𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐭𝐫𝐞𝐬

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La reina de las murallas.
Eren Jaeger.
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Año 850
Muro Sina.
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Tenía en mis manos aquella llave, la cual acariciaba una y otra vez sin cesar. Aún tenía las imágenes, como si hubieran sido recientes, seguían ahí en mi cabeza, dejándose ver durante largas horas. La pesadilla del pasado de mi padre me perseguía en estas últimas noches. Sabía que tenía que olvidarlo, pero ahora estábamos más cerca para descubrir la verdad que mi padre ocultaba en el sótano de nuestra humilde casa. Me levante, dejando la llave en mi cuello, ocultándola debajo de la camiseta blancuzca. Hoy portaríamos el uniforme estándar de la legión, pues la ceremonia de coronación se llevaría a cabo en el interior del Muro Sina, donde muchos distritos se unían para aclamarle a la nueva reina de las murallas. No podía creerlo, no podía creer en lo que Historia se ha convertido y en lo valiente que será cuando suba al podio para ver cómo las personas crean bullicio por su presencia. Deje todo organizado, dirigiéndome a la puerta cerrada que abrí para observar cómo mis amigos me esperaban pacientemente, recostados de la pared, Mikasa y Armin miraron.

—Eren, ¿estás listo?—me preguntó Mikasa cuando me noto salir de la habitación.

—Si, andando amigos.—les pedí, para caminar en el medio de ambos, examinando el hermoso cuartel donde estábamos establecidos.

—Todo está apunto de cambiar, ¿no es así?—preguntó Armin, mientras caminábamos.

Así es. Aunque no pude responderle, lo tenía claro. Todo cambiaria desde este momento, pues ahora tendríamos que continuar nuestro camino sin Historia. Todos nos reunimos, todos aquellos que pertenecían a la legión de exploración. El comandante, la sargento y el capitán, todos estaban aquí con nosotros, a excepción de Gianna. No la vi merodear en medio de la ceremonia que daría inicio a un nuevo avance. Intente buscarla entre los demás, pero sabía que si ella estuviera aquí realmente, hubiese estado de mi lado o al menos del lado de nuestro capitán. Por alguna razón Gianna había estado extraña, eso me atemorizaba. Intentaba pensar que se acoplaba al hecho de lo que habíamos escuchado en el bosque, pero no lo hemos hablado con nadie y no creo que ella esté esperando que el capitán lo hable con ella. Los aplausos se reflejaron, desvié mi mirada del suelo hacia el podio donde Historia caminaba. Se veía hermosa, sin duda alguna había un gran brillo alrededor de ella que nos causaba orgullo. La gente aclamó su nombre, al igual que nosotros. Estaban felices, felices de que fuera Historia.

La legión de exploración había limpiado las ratas que habitaban en la realeza, fue un gran paso que todos admirarían, pues empezaban a vernos como los héroes que realmente éramos. Sonreí, lanzándole a Historia flores que ella miraba encantada. La corona quedó entallada en su cabeza, a la perfección de una digna reina como ella. Nos miró, con sus ojos humedecidos ella nos miró, encantada de nuestra presencia y amistad, Historia se bajó del podio para acercarse a nosotros, abrazándonos fuertemente. Iniciamos un salto cuando la gente creó una cola, giramos en círculo mientras disfrutábamos como los niños que éramos y entre toda la gente que había ahí, deseé poder verla, pero fue en vano, porque Gianna aún no aparecía entre nosotros. Desanimado acompañe a mis amigos hacia el interior de donde Historia ahora se establecería, el gran cuartel real, su nueva casa y lo que merecía. Me mantuve sentado, oyendo a Jean, también a Connie mientras que Historia hablaba con Mikasa, los oía a todos, hasta que la vi. Todo mi mundo se centró en Gianna cuando se adentró hasta donde estábamos, en silencio ella nos miró, hasta que Armin la había notado ahí.

—¡Gianna! ¿Donde has estado todo el día?—le preguntó Armin cuando ella se adentró a la extensa sala, era la primera vez que la veía con el uniforme estándar y su cabello trenzado.

—No creí que notarán mi ausencia.—expresó ella, con sus manos en el bolsillo, se veía cortante.

—Aún la noto.—esbozó Mikasa, pero aún así Gianna la evadió, se veía exhausta y cansada.

—No importa, ya estás aquí.—indico Historia, palmeando a Gianna, quien se acoplaba.

—Si, somos amigos, ¿no es así?—le preguntó Connie, haciendo que ella mirara al suelo.

—Ya, déjenla.—pidió Jean, aislando a Connie de Gianna, quien levantó su mirada cuando me acerqué a ella con recelo, estaba hermosa.

—Jamás te había visto con ese uniforme.—indique en un tono bajo, para ver cómo ella se recostaba de la puerta, cruzada de brazos.

—¿Y bien? ¿Como me veo?—me preguntó, para así hacerme sonreír como un genuino tonto.

—¿De verdad me preguntas eso?—cuestione, sintiéndome más tranquilo cuando ella sonrió.

—¿Qué golpearás al capitán Levi?—Gianna y yo nos giramos, viendo a Connie.—¡No lo creeré hasta verlo!—exclamo él ante Historia.

—Bueno, pues sígueme si quieres verlo.—afirmo Historia, haciendo que Gianna y yo nos miráramos, más cuando todos salieron detrás de Historia ante lo que había confirmado.

—¿Es una broma?—se preguntó Gianna, pero tan solo la cogí de la mano para caminar con ella.

—Espera, ¿si lo vas hacer Historia?—le pregunté, debía admitir que tenía miedo, Historia no portaba ya su vestimenta de reina, pero aún así eso no le impediría a ella hacerlo o al capitán Levi arrojarla por esas ventanas de cristal.

—Si, desde luego.—me respondió con seguridad, dejándome desconcertado y anonadado.

—Mikasa lo dijo de broma, ¿no es así?—pregunte, mirando a Mikasa quien no negó para nada.

—Después de golpearlo, puedes decirle, "atrévete a regresarme el golpe".—opinó ella, haciendo que abriera los ojos grandemente para golpear mi frente, esto debía ser un mal chiste de ambas.

—Yo si quiero ver.—comentó Gianna, de una manera sutil, uniéndose a lo que ellas decían.

—Ay, que diablos.—me queje, suspirando por esa afirmación, estaban locas, realmente locas.

—Si no lo hago, no me sentiré digna de ser reina.—nos justificaba Historia, caminando frente a nosotros.

—Bien dicho Historia, así se habla.—le animaba Jean aún lado suyo, le animó hasta que un silencio albergó cuando vimos al capitán Levi.

—Au, Gianna, no me empujes, quiero ver.—se quejó Armin, empujándose con Gianna.

—Cállate, o tú serás el próximo al que golpeen.—le respondió ella, mirando a Armin fulminante, pero Historia no se movía y solo temblaba.

—¡Ah!—grito ella, apretando sus puños para acercarse al capitán Levi, él se giró logrando que golpeara su brazo, para así nosotros abrumarnos.—¿Qué te parece? Ahora soy la reina, si tienes quejas...

—Muchachos les agradezco.—dijo el capitán Levi de manera sutil, pero no había sido eso lo que nos interrumpió, si no la sonrisa en su rostro.—Tómense el día libre. Disfruten la fiesta.—pidió, pasando entre medio de nosotros para seguir su camino, sin decir absolutamente nada más.

—¿Eso fue real?—se preguntó Connie, girándose como todos para ver al capitán Levi irse.

Jamás lo había imaginado así, pero el capitán se veía tranquilo. Incluso en la fiesta, donde todos comían y charlaban, se veía relajado, como si un gran peso en su espalda se hubiese ido para dejarlo respirar. Me quede sentado, oyendo todo lo que se hablaba alrededor. Habían policías militares, también soldados de las tropas de guarnición y eso sin duda me hizo desear que Hannes estuviera aquí. De seguro estaría disfrutando de ese licor que bebían los adultos, o solo con el estar aquí junto a nosotros. Pensarlo me hizo bajar la cabeza, verdaderamente lo extrañaba. Desearía que viera lo fuerte que hemos sido, porque todo de un tiempo para acá había cambiado tan rápido que no podía controlarlo. No éramos los mismos niños que fuimos hace cinco años, ni siquiera recordaba ser como era antes, solo se que de un momento para otro, todo en mi había cambiado y no sabía si debía sentir gratitud por eso, o arrepentimiento. Levante la cabeza, Mikasa estaba sentada aún lado de mi, se mantenía en silencio, disfrutando. Sin embargo, no podía dejar de torturarme a mi mismo con las memorias de mi querido padre.

En medio de esas memorias vi muchas cosas, incluso a varias personas, pero había una particular que me zumbaba en el oído con su voz. Perjuraba verlo en algún lugar y no fue hasta que recordé, que abrí los ojos grandemente. Si quería descubrir más sobre mi padre, tenía que volver al lugar donde comencé esta travesía. No era en el muro María, no solo era en el sótano de mi casa, era donde se entrenaban a los cadetes para que se convirtieran en grandes soldados. Restregué mi rostro, levantándolo para oír la liviana música que hizo a la mayoría bailar, pero mientras eso sucedía veía al balcón y como Gianna parecía intentar hablar con el comandante Erwin, pero fue nulo, porque el comandante negó y se aisló en cuanto le llamaron. Pareció el comandante Erwin pausar la conversación de manera sutil, pero Gianna tan solo se vio tan frustrada que dio la espalda para recostarse de la baranda. Veía algo, algo que le pesaba tanto en sus hombros que la hacía caminar cabizbaja. No entendía que le sucedía y quería saberlo, así que tan solo me levante para colocar la silla en el interior de la mesa establecida con hermosas flores y velas.

—Eren.—me detuve en seco cuando Mikasa me llamo, se veía confundida por mi levantamiento.

—Ya vuelvo.—avise.—Oye Mikasa, come algo.—le pedí sutil, notando como ella asintió.

—Maldita sea, no puedo más.—oí a Gianna decir, me quede detenido en el margen abierto del balcón, sin saber cómo acercarme a ella.

—No te lo había dicho, pero te ves hermosa con el uniforme estándar.—hablé, haciendo que ella se girara para verme, suspiro, aún impotente.—¿Todo está bien?—le pregunté, acercándome a ella para darle la espalda a la velada, mirando las estrellas reflejarse hermosa mente en el cielo.

—Si, no te preocupes por mi Eren.—dijo ella, mientras que la veía, oyendo la música de fondo.

—Ven.—le pedí cuando extendí mi mano, dejándola sigo confundida.—¿Confías en mi?—le pregunté cuando noté su duda en aceptar.

—Confió en ti.—afirmó, llevando su mano hasta mi mano de una manera muy delicada, para así impulsarla a caminar al interior de la velada.—¿Qué haces?—me preguntó en un tono bajo cuando nos colocamos en la pista, donde bailaban de una manera liviana, le sonreí.—Eren.—me llamo entre dientes, Gianna se sonrojó.

—Confía en mi.—le pedí, llevando mis manos a su cintura para antes atraer las suyas a mi cuello.

—Eren, yo no sé bailar.—dijo en mi oído, la notaba tensa y muy nerviosa, pero la atraje más a mi, intentando de aferrarla para darle seguridad.

—Lo estás haciendo.—dije en su oído, sonriendo cuando vi a Armin mirarme; él bailaba con Historia, se veía emocionado y sonrojado.

—Todos nos están mirando.—comentó, aferrándose a mí como si tuviera miedo.

Gianna escondió su cabeza en mi cuello, hasta que sintió la plena confianza de liberarse. Baile con ella. Nos miraban y sonreían, como si disfrutaran el ver a un par de enamorados estar juntos. Deseaba no equivocarme, porque los recuerdos me atormentaban hasta hacerme entristecer, más cuando recordaba que era mi madre con quien solía bailar cuando era niño. Sostuve más a Gianna, ella pareció dejar de sentir miedo cuando la giré, empezó a sonreír. Toda la pesadez que la abrumaba se estaba yendo, podía notarlo cuando mostró su dentadura y sus mejillas se tornaron rojizas, disfrutaba. Lo supe cuando Armin la sostuvo para bailar, mientras que yo bailaba con Historia, podía ver la química amistosa de estos dos y como se sintieron cómodos el uno al otro. ¿Acaso estaba bien? ¿Disfrutar lo poco que podíamos tener? Creo que si. Creía que estaba bien estar aquí, estar disfrutando y bailando, como si fuéramos niños. Los niños que dejamos de ser, los que anhelamos querer disfrutar, pero eso había acabado y aún así, aquí estábamos, siendo el centro de atención para los adultos que disfrutaban vernos así.

—Mikasa, ¿quieres algo más?—le pregunté, ella se sentó en la silla, los demás comían, el baile se había acabado para nosotros, descasábamos.

—Eren, me alegra verte disfrutar esto.—dijo ella, sin responder a mi pregunta, por lo cual no pude evitar sonreír ante eso, viendo la rojiza bufanda en su cuello, la cual le daba bastante calidez.

—Oye, te prometí que te compraría otra.—comente, tocando la bufanda.—Así será.—afirme.

—No.—denegó ella, tocando su bufanda.—Esta me recuerda cuando la envolviste para mi, el día en que me diste un hogar, una nueva oportunidad.—dijo cabizbaja, sin mirarme.

—Recuperaremos nuestro hogar. Volveremos a casa, juntos.—afirme para llevar mi mano hasta la suya, apretándola para verla mirarme.

—Déjala comer Eren, no ha tocado su plato en toda la noche.—pidió Jean, sentándose aún lado de Armin, quien comía muy concentrado, casi igual que Sasha, pero ella babeaba por cada cucharada que metía a su boca.

—Cállate idiota, nadie te preguntó.—justifique, frunciendo el ceño cuando Jean rodeó los ojos.

—Parece que alguien se aburrió.—me giré ante el comentario de Connie, viendo como Gianna salía de la sala ceremonial, sin decir nada.

—Está actuando muy extraño últimamente.—comentó Jean, mirando por donde se había ido.

—Iré con ella.—indique, levantándome de la silla con prisa, para asegurarme de encontrarla.

—Gianna.—la llame, pero ella no me escuchó, tenía sus manos en su bolsillo y bajaba las escaleras, iba a seguirla pero me detuve.

—¿Y qué pasará ahora, Levi?—se oyó de una habitación, me escabullí en cuanto pase, la puerta estaba abierta y se veían mis superiores.

—Aún intentó descifrarlo.—respondió el capitán Levi, en un tono frío.—Pero al menos estoy más cerca de la meta que hace años.—afirmó.

—Si Gianna es tu hija te aseguro que hagas algo al respecto ahora.—comentó el comandante.

—¿Qué quieres decir con eso, Erwin?—le preguntó el capitán Levi, mientras que oí una voz proveniente del pasillo, haciéndome aislarme para alejarme e ir a buscar a Gianna rápido.

—¿Hacer algo al respecto?—me pregunté caminando por el pasillo, pensando en las palabras del comandante Erwin mientras salía para ver a Gianna acariciar su caballo.—¿Ya te vas?—le pregunté, haciendo que ella levantara la mirada para verme detenidamente.

—Si, estoy cansada.—afirmó, mientras que baje los escalones para acercarme a ella, viéndole.

—No parecías disfrutar.—comente, acariciando su caballo, al igual que ella para verla sonreír.

—Las fiestas no son lo mío.—indicó, para así mirarme y notarme preocupado.—Eren está bien, quédate.—me pidió, llevando su mano a mi cabello.—Te está creciendo.—opinó, sonriendo.

—No es porque quiera quedarme.—expresé, mirando sus azulados ojos mirarme tan fijo.

—¿Qué ocurre?—me preguntó ella, dejando de acariciar mi cabello para verme preocupara.

—Tengo miedo, no se como hacerlo.—indique.

—¿Hacer que?—me preguntó, algo confundida.

—Esto, hacer que esto funcione para ambos.—respondí frustrado, mientras que ella negó.

—Con que lo intentes es suficiente, Eren.—me dijo, puse mi mano en su mejilla para besar sus labios suavemente ante eso, dándole el beso repetidas veces hasta hacerla sonreír pasmada.

—Cuando todo esto acabe, nos iremos muy lejos.—le dije, hasta que note como se tenso y fue ahí, fue la primera vez que vi sus ojos tan humedecidos como si un miedo la abrazara.—Gianna.—la llame, pero ella me abrazó con fuerza, escondiendo su tristeza.—¿Qué pasa?—le pregunté preocupado, pero ella no me soltó.

—Yo... —Gianna sollozo, dejándome frío, jamás la había oído, ni siquiera imaginado.

—¿Por qué estás llorando?—le cuestione algo alterado, y es que maldición, ¡Gianna no lloraba!

—¡Te amo, Eren!—exclamo, con su cuerpo tembloroso mediante el abrazo que me dejó frío.—No quiero perderte. No quiero que me dejes.—pidió.—Tengo tanto miedo.—añadió, para así acariciar su cabello mientras que su caballo se acercó, pareció sentir su tristeza, pues esbozo.

—Gianna, yo también te amo.—dije sonriendo, abrazándola tan fuerte, estuve feliz esa noche, pero jamás entendí porque Gianna lo decía hasta que días después supe la horrible realidad.

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