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Volver al principio.

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Veía el camino, un camino que reconocía y me llevaría a un gran destino al cual no podía enfrentar. Sentía mucha ansiedad en saber que me encontraría allá, o como soportaría estar donde perdí tanta gente, donde perdí a mi gran amor. Era un capítulo que me repetía en la cabeza una y otra vez, una y otra vez sin poder cesar. Era como si esa memoria se hubiese estancado en la imagen en donde perdí a Carl y no busqué una forma de ayudarlo, aunque fuera imposible de creer, yo sé que los milagros existen o al menos; eso creía. Me imaginaba la reacción de Negan al conocer a sus nietos, al ver al hombre que nos arruinó por completo tener una etapa de felicidad en su vida. Me sentía ansiosa al pensar que tendría que enfrentar a Negan después de tanto tiempo, después de la última vez que lo vi en una camilla con el cuello cortado, no me imaginaba cómo aguantaría tanta presión. Mis manos temblaban, sintiéndome acorralada por cada recuerdo que Negan me había hecho pasar, sin olvidar que volvería a caminar por las aceras en las cuales me agarraba de la mano con Carl. Jayden tenía razón, este era el principio de una etapa dolorosa.

—Estás muy callada, así que eventualmente estás pensando.—mire a mi lado a Jayden, como él conducía un auto abandonado que se guarda en Hilltop en caso de emergencia.—No pienses mucho, te afectará.—me aconsejo, mientras que giré mi mirada, observando a Caleb y Alanna dormir en su asiento protector de bebé.

—Creo que cuando crezcan no serán unos niños inquietos.—opine, mirándolos a ambos fijamente. Eran bastante similares, tenía un cabello lacio y castaño claro, sus ojos eran azules, los habían heredado de su padre y abuelo.

—Creo que Caleb se parecerá mucho a Carl, en mi opinión.—me dijo él, mientras que observé cómo él los vio por el espejo delantero.—No veo la hora en que crezcan, les enseñaría tantas y tantas cosas, no cabe duda.—veía en él esa sonrisa, era una que llevaba desde que ellos habían nacido.

—Gracias Jayden, gracias por cuidarnos y estar al pendiente de nosotros, te debo mucho.—le agradecí, dándole una cálida sonrisa. Él negó con su cabeza y continuó su mirada en la carretera.

—Todo lo que hago por ustedes es de corazón, no busco relacionarme contigo o ser la figura paternal de esos niños, sólo busco enmendar todo el daño que les hice a todos ustedes, a Carl, a ti... a todos ustedes.—su semblante cambio, parecía entristecido.—Pero Rick nos dio una segunda oportunidad y quiero aprovecharla al máximo, sólo te pido que no alejes a los niños de mi, por favor.—me pidió, bastante afirmativo.

—No lo haré Jayden, lo prometo.—lleve mi mano a su hombro y le asentí, dándole mi palabra.

—Ya se levantó el hombrecito, justo a tiempo.—giré mi mirada ante las palabras de Jayden, viendo a Caleb con los ojos abiertos, mirando a la nada. El sol reflejaba en sus ojos y podía ver la claridad de ellos, definitivamente seria la figura de Carl en unos años.—Bienvenidos a su verdadero hogar, pequeños futuros asesinos.—rio el algo malévolo, intentando de copiar a Negan, no tarde en mirarlo fulminante.

—Bien, esperemos que todo salga bien.—me baje del auto, observando como fijamente esa mirada que reconocía me miraba sin creer que yo estuviese ahí.—Tara, ¿puedes abrirme?—le pregunté con una sonrisa de lado, viendo cómo ella no parecía creer que estaba ahí.

No tarde en adentrarme al auto, sintiéndome ansiosa ante volver aquí, el camino se había hecho corto. Los portones se abrían con lentitud, viendo algunos fragmentos de casas que parecían estar construyéndose todavía. Los portones se abrieron completamente, me giré para así abrir la cerradura de ambos asientos protectores de bebé, para poder sacarlos con facilidad cuando me bajara. Jayden no estacionó el auto cuando nos adentramos, lo dejo en medio de los portones, para este apagarlo y bajarse, igual que yo. Contemple la entrada de Alexandria y algunos residentes caminar, varios niños corriendo y jugando por las aceras. No tarde en abrir las puertas de atrás del auto, para así, coger en mis brazos el bulto de Caleb y Alanna, y acomodarlo en la espalda, para así obtener a Caleb en mis brazos. Caleb estaba despierto, con sus ojos abiertos como plato pareciendo contemplar el lugar, un lugar nuevo para él. Jayden no tardó en sacar a Alanna, para así también observar el lugar con asombro, pocas veces estuvo aquí. Alanna parecía también estar despierta y solo vi esas pelotas de ojos azules también mirar este lugar desconocido para ella.

Me mantuve mirando cada detalle nuevo de Alexandria, desde la ultima vez que vine. Aquí habían nacido mis bebés y por esa razón, debían crecer aquí, en sus orígenes y en los orígenes de sus padres, convirtiéndose en algo mejor que nosotros. Jayden se acercó a mi, mostrándome a Alanna en sus brazos sin moverse, recostada de su hombro y su cabello algo despeinado. Le pase mi mano con delicadeza para que se viera algo mejor. No tarde en sentir mi cuerpo acorralarse en un abrazo, nada brusco de hecho, fue un abrazo algo suave ante tener a Caleb en mis brazos. Pude descifrar que era Tara quien me abrazaba con tanta emoción, no cabía duda que me sentía igual, me sentía en mi hogar. Veía a Jayden mirarnos, mientras le acariciaba la espalda a Alanna. No tarde en soltarme del abrazo de Tara, para que Caleb no se sintiera acorralado. Ella me miraba con una expresión de felicidad, abriendo su boca grandemente al ver a Caleb, ella no tardó en acariciarlo. No tarde en pasárselo, dándole el permiso de sostenerlo con suavidad, ella sonrió y lo abrazo. Tara apreciaba mucho a Carl y a mi también, nos cuido al igual que todos.

—Que grata sorpresa que estés aquí.—ella sonreía, observándome, al igual que observaba a Jayden, esta quien lo saludó formalmente con la mano.—¿Todo esta bien en Hilltop?—pregunto con rapidez, yo asentí.

—Vine por unos días, quería ver cómo andaba todo por acá, Rick me ofreció hospedaje.—le aclaré, ella asintió, acercándose a Jayden para ver a Alanna.

—Rick no está aquí, tampoco Michonne. Aunque tu hermana está aquí, cuidando a Judith, debe estar en su casa.—me comentó.—Se ven hermosos y saludables.—ella acarició a Alanna mientras sostenía a Caleb.

—Crees que pueda mover al auto luego, ahí están las llaves, quiero apresurarme, me siento algo emocionada.—le dije, ella no tardó en asentir.—Hay algunas cosas mías, luego vendré más tarde para bajarlas, supongo que nos hospedaremos con Natasha.—dije, mirando a Jayden, este se encogió de hombros.

—Rick llegará más tarde, supongo que les dejará algunas de las nuevas casas, sabes cómo es él.—comentó Tara, mientras que esta me pasaba a Caleb en brazos.—Te avisaré de todos modos.—asentí, para señalarle a Jayden la acera, para que me siguiera rumbo a casa de Natasha.—Aliana.—me llamo Tara, no tarde en pararme en seco y mirarla confundida.—Es un gusto tenerte de vuelta.—sonreí ante sus palabras, sintiéndome bien ante eso, proseguí en caminar.

—Realmente se veía feliz por tenerte aquí.—comentó Jayden, sosteniendo a Alanna, quien estaba aún recostada de su hombro y permanecía despierta.—Sabía que no sería una mala idea.—dijo este sonriendo victorioso.

—La decisión la tome yo, así que, yo debería sentirme así de victoriosa.—le sonreí, caminando por las aceras.—Además, no creo que aún haya pasado lo difícil.—susurre.

—Créeme, a penas empieza la prueba.—me aconsejo, mientras que esté se paro en seco al igual que yo, pues no vi en qué momento había pasado la casa de Natasha, paré en seco cuando la escuche y parecía corregir a alguien, no tenía duda que era Judith. Fue ahí cuando la vi en una silla en su balcón, mientras que Judith tenía trozos de tiza en sus manos, aún no se habían percatado de mi presencia.—Te traje tres paquetes, cuatro incluyéndome.—Jayden hablo en voz alta, llamando así la atención de Natasha, quien se levantó de la silla con asombro y mirándome con los ojos abiertos, llenos de ese brillo de emoción.

—¡Aliana!—Judith había tardado en reaccionar, pero está con rapidez corrió hasta a mi, abrazándose en mis pies. Mi boca estaba abierta sin entender en qué momento ella había aprendido a decir mi nombre.

—Judith, que grande estás.—sonreí, acariciando su cabello al no poder sostenerla en mis brazos.—Hola, Natasha.—ella me miraba con una gran felicidad, no tardó en acercarse a mi pero rápidamente le pase a Caleb, para poder alzar a aquella pequeña en mis brazos. La abracé con desespero, acariciando su espalda y cabello.—Mi pequeña, te extrañaba mucho.—le susurre en el oído, mientras que Jayden y Natasha se saludaron, no tarde en también acercarme a mi hermana para darle un corto abrazo, bajando a Judith.

—Que increíble sorpresa.—dijo mi hermana, sosteniendo a Caleb mientras que estaba cerca a Alanna, mirándola.—¿Qué hacen aquí?—me pregunto ella, mirándome a mi y a Jayden, mientras que Judith abrazaba mi pierna.

—Vine a considerar tu oferta y la de Rick.—me adelanté en decirle, viendo cómo ella sonreía ampliamente.—Se que Rick llegara pronto, así que quiero hacer algo primero antes de que llegue.—comente, para pedirle a Jayden que me pasará a Alanna.

—¿Qué opino Maggie sobre esto?—me pregunto ella con curiosidad, mientras que Jayden saco de mi espalda con cuidado la mochila de los bebés.

—No lo sé, no espere una reacción.—le dije, mientras que visualicé a Maggie leyendo la carta que le había dejado, me había ido sin decir adiós.—¿Donde está?—fue lo primero que pregunté, viendo cómo Natasha llenó su rostro de seriedad sin creer por quien preguntaba.

Sentía mis manos temblorosas mientras caminaba por las aceras de mi comunidad, con Alanna en brazos mientras que Caleb era sostenido por su tía. Aún era de día y se veía con claridad cada detalle de la comunidad, cada cada en construcción y las que habían sido quemadas por el fuego hace casi un año, no sabía cuánto tiempo había pasado con exactitud. El camino a aquel apartamento se me hacia eterno pero no tenía intenciones de girar, debía empezar de cero y tenía ansias de cerrar este ciclo. Acariciaba la espalda de Alanna mientras que sentía su cabeza en mi hombro recostada, la removí un poco para que estuviese más cómoda, mientras que seguía caminando en silencio con Natasha a mi lado. Jayden estaba atrás de nosotras, en silencio también mientras silbaba, ese silbato que tanto odiaba pero me había acostumbrado a que él aún lo usara, hasta que justamente otro silbido fue respondido por este y mi piel se había erizado por completo. Me detuve en seco, observando a Natasha mirarme mientras que Jayden también estaba parado en seco. Era hora de ver a Negan.

Respire profundo, asintiéndole a Natasha, quien bajó unos escalones para encontrarnos una puerta de frente. Esta había sido la cárcel que Morgan había construido, nunca pensamos que fuésemos usarla, pero así fue. Jayden estaba ansioso de volver a encontrarse con su antiguo líder, lo veía en ese rostro, Jayden respetaba mucho a Negan. Natasha abrió la puerta con lentitud, impidiéndome el paso para ella revisar que Negan estuviese ahí despierto y fue así, él estaba despierto. Había poca iluminación en este pequeño cuarto, incluso olía algo mal, pero ahí pude ver justamente a Negan sentado en una silla y parecía estar leyendo. Sus ojos se abrieron grandemente cuando noto mi presencia y la de mis bebés, incluso cuando noto la presencia de Jayden. Pude ver como él parecía querer procesar que realmente estábamos ahí, que yo había venido después de tanto tiempo. Mis manos temblaban mientras sostenía a mi pequeña y sentía que me quedaba sin aliento, yo quería evadir esos recuerdos, pero a mi mente se fueron las memorias en donde ese hombre hizo mi vida un infierno.

—Hola papá.—mire fijamente como Natasha se dirigía a él, a Negan, algo confundida ante su actitud de felicidad en verlo pero sabía que Natasha solo había dejado atrás todo; ella había empezado de cero de la mejor forma.

—Aliana, Jayden... —Negan se levantó de su silla, dejando aún lado el libro que leía y mirándonos fijamente, mientras que parecía... ¿sonreír?—Es un gusto verlos a ambos.—dijo algo serio, pude sentir como él no quería demostrar un poco de emoción al vernos ahí pero tan solo las palabras no me salían.

—Jefe, es un gusto saber que esta bien.—Jayden estrecho su mano a través de las barandas que le prohibían la salida a Negan, dándose un apretón.—No sabe cuanto lo he extrañado, soy jardinero.—río con burla, mientras que Negan le sonreía.

—Sabía que tenías a una mujer dentro de ti.—miraba el reencuentro de estos dos hombres, mientras que Natasha también los observaba yo aún intentaba de recuperar el aliento de tener que enfrentar esto, de tener que ver a Negan como un padre y no como un monstruo. Sus ojos me miraron, esos ojos que alguna vez me causaron miedo, sentí mi piel erizarse y mi aire faltar nuevamente.—Hola, pequeña.—me miraba fijamente, mientras que me quedé helada sin tener una respuesta hacia él, yo solo me acerque voluntariamente, mostrándole el cuerpo y rostro de su nieta. Veía en él un brillo, viendo cómo parecía contemplar a la bebe que yo estaba cargando.

—Puedes tocarla, su nombre es Alanna Alessandra.—le presente el nombre de su nieta, mientras que él la miraba fijamente con una gran sonrisa, una sonrisa que nunca había visto y me parecía irreal.—Puedes tocarla.—volví a repetirle ante ver como Negan no se atrevía a tocarla, vi como él llevó sus dedos a través de las barandas de metal y tocaba los pies de Alanna los cuales estaban cubiertos en pequeños calcetines. Negan así acaricio su rostro y sus manos, a él le parecía irreal este momento al igual que a mi.—Él es Nathan Caleb, pero eventualmente acostumbrare en que lo llamen Caleb.—Natasha se acercó con Caleb sus brazos, mostrándoselo así a Negan, quien con impresión y felicidad, lo acaricio.

—Sus ojos, son idénticos a los de Carl... —susurró Negan con algo de tristeza ante mencionar el nombre de mi amado, del padre de mis hijos mientras que acariciaba los pequeños pies de Caleb los cuales también estaban cubiertos en pequeños calcetines.—No tengo duda de que será igual a él.—veía los ojos de Negan, contemplando a su nieto con un gran valor sentimental.

—Tampoco tengo duda.—le dije, sonriéndole, mientras veía como Negan me miraba fijamente y parecía estar agradecido.—Si decido quedarme, te los traeré una vez a la semana, quince minutos.—él asintió, contemplando y mirando a Caleb.

—¿Aliana?—giré mi mirada, observando la figura de Rick Grimes mirarme fijamente, no tarde en sonreírle al ver cómo él confundido ante lo que estaba viendo, parecía feliz ante mi presencia.

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