿Estás bien, Chrissy? —la miró preocupada—. ¿Estás teniendo problemas otra vez?

Chrissy la miró con los ojos muy abiertos y rápidamente negó con la cabeza. Después sonrió abiertamente y ocultó aquella inseguridad con esa expresión de confianza en sí misma que alumbraba a los demás. Una falsa confianza.

—¡Qué va! Sólo estoy algo nerviosa porque esta noche es el partido y ahora tenemos que bailar en el gimnasio... ya sabes. Pero nada preocupante.

Poppy asintió, no muy convencida, y decidió dejar el tema atrás para no indagar demasiado y acabar discutiendo. Chrissy siguió con esa fachada feliz y entrelazó su brazo con el de Poppy.

—¿Qué tal con Jason? —le preguntó la castaña.

—Genial. —Chrissy suspiró—. Es un amor.

Poppy divisó al equipo de baloncesto, entre ellos Lucas Sinclair, que era uno de los mejores amigos de Mike y con el que ella también había vivido todas esas aventuras paranormales. Chrissy no conocía esas historias y Poppy no le hablaría de ellas.

Lucas saludó a Poppy desde la distancia y ella le devolvió el saludo con una sonrisa abierta y sincera. Le agradaba ver a Lucas con los chicos de baloncesto.

—¿Y tú con Chance? —Chrissy le dio un leve codazo amistoso con una sonrisa pícara.

Poppy formó una tonta sonrisa en sus labios y miró a otro lado mientras veía que el equipo de baloncesto ya había salido al exterior, probablemente se había dirigido al gimnasio y a los vestuarios para prepararse para el increíble discurso que Jason iba a darle a todo el instituto para animarles de cara al partido de esa noche.

Chance era uno de los mejores amigos de Jason y también jugador del equipo de los Tigres. Se trataba de un chico alto de piel aceitunada y cabello negro y largo. Era bastante guapo y desde que le presentaron a Poppy en el principio de curso habían tenido lo que parecía un "lío" entre ambos. No era una relación seria como la de Jason y Chrissy, en absoluto, pero cuando querían y les apetecía, se veían.

—Chance es un idiota, pero me entretengo con él.

Chrissy rió en respuesta.

Cuando ambas amigas llegaron al gimnasio del instituto, cada una se separó para poder dedicarse a su función: Chrissy para animar y Poppy para mirar desde las gradas.

Poppy divisó entre las gradas a Robin, que formaba parte de la orquesta del instituto. Robin la saludó alegremente desde su puesto y Poppy le sonrió y la saludó también. Después, miró por las gradas buscando caras conocidas —pues su grupo de amigos actuarían ahora y no estaban sentados— y  milagrosamente dio con Mike y Dustin. Rápidamente se acercó a ellos y se sentó junto a su hermano.

—¿Qué pasa, chicos? —Preguntó sonriendo.

—Hola, Poppy. —Dustin le sonrió de manera adorable.

—¿Por qué no te vas con tus amigos populares? —Le preguntó Mike poniendo los ojos en blanco al verla sentada a su lado.

—Porque quiero estar con mi hermanito —Bromeó ella guiñándole un ojo.

—Es porque tus amigos son jugadores o animadoras, y tú no entras en ese pack. ¿Verdad, hermanita?

Poppy dejó de sonreír y entrecerró los ojos en su dirección, ahora menos divertida. Dustin, que sentía predilección por las hermanas del único chico Wheeler, la defendió.

—Poppy es muy buena tocando la guitarra.

Poppy miró cabizbaja hacia el suelo. Dustin tenía la mejor intención, pero ese tema era bastante delicado para ella.

—Qué va —Mike rió con burla, sin percatarse de que su hermana parecía afectada—. Lleva sin tocar la guitarra unos tres años.

—Pues al menos era muy buena jugando a Dragones y Mazmorras con nosotros cuando era más pequeña.

—Sí, pero ya no lo hace porque tiene amigos más mayores y guays. ¿No es así? —Mike la miró alzando una ceja, pero dejó atrás esa expresión retadora en cuanto vio la expresión de su hermana.

Pero no pudieron seguir con su conversación porque entonces la música inundó el gimnasio a través de los altavoces colocados en cada esquina del lugar y todo el mundo comenzó a vitorear y aplaudir en cuanto las animadores y los pocos animadores empezaron a bailar.

Poppy decidió dejar de sumergirse en recuerdos del pasado y se levantó con emoción para empezar a gritar y vitorear junto con el resto. Una animadora rubia subió sobre unos cuantos animadores y comenzó a dar volteretas en el aire mientras que Chrissy se colocaba en la mitad de una fila de chicas que bailaban coordinadas mirando al público. Un chico disfrazado de tigre caminaba dando volteretas y haciendo estupideces mientras gritaba cosas a los espectadores.

—¿Cuándo te vas a California? —le preguntó Dustin a Mike mientras aplaudían distraídamente.

—Mañana a las seis y media —respondió el pelinegro.

—Bueno, no me puedo quejar. Yo estoy a menos tiempo de Utah para ver a Susie que tú para ver a Once —lo miró riendo—. Qué putada.

—Ya, pero merece la pena ir a ver a Once —replicó Mike.

—¿Crees que a Susie no? Es una genio, no se puede comparar con ninguna otra.

Mike le miró atónito al escuchar eso. Pero Dustin no cedió.

—Oye, que yo no digo que mi novia sea mejor que la tuya, sólo digo que Susie ha demostrado ser un genio.

La canción de La Historia Interminable pasó por la cabeza de Poppy.

—¿Te das cuenta de que Ce ha salvado al mundo dos veces? —Acabó respondiendo Mike, perdiendo los nervios.

Dustin formó una mueca y alzó el dedo índice.

—Pero te quedas con un bien en Español.

Mike lo miró con confusión y Dustin parecía sentirse mal por él. Poppy rió por lo bajo y miró a su lado, entonces se sorprendió al ver que Max estaba a su lado.

Max estaba muy distante; la que más de todos. La muerte de su hermanastro Billy parecía haberla sumido en un estado de depresión del que no parecía querer salir. Se pasaba el día vagando por los pasillos del instituto escuchando música desde sus cascos igual que un fantasma.

—Hola —Poppy la miró sonriendo—. ¿Estás bien?

Ciertamente, no tenía buena cara.

Max hizo el intento de sonreírle, pero no lo consiguió. Así que terminó encogiéndose de hombros.

El baile por fin terminó y la música de la orquesta dejó de escucharse. El megáfono anunció que los Tigres llegaban y todos empezaron a aplaudir y vitorear de nuevo cuando el equipo de baloncesto rompió el cartel de los Tigres y corrieron lentamente hacia el centro del campo.

Jason iba el primero y el resto le seguía. El capitán del equipo tenía una constante sonrisa en su rostro y parecía encandilar a todo el público. Se acercó al micrófono y dijo:

—¡Buenos días, Instituto Hawkins!

Todos gritaron en respuesta.

—Primero... ey, primero os damos las gracias por estar aquí.

Poppy miró hacia el equipo y se sorprendió al ver que Chance la miraba en ese instante. El chico le guiñó un ojo de manera coqueta y ella le sonrió para después sacarle la lengua en respuesta.

—Sin vuestro apoyo no habríamos llegado tan lejos —prosiguió diciendo el rubio—. ¡Un aplauso para vosotros!

Todos aplaudieron como borregos.

Lucas saludó en dirección a Max, pero ella estaba cruzada de brazos con cara de no tener humor ni para respirar, y acabó esquivando la mirada de su ex novio. Lucas se quedó con la mano a mitad y su sonrisa se desvaneció.

—Además, queríamos dar las gracias especialmente a las mejores y más bellas fans de todos los tiempos: ¡el equipo de animadoras!

Todos volvieron a vitorear y las animadoras sonrieron complacidas mientras aplaudían con sus pompones de color verde y naranja.

Jason se quedó mirando a Chrissy.

—Chrissy... —palmeó su pecho con sentimiento—. Chrissy, te quiero, mi amor.

Ella le lanzó un beso en respuesta y todos comentaron al unísono lo adorable que aquello estaba siendo. Poppy sonrió enternecida. Escuchó a Mike y a Dustin resoplar con burla.

Jason dejó atrás el numerito romántico para pasar al dramático. Se echó hacia atrás y se puso serio.

—Bueno... creo que hablo en nombre de todos cuando digo que ha sido un mal año para Hawkins. Un año muy duro. Y os juro que no sé cuánto dolor puede soportar una comunidad.

Dustin, Mike, Max y Poppy se miraron entre ellos y se quedaron muy serios.

—En una época tan triste hace falta creer en algo. Por eso, anoche, cuando perdíamos de diez puntos contra la Academia Cristiana... ¡miré a mi equipo! —Se giró para mirar al equipo y los señaló— y les dije: "Pensad en Jack, pensad en Melissa, pensad en Heather. Pensad en Billy."

Todos, literalmente todos, giraron sus miradas hacia Max. Incluso la gente que nunca había hablado con ella. Entonces Poppy puso su mano encima de la de Max, y notó que ésta temblaba. Max se puso nerviosa y la miró con disculpa para después apartar la mano. Poppy no se ofendió.

—Pensad en nuestro jefe de policía, Jim Hopper. —exclamó Jason y esta vez Poppy sintió que se enfadaba. ¿Por qué utilizaba a esas personas para un discurso motivador de baloncesto?

Hopper no querría que su nombre fuera utilizado por un capitán de baloncesto de dieciocho años, eso lo tenía claro.

—¡Pensad en todos los amigos que perdimos en aquel incendio! ¿Por qué murieron, eh? ¿Para que ahora perdamos contra una birria de escuela?

—¡No! —Gritaron todos.

—¿Para qué volvamos a casa de rodillas y cabizbajos? ¡No!

—¡No!

Poppy apartó la mirada, incómoda.

—Hay que ganar el partido —Repitió Jason, cada vez más seguro de sí mismo—. ¡Hay que ganar el partido por ellos, y eso es justo lo que hicimos!

El gimnasio retumbó más que nunca y Max se tensó por completo. Poppy miró a su hermano, negando con la cabeza por las palabras de Jason. Era un imbécil.

—Humillamos a esas gallinas en su propia casa, y esta noche... ¡esta noche, traeremos a casa el trofeo del campeonato! ¡Eso es!

Lucas comenzó a aplaudir con su equipo, sonriente y emocionado.

—¿Esta noche? —Mike miró apurado a Dustin.

—¿Cómo es posible?

—Se llama torneo —explicó Max, hablando por primera vez—. Si ganas un partido, juegas el siguiente y así hasta que solo queda uno.

Mike miró a Lucas con total estupefacción. Poppy miró ceñuda al moreno, sin entender por qué estaba así.

—¿Qué pasa?

—Esta noche es la última campaña de D&D —Explicó Mike, decepcionado—. Lucas tiene que jugar con nosotros pero si juega esta noche en el partido faltará.

Poppy miró a su hermano medio sonriendo.

—¿Estás comparando un juego de Dragones y Mazmorras con el último partido de la temporada?

—Puede que no sea importante para ti, pero lo es para mi. Y al menos antes lo era también para ti.

—Sí, pero no soy una friki que se lo toma tan en serio como —puso voz macabra y se rió del nombre—: El fuego infernal...

Dustin la miró sin comprender qué le hacía tanta gracia.

—Vuestro líder es un chico que lleva repitiendo, ¿cuántos años? Ni idea. Pero creo que no es tan importante. Podríais posponerlo.

—¿Estás de broma? —Mike abrió los ojos como platos—. Eddie se enfadará.

Poppy parecía incrédula al escuchar que a su hermano pequeño le daba miedo Eddie Munson. Ese chico era tan sólo alguien que disfrutaba aterrorizando a la gente, pero a ella no le daba miedo. Y de hecho le molestaba a que a Mike le diera miedo. Quizá Eddie había cambiado el estilo de Mike y también su manera de aprovechar el instituto, pero no le aterrorizaría.

—Pues que se enfade —se encogió de hombros.

Mike no contestó pero se quedó mirando a Lucas, que celebraba y chocaba los cinco con el resto de su equipo.

Estaba claro que Eddie le seguía dando miedo. Y que D&D seguía siendo fundamental para él.






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¿QUÉ OS PARECIDO EL PRIMER CAPÍTULO?

Esta ha sido la introducción a nuestra protagonista e interés amoroso de Eddie: Penelope Wheeler.

Como veis, Poppy es una chica que oculta muchas cosas de su pasado y que ha decidido pasar página de todo lo malo ocurrido en Hawkins. Aunque todos sabemos que eso no será posible por mucho que ella lo quiera.

Para tratar de escapar de esa vida, se junta con los populares del instituto y eso conlleva que ella comience a tener una mentalidad parecida a la de ellos: no querer tener nada que ver con los raritos del instituto.

Pero está claro que eso tampoco podrá seguir así en cuanto Eddie y ella deban juntarse para poder salvar el mundo.

Espero que os haya gustado mucho, prometo que el segundo capítulo no tardará :)

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