𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐜𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨

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El amanecer de la humanidad.
Tres años después.

Él suspiro gruesamente, sacudiendo su estrujado pantalón, Levi siempre fue un hombre con gustos extensos, siempre quería lucir bien para todo tipo de ocasión, aunque eso significara sólo ir al puerto para despedirse de sus camaradas. La puerta del balcón de aquella casa tan hermosa en la que residía en la nación de Marley, tenía su balcón abierto, transmitiéndole en su una fresca brisa que él sin duda disfrutó. Había un gran silencio que albergaba la sala donde estaba sentado, tranquilamente vistiéndose. Decidió removerse, sin sostenerse del bastón que lo acompañaba por su falta de movilidad en las piernas. Él creía poder hacerlo, porque luego de tres años, aún no se acostumbraba a no poder moverse con normalidad. Se sujeto de las barandas del balcón, sintiendo la ventisca llegar a su rostro con suavidad. Había un gran silencio que albergaba la sala donde estaba sentado, tranquilamente vistiéndose. No podía creer lo rápido que el tiempo pasó sobre ellos, tres años eran pocos para todos los años que faltaban en sus vidas, pero por alguna razón, estos tres años pesaron más que cualquier otros años que vivieron. Se distanció de la baranda del balcón, para adentrarse nuevamente a la impecable casa. Aún, se sentía como un largo sueño del que no podían despertar, pero solo estaban avanzando.

Lo supo cuando adentrándose a la sala, veía aquella bebé en la alfombra del suelo tomándose un biberón. Luna Ackerman era sin duda preciosa, toda una ternura que podía derretir a cualquiera. Era un brillo, la pequeña de la casa y está, había sin duda heredado la belleza de su madre. Él pasó por su lado, acariciando a la bebe quien levantó sus ojos color avellana para mirarle, estrechando su biberón, no quería más. Levi lo acepto, distanciándose de ella para llevarlo al fregadero, pero en si se detuvo en aquel pasillo, cuando el silencio lo agobió. Levi llevó su mano suavemente hacia la manecilla de la puerta, abriéndola con cuidado. Se colocó en el margen, observando cómo en aquella cama, yacía su hermosa esposa recostada. Tenía sus ojos cerrados con varios pañuelos aún lado, ella había estado llorando, pero cuando se acercaban estas fechas, no había quien lo evitara. Aún, Adeline intenta sobrellevar la ausencia de su hermano, como todos los que le rodearon. Él la miró apenado, quería socorrerla, abrazarla y hacerla sentir plenamente feliz, pero la mujer que amo nunca volvió a ser la misma desde ese día. Dejo la puerta media abierta, viendo como Luna estaba parada atrás de él, sosteniendo un pañuelo, aquel que su padrino Armin le había regalado.

—Oye, no te preocupes, mamá estará bien.—le dijo Levi, inclinándose para cogerla en sus brazos, mientras que Luna miraba hacia la puerta.—Ella es muy fuerte, como la mujer a quien en tu honor, cumplimos su ultima petición. Ahora no lo entenderás, pero cuando crezcas, voy a contarte la historia de la 14º comandante de la legión de exploración.—musitó Levi, acariciando el cabello lacio de su hija, mientras que la colocó en el suelo en cuanto la puerta se abrió con delicadeza, mostrando un leve bullicio.

—¡No es justo, eso es trampa!—Levi visualizo a Connie y Jean, quienes venían mascullando en contra de aquel rubio de siete años, quien reía burlándose junto a Falco, a quien Elian no podía pasarle.

—Oigan idiotas, Adeline está durmiendo. No hagan ruido.—pidió Levi, como por ultimo, se adentraba Liam sujetado de la mano con Armin, quien miró con detenimiento a quien fue su capitán.—Elian, aleja esas sucias canicas del suelo, no querrás pasar todo el día mañana limpiándola.—Elian rápidamente asintió ante el aviso de quien quería como un padre.

—Lo sentimos Levi, el barco está apunto de llegar, queríamos pasar a verlos.—expresó Armin, mientras que Liam pasó aún lado de su padre, quien sacudió su cabello, para dirigirse al balcón, con Connie quien yacía con los demás varones.—¿Cómo está Adeline?—se preguntó este, sentándose en el sofá junto a Jean, quien sostenía en sus manos a Luna, haciéndole muecas.

—Está dormida, supongo que intenta evadir que irán a Paradis.—expresó Levi, visualizando en el balcón como Liam sonreía, junto a Connie.

—Entiendo, han pasado tres años, pero aún se siente como si fuera ayer.—esbozó Armin, con un cabello alargado y rubio.—Supongo que Mikasa entenderá.—artículo Armin.

—¿Qué pasará con tu boda? ¿La pausaras hasta que vuelvas?—se preguntó Levi curioso, por lo cual Armin algo desanimado denegó.

—No tengo opción, no puedo hacerla en Paradis, aún aunque llegáramos a un acuerdo de paz, la familia de Annie está aquí.—esclarecía Armin, viendo fijamente a Levi quien asentía.—No estamos seguros de cual sea el estado allá, Historia asegura darnos protección, pero aún temo que no quieran escuchar la verdad. Mikasa ya dijo, que si deciden permanecer en su postura de vernos desleales, ella decidirá mudarse acá.—contaba Armin, por lo cual Levi le escuchaba.

—¿Qué piensas de eso, Jean?—se preguntó Levi, viendo como Jean, quien sostenía a Luna pareció haberse pasmado por el imprevisto comentario.

—¿Qué debería pensar yo?—se justificó, apenado por ver que el capitán había descifrado sus emociones por Mikasa Ackerman.—No importa, lo único que queremos es volver a Paradis.—indicó, mientras que Luna se bajaba del sofá, para dirigirse hacia Levi, quien la levantó en sus brazos y sentó aún lado de él, ella jugaba con su peluche, uno que Connie le regaló.

—No podemos irnos ahora. Estarán allá unas semanas, cuando vuelvan, tomare mi decisión. Mientras tanto, me quedare aquí con mi familia, ademas sería arriesgado para Leandra, no sabemos cuándo dará a luz.—indicaba Levi.

—¡Ah! ¡Elian, no hagas eso! ¡Tu padre no era así, no creo que sea buena idea de que Levi te cuide constantemente!—veía como Elian reía, mientras que Connie le reprendía por algo que no pudieron ver.—¡Grace estaría muy molesta!—añadía, enrojecido.

—¡Leandra, hola!—Elian se sujetaba de la baranda del balcón, mientras que Connie le aguantaba, Armin se levantó.

—Significa que el barco llegó.—musitó Armin, levantándose del sofá, al igual que Jean y Levi.—¿Nos acompañarás, capitán?—le preguntó este, por lo cual Levi vagamente asintió.

—Si, adelántense. Veré si Adeline despierta.—les comento Levi, visualizando cómo Jean acogía a Luna, para que este se acercara a la puerta media abierta, la abrió con delicadeza, tensando cuando vio cómo Adeline recostada parecía llorar silenciosamente de espalda.—Oye.—la llamo Levi, acostándose en la cama para abrazarla con cuidado.—Los chicos ya se van. Quieren que los acompañemos, volverán en unas semanas.—musitó él, mientras que veía a Adeline limpiar sus lágrimas.—Creen que pronto podamos volver.—dijo él, pero Adeline quien tenía sus ojos color avellana humedecidos, denegó.

—Las murallas se han ido, y él también.—musitó ella, en un susurro de lágrimas que tenso a Levi.—Ve con los niños, yo estaré bien.—indicó Adeline, mientras que Levi se levantó de la cama con cuidado, para ver en la puerta media abierta como Liam miraba curiosamente.

—Vámonos pequeño.—le pidió Liam, quien miraba a su mamá recostada, quien en una nube de tristeza, se abrazó a sí misma cuando observó la rojiza bufanda que su hijo sostenía en su cuello, era esa la bufanda que siempre perteneció a Eren Jaeger.

—¡Leandra ven, estamos aquí!—pedia Elian, a través del balcón, él cada ves más se parecía a Erwin, sin duda, tendría la altura de su padre.

—Vámonos, antes de que hagan un escándalo.—pidió Levi.—Oigan mocosos, ¡vámonos!—Levi les incitó a caminar, aislándolos del balcón.

Todos se fueron juntos, era como si con los años hubieran aprendido a convivir unos a los otros. Se convirtieron en una familia, intentando de llenar el vacío que Eren Jaeger había dejado. Pero, nada podía asemejarse a eso, absolutamente lo único que les quedó, fue avanzar. En medio de la calle, la ventisca era fresca como en ese balcón, Levi miró atrás, sabiendo que Adeline se había quedado, pero él más que nadie quería darle el espacio que necesitaba. Continuó caminando, con esos niños que se habían convertido en adultos y que ahora, hacían su vida como él ya lo había hecho. Elian sonreía ampliamente, corriendo hacia Leandra quien yacía entrelazada de manos con Reiner, acompañado de una Gaby más alta y con decencia de desarrollo. En estos tres años, Levi Ackerman no había sido el único que decidió avanzar entre medio de la tragedia. Saludo a Reiner de manos, al igual que acaricio el vientre de Leandra. Todos estaban ansiosos de conocer aquel nuevo miembro de esta gran familia que todos habían creado. Partieron, caminando por las aceras de esa nación que en algún momento del pasado, ellos habían derivado. Jean continuó sosteniendo a Luna, esperando poder ver entre esas personas del puerto, a la joven chica de cabello oscuro quien empezaba a traer a Connie de cabeza, Pieck le sonrió ampliamente, aún lado de Annie.

En aquel medio día, todos se reunían para despedirse entre sí. Solo Adeline y Levi se perderían ese viaje de la alianza, la cual se dirigiría hacia donde todo empezó alguna ves para ellos. Paradis los esperaba después de tres años, para escuchar las razones de sus acciones tan desleales. A pesar de que habían sólo pasado tres años, para algunas personas en Paradis, el perdón era escaso a menos que dieras la cara. En una parte del alma de aquel hombre de ojo grisáceo con cicatrizaciones en su rostro, incluso con un ojo blancuzcos por la ceguera, deseaba algún día poder volver a donde creció junto a la mayoría de esos jóvenes que le rodeaban a su alrededor. Levi se recostó de aquella baranda, viendo como Liam y Elian sonreían, hablando junto a Falco y Gaby, mientras que Luna era sin duda aclamada entre las dos mujeres de cabello rubio y oscuro. Annie y Pieck, eran locura con Luna, pues su ternura sobresalía en la belleza que heredó de Adeline. La ausencia de aquella mujer de ojos color avellana se denotó, era un sufrimiento con el que cargaba. Un horrible vacío que la condenaba a una cadena perpetua de la que no podía escapar, a pesar de que todos avanzaran, parecía ser que Mikasa y Adeline eran las que más habían detenido sin andar. Nadie las juzgaba, de hecho, a todos les dolía no poder aliviarles ese profundo dolor que tenían por la ausencia de Eren Jaeger. Porque, en cada parte de ellos, había un sentimiento en lo más profundo ante la partida de él.

—Veo que tus piernas están mejorando.—Levi observó a esa joven de azulados ojos mirarle, hasta acercarse a él.—No quiso venir, ¿verdad?—Leandra se colocó aún lado de aquel con quien creció, Levi y ella, a pesar de todo, se habían quedado juntos como cuando eran unos niños.

—Ella intenta sobrellevarlo.—indicó Levi, observando a los demás hablar a gustos.—Han pasado tres años, pero ha sido una eternidad para ella. Adeline no perdió a cualquiera, perdió a su hermano.—musitó Levi, mientras que el medio día caía entre ellos, Leandra con melancolía acarició su vientre y asintió.

—No, él no era cualquiera.—esbozó Leandra, sonriendo en medio de esos recuerdos donde solo había felicidad.—¿Tú también piensas en él?—le preguntó Leandra, mirándolo de reojo.

—Todos los días, Eren es mi primer pensamiento. Le prometí que no lo olvidaría y cumpliré mi promesa.—le dijo fríamente a Leandra, quien apenada asintió, sintiendo la tristeza de Levi.—Pero aún así, seguiré avanzando, porque algún día, ese idiota y yo, nos volveremos a encontrar.—artículo, visualizando cómo la bufanda que su hijo sostenía se removía con la ventisca del viento.

—¡¡Miren quien llegó!!—Levi se giró, observando cómo aquel simpático hombre saludaba a los más pequeños.—¡Traje dulces!—pasándole varios dulces a los niños que se animaron, a excepción de Luna a quien Annie vigilaba para dárselo.

—Me hubiera gustado, hablar con él, aunque fuera una última vez.—indicó, mirando al cielo.

—Se que él lo hubiese querido así.—musitó Levi, recordando ese día como si fuera ayer, el día en que él y Eren hablaron una última ves.

—¿Tú crees?—se preguntó Leandra, mirando a Levi con esperanza, por lo cual el asintió.

—El barco va zarpar, preparémonos.—aviso Jean, quien sostenía una paleta en su mano, mientras que Leandra se distanció de mí para acercarse a Reiner y es que, jamás imagine que un amor como el de ellos naciera luego de un amanecer.

—Capitán.—Levi observó cómo Armin se acercó a él, estrechando su mano, la cual este acepto.—Espérenos hasta que volvamos. Espero poder resolver todo.—musitó Armin, viendo a Levi.—Lamento tener que dejarte a Elian a cargo, cuando vuelva se los recompensare a ambos.—decía, pero él no sabía lo feliz que Elian era con convivir con Levi.

—Armin, confió en ti.—artículo Levi, soltando su mano para palmear su hombro.—No hagan estupideces, compórtense. Y díganle a Mikasa que la echamos de menos.—pidió Levi, viendo como los chicos se aislaban de ellos.—Díganle.—volvió a pedir, afligido a la ausencia de aquella joven.

—¡Mamá!—todos se giraron, para observar cómo Liam estrechó sus brazos hacia la mujer que venía caminando apenada y cabizbaja, para Adeline sostenerlo en sus brazos por un momento ante su peso, y luego bajarlo.—¡Viniste!—exclamó el pequeño con entusiasmo, mientras que su hermanita quien yacía aún en brazos de Pieck, casi se abalanzó para ser sostenida por ella.

—Lo lamento, lamento la tardanza.—se disculpó Adeline, quien yacía con un cabello corto, sosteniendo a Luna, mientras miraba los demás.—Les prometo, que en el próximo, iremos todos.—enunció, visualizando cómo Armin se acercó a ella para abrazarla con fuerza.

—Lo único que importa, es que tú estés bien.—murmuro él, para distanciarse de ella, Adeline no sabía en que momento Armin se convirtió en un hombre, pero así había sido, era todo un hombre.

—Ya pueden irse. Les deseo mucha suerte, pero por favor, cuéntenles todo.—pidió Adeline, mirando a cada uno de esos camaradas que aún les acompañaba.—Cuéntenle al mundo, quien fue Eren Jaeger.—añadió, esperanzada en medio de su triste melancolía.

—Te lo prometo, Adeline. El sacrificio de tu hermano no fue en vano.—musitó Armin, girándose para darle la espalda como todos lo hicieron, decididos a cumplir esa petición.—Les contaremos cómo fue el amanecer de la humanidad el día después que él se fue.—murmuró Armin, dejando atrás a la mujer que lo trajo con vida hasta aquí, a quien quería devolverle sin duda, una vida de felicidad.

Adeline se colocó aún lado de Levi. Él la miró con detenimiento, en medio de esa ventisca removió su cabello, él veía sus ojos hinchados y rojizos. Levi no podía devolverle a Eren, no podía devolverle al hermano que el mundo cruel le quitó. Pero, si algo Levi estaba seguro, es que Eren jamás se había ido de su lado. Él la cuidaba en casa pasó, en casa susurró del viento, en cada noche estrellada, él la acompañaba con el mar que la arropaba. Eren jamás se había ido, eso creía Levi. No podía devolver muchas cosas, como no podía devolverle sus padres a Elian, quién les miraba contento por verlos reunidos. Él estrechó su mano, acercando al niño de rubio y azulados ojos que prometió cuidar para siempre. Elian sonreía. Así fue como continuaron avanzando, diciéndole al mundo la verdad. O al menos, ese era el propósito de Armin para que la muerte de Eren jamás sea descrita en vano. Partieron, pero los demás se quedaron, observándolos desde la baranda. Armin les miraba, se sentía melancólico, quizás, esta era la vida que Eren tanto deseo para ellos. Aún a la distancia, podía ver a Adeline sostenerse de la baranda. En sus brazos yacía Luna, aferrada a ella mientras que Liam y Elian se sentaban juntos en las barandas. Falco y Gaby les acompañaban, estrechando sus manos como despedidas, mientras que Leandra y Onyankopon solo observaban como el barco zarpaba su nuevo rumbo.

Aquella mujer de ojos color avellana se giró, observando con detenimiento a ese hombre que la enamoró. Ambos entrelazaron sus manos, las cuales portaban el anillo que los unía a una eternidad. Se miraron, como cuando eran unos niños. O, cuando se escapaban en algún rincón de un viejo cuartel para hacerse suyos entre sí. Levi beso los labios de Adeline, de una manera apasionada, viéndola sonreír pasmada por la presencia de los demás. Pero a él no le importaba, vivía enamorado de Adeline, como si aún fuera un niño. Hasta el final, el amor de ellos fue el más que transcendió en la tiniebla, pero fue gracias a Eren que con la oportunidad de vida, hizo que vivieran felices.—Eren, no sabes cuanto te he extrañado. Te agradezco por no haber dejado que la vida de mis compañeros hayan sido en vano. Lo único que lamento, es no haber podido salvarte. Se que te recordaré en cada andar de tu hermana, en cada mañana al observar la forma de sus ojos que me llevarán a recodar los tuyos. Eren, nunca podré olvidar a ese impulsivo niño que perdió su libertad para dársela a la gente que amaba. Gracias, porque por tu sacrificio, hoy gozamos de la vida junto a los que quedamos de esos días, en donde tú estabas. Al chico que buscaba la libertad, adiós.—murmuró Levi para sí mismo, sintiendo la ventisca del viento remover su cabello, el soldado más fuerte de la humanidad, había cumplido su misión, sus alas, se fueron, él era libre, como su familia también lo sería.

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