𝐪𝐮𝐢𝐧𝐜𝐞

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Emboscada.

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Me vestía con lentitud, sabiendo que estaba bastante soñolienta, y no podía ir de prisa a lo que sería una misión espontánea, además, me había levantado tarde. No entendía que sucedía, ni la prisa de muchos en avanzar de manera cautelosa al distrito de Stohess, ciudad ubicada en la muralla Sina. Estaba sola en mi habitación, no había podido ver a mis compañeros alrededor, así que aproveche, y guarde esos papeles regados debajo de mi cama, en donde escribía cada suceso que vivía, día tras día, desde que me fui de Marley. Vi esas hojas de papel, vi varios nombres que tenía marcados con mayor tinta. Nombres que para mi, eran dignos de admiración a respetarles, y quererles. Veía las escrituras, lo que detallaba en cada hoja de papel, cada noche antes de dormir. Mi temor era que fueran encontradas, pero se que si algún día algo sucedía, podían entender mis propósitos, solo esperaba, no llegar a mayores, esperaba poder tener tiempo de decirles a cada uno de ellos, la verdad sobre mi. Me sobresalte cuando tocaron mi puerta de manera brusca, así que no tarde en levantarme con cuidado, recogiendo mi uniforme, y acomodando mi último accesorio, la capa verde.

Me abrí paso en los pasillos, observando alineaciones, y varios capitanes dando órdenes a sus escuadrones. No podía ver al que me dirigía, y extrañamente, tampoco podía ver a ningún conocido, lo cual me hizo abrumarme más. Baje varias escaleras, sabiendo que únicamente me quería dirigir a los establos para buscar mi caballo, y emprender rumbo a Stohess, donde claramente se dirigía la tan "misteriosa misión". No comprendía porque muchos como yo estaban ajenos y confusos, pero continuaban permaneciendo de manera sigilosa, y yo, observaba los alrededores con intención de poder encontrar un rostro conocido, pero de seguro, no veía nada. Entendía que algunos de mis compañeros habían salido de expedición, y estaban ajenos a este campo, pero no ver el rostro de Eren, o al menos el de Armin y Mikasa, era más preocupante que cualquier otra cosa. Volví a sentirme abrumada, y me distancié de mi caballo, en cuanto vi a ese hombre solitario sobresalir del cuartel que manejaba. Iba solo, pero con un porte alto, como si se dirigiera algún lado, y con cautela, me acerqué, y atrevidamente, silbe.

-Amaya.-me llamo aquel comandante, quien me miraba confuso.-¿Qué haces aquí?-me preguntó curioso.-A mi suponer, debías estar en Stohess hace un buen rato.-indicó, lo cual con confusión, le mire.

-Me levante hace media hora, con prisa, me indicaron que debíamos estar en Stohess, y esperar señal para llevar a cabo un plan.-le informaba lo que al menos, yo sabía.-No entiendo que sucede, ni que debo hacer, si puede guíseme; lo agradeceré, comandante Erwin.-le dije, con una voz neutral, para así intentar de ubicarme en lo que sucedería.

-Oh, vaya. Ya recuerdo.-él me miró detenidamente, y negó su cabeza un instante.-No estabas en la reunión, hace dos días.-comentó, lo cual recordé, que fue el día en donde enfrente a Annie Leonhart.-Hicimos una reunión, donde atamos cabos. Ya sabemos quien es el titán que atacó a Eren, y dónde está.-me decía.-Estamos intentando de ser cautelosos, porque creemos que ella no es la única que está infiltrada para atacar a Eren, no sabemos sus intenciones, pero esperamos saberlo.-trague amargamente ante eso, y un leve salpullido del corazón empezaba atacarme.

-¿Cómo es eso, comandante?-le pregunté.-Lo siento, estoy muy confundida. Fue mi error el ausentarme a esa reunión, pero nadie tampoco hablo conmigo sobre lo que sucedería hoy.-dije, mirándole.

-Pedí que intentarán de no comentar mucho, como dije, no sabemos quienes más están envueltos en esto. Hubiera supuesto que alguno de tus compañeros te dirían, pero realmente pedí de una manera muy firme que no comentaran nada.-me respondía.-El error fue mío, lo lamento.-se disculpo, de una manera amable.

-¿A donde voy? ¿Cuál será mi posición?-le pregunté, aún estando ajena de lo que debía hacer, o a donde debía ir.

-Se suponía que estuvieses en la primera línea, en los planos, tu ubicación es la primordial.-expresaba.-Debías respaldar a Eren en caso de cualquier falla, tú y Mikasa.-añadió, a lo que me abrume más, sabiendo que ellos ya no estaban aquí.-Quien planeó esto, está allí con ellos, Armin también necesitará refuerzos si algo llegase a salir mal. Te pediré que intentes avanzar.-me pidió, de buena manera, mientras que yo, me montaba en mi caballo.-Cuando llegues a Stohess, su ubicación será ajena, intenta de seguir el camino al lago. Ahí deberán llegar ellos aproximadamente, intentarán de someter a la persona a que se adentre a un tipo de pasaje debajo de la tierra, donde se encontraba la ciudad subterránea.-asentí, apretando las cuerdas de mi caballo, mirándole de reojo antes de irme.

-¿Quién es el titán hembra?-pregunté en un tono bajo, sabiendo que quizás, no sería capaz de confiar en mi, pero él se acercó a mi, y acarició mi caballo mientras que me miró detenidamente a los ojos.

-No puedo decirte quien es, porque no es el único objetivo que tenemos. Cuando llegues, lo sabrás, pero aquí, nadie está salvo de un pecado.-susurraba.-Quien sea parte, ¿qué crees que debería hacer ahora que vamos tras de ellos?-me preguntó.-¿Quién crees que además de esa persona, sea el enemigo aquí?-volvió a preguntarme, mientras que hizo que mirara todo el alrededor, repleto de personas.

-¿Tú crees que realmente desearían hacer lo que hacen?-le pregunté, mientras que él se distanció de mi, y me miró detenidamente.-Nadie lleva un juicio justo en la vida.-añadí.

-Ve.-me pidió, distanciándose, para él seguir con lo que iba hacer.-Amaya.-lo mire detenidamente antes de marcharme ante el tono severo que utilizó para nombrarme.-Cada decisión que tomes, es un camino que creas.-extrañamente ante su comentario, deje de mirarle, para elevadamente, avanzar en el andar de mi caballo.

Tenía miedo, realmente lo tenía. Sabía que a través de los ojos de Armin Arlert, podía ser muy obvio el descubrir quién eras, en descubrir que tú lo mirabas a través del titán hembra; Annie. Tenía miedo por ti, porque sabía que estabas sola, que no había manera de que no pudieras caer en los enredos de Armin, sabía que Reiner y Berthold estaban muy lejos para venir a salvarte. Apreté las cuerdas, esta posición en la que estaba, era la más difícil de todas, no saber si luchar por ti, o luchar por ellos, solo se que quería llegar y desear que esto fuera una pesadilla. La brisa fría erizaba más mi piel, el día empezaba a ponerse tenso, sabía que no estaba tan lejos de Stohess, y era muy obvio saber que irían tras ella, pues después de todo, uno de los cuarteles de la policía militar, yacía ahí. Después de todo, no podría ser tan egoísta de abandonarte, si no peleabas, si te rendías, te apoyaría Annie, te ayudaría, pero si no lo haces; si peleas, si atacas, yo no voy ayudarte. Aunque me duela, te dejaría sola. Tenía la esperanza de que tomaras cabeza, y supieras aceptar lo que sucedía, tenía la esperanza de que al llegar, aunque tuviera miedo de lo que todos dirían sobre nosotros, le daríamos una opción a la paz cuando supieran lo que se planeaba más allá del mar, en la nación donde venimos, la nación que nos obligó a perder la inocencia, y estar aquí.

No te pedía que no honraras a tu país, entendiéndolo bien años después, te estaba pidiendo que salvaras la humanidad con decir la verdad, y evitar más peleas, las que en un futuro; no podríamos evitar. Por ende, ahí era que recordaba las palabras de Erwin. Cada decisión que escogemos, crea un camino, con un daño colateral; sea bueno o malo, creamos algo. Continué cabalgando, y de a poco, el tiempo pasaba, sin yo saber que sucedía más allá, pero claramente, había llegado al punto de encuentro. El distrito parecía estar solitario, como si nadie albergara en dicho desierto. Me baje de mi caballo, y tapé mi rostro con la capa, amarrándolo en un poste, distante al lago que podía ver. Sabía que varios del cuerpo de exploración debía estar aquí, así que baje mi capa, esperando que los que estuvieran, lograran recordar mi posición, y no tarde en esconderme con cautela en aquel callejón, en cuanto escuché sus voces. Me asome, observándoles caminar, venía justamente a esta dirección, los cuatro. Trague saliva cuando la vi, cuando observé a Annie caminar vagamente aún lado de ellos, su expresión estaba fría, y seria.

-Si yo no hubiese accedido ayudarlos, ¿cómo pensaban llegar al otro lado del muro?-la voz de Annie sobresalió, mientras que me agache, esperando que no lograra verme sobresalida de la pared; observándola.

-Utilizando el equipo de maniobras tridimensionales.-a su lado, Armin respondió de manera serena, parecía que solo eran ellos; esto era un teatro.

-¿No hubiese sido menos problemático y arriesgado escapar, antes de llegar a Stohess?-preguntó Annie, y es que le conocía, yo sabía que ella sentía que algo andaba mal.-¿Por qué aquí? ¿Por qué ahora?-continuaba preguntando, tensando el ambiente, mientras caminaban vagamente hacia acá.

-Pensé que la densidad del área urbana nos proporcionaría mejores opciones de intercambie a Eren con Jean. Además, simulando seguir las órdenes, evitamos levantar sospechas sobre nosotros, ganando tiempo para escapar.-hablaba Armin, intentando de explicarle detalladamente con argumento, convenciéndola.

-Ya veo, tiene sentido.-le respondió Annie de una manera vaga, como si no le diera leve importancia, pero de aquí; pasaron por mi lado sin verme, pues ahí estaba el pasadizo para adentrarse a la ciudad subterránea.

-Allí.-señaló Armin.-Son las ruinas abandonadas de una ciudad subterránea, que construyeron hace tiempo. Este camino conduce directamente hasta la puerta exterior.-explicaba él, y desde aquí podía ver cómo empezaba a bajar junto a Mikasa, e inclusive Eren; pero Annie no bajaba, ni siquiera se movía.

-¿En serio?-pregunto Eren ante lo que Armin se decía, sus voces empezaban a escucharse lejos, pero si me movía, podría arruinarlo todo.

-¿Annie, qué sucede?-volvió a preguntar Eren en cuanto noto como ella no se movía.-No me digas que tienes miedo a los lugares oscuros y estrechos, ¿es eso?-de un momento a otro, el ambiente se sintió tenso.

-De hecho, me da miedo.-le dijo Annie.-Dudo que un tipo valiente como tú y con tus tendencias suicidas sea capaz de entender a una frágil señorita como yo.-la veía de espalda, y como hablaba, dirigiéndose a Eren.

-Alguien capaz de poner el cuerpo de un hombre al revés en medio del aire no se debe considerar frágil. Deja de hacer el idiota y date prisa.-le pidió Eren, de manera intensa, me asome un poco; necesitaba ver que sucedía.

-No, no iré por ahí, me da miedo.-le justificaba Annie nuevamente, la situación se volvía tensa, y mi debilidad prevalecía ante verla acorralada.-Si no vamos por la superficie, no los ayudare.-dijo, mientras que apreté los mangos de mis hojas, caminando con cautela.

-¿Se puede saber que dices?-le cuestionaba Eren, desesperado.-¡Baja aquí ahora, no seas idiota!-le gritó fuertemente, lo que pareció tensar más la situación.

-Eren, no grites.-escuche a Mikasa hablar, su voz resonó como eco, uno que pude escuchar desde donde estaba caminando, con mi capa colocada.

-Eso no es problema, Mikasa.-indicó Annie, mirándola.-Por algún raro motivo, hace rato que no nos cruzamos con nadie.-y ahí me detuve, sabiendo que Annie lo había descifrado.-Maldita sea, estoy dolida. ¿En que momento has empezado a mirarme de esa manera, Armin?-de espalda a ella, aún no captaban que estaba aquí.

-Annie, ¿por qué tenías el equipo de maniobras de Marco?-le pregunto Armin, y me tense ante esa pregunta, esperando algo; esperando la verdad que jamás llegaría.-Reconozco hasta las más mínimas señales de su equipo, lo reparamos juntos.-explicó él.

-Bueno, lo encontré por ahí.-respondió ella, de una manera tan cínica que hizo que la sangre en mi interior, hirviera.

-Entonces fuiste tú quien mato a los dos titanes que capturamos con vida, ¿no?-le pregunto Armin, a lo que yo la miré, esas titanes de prueba los estaba examinando la teniente Hange Zoë.

-Quien sabe.-Annie se encogía de hombros, como si esta situación no fuese importante.-Pero si ya te diste cuenta hace poco, ¿por qué no actuaste entonces?-pregunto ella al joven que lograba que sus emociones decayeran, pero ella continuaba manteniéndose fuerte.

-Teníamos la esperanza de que fuera una clase de mal entendido.-le decía Armin, con un tono entristecido.-Pero por culpa de eso, si no me hubieses matado fuera de los muros esto no hubiese ocurrido.-la voz de Armin detallaba una leve decepción, una muy dolorosa.

-Si, yo también lo creo... -le musitó ella vagamente.-Y es que jamás pensé que fueran arrinconarme de esta manera. ¿Por que no los mate entonces?-se preguntaba ella, con un tono neutral, como si nada importara.

-Annie, todavía puede ser una posicibilidss de que eres una loca que le sigue la corriente a Armin.-le decía Eren, agitado.-Solo tienes que bajar aquí para demostrar que estamos equivocados baja y demuéstralo.-le pidió con insistencia, y ante verlo sobresalir de aquellas escaleras, sus ojos y los míos se cruzaron.

-No puedo bajar ahí, no he conseguido convertirme en soldado.-esas palabras de Annie fueron más agrias, más cínicas, ella aún miraba a Eren, y no se percató que estaba aquí.

-¡Annie esto no es una broma!-le grito él, agitado nuevamente, y ahí saqué mis hojas de mi equipo, creando un leve sonido que alertó a Annie.

-Amaya... -se quedó mirándome detenidamente, mientras que yo a ella igual.-Estás aquí.-dijo en un tono bajo, como si sintiera algo que yo no.-Al final tenías razón... joder.-musitó.-Los malos siempre caen.-volvió a girar la mirada, observando a los chicos, quienes me miraban ante mi presencia.

-Vamos hablarlo Annie, de seguro que si hablamos...-Armin también intento acercase pero en ese instante pude ver de reojo como Mikasa se removió, sabía sus continuas acciones, y más cuando su mirada y la mía conectaron.

-Ya es suficiente.-ella se sacó la capucha verde, mostrando cómo sacaba de sus correas sus espadas, ella estaba dispuesta a matarla.-Estoy harta de oírlos, es inútil.-opino, apretando el mango de sus espadas.-Voy hacerte pedazos de nuevo, titán hembra.-ella y Annie se miraron fijamente, y continuó a esto, Annie empezó a reír a carcajadas, a lo que todos quedamos idos.

-Armin, te agradezco por haber pensado que era una buena persona.-dijo con una suave voz, una que conocía, que podía determinar que estaba herida y asustada.-Supongo que ahora, no me queda más remedio... -susurro, mirándome, mientras que vi sus intenciones, y denegué.-Han ganado su apuesta pero es aquí y ahora donde comienza la mía.-la bengala verde fue lanzada cuando ella alzó su mano para morderla.

-¡No, Annie!-grite fuertemente, viendo como la avalancha de cadetes se lanzaron encima de ella pero mi grito se debió ante el anillo que se iluminó con el sol, y la pequeña cuchilla que salió de ahí.-¡No!-volví a gritar, abalanzándome encima de ella.-¡Corran!-les pedí, asustada.-¡Eren, huye!-volví a gritar.

-¡Amaya!-la voz de Eren resonó en mis oídos, muy fuerte, y pude ver como Mikasa jalaba su capa, con intención de alejarlo del caos que se convertiría en esta ciudad.

La apreté con fuerza, más que los demás, y gritaba su nombre, pero no fue suficiente. Yo pude ver como Annie raspó su piel con aquel anillo, como lo introdujo e invocó su poder. Los rayos del sol cayeron en su cuerpo, y fue inevitable no sentir el calor que eso provocó. El viento me azoto, me azoto con fuerza y me hizo caer fuertemente en una pared de ladrillos que se rompió ante la magnitud del viento. Muchas personas cayeron a mi lado, confusos, adoloridos y ensangrentados. Abrí mis párpados con pesadez, y algo adolorida, observé la gran sombra que se creaba frente a nosotros, el titán hembra estaba aquí, otra vez. Mi corazón palpitaba con fuerza, sabía que en este estado, no podría defender a esta gente, mucho menos a mis amigos, y más, cuando ella fue una de ellos. Mire mi dedo, mire mi anillo plateado, aquel que rascaba un leve trozo de metal que podría reabrir mi piel, tuve intención, quería hacerlo, pero sabía que todo esto; se caería más de lo que ya se había caído, solo quedarían añicos de nuestras vidas, mi temor por decepcionarlos, era grande, no podía revelar lo que soy. Se que ella estaba esperando esto, esperaba que lo hiciera, que me convirtiera y uniera fuerzas, o se las quitara, pero no podría jugármela, ni siquiera por ella. Esto no era por mi, era por Eren.

Escondí mi anillo, y me levante con precaución, pero abrí mis ojos grandemente cuando vi como Annie desprendió el túnel subterráneo por donde se habían ido los chicos. Me tiré al suelo boca abajo cuando me lanzo todos esos desprendimientos de piedra, el polvo caía encima de mi, haciéndome toser. Se empezaba a desquitar, quería provocarme. Mordí mis labios fuertemente cuando el roce de aquel ladrillo, logró raspar mi piel en mi brazo, rompiendo la tela de mi camisa manga larga crema, haciéndome sangrar. Me eleve en el aire con mi equipo de maniobras tridimensionales, si pelearíamos esta vez, yo lo haría en mi forma humana, porque yo, era más fuerte que ella. Porque aunque fuera menor, aunque siempre fui a quien protegieron cuando éramos pequeños, fui la más valiente, la más poderosa. Siempre he sido así, desde que nací, porque nací en este jodido mundo, y sin importar lo cruel que fuese, pelearé, pelearé sin detenerme, sin importar que suceda hoy; Annie caería. No importaba que yo cayera después, pero me eleve en el cielo, y desprendí sus tobillos en cuanto traspase mis hojas, creando que cayera de rodillas. Mi rabia prevalecía, prevalecía en mi paciencia en cuanto vi a Eren.

-¡Eren!-grite fuertemente, desviando mi camino, dirigiéndome a los escombros de aquel túnel destrozado por los golpes que Annie les había proporcionado.-¡Levántate!-le pedí con mis manos temblorosas en cuanto lo vi, estaba demacrado, y tenía incrustado un fuerte trozo de varilla en su pecho, sus ojos estaban entre abiertos, y no dejaba de sentirme abrumada por cómo lo veía.-¡Eren! ¡Debes convertirte, por favor!-le pedía a gritos, observando cómo en los aires, Mikasa peleaba.

-¡Amaya, ayúdame!-me pidió ella en cuanto me vio, y no podía dejar a Eren aquí, porque aunque me costara la libertad, yo pelearía por él.

-Levántate, por favor... -le pedí en un susurro antes de besar con delicadeza su mejilla, y en ese instante, sus verdosos azulados ojos me miraron, pero en cuanto lo hicieron, yo alce mi mano para sentir como Mikasa en el aire me apretaba, reteniéndome con su cuerpo.

La brisa me azotaba, y Mikasa con fuerza me abalanzó encima de Annie. Yo conocía sus puntos débiles, pero pese a todo, mi mano tembló cuando volví a tener la intención de atacarla. Sus azulados ojos me miraron, como si me rogara algo con esa profunda mirada. Podía escuchar a la gente gritar, ver cómo huían de sus hogares, y como ella los destruía con un leve paso que daba. Veía como Mikasa azotaba sus músculos, ella raspaba las debilidades de Annie, evitaba que se moviera de donde estaba, pero yo, flaqueaba en mis movimientos, no podía hacer nada respecto a ella, no me atrevía; y no entendía porque si ya lo había hecho antes. No pude atacarla, mi pulso tembló, y fue ahí donde golpeó mi cuerpo fuertemente, haciendo que Mikasa gritara mi nombre, y que retumbara en los oídos de quienes estaban cerca. No pude detenerme, y mi respiración se entrecortaba, mi cuerpo volvió a caer con fuerza en una pared, y me restregué por todo el suelo, sintiendo mi cabeza dar vueltas constantemente, hasta que me sentí mareada, y me quede tirada en el suelo. El suelo retumbaba, retumbaba fuertemente, y la sombra volvía a caer en mi.

Confusa y abatida, sentí como mi cuerpo se elevaba en el aire, y como era apretado con fuerza, al punto de dejarme sin respiro, pero no con intención. Sentía mi boca amarga, como si la sangre se desprendiera de ahí, mi rostro estaba caliente, de seguro mi piel se raspó por completo ante la caída, pero solo veía nuevamente sus azulados ojos mirarme. Me pedía algo, ella me pedía algo que no podía entender, pero Annie sabía que ya no había manera de salvarla, no lo había. Entre abrí y cerré mis ojos, escuchaba mi nombre, pero ella se empezó a elevar, huía, estaba corriendo lejos de mis compañeros que deseaban salvarme, y era aquí donde mi situación, empeoraba. Annie quería escapar, pero no quería dejarme aquí, y ellos, los demás no querían que ella me llevara, me querían proteger. Mi vida se rompía en fragmentos ante no tener la estabilidad emocional de aceptar lo que era correcto, y lo que era erróneo. Amargamente apreté mis espadas, y destrocé la mano de Annie en un solo corte, pero mi cuerpo cayó en el aire, y veo el cielo, incluso a ella, pero grandes mallas caían encima de su cuerpo, y a mi, a mi me sostuvieron con fuerza en el aire, y todo eso en cuanto el cuerpo de exploración llegó para ayudarnos.

-¿Jean?-mire detenidamente a mi compañero, y como gemimos ante caer con brusquedad en un tejado, no tuvo precisión de la caída, pero aún así, me sostenía.

-Joder, te ha hecho añicos.-comentó, burlándose de mi aspecto mientras que me sostenía.-No debes lucir peor que Eren, de seguro aún debe estar echo mierda.-decía con burla, y sonriente.

-Vaya día de sonrisas para un titán estar apunto de hacernos mierda.-comente, quedándome a su lado, llevando mis manos a su hombro, y reteniendo mi peso en el, mientras que observaba a la teniente Hange llegar al lugar, observábamos cómo el titán hembra estaba siendo desarmada.

-Ya la atrapamos.-comentó Jean, mirando la escena, mientras que denegué con mi mirada, observando cómo Annie estaba siendo amarrada, sintiendo que mi pecho subía y bajaba con impotencia, una que ella no merecía.

-Va a soltarse.-dije, sabiendo sus capacidades, sabiendo como ella se desarmaría de ese leve agarre.

-No seas pesimista.-me pidió Jean, mientras que continuaba a mi lado, ambos sentíamos la brisa, el día estaba tenso, y la gente debía temer por lo que sucedía en su ciudad.

-Tiene razón.-mire atrás, observando a Armin.-Su fuerza anteriormente ya había hecho que se desprendiera de las mallas, la teniente lo sabe.-comentaba Armin, su mirada se veía apagada, afligida a la tristeza de lo que veía.

-Joder.-masculló Jean.-No puedo creer que esto esté pasando. ¿Donde diablos está Eren, porque no se ha convertido?-preguntaba Jean, desesperado.

-Ya vendrá.-dije, intentando de crear un leve impulso de esperanza en este sinónimo de ambiente que estábamos viendo.

-De seguro si ve que te he rescatado, se volvería loco.-opino con risa.-Ese cabrón está chiflado de por si.-continuó comentando.

-Jean.-lo llame, mirándole detenidamente.-¿Por qué me ayudas?-le pregunté, viéndole, mientras que su mirada estaba pegada en mi.

-Porque así Marco lo hubiese querido.-afirmó, con una voz fuerte, una voz de aliento que me erizó la piel, y quede ida mirando como él dejaba de mirarme, para así observar al frente en cuanto se escuchó el grito de impotencia de Hange al otro lado del muro, ahí a su lado, yacía Mikasa observando con impotencia como el titán hembra se desarmaba.-Se soltó.-afirmó Jean, impotente.

-Te lo dije.-le comenté, soltándome de él, en cuanto vi como los soldados empezaban a perseguir a Annie, como ella huía, pero se detuvo en seco, y mi piel volvió a erizarse cuando vi el cielo derribar rayos.-Eren... -susurré, mirando atrás, sintiendo el suelo retumbar.

-Lo hizo, se ha convertido.-masculló Armin, atrás de nosotros, mientras que nuestros pies se removían por el temblor que provocaba el titán de Eren.

Mis ojos se quedaron mirando aquel camino, veía como se aproximaba con rapidez. La visualización se volvió lenta en cuanto Eren pasó por nuestro lado, todos alabábamos como había tenido la voluntad de convertirse en ese ser superior que yacía dentro de él. Quede abrumada por su fuerza, una que desconocía que él tuviera, pero lo más impactante de todo, fue cuando Annie se detuvo en seco, y fuimos testigos de cómo Eren con un solo golpe, hizo que el cuerpo de ella cayera desprendido en la catedral de la ciudad. Eren la golpeaba con fuerza, ambos titanes se enfrentaban, haciendo añicos la ciudad, una que no tenía culpa de lo que sucedía, y era por eso que no pude evitar elevarme en el aire. Estaba aquí, siendo alguien que no era, fingiendo provenir de estas tierras, y teniendo el descaro de defenderlas, pero era mi corazón que me impulsaba a hacer esto, era mi esperanza que me guiaba a una libertad que anhelaba conocer. Sentía un apretón en mi corazón, Eren estaba desprendiendo toda su fuerza en Annie, pero ella huía, huía lejos con intención de irse, y lo supe en cuanto continuamos siguiéndola a los muros que estaba trepando. Me eleve con más fuerza, me eleve con una mucho más ágil cuando vi lo que haría y fue ahí, que la alcancé en el muro, aún lado de Mikasa quien me seguía. El desespero en su mirada por escapar, mi hacia estrujar mi alma, no quería estar aquí, quería ir al hogar que fuimos obligados a abandonar.

Pero no tuve remedio de hacer lo que debía ser, y en cuanto Mikasa se elevó en el aire, yo hice lo correcto. Mis hojas se desprendieron en las manos de Annie, inclusive sus dedos, logrando que ella ya no tuviera agarre en el muro, logrando que ya no pudiera escapar. Esa acción me quebró, mis lágrimas amenazaban por salir de mis ojos mi corazón se hacía cenizas con lo que hice. Mis ojos y los suyos se miraron, la tristeza se derramaba en nosotras, y mis lágrimas cayeron en su rostro mientras la veía caer. Mis párpados se cerraban, imaginándola en aquella colina, ella yacía sentada a mi lado, mirando el atardecer, mientras que anhelábamos cosas diferentes, pero nos cuidábamos igual, pero hoy la traicionaba a sangre fría, y es que yo lo dije, mi alianza había terminado, y aunque implicara esto, seguiría avanzando hasta que fuera mi turno. Era como si una parte de mi, decayera con ella. Y tan solo sentí como su cuerpo cayó con impacto en el suelo, como la pelea había llegado hasta aquí, pero nuestro destino continuaría fragmentado por nuestros pecados. Junto a su cuerpo, caería el mío, pero fui sostenida por Mikasa, mientras que me alejaba de lo que algún día fue, mi gran amiga, Annie había perdido hoy, y quizás, la próxima sería yo.

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Próximo capítulo: Dime con quien andas.
Amaya se da cuenta que quien menos creyó, sabe su secreto, y es emboscada.

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