𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐜𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

────────────────────────
Especial.
Eren Jaeger.
────────────────────────
Año 850
Días después; base de reclutas.
────────────────────────

Apretaba las cuerdas de mi caballo mientras cabalgamos todos a un ritmo similar, siguiendo al capitán Levi conjunto a la sargento Hange. Nadie decía nada, estábamos en silencio desde que habíamos salido temprano al medio día. Esperaba ansiadamente el momento en que pudiera volver a ese lugar, el lugar donde nos condujo hasta donde estábamos ahora. Podía recordarlo, las mañanas tempranas en donde soñolientos corríamos por horas para calentar nuestro cuerpo. Las tardes sudorosas y llenas de un cansancio extremo que nos adormecía en las noches por completo, aunque una que otra pesadilla me agobiara hasta levantarme en las madrugadas, no deje de trabajar arduamente para poder recrear una salud física impecable. Disminuimos la velocidad de los caballos cuando notamos la presencia de la base, la misma en la que conviví durante tres años, esos tres años donde dormí aún lado del enemigo sin saberlo. Me baje del caballo para observar a mis amigos, todos estábamos en nuestro uniforme estándar.

—No ha cambiado nada. Sigue siendo una pocilga.—masculló el capitán Levi, quien observaba alrededor a los reclutas correr.

—Si, realmente parece todo igual.—apoyo Armin, mientras que yo me acerqué al caballo de Gianna para ayudarla a bajar, dándome cuenta de que su peso pareció haber bajado demasiado.

—¿No has estado comiendo?—le pregunté en tono bajo, sus ojeras estaban marcadas y se veía exhausta, como si no hubiera podido dormir.

—Deja de preocuparte por mi.—me pidió en un tono sutil, acariciando mi cabello para intentar de sonreírme, logrando calmarme un poco.

—Solo quiero que estés bien. Es lo único que me importa.—musité, llevando mis manos a su cintura para apegarla a mi, protegiéndola.

—Que envidia.—oí murmurar a Connie, quien se recostó encima del hombro de una reacia Mikasa.

—Uno...

—¡Ay, lo siento!—exclamó rápidamente, mirando Mikasa atemorizado cuando esta se dirigió a él.

—Oigan mocosos.—nos llamó fríamente el capitán Levi, haciendo que desviara mi mirada hacia el instructor Shadis, quien se presentaba.

—Ve.—indicó Gianna, alentándome a caminar frente aquel hombre a quien vi en los pasados y amargos recuerdos de mi querido padre.

—Instructor Shadis.—delante de todos me detuve, quedando frente a él para llevar mi mano derecha hasta el pecho, saludándole.—Hay unas cosas que queremos hablar con usted.—dije.

Él asintió. Su semblante seguía siendo el mismo del frío hombre a quien conocí, pero podía recordar que en los recuerdos de mi padre se veía más liviano, como si fuera menos infeliz de lo que ahora parecía ser. Mi mano se entrelazó con la de Gianna, sabía que nos miraban y examinaban. Realmente no me importaba. El hecho de expresar lo que sentía me aliviaba más que cualquiera otra cosa, porque lo único que me mantenía cuerdo, era el hecho de que podía amar y eso me acercaba a la tranquilidad que hace mucho tiempo no conocía, hasta que la encontré. Sentí su apretón fuerte, ella se acercó a mi. Su seguridad se reflejaba en dos personas presentes, el capitán Levi y yo, lo sabía porque cuando Gianna se sentía insegura solo nos miraba a nosotros, como si esperara un tipo de aprobación. Continué caminando adelante con los demás, examinando este lugar, habían tantos recuerdos y no podía evitar pensar en ellos. Marco, Reiner, Annie y Berthold, incluso aquellos a quienes perdí en la primera pelea. Pero, mis recuerdos estaban más afligidos a ellos y eso sin duda era un balde de agua fría para mi.

—Tomen asiento.—pidió el instructor Shadis, donde había una mesa de comedor presente con varios refrigerios para todos nosotros.

—Este lugar sigue siendo el mismo basurero de antes.—volvió a recitar Levi, con un tono arrogante que el instructor ignoró por completo.

—¿Qué pasa Braus? ¿No vas a sentarte?—mientras me sentaba, levante la mirada para ver cómo Sasha estaba con una firme postura en la pared ante la amarga pregunta del instructor.

—¡No señor! ¡Estoy bien, no se moleste!—exclamó Sasha en su respuesta, con un tono sutil que me hizo recordar aún más esos días.

—Es verdad, recuerdo cuando venías a esta habitación cuando tenía que reprenderte.—comentó el instructor, para así mirarnos a todos.—Solo han pasado unos meses, sin embargo, están irreconocibles.—opinaba, para así detener su mirada en la persona sentada aún lado de mi, pues el instructor nos examino y más cuando nuestras manos se veían entrelazadas.—Gianna Galliard, de mis mejores estudiantes.—artículo, mirándola con detenimiento.—Supongo que el capitán Levi ha gozado de tus excéntricas habilidades con las maniobras tridimensionales.—dijo este, mirando al capitán Levi serio.

—Más he disfrutado su silencio.—indicó el capitán Levi, cruzado de brazos mientras lo veía.

—Si, de eso no cabe duda. Nunca le oí hablar, ni siquiera cuando se graduó entre los mejores diez casetas y más aún, cuando fue la primera.—contaba, haciéndome mirarla asombrado.—Si. Te veo orgulloso de lo que tienes sentado aún lado.—musitó el instructor, mirándome a mi y a Gianna.

—Disculpe comandante... no, instructor Shadis, estamos apunto de recuperar la muralla María. ¿Usted sabe porque hemos venido hasta aquí?—le preguntó la sargento, esperando respuesta.

—Claro que lo sé.—afirmó, dirigiendo su mirada a mi.—Eren, no sabes lo mucho que te pareces a tú madre, pero los colmillos que acechan en tu mirada, se parecen a los de tu padre.—expresó en cuanto me examino con una mirada bastante fija.

—Se lo suplico, ¡cuénteme todo lo que sepa!—pedí algo alterado, levantándome de la silla.

—No quiero decepcionarlos, pero no sé gran cosa. Aunque espero que no les moleste escuchar una historia inútil para la humanidad. Conocerán el pasado de un mero espectador.—indicó, mirándome.—Hace veinte años, encontré a Grisha Jaeger rente a las puertas del distrito ShingaShina en la muralla María. No sé si estaba diciendo la verdad, pero según él, no recordaba que hacía en el exterior. Había perdido todos sus recuerdos, solo sabía cuál era su nombre.—detalló.—Grisha recordó que era médico, rápidamente me pidió que lo llevara a un hospital donde pudiera trabajar. Lo curioso fue en cómo me pidió que le contara más sobre este mundo, y nosotros, era como si no pertenecieran aquí. Nada le resultaba familiar, no sabía nada sobre este mundo, y era verdad.—continuó diciendo.

—¿Era como si no perteneciera a este lugar?—me pregunté, mirando de reojo a Gianna cuando sentí que desprendió nuestro entrelazo.

—Estuvimos largas horas hablando en un bar. Él parecía entender rápido, pero aún así cuestionaba muchas cosas. Ese día, él conoció a Carla. Ella trabajaba de mesera en ese bar, de ahí podía vivir con lo poco que le daban. Él creía que para estar en la legión de exploración, se debía ser un elegido. Lo pensé mucho, "un elegido". Era la primera vez que me decían algo así, la verdad para mi nunca fue suficiente el espacio entre las murallas. La arrogancia me hacía querer ser más de lo que era, quería que todos pensaran como yo.—continuaba contando, serio y frío.—Una gran enfermedad evaporó el distrito de ShingaShina, y Grisha Jaeger fue el único que supo sobrellevarla. Ganó respeto, ganó aprecio de los ciudadanos, en esa época también logré adentrarme a la comandancia para liderar el cuerpo de exploración, como también pudo casarse con Carla.—dijo, decaído y apenado.

—No lo entiendo.—dije, sumamente desconcertado.—¿Por qué nunca me dijo que les conocía?—le pregunté, algo decepcionado por él.

—Mucho tiempo después, me distancié de tu familia, Eren. Hasta que en una expedición, donde hubieron muchas bajas, volví a encontrarme con tu madre, eras todo un bebé.—indicó, mirándome detenidamente.—Me cuestiono si continuaría en la legión hasta que perdiera la vida, me moleste ante eso, por lo que decidí responder... "¿Sabes por qué una persona ordinaria vive sin lograr una sola hazaña en su vida? Eso es porque carece de imaginación, esa gente no se avergüenza de limitarse a sobrevivir sin lograr algo que realmente importe. Jamás alcanza la grandeza, ni siquiera pueden comprenderla. No tienen la capacidad, sobre todo alguien que solo sabe servir bebidas, y pasándola coqueteando con cualquier hombre que conocen. Tú jamás entenderás."—esbozo.

—¿Usted realmente creía eso?—él dirigió su mirada hacia Gianna, quien hizo notar su presencia cuando habló cortantemente.

—Creía que la gente ordinaria no lograba nada, para ser exactos.—le esclareció, para así mirarme nuevamente.—Luego de eso, le pedí a Erwin Smith que decidiera ser el comandante. Sabia qué había gente especial, sin embargo, eso solo significaba una cosa, que yo no era uno de ellos. No supe porque tarde tanto en darme cuenta, pero al pasó del tiempo, la muralla María había sido destruída. La gente entró en pánico, y entre ellos pude encontrar a Grisha, pero ahora recuerdo que fue él.—musitó, en una pausa.—No dormimos buscando a Eren entre los refugiados luego de la caída. Y cuando te encontramos, diste la dura noticia de que Carla murió siendo devorada. Sentí mucha tristeza, pero pude escuchar como Grisha te pedía que debías vengar a tu madre, no entendía a donde te llevaba, me pidió que no los siguiera, pero quise cuestionar. Me quede lejos, y vi un rayo. Así que camine subiendo la colina, encontrándote inconsciente. Después de eso, te lleve devuelta al refugio.—culmino en decir, arqueando su espalda para dejarme insatisfecho, restregando mi rostro.

—Ahora ya sabemos porque se retiró al campo de entrenamiento, estoy segura que no fueron por los soldados que murieron. ¡Si no por una estupidez sentimental, en saber si eras especial o no!—hablo Hange, con una actitud imprudente.

—Ya basta con eso Hange.—le pidió el capitán Levi, a quien vi mirando de reojo la impulsiva acción de la sargento Hange, quien miraba detenida al instructor sin importe nada.

—Tus complejos no importan, no huyas de la realidad. ¡Eso es justo lo que significa consagrar tu corazón!—continuó diciéndole ella, intensa.

—Por favor ya no sigas Hange, el instructor tiene razón, a final de cuentas yo no soy especial. Solo soy un hijo de un padre especial, eso es todo.—indique cabizbajo y desilusionado, para ver cómo la mano de Gianna acadio mi mano suavemente.

—Eso es mentira, Eren.—me dijo ella, haciendo que levantara la mirada para ver sus ojos.

—Tú novia tiene razón, hijo.—argumentó el instructor, haciéndome mirarle.–Tú querida madre Carla, me dijo algo más.—comentó.—"¿Por qué uno debe ser especial? Yo no pienso igual que tú, me tiene sin cuidado si mi hijo no alcanza la grandeza o si lo logra ser el mejor. Vamos, tan solo míralo, es un bebé adorable. Y eso ya lo hace especial, porque tuvo la oportunidad de nacer en este maravilloso mundo".—recitaba, haciéndome helar, como si fuese mi querida madre quien hablase a través de él.—Eren, tal y como deseaba tu madre. Elegiste engrandecer la llama de tu vida, la cual arderá fuera de las murallas hasta las cenizas.—decía, para levantarse y mirarme con detenimiento.—Eres especial. Todos ustedes lo son.—afirmó sereno, viéndonos a todos en medio del orgullo.

—Le agradecemos su tiempo, instructor Shadis.—agradeció el capitán Levi, levantándose de la silla.—Nos vamos.—afirmó, fríamente.

—La legión de exploración le agradece la información. Le pido disculpa por mi alteración.—musitó al sargento, sigo apenada, pero más serena.—En una semana saldremos a la restauración del muro María. Espere noticias.—dijo ella, para levantarse de la silla.

—Antes de que marchen, pueden pasar por la cafetería. Supongo que el camino de vuelta es algo agotador.—indicó él, levantándose igual.

—Andando mocosos.—nos pidió el capitán Levi.—Sasha aguarda un... —el capitán Levi intentó detener a nuestra compañera, pero ya ella se encontraba corriendo hacia la cafetería.—¡Tsk! Que mocosos tan imprudentes e ignorantes.—masculló el capitán, caminando junto a Gianna. Me detuve para verlos un momento.

El capitán Levi la miró, también examino mientras comía, como si procurara por ella y su salud, como yo. Él la miraba, hablaban de una manera corta y precisa, pero se denotaba y no fue hasta ahora que podía ver algo en Gianna similar al capitán. Era su semblante, la manera de actuar y su forma tan determinada de analizar las cosas la hacía similar a él. Incluso una que otra facción facial se  asemejan a la del capitán. Sonreí por eso. Se debía sentir bien al menos poder tener a un padre que te cuide, pero en eso, parecía ser que aún no confirmaban o hablaban sobre eso. Deje de mirarlos para mirar mi plato. No pude comer del todo bien. Aunque Mikasa y Armin estuvieran a mi lado e intentaran reconfortarme. Habían tantas cosas que aún no entendía y que deseaba entender, pero no podía. Me salí de la mesa, todos me miraron y esperaban sin duda que algo en mí cambiará hasta que me hiciera volver a la mesa y establecer que me encontraba bien, pero no era así, realmente no me encontraba bien y ahora la preocupación me abrumaba cuando en una semana intentarían restaurar el muro María por completo.

—Oye.—me recosté de mi caballo para ver de reojo como Gianna se acercaba.—Se que la comida es fea, pero no lo hagas notar, harías sentir mal a Sasha.—expresó ella, sonriéndome.

—¿Aún no le has dicho?—le pregunté, intentando de que evadiera mi sentir, no quería preocupar a nadie, era suficiente con todo lo que sucedía.

—No sé de qué hablas.—indicó ella, acercándose a mi, mientras acaricio también mi caballo.

—Él evitar hablar sobre eso no hará que las cosas mejoren, Gianna.—dije, mirándola fijamente.

—Creo que deberías aplicarte el consejo, Eren.—esbozo, para bajar la cabeza entristecida.

—Es que... —suspire, haciendo una pausa.—Extraño a mi madre Gianna.—afirme, para girarme y llevar mi brazo por su hombro.—Extraño poder oírla al menos, o sentir un jalón de oreja porque me enrojecía cada vez que mentía. Me conocía tan bien, que nada podría hacerme olvidarlo.—musité, mirando el cielo azulado.—No estoy listo para saber la verdad. Aún no.—afirme recordando el sótano de mi casa, para sentir como Gianna recostó su cabeza de mi hombro.

—¿Y si la supieras y fuera dolorosa, demasiado dolorosa?—me preguntó Gianna, quien miraba también el azulado cielo, el mismo que nos reflejaba las blancuzcas nubes hasta darnos una brisa fresca que removía nuestros cabellos.

—No sabría cómo afrentar un golpe más de los que ya he tenido.—respondí, para mirarla y ver cómo su semblante decayó por completo.

—Que eso nunca te haga pensar qué hay algo que hiciste mal Eren.—me dijo ella.—A veces, el mundo puede ser muy cruel, pero eso no debe hacerte sentir menos especial de lo que ya eres.—indicó, para así sus flequillos levantarse por la brisa que me hizo ver cada una de sus facciones.

—Te amo Gianna.—dije, besando su frente para abrazarla fuertemente contra mi cuerpo.—Lo único que quiero es... recuperar mi querido hogar y destruir a cada uno de mis enemigos.—añadí, para ver cómo ella no respondió, pero si note algo, sus ojos azulados complemente humedecidos mirarme.

—Prométeme algo.—me pidió, para tirarse y hacer que quedaremos de frente, mientras que veíamos a los demás salir.—No importa lo que pase, siempre seré yo.—indicó, mirándome para hacerme mirarla sonrojado por su propuesta.

—¿Y siempre seré yo?—le pregunté, viéndola asentir por completo ante eso.—Lo prometo.—afirme, para limpiar sus ojos humedecidos.—No llores por favor.—ella negó rápidamente, para así acercarme a ella y retenerla contra mi cuerpo.

—Suéltame.—me pidió, intentando de no sonreírse sonrojada, pero le fue inevitable cuando la levante para darle vuelta a su cuerpo.

—Te lo dije, te dije que amarías como nunca amarás a nadie.—recite cuando su cuerpo volvió a tocar el suelo, riéndome para besar su mejilla.

—Ganaste Eren, ganaste.—dijo ella, aislándose de mí con una hermosa sonrisa que disfruté, para así disfrutar más verla acercarse a Armin.

—Oye, ¿por qué tan contenta?—le preguntó, pero él quedó anonadado igual que yo cuando Gianna lo abrazó de lado fuertemente.—Gianna, ¿realmente eres tú?—cuestiono, dudoso.

—No lo sé, pero me agrada más así.—comentó Connie, quien se interpuso en medio del abrazo, el cual Gianna aceptó, hasta rasparle la cabeza.

—A mi no me agrada en cualquier término.—miré aún lado a Mikasa, quien se mantenía seria pero yo llevé mi brazo por su hombro para acercarla a mi, queriendo retenerla conmigo un leve rato.

—Yo sé que algún día se llevarán.—dije, mientras que Gianna se reía con Armin, el capitán Levi la veía conjunto a el instructor, con quien hablaba.

—Eren, ¿por qué te enamoraste de ella?—me preguntó Mikasa, llevando su mano hasta mi espalda baja, mientras se mantenía a mi lado.

—Porque ella es especial.—respondí, mirando a Gianna con detenimiento, mi niña tan hermosa, la misma que quebró todo de mi y aún así, seguía siendo igual de especial que lo fue ese día.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro