𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐮𝐧𝐨

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El retumbar.

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Caí con impacto, pero consiente. Era nuevamente cómo sentir una astilla en tu corazón, una que molestaba pero a la vez, agrietaba. Estaba sin aliento, no podía tener movilidad ni siquiera, pese a que el vapor por la explosiva transformación me había lastimado, ni siquiera hice lo mínimo por protegerme. Sentía todo como un zumbido, distante pero cerca. Mi boca estaba entre abierta, y estaba arrodillada en medio del shock. Me fui levantando, caminando de lado sin poder tener un cierto balance para acercarme, pero caí pelada en la brea cuando me arrodillé brutalmente delante de su calcinado cuerpo. El vapor sobresalía de él, sus ojos estaban cerrados, había muerto. Su cuerpo estaba desmembrado, está era la imagen más horrorosa que podía haber visto, y más a una persona tan especial como él. No pude tocarlo, mis manos temblaban al igual que mis labios, mis húmedos ojos me prohibían ver con claridad lo que sucedía. Cuando creí que no podría volver a sentir tal dolor en mi interior, me equivocaba de una manera necia e ingenua. Grite desgarradoramente el nombre de este hombre que había muerto delante de mis ojos, porque no era cualquier hombre, era el padre de mi hijo. La mitad de su pureza estaba en él, como la mía, pero la de él resaltaba más que cualquier otro gen que nuestro pequeño habría desarrollado. Me dolió el pecho, mi corazón querían salirse por mi boca, así que no deje de gritar su nombre.

Me quede en el suelo, sin poder hacer nada. No podía tocarlo, no podía moverlo, me quemaría los dedos pero aún así, lo hice. Sus brazos estaban igual de desmembrados, aquellos que me abrazaban en la soledad y tristeza de la noche, aquellos que me calentaban en mi frialdad y distancia, esos brazos que nunca me soltaron en las adversidades. Las yemas de mis dedos ardieron, pero más ardió mi pecho cuando quise intentar abrazarlo, pero no podía. Volví a gritar su nombre con gran dolor. Giré mi rostro ante sentir el suelo tambalear, y es que no sabía dónde caer muerta cuando pude ver la gran transformación que aquel niño desarrollo como un titán puro. Ahí estaba él, grandemente caminando en círculos, sin entendimiento de los conocimientos de ese vago titán que le habría quitado la vida. Perdido en los océanos, sin encontrar los caminos, así se sentía ser un titán puro. Me quede arrodillada, tenía miedo pero no quería que Falco fuera lo que ahora es. No podría permitirlo, ¡no podría vivir con eso! Entre llanto, me quede inmóvil en el suelo, él podría hacerlo, él podría ser la persona que de esperanza al mundo, que guíe a Noah en las tinieblas. Quizás era aquí donde nuestra batalla culminaba, quizás era aquí donde debíamos decir adiós al mundo. Se acercaba, quería que fuera ese niño, ese niño que tanto adora vivir, quería que se casara con Gaby y que tenga larga vida, pese a que se le acorte, sé que él ahora podrá cumplir su sueño, justo ahora que me devorará.

-Quizás si hubiéramos evitado esta guerra desde hace cien años, no sufriríamos como ahora.-musitaba entre lágrimas, caminando viendo como aquel titán puro se movía para consumir a Reiner en su miseria, aquella que debía sentir ahora.-Si tan solo fuéramos personas, y no monstruos, no sentiríamos este gran sufrimiento que nos aísla de la felicidad. ¡No sufriríamos con la magnitud que lo hacemos!-grite, llamando la atención de aquel puro titán, escuchando el gruñido de Reiner y cómo impedía que se moviera, quería salvarme.-¡Falco lo siento!-grite quedando de pie, mirando como se acercaba, Reiner ya no tenía tanta fuerza, y no podía, no podía dejar que Gaby perdiera a Reiner también, no podría.-Estará bien, lo sé, él estará bien contigo... -musitaba en tristeza, viendo como se acercaba a mi con su gran y abierta boca.-Se que Noah podrá tener la vida que jamas tuve.-afirme, hasta que mi cuerpo fue tumbado con fuerza, raspando toda mi mejilla en la brea.

-Ya no tengo fuerzas para curar mi cuerpo, de ninguna manera pienso morir por nada.-me levante un poco, inclusive mis manos se habían rasguñado, la sangre brotaba, al igual que en mi mejilla, girándome para observar aturdida a Porcco, caminaba tambaleándose, estaba jodido.-Además, si quieres que tu hijo tenga la vida que jamás tuviste, no le quites también a su madre. Mi querida Amaya.-musitó, y yo no podía moverme, verlo a él sonreírme.

-Idiota, ¡¿qué haces?!-grite fuertemente en llanto, para ver cómo el solo me sonreía.

-Ustedes fueron mi familia. Tú y tu hermana, y los demás. Quiero que vivan.-afirmó.-Soy el héroe que mi hermano quería que fuera. Pero, al hacer esto lo aclaré, siempre seré mejor hasta el final.-comentaba con aquel vapor en su rostro, aquel desprendido y desmembrado hasta su ojo.

-¡Porcco!-fue un grito estruendoso, uno donde cuatro personas unieron su voz de manera quebrada, pero fue el gruñido de Pieck que me hizo detonar su gran y fuerte dolor, para verla inclusive caer de la muralla abatida en su forma de titán.

Solloce, quedándome tirada en el suelo, observando cómo ya Falco había introducido en su boca a ese imbécil, ese imbécil a quien quería demasiado. Mi estomago estaba revuelto, y dolía como el infierno. Lleve mi mano a mi rostro, tapándolo, no podía ver más de esto, quería que alguien me arrancara el corazón en medio de esta sufrimiento. Viendo como aquel puro titán empezaba a perder fuerza, a decaer en el suelo, pero como atrás suyo, aquel hombre corría. Me quede ida con los ojos abiertos como platos, con lágrimas deslizándose hasta mi mandíbula, pero sus verdosos azulados ojos me miraron. Quiso detenerse, sus piernas flaquearon, pero aún así, Eren continuó a su destino. Verlo correr, me hizo sentir un balde agua fría, era como si viera aquel adolescente en su uniforme de recluta correr hacia el peligro, la nostalgia llegó a mi, cuando supe que cuando Eren se enfrentaba al peligro helado, nosotros íbamos detrás suyo. Me levante, sin balance y con mucho dolor en mi corazón, pero aún me levante. Quería seguirlo, quería detenerlo. Decirle, "Eren, mira lo que has hecho". Pero no tenía valor de expresar mis palabras ahora, porque solo quería gritar. Mi estaba molesta, no estaba resentida con él, Eren solo estaba transmitiendo un mensaje al mundo entero, pero este costo dolía más que una quemadura. Corrí, corrí detrás de él, viendo su espalda y su largo cabello.

-¡Eren, por favor detente!-le pedí, deteniéndome en seco, viendo como Zeke Jeager se arrastraba para poder alcanzarlo, pero Eren se detuvo, se detuvo para mirar la miseria que estaba sintiendo.-¡Podemos resolverlo de otra manera!-le dije, viéndole.-Tú no quieres hacer esto Eren, lo sabes... -cerro y abrió sus ojos con intensidad, estaba entre medio de un lazo que no podía romper, ni conmigo, ni con Zeke.

-Cuando te vi en las memorias, supe que debía hacer algo, que debía salvarte. Si no es así, morirás, igual que todos. Y no puedo dejar que mueras. Te debo todo.-dijo entre dientes, y confundida le mire.-Seguiré avanzando, pero no los perderé, a ninguno.-afirmó, girándose.

-¿Qué memorias Eren?-le pregunté, acercándome a él, pero se distanció.-¡Eren!-le grite fuertemente en cuanto empezó a correr nuevamente a Zeke, pero un ruido del cargamento de una arma me sobresalto.-¡No, Gaby espera!-le pedí en ese momento en que ella levantó su arma, pero había desprendido el disparo.

En ese momento me detuve, observando abrumadamente como la cabeza de Eren se desprendía de su cuello. Sin duda él, había muerto. Los añicos de mi corazón se estrujaban en esta situación, la cual creía finalizada. Me quede sin aire, al punto de sentir mi cuerpo sin fuerza, inclusive mis músculos se aflojaron. El grito desgarrador de Zeke sobrepasó los cielos, pero en ese momento en que su mano obtuvo la cabeza, una iluminación amarillenta me dejó ciega. Baje la cabeza y sentí una ventolera, una muy fuerte que me hizo quedar aturdida. Confundida observe cómo un esquejo sobresalía de la nuca de Eren, como se esclarecía en la longitud, crecía y crecía, alargándose en sus propios huesos. Me removía, mi cuerpo se removía en el suelo que temblaba, pero ante ver como la muralla también temblaba me hizo entenderlo, Eren, lo has hecho. Se desprendían los fragmentos cayendo al suelo, no podía ser cierto, el retumbar se llevaría a cabo. Las primeros trozos de esa muralla empezaban a caer, pero me di cuenta que no era sólo esa, si no toda la que estaba a su alrededor se tambaleaba y fragmentaba en mil pedazos mientras veía a ese cien pies formarse. Todo se veía un infierno, uno del que no podríamos escapar, inclusive con los titanes puros que habían rondando en la ciudad, no pude moverme. Fue un sonido de gas que me hizo alertar, y mirar al cielo, pero fue tan rápido su agarre que ni siquiera pude procesarlo.

Su olor se fragmentó en mis fosas nasales, sabía que era él. Lo apreté, me aferré a su cuerpo en medio del aire, no quería que Armin me soltara, tenía miedo y lo necesitaba aquí conmigo en este momento, porque él siempre me hizo sentir más que segura, pero era aquí que una parte de mi se estaba descongelando, era como si todo se estuviera desvaneciendo en mi interior, esto que sentía era nuevo, este sentimiento era nuevo, pero ante cerrar los ojos, pude volver a esa realidad. El mar mojaba mis piernas, mientras que estaba detenida en medio de la fría noche. Veía como ella se levantaba de la arena, podía ser capaz de sentir la fría brisa de la noche acariciarme, pero verla a ella levantada de la arena, era más que reconfortante. Empecé a caminar, traspasando las aguas, aquellas cadenas ya no sostenían sus manos, solo estaba ahí parada esperando a que yo llegara a su lado. Toque la arena, estaba fría, y su traje blanco danzaba en el viento al igual que su cabello castaño claro liso. Sus hermosos ojos me miraron con detenimiento, esa mirada apagada, pero era parte de sus facciones el tener sus ojitos como si estuvieran triste, yo los había heredado. Estábamos frente a frente, y la última vez que fue así, yo era más baja de estatura que ella, pero ahora estábamos en la misma.

-Me liberaste, a pesar de que yo no quería irme.-dijo ella, erizando mi piel ante escuchar nuevamente su voz, esa dulce melodía que calmaba mis angustias.-El resultado de tú elección, me ha liberado, que hayas querido continuar por ti misma en esta batalla, ha sido tu decisión.-decía, tocando mi cabello para inclinar mi flequillo detrás de mi oreja, pero solo quería llorar ante su presencia, así que tan solo la abracé con fuerza.

-¡Mamá!-la llame de una manera desgarradora, era el sueño que siempre anhelé, era el encuentro que más estuve esperando por años, por un momento creí que morí, pero ahora entendía.-¡No sabes cuanto te he extrañado!-le dije, abrazándola con tanta fuerza, podía sentir su cuerpo, ella estaba aquí realmente.

-Yo también, pero parece que aquí los años pasan más rápidos que allá afuera. Aunque esperé bastante, no tardaste mucho.-expresaba, distanciándome para mirarme fijamente.-Pero ahora puedo continuar, porque todo lo dejo en tus manos. Eres dueña de todo.-decía, acariciando mi rostro.

-¿Qué pasará ahora?-pregunte, viéndola, pero ella solo bajo la cabeza intentando de verse reconfortante.

-Ya no lo sé. Pero se que aún nada acaba aquí.-afirmó, mientras que las olas del mar llegaban hasta la orilla, remojando nuestros pies.-Perdóname por todo este tiempo ser yo quien te guiará, no creía tener control de detenerme, pero realmente si. La frialdad y soledad quería hacerme reconfortarme en ti, en guiarte. Fue lo que me pasó a mi, hasta que reaccioné, pero cuando lo hice era tarde y estaba amarrada a esas mismas cadenas que me sostenían aquí, contigo delante para que te concibieran mis pecados. Es por eso que te he esperado aquí, pero tú fuiste diferente, despertaste antes. Y estoy orgullosa.-continuaba diciendo con sus ojos humedecidos.-Fue bonito ser tu madre y la de Pieck, ustedes fueron lo más anhelado de mi vida, al igual que su padre. Espero que algún día nos encontremos. Cerrare los ojos y continuaré, pero cuando los abra, espero sentarme en un lugar similar a este para esperarlos. Mientras tanto, te deseo suerte, hija mía.-musitó, distanciándose de mi, a lo que yo tan solo dejé mis lágrimas caer, cerrando mis ojos.

-¡Amaya! ¿Me escuchas?-abría mis párpados, observando de manera nublosa, se veía humo y un olor a cenizas, había caos, podía sentirlo, pero podía ver sus azulados ojos mirarme detenidamente.-¡Por favor! ¡Nece... que... levan...! ¡Amaya!-continuaba mirándolo, pero no lo entendía muy bien.

-No pude salvar a Colt... -susurré mediante iba abriendo los ojos, intentando de esclarecerme en el momento más doloroso, la aceptación.-Lo deje morir.-dije, recordando mi mano apunto de tocarlo.-Noah no podrá sin él...

-Amaya.-vi los oscuros ojos de Mikasa, su expresión ida y su preocupación, ella estaba casi abalanzada encima de mi, esperando que me levantara, pero todo lo que veía y oía era estruendo.-¡Amaya! Es... bi... necesito que tú estés... bie... -no podía escucharla, era difícil hacerlo con todo este ruido.

-¿Ah?-me pregunté, quedando sentada con su ayuda, para así observar a los grandes titanes colosales caminar de una manera lenta, pero retumbaban todo.-Imposible.-musité, observando esas perturbadoras imágenes.

-Fin... Eren... digo que nosotros... -Armin intentaba hablar, pero no podía escucharlo, el estruendo era tan fuerte que solo veía sus labios moverse, pero no podía escuchar nada.

-¡No puedo oírte!-le decía Mikasa, acercándose a él, para evitar los estruendosos sonidos que provocaba el derrumbe de la muralla.

-¡Eren ha conseguido el control sobre el fundador! ¡Si el retumbar se ha activado antes que nada, lo más seguro fue la voluntad de Eren!-decía gritando, para que pudiéramos oírlo.-¡El intenta aplastas las fuerzas aliadas que se reúnen en Marley! ¡Eren está de nuestro lado!-esclarecía, pero no dejaba de visualizar la nuca de Eren desprendiéndose, ¿era capaz de volver a la vida?

-¿Eren volvió a nosotros?-se preguntaba ella, mientras que yo solo determinaba todo lo que había pasado, todo lo que decayó y se quebró.

-Eso está raro... -musitó Armin en un susurro, aún lado de mi, sosteniéndome casi.-¡Incluso el muro María está colapsando! ¡Destruir solamente las fuerzas aliadas no debería requerir todo esto! ¡Solo con la muralla exterior de ShingaShina y unos cientos de titanes sería suficiente! ¡Si es solo para aplastar a la armada de Marley, si es solo eso, entonces esto es...

-A TODOS LOS SUJETOS DE YMIR.-mi cabeza quería quebrarse, esa voz se sintió tan fuerte y en un solo rugir, parecía querer romperse mis tímpanos por completo.

-Ah... -Mikasa tocó su cabeza en un quejido, Armin y yo miramos fijamente, esa voz...-La voz de Eren... -con firmeza ella apuntó a ese nombre, pero todas las imágenes se esclarecían, estábamos en aquel lugar, ese que veía en mis sueños.

-MI NOMBRE ES EREN JEAGER, ESTOY USANDO EL PODER DEL TITÁN FUNDADOR PARA DIRIGIRME A TODOS LOS SUJETOS DE YMIR.-su voz era fuerte, pero más real era ver que estábamos encima de montones de arenas, con una noche estrellada y auroras boreales encima de nosotros en un andar, en un mismo camino.-LA CONTENCIÓN DE TODOS LOS MUROS EN LA ISLA PARADIS SE HAN DESHECHO Y TODOS LOS TITANES ATRAPADOS AHÍ HAN COMENZADO A MARCHAR. MI OBJETIVO ES EL DE PROTEGER A TODAS LAS PERSONAS DE PARADIS, EL LUGAR DONDE NACÍ Y FUI CRIADO. PERO EL MUNDO DESEA LA ANIQUILACIÓN DE LAS PERSONAS QUE PROVENIENTES A PARADIS.-decía él, mientras que estaba aún lado de Armin y Mikasa, podía observar a miles de personas a nuestro alrededor. EL ODIO QUE SE HA CREADO POR TANTO TIEMPO NUNCA TERMINARA, NO SOLO HASTA QUE LOS DE PARADIS, SI NO TODOS LOS SUJETOS DE YMIR SEAN ELIMINADOS. YO RECHAZÓ ESE DESEO. LOS TITANES DE LAS MURALLAS APLASTARÁN TODA LA TIERRA FUERA DE LOS MUROS, HASTA QUE TODA VIDA EXISTENTE HAYA SIDO EXTERMINADA DE ESTE MUNDO.-afirmó, llenando cada alma de escalofríos, cada corazón sano, quebrarse.

La noche estrellada y brillante estaba encima de nosotros, se borraba de a poco, igual que el suelo arenoso en el que estábamos encima, todo parecía irse en una nube, volviéndonos a una realidad, a una imagen tan aterradora en cómo cientos de titanes colosales caminaban por nuestro lado. ¿Esto era el fin? ¿Esto es todo? Mi mente se bloqueo. El cansancio, la falta de energía y la tristeza que albergaba en mi corazón, me consumía por dentro. Me derretí, y decaí nuevamente en aquel tejado, sin fuerzas, sin nada. Sus azulados ojos me miraban, él quería fuerza y valentía, pero no podía darle eso a Armin ahora mismo. Mis lagrimas sobresalían de mis ojos, sabía en lo que todo esto se convertiría, y una persona tan llena de dolor como yo solo anhelaba una paz que desconocía, quizás él podía dármela, así que tan solo me abalancé con delicadeza a Armin en un abrazo. Quería salvarlo, pero mi problema era esa, quería salvarlos a todos, inclusive a Eren antes que a mi misma. Mareada y sin fuerzas me quede siendo su presagio en ese momento, como si fuera una recompensa, pese a que él no me viera así, pero el desgaste emocional era más fuerte que una decisión de vida o muerte. Esperaba tener poder y ser una héroe, pero no podíamos desear un final feliz en una historia de terror cómo está.

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Próximo capítulo: Dame luz.
En medio del caos y la oscuridad, los chicos avanzan en las tinieblas en contra de los Jeageristas.

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