𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞

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El amanecer de ShingaShina; parte tres.
Omnisciente.
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Año 850
Día de la restauración al muro María.
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La brisa era fresca. A diferencia de lo que se sintió horas atrás, el ambiente caluroso se había ido desde que el titán colosal desvaneció ante la legión de exploración. El capitán Levi estaba colocado en el borde del muro, su capa verdosa se mantenía en el aire mientras que sus manos sostenían la verdosa capa que le había arrebatado a su fenecido comandante, Erwin Smith. No sabía cómo sentirse, porque lo único que Levi Ackerman sentía era un vacío inmenso en él. El día se sentía tan pesado, la tensión que habitaba en él como en los soldados restantes, era inmensa. Pero, verdaderamente a él no le importaba. El capitán Levi era capaz de canalizar cada una de sus emociones, así que él podía estabilizar sus emociones para permanecer ahí. Se giró, para ver cómo en el otro extremo del borde de aquel muro, Gianna yacía sentada. Su brazo derecho estaba vendado, mientras que su rubio cabello estaba suelto, el capitán la veía sumamente afligido, jamás la había visto así. Ella estaba cabizbaja, la brisa le refrescaba en ese lado del muro.

Gianna ya no lloraba, pero eso no implicaba que no sintiera una vaga tristeza en su interior. Sus piernas flotaban, mientras que sus manos se mantenían entrelazadas. Ella levantó su mirada para ver el cielo azulado, todo su mundo pareció derrumbarse en un solo segundo cuando vio todo perderse delante suyo. Gianna pensaba, ¿fue lo correcto? Ella no lo sabía, pero sus manos temblaban de solo oír los gritos desgarradores de Berthold llamándole. Lo sentía en lo más profundo de su corazón, ese fuerte dolor con el que no podía lidiar, era un amargo trago que recordó haber tomado años atrás, cuando Marcel murió frente a ella. Gianna les falló, todo volvió a pasar y de qué manera, más cruel que la última vez. Berthold no merecía morir, pero tampoco Armin y eso era algo que no se debatirá. Ella se giró de reojo cuando oyó una bocanada de aire, Armin se levantaba confundido aún lado de una inconsciente Sasha. Lo primero que miró, fue a Gianna sentada en la lejanía, más sola que nunca porque el rencor la cegaba.

—Despertaste.—afirmó el capitán Levi, mirando fríamente a un Armin desorientado.

—¡¡Armin!!—el grito de conmoción que ocasionó Eren, provocó que Gianna dejase de mirar cuando este corrió por la muralla para llegar hasta Armin, arrodillándose hasta abrazarlo.

—Capitán, no comprendo... ¿qué es lo que está pasando?—se preguntó Armin tan pronto Eren se desprendió de él, el rubio de ojos azulados estaba confundido.—Solo recuerdo que Berthold se transformó. ¿Se encuentran bien los demás soldados?—indico, oyendo un suspiro del capitán.

—¿Eso es todo lo que puedes recordar? ¿Verdad niño?—le preguntó fríamente.—Eren, explícale lo qué pasó.—pidió el capitán tan pronto lanzó una bengala verdosa que alertó a los demás soldados alrededor.

—Armin, luego de que Berthold se transformara decidiste usarte como cebo para que yo pudiera contraatacarlo.—explicaba Eren, mientras que Armin le oía, los demás soldados se acercaban al muro.—Parece que tus arpones se quedaron clavados y no pudiste salir a tiempo luego de que Gianna se desprendiera. Bueno, verdaderamente no sé cómo fueron las cosas, solo se que te encontré en el tejado casi sin vida y con quemaduras graves aún lado de Gianna.—decía.—Armin, ibas a morir.—afirmó Eren, haciendo que su amigo levantara la vista para ver a Gianna sentada en la lejanía de ellos; al menos ella estaba bien y con vida, a pesar de que su brazo sufrió unas quemaduras leves.

—Eso no es todo.—indicó el capitán Levi.—Adelante idiota. Termina.—pidió muy reacio.

—Luego de haber capturado a Berthold, logre inmovilizarlo, así que el capitán Levi se vio obligado por nuestra parte en darte la jeringa para que devoraras a Berthold.—contaba Eren, quien bajo la cabeza mientras que Mikasa llegaba aún lado, conmocionada y a su vez grata de ver a Armin con vida frente a cada uno de ellos.

—¿Obligado?—se preguntó Armin con sus ojos abiertos grandemente, estaba muy ido.

—Armin, el comandante Erwin también estaba en muy malas condiciones. Él junto a los restantes soldados se lanzaron contra el titán bestia, murieron a excepción de Flotch quien lo arrastró moribundo hasta nosotros.—indicó Eren, con pesadez en su voz.—Lo siento, pero murió porque queríamos que tú vivieras.—expresó, haciendo que la impresión fuera tanta que Armin se viera obligado a vomitar en un cubo que al sargento le pasó, para así sentarse.

—¿Y bien? ¿Entiendes ahora, Armin?—le preguntó el capitán Levi, pero Armin estaba igual de aturdido que hace unos segundos.

—Entonces, ¿toda la región se redujo a nosotros diez? ¿Es en serio?—se preguntó.

—Al menos es lo que creemos. Hemos estado buscando sobrevivientes, pero en cuatro horas no hemos tenido suerte.—respondió Jean, sentado en un cajón aún lado de Connie quien le servía agua a una inconsciente Sasha, ella sufrió heridas cuando estaba combatiendo contra Reiner.

—Al final tuvimos éxito en la operación para sellar ShingaShina. Reiner, el titán bestia y otro más huyeron. Capturamos a Berthold, y luego discutieron sobre quién debía vivir, al usar el suero en mi o el comandante Erwin. Pero, fui yo quien se comió en titán y devoró a Berthold.—repetía, mirando algún punto.—¿Por qué? ¿Por qué me eligieron?—se preguntó, abriendo sus ojos grandemente.—Estoy seguro que la decisión más lógica era revivir al comandante Erwin. ¡Capitán! ¿Por qué me inyecto a mi el suero?—se preguntaba, agitado y en desacuerdo.

—¡Dije que le explicarás todo mocoso!—exigió el capitán Levi en su exclamación, pateando el trasero de Eren con fuerza, quien se avergonzaba aún lado de Mikasa.—Al parecer, tus dos amiguitos no pensaron de la misma forma que tú. Recurrieron a la violencia, y lo hicieron para tratar de detenerme.—le contó, sacudiendo la cabeza de ambos jóvenes frente a Armin.

—Lo lamento, aceptaremos cualquier castigo.—indicó Eren con pena y cabizbajo.

—Bien, ambos van a ser castigados por insubordinación, pero, ¿eso les da el derecho a ambos de hacer lo que quieran?—le preguntó Hange, sentada en un cajón, con un vendaje cubriendo su ojo izquierdo, se veía fría y era evidente, había perdido demasiado en un solo día, estaba dolida.

—En todo caso, fui yo quien decidió inyectarte con ese suero. Mejor dicho, al final fui yo quien decidió el lugar donde Erwin descansaría.—interfirió el capitán.

—Aún así no lo comprendo capitán, por nada del mundo debía morir el comandante. Ahora que él no está con nosotros, ¿que es lo que vamos hacer?—pregunto Armin.

—Yo también creí que lo mejor era inyectarle el suero a Erwin. Sin embargo, Erwin le confió la jeringa con el suero al capitán Levi. Y al final, Levi te eligió a ti. No tengo nada que decir, te encomendaron el legado de Erwin y también el poder de un titán. Sin importar lo que digan los demás, este poder es parte de ti ahora, Armin.—recitaba al sargento, mirando a Armin detenidamente.

—¿Yo soy el sustituto del comandante? No digan estupideces.—indicó Armin, negando.

—Estás muy equivocado niño, tú jamás podrás reemplazar a Erwin. Pero es verdad que tú, posees un poder que ningún otro humano tiene. Yo me arrepentiré de mi decisión, pero... —el capitán Levi se pausó, apretando nuevamente las cabezas de Eren y Mikasa.—No hagas que estos dos se arrepientan. Y por supuesto, tú tampoco te arrepientas. Ahora esta es tu misión.—dijo.

—Ya cállense.—la voz de Sasha resonó entre ellos, haciendo que la miraran.

—Sasha es una soldado increíble.—comentó al sargento, levantándose de la caja luego de sonreír ante la petición hostil de Sasha.—Bueno, como sucesora de Erwin siendo la comandante de la legión de exploración, estoy en una posición similar. A partir de ahora los dos tendremos que ser más firmes.—le decía a Armin, quien asintió.—Bien, si Armin se siente mejor, pongámonos en marcha.—indicó ella.—El capitán Levi, Eren y Mikasa iremos a investigar. Ustedes cuatro vigilen la muralla.—les pidió a los demás, quienes asintieron rápidamente.

—Espere, ¿nosotros cuatro?—se preguntó Jean, levantándose de la caja.—¿Qué pasará con... —Jean no culminó, girándose para hacer que todos miraran a Gianna.

—Yo me encargaré de ella.—afirmó el capitán Levi, mirando a Jean fríamente.—Vendrá con nosotros.—indicó, aislándose para hacer que Eren viera como él se acercaba a Gianna, quien yacía cabizbaja.

—Yo iré.—musitó Eren, pero la mano de la sargento lo detuvo, negándole ante eso.

—Eren, es mejor que no.—aconsejo ella, notando que Gianna mostraba un semblante decaído.

—Pero...

—Matamos a Berthold.—interfirió ella, negando.—Él también era una persona y aunque no me afecte en lo absoluto la decisión de que él haya muerto, a Gianna si.—expresó, sutilmente.

—¿De cuando acá le importa Gianna? Usted fue quien la arrastró a esto.—esbozó Eren, frío.

—Y me arrepiento. Ya tuve mi merecido.—respondió la sargento, intentando de canalizar el balde de agua fría que Eren le lanzó impulsivamente, su más bien, Eren también había sido cruel con Gianna pero, ¿acaso eran culpables? Ninguno de ellos tenía culpa de nada.

—Lo lamento.—se disculpó Eren, sintiendo su tensión, el hecho de que Gianna estuviera ahí no haría que Eren no se preocupara y más cuando su brazo casi se perdía por las quemaduras.

—Eren, ¿todavía tienes la llave?—le preguntó al sargento, bloqueándole su visión; Eren asintió, sacando del interior de su camiseta aquella llave.—Bien, entonces, guíanos.—pidió la sargento, moviéndose para ver de reojo al capitán.

—Mocosa, levántate. Vendrás con nosotros.—le anuncio fríamente a Gianna, quien se quedó inmóvil, mirando algún punto aturdida. El capitán se quedó ahí, no se movió en lo absoluto.

Fue una manera de persuadir a Gianna, quizás era incorrecto, pero la quería cerca. En silencio la joven de azulados ojos se levantó, la pesadez y vagues se denotaba en el caminar que brindaba aún lado del capitán Levi. Eren la miró, intentó buscar una mirada suave en Gianna, pero no obtuvo nada más que un silencio de su parte. Ella se mantuvo aún lado del capitán Levi, sin que nadie pudiera entender el laberinto de emociones tan agonizantes que estaba sintiendo ella. Los cinco cayeron en el verdoso césped. La brisa fresca removió el cabello de Gianna, quien era observada detenidamente por Eren. Él lo sabía, se había excedido pero como antes pensó, ¿podrían culparlo? Eren ni siquiera quería hacerlo, porque tampoco nadie podía entender como se había sentido en estos momentos. Había tenido que tragar amargamente el hecho de que un hombre que creía en él, muriera sin más. Sacrifico a Berthold, a quien nunca pudo perdonar y tampoco oír. Eren también había perdido demasiado y aunque una parte suya lo deseara, eso no le devolvería la paz que sentía antes cuando este desastre no apagaría su ser.

Empezó a caminar adelante conjunto a Mikasa. Ambos estaban ansiosos y el ambiente se sentía pesado cada vez que caminaban por las aceras quebradas donde antes solían correr. Ninguno de los que estaba ahí conocía ese distrito, era la primera vez que podían verlo con detalle, pero era Eren y Mikasa quienes reconocían cada callejón donde solían correr para llegar a tiempo con Armin, salvándolo de los bravucones a los que Hannes les incitaría a golpear borracho. El recuerdo era melancólico, aunque también vacío. Se sentía un inmenso vacío por el silencio allí, porque Eren podía ver a su madre caminar por los alrededores como si fuera ella quien lo guiara. Era un amargo sabor que debía tragar, así que continuó caminando con Mikasa pese a que se detuvieron varias veces, porque Eren no estaba preparado para estar ahí, en donde todo se perdió. El capitán Levi miró de reojo a Gianna, ella caminaba vagamente viendo todo el lugar. Ella podía recordarlo, como se adentró cuando ellos mismos quebraron la muralla. Había un caos, amargamente recordaba su pecado ese día.

—¿Ya llegamos?—se preguntó el capitán Levi, notando que Eren y Mikasa se detenían con frecuencia, ellos no respondieron, continuaron.

Eren miraba todo con un sentimiento tan genuino, que se le partía el corazón cuando caía en la dura realidad de que en la vuelta de aquel callejón, su casa debía estar. Solo recordaba la amarga sensación que sintió cuando niño, donde su piel erizada le llenaba el cuerpo de escalofríos cuando supo que los escombros habían descartado la posibilidad de que su casa estaría ahí. Eren se detuvo en seco junto a Mikasa. Allí yacía su casita, en donde vivieron repletos de amor por unos padres que les protegían. Lo recordaba, recordaba ese día que odiaba más que cualquier otro que haya vivido y aunque Eren había tenido días peores, ese día jamás se olvidaría. La imagen estaba fresca en su mente como si esos cinco años hubiesen sido ayer, el hecho de Eren haber visto como crudamente su madre era comida por un titán, lo marcó como un presagio maldito que viviría con él siempre. Aún veía la sangre de Carla caer en el suelo en salpicas, e incluso podía oír sus huesos crujir. Fue morboso, pero fue lo que Eren vivió cuando apenas era un niño y solo quería libertad.

—¿Está es tu casa?—se preguntó al sargento en cuanto ellos se detuvieron.—Al menos el fuego no llegó hasta aquí.—comentó ella, mientras que Mikasa veía unas vajillas rotas en el suelo terroso.

—Busquen el sótano. Quizás tenga unos que otros fragmentos encima.—pidió el capitán Levi, para así observar alrededor.

—Gianna, ¿estás bien?—Eren no pudo evitarlo, no pudo evitar dirigirse a Gianna quien miraba al suelo afligida a su tristeza.

—Por aquí.—musitó Mikasa, desviando a Eren de Gianna quien no respondió nada a Eren le dolía, pero él debía entender que a Gianna también le dolió todas esas cosas que él dijo, se sentía culpable de todo.

—¿Y bien?—se preguntó el capitán Levi, para ver una compuerta que despejaban.

—Es aquí. Aquí es la entrada, a las escaleras del sótano.—indicó Eren, viendo una roca que impedía la entrada.

—Perfecto.—musitó el capitán.—Levanten este trozo de madera, podríamos utilizarlo para despejar la roca.—indicó el capitán, para así empezar a levantar un trozo de madera e intentando de separar la roca.—Gianna, ¿nos das una mano?—le preguntó el capitán Levi cuando vio que se les dificultaba, la joven adolescente negó.

—Pasó.—respondió fríamente, para ver al capitán Levi bufar fulminante ante eso.—Me duele la cabeza.—añadió, por lo cual Eren le miró.

—No importa. Ya lo tenemos.—musitó la sargento, intentando de mostrar sutilidad ante la actitud de Gianna para así haber desprendió los escombros de la compuerta.

—Gianna, ven.—le pidió el capitán Levi en cuanto Eren se inclinó en el suelo, el momento de satisfacción que sintió Eren cuando la compuerta abrió por la llave fue uno gigante, estaban ahí y lo sabrían todo.

—Esto es bueno, al menos no se inundo.—comentó la sargento, alumbrando los escalones por los cuales bajo.

—Adelante Eren.—le pidió Levi a Eren, esperando que abriera la puerta que yacía abajo de los escalones, pero no introducía la llave.—Vamos, date prisa.—le pedía desesperado, notando que era inútil.

—Es que, está llave no es de esta puerta.—respondió Eren, mostrando la llave apenado.

—Imposible, el doctor Jaeger siempre llevaba esa llave en su cuello.—indicó Mikasa, para así el capitán suspirar.

—Quítate, yo la abriré.—expresó, mientras que la sargento se acercó para detenerlo, el capitán Levi quebró la puerta en un segundo con una patada bastante brusca.

—Te dije que esperaras.—comentó Hange fulminante, pero el capitán Levi abrió la puerta para adentrarse con todos y examinar en medio de la oscuridad la oficina que intentaron de alumbrar, pero había polvo y solo les restó encender una lámpara de gas que habitaba allí.

—Que asco.—comentó el capitán, disgustado por la suciedad, mientras que Eren veía a Gianna mirar la oficina desde el margen de la entrada de aquel sótano.

—Parece que este sitio, es solo un laboratorio.—musitó al sargento.

—Mi padre era médico, él casi siempre preparaba aquí sus medicamentos.—contaba Eren, buscando entre las cosas de su padre, pensar en él lo entristecía.

—Ciertamente, las etiquetas de estos frascos marcan que son medicamentos común y corrientes.—decía Hange.—Y todos los libros son de medicina.—añadió, mientras que Levi veía viejos libros.—A primera vista, es la oficina de un doctor. Parece que aquí no hay nada sospechoso. El doctor preparo todo para que pensaran eso.—continuaba diciendo, segura de eso.

—Si, si yo hubiera querido ocultarle algo a la división interna, no lo habría dejado a la vista de todos.—opinó el capitán Levi, para mirar a Eren y Mikasa.—Mocosos, no se queden ahí parados, Erwin nunca se equivocó en sus corazonadas.—les pidió, notando como se removieron a excepción de Gianna.—No te quedes ahí, haz algo de utilidad.—le pidió el capitán, mirándola.

—Puedo sacarle otro ojo a Hange.—musitó Gianna de una manera fría, que hizo que la sargento o mejor dicho, ahora nueva comandante de la legión la mirara fijo.

—Que graciosa.—esbozó ella, dejando de mirar a Gianna para continuar buscando.

—¿Como ocultaste lo que querías ocultar? ¿Qué querías ocultar, Grisha?—se preguntaba el capitán Levi, mientras que Eren se acercó al escritorio, vio a Gianna mirarlo por un segundo, era inevitable pensar en lo hermosa que se veía y eso lo sonrojaba, incluso en la tensa situación en la que se encontraban ambos.

—Eren. Aquí hay una cerradura.—Eren levantó su mirada para dirigirse a Mikasa, inclinada ante el escritorio mientras observaba algo con detenimiento; Eren se inclinó de igual forma notando la abertura de la cerradura, era la que debía introducir.

—Eren.—la comándate le dio aquella autorización, para así Eren introducir la llave que se adentró a la perfección, pero la gaveta estaba más que vacía.

—¿No hay nada?—se cuestionó Eren en un tono impulsivo, mientras que el capitán Levi alumbró, denegando esa información.

—No es cierto.—dijo, llevando su mano al interior de la gaveta, esperando sentir una leve altitud del plano en el interior, esa sería una separación y podría abrir el frondoso centro para levantar la encimera y encontrar el fondo.—Tiene doble fondo.—explicó, encontrando el hueco de la encimera que levante, observando en si, traes libros separados por pañuelos, los cuales sostuve en sus manos, dejándolos en el escritorio.

—Percibo un aroma de aceite y carbón, les unto eso para protegerlo de la humedad e insectos.—comentaba Hange, oliendo los pañuelos, mientras que el capitán examinaba un verdoso libro. 

—Encontramos lo que estábamos buscando, este libro.—dijo en su afirmación, pero notó que Eren temía el abrirlo.

—¿Qué es lo que mi padre quería mostrarme con esto exactamente?—se preguntó Eren, mientras que lo miraban detenidamente, esperando tensamente el momento en que abriera ese libro, así que Mikasa le dio ese impulso para abrirlo, mirándose fijamente y abriendo la primera página, donde yacía algo viejo, un tipo de retrato.—¿Esto es, es un retrato?—se preguntó Eren, sosteniendo el pequeño y cuadrado fragmentó en sus manos.

—Déjame verlo.—pidió Hange, quitándoselo.—No. Los detalles que tienen son tan precisos, que no parece ser un dibujo.—distinguió ella, era cierto, las imágenes se veían extraordinarias, algo que ellos nunca habían podido ver.

—Es la letra del doctor.—señaló Mikasa, haciendo que Hange girara el retrato, el cual observó detenidamente.

—"Esto no es un dibujo. Lo que tienen, pudo crearse a partir de los reflejos de la luz. Que fueron grabados en este papel especial.—leía.—Se llama, fotografía. La verdad es, que provengo de un sitio que se encuentra más allá de las murallas. Los humanos no estamos extintos. Espero que el primero que tome este libro sea un aliado de la humanidad".—culminó en leer al comandante, notando que sus manos temblaban, el capitán Levi le arrebató el libro con sus ojos abiertos grandemente.

—Esto debe ser una maldita broma.—esbozó el capitán Levi, mientras que Eren procesaba la información, miraba cómo aquel hombre de ojos grisáceos releía el hombre sin credibilidad.

—Levi.—la comandante lo llamó en un hilo de voz, Eren continuó viendo al capitán quien dejó caer al libro cuando miró a la dirección de Hange.

—Gianna.—fue lo único que recitó aquel hombre antes de salir de allí con prisa cuando noto que Gianna se había ido de aquel sótano sin más.

La brisa golpeaba fuertemente el cabello de Gianna, ella corría con una fuerza que casi ya no tenía, pero lo único que quería era salir de ahí. Su corazón palpitaba con agitación, estaba drenada y repleta de una adrenalina que no podía sacar. Ella no miraba hacia atrás, lo que le impedía percatarse que Levi la seguía con prisa. Gianna no se detenía, sus ojos se humedecían y parecía sentirse presa de este lugar donde la cazarían. Eren sobresalió de aquel sótano, ni siquiera recogió los libros que su padre ocultaba, aquella verdad que espero conseguir no le importo cuando supo las intenciones de Gianna y aunque Mikasa estrechara su mano para detenerlo, Eren huyó de allí detrás del capitán Levi. Su corazón también palpitaba al ritmo del de Gianna, agitado y lleno de adrenalina, la que necesitaba canalizar porque Eren llegaría a la locura si dejaba a Gianna ir. No podía hacerlo y aunque fuera egoísta, a Eren no le importaba, necesitaba a Gianna con él aunque ella lo odiara o él a ella. La amaba, porque su alma y la de ella se habían vuelto una, pero eso a Gianna no le importaba. Ella subió al muro con su equipo de maniobras tridimensionales, huía con toda prisa.

—¡¡Espera!!—Gianna soltó una bocanada de aire, quedando casi el borde del muro donde se detuvo cuando oyó el llamado del capitán Levi, justamente Gianna cayó al suelo sin aire.

—Se acabó. Déjalo así.—le pidió ella cuando el capitán Levi se acercó inclinándose ante ella,  para Gianna ver como la miraba detenidamente.

—¿Huyendo?—le cuestionó, denegando ante eso, para Gianna dejar caer las lágrimas que había estado aguantado desde hace horas atrás.

—Ya no podrá protegerme dos veces.—indicó ella, mientras que ambos mantenían la mirada, la brisa removía el cabello de Gianna.—Usted lo sabe, más que nadie sabe que no puedo seguir aquí.—afirmó ella, con impotencia ante él.

—Gianna, ¿qué carajos estás haciendo?—le preguntó él, desconcertado por su actitud.—Vuelve aquí. Lo hablaremos, habrá una solución. Es lo que Erwin hubiera querido.—afirmó él.

—¡Erwin está muerto!—exclamo, dejando un frío ambiente ante el capitán Levi, quien soltó una bocanada de aire ante ese comentario de ella.—Todos están muertos. Incluso Berthold, fue mi culpa.—decía ella, respirando agitadamente.—Vine aquí para recuperar al titán fundador y al titán de ataque, pero jamás creí que me enamoraría de la persona que sería mi objetivo. Me enamoré de Eren.—articulaba ella, viendo al capitán Levi bajar la cabeza.—Tenía dos opciones. Retroceder ante mis principios e intentar buscar una solución para salvarlos a todos, o simplemente cumplir con mi misión. Pero, no lo hice. No tome ninguna decisión y lo eche todo a perder. Ustedes no tienen culpa de lo que piensa mi gente, ni tampoco merecían vivir así y lo supe cuando conocí a Eren.—musitó.

—¿Vienes del mismo lugar que Grisha Jaeger?—le preguntó el capitán Levi, entendiendo aquel extraño rompecabezas que parecía atarlo todo, pero el avanzó en cuanto Gianna se arrastró.—¡Espera!—le pidió el capitán Levi, estrechando su mano para verla negar.

—Capitán, por favor.—ese llamado, esa clemencia aflojó los músculos del capitán Levi tanto que el desprendimiento hacia ella desvaneció con vague, lo único que le restó fue llevar su mano hasta la cabeza de Gianna, hasta acariciar su cabello suavemente.—Déjeme ir, por favor.—pidió, sin ella entender ese sentimiento afligido de Levi y el temor de dejarla ir nuevamente.

—No puedo.—expresó él, mirándola como sus grisáceos ojos que esperaba no humedece.

—¿Me dirá después de tanto tiempo la razón?—le preguntó Gianna esperando oírlo, esperando oír la verdad que abrumaba su corazón.

—Aunque te lo diga no cambiará nada. ¿Verdad?—cuestionó él, para ver a Gianna bajar la cabeza, le dolía su cien demasiado y es que, no podía dejar de pensar en Eren por un momento.

—Entonces es cierto.—musitó ella, quedando aturdida.—Toda mi vida ha sido una cruel mentira.—añadió, sumamente aturdida.—Y aún así, me pide que me quede aquí.—esbozo.

—¡Porque no quiero perderte otra vez!—exclamó él con esa impotencia que lo asustaba.—He perdido demasiado. No puedo permitirlo.—añadió, bajando la cabeza.—Se lo prometí a tu madre.—añadió, para Gianna respirar hondo.

Ella se estrechó para así abrazar fuertemente al capitán Levi. Él no se esperaba ese abrazo, pero lo acepto. Aunque oyó claramente la petición de su hija, Levi no pudo evitar sentir ese inmenso vacío acorralarlo, aquel que lo asustaba en las noches donde no podía dormir pensando en su hija. Abrazó fuertemente a Gianna, era melancolía para él, una melancolía que le atravesaba el corazón. Levi nunca la vio nacer, ni tampoco crecer. Era una impotencia agonizante que le hacía vivir de una manera amarga, porque ahora en este momento oía la despedida de su hija con cautela para así terminar de desechar los añicos de su corazón que aún habitaban en él, porque resistió el tener que ver como su hija tenía los mismos ojos que la mujer que amo y perdió por su soberbia en aquellos tiempos. Las lágrimas de Gianna cayeron, plasmándose en la capa verdosa de su capitán, aquel a quien estimaba más que a cualquier otra persona. Él no quería soltarla, no quería hacerlo, pero tuvo que. Gianna y él se levantaron, sin decir nada tan solo el capitán Levi observó como ella iba al borde.

Se oyó el sonido de un gas, aquel que hizo que Gianna se detuviera para girarse y sentir todo su mundo detenerse, pero más que el de ella, el de Eren. Su pecho subía y bajaba con desesperación. Eren la veía con esos azulados y verdosos ojos que la habían enamorado como nadie nunca lo hizo, la veía esperando ver que Gianna retrocediera del borde de aquel muro y se acercara a él, pero era mucho pedir después del gran daño que ambos se habían causado. La brisa los acompañaba, los abrazaba en ese momento tan tenso para ambos. Eren se acercó, pero el brazo del capitán chocó contra su pecho para detenerlo en su movida y aquellas palabras que le susurró, lo marcaron durante los próximos años.—Déjala ir.—fue lo que le pidió el capitán Levi a Eren ese día, donde todo para él desvaneció. Y así fue, Eren la vio irse. Ni siquiera pudieron decirse nada, Eren solo vio como ella saltó del muro. Para él, había sido como un desprendimiento tan fuerte, que no pudo moverse durante horas, esperando con esperanza que todo fuera una pesadilla y que Gianna decidiera volver por él. No podía abandonarlo, no podía dejarlo sin más, pero lo hizo. Gianna se había ido de ese lugar.

—Se acabó.—artículo el capitán Levi, quien se encaminó en cuanto dejó de sostener a Eren.

Eren no dijo nada. Se mantuvo en silencio, como si todo su mundo se hubiera detenido. Si. Realmente había acabado, y con eso, el inicio de los aplausos y el bullicio de los pueblerinos cuando los últimos héroes del muro María llegaron, no cambió nada en Eren ese día. La mayoría de las personas los aclamaba como salvadores, pero las élites bajaban la cabeza en medio de una consagración cuando se oyó la terrible noticia del fallecimiento del comandante Erwin. Eren no volvió a ver la luz del sol ese día, porque desde que supo lo que sería vivir sin Gianna, su cielo se pintó tan gris que hasta a él mismo le aterraba no volver a ver el sol. Eren sostenía aquellos libros, y la llave en su cuello continuó mientras que sus amigos le miraban. El comandante Erwin no volvería como todos los que consagraron su corazón, y aunque la verdad estuviera ahí para Eren nada de eso había valido la pena, porque ese amanecer que vio el muro ShingaShina le quitó las esperanzas y lo que Eren no se imaginaba era que realmente nada había acabado, ese día apenas empezaba lo que sería para él una condena que lo perseguiría hasta que llegara el día donde tendría que partir.

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