𝐜𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐢𝐢𝐢. 𝐠𝐚𝐦𝐞𝐬 𝐨𝐟 𝐬𝐞𝐝𝐮𝐜𝐭𝐢𝐨𝐧

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003 | juegos de seducción
comentarios 20 ; votos 60
aviso: en el anterior capítulo alcanzaron la meta de votos pero no de comentarios para desbloquear este capítulo. si vuelve a suceder en este (que no se cumplan ambas metas), entonces no se actualizará de nuevo el libro hasta que las dos lleguen a la cantidad que ven arriba, la que me vi en la obligación de disminuir para que fuese fácil alcanzarla.

La luna se alzaba, alta y pálida, lanzando su luz sobre las aguas oscuras de Blackcrown. La Torre de Hightower se recortaba contra el cielo, como un monolito erigido en desafío a los dioses. Desde la ventana de su alcoba, Ser Gwayne Hightower observaba el horizonte, donde la bruma del mar se fundía con las sombras de la noche. Cada rincón de la torre guardaba el eco de sus pensamientos, resonando con la misma intensidad de las olas que rompían contra los muros de piedra.

Vhasenya ocupaba cada uno de esos pensamientos como un espectro ineludible, y a pesar de sus mejores esfuerzos, no podía apartarla de su mente. Su presencia en la torre era como un fuego lento, consumiendo la tranquilidad que él había cultivado durante años. Sentía su risa, su provocación constante, y el modo en que sus ojos de diferentes colores parecían escrutar su alma, buscando algún punto débil que ella pudiera aprovechar. Era una batalla que no había previsto librar.

Vhasenya era todo lo que detestaba: astuta, insolente, llena de secretos y de una belleza que parecía nacida para provocar desorden en los corazones de los hombres. Aemond Targaryen la había enviado a la Torre para alejarla de la corte y de las malas lenguas, pero Ser Gwayne sospechó por un instante que también lo había hecho para probar su fuerza, para probar si podía resistir la tentación de caer bajo el hechizo de esa mujer peligrosa como el veneno lento en una herida abierta.

Al día siguiente de la llegada de la princesa, esta misma caminó por los jardines de la torre igual que una sombra blanca en medio de la verde espesura. Ser Gwayne la vio allí, rodeada de flores rojas y moradas, con los dedos acariciando los pétalos como si fueran frágiles secretos. Él se detuvo, observándola desde la distancia con una mano empuñando el mazo de su espada. La odiaba, se dijo a sí mismo; la odiaba tanto como podía odiar a un enemigo que se burlaba de sus convicciones más profundas.

Pero ella se giró, como si sintiera su mirada, y una sonrisa se dibujó en los labios de la dama al visualizarlo. Se acercó a él, sus pasos ligeros y su porte orgulloso, con un vestido negro que ondeaba a su alrededor como las alas de un cuervo.

—Ser Gwayne —dijo con una voz melosa, cargada de una burla apenas velada por alegría—. ¿Va a observarme desde las sombras toda la mañana o ha venido a decirme algo?

Él tensó la mandíbula, pero no apartó la mirada de la suya.

—Estoy aquí para recordarle sus límites, Princesa Vhasenya. —Sus palabras fueron firmes y frías—. Yo soy su protector, tengo que mantenerla bajo mis ojos.

Ella rió suavemente, algo que él detestaba de ella, ya que aquella risa era como un cuchillo que cortaba el aire entre ellos.

—Oh, Ser Gwayne, habla de límites como si creyera que puede controlarme. —Se acercó más, invadiendo su espacio personal de nuevo, obligándole a sentir el calor de su cuerpo cerca del suyo—. Pero dígame, ¿quién es usted para trazar líneas en la arena? ¿Cree que su honor lo protege de mí? ¿O tal vez... está empezando a dudar de sí mismo?

La respiración de Ser Gwayne se hizo más pesada. Sentía cómo su corazón palpitaba con fuerza en su pecho hasta el grado en que pareciera que iba a salirse, cada latido un tambor que marcaba el ritmo de una batalla que él no quería pelear. La cercanía de Vhasenya lo abrumaba, y su olor—una mezcla de sal, jazmín y algo más oscuro, más profundo—llenaba sus sentidos.

—Mis dudas no son de si incumbencia —respondió él con una voz baja, contenida, pero feroz—. No tengo intención de caer en sus trampas.

Ella se inclinó más cerca, sus labios a un susurro de los suyos.

—Y, sin embargo, aquí está —murmuró—, buscándome, observándome... ¿Realmente piensa que no sé lo que está haciendo?

Ser Gwayne retrocedió un paso, sintiendo cómo la tensión crecía entre ambos como una cuerda a punto de romperse. Apretó su puño sobre su espada guardada en su funda, con un profundo deseo de mantener su compostura.

—Está jugando con fuego —dijo al fin, con una voz ronca, contenida—. Y un día se quemará. Ella sonrió de nuevo, una sonrisa misteriosa que no revelaba nada de lo que pensaba realmente.

—Tal vez, Ser Gwayne... —respondió—. O tal vez el fuego sea lo único que me quede en este lugar frío.

Y entonces, sin decir más, se giró y se alejó, dejándolo con sus pensamientos, con sus dudas y con ese sentimiento ardiente que crecía en su pecho, como un incendio que se niega a apagarse. Ser Gwayne se quedó allí, observando cómo su figura desaparecía entre los árboles, sabiendo que la batalla que estaba librando no era solo contra ella, sino contra sí mismo.

Esa noche, las sombras parecían más largas de lo insinúan, los susurros era todavía más agudos, y los muros de la Torre de Hightower se sentían más estrechos que nunca. Ser Gwayne sabía que estaba perdido en un juego que no había querido jugar, pero del que ya no podía escapar. Muy en el fondo lo sabía, pero no deseaba aceptarlo. Y mientras la luna se alzaba más alta en el cielo, él se preguntó cuánto tiempo podría resistir antes de sucumbir a la oscuridad que Vhasenya llevaba consigo.

[ E R I S | N/A ]

tuve que implementar las reglas de comentarios y votos porque me he dado cuenta que no están apoyando el libro cómo se debe. si gustan ver adelantos de los próximos capítulos, vayan a seguirme en mi canal, donde publico pequeños fragmentos llamativos de en qué consistirán los escritos de este libro estando en borradores — https://acortar.link/JQ8Qj5

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