𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋

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La vida después de que te fuiste.
Liam Ackerman.
Años después.

Me quedaba sentado en aquel césped. La sombra de ese árbol era cálido, mientras que las ramas se removían, yo veía y escuchaba con atención todo lo que aquel chico a mi lado de azulados ojos releía de ese libro. Veía las aves pasar, mientras que abajo de esa colina, podía ver una gran mesa, donde los adultos estaban sentados. Había alcohol y una exquisita comida. Debido a nuestra edad nos privaban de esa bebida, también de ciertas conversaciones, por eso estaba aquí rodeado de todos esos niños, porque eran nuestros padres quienes compartían entre sí. Deje mi mirada colocada en mi mamá, ella yacía con una expresión decaída, pero sonreía. Era hermosa, sus ojos eran de un color avellana que siempre veía en mi hermana menor, aquella quien estaba sentada aún lado de mi, aún escuchando a nuestro amigo leer. Luna era el reflejo de ella, eso decían los que le conocían. Mientras que yo, era la viva gota de agua del hombre más fuerte que tuvo la humanidad. O eso, al menos era lo que leía Elian en ese libro. Yo con la mirada busque a mi padre, él estaba sentado aún lado de mi madre, a quien miraba detenidamente. Desde que crecí, lo único que veía a través de su mirada, era un amor genuino que esperaba algún día poder conocer. Su historia, era la más que me cautivada. El hecho de que él estuviera destinado a ella, era conmovedor.

—Cada historia tiene un principio, pero lo peor de todo, es cuando llega su triste final. Esta es la historia de Eren Jaeger. Para mi amigo que buscaba la libertad, adiós. Con amor, tú mejor amigo, Armin Arlert.—me levante del suelo, aislándome de ellos, mientras que aún escuchaba a Elian dirigirse a todos.—Esto, fue estupendo.—artículo con emoción, mientras que me senté apartados de todos, viendo la montadura de arena que dirigía próximamente al mar.

—Todos nuestros padres fueron espectadores de esta historia.—musitaba el otro joven de cabello rubio con los mismos tonos de ojos que Elian, pues Andre era su primo menor, lo único que le diferenciaba eran sus anteojos, además de que su hermano gemelo Adam, yacía a su lado, con un sumo parecido a sus padres.

—Aunque, siento que es una pena lo qué pasó con tus padres.—comentó Lilian, ella portaba también un cabello rubio con ojos castaños, era parecido a su padre, quien fue portador del titán acorazado en el pasado.

—Al menos me dejaron a cargo de personas especiales.—articulaba Elian, sin tristeza, él había nacido con la valentía de su padre y madre.—Llevó el apellido de dos grandes héroes.—añadió, con un gran orgullo.

—No eres el único, todos portamos los apellidos de esos héroes. Tú eres Smith Arlert, yo soy Kirstein Ackerman.—esclarecí a él serio niño quien nació con el físico de su madre, Eirian miró desafiante a Elian, quien sonreía.

—Pienso que deberíamos firmar al menos una pagina, para que la próxima persona que lea esté libro, sepan quienes fueron los hijos de estas personas.—giré mi fría mirada, observando a la distancia como Morgan, quien con su cabello negro amarrado y ojos del mismo color se dirigía a Elian, ella tenía el físico de su madre, quien fue el titán carreta.

—Debería entonces iniciar Elian, él es el mayor.—comentó Andre, sacando aquel lápiz de su estuche, donde guardaba más cosas.—Papá no se molestara, este libro estaba tirado en su oficina.—indicaba, yo dejé de mirarles, manteniéndome solitario hasta que escuché un leve bostezo de asombro.—Espera un momento, falta alguien.—fruncí el ceño, sabía que se dirigirían a mi.

—Oye Liam, ¿no quieres firmar?—mi mejor amigo se dirigió a mi, pero evadí su mirada, observando el oleaje del mar.

—¿Por qué debería hacerlo?—pregunte inexpresivo, manteniéndome distante de ellos.

—Porque aquí estamos honrando la memoria de nuestros padres, como honra de que continuaron su vida y dejaron un legado. Vamos amigo, no seas aburrido.—me pidió Eirian, él era la actitud viviente de Jean Kirstein, pero en físico, similar a mi tía Mikasa Ackerman.

—¿Por qué escribirlo? Podemos contarlo.—esclarecí, cruzándome de brazos cundo me levante para observarles.—Podemos contarle al mundo.—añadí, viéndoles fríamente.

—Porque así, las personas que lean este libro recordaran no solo quienes fueron nuestros padres, si no, quienes somos nosotros.—Morgan se dirigió hacia mi, haciendo que bajara mi cabeza sonrojado, ella por alguna razón me hacía acceder a cualquier cosa.—Somos la herencia del nuevo amanecer que tuvo la humanidad luego de la batalla entre el cielo y la tierra.—continuaba diciendo ella, tan dulce y sutil, era como su madre.

—Liam, por favor.—levante mi mirada, aquella suave voz se dirigió a mi en medio de todos ellos, logré observar a mi hermana, quien con su cabello oscuro y lacio, adornándola con un flequillo recto, hacían lucir su mirada más penetrante. Luna era hermosa, como mi madre.

—Eso es patético, demasiado infantil diría yo.—dije, caminado vagamente para acercarme a ese libro donde todos habían firmado, Lima sonrió.—Solo lo haré por ti, Luna.—indique seriamente, yo cuidaba a mi hermana como aquel de quien escuchamos su historia cuidó a mi madre.

—Vaya, vaya, vaya. Definitivamente heredaste la actitud que nuestros padres no soportaban del tuyo.—firme aquel libro, mientras que Elian se enganchó de mi, molestándome.

—Mi padre era un hombre afirmativo y recto, es por eso que sus padres le creían insoportable, solo por esconder el hecho de que le temían. Él era el soldado más fuerte de la humanidad, estaba peleando desde antes de conocer a los titanes.—excuse, defendiendo a mi padre.—Además, no tengo su actitud. Solo es hambre, no desayune y eso me molesta.—expresé, molesto.

—Vamos hermano. ¿No te parece genial que estemos aquí?—me preguntaba Elian.—Es algo que recordaremos en unos años cuando estemos sentados en esa mesa, seremos nosotros quienes veremos a nuestros hijos en las colinas contándose historias del pasado.—decía, pero me quede en silencio, siendo inaccesible. 

—Bien. ¿Contentos?—me pregunté, dejando mi forma arriba del nombre de mi hermana menor, quien me sonreía.—Se emocionan demasiado rápido.—indique, escuchando el bullicio de los demás.

—Oigan chicos, ya van a servir la comida.—levante la mirada, visualizando aquel hombre cabello rubio y azulados ojos mirarnos.—¿Qué están haciendo? ¿De donde sacaron esto?—se preguntó Armin, perturbado por la presencia de aquel libro que yo sostenía.

—Yo les di autorización de leerlo. Creo que tienen la edad suficiente para escuchar sobre eso.—a su lado, la madre de Andre y Adam se dirigió a él, ella siempre tenía un serio rostro, pero Annie no tardó en sonreírnos con sutilidad.

—Está bien, es solo que, es muy importante para mi este libro.—indicó Armin, sosteniendo aquel libro que le pase con melancolía.—No importa, vayan a sentarse, pronto iremos a visitar a Historia.—musitó él, alentándonos a que continuáramos, pero yo me quede parado bajo aquel árbol, viendo incluso como Annie se fue.—Liam, ¿no vienes?—me preguntó, pero en silencio me sentí bastante apenado.

—Creo que, estoy algo conmovido por esa historia. Me hubiera encantado poder conocerlo, o al menos recordarlo.—musite mirándole, sabiendo que podía decirle como me sentía.

—Ten.—Armin se acercó a mi, estrechando sus manos para pasarme el libro, desconcertado le miré.

—¿Qué? Pero, dijo que es muy importante para usted. ¿Por qué me lo está dando?—le pregunté inquieto, pero Armin volvió a insistir en dármelo.

—Porque a pesar de que yo narre esta historia, desde la perspectiva de otra persona, no es mía. Es la historia de alguien a quien quería.—expresó Armin, mirándome con detenimiento.—De seguro, no me estoy equivocando en darte este libro. Después de todo, eres el hijo de la mujer a quien más amo Eren Jaeger, de quien eras sobrino.—apenado asentí.

—Gracias, padrino.—agradecí, mientras que levante la mirada cuando aquella ave voló alrededor de nosotros, bajando de altitud.

—Liam, nunca olvides lo que dice este libro. Estoy seguro que él también antes de morir anhelo tener momentos a tu lado, él estaba emocionado al saber que vendrías. Sacrifico la mitad del mundo, para que pudieras vivir en paz.—me decía, pero yo tan solo observe con detenimiento aquella ave posicionarse aún lado de mi, una que Armin miró anonadado, hasta que me incliné para acariciar el ave y un escalofrío me recorrió fuertemente por todo el cuerpo.

—Nunca podré hacer eso que me pides Eren.—decía, llevando mis temblorosas manos al cerrojo de la celda, sabiendo que todos nos miraban.—Yo, no voy a renunciar a mi hermanito. Aunque me odies, aunque me obligues, aunque creas que no es lo correcto, tú no decides por mi, porque yo soy libre de decidir, y decido, no renunciar a ti, ¡jamás!—exclame, abriendo la celda con brusquedad, viéndole anonadado, mirándome con sus ojos abiertos grandemente.—¿Lo has entendido?—pregunté, pero solo sentí como él me empujó al interior de la celda, abrazándome con fuerza.

Lo apreté de igual manera. Sintiendo mis músculos depender de ese gran abrazo. Eren era más alto, había crecido con el paso del tiempo, pero ese respeto que tenía por mi, le hacía desistir de su fuerza y capacidad, era por eso que estaba ahí abrazándome, mientras que sentí el hueco de mi cuello humedecido. Ese era mi hermano, el impulsivo niño que reaccionaba luego de tomar decisiones, ese era mi hermano. Solloce en medio de aquel abrazo, acariciando su espalda, aferrándolo a mi como cuando era un bebé y corría, esperando que lo atrapase, lanzándose sin temor y confiado en que yo iba a sostenerle. Aquí estaba, aquí estaba. Sosteniéndote como cuando eras un bebé, sosteniéndote para cuidarte y darte seguridad de que como hermana mayor, estaba dispuesta a protegerte, aunque eso me costara la vida. Baje la mirada, sintiendo un fuerte apego en mi pierna y asombrada, solo observe cómo Liam estaba aferrado a mi pierna y la de Eren. Él nos apretó, haciéndome sentir helada por esa acción que todos debían observar con conmoción, así que tan solo observe cómo Eren esbozó un suspiro con sus humedecidos ojos, inclinándose para atrapar en sus brazos a Liam, quien se aferró a él, como si lo abrazara. Eren soltó un suspiro, un suspiro de alivio que sabría que le recorría en todo su ser, porque al menos, había conocido a su sobrino.

—Bien, es suficiente.—me giré, observando a Hange en el margen de la puerta abierta, ella sostenía su ojo humedecido, pero bajo la cabeza evitando que no la mirara.

—Eren.—me giré, para observar cómo ella mirada de él decaía, decaía fuertemente.—Hermano, te amo... —murmure, abrazándome a él con fuerza.—Por favor, resiste... —pedía en un tono bajo, viéndole asentir, para sentir como con pesadez me pasaba el cuerpo de Liam, quien desconcertado estrechaba sus manos para que Eren volviera a cargarlo, y todo fue más difícil cuando Liam, empezó a llorar estruendosamente.

—Eren, estaré bien.—le dije, llevando mi mano al vientre.—Estaremos bien.—volví a recalcar, viendo como él apretaba los barrotes y asentía cabizbajo, entendiendo el mensaje que quise transmitirle, para ver cómo la puerta se cerraba atrás de mi, con Liam escondido en mi cuello. Y ahora lo recordaba, a ese joven de ojos verdosos azulados.

—¿Esos eran, recuerdos de mi madre?—me pregunté, como si hubiera visto a través de sus ojos un poco recuerdo que no conocía, pero era el hecho de que yo estaba llorando cuando me alejaron de él.—Imposible.—murmuré, mientras que él ave picoteó la bufanda que estaba atada a mi pantalón, aturdido, lleno de miedo me giré para observar cómo Armin miraba él ave.

—No estás loco.—observe cómo atrás de Armin, me miraba esa adulta de cabello largo y oscuro.—Yo también puedo sentirlo. ¿Tú no, Armin?—Mikasa se dirigió a él, pero Armin parecía tan afligido, que inclusive vi sus ojos humedecerse.

—Liam, ¿a donde vas?—me preguntó Armin en cuanto baje por la montadura de arena, siguiendo a esa ave que volaba hacia el horizonte.—Liam.—me volvieron a llamar, pero eso que sentí, había sido el sentimiento más hermoso que nunca antes había derivado en mi interior.

Me sentía conmovido, pues durante toda mi vida he escuchado vagas historias de ese joven, pero jamás había visto algo tan similar a lo que hoy vi. Estaba descalzo, así que podía sentir la arena meterse entre mis pies. Esta era la Isla que lo vio crecer, donde las murallas partieron a su ves que él lo hizo. Por eso, quizás me sentía melancólico. Sostenía fuertemente el libro mientras que caía, junto a la bufanda que se removía con el viento. Fue esa la misma bufanda que él utilizó para arropar a Mikasa de una noche fría. Yo la portaba, porque era lo más cercano que tenía de él. Mis ojos se humedecieron, mi corazón aún latía fuertemente por ese recuerdo, era una memoria como si se hubiese desatado en mi mente para que recordara algo. Yo lo quería, porque él era mi sangre. Por eso llore cuando me apartaron de él, por eso toda mi vida he sentido que lo extraño. Siempre ha vivido aquí, entre nosotros. Me giré, observando en la montadura de nieve como con delicadeza mi papá bajaba por ella. Era este lugar a donde él los atrajo, los guió hasta aquí sin importar que su vida dependiera de eso. Era mi padre Levi Ackerman, el soldado más fuerte de la humanidad. Se acercó a mi, mirándome desconcertado por mi aislamiento. Pero, no dijo nada, como yo tan solo observó al ave que dejaba que el oleaje del mar llegara a él. Este lugar, sin duda le pertenecía a Eren. Se sentía su esencia, se sentía en cada susurro del viento en nuestros oídos.

Observe a mi papá, él parecía afligirse a un recuerdo del que no podía adentrarme. Quizás, recordaba un día donde estuvieron todos aquellos que quizás ya no pueden estar aquí. De nombre los conozco, porque él los honra incluso con el caer de los años. Ambos nos giramos, observando como todos mis amigos, hijos de sus camaradas corrieron felizmente hasta lanzarse al mar. La zancada de sus acciones nos remojaron, así que sonreí, pasándole el libro a mi papá para distanciarme de él y lanzarme encima de Elian. Ambos jugamos entre sí, el agua salada hacia arder mi vista, pero sentí como me abrazaron con fuerte. Abrí mis ojos, viendo los ojos color avellana de mi hermanita quien sonreía empapada. Todos nuestros padres nos miraban, como el recuerdo de sus vidas pasadas. Estruje mi cabello, hasta que vi como mi mamá llegó para mirarnos en medio de la melancolía que mi papá interrumpió cuando la abalanzó al mar. Cayendo junto a ella, como los demás. Corrí, sujetándome de mi mamá quien sonreía ampliamente mientras que mi papá sostenía a mi hermana para lanzarla junto a Elian. Me aferré a la mujer que me dio la vida, besando fuertemente su cabeza, mientras que levante la vista para ver como mi papá miraba atrás, como si alguien lo observara en aquel atardecer que caía. La vida después que te fuiste fue dura.

Lo fue para mi mamá, a quien aún veo llorar por tu ausencia en las noches solitaria en un balcón, con la esperanza que le hables a través del viento. Todo fue difícil, desde que retomé conciencia solo escuchaba cómo se lamentaban el no haberte podido salvar. Eren, no te conocí como quise hacerlo. Quizás, no hubiera entendido tus acciones, pero levantándome, viendo como esas personas que dejaste atrás, miraban el mismo atardecer que algún día tú viste, me hizo entender que debiste haber sido alguien extraordinario. Seguiste avanzando, solo, a pesar de que te odiarían y repudiarían también, recorriste un camino solo para salvarlos a todos. Se que como ella te extraña, mi padre también. Como él lo hace, mi padrino Armin y mi madrina Mikasa. Ellos estaban parados en la orilla de la arena, con sus ojos humedecidos observando como mi mamá decaía en la tristeza de sus lágrimas mientras que se aferraba a mi papá para resistir su melancolía. Pero no, yo no lloraría tu ausencia jamás. Yo la haría sonar en cada lugar, porque la gente debía saber tu historia. Sonreí, sacudiendo mi cabello húmedo para ver a mis padres fijamente y girarme, persiguiendo mis propios sueños con la libertad que me diste. Eren, nos volveremos a ver algún día. Hasta entonces, nos vemos luego.

𝐅𝐈𝐍

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Aquí yacen los hijos prodigios de los soldados que arriesgaron su vida para salvar a la humanidad.

Elian Smith Arlert, hijo de Erwin Smith y Grace Arlert.

Liam y Luna Ackerman Jaeger, hijos de Levi Ackerman y Adeline Jaeger.

André y Adam Arlert Leonhart, hijos de Armin Arlert y Annie Leonhart.

Lilian Braun Ackerman, hija de Reiner Braun y Leandra Ackerman.

Eirian Kirstein Ackerman, hijo de Jean Kirstein y Mikasa Ackerman.

Morgan Springer Finger, hija de Connie Springer y Pieck Finger.

En memoria de Eren Jaeger, el chico que buscó la libertad para sus amigos.

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