12

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Tú eres mi fuerte.

───

Acomode mi sombrero, mientras que removía un poco mi cabello para así observar el arma colocado en la mesa de noche. Hoy saldría nuevamente, ante ver que todo parecía estar calmado luego de varios días, aprovecharía en salir ya que papá se había ido de la comunidad nuevamente. Si, saldría sin su permiso y solo con el consentimiento de Michonne pero yo iría a buscar al hombre que encontré semanas atrás en la gasolinera. Llevaba días atrás trayéndole comida, algunas provisiones pero se que aquí, detrás de estos muros él se sentiría más que tranquilo. Agarre mi mochila, la cual preparé en casa de que pasara algo más allá, lo dudaba mucho pero era por protección. Salí de mi habitación, observando todas las puertas de esta segunda planta cerrada, dándome entender que solo yo estaba aquí, ni siquiera Judith. Quizás Michonne la había llevado hacia Tara, quien últimamente era quien estaba cuidando y respaldando el puesto de Olivia en cuidar a mi hermana cuando debíamos hacer cosas.

Con cautela me asomé por la puerta entre abierta de Aliana, la abrí un poco percatándome de que el colchón y sus sabanas estaba bastante recogida, y todo ordenado pero ella no estaba ahí. Baje las escaleras mientras recordé el momento que tuvimos hace dos días, desde ese día ambos no nos dirigimos ni una sola palabra, ni siquiera nos mirábamos y era extraño pero ambos nos alejábamos cada vez más. Suspire, era algo que no deseaba pero si las cosas debían surgir por ese camino, lo aceptaría y viviría con eso. Bajando a la primera planta pude afirmar que no había nadie, así que salí de mi casa asomándome al balcón y viendo cómo algunos residentes estaban afuera, no veía aquel cabello lacio color negro azabache, no veía a Natasha por ninguna acera como cada día que salía de aquí; ella, al igual que Daryl se habían ido con papá, pero pronto volverían según Michonne. Empecé a caminar, con mi semblante de seriedad y saludando a cualquier residente que se mostrara bondadoso hacia mi con un gesto de saludo.

Aunque pude notar algún tipo de movimiento extraño entre los residentes, veía desde aquí a Tara en el balcón de la enfermería. No tarde en sentirme entristecida, en recordar que muchas veces solía verla en ese balcón con Denise, pero ahora me tocaba verla acompañada de Judith. Pude ver aquel cabello ondulado castaño claro de mi hermana, quien parecía pintar la acera con algún tipo de tiza. Me mantuve caminando, mientras que saludé a Tara con un gesto de asentimiento para así continuar hasta los portones de Alexandria. Tenía prohibido usar uno de los autos que se encontraban parqueado, estos autos solo se usarían por algún adulto o en caso de emergencia, estaba bien; podía a caminarAdelante mi paso ante poder observar a Michonne en los portones de la comunidad, los portones abiertos y podía verla algo desesperada pues ella daba vueltas en círculo, y en su mano tenía unos binoculares. Me fui acercando ante notar bastante movimiento en esta área de la comunidad, los portones estaban abiertos y a lo lejos podía ver a Rosita corriendo hacia acá bastante agitada, a su lado dos residentes más.

—¿Qué sucede?–me acerque a Michonne con curiosidad ante observar el ambiente algo extraño, algo tenso. Ella me miró y pude notar en su semblante la inquietud.—Michonne.—la llame, esperando respuesta.

—Habían salvadores en la zona, he intentado comunicarme con Rick, no sabemos nada.—me dijo ella, intentando de que la radio recibiera algún tipo de señal pero no funcionaba.

—¿Cuantos eran?—pregunté, ella alzó su mano y abrió la palma, dándome una respuesta; cinco.—Debemos tener un plan de escape y debemos alertar por si acaso a todos los residentes que preparen mochilas con buenas provisiones, esto parece no acabar.—alenté a Michonne a seguir un plan, ella me observo y asintió.

—Debemos alertarlo a más tardar en la noche.—dijo ella, mientras que al igual que yo, observamos a Rosita correr y llegar justo donde estábamos. Esta agitada con dos residentes a su lado parecían tomar aire, y colocó su mirada en Michonne.

—No la alcanzamos, no sabemos dónde está, Michonne.—miró a Rosita confuso ante eso, sin saber de quién hablaba yo no tarde en mirar a Michonne, esta quien suspiró frustrada y dejó caer incluso la radio al suelo con brusquedad.

—Maldita sea.—maldijo ella, llevando su mirada hacia mi.—Carl, es Aliana, antes de que preguntes.—rodee mis ojos ante ella adelantar la contestación, no tarde en dirigir mi mano a mi cinturón para sentir mi arma, siempre había algo que se complicaba.—Rick dijo que no debía salir, fue lo primero que dijo, lo primero que ordenó.—Michonne hablaba molesta, mientras que yo, confundido sin saber qué estaba sucediendo dirigí mi mirada a Rosita.

—¿Como pasó?—pregunté, mirando a Rosita quien limpiaba de su frente gotas de sudor.

—Estábamos vigilando, y simplemente ella bajó por las escaleras, abrió el portón y empezó a gritar que habían salvadores, cogió su arma y se largó corriendo. Logré ver a tres máximo pero sé que habían más, estaban escondidos en las casas abandonadas pero se me mezcló por el bosque y la perdí de vista.—dijo ella, observando el suelo.

—Iré por ella.—al decir eso, note como Michonne con rapidez negó, con intenciones de cerrar el portón, algo que no se lo permití.—Este es mi escenario, lo dijiste, hago lo que me parezca correcto. Si ellos están allá afuera podemos no volver a verla, no podemos salvarle la vida dos veces con éxito, si no me dejas ir sabes que me iré.—mire a Michonne a los ojos, mire como ella tan solo suspiro frustrada.—Iré solo, si vamos más lo verán como una amenaza.—le insistí.

—Rick no va tardar en volver, podemos ir más.—dijo ella, intentando de evitar que saliera.—Carl, si no vuelves en dos horas... —ignore las palabras de Michonne, pasando por el hueco que quedaba entre abierto del portón, abriéndolo.

—Me llevaré un auto, así es más fácil, Rosita, tráelo por favor.—mire a mi amiga hispana, esta quien asintió y parecía algo cansada, no tardó en hacer lo que le pedí con amabilidad.

—Deja que te acompañe, o al menos Rosita.—Michonne llevo su mano a mi hombro, pero negué ante su petición de preocupación en querer protegerme.

—No puedes irte, ambos estamos al mando. Estamos en mi escenario, así que hago mis propias jugadas, no soy un niño Michonne.—ella sonrió, como si recordará qué tiempo atrás si lo era.—Rosita está aún recuperándose de varias heridas, no podemos explotarla y Tara también, me han mantenido aquí guardado; déjame tan sólo hacer algo correcto.—le pedí, mientras que de fondo pudimos escuchar uno de los autos en la acera parqueado encenderse.

—No estás haciendo esto por protegernos, lo estás haciendo por ella y eso demuestra cuanto la quieres, por eso te lo permito.—ella llevo su mano a mi mejilla, acariciándola mientras sonreía.—Carl, si pasa algo, si crees que es peligro vuelve y lo resolveremos, tendré incluso los minutos contados.—asentí, no tarde en colocar mi mochila en la parte de atrás del auto, mientras que Rosita se bajo del auto y palmeó mi hombro.

—Estén alerta, si algo pasa, enviaré una señal.—les pedí, estas dos asintieron, dándome paso para acelerar el auto y irme.

Así era yo, me iba por los cojones que debía tener. Molesto e inquieto por lo que podía estar pasando el tema principal siempre era Aliana. Reí incluso mientras caminaba, la chica siempre debía estar envuelta en algún tipo de rollo pero es que era más valiente que yo. Empecé a acelerar el auto, observando con cautela los alrededores de las casas abandonadas. Sabía algo, sabía que si Aliana Johnson se había atrevido a desafiar las órdenes claras de papá, de que ella no debía salir era solo por una razón; Nathan. No tenía duda de que ella debió haberlo visto, definitivamente sabía y podía apostar que él estaba merodeando él área, porque sé que lo conoce mejor que Negan. Me mantenía alerta, me sentía incluso algo más adulto, si, salir así sin nadie me hacía sentir grande y independiente. Aunque debía admitir que me causaba algo de pánico no tener a mi papá alrededor pero lo que se, él me lo había enseñado. No tarde en darme cuenta que estaba en la calle, me estaba saliendo del perímetro de Alexandria, a unos cuantos kilómetros se encontraba la gasolinera así que podía encontrar al desconocido y incluso a Aliana, pero la situación se me había facilitado más de lo que creía.

Pude observar a Aliana caminando, podía observarla con su cabello envuelto y amarrado en un círculo. Veía desde aquí sus flequillos por fuera, un pantalón corto color crema y esa camisilla blanca mientras que portaba unas botas ajustadas un poco más arriba del tobillo desgastadas y unas medias blancas más altas que las botas. Sonreí, se veía sana y salva pero se veía algo agitada, aunque el cielo estaba nublado parecía estar incluso sudada. Fui bajando un poco la velocidad del auto, decidí adentrarme un poco al bosque, para así parquearlo. Apague el auto, abriendo la puerta y bajándome de él, dejando la puerta alto abierta, no tardaría en llevarla a Alexandria. Pude ver a Aliana detenerse en seco en la carretera, mirando como me recostaba del auto y la miraba. Sus ojos verdosos se conectaron con mi mirada, ella tan solo bajo su rostro para romper cualquier tipo de conexión visual y tan solo acercarse a donde estaba el auto, sin devir absolutamente nada. Veía su rostro, un rostro que ya no reflejaba moretones, algunos se veían aún, pero Aliana se recuperaba físicamente.

—¿En que pensabas?—le pregunté mirándola, observando cómo ella estaba parada al otro lado del auto, pero podíamos vernos fijamente.—No volveremos a salvarte si te llevan, nos arriesgas.—le dije, mientras me mantenía recostado del carro y ella tan solo río, mirándome.

—Yo no les pedí que me salvaran, Carl.—dejo de reír, colocando un semblante de seriedad, mientras que se recostaba del auto también y me miraba.—¿Te pedí que vinieras a buscarme? Estaba volviendo como mismo me salí de la comunidad, nadie te pidió que vinieras a ser el héroe. No necesito de tu protección.—había sido una buena respuesta, dando que me quedé sin contestación, me bateó.—Vi a Nathan, así que quería confrontarlo. Lo perdí de vista así que solo quería pasar por la gasolinera a ver a un viejo amigo pero es muy arriesgado, así que si vuelta para ir a la comunidad.—dijo.—No pido que me protejas, ni tú, ni nadie.—añadió.

—No pero parece que así quieres que sea, te gusta que la atención esté en ti, que deban cuidarte y protegerte.—le dije, notando como ella volvió a reír.

—¿Te molesta que no seas tú quien me proteja y sean otros?—me pregunto, mirándome fijamente, mientras que tan solo ella se alejo del auto.—Vete por donde viniste, yo me iré sola. Eres un maldito imbécil.—pude ver en su rostro la molestia y como incluso empezó nuevamente a caminar por la carretera, no tarde en reír, reír bastante fuerte.—¿Wao, qué fue eso?—giré mi mirada, observando cómo ella se detuvo en seco y me miró ante mi risa burlona.

—Aliana, solo lárgate y huye, como siempre haces.—le alenté a caminar para yo abrir completamente la puerta del auto.—Michonne está preocupada por ti, deberías ir a decirle que no necesitas socorro.—le dije riendo, montándome en el auto.

—¿Qué carajos está pasando contigo?—me hablo en voz alta, acercándose al auto, observe cómo dio la vuelta y abrió la puerta del lado de pasajero, mujeres... no había quien las entendiera. Vi cómo se montó ella sola, reí mucho más fuerte ante eso.

—Pensé que te irías a pie.—le dije, cerrando la puerta del auto con algo de brusquedad mientras que ella también lo hizo mientras que me miró.—Si vas a venir conmigo me acompañarás a hacer algo primero.—le dije, calmando un poco los ánimos pero ella se veía bastante molesta.

—No, no hagas eso, no lo hagas; maldición.—me dijo, evitando que prendiera el auto. Alce una ceja confundido.—No hagas como si nada pasará, no actúes tan orgulloso Carl.—me pidió ella, mirándome fijamente mientras que su mano tocaba la mía, con delicadeza la aparte.

—Solo quieres escuchar cuanto te extrañe, o cuanta falta me hiciste, no voy a darte algo que mereces, no voy alimentar tu ego, Aliana.—le dije, recostándome del asiento y observando sus ojos, viendo cómo sus ojos se humedecían... no, era algo que odiaba sin duda.—Las cosas no funcionan así.—le dije.

—¿Y cómo funcionan, Carl?—me pregunto ella, algo agitada mientras observe cómo una lagrima se deslizó por su mejilla, no tarde en girar mi rostro, mirando al bosque, evadiendo su mirada que me estrujaba el alma.—No funcionan así porque no sabemos qué diablos pasará, el futuro es incierto. No sabía que al irme terminaría encarcelada en un maldito infierno, yo no sabía que te acostabas todas las malditas noches pensando en que morí. Pero te digo algo, día y noche pensaba en ti, día y noche rogaba que nada ni nadie te hiciera daño, que nadie les hiciera daño, Carl. No quería irme, quería quedarme contigo, quería quedarme con ustedes porque son mi familia. Porque empecé a crecer con ustedes, yo no me fui porque quería, no me fui porque ya no los quería. Me fui maldita sea para protegerte a ti, para cuidarte a ti porque me importaba mas tu que lo que me podía pasar a mi.—Aliana con su dedo toco mi hombro y incluso me removió, mientras que escuchaba su voz entrecortada.—Eres un egoísta porque solo pensaste en cómo te sentías tú, pero no pensaste en todo lo que pude haber pasado por protegerte a ti, porque siempre has sido tú la única razón además de Natasha, incluso de Nathan para yo seguir.—mire fijamente a Aliana, como ella se limpió las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas.—Eres un imbécil.—añadió, lo que me hizo sonreír un poco.

—Si crees que no lo sé, te equivocas. Porque eres otra egoísta en pensar en que no pensé en ti, en cuantas veces perdí mi orgullo, incluso dignidad para rogarte que te quedarás, te rogué, te supliqué y casi me arrodillaba para implorarte que volvieras. Te dije que te protegeríamos, te dije que estarías a salvo pero no, preferiste apuntarme con un arma en muchas ocasiones, preferiste observar cómo tú hermana estaba apunto de morir por tan sólo quedarte en la sombra de tu maldita hermano.—me defendí, observando cómo ella rio sarcástica y me miró fijamente.

—¡No sabes de lo que él es capaz! ¡No lo sabes, Carl!—me grito, golpee con fuerza el volante viendo cómo ella dio un leve brinco, observándome algo inquieta ante mi brusca actitud.

—Y él no sabe qué por ti soy capaz de arrancarle la cabeza como Negan lo hizo con Abraham y Glenn. Porque te amo, te amo más que a nada en el mundo, nada es lo mismo si no estás aquí. Y me rompía la maldita cabeza día y noche deseando que estuvieses a unos minutos de mi maldito balcón para tan solo verte sonreír, porque si, era un egoísta porque odiaba saber que estabas allá y no acá, envidiaba a quien pudiera verte todos los días, y cuando supe todo lo que te hicieron solo quería ir allá y matar a quien fuera capaz de tocarte otra vez, y si debo matar a tu hermano en tu cara, lo hago. La única razón por la cual sería capaz de hacerlo es porque te amo Aliana, y si no eres capaz de entenderlo bájate del auto y camina a Alexandria hasta que seas capaz de poder entenderlo.—no me di cuenta lo agitado que estaba, no me había dado cuenta que su rostro estaba cerca del mío, que sentía su respiración chocar con la mía.

Veía esas lágrimas resbalarse por sus mejillas, veía cada facción de su piel, cada detalle de su rostro. Esas pecas, esos ojos verdosos humedecidos, sus labios rosados. Esos que no pude evitar atraer hacia los míos para demostrar cuanto los necesitaba, sentía sus labios mezclarse con los míos. Sus manos acariciar mi cuello, nuestros besos se volvían bruscos demostrando la necesidad que ambos nos teníamos. Mis manos acariciaban su espalda, había metido mis manos debajo de su camisilla para sentir su piel, esa piel en la cual quería besar cada parte de ella y hacerla mía. Sentí como deslizó mi sombrero con suavidad, como ambos estábamos siendo cubiertos por algunos árboles pero podíamos ser expuestos por cualquiera que nos viera pero cuando estábamos así, solo éramos ella y yo. Mis manos apretaron los glúteos de Aliana, ese tacto que parecía ser atrevido lo estaba haciendo en estos momentos. Los apreté y intenté de removerla de donde estaba, colocándola con rapidez y con algo de dificultad encima de mi.

Acaricié sus muslos, mientras que sus labios seguían plasmados en los míos, hasta que sentí como sus caderas se movían, rozando su parte íntima con la mía. Sentía como esto parecía elevar mis neuronas, incluso mi corazón latía con fuerza. Lleve mis manos al rostro de Aliana, observando sus pupilas dilatadas cuando detuve el beso, pero solo lo hice para rodear sus cuellos de pequeños y delicados besos, unos que sentí como erizaban su piel. No pudo resistirlo, así que evitó que dejara de besar su cuello para nuevamente besar nuestros labios. Seguíamos rozando nuestras partes íntimas, esto se iba ir más allá y sentía que hoy daríamos ese paso. Sentí como Aliana fue quitándome la camisa, sus manos se deslizaron por mi tela para quitarme la prenda que llevaba, dejándola en el asiento vacío. Algo inquieto, incluso ansioso, repetí lo mismo con ella. Viendo así su piel, besando su pecho, acariciando su espalda.

Su sostén, un sostén negro que le favorecía. Uno el cual ella misma tuvo el atrevimiento de quitar ante ver que quedé sorprendido ante esa belleza que me enamoraba, que me derretía. Aliana no llevaba nada puesto arriba que la tapara, pude ver sus senos, pude ver la perfección en ellos y lo hermosa que se ría ruborizada. Sus mejillas estaban rojas, las mías de igual forma y sentía el calentón en ellas. Mis manos hicieron varios tactos con sus senos pero yo tenía la necesidad de besarla, de sentir sus labios con los míos mientras que sus caderas se movían provocando una erección en mi. Sentí sus manos pasar por mi área íntima, incluso como ella desabrocho el botón, bajando el ajustador. Repetí su misma acción con su pantalón corto, ambos algo incomodos por estar dentro de un auto, no tardamos en esperar que uno al otro nos quitáramos la prenda de abajo, quedando en ropa interior. No volvería a tener un momento así de excitante en un auto, era lo más complicado pero al ser con ella, sería especial.

—¿Quieres hacer esto?—le pregunté, mire su rostro, sus labios medios abiertos mientras que escuchaba su respiración, podía ver su cabello suelto algo removido por los movimientos.—Puedo detenerme si no estás preparada.—le dije, llevando mi mano a sus mejillas ruborizadas pero una sonrisa se formó en su rostro, mientras que miraba y admiraba sus senos.

—Carl, estamos en el fin del mundo, podríamos morir mañana. Así que... hazme tuya... —susurro ella, antes de robarme el aliento con un beso, definitivamente Aliana era atrevida, era liberal y eso me enamoraba de ella.

Lleve mi mano a su cintura, acariciando su espalda, contemplaba su cuerpo como si justamente hoy fuera el último día en la tierra. Sonreí, mientras que ella también lo hacía mientras me observaba. Baje un poco el asiento, quedando recostado para darle a ella más comodidad. Sentí como hizo un tacto con mi última prenda, la cual ella ruborizada podía observar una gran erección. Algo sonrojado, observe cómo ella mordía sus labios y bajaba esta prenda, la ayude. Aliana tapó sus ojos alto sonrojada y avergonzada, también me sentía nervioso pero no tenía miedo en quitarle su última prenda. Lleve mis manos a esa tela, a esa tela que se me hizo fácil quitarle. Ella se levantó un poco para ella poder ayudarme, hasta que se lo quito. Aliana y yo nos detuvimos un momento, ambos observándonos. Sabíamos de que se trataba esto, pero no habíamos experimentado lo suficiente así que quizás sólo nos dejaríamos llevar por nuestros instintos. Había tenido pocas experiencias con Camila, pero nunca había llegado hasta donde estaba.

Mi miembro rozaba con su parte íntima, haciendo que mordiera mis labios ante sentir esa sensación que nunca había sentido. Aliana se acercó a mi, acercó sus labios a los míos. Hasta que yo con mi mano hice lo que debía hacer, colocando mi miembro en su parte íntima. Lo hice con cuidado, alzando mi mirada para observar cada fracción que Aliana hacía en su rostro. Pude ver cómo arqueaba un poco la cara, pero en ella pude ver la misma adrenalina que yo sentía. Ambos empezábamos a hacer movimientos, movimientos con delicadeza mientras que observaba cómo Aliana cerraba sus ojos, pero su boca transmitía unos gemidos que me obligaban a hacerlo de una forma más acelerada. Mis manos estaban en sus caderas, alzándola y bajándola, chocando con mi miembro. Veía como ella mordía sus labios, como sus manos estaban en mis hombros mientras hacía movimientos lentos con sus caderas que me electrizaban por completo. Sus gemidos se repetían con mayor audio en mis oídos, éramos uno. Sentía su piel acalorada y sudada igual que la mía, podía admitir hoy que amaba a Aliana más que a nada, y que él amor siempre lo podía más que todo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro