[ 3 ] sea and land

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CAPÍTULO 3

▬▬( ❝ MAR Y TIERRA ❞  )▬▬








El mes de septiembre llegó a su fin, la última de cada árbol de tiñó de colores rojizos y naranjas dándole paso a octubre. Pienso que es asombrosa la forma en la que pasa el tiempo, a veces es muy rápida, a veces muy lenta, me preocupaba el hecho de que los días corrieran como el agua en el arroyo y que cambiaran tan rápido como el color de las hojas de los árboles.

Aunque mis noches eran horribles, mis días parecían mejorar con la luz del sol, o tal vez era el hecho de que al despertar sabía que los horrores de mis pesadillas no me perseguirían, o quizás era porque sabía que podría ver a Fred Weasley.
Era sencillo conocerlo, no ponía restricciones, no ponía muros que difícilmente pudiera saltar, era como un libro abierto, uno extraño, diferente pero que sin duda me gustaba leer.

Cuando estaba junto a él, no me sentía forzada a tener una sonrisa falsa en mi rostro, eso era porque Fred pasaba la mitad de su tiempo haciéndome reír con sus malos chistes, me hacía sentir que podía ser yo misma, no me trataba como si estuviera loca al intentar conocerlo, y por alguna extraña razón que desconozco, mi compañía le gustaba.

Y ahí estaba, lanzando pequeñas piedras a mi ventana intentando llamar mi atención, sentí mi corazón latir rápidamente en cuanto me asomé y lo vi sonreír, era extraña, era muy extraña la forma en la que me hacía sentir sin siquiera intentarlo, pero cuando nadie estaba cerca podía permitirme pensar en él, me gustaba pensar en él.

Entonces me apresure a tomar una chamarra de mi closet para salir a verlo, ¿Podría presentarle a Charlie? Ciertamente el querría saber con quién voy, pero claramente, aunque se negara, estaba dispuesta a saltar por mi ventana solo para ir con él.

"Voy a salir con un amigo...", murmure hacía él cuando su mirada se posó en mí.

" ¿Conozco a ese amigo?", preguntó dejando su periódico.

"No. Él no es de aquí, en realidad es amigo de Hayley..."

E instantáneamente su semblante cambió, y asintió con la cabeza sin decir nada más.

" Con cuidado ", advirtió él y sólo me limite a asentir tomando las llaves de la camioneta.

Cuando salí, Fred estaba apoyado en la camioneta, había guardado sus manos en los bolsillos de su chaqueta y cuando sus ojos encontraron los míos fue inevitable no sonreír, me gustaba la calidez con la que siempre me miraba, podía perderme en el azul de sus ojos sintiendo que tal vez podía mirar el cielo todo el día hasta que oscureciera y perdiera su luz.

"¿Me dejarías conducir?", preguntó él en cuanto me acerque.

"¿Sabes conducir?", pregunté de regreso arqueando una ceja.

" Pues hasta ahora no he chocado jamás..." me respondió con total honestidad. Apreté mis labios y yo extendí las llaves, pero antes de que se las diera las detuve en mi mano.

"¿Me arrepentiré de esto?", pregunté mirándolo.

"Es probable...", respondió con una sonrisa ladina y deje las llaves en su mano, solo podía pedir que esa no fuera la primera vez que chocara.


[...]



El camino hasta la Push no fue tan malo como lo pensé, hasta que pasó uno de los topes casi volando encima de este.

"¿No es gracioso que ahora tu vida esté en mis manos?", preguntó él con una sonrisa mirando al frente.

" No. No es gracioso", murmure apoyando mi mano sobre la puerta para agarrarme de algo. Si alguien debía aprender a conducir, debía ser él.  "¿Conduces así en Londres?"

"Oh no. Yo no conduzco, lo hice una vez a los 14 y mamá me dijo que si volví a verme tomando el auto iba a lamentarlo...", admitió él y lo miré como si le hubieran crecido dos cabezas más.

"Dijiste que nunca habías chocado..."

" ¿Cómo chocaría si no tomado el volante desde los 14?", preguntó él arqueando una ceja y tal vez la expresión de mi rostro le pareció divertida porque comenzó a reír suavemente. "Tú tranquila mujer, no pienso matarnos en medio de la nada...en serio, mira los árboles...son bonitos y verdes".

Puse los ojos en blanco antes de negar con la cabeza apoyando está en mi mano para descansarla.

"Estoy segura de que esta historia le gustaría a tu mamá..."

"No te atrevas...", advirtió negando con la cabeza mirándome.

"OJOS AL FRENTE WEASLEY!", exclamé y él volvió a reír siguiendo el camino.

La Push no era algo impresionante, eso era cierto, no se veía como el tipo de entretenimiento que le gustaba a Fred, pero ciertamente no tenía idea de lo que le gustaba, podía tener una vaga idea de lo que podría interesarle, ciertamente éramos muy distintos, yo era callada, Fred era ruidoso, era como fuegos artificiales en la noche del 4 de Julio, hermoso, ruidoso, brillante y lleno de colores, colores que jamás había visto antes.

Cuando llegamos, estacionó la camioneta dejando la parte de la cajuela mirando hacía el océano, y me dio las llaves, ciertamente sabía que no lo dejaría conducir de regreso, pero la verdad es que yo estaba dispuesta a asumir el riesgo que implicaba dejarlo tomar el control.

"¿De dónde salió eso?", pregunté mirando la canasta que tenía en sus manos una vez que salimos.

"¿De qué hablas? La traje conmigo todo el tiempo..." me respondió restándole importancia al asunto, pero yo negué, jamás lo vi llegar con ella y no pudo aparecer de la nada en la camioneta "Estabas muy ocupada criticando mi forma de conducir para darte cuenta..."

"No criticaba tu forma de conducir. Criticaba el nulo conocimiento que tienes sobre como conducir adecuadamente", le aclaré y él pone los ojos en blanco antes de ir a la parte trasera de la camioneta.

Tomó la canasta y se subió sin darme oportunidad, abrió la canasta y sacó una manta de cuadros rojos y oscuros que tendió sobre la cajuela y dejó la canasta en el centro antes de acercarse a mí y tender su mano para ayudarme a subir.
La tomé y él me tomó con fuerza haciéndome subir, era fuerte, lo era, no era algo anormal, pero si lo suficiente como para hacerme dejar el suelo sin ningún esfuerzo.

"Así que...Hayley me habló de este lugar en el que ustedes solían comer postres y compre unos cuantos porque, ¿Qué es mejor que comer algo dulce frente al mar?", preguntó él comenzando a sacar todo de la canasta.

Era realmente impresionante como todo salía de ahí, era imposible que cupieran tantas cosas, pero él no le prestó atención, no veía nada raro y yo decidí dejar de actuar como una demente.

¿Cómo supo cuál era mi postre favorito? La respuesta era Hayley, entonces, ¿Le había preguntado por mí? ¿Él hablaba de mí? la idea me hacía sonreír. ¿Era muy temprano para pensar así?, para dejar que sus pequeñas acciones me hicieran sonreír como una tonta, ciertamente lo era, pero imposible no hacerlo, era inevitable.

"Hey Bella!", exclama Jacob acercándose. Sin embargo, su sonrisa se borra al ver a Fred. "Hola..."

"Hola", saluda Fred con media sonrisa. No parecía incómodo por la frialdad con la que Jacob lo saludo a él, realmente no parecía importarle.

Más en cambio Jacob parecía querer examinar a Fred, tal vez descubrir el más oscuro de sus secretos y sin embargo Fred parecía estar más interesado en su pedazo de tarta que en las miradas retadoras de Jacob.

"Pensé que no volverías a pisar este lugar jamás...", me dijo él apartando sus ojos de Fred para mirarme esta vez.

"Ciertamente no veo porque pensarías eso....",  respondí desinteresada con una tensa sonrisa en mis labios.

Quería que se fuera, no quería ser grosera. Fred parecía divertido, la situación realmente era incomoda y él solo parecía querer reír de los intentos de Jacob por alejarme de él.

" Bueno supongo que nos vemos después Bella", se despidió antes de alejarse. Entonces Fred me mira con una ceja arqueada.

"Vamos. Ríete...", lo alenté.

"Ciertamente está más ciego que un topo", aseguró riendo por lo bajo antes de ponerse de pie. "¿Quieres ir a caminar?"

"Depende", contesté alzando la vista para poder mirarlo. "¿Vas a empujarme al agua?"

"Bueno ahora no te tomará por sorpresa", confesó tendiendo su mano hacía mi para tomarla. Una vez más, podría correr el riesgo de que me empujara al agua, sabía que lo haría, lo intentaría por supuesto y decidí tomar su mano.

Nos acercamos a la orilla, quería que saltáramos y sin previo aviso solo me hizo saltar a la arena sin soltar mi mano. No me molestaba que la tomara, él tampoco pareció incómodo por sostener mi mano, tampoco parecía fastidiado de mi torpe andar y mis tropiezos.

Me convenció de quitarnos los zapatos y caminar descalzos, por alguna estúpida razón to accedí, no importaba el frío de la arena ni el agua helada.

"En serio no te atrevas...", advertí una vez que el agua llegó a nuestros pies. Y él ríe empujando mi hombro con su brazo gentilmente antes de continuar.

Y podía escucharlo por horas, sus historias eran algo difícil de creer, pero me gustaba pensar que podía ser real que alguien pudiera hacer lo que quiera con la única consecuencia de que su madre lo regañara.

"Y yo le dije 'Mujer ya tengo 20 años no puedes castigarme!', pero me dijo que me callara y fuera a mi habitación. Tal vez olvidó que yo ya ni vivía ahí...".

"¿Y si fuiste a tu habitación?"

"Tuve que! Me miró como aquella vez que por accidente que conver- que le puse una araña gigante en la cara a Ronnie cuando él tenía 3 años...", recordó abriendo los ojos ligeramente como si no pudiera creerlo.

"¿Por qué le pusiste una araña en la cara?"

" Rompió mi escoba de juguete...", se excusó él y me miró como si no fuera obvia su reacción. "Así que yo reemplace su osito de peluche con la araña y ahora el pobre no puede estar cerca de las arañas..."

"Si Ron tenía 3, tu debías de tener 5..."

"Si. Y ese solo fue el inicio de una larga vida de bromas al pequeño Ronnie", me respondió con una sonrisa mientras nos dirigíamos a la camioneta de regreso.

No podía imaginarlo, me resultaba imposible de creer, pero sabía que no me mentía, lo podía ver en sus ojos, no había forma de creer que me mentía, tal vez omitió cosas, lo supe por la forma en la que lo dijo, pero sabía que estaba siendo honesto, tan honesto que estaba compartiendo las fobias de su hermano menor conmigo, aunque claramente él había sido el culpable de ello.

Una vez cerca, pude entonces molestarme por el frío que sabía que al entrar a la camioneta terminaría, pero Fred no dudo en darme el Jersey en su mano, lo mire con duda.

"Por favor. No me apetece que el sheriff me meta a prisión por hacer que su hija se enferme"

"Él no sería capaz...", murmuré tomando su Jersey para ponérmelo sobre mi sudadera verde que era muy delgada, el aroma de su perfume era algo embriagador, relajante. Demasiado grande para mí, pero era realmente calentito y abrigador justo como él lo había descrito la primera vez que vi un jersey Weasley. " Y yo tal vez pagaría tu fianza..."

"Tal vez...", murmuró el arquea do una ceja. "Yo te doy mi jersey y tu tal vez pagues mi fianza..."

Bromeó fingiendo estar ofendido por mi atrevimiento y negue con la cabeza subiendo a la camioneta, entonces deje de sentir frío y el subió después de mi.





[...]





Entonces llegamos a casa y bajamos de la camioneta, me acompañó hasta la entrada de mi casa, el sol estaba apuntó de desaparecer por completo, los últimos rayos de luz del día nos acompañaban y parecían no querer abandonarnos hasta que nos despidiéramos.

"Buenas noches Bella",  murmuró él con ese acento inglés tan marcado y elegante.

"Buenas noches Fred..."

Y esa tal vez era mi señal para alejarme, pero no lo hice. Sus ojos miraban los míos una vez más, azul y marrón, no podía encontrar una combinación más extraña, podía pensar que podría ser como los troncos de los árboles y las hojas de color marrón que amenazaban con tocar el cielo. Como mar y tierra, sus ojos encontraban a los míos y al igual que su naturaleza, era imposible alejarlos, el mar siempre tocaba tierra en una ola, iba y venía, siempre se encontraban una y otra vez, eso era para mí el mirar sus ojos y que él me mirara de regreso, eso éramos, éramos mar y tierra.

"Hasta luego...", volvió a decir, pero esta vez se inclinó y dejó un corto beso en mi mejilla, muy rápido, muy fugaz. Y se alejó una vez más, con esa sonrisa amplia y brillante, antes de perderse en los últimos destellos de la luz del día.

"Hasta luego..."

Murmure sabiendo que no podía escucharme, entonces el cielo oscuro se volvió mi compañero, y entre a casa. Subí las escaleras y me dirigí a mi habitación dándome cuenta que no le había regresado su jersey, pero realmente no me lo quería quitar, la idea de regresarlo me parecía horrible y yo no tenía idea de que por muchas noches el abrazar esa tibia prenda se volvería tan reconfortante.

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