𝐜𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨

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Para ti, dentro de dos mil años.
Eren Jaeger.
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Año 850
La primera batalla de Trost.
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La línea de soldados se esclarecía, mientras que me mantenía firme delante de esos líderes provenientes a la tropa de guarnición. Aún podía sentir la adrenalina, aquella recorriendo mis venas. Estuve frente a él. Como jamás nadie lo estuvo, yo fui el único quien le dio la pelea. La mayoría de estos soldados estaban angustiados, temblaban y no podían sostenerse de pie. Sus gotas de sudor bajaban, eran débiles. El pánico se apegaba a ellos, como se apegó a mi hace cinco años atrás. Por eso, respiraba hondo. Estaba preocupado, era nuestra primera batalla contra feroces titanes. Lo que me parecía curioso, es que los titanes no presentan inteligencia demostrable y actúan instintivamente. Pero, aquel titán colosal objetivo el tumbar los cañones y quebrar la muralla. Es una ironía, porque hace cinco años su objetivo fue el mismo, tanto él como el acorazado tumbaron las puertas del distrito Maria, dando acceso a los titanes que yacen privándonos de la libertad, manteniéndose alrededor de los muros, pero ahora que había una abertura, lograrían adentrarse y acabarnos. ¿Era ese el mayor objetivo de los titanes? Me era insensato pensar que habían creado la abertura por mera casualidad, lo ilógico era poder comprender una razón más lógica que comernos, si por más de cien años muchos de esos titanes se han abastecido en comernos, por la seguridad de los muros, ahora todo era confuso, todo se sentía extraño.

—¡Estarán en escuadrones igual que en el entrenamiento! ¡Y obedecerán a las tropas de guarnición! ¡Darán información, abastecimiento y mataran a todos los titanes que puedan!—pedia ese capitán de las tropas de guarnición, mirándonos a todos fríamente, su firmeza me recordaba al instructor que nos hizo derramar sudor y sangre por tres años, Keith Shadis.—¡En las van guardias estarán las tropas de guarnición! ¡En la guardia media estarán los escuadrones de cadetes! ¡Y en la retaguardia están todas las unidades élites de la guarnición! ¡Nos acaban de informar que una parte de la van guardia ha sido aniquilada!—indicaba.—¡La puerta está destruida, los titanes ya invadieron la ciudad, prepárense! ¡El titán acorazado aparecerá en cualquier momento! ¡Sabemos que su objetivo principal es romper la siguiente muralla!—el bullicio de pánico no tardó en esclarecer, pero me mantuve en silencio.—¡Silencio! ¡Sigue luchando lo que queda de la van guardia! ¡Tenemos un objetivo en esta operación, debemos proteger la muralla Rose hasta que hayan sido evacuados todos los civiles!—él también estaba sudando, también su voz temblaba.—¡Escuchen! En caso de que lo hayan olvidado, desertar es un delito capital. ¡Todos ustedes consagraron sus corazones, despliéguense!—pidió, de una manera inexpresiva y fría.

—¡Si!—afirmamos todos, llevando nuestra mano derecha al centro del corazón, como honra a la élite, a cada una de esas élites que peleaban por defender a la humanidad.

—Eren.—me detuve en seco, escuchando la voz de Armin, pero realmente me detuvo para observar cómo la gente empezaba a lamentarse, vomitaban sus miedos, se debilitaban.—Estaremos en la misma línea.—me indicó él, por lo cual observando cómo algunos cadetes entraban en la locura, asentí.

—Si, prepárate. Iré avisarle a los demás.—le expresé, viendo como atemorizado, mi mejor amigo asintió intentando de mantenerse firme.—No podemos lamentarnos. Perderemos si no peleamos... —murmuraba, caminando entre las demás personas cuando me adentré a ese pasillo, realmente estaban abatidos.—¡Agh!—exclame, chocando mi frente contra la persona que menos esperaba ver, Jean me miró fríamente, frunciendo su ceño por el reciente golpe.

—Aún lado.—me pidió de una manera hostil, pasando por mi lado bruscamente, rozando mi hombro, incomodado ante eso me giré en su mismo ángulo.

—Oye Jean, ¿qué demonios te ocurre?—le pregunté, apretando su brazo con fuerza para girarlo frente a mi.

—¿Qué me ocurre? ¡Eso es muy fácil de deducir, maldito maniático suicida!—me sobresalte cuando me tomo fuertemente por la chaqueta, me miraba detenidamente a los ojos.—Siempre han querido unirse a la legión de exploración, ustedes ya están preparados para ser la comida de esos monstruos. ¡Pero yo iba ser transferido al interior, maldición!—decía alterado, su cercanía me hacía sentir su mal aliento, me escupía.

—Jean, tranquilízate.—le pedí sereno, pues pude observar cómo atrás suyo Mikasa nos observó, no era la primera ves que debía presenciar como él y yo nos peleábamos, pero esta era la vez en que decidí no hacerlo personal.

—¡¿Esperas que acepte la muerte tan tranquilamente?!—me preguntó con esa brusquedad, por lo cual enfadado no aguante su repudio y lo empujé con brusquedad contra una columna, viendo como anonadado se impresionó.

—¡No, Jean! ¡Recuérdalo!—le pedí, fríamente en una voz alta y agitada por su actitud tan hostil e infantil.—¡Soportamos tres años de sudor y sangre! Muchas veces, estuvimos apunto de morir. Perdimos a unos cuantos compañeros, algunos escaparon, otros cuantos fueron expulsados. Pero, nosotros sobrevivimos a eso. ¿No es así? Porque aquí también, sobreviviremos. Puedes sobrevivir hoy, e ir al interior mañana.—le dije, distanciándome de él para ver cómo procesaba lo que decía, un suspiro se le escapó, como a todos los demás que me escuchaba perseverar en la valentía.

—Maldición.—exclamó, distanciándose de mi, pasando con la frente en alto aún lado de Mikasa, quien le vio irse.—Vamos Daz, ¡y ya deja de llorar!—le pidió a nuestro lloroso compañero, quien dificultosamente se levantó para seguirle.

—Eren, si la batalla se vuelve más caótica, ven a buscarme.—con detenimiento observe cómo Mikasa se acercó a mi, siendo precisa en sus palabras.

—¿Qué? Estamos en diferentes escuadrones.—le detalle, desconcertado por lo que me pedía.

—Cualquier cosa puede ocurrir, y si sale algo mal, yo iré a protegerte.—fruncí el ceño, incómodo por sentir cómo Mikasa me estaba subestimando.

—¿Quién diablos crees que...

—¡Cadete Ackerman!—me sobresalte ante la alta voz de un líder dirigirse a Mikasa, él estaba parado frente a nosotros.—Estás en el escuadrón de la retaguardia, es una orden.—afirmó este, creando que Mikasa dudosa denegara.

—¿Qué? Pero, pero no soy tan habilidosa. Solo seré una carga.—la miré desconcertado por su mentira, sabiendo las grandes habilidades que Mikasa tenía como soldado.

—No le pido su opinión soldado, póngase en marcha. La evacuación va retrasada, necesitamos tantos soldados de élite como sea posible.—pidió él, dándose la vuelta.

—¡Ah, pero señor...

—¡Oye!—la detuve, mi frente chocó con la suya en cuanto vi cómo intento denegar al mandado de aquel superior, ella rápidamente se tocó la cabeza adolorida por mi acción tan brusca.—Tómate esto en serio Mikasa, deja de enloquecer como los demás.—le pedí, fulminante.—La humanidad está en riesgo de extinción, ¡no es momento de imponer tus reglas egoístas!—dije, viendo como ella apenada bajaba la cabeza.

—Si, lo siento. No estaba pensando claramente.—musitó, aún cabizbaja, por lo cual intente girarme para evadir su mirada fría, pero ella me sostuvo deteniéndome en seco.—Tengo algo que pedirte. Por favor, no te mueras.—la ventisca removió su cabello, pero fríamente me solté de su agarre.

No voy a morir. Todavía no puedo dejarme morir, pero el hecho de que me subestimase, realmente me hería. Me esforcé tres años, no quería sentirme que era un inútil, no quería que nadie me hiciera sentir como esa ves hace cinco años, donde no tuve la fuerza suficiente para salvar a mi madre de los escombros que atoraron sus piernas hasta quebrarlas. Apreté mis puños fuertemente, quería sobrevivir, al menos hasta que la humanidad perseverara ante los titanes. No me era suficiente que recuperaremos nuestra dignidad, no era suficiente, no lo sería hasta que recuperemos lo que verdaderamente perdimos, la libertad. Camine, camine observando como los cadetes se dispersaban, muchos temían. Sus semblantes estaban decaídos, parecían eufóricos por el hecho de que se enfrentarían a la causa de nuestros límites. Me repugnaba el hecho de verles tan débiles, de que creyeran que no debían pelear. Si ganamos, viviremos. Si perdemos, moriremos. Si no peleamos, no podemos ganar.  Me detuve en seco, la brisa se sentía fresca y me recordaba a momentos sensatos de mi vida. De un momento a otro, mire fijamente el cielo soleado. Esa mirada, esa extraña chica. Mi corazón palpitaba al recordarla, no entendía porque estaba tan afligido a sus ojos. Ella era hermosa, era la persona con la que soñé todos estos años y ahora, después de tanto, la había encontrado sin entender el propósito de su vida con la mía.

Recordaba ese sueño. A pesar de que fue hace años, lo recordaba como un presagio con el que debía vivir, pero ahora que la había encontrado, era diferente para mi. Sus azulados ojos me miraban, ella sonreía rozando sus labios con los míos. Mientras que su cabello rubio, caía bajo sus hombros, revolcándose con la brisa del viento, donde hojas caían entre ella. La miraba con detenimiento, sus mejillas revueltas de pecas, sus labios eran rosados y carnosos, su mirada era inexpresiva, pero con una sonrisa genuina que esclarecía uña sentimiento de pureza que jamás conocí. Sus labios se movían, ella me hablaba, pero su voz estaba hueca, no podía escucharla, solo sentirla y visualizarla. Era una sensación vacía, de un sueño lejano que se repetía como una tortura encadenada a mi mente. Mis manos rodeaban su mentón, la traía sin prisa hasta a mi, para continuar besándola. Pero, de un momento a otro, todo se deterioraba. El cálido ambiente, se volvió uno frío, uno que se apegaba a mi piel, junto a la suya. Ella me mie con detenimiento, su mirada estaba ida, todo brillo que vi a su alrededor, desapareció. Coloqué mi cabeza en su pecho, podía sentir su corazón latir fuertemente. Rodee su cuerpo en mis brazos, ella tenía sus piernas envueltas en mis caderas, ambos sentados en aquel césped floreciente, donde las flores se marchitaban, y sus pétalos huían en los susurros del viento. Podía recordarlo, a la perfección, cada emoción que sentí en ese sueño tan vacío.

—¿Eren?—me giré, viendo como Armin tocaba mi hombro, curioso me miró, él lucía con un semblante más firme.—¿Estás bien?—me preguntó.

—Estoy perfecto amigo.—insinué, enganchándome de él, mientras que los demás cadetes pasaban por nuestro lado.—Dime, ¿tú lo estás?—le pregunté, viéndole pensativo.

—No lo sé Eren, siento que aún me tiemblan las manos.—indicó, mientras que ambos recibíamos la brisa encima de aquel tejado.—Pero, me da seguridad que estés aquí a mi lado.—añadió, por lo cual sonreí, confortado por su comentario.

—Oye Armin, esta oportunidad es perfecta, ¿no crees? Si somos capaces de ganar esta primera batalla, antes de ser parte de la legión de exploración, nos ascenderán de puesto. Sin duda subiremos muy rápido.—le decía animado sonriendo con mi amplia dentadura, viendo como él me miró de reojo.

—Es cierto, apuesto que así será.—concordó él, asintiéndome con firmeza.

—Solo para que lo sepan, no eres el único en nuestra clase que quiere unirse a la legión de exploración.—me giré, observando como Mina con sus dos coletas y manos enganchadas en las caderas, me miró junto a nuestros demás compañeros. 

—Eren, sabemos que ganaste antes, pero no lo harás hoy amigo.—miré a Thomas, me sonrió de lado, sentía que me estaba retando.

—Eso suena a un desafío, Thomas.—intente de esclarecer, viéndoles animado.

—Quien mate a la mayoría de los titanes, gana.—indicó, sonreí, realmente él me estaba retando, bueno, nos hacía que todos nos retáramos en si.

—¡Escuadrón treinta y cuatro, refuercen a la van guardia!—nos pidieron aquellos líderes, nos estaban lanzando al centro del desastre, no desistí.

—¡Bien, adelante!—les exigí, alentándoles para apresurarme en primer lugar, viéndoles seguirme, con nuestros equipos de maniobras tridimensionales, impulsándonos en los tejados.

—¿¡Cuantos titanes son!?—se preguntó Mina atrás de mi, empezaba a sentir una leve presión ante ver a la distancia a varios titanes, podía verlos, estaban aquí.

—¡La van guardia ha sido derrotada!—exclamo Thomas, preocupado por el desastre que se veía en la van guardia, solté una bocanada viendo a un titán caminar de una manera extrañada, se dirigía hacia nosotros, mi cuerpo quería reaccionar sin pánico.

—¿Qué hacen? Esos disparos usualmente funcionan bien.—otro de nuestros compañeros se precipitaba, observando horrorizado la escena, yo estaba siendo optimista, pero esto es demasiado.

—¡Un anormal, deténganse!—pedí, rompiendo el círculo en cuanto aquel titán se acercó a nosotros con brusquedad.

Todos nos desviamos, por lo cual bruscamente me lance al extremo de un tejado, por mi mala altitud no caí en el techo, me retuve y sostuve en el borde con una mano, sosteniendo con la libre una de mis hojas. Los demás pisaron fuertemente el tejado, donde esbozaron la preocupación y el pánico que trascendió en sus cuerpos por el titán, pero me percaté que realmente, no estábamos completos. Dirigí mi mirada hacia una larga chimenea, donde pude observar al titán anormal estar plasmado en ella, desprendiéndose de esta nos esclareció como en su boca había logrado atraparlo, atrapar a Thomas. Se me escapó un suspiro, sintiendo esos fuertes escalofríos donde mi mano apretando el tejado temblaba sudorosa. Él nos miraba, nos miraba a pesar de que la mitad de su cuerpo estuviera en la boca de aquel titán, él seguía mirándonos con sus brillantes ojos.—Oigan ayúdenme, ¡por favor!—pude oírle, desde esta distancia pude oírlo. Todos exclamaron los suspiros de temor, de idos. Pero, tan solo nos quedó observar cómo aquel titán levantó su cabeza, con su boca abiertamente, hasta tragárselo sin más. Me endurecí, pude sentir todo ese remordimiento en mi interior, ese que me enfrió hace cinco años. Otra ves estaba pasando, otra ves dejaba morir a alguien. Todo mi cuerpo tembló, viendo a ese titán darse la vuelta y seguir avanzando, como si nada hubiera pasado.

—¡¿Como te atreves?!—le cuestione altamente, sintiendo como mis dientes chocaban entre sí.

—¡Eren!—Armin me grito en ese momento que decidí aventarme con mis equipos de maniobras tridimensionales, directo hacia ese titán.

—¡Espera, no vayas solo!—me pidieron, pero no podía soportarlo, no podía soportar el hecho de que nos dio la espalda, de que se tragó a Thomas.

—¡Voy por ti! ¡No escaparás!—decía entre dientes, impulsándome mientras que sostenía fuertemente mis hojas.—¡Pagarás, pagarás por lo que hiciste!—le gritaba fuertemente...

Pero, sentí un dolor inexplicable en mi pierna izquierda. Fue infernal, todo mi cuerpo se desvaneció ante soltarme de mis ganchos. Mi rostro se deslizó entre los ladrillos que todo mi cuerpo quebró, no pude expresar el grito por el desplazamiento de mi pierna izquierda, era la adrenalina de mi cuerpo girando entre los tejados, chocando mi cuerpo contra los fuertes ladrillos, hasta que me detuve. Me quede boca abajo, mi pierna sentía un horrible calentón, al igual que todos las aberturas en mi rostro. No fui prudente, pero aún estaba consiente, podía sentir todo el dolor concentrarse en mi cuerpo entero, incluso, mis tímpanos claramente escucharon los gritos de mis compañeros aclamándome con preocupación. Pero, se transformaron en gritos, en gritos descabellados y perturbadores que mi ojo cubierto de sangre no podía encontrar. Estaba anonadado, aturdido por los fuertes golpes. Mi impulsividad, otra ves desistió más que mis principios. Aclamaban por piedad, los escuchaba aún sintiendo el infernal ardor en mi pierna izquierda. Me la despedazo, ese titán me mordió en carne viva con mi hueso, que horrible. Me sentía horrible, e impotente con el corazón palpitando rápidamente. Si no me levantaba, si no peleaba, perdería y moriría. Mi mano estaba expuesta.

Veía el suelo, mientras que mi otra mano aún sostenía fuertemente la otra hoja. Las gotas de sangre se derramaban, mi respiración se estaba entrecortando. Parpadeaba, empezaba a ver todo nublado, si cerraba los ojos, me iría en un sueño oscuro que me abrazaría para siempre y no quería, no quería morir. La brisa se sintió fresca, otra ves sentía ese cálido viento abrazarme a mi, en donde los susurros de su ventisca se apegaban a mi oído.—Si no te levantas ahora, no cambiaras nada.—abrí mis ojos grandemente, respirando entrecortadamente, esa voz, jamás la había escuchado. Pero, fue lo único que hizo que pudiera darme cuenta de que Armin era sostenido por un titán. No podía permitir que él muriera, que mi mejor amigo con grandes sueños, muriera de esa manera. Si no me levantaba, no cambiaria nada. Fue un impulso, un impulso que me hizo levantarme con mi equipo de maniobras tridimensionales, apretando mis dientes para escuchar su grito de horror aclamar por una salvación. Él gritaba, y antes de que lo perdiera, me abalancé para impedirlo, estrechando mi mano y sosteniendo fuertemente la de Armin, nuestros ojos se miraron con detenimiento. Gruñí, obteniendo la fuerza necesaria para sacarlo del titán, abalanzándolo al otro tejado.

—Me niego a morir en este lugar.—articule, sosteniendo la boca del titán, viendo a Armin mirarme anonadado.—Escucha Armin, tú me hablaste sobre ello, así que tengo que ver... tenemos que ver el mundo exterior... —le dije, viéndole mirarme con sus ojos humedecido, pero fue su grito lo que escuché por última ves.

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