꒰ 🕰️ 𖥻𝟎𝟐 | 𝐓𝐑𝐈𝐁𝐔𝐓𝐎 ꒱

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𝗣𝗔𝗥𝗧𝗘 𝗜 ━ 𝗠𝗘𝗡𝗧𝗢𝗥𝗜𝗔
𝗖𝗔𝗣𝗜́𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟬𝟮 | 𝗖𝗢𝗦𝗘𝗖𝗛𝗔

❛ 𝐒𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞 𝐛𝐮𝐬𝐜𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐥𝐚
𝐛𝐮𝐞𝐧𝐚 𝐨𝐩𝐢𝐧𝐢𝐨́𝐧, 𝐒𝐧𝐨𝐰 ❜

¿Él chico del Distrito 12? ¡Por Dios! No debía ser verdad, sin embargo, la sonrisa del Decano revelaba únicamente que esto no era un tonto juego. Su tributo era un chico del 12. El peor Distrito de todos en cuanto a su economía; siendo un lugar pequeño dedicado a la minería, con miembros desnutridos que siempre en los juegos morían demasiado pronto.

Avery no se mostró ofendida sino confusa ante su tributo. No lo esperaba, realmente no lo hacía. Pero no había más que hacer. Ahora debía de trasformar su posible mal muchacho en uno que impusiera y ganara los Juegos de forma virtuosa. Con esto obtendría más de una mirada de orgullo.

Su rostro se convirtió en uno lleno de altivez, sin dejarse flaquear ante lo que le había tocado. De reojo miro al Decano observarla, rodando sus ojos con fastidio.

No le tomo mayor importancia, ya le preguntaría a su padre cuando llegara a casa, si es que al llegar él se encontraba ahí.

Sin más los alumnos comenzaron a conversar entre ellos, y Avery no fue la excepción - ¡Felicidades, Sejanus! Un gran Distrito, y por supuesto - tomo su mano, captando la atención de chico - Un gran tributo.

Él chico miro a Avery, su expresión era de dolor y no orgullo como debería ser - ¿No estás contento? - se metió Coriolanus. Avery rodó sus ojos - Distrito Dos, un chico, lo mejor del grupo.

— Se te olvida que yo pertenezco a ese grupo - replicó con molestia Sejanus, mirando a Corio sin soltar a la pelinegra.

— Vamos, Sejanus - suspiro - Tú no perteneces a ese grupo.

No cabía duda que a pesar del tiempo, quizás uno jamás dejaba sus raíces. Sejanus llevaba 10 años en el Capitolio y aun se sentía parte del Distrito Dos. Avery sabía que de ser al revés, ella tampoco se acostumbraria a vivir en un Distrito siendo del Capitolio.

— No lo hago, Avery. Esto es obra de mi padre, nunca deja la oportunidad de corregirme - la soltó como si su mero tacto le quemara. La mencionada trato de no verse ofendida, menos a la vista de alguien como Snow.

Y con ese comentario de parte del castaño, ella confirmo que esta maldita elección de tributos no era algo al azar como las cosechas en los Distritos, sino algo que estaba basado en el merito de los padres. Sintió asco, creía que no podían caer más bajo.

— ¿Entonces es verdad? - murmuró sin esperar respuesta, pero captando la atención de ambos chicos. Sonrió con burla - Nuestros tributos fueron elegidos por el tamaño de la cartera de nuestros padres y no por nuestro talento - se detuvo, adoptando una pose pensativa - De ser así creo que el Decano se equivoco, porque el mejor tributo debería de ser mio.

Sejanus negó suavemente, intentando quitar esa idea de su compañera - No es así, solo que - se detuvo, sintiéndose estúpido al ver la astucia y malicia en los ojos de Avery.

— Sejanus, se como funciona ese mundo. No intentes negar lo obvio y - miro hacia enfrente, notando como todos se alejaban hasta sus lugares - Disfruta tu regalo, Sejanus.

No lo miro más, ni siquiera cuando sintió los ojos de Corio encima de ella. No les tomo importancia, concentrándose en el como se abrían las cortinas en el lugar, dejando a la vista unas pantallas en las que se mostraría la Cosecha de cada Distrito, iniciando por el oeste y por ende, el Distrito Doce.

Todos se levantaron de sus asientos en el momento en que el logo de Panem apareció en las pantallas y el himno del Capitolio comenzó a sonar en el lugar.

Joya de Panem,
poderosa ciudad
resplandeciente desde el albor.

Algunos estudiantes parecían dudosos entre las líneas, no obstante, para Avery era fácil de recitar, y no era la única, Coriolanus Snow también lo hacía ver como si fuera la canción más personal. Ambos recibieron miradas orgullosas, ante su muestra de respeto ante el Capitolio.

El sello pronto desapareció y dio paso al presidente Ravinstil, un hombre vestido con el traje de guerra como indicador de que llevaba años en esto, mucho antes de la guerra de Los Días Obscuros. Su lugar en pantalla fue para recitar un breve pasaje del Tratado de la Traición, en el que se mencionaban los Juegos del Hambre como reparación tras la victoria: las vidas de los jóvenes del distrito para compensar las muertes de los jóvenes del Capitolio, quienes debían de pagar el precio de la traición de los rebeldes.

Tras esto, la imagen que siguió fue la de la plaza desolada del Distrito 12 en donde destacaba un escenario improvisado, cubierto por Agentes de la Paz.

En esta tarima también se encontraba él alcalde del Distrito, un hombre chaparro con el rostro lleno de pecas y un traje totalmente anticuado. En su mano se encontraba un papel que anteriormente había sacado de un saco marrón.

— La tributo del Distrito Doce es Lucy Gray Bird - dijo en el micrófono.

La cámara pronto enfocó a la gente en la plaza. Avery hizo una mueca, notando las pieles grises y pálidas de toda esa gente, vestidas con ropas opacas qué hacian a la escena algo terrorífica. De la nada, un grupo de chicas se movió, alejándose de una qué pronto fue enfocada con la cámara.

— Dios mio - exclamó la Storm en el momento en que la cámara enfocó a la niña.

Lucy Gray, una chica de tez morena, cabello castaño ondulado, recogido en un moño simple con flores decorandolo; Vistiendo algo que sin duda destacaba entre los tonos del lugar: un hermoso vestido con delgados holanes de colores chillantes como el arcoiris en primavera.

Esta no se encaminó a la tarima, sino que se paseo entre las chicas mientras sacaba de su vestido algo que se retorcía en sus manos y que pronto fue a parar en la ropa de una pelirroja sonriente a su lado. Todos espantados prestaron atención a la chica, notando como se retorcía en el suelo intentando quitarse lo que sea que Lucy le había echado. El alcalde no tardó en mostrarse alterado y exigir que ayudarán a la chica que llamo como "Su hija".

El Salón Heavensbee cobró vida, todos suponiendo cosas ante lo sucedido.

— ¿Has visto eso?

— ¿Qué le ha metido en el vestido?

— Una serpiente - murmuró Avery, notando como la morena en ningún momento miro hacia la pelirroja. Parecía orgullosa ante su acción y eso hizo a Avery sonreir.

— ¿Qué? - pregunto Coriolanus. Ambos se miraron.

— Increíble tributo, Snow - fue lo único que dijo antes de regresar la vista a la pantalla.

La imagen ahora era distinta, la pelirroja ya se encontraba de pie totalmente avergonzada al notar las cámaras sobre ella. El alcalde no espero y tras darle su saco a su hija le indico a un agente que la llevara a su casa. Dirigiendole una mirada de odio a la morena en el escenario.

La Storm no despegó sus ojos de ella, dejando salir una exclamacion de molestia cuando notaron como el alcalde en vez de seguir el proceso, se dirigía a la tributo y le propinaba un golpe en su mejilla. Los agentes de la paz lo tomaron y se lo llevaron al notar su intención de querer volver a golpear a la chica.

Ante esto la atención recaía en la chica. La cámara la enfocó por completo, acercándose a su rostro maquillado. Esto confundió a más de uno, y por supuesto, cautivo a Avery. Sombra color azul qué cubría sus párpados, lápiz negro en sus ojos brillantes, color en sus mejillas bronceadas y un hermoso labial rojo en sus labios delgados.

Era imposible dejar de mirarla, la pelinegra se sentía atrapada en sus ojos y su estilo tan desmesurado. La chica sacudió sus olanes hasta sentirlos perfectos y mirar a la cámara. Avery ahogo un suspiro, notando las lágrimas en estos, lagrimas qué ella intentaba retener.

— Es hermosa - susurro sin pena alguna. A su lado Sejanus apretó sus labios, mirando con compasión a la castaña.

— Esta jugado esto. Su nombre no salió en el papel - casi confirmo el castaño - Es horrible.

La Storm lo miro — Es más que eso.

Y justo cuando nadie pensó que algo más raro podría pasar. Alguien entre la multitud empezó a cantar. Era una voz demasiado joven que pertenecía a una chica, pero con la potencia suficiente como para oírse por toda la plaza silenciosa.

No puedes robarme el pasado.
No puedes robarme mi historia.

La sombra de una sonrisa bailó en los labios de Lucy Gray Bird. De
pronto, se puso en pie, caminó hasta el centro del escenario, agarró el micrófono y se dejó llevar.

No hay nada que robar que merezca la pena guardar.
No puedes robarme el encanto
ni tampoco el humor.
Dinero no tengo tanto,
es solo un rumor.

Se veía como alguien distinta, moviéndose a lo largo del escenario, sonriendo con ferocidad y una dulce insolencia, vibrando cada maldita palabra que era imposible no sentirse contagiado por ello. Y la prueba eran aquellos agentes de la paz que reprimian sus sonrisas al verla, sin intentar detenerla.

Avery solo pudo verla como un ave: libre, feroz, sin ataduras.

Sin embargo, esto termino en el momento en que unos agentes de la paz aparecieron tras las puertas, provocando qué la chica se despidiera con un:

— ¡Mis amigos me dicen Lucy Gray! ¡Espero y ustedes lo recuerden! - grito con una sonrisa hacia el encantador público.

Le quitaron el micrófono, instalando en el lugar un horrible silencio. No mucho después sacaron al alcalde de nuevo, evitando qué su camino se cruzará con el de la Gray, aunque no pudieron evitar que estos se lanzarán malas miradas pese a que la cámara estuviera frente a ellos.

Avery se acomodo en su lugar, era el momento para conocer a su tributo. Sejanus le brindó una sonrisa de apoyo pese a su odio hacia los juegos, ella la aprecio, entrelazando sus manos como respuesta.

Él alcalde saco un montón de papeles del saco, agarrando únicamente el que se encontraba en sus dedos. En su expresión se podía leer el deseo de querer prenderle fuego a la plaza de tener oportunidad.

— El tributo del Distrito 12 es.. - abrió el pequeño papel. Por un segundo su expresión se ablando, mostrándose un poco afligido ante la cámara.

Por supuesto, este cambio llamo la atención de todos en el salón y alteró a Avery sin duda alguna.

— Es Daryus Lunat - nombró tras unos espantosos segundos.

Todos en la plaza se alejaron del joven que pronto fue enfocado por las cámaras. Este levanto su cara con orgullo y dignidad, comenzando a caminar entre los varones.

Su vestimenta era inusual, vistiendo un par de pantalones marrones que, al contrario de algunos en la plaza, no se encontraban llenos de carbón o tierra; portando una camisa azul marino, similar al color de los trajes de los agentes del Distrito.

Era obvio que su situación económica era mejor que la de todos en él Distrito.

Avery dejo de respirar en el momento en que la cámara enfocó el rostro del chico: cabello rubio cenizo y lacio como hilos que caían suavemente sobre el rostro delgado cubierto de lo que parecían ser pequeñas pecas marrones; con ojos grandes de un hermoso color azul, y una sonrisa de lado que hacía delirar a quien la viera.

— ¡¡No!! ¡Mi hijo no! - era una mujer quien gritaba, parecía haber caído en la terrible noticia que involucraba a su hijo. No mucho después se le vio corriendo hacia el joven, para luego agarrarlo entre sus brazos delgados y encerralo en un fuerte abrazo.

Los agentes de la paz intentaron separarla de él sin embargo, un hombre les indico que dejaran de hacerlo. Todo se quedo en silencio, uno que era rotó por los sollozos y lamentos de esa mujer quebrantada en el hombro de su hijo.

— Ya mamá, no llores por favor - se escucho al joven hablar, notando las suaves caricias que dejaba en la espalda de la mujer

Esta negaba, apretandolo más en sus brazos — No, no. Esto es un sueño - sollozo enterrando su rostro en el chico.

Avery miro a su alrededor, todos absortos en al escena tan desgarradora frente a ellos: Una madre llorando por perder a su hijo.

Él chico negó, sonriendo con una dulzura qué calentó el corazón de la Storm detrás de la cámara —. Mamá, no es un sueño - tomo su rostro, limpiando las lágrimas de la mujer - Necesitas soltarme, te juro que todo saldrá bien. ¿De acuerdo?

La mujer volvió a negar, pero esta vez el joven dejo un beso en su mejilla, uno que hizo a esta llorar y soltarlo - ¡Juralo! ¡Juralo! ¡Jurame que volverás!

Nadie entendía lo que estaba pasando, sin embargo no importaba, la simple energía de la escena te daba un indicio de qué nada bueno era.

—. Lo juro - respondió y tras esto ella asintió liberandolo de sus brazos, permitiendo que él llegará hasta su compañera.

Todos miraron a la mujer ir hacia el hombre que anteriormente no había permitido qué la tomarán. Mirando los ojos tristes de ambos adultos, no fue difícil deducir que ese hombre era el padre de Daryus.

Lucy extendió su mano hacia Daryus, el cual se mostró indeciso por unos segundos, para luego estrechar su mano con la de ella. Colocando sus hombros juntos, mostrándose como un equipo de forma indirecta.

La morena hizo una reverencia, una que él chico no tardó en seguir con su vista fija en la cámara frente a ellos. La plaza se lleno de aplausos, unos qué pronto se apagaron dejando a la vista la trasmisión del Distrito Ocho.

Lo siguientes minutos, Avery fingió prestar atención a las cosechas y los tributos de sus compañeros de Academia, no obstante, su mente estaba en ese chico y el sentimentalismo de esa escena.

En su porte orgulloso y dulce como la mejor miel, en sus ojos azules como el más bello mar. Ese chico, una belleza pura y tan dulce. Un maldito chico de Distrito.

El fantasioso olor de la comida recién hecha caracterizó el fin de las cosechas de los Distritos. Adimitia que muchos tenían buenos tributos, empezando por Sejanus y la odiosa de Livia, ambos responsables de los Distritos profesionales.

Por un momento sintió un poco de envidia, sabía que la madre de Livia la felicitara por tan buena mentoria, en cambio, podia apostar que su padre no estaría muy contento por su tributo.

Si bien, sabía que Daryus Lunat podía ser una hermosa joya de Distrito. Era guapo, elegante y orgulloso, estaba por lo visto, bien alimentado. Todos estos aspectos en conjunto creaban un buen tributo, ahora lo que le faltaba era conocer las habilidades del chico más allá de ser dulce.

Lo haría ver increíble.

De esta manera, todos los alumnos se levantaron de los asientos y se dirigieron a las enormes mesas en donde comerían todos juntos. Avery había tomado de la mano a Sejanus, obligándolo a ir con ella sin poner represalia; además no es como si la tuviera.

Era bien sabido que el joven Plinth no era del agrado de muchos en la Academia por su estatus de "chico de Distrito". Por lo tanto, tampoco es como si tuviera amigos por doquier. Sin embargo, Avery tampoco era una chica de amigos; siempre se le veía con la chica Blair, de ahí en más no había nadie.

Y no es como si ella deseara que hubiera más, detestaba a sus insensato compañeros de escuela. Para ella eran imbéciles cegados por su propia estupidez e hipocresía. Aun así, ella jamás los trataría tan mal, sabía que eso no daría una buena imagen y eso era lo que su padre más deseaba.

Avery y Sejanus se encaminaron a un par de sillas enseguida de una vacía junto a Clemencia. Tras un corto saludo y abrazo a la pelinegra, se dirigieron al lugar en donde tomarían sus platos.

— Huele delicioso ¿no? - pregunto al aire, sonriendo al percibir el característico aroma de la carne - La cosecha me abrió el apetito y eso que intente desayunar en casa.

— Si, huele bien - respondió el castaño. Avery noto un deje de incomodidad en él - Aunque no creo tener tanta hambre. Mi padre y ma me obligaron a comer bien antes de venir. No querían que tuviera hambre en plena cosecha.

Ella asintió, sonriendo — Parece que nuestros padres se juntan más de lo necesario. Papá estuvo igual, bueno le ordenó a los Avox un buen desayuno - bufo con la mirada de Sejanus sobre ella - Él estaba en el trabajo.

Sejanus inclino su cabeza con suavidad — ¿Tú padre trabaja mucho? Por lo que dijiste con los profesores creo que sí - pregunto sonando más a una afirmación.

— ¡Si! Él es bueno en su trabajo, ya sabes, ser vigilante en jefe con Gaul no es fácil en estas fechas. Por eso no está en las mañanas - exclamó con aparente obviedad. Sejanus abrió sus ojos casi con sorpresa - A él le gusta, así que esta bien. Aun así, me gustaría que pasara más tiempo en casa.

Confesó sin evitarlo. No lo deseaba solo por ella. Por dios ella ya tenía 18 años, lo decía más que nada por su hermanita Cordelia. Ella era joven, muy joven, la presencia de su padre era fundamental. Admitia qué también era porque le preocupaba verla tan sola, siempre con los Avox en la cocina o el jardín.

Le recordaba a su madre. Dulces y compasivas con los demás.

— Ya veo - murmuró Sejanus.

Ella asintió, tomando el plato de bordes dorados y el característico sello de la Academia. Admitia que el Capitolio parecía ser tan especial, que incluso cuando los mejores hombres morían por los rebeldes, siempre se comió en la mejor porcelana. Incluida ella, que pese a comer restos de comida o lo que sea que su madre conseguía, siempre comió en la vajilla perfecta de su madre.

Sacudió su cabeza, tomo una servilleta y sus utensilios para comer. Y tranquilamente camino hasta la primer bandeja humeante frente a ella: Cebollas con crema, hizo una ligera mueca, jamás fue su plato preferido; Lo cerró y tomo papas hervidas de otra bandeja, jamón asado y un par de panecillos horneados con unas porciones de mantequilla sobre ellos.

— ¡Mira! Tomamos lo mismo - expuso con aparente animo el Plinth, señalando su plato.

Ella sonrió, asintiendo y encaminandose hacia sus sillas - Lo note, ninguno eligió comer cebollas con crema. De hacerlo juro que me haría vomitar antes de tiempo.

Dejo su plato en la mesa, notando por primera vez que la silla a su lado no estaba desocupada, sino que en esta se encontraba el idiota de Coriolanus Snow.

Pensó que su nula convivencia terminaría después de que este estuviera metiéndose en su conversación con Sejanus, tal parecía que no sería así.

Ambos se miraron, y sin desear realmente estar al lado del otro, exclamaron — Iré por un postre Sejanus/Clemencia.

Los mencionados se miraron curiosos, asintiendo y despidiendo a ambos chicos. Avery se maldijo en sus adentros, lo que menos deseaba era estar junto a Snow y ahora, gracias a su intento de huir, el chico estaba junto a ella caminando hacia los postres.

Su estómago dio una vuelta al mirar las tartas en la mesa, cada uno con una bandera del país Panem en ellas, colocadas se manera delicada y precisa. Avery tomo un par, deseando que estas fueran de moras o cerezas, ambas siendo de sus tartas favoritas.

— ¿Esa es de moras? - escucho preguntar a Coriolanus.

La pelinegra lo miro con ambas tartas en sus manos - Si, ¿quieres una? Creí que no eras fan de las moras - murmuró con algo de incomodidad.

— No lo soy realmente. Me gustan más las tartas de manzana - confesó sin pena, mirando a la chica. Ambos se quedaron en silencio, uno que volvió más pesado el ambiente entre ambos chicos — Iré al grano. Quiero hablar contigo.

Avery sonrió negando con su cabeza, casi soltando una risa —. Pensé que había ocurrido un verdadero milagro para que me hablaras sin que los profesores estuvieran mirándote - apretó su mandíbula. Sus ojos verdes fulminaron al rubio —. Siempre buscando la buena opinión, Snow.

El chico miro alrededor de ellos, notando como nadie estaba cerca — No es muy diferente a ti, Storm - sonrió con aparente inocencia. La mencionada juro matarlo.

— Por supuesto, Snow - batió sus pestañas con encanto, dejando ambas tartas en la mesa y acercándose hasta estar a poco centímetros del rubio — La única diferencia entre ambos es que yo no soy hipócrita y mis acciones no me benefician a mi, Corio - susurro su nombre, sin apartar sus ojos de los contrarios.

Coriolanus asintió, sonriendo de forma ladina — Lose, por ello si me escucharas, sabrías que lo que planeo decirte es bueno - tomo uno de sus largos mechones negros, acariciandolo con suavidad — Muy bueno para ambos, Storm.

Ella entrecerro sus ojos frente a él, indicándole que continuará — Ambos somos responsables de un Distrito. Tú tienes el tributo masculino y yo el femenino, bien.

— ¿Eso no era obvio?

Coriolanus ignoro la burla en el tono de Avery — Como decía, ambos somos los mentores del Doce, por ello me gustaría proponerte algo - sonrió de forma ladina. Avery sintió curiosidad — Formemos una alianza. Juntos podríamos lograr cosas magníficas.

Avery sonrió de forma segura, no obstante, antes de que pudiera hablar, una risilla se escucho entre ambos, provocando que los chicos volvieran su mirada hacia en lado. En donde un par de ojos lagañosos los esperaban.

— Pero si son la promesa de la Academia - dijo Casca, caminando hasta estar lo suficientemente cerca de ellos.

— Decano Higthbottom - saludaron a la vez.

— Es un gusto verlo - añadió Avery, alejándose del Snow.

— Digo exactamente lo mismo, Avery - sonrió por escasos segundos. Sus ojos anteriorimente adormilados, ahora miraban con total atención a ambos jóvenes — Veo que ambos por fin se hicieron "compañeros".

En su voz fue clara la burla — ¡Por supuesto, Decano! - la chica tomo la palabra tras un intercambio de miradas con Coriolanus —. Creo que es una estupenda oportunidad. Ya sabe, ambos somos los mentores de un Distrito. Y claro - alzó sus hombros —. Ambos deseamos una victoria para el Distrito.

Casca afirmó, parecía reírse en sus caras pese a su expresión tan seria —. Una victoria para el Distrito - repitió, entre cerrando sus ojos —. ¿Y si no es así? ¿Piensan que crear una alianza hará mucho? Señorita Avery, la creí más inteligente.

Avery intento no verse ofendida, sin embargo sus ojos verdes miraron mal al Decano —. ¿Disculpe? En mi opinión, una alianza es algo increíble que haría entretenidos los juegos.

El mayor abrió sus ojos con sorpresa y preguntó — ¿En qué? Dígame, Señorita.

— Es simple, las personas que ven los juegos se sentirían admiradas o compasiva al mirar un compañerismo entre dos tributos - dijo —Eso sería suficiente como para que siguieran mirando a ambos tributos durante los juegos. Ya sabe, a mi me encantaría saber el desarrollo por supuesto, el final de una relación de compañerismo. El sentimiento nunca faltaría y eso claro que aumentaria audiencia, y haría más fácil la victoria del Distrito.

Coriolanus asintio algo embelesado, ni siquiera él había pensado en eso. Su acción era impulsada por el deseo de ganar, no por el sentimiento y lo que causaría en el Capitolio.

El Decano asintio, mirando receloso a la chica — Ya veo. Sus ideas me recuerdan a su padre - intento alagar, no obstante su tono de voz lleno de desprecio le indico que no era algo bueno.

El silencio los envolvió, haciendo más incomoda la situación. Hasta que la pelinegra hablo — Gracias, Decano. Y es agradable la comparación. Me encantaría seguir hablando aquí, pero Sejanus me espera y usted sabe que dejar esperando a las personas es de mala educación - Avery le dedico una sonrisa de falsedad. Miro a Coriolanus — Te veo luego, Snow.

— ¡Claro! Es algo básico, señorita. Le deseo suerte, se que la necesitará.

Y con esto, Avery salió de esa ambiente, sin importar que en sus manos no se encontraban las dos tartas qué anteriormente había tomado. Sin embargo no importaba, su mente se encontraba en la propuesta de Coriolanus.

Ser aliados, no sonaba tan mal.

hola hola

Aquí el segundo capítulo de esta historia. ¿Qué les parecio la entrada de nuestros lindos tributos del 12?

Espero que buena. Estoy emocionada con este fanfic, tanto que ya he escrito 4 capítulos más para no dejar semana sin capítulo. Y la verdad como no emocionarme si son Los Juegos del Hambre.

Me encantaría que votarán y comentaran si es que les gustó, esto me ayuda a saber como voy en la historia, y claro que a divertirme un rato leyendo sus comentarios.

Sin más que añadir, hasta luego.

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