𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐨𝐜𝐡𝐨

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El amanecer de ShingaShina; parte dos.
Omnisciente.
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Año 850
Día de la restauración al muro María.
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Los escombros de aquella casa aún escondían el cuerpo de Gianna, quien intentaba de inmovilizarse tan pronto salió de su inconsciencia. No lo había visto venir. Aquel ataque de Mikasa fue imprevisto para ella. Maldecía adolorida, sacándose de encima los escombros. A este paso, Reiner debió haber sido derrotado y no era algo que le mortificaba. Los cimientos yacían ensuciando su ropa, al igual que su cabello, estaba repleta de tierra y polvo. Respiro hondo, intentando de mantener la cordura. Aún las detonaciones se oían, incluso en la lejanía, Gianna podía presentir que Reiner debía continuar bajo ataque y no había forma de que ella pudiera impedirlo. Realmente Gianna no estaba en ningún bando, si no en el suyo mismo. Levantó la mirada. Gianna quería una respuesta, porque aún no podía decidir que era lo correcto. Aunque quisiera destruir a la legión para poder volver a su hogar, no tenía el valor de hacerlo. Más aún, Gianna no estaba en negociación para poder decidir, desafortunadamente este era su camino y aunque no fuera tan valiente como antes, Gianna ya había renunciado a ellos.

Ella miró al muro. Encima de ahí yacía el comandante Erwin, aún examinando lo que sucedía en ambas partes. Tanto el interior como el exterior estaba ardiendo en cenizas con ambas batallas, Gianna continuó caminando, aún con la pesadez en su cuerpo deseó acercarse al muro. Si tan solo tenía la oportunidad, la aprovecharía. Gianna estaba resentida, también dolida, pero no era momento de pensar en lo que ella sentía. Gianna era una guerrera, le gustara o no, pertenecía a una nación muy lejos de aquí. Una igual de injusta y cruel, por eso lo entendía. No importa a donde vaya, a quien apoye o destroce, el mundo podría ser igual de cruel en donde sea. Así que no tenía opción, porque aún esto no había terminado y si pensó que el amor la salvaría, fue demasiado ingenua, porque no había manera de que ella y Eren se miraran después de todo lo que había sucedido. Era pena y vergüenza, pero más que eso en ella, Eren sentía repudiado por ella, como también desilusionado. Ella subió al muro, mirando a su ex comandante.

—Comandante Erwin.—la brisa removió su coleta, mientras que ella lo miró detenidamente.

—Gianna.—le llamó él, ambos quedaron de frente, aunque aún estaban en la lejanía.

—Si me escucha, podré decirle mis intenciones y también como derrotarlo.—indicó Gianna, para así señalar con su dedo más allá del muro.—Puedo decirle cómo derrotar el titán bestia.—dijo.

Ahí se quedaron, viéndose el uno al otro. Erwin fue el único ese día en saber las intenciones de Gianna, en oírla detenidamente y entenderla. Encima de los tejados, recibiendo los cimientos de rocas partidas alrededor, el capitán Levi veía como el comandante Erwin caí parado frente a él. Estaban en desventaja, perderían si no se acataban a la petición de Gianna, la única persona que podría salvarlos de este infierno. En la lejanía, hacia donde Gianna se dirigía en busca de Reiner, los demás veían anonadados como Reiner había sido por vencido después de tanto. Sasha y Connie lloraban, era inevitable no sentir esos sentimientos, Reiner también fue su amigo en algún momento y eso era lo que Eren sentía. Al sargento había dado un llamado a otro ataque, mientras que Armin denegaba por la falta de comunicación que hubo, deseaba haberle dado una opción a esos que tenían derecho hablar y fue en ese momento en que el rugido de Reiner hizo un llamado a sus compañeros antes de decaer. Era ese momento donde el titán carreta se removía, se acercaba el mayor enemigo.

—¡Ataquen ahora, usen toda las lanza relámpagos, hay que acabar con él!—dijo una abatida Hange, pues los golpes de Gianna la habían dejado un poco adolorida en su cuerpo.

—¡No, paren, tenemos que alejarnos de Reiner!—aviso Armin, alarmando a todos.—¡Miren al cielo, nos caerá encima el colosal! ¡Hará estallar todo el distrito!—continuaba diciendo, mirando como en el cielo hacia un barril dirigiéndose a ellos.

—¡Soldados, aléjense del titán acorazado, se aproxima el colosal, va caernos encima!—añadió la sargento, alejando a todos sus cadetes, hasta que del barril abierto se oyó un fuerte grito.

—¡¡Reiner!!—los soldados se detuvieron cuando visualizaron a Berthold, se detuvo ido cuando vio el estado inmóvil de su compañero Reiner.

—Aún no he visto a Gianna. No la he visto.—decía Eren a sí mismo, sin ni siquiera saber el altercado que casi inmoviliza a la sargento Hange y Mikasa.

—Eren, ¿qué sucede?—le preguntó Mikasa cuando noto a su titán inmóvil, Eren estaba allí, observando el vapor de donde provenía Reiner.

—¡El objetivo se acerca por al frente, es Berthold!—aviso el subordinado de la sargento Hange, quien idealizaba un plan, mientras Armin pensaba para así adelantarse hasta ella.

—Está es nuestra última oportunidad para negociar.—interrumpió el rubio de ojos azulados, adelantándose al paso de los demás para llegar hasta Berthold quien le vio a lo lejos cuando Armin lo llamo en un fuerte exclamó.

—Armin, ¿qué demonios estás planeando?—se preguntó Eren para sí mismo, viéndolo a lo lejos.

—¡¡Berthold, vamos a negociar!!—pidió Armin, retenido en un tejado para ver a Berthold.

—¡¡Les dire lo que quieran, pero a cambio todos deben morir!!—respondió, dejando ido a Armin.—¡¡Nosotros tenemos dos peticiones, queremos a Eren y que muera la gente de las murallas, esta es la cruda y triste realidad!! ¡¡Armin entiende, ya se tomó la decisión!!—afirmo, en un grito.

—¿Qué? ¡¡Oye!! ¿¡Quien fue el que decidió eso?—se preguntó Armin, sumamente desconcertado.

—Fui yo.—la voz de Gianna heló a Armin, por alguna razón era ella a quien él esperaba y a la lejanía, Eren soltó una bocanada de aire al verla.

—Gianna.—la llamo Armin, girándose para verla con detenimiento, se veía toda golpeada, pues varios escombros le cayeron encima.—Escuc...

—No. Detente.—le pidió Gianna, de una manera sutil para así Armin ver como Berthold llegó hasta atrás de Gianna, protegiéndola.—No nos dirás que están torturando a Annie, sabemos que eso no es cierto.—indicó Gianna, mirándolo.

—Solo quiero escucharte.—interrumpió Armin.—Gianna, se que no eres una mala persona y que quizás, debimos haberles dado la oportunidad para hablar pacíficamente. Por favor, permíteme escucharte y entenderte, así como tú hiciste conmigo.—expresó Armin, intentando de acercarse a Gianna, pero Berthold sacó sus hojas, intimidado a Armin, quien le miró.—Gianna, somos tus amigos, lo somos.—afirmó él, logrando ver una expresión tibia en ella.

—Es ella. ¿Esta de nuestro lado?—se preguntaba Connie, mirando a los demás, quienes miraban.

—No.—afirmó Mikasa Gianna fríamente, quien bajó del tejado de manera sigilosa.

—Miente. Está mintiendo Gianna.—afirmó Berthold, notando a Gianna débil emocionalmente.—Nosotros somos tus amigos, ¿lo recuerdas?—le preguntó, torturándola.—Por eso estamos aquí, porque nos protegíamos. Aún así en los días donde te alejabas y no querías hablar, estábamos ahí, en la puerta de tu casa para preguntarle a tu enferma madre por ti. Todo lo que Reiner ha hecho, es para poder devolvernos porque es nuestro amigo y no podemos dejarlo morir. Gianna por favor, somos tu familia. Nosotros somos los que ganamos.—decía Berthold con sentimiento, haciendo que los ojos de Gianna se humedecieran.—Hazlo por Marcel.—añadió, para verla bajar la cabeza.

—La manipulas.—comentó Armin, negándose ante el estado emocional donde Gianna estaba.

—Te equivocas.—respondió Berthold, colocando a Gianna detrás de él.—Se lo que planeas. Intentas ganar algo de tiempo, ¿no?—le preguntó Berthold, sosteniendo su hoja.—Así empezarán a rodearnos poco a poco, haces esta falta, ¡mientras que los demás van a eliminar a Reiner! Viendo la situación estás de pie sin parar de temblar porque no puedes hacer algo más solo que manipular a Gianna.—añadía Berthold.

—Si ya sabías eso, ¿por qué aceptaste hablar conmigo?—le preguntó Armin, mirándolo.

—Para poder comprobar algo, quería saber si al verlos a todos ustedes lloraría como aquella vez y volvería a suplicarles su perdón, pero estoy muy tranquilo y aunque para mi son amigos importantes, esta vez no pensaré en matarlos.—comentó Berthold, mirando a Armin fijamente.

—Entonces, ¿van a matarnos porque somos engendros del demonio?—le preguntó Armin.

—Gianna no los matará. Ella es muy buena para este lugar y por eso, quiero que vuelva a su querido hogar.—indicó Berthold, girándose para ver a Gianna.—Ella más que nadie se ha corrompido por intentar salvarnos a ambos, pero nadie nunca pensó en cómo salvarla a ella, ni siquiera nosotros.—añadía, mientras que Gianna le miraba con sus ojos humedecidos.—Como ustedes, ella es importante para mi y no han hecho nada malo, pero aún así todos deben morir. No tenemos otra opción.—indicó, mientras que Gianna se agachó en cuanto Mikasa sobresalto encima de ella, golpeando a Berthold.

—¡No!—denegó Armin, en cuanto Gianna pateo fuertemente a Mikasa, quien rodeó por el tejado para así Berthold lanzarle la hoja a Armin.

—¡Detente!—le pidió Gianna, chocando su hoja contra la de Mikasa para así, Berthold impulsarse con su equipo de maniobras tridimensionales.

Gianna no quería pelear, por eso le pedía a Mikasa que se detuviera. A Gianna no le quedó opción, así que se detuvo ella. Armin creía que ella era una buena persona, pero realmente en el fondo, Gianna no creía que lo fuera. Aunque, su único anhelo era el mismo que el de Armin. Quería algo pacifico, pero jamás se podría. Su mirada y la de Mikasa describirán el desprecio que se sentían ambas la una a la otra. Los grisáceos ojos de Mikasa podían ver la abertura que le realizó con ese pasado corte días atrás. Gianna deseaba herirla de igual forma, pero se negó. Bajo su hoja, demostró misericordia y Mikasa tan solo la miró detenidamente. Vio en sus ojos el llanto oculto que habitaba en su alma. Gianna estaba cansada de pelear, porque llevaba peleando desde antes de venir a este lugar. Fue lo que Armin notó, él fue el único que vio el destello de tristeza que habitaba en Gianna. Ella soltó sus hojas, se había rendido y Eren lo veía, pero eso no haría que las cosas fueran fáciles. Esperaba que el comandante Erwin pudiera resolverlo todo, porque ella le dejó en sus manos la oportunidad para detener este horrible caos que se estaría aproximando.

Armin continuó mirándola, fue acercarse a Gianna de manera pasiva, no quería pelear tampoco. Armin quería lo mismo que ella, paz. Una que ninguno de ellos conocía desde que nacieron en este cruel mundo y aunque Armin no lo subiera, más allá de los muros era igual que este lugar donde nacieron, muy cruel e injusto, muy frío y amargo. Los tres miraron el destello de luz en el cielo, aquellos rayos se fragmentaron en el cuerpo de Berthold y para quienes estuvieron cerca de él, fue demasiado tarde. Armin apretó el cuerpo de Gianna contra el suyo, mientras que Mikasa los cubrió cuando la ventisca brusca arremetió en contra de ellos. El titán colosal cayó en el distrito ShingaShina nuevamente, para Eren era un presagio que volvería abrumarlo hasta hacerlo expulsar la impotencia que vivía en su corazón. Miraron a la lejanía la detonación que se formó. Gianna se mantuvo aún lado de Armin y Mikasa, para así Armin incitarla a irse con él, pero ella no podía. Estaba muy avergonzada y más cuando Eren estaba ahí, observándola desde el interior de su titán, aislado del desastre en el centro.

—Gianna, ven con nosotros.—pidió Armin, mientras que Mikasa la veía también.

—Te agradezco por creer que soy buena persona.—musitó Gianna, cabizbaja.—Eres mi amigo.—afirmó ella con sus labios temblorosos.—Pero, no soy buena persona Armin. Tengo las manos manchadas.—indicó ella, entristecida.

—Somos iguales.—interpuso Armin, levantando sus manos para expresarle su sentir.—Yo tampoco soy una buena persona, pero eso no implica que no tengamos oportunidad para serlo.—expresó él, intentando de acercarse a ella.

—No lo entiendes. Esto es más grande que todos ustedes, si no hago esto lo perderé todo, más de lo que he perdido.—respondió Gianna.—Tú, el capitán Levi, como el comandante Erwin y Eren son las personas que más quiero salvar, pero para eso debo sacrificarme.—añadió, llorosa.—Así son las cosas Armin.—afirmó, bajando la cabeza.

—Entonces, por favor, déjanos ayudarte.—insistió Armin, mientras que Gianna se negó.

—Tengo que cumplir con mi deber como guerrera que soy y ustedes no son parte de eso.—indicó.—Ya no pelearé más. Pero no se interpongan.—añadió ella para aislarle de ellos, sin decir más.

—¿A donde vas?—se Eren, no podía moverse, pero si hubiera sido Armin, hubiese retenido a Gianna por más tiempo junto a ellos.

—Lo lamento.—fue lo que esbozó Gianna, mientras se impulsaba entre los tejados.—Pero elegí. Y ustedes no fueron mi decisión.—afirmó.

Ella no lo sabía. Pero más allá, estaba pasando algo más tenebroso. El comandante Erwin estudiaba sus últimas apuestas, mientras que los demás se reunían, buscando una salvación cuando el titán colosal empezó a incendiar todo. Gianna se impulsó en el aire, sin saber que rodeaba el querido hogar de su gran amor. ¿Podían culparla? Gianna estaba ahí sin deseo, sin una opción. Así que, una parte de lo que Berthold dijo fue más que cierta. Gianna no merecía estar ahí, ni sentir lo que sentía. La empatía, todo el aprecio que nació en ella, fue porque tenía humanidad y no quería ser la persona que debía ser para cumplir un objetivo. Había perdido a Marcel, pero también a Annie y lo menos que quería era perder a alguien más. Gianna no quería pelear y si hubiera tomado la decisión correcta, las cosas seguirían igual, no importaba la decisión, todo debía ser de esa forma. Aunque fuera cruel e injusto, Eren también lo sabía, no había más objetivo y por eso atacaba al titán colosal sin un avance alguno. Gianna se paraba en la cima del muro para ver.

—Aún sigues de pie.—musitó, viendo al titán bestia lanzar misiles de rocas que masacraban a los soldados, eran esos gritos que estremecían a Gianna, cada uno de ellos muriendo justo ahí.—Comandante, ¿qué está haciendo?—se preguntó.

Gianna, lo lamento.—indicó el comandante Erwin, murándola.—Si tan solo le hubiéramos dado una oportunidad para que dijeran lo que sucedía, pudimos haber evitado todo esto.—añadió él, luego de oír el punto de Gianna.

—Comandante Erwin, se que aún así eso no justifica mis acciones, pero quiero hacer lo correcto.—decía ella, desesperada.—No hay manera de que detengan al titán bestia sin una distracción.—contaba ella, mirándolo.—Puedo distraerlo. Me descubrirá y quizás me aniquilara, pero puedo correr el riesgo para que el capitán Levi lo tome de sorpresa, por favor déjeme ayudar.—expresaba Gianna, insistiendo.

—No puedo permitir que te pierda.—respondió Erwin, llevando su mano hasta el hombro de Gianna para inclinarse a su altura.—Has luchado con honor en la legión de exploración Gianna, te libero de tu cargo, yo me encargare lo prometo.—musitó el comandante Erwin, antes de abrazarla.

—¿Por qué deje que se encargará?—se preguntó Gianna para girarse bruscamente, viendo como el titán de Eren recaía sobre el muro, bruscamente.—Berthold, no vas a dejar que se les haga fácil, pero... ¿realmente eres capaz de matarlos?—Gianna miró con detenimiento como el titán colosal lanzaba cimientos en llamas a las casas.

—¡¡Eren!!—ella oyó la voz de Armin, los demás yacían allá, donde Reiner aún combatía para sobrevivir y más cuando la sargento reapareció con más impotencia luego del ataque de Berthold contra ellos, el mismo que casi la mataba.

—Armin.—él levantó su mirada cuando vio a Gianna, quien corrió hasta ellos, apresurada.—¿Qué intentas hacer?—le preguntó cuando lo veía incitar a Eren levantarse, pero no había nada.

—El titán bestia está acabando con todo allá afuera.—expresó Armin, viéndolo a lo lejos.—No tenemos opción.—indicó, atravesando su hoja contra el pecho del titán de Eren.

—¡Se acabó, ya no sigan peleando!—pidió Gianna, acercándose a Armin bruscamente.

—¡¡Eren despierta, vamos a ver el mar amigo!!—pedia Armin, haciendo que Gianna suspirara.

—Armin.—lo llamo Gianna, afligida a lo que decía él, su pecho se apretó por tanta nobleza.

—¡¡Eren, todos nos están esperando, somos su única esperanza!!—indicaba Armin, para así Gianna alejarse en cuanto el titán de Eren empezó a levantarse.—¡¡Si tan solo me ayudas a distraer al titán colosal, podré acercarme para que utilice su vapor hasta desgarrar su energía, así sus membranas estarán débiles y podrás atacarlo por la nuca!! ¡¡Ganaremos!!—contaba.

—Si, ¡solo si mueres!—exclamaba Gianna, para así ver cómo el titán de Eren bajaba la cabeza viéndola, creando una leve tensión en ellos.

—Eren, ese es todo el plan. Escucha si hacemos todo correctamente y al final logramos engañar a Berthold, esta pelea la ganaremos nosotros.—decía.—decía.—Que funcione o no, dependerá únicamente de que tenga la fuerza suficiente. Eren lo siento, pero no quiero morir sin ver el océano, así que voy a soltarme hasta que sienta que no pueda más. Ya sabes, porque yo no tengo madera de héroe como tú.—continuó diciendo Armin, sonriendo de lado.

—Armin, eso no es cierto...

—Eren, solo confía en mi. Prometimos que iríamos juntos al mar, ¿no es así? Dime, ¿alguna vez en mi vida te he mentido?—le preguntó Armin.—Así que pase lo que pase, ¡debes seguir el plan hasta el final!—dijo, bajándose del titán.—Así, podremos hablar todos. No es así, ¿Gianna?—le preguntó Armin, sonriéndole.

—No estoy del lado de nadie. Entiéndelo.—dijo Gianna entre dientes, mientras que Eren le veía.

—Exacto.—afirmó Armin, acercándose a Gianna.—Estás aquí porque quieres ayudarnos.—comentó Armin al verla.

—¡No quiero que ninguno muera!—exclamó Gianna.—¡Entiéndelo, por favor!—añadió.

—Gianna, por eso debes ayudarnos. Si logramos inmovilizarlos, todos podremos hablar. ¡Lo prometo!—exclamó Armin, llevando sus manos a los hombros de Gianna.—Por favor, confía en mi.—pidió, para ella bajar la mirada.

—Armin, ¿por qué?—se preguntaba Eren, mientras veía como Armin miraba a Gianna.—Después de todo, aún confías en ella.—decía.

—Entonces yo lo haré.—afirmó Gianna.—Es la única manera de al menos hacer algo bueno.—añadió, para Eren tensarse ante eso.—Yo distraeré al titán colosal, mientras que Eren lo ataca por la espalda. Quizás, luego podríamos hablar.—dijo ella, levantando su mirada para ver detenidamente al titán de Eren.

—Pero, podrías...

—No importa.—interrumpió ella.—Después de todo, ¿qué más podría perder de lo que he perdido?—se preguntó ella, sosteniendo sus hojas.—Por cierto Armin, gracias por creer que soy una buena persona.—afirmó para así lanzarse al vacío del muro, conjunto a Eren quien cayó.

—¡Maldición!—se quejó, desvaneciéndose por la muralla para caer bruscamente al suelo.

Armin gruñó en cuanto la mano del titán colosal, desgarró la cima del muro, detonando con vapor sin visualizar que sería Gianna la que encubriría a Armin. Berthold se quedó inmóvil, viendo a Gianna incrustar sus ganchos contra su encía. Reiner quebraba igual los tejados, luchando con su antiguo grupo para intentar sobrevivir. Sasha habría resultado herida y no les quedaba más opción que utilizar las últimas lanzas. Querían aniquilarlo, aquí y ahora, era el resultado final. El vapor sobresalía del cuerpo de Berthold, él entendía porque Gianna estaba ahí frente a él, aguantando todo ese vapor. No era solo porque quería hacer lo correcto, Gianna se había enamorado y le dolía más que nada ver que Eren no podía perdonarla. Ella quería redimir sus errores y aunque eso fuera traicionando a su nación, lo haría porque era lo correcto. Gianna debía detenerlos, debía haber una manera pacífica donde todos pudieran hablar, pero era un sueño muy lejano que Gianna dejaba de ver. La manga de su brazo se desprendía y su piel empezaba a quemarse. Berthold no quería hacerlo, pero él no se detendría y con lágrimas en los ojos expulsó más vapor contra ella.

Gianna era su amiga, y realmente la quería, pero él haberla traído aquí, le costó perderla de por si. Berthold vio con detenimiento cómo el cuerpo de Gianna se desprendió en cuanto Armin lanzó sus equipos de maniobras tridimensionales contra él. Gianna no lo soporto, pero estaba muy inconsciente para detenerlo. Que valiente era Armin. Aunque creyera ser débil, estaba sometiéndose a una onda de calor que lo quemaría. En unos minutos Gianna casi perdía su brazo, Armin ya se estaba deshaciendo. Eso era la amistad, de eso se trataba y por eso Armin decidió acatarse a su corazón tan noble mientras que Berthold se cuestionaba el sacrificio de Armin, él ya no podía respirar. Se retenía, ganaba tiempo para Eren, quien sobresalió de su titán. Él ni siquiera había visto a Gianna, así que la adrenalina lo contagió por la preocupación. Ese vapor que se expulsó en contra de Armin y sus sueños, hizo que Eren se elevara en el aire. Ante sus ojos creía que era Gianna, creía que la perdería y por eso se apresuró, sin saber que era su mejor amigo el que salió expulsado de ahí sin poder respirar y anhelar su hermoso sueño.

—¡¡Te tengo!!—exclamó Eren en el aire cuando noto que berthold dejó de expulsar aire, quien veía aturdido el titán cristalizado de Eren. 

El titán colosal empezaba a desvanecer mientras que Eren retuvo en sus manos el cuerpo de Berthold. No le dio tiempo de que sus extremidades se regeneraran, así que quedó inconsciente por el brusco desprendimiento. El corazón de Eren palpitaba velozmente, su pecho subía y bajaba, porque no podía contener la preocupación que habitaba en él, más aún cuando lo último que creyó ver fue el cuerpo de Gianna expulsarse por completo hasta el tejado. Todo había acabado. El titán bestia había caído, con un fuerte sacrificio como el titán colosal, mientras que Reiner fue inmovilizado por la sargento, Eren empezaba a caminar. Lo logró. No, realmente Armin lo había logrado. Su plan sin duda fue una salida para toda la legión, o al menos lo que quedaba de esta. Eren subió con su equipo de maniobras tridimensionales hacia el tejado, para quedar aturdido cuando vio a Gianna inconsciente e inmóvil, con su brazo derecho al descubierto y quemado en carne viva. Se quedó sin aire. Eren no pudo procesar la imagen tan morbosa que estaba viendo. Sus ojos se humedecieron de inmediato, que cruel todo.

—Lo sabía. Tú nunca has escapado, eres un verdadero héroe.—murmuro Eren con sus labios temblorosos mientras dejo de arrastrar a Berthold, mirando aturdido la fría escena de Armin rostizado aún lado de Gianna mientras que el brusco ruido que ocasionó aquel titán hizo que Eren levantara del suelo a Berthold, apuntándole con su hoja y cubriendo a Gianna.—¡Ni se te ocurra acercarte! ¡Si intentas llevártelos, los mataré!—amenazo Eren ante aquel titán, para ver a un hombre barbudo y rubio de anteojos.

—¿Eres Eren Jaeger?—le preguntó aturdido, viendo a Eren tambalear constantemente.—Vaya, no te pareces en nada a papá.—comentó, Eren le miró sumamente aturdido sin entender eso.—Eren, confía en mí. Yo sé todo lo que has pasado, ambos somos víctimas de ese hombre.—decía.—Escucha, papá te lavo el cerebro.—detalló.

—¿Dijiste papá?—se preguntó Eren, sosteniendo a Berthold afligido mientras encima del muro el capitán Levi se acercaba como un demonio.

—No puede ser. Ese enano me siguió hasta acá.—comentó aquel desconocido, para mirar a Eren nuevamente.—Bien, de acuerdo Levi, vamos a dejarlo como un empate. Berthold, Gianna, lo lamento. Hasta aquí llegaron.—indicó frío.—Eren, algún día regresare para salvarte.—dijo, aislándose como aquel rápido titán en cuanto el capitán Levi tocó el tejado bruscamente.

—¡Use todo lo que me quedaba de gas, iré tras él! ¡Rápido, denme sus cuchillas y gas! ¡De prisa!—le pidió el capitán Levi, sin ver lo que había allí y mientras Eren intentaba desvanecer sus equipos, un grueso suspiro le hizo tensar como a Levi.

—¡Armin!—grito Eren, lanzándose al suelo aturdido aún lado de Armin, oyéndolo respirar.

—¿Qué carajos?—se preguntó el capitán Levi, abriendo sus ojos grandemente cuando vio a Gianna inmóvil en el suelo aún lado de Armin.—No puede ser.—indicó fríamente, viéndolos para girarse y oír un leve chillido de Mikasa.

—¿Qué?—se preguntó Mikasa encima de aquel tejado, llevando su mano a la cabeza.

—¡Perfecto, sigue vivo!—grito Eren en victoria, movilizándose para acercarse a Gianna, ella también respiraba, pero a diferencia, Armin estaba casi moribundo.—¡Armin, solo sigue respirando! ¡Resiste, vamos, respira!—le pedía desesperado.—¡Capitán, dele el suero ya!—pidió Eren, mientras que el capitán Levi no decía nada.—¡Convierta a Armin en titán, así podrá devorar a Berthold!—le decía Eren al capitán Levi.—¡Por favor, dele el suero!—seguía insistiendo Eren.

—Si.—asintió el capitán Levi, arrodillándose en el tejado mientras que buscaba la jeringa, no podía dejar de mirar a Gianna tan mal herida.

—Capitán Levi, por fin lo encontré, ¡el comandante Erwin está muy herido, tiene abierto el estómago, todos sus órganos están desechos, no deja de sangrar! Creo que usted, podría utilizar el suero con él. ¿Qué opina señor?—el capitán Levi quedó aturdido en cuanto la voz de Flotch resonó en aquel tejado, trayendo en su espalda al comandante Erwin Smith, después de todo, fue él quien se sacrificó para que el capitán Levi inmovilizara al titán bestia, pero fue en vano y eso le repudió a Levi en ese instante.

—Él aún sigue respirando. Todavía sigue con vida.—detalló el capitán Levi cuando se colocó aún lado del comandante, examinándolo.—A quien voy inyectar será el comandante Erwin.—alertó, dejando a Eren anonadado por eso quien se levantó para quedar frente a frente con el capitán Levi quien se inmovilizó por eso.

—Usted dijo que Armin iba ser el elegido.—expresó Eren entre dientes.—Después de todo, él lo hizo para salvar a Gianna.—añadió Eren, sumamente tembloroso ante el capitán Levi.

—Está jeringa, será para quien pueda salvar a la humanidad.—artículo el capitán Levi, mientras que las hojas de Mikasa sonaron cuando las sacó de sus equipos, creando una fuerte tensión.—Ustedes, ¿acaso tienen idea de lo que están haciendo? Erwin es el comandante de la legión, ¿de verdad quieren que lo deje morir?—les preguntó el capitán Levi, Eren aún no se iba de su lado, lo desafiaba en su mirada y autoridad.—Ya no tenemos tiempo, así que ya no se entrometan.—pidió moviéndose, hasta que Eren apretó el estuche contra su mano.—Haz aún lado tus sentimientos, Eren.—le dijo, sutilmente con su rostro empalado de sangre, mirándolo.

—¿Hacer aún lado mis sentimientos?—se preguntó Eren lloroso.—Entonces, ¿dígame porque no me dio el suero cuando se lo pedimos?—cuestiono, mirando al capitán Levi verle.

—Considere la posibilidad de que el comandante Erwin siguiera con vida.—respondió, fríamente.

—Eso no es cierto, nadie podía esclarecer que Flotch traería al comandante medio muerto.—difería Eren de él, aún en cercanía con Levi, Mikasa no soltaba sus hojas para nada.

—Aunque eso sea cierto, el comandante Erwin está aquí, por lo tanto será él.—recalcó el capitán.

—¿Y si hubiera sido Gianna? ¿Escogería al comandante?—le preguntó Eren, para así desatar una fuerte furia del capitán Levi quien le golpeó tan fuerte la mejilla que le deshizo los dientes.

—¡¡Ah!!—grito Mikasa, abalanzándose contra el capitán Levi, quien sostuvo la jeringa fuerte.—¡¡Démela, por favor!!—pidió Mikasa, para así abrir sus ojos grandemente cuando sintió una presión en su cuello, era Gianna contra ella.

Mikasa quedó abrumada, necesitaba utilizar su fuerza para sacarle de la mano la jeringa al capitán, pero Gianna la retenía bruscamente. Sus ojos la miraron, los ojos del capitán Levi miraron a Gianna quien retenía a Mikasa con su brazo derecho, él mismo que yacía quemado en carne viva. Se veía el cansancio en ella y aunque se encontrara entre la espada y la pared, el capitán Levi tenía que traer de vuelta al comandante. Gianna impulsaba el cuerpo de Mikasa hacia atrás, ella gruñía ante eso, pero no podía atacar a Gianna, solo resistía valientemente contra ella hasta que Eren se levantó con su boca despedazada para empujar a Gianna. Lo hizo, pero con mucho dolor en su alma. Eren y Gianna se miraron, los dos inclinados en el suelo del tejado para así empujarse más bruscamente cuando Eren intentó defender a Mikasa, y Gianna al capitán Levi. El amor que se tenían desvaneció. Gianna no entendía la situación, estaba casi inconsciente nuevamente, pero quería defender al capitán Levi y por eso pateo fuertemente la mandíbula de Eren para retenerlo lejos. Eren se veía desilusionado, se veía sumamente dañado.

—¡¡Suéltame!!—pidió Gianna cuando Eren la retuvo fuertemente contra el suelo, apretándole su brazo en carne viva, haciendo que sus ojos se humedecieran de inmediato.—¡¡Ahh!!—gritaba mientras Eren estiraba su brazo hacia atrás.

—¡¡Se acabó!!—indicaba Eren, para así Gianna inclinar su cabeza hacia atrás, chocando la frente de Eren quien la soltó y se alejó lloroso, cuando Gianna se intentó levantar para recoger la hoja y atacar a Mikasa, Eren pisó su mano para que ella soltara la hoja que él sostuvo y colocó en su cuello, deteniéndose en seco antes de atacarla.

—¡¡No!!—grito el capitán Levi, intentando de retener a Mikasa, mientras veía a Eren estar encima de Gianna, quien lo miraba llorosa.

—No puedo. No puedo perdonarte... —musitó en un leve sollozo.—¡Él lo hizo, y míralo!—le grito Eren, llenándola de culpa para ella sollozar.—No voy a dejar que nos arruines más.—añadió Eren.

Eren estaba enojado. Tan enojado que sus manos temblaban mientras veía los azulados ojos de Gianna, Eren no se veía, pero él realmente se veía monstruoso y eso fue en lo que se convirtió. Sus manos temblaron, soltando la hoja que amenazo la vida de Gianna, la chica de la que se había enamorado. Pero, sus palabras jamás retrocedían. Habían llegado al corazón de Gianna, quebrándola por completo cuando vio a Armin. Todo en ella se despedazó, había sido su culpa y no pude evitarlo. Perdió la confianza de Eren perdió su amor, pero más que eso, perdió la confianza que todos le tenían y de ellos, a Armin. Gianna se encontraba tambaleando, su cabeza le dolía demasiado por la lejanía de Eren. Él pateo la espada, alejándola de Gianna quien cerró sus ojos. Cayó inconsciente nuevamente, su energía no se veía y desvanecía por la baja emocional que había ella. El capitán Levi la veía y en ese estado, una furia se desató contra él en cuanto Mikasa continuaba luchando en contra suyo. Querían salvar a un amigo, pero el capitán Levi también.

—Si Armin muere, será el fin. Y usted lo sabe capitán. ¿Quién sugirió proteger a Trost colocando una roca en la abertura de la puerta, quién descubrió la verdadera identidad de Annie, quién dijo que era mejor viajar de noche? ¡Fue Armin! El escondite de Reiner fue descubierto por él. ¡Berthold fue derrotado gracias a él! ¡Quien salvará a la humanidad, no será el comandante ni yo, será Armin! ¿¡Si o no, Mikasa!?—grito, Eren estremeciendo a Mikasa.

—Quien salvará a la humanidad, es el comandante Erwin.—comentó Flotch, levantándose del suelo, pero Mikasa, no tardó en mandarle a callar.—¿Quieres que me calle? ¡Ustedes no son los únicos que sufren idiotas! Se que aún no lo saben, pero al otro lado del muro no queda nadie. El titán bestia mato a todos con sus proyectiles. Creí que nadie se había salvado, pero, el comandante Erwin fue la excepción. A pesar de la situación, él pensó en un plan para derrotar al titán bestia. Y lo puso en marcha. Todo el mundo acabó hecho pedazos como lo planeo, estoy seguro de que al final sintieron terror. Cuando encontré al comandante y vi que seguía con vida, pensé en acabar con él. Pero, sería tenerle demasiada compasión. Este hombre merece seguir viviendo en este maldito infierno. Fue entonces que lo entendí.—piso fuertemente el tejado, mientras los miraba.—El único que puede derrotar a los titanes, ¡es un demonio! ¡Y revivir a este monstruo es la misión que tengo en esta vida, es por eso que un cobarde como yo logro sobrevivir! ¡Revivirlo es mi destino!—grito.

—¡Detente!—pidió el capitán Levi cuando Mikasa levantó su hoja para atacar, hasta que la sargento se abalanzó encima de ella.—Hange.—le llamó.

—Oigan, no puede ser. ¿Qué pasó?—se preguntaban ellos, los demás llegaron y Jean veía aturdido la misma imagen que Connie.

—Esto, no es verdad.—musitaba Hange, reteniendo a Mikasa en sus brazos fuertemente, tenía vendado su ojo, estaba malherida.—¡Mikasa!—la sargento le llamó, viéndola sollozar y gritar fuertemente.—¡Mikasa, al igual que nosotros sabes lo mucho que necesitamos a Erwin!—le decía ella, queriendo calmarla.

—¡Si, pero, Armin también puede ser esa esperanza!—gritaba Mikasa, justificando.

—¡Es verdad, que Armin tiene talento, pero necesitamos el liderazgo y la experiencia de... —Hange gruñó, sintiendo como Mikasa apretaba su brazo, intentando de que la soltara.—Yo también quiero revivir a muchos de mis compañeros, y créeme, son más de cien. Desde que me uní a la legión, de exploración, no he dejado de despedirme. Pero, tú sabes cómo es esto. Sin importar que, tarde o temprano tienes que despedirte de tus amigos. Se que es muy difícil, pero tienen que aceptarlo. Habrán momentos en que sientas que pierdes la cordura, y eso duele. Demasiado. Te entiendo, sin embargo, todos debemos seguir avanzando.—decía, mientras que el capitán Levi preparaba la jeringuilla.

—Capitán.—Eren apretó fuertemente el tobillo del capitán.—¿Usted conoce el mar?—le preguntó.—No importa, desde donde lo miré, siempre llega hasta el horizonte. Es un lago muy enorme. Armin dijo... Dijo que más allá de las murallas, está el mar.—continuaba diciendo Eren.—Y que, algún día iríamos. Pero, hace mucho que olvide ese pequeño sueño infantil. Vengar a mi madre, sanar el corazón de mi hermana, eliminar a los titanes... todos mis pensamientos han estado repletos de odio. ¡Pero él, él es alguien muy diferente! Armin no solo piensa en pelear, ¡él tiene un gran sueño!—exclamo, siendo sostenido por Flotch.

—¡Ahora retírense! ¡Quiero que todos se vayan de aquí!—pidió el capitán Levi.—¡Porque en este instante, haré que Erwin devore a Berthold!—afirmo él, de una manera fría y amarga.

—Armin, adiós amigo.—musitó Connie, con Sasha en su espalda, para avanzar en irse.

Todo en Eren se había detenido por completo. Para él, era un balde de agua fría peor que una traición el tener que abandonar a Armin ahí. Los demás se acataron a su petición, con tanto dolor que no pudieron asimilarlo y más Eren quien estrechó su mano cuando supo que abandonaba a su amigo, a su mejor amigo. Era más que eso y por eso le dolía. Armin era como su hermano, Armin era aquel a quien Eren buscaba cuando necesitaba una mano. Armin era su esperanza y por eso Eren confiaba en él más que cualquiera. Sus lágrimas sobresalieron, pero no bastó. El capitán Levi se quedó ahí, tan aturdido. Fue el día más difícil de su vida, el día donde una elección cambió todo el juego y nunca volvió a ser igual después de ahí. El capitán tuvo sus razones. Nadie nunca lo entendió, como tampoco cuestionó el porque el capitán Levi volvió a los tejados con el moribundo cuerpo de Erwin Smith. Y es que, aunque más allá Eren estuviera agradecido, la vida del comandante se había ido. El cuerpo de Gianna se encontró inmóvil aún lado del comandante Erwin, aquel en quien confió antes de contarle absolutamente todo.

Comandante, ¿por qué quiere llegar hasta ese sótano?—le preguntó Gianna encima del muro, mirándolo.—¿Vale más eso?—cuestionó ella.

—Quiero saber si mi padre tenía razón.—esclareció el comandante Erwin.—No puedo abandonar su sueño.—añadió, mirándola.

—Comandante Erwin, no lo entiendo.—indicó Gianna, mirándole desconcertada.

—Mi padre creía que más allá de los muros habitaba gente.—detalló él.—Dime Gianna, ¿más allá de los muros habitaba gente?—le preguntó.—Es la única manera en la que puedo abandonar mi sueño y sacrificarme para salvarlos a todos.—añadió, mirando a Gianna, afligido a su sentir.

—Si.—afirmó ella, diciendo la verdad por primera vez en cinco años.—Provengo de Marley, es una nación que habita más allá. Está separada por un lago extenso de agua salada, separada por el mar. Allí habita gente como ustedes, habita gente de otras naciones y razas.—contó, haciendo que el comandante abriera sus ojos grandemente.—Hay una línea élite, pero es una línea de Guerreros. Es ahí donde me entrenaron por años, me enviaron aquí para devolver el poder titánico que obtiene Eren y como él, hay más titanes.—detallaba ella para verlo inclinado, aturdido en su suspiro.

—Entonces, mi padre tenía razón.—afirmó el comandante Erwin, levantando su mirada.—Puedo abandonar mi sueño.—indicó sonriendo.

—Comandante.—lo llamo Gianna en cuanto él se levantó, para mirarla fijamente.

—Gianna, eres una gran persona.—indicó él.—Gracias.—musitó, saltando al vacío del muro.

—Gianna.—ella oía un llamado, mientras se mantenía en aquel tejado, su brazo derecho fue vendado por el capitán Levi quien la veía.

—¿Comandante?—llamaba Gianna, con sus párpados pesados, ella oía unos gritos.

—¡¡Amigos, ayúdenme!!—ella se giraba, su mirada estaba nublada, sin poder ver lo que la llamaba, pero empezó a reconocer la voz de Berthold que la hizo caer en cuenta.—¡¡Annie, Reiner!!—abrió sus ojos grandemente para ver a Berthold en las manos de aquel titán.—¡¡Gianna, ayúdame!!—pidió él, tan asustado y tembloroso.

—¡¡No!!—grito Gianna, estrechando su mano pero el capitán Levi la retuvo contra él.

—¡¡Gianna, lo prometiste, lo prometiste!!—Gianna negó, quedando aturdida cuando los dientes de aquel titán puro aplastaran su cabeza.

—Lo siento amigo... lo siento... —susurraba ella, mientras que la sangre de Berthold se deslizaba por la garganta del titán puro que era Armin.

Todos lo vieron. Eren y los demás vieron en aquel tejado el macabro momento en que la sangre de Berthold detonó como una bolsa de pólvora. Quedaron aturdidos, pero no había otra opción. Alguien tenía que mancharse las manos de sangre y lo supieron cuando se lanzaron al vacío en cuanto aquel titán puro desvaneció en vapor. El cuerpo de Armin era recuperado, tan vivo que acabó matando los sueños de Berthold. Gianna quebró en llanto. Ella cubrió sus ojos con su brazo mientras su pecho subía y bajaba. Ella tosía, ni siquiera tenía respiración cuando negó. El capitán Levi se mantenía sentado, viendo a su hija lanzar un llanto desconsolado que no detendría. Era la primera vez que la veía así, tan dolida y tan emocional, que incluso él sintió la punzada tan fría que ella estaba sintiendo. Levi se quedó allí, viendo el balde de agua fría que le cayó a Gianna cuando ella destapó sus ojos para ver al comandante Erwin moribundo aún lado suyo. Tanto para ella como para el capitán, el sol se había ido ese día tan estremecedor, cuando el distrito ShingaShina tuvo un nuevo amanecer.

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