𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐨𝐜𝐡𝐨

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Sin salida.
Gianna Galliard.
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Año 850
Horas después del secuestro de Eren e Historia.
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Oía los gritos, pero no me inmutaba. Continué sentada afuera de aquel cuartel, donde nos establecimos tan pronto el capitán Levi logró capturar a dos hombres de la policía militar. Él yacía acompañado de la teniente, aunque parecía ser que el capitán hacía el trabajo sucio. Los demás yacían en el interior, estaban sentados en una mesa de comedor, todos guardaban silencio. De reojo miré la puerta media abierta, la misma que dejé de esa forma en caso de que algo sucediera, estar afuera era peligroso, pero tampoco quería oír los gritos de una manera más clara. Armin yacía cabizbajo. Los gritos estremecían a los demás, tanto Connie como Sasha se miraban entre sí. A diferencia de ellos, Jean y Mikasa se mantenían inexpresivos, se acoplaban al tenso ambiente donde nos tenían sometidos. Aunque disimulaban, estaban inquietos como todos, porque inclusive yo bufaba por lo bajo conjunto a la lentitud del tiempo. Levante la mirada para toparme con Jean, sus ojos me miraron detenidamente mientras que pareció pasmarse cuando lo capture. Deje de mirarlo, cerré mis ojos y respiré hondo. Esta tortuga no parecía acabar, quería encontrar a Eren e Historia.

—¿Cuando acabará esto?—se cuestionó Connie a quien vi esconder su rostro entre sus manos.

—Cuando esos imbéciles digan donde está Eren.—respondió Mikasa en un tono neutral.

—Y a Historia.—recitó Armin, notando la ausencia del nombramiento en Mikasa quien apenada por su egoísmo, bajo la cabeza.

—Oigan, ¿realmente esto es necesario?—cuestionó Sasha, tapando sus oídos mediante los gritos nuevamente retomaron más volumen.

—Como dijo Mikasa, será hasta que encontremos a nuestros amigo.—opinó Armin, abatido.

—Ese hombre no ha dejado de gritar. ¡Morirá!—exclamó Sasha, temblorosa.

—Ya basta.—pidió Jean, levantándose de la mesa.—Si no jugamos como ellos no podremos ser capaces de ir un paso adelante.—detalló.

—Amigo, ¿cuál es tu problema?—pregunto Connie.—Me enliste en la legión de exploración para matar titanes, no para hacer esto.—esclareció frustrado.—Todo ha empeorado.—añadió, bajando el tono de voz.

—Nos enlistamos a la legión de exploración para descubrir la verdad, por eso estamos aquí, porque creemos que Eren es la esperanza del mundo y si no llegamos hasta él, ¿que nos aparara el futuro?—cuestionaba Jean, mirando a Connie de una manera fría.

—Creí que te habías enlistado para enorgullecer a Marco.—musitó Connie, por lo cual noté como Jean se tenso, tanto que las palabras no pudieron salir de su boca.

—¿Marco?—me pregunté para mi misma, aquel nombre me parecía familiar, como si alguna vez lo hubiera escuchado, pero no recordaba.

—Suficiente.—pidió Mikasa fríamente, pero Jean tan solo de manera sumisa se aisló de la mesa, mientras que deje de mirarlo al notar que vendría hacia donde yo me encontraba.—Jean.—lo llamo Mikasa, siendo un llamado nulo.

—Maldición.—exclamó Jean aún lado mío por lo bajo, note como restregó todo su rostro.—Al menos ya ha dejado de gritar.—indicio por la ausencia de los gritos que nos abrumaba.

—Eso no significa que se haya terminado.—opine.—La policía militar parecen carecer de fortaleza, pero no de lealtad.—esclarecí cabizbaja.

—Y yo que quería unirme a ellos. Que patético.—esbozó, con una risa sarcástica.—Dime, ¿cómo está tu brazo?—me preguntó, alce la mirada para conectar con la suya.

—Podría estar peor.—comente, inmovilizando mi brazo, estaba menos tenso que en la tarde.

—Si, así es. Tienes suerte.—indicó él, pero había algo en su rostro que podía notar, era tristeza.

—¿Quién era Marco?—pregunté curiosa, en un tono menos cortante a como solía hablar, quería ser sutil y más cuando a Jean parecía dolerle.

—Era mi mejor amigo.—respondió francamente.—Teníamos planeado hacer grandes cosas juntos, pero cuando el muro del distrito Trost se quebró por el maldito titán colosal, Marco fue de los muchos en morir.—contó, cabizbajo.—Él era una buena persona. Desearía que... —suspiro dando una pausa luego de haber sonreído por la memoria, todo su rostro se volvió frío.—Desearía haber podido salvarlo.—recitó, impotente.

—¿Como murió?—continue preguntando, era el hecho de ver cómo le afectaba tanto hablar de él que deseaba saber más, sabía que estaba mal, pero tenía curiosidad.

—Un titán se lo comió por la mitad. Lo encontré tirado abajo de un tejado, el imbécil no tenía su equipo de maniobras tridimensionales, pero Armin descubrió que curiosamente Annie lo portaba. Ella... ella lo mato.—indicó, en un suspiro de desilusión que me tenso por completo. Abrí mis ojos grandemente cuando dijo eso.

Me quede inmóvil, toda la tensión recorrió todo mi cuerpo. La crudeza manera de Jean detallar aquella amarga anécdota para él me hizo someterme a un recuerdo que viví de manera más agria, cuando tuve que ser espectadora de aquel joven a quien intente salvar con mis manos. Ahora lo recordaba. El hecho de recordarlo me hizo sentir helada, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo cuando los gritos de auxilio detonaron en mis tímpanos como ese día. Sostuve su mano como la de mi hermano ese día, donde estaba desesperado y con temor. Mi único propósito era salvar su vida, quería redimirme de lo que no pude hacer con Marcel y ahora eso tenía sentido. La luz del día me guió a Marco, con el propósito de salvarle la vida a alguien importante para Jean, quien ahora estaba aquí a mi lado, mirando a la nada mientras se torturaba con los recuerdos más felices qué pasaban por su mente al recordar a su mejor amigo. Era aquí donde me cuestionaba, donde me mutilaba y dañaba por completo. Si Jean supiera que ese día estuve ahí, jamás me lo perdonaría y era demasiado, porque yo aún tampoco podía perdonarme el no haber podido haber hecho nada por ese joven.

¡Por favor, ayúdame!—me pidió, y me abalancé, me abalancé para sostener su mano con fuerza, estaba tan aturdida que podía utilizar mis hojas y no lo hice, sostuve su mano, como sostuve la de mi hermano aquel día, podía salvarlo.—¡No quiero morir, por favor!—decía sollozando.

—¡Aguanta, por favor!—le pedí, y es que, por primera vez en mucho tiempo, grite para revelar el sonido de mi voz, que pareció darle esperanza, hasta que solté una bocanada de aire cuando apretaron fuertemente mi cuerpo contra otro.—¡No!—exclame en negación, topándome con esos azulados ojos mirarme llorosa, ella desenredaba mis manos de las de él.—¡Annie! ¿¡Pero qué carajos haces!?—le cuestione, viendo como me soltó de ese chico.

—¡Suéltalo Gianna, él nos ha escuchado!—la voz, esa gruesa voz de Reiner retumbó en mi oído, él era quien me sostenía, distanciándome de aquel joven, quien denegó por mi distancia.—¡Él debe morir, nos escuchó!—me recalcaba en el oído, Annie también se distanciaba.

—¡Reiner, no hay tiempo, debemos irnos!—la voz de Berthold también se esclareció, pero no lo veía, debía estar atrás de mi.—¡Gianna, no te resistas, debemos irnos antes de que alguien más nos vea!—decía, pero no entendía porque quería salvarlo, no entendía porque sus gritos me mortificaban.

—¡No, por favor! ¿¡Por qué me hacen esto!?—grito, él no tenía sus equipos de maniobras tridimensionales, él empezaba a ser aclamado por el titán presente.—¡No te vayas, ayúdame por favor!—me pedía, mis ojos se humedecían, la humanidad brotaba en mi respiración.

—No, no, no... —murmure temblorosa cuando sentí mi cuerpo en el aire, cuando estreché mis manos viendo como él se quedaba tendido en el suelo, mientras que yo me iba, ese recuerdo, todo se deterioraba en ese día en que Reiner me distanció de Marcel, y simplemente lo vi morir.

—¡Esperen! ¡Al menos explíquenme porqué demonios lo hicieron!—nos grito sollozando fuertemente, mi cuerpo decayó con brusquedad en aquel tejado, donde caí sentada, detrás de la pierna de Reiner.—¡Ah! ¡No, no!—me levante con brusquedad, hasta que sentí como nuevamente Reiner me aferró a su cuerpo, con tanta fuerza, que no pude forcejear, solo a escuchar como aquel titán masticaba sus huesos.

—Oigan, ¿por qué?—abrí mis ojos grandemente, cayendo arrodillada al suelo, escuchando la voz entrecortada de Reiner, a quien decidí mirar, él estaba llorando.—¿Por qué ese titán se esta comiendo a Marcó?—mi piel se estremeció, levantándome del suelo con esa misma brusquedad, llevando mis manos a su chaqueta para tumbarlo contra el suelo, caí encima de él, aún lloroso, me continuaba mirando aturdido.

—¡Gianna, espera, por favor!—me pedía Berthold, pero me resistí a su agarre, apretando fuertemente la chaqueta de Reiner, mis dientes se apretaban y mis lágrimas caían en su rostro.

—Reiner, idiota. Te dije que no podías hablar sobre nosotros en público.—articule en un sollozo, dejando que sus mejillas se mancharan de mis lágrimas, como aquel día cuando fue él quien me impidió salvar a mi hermano, todo se repetía en un paralelismo que no podía tolerar.—¡Reiner! ¡Yo soy quien decido!—le decía, viéndome mirarme abrumado, hasta que lo solté cayendo sentada a su lado para taparme los oídos.—Otra vez, otra vez esta pasando.—entre dientes cerré mis ojos, denegando.

—Gianna... —la voz suave de Berthold se dirigió a mi, se que él se inclinó a mi lado, tocando mi cuerpo tembloroso, pero él no podía sacarme de este transe, nadie podía hacerlo, debía dejar que pasara.

—¡Otra vez, otra vez!—gritaba con mi voz entrecortada, los gritos de aquel joven se intensificaron hasta que me llevaron al abismo de ese viejo suceso, ya no lo escuchaba a él, escuchaba a mi hermano mayor.—¡Ahhhhh! ¡Marcel!—grite fuertemente, tapando mis oídos cuando juré escuchar sus gritos de ayuda en mi oído, quizás, me estaba volviendo loca y entendiendo que era difícil ser un soldado de Paradis, cuando mi corazón pertenecía a Marley.

Gianna.—parpadeé varias veces, levantándome del suelo ante el llamado insistente de Jean.—¿Estás bien?—me preguntó.

—Si, es solo que... —me pausé, quedando en silencio para oír unos pasos, pasos continuos por encima del techo que llamo mi atención.

—Oye, ¿qué pasa? Actúas extraño.—musitó al seguirme, intentaba oír el patrón de pasos.

—Silencio.—le pedí de manera brusca, acercándome a él para tapar su boca.—Silencio... —murmure, mirando por los techos del tejado mientras que Jean me miraba detenidamente.—¿Lo oyes?—le pregunté a Jean, quien asintió cuando le quite la mano de la boca.

—Gianna, ¿crees que sea la policía militar?—me preguntó algo atemorizado, por lo cual no respondí, no sabía quien podía ser.

—Jean, entra y pídele al capitán Levi que deje de hacer gritar al hombre, parece ser que nos han escuchado.—dije en un tono bajo, girándome para verlo tensarse.—Hazlo.—pedí para levantar mi cuerpo con el equipo de maniobras.

—¡Gia... mierda.—oí la voz de Jean en un tono alto, pero tan pronto me asome al techo del cuartel, disminuyó en un bajo volumen.

—¿Quién anda ahí?—pregunte, sacando mis hojas rápidamente cuando un silencio albergo.

Me giré rápidamente ante el sonido de unas pisadas, baje todo mi cuerpo con rapidez cuando aquella extraña persona sobrepaso por encima de mi. La adrenalina recorrió todas mis venas, empezó a correr lejos de mi, huía. Tome respiración y empecé a correr detrás suyo. Era rápido, aunque yo podía ser más ágil, pero eso implicaba remover mi brazo y no podía arriesgarme. Debía ser uno de esos hombres, o posiblemente parte de la policía militar, pero si nos encontraban estaríamos acabados y nuestra operación para encontrar a Eren e Historia también. No podía permitirlo, necesitaba encontrarlos, necesitaba asegurarme de que estuvieran a salvo. Brinque de un tejado al otro, siguiendo los pasos de ese hombre, pero mi cuerpo bruscamente cayó al suelo cuando otro me empujó. Me deslicé y levante rápidamente, aletee mi hoja ante la persona que quiso apuntarme con un arma. Cayendo al suelo su manera de defensa, su cuerpo sobresaltó hacia atrás en un empujón cuando lo patee con el talón de mi pie en su estómago. Era un hombre, lo supe por el gruñido. Sonreí mirándole cuando fui a lanzar una patada y retuvo mi pierna.

—Muy lenta.—musitó con su gruesa voz, reteniendo mi tobillo en su mano mientras me encontraba estirada.

—Muy confiado.—indique para tomar altitud de mi otra pierna que golpeó fuertemente su cuello, hasta tumbarlo al suelo.

—Maldita pu... —cerró su boca cuando mi hoja apuntó su cuello, el filo lo corto rápidamente.

—¿Policía o matón?—le pregunté seriamente.—No importa. Igual voy a matarte.—afirme fría.

—Es cierto lo que Kenny dijo, eres una Ackerman.—levante mi ceja desconcertada, apretando más mi hija contra su cuello.

—Basta de bromas.—le pedí.—¿Kenny sabe dónde está Eren e Historia?—pregunte.

—Aunque lo supiera no te lo diría.—indicó, para así soltar un último suspiro cuando mi hija atravesó su cuello.

—Y aunque me lo dijeras no vivirías... —susurré mirándolo agonizar, mientras sostenía mi hija la cual le saque de sus manos.—Lo siento.—lamente cuando su respiro se hizo escaso.

—Vaya, vaya, vaya.—unos aplausos me hicieron girarme, viendo a una mujer de cabello rubio y sonrisa sarcástica verme.—Veamos que tienes para ofrecerme.—pidió, corriendo hacia mi.

Abrí mis ojos por la manera tan ágil en la que llego a mi, mi hoja choco con su puño cuando quiso arremeter en mi contra. Tumbó mi hija para lanzarme un golpe en la mejilla. Mordí mi lengua de manera inconsciente haciéndome sentir la amarga sangre resbalarse por fuera de mi boca. Baje mi cabeza cuando estiro su brazo, el cual atrapó mi cuello fuertemente hasta intentar dejar de hacer que respirara. Coloqué mi planta fuertemente contra el cuerpo y la impulsé hasta arriba, haciendo que cayera de espalda contra el suelo. Retuve su brazo para girarlo bruscamente, pisando su pecho con fuerza, pero ella mordió mi pierna de una manera feroz que me hizo gemir y aislarme de ella. Se levantó, sacando de su estuche una navaja. Escupí la sangre, levantando mis puños para invitarle a continuar. Lanzó el primer golpe, esquive la navaja para retener su mano y apretarla fuertemente. Toda ese energía y ese poder recaía en mí cuando sentía peligro, doble su muñeca hasta oírla gritar, pero ella golpeo mi hombro con su codo. Pateo mi espalda fuertemente para hacerme caer encima de mi brazo derecho, maldije ante el dolor intenso que se repitió constante.

—Se acabó niña.—dijo cuando sentí aquella presión en mi nuca, me apuntaba con un arma.

—¿Dónde están mis amigos?—le pregunté rápidamente.—Solo eso me importa.—aclaré.

—No debiste matar a mis amigos entonces, mocosa.—exclamó ella, presionando más mi nuca con su arma.

—No.—denegó aquella voz masculina.—Baja el arma.—pidió, haciéndome sentir como quitaba su arma de mi nuca.

—Pero Kenny, mato a Sally.—indicó ella, intenté levantarme pero apretó mi espalda.

—Me agrada esa niña.—levante mi cabeza cuando aquellos pasos llegaron hasta mi, viendo aquel hombre de sombrero mirarme.—Pero si quiero que ese enano caiga en la trampa, tengo que usarte.—musitó.—A dormir.—dijo cuando pateo mi boca bruscamente.

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Último capítulo del año 2022. Estoy llena de gratitud por el gran apoyo que me han dado. Jamás creí que culminaríamos este año con más de 15 mil vistas. ¡Wow!💗 Eso más que demasiado, el hecho de que más de 15 mil personas hayan visto la novela. Para mi AOT es demasiado de importante, uno de mis animes favoritos y con el cual estoy más afligida.

Espero continuar dándoles más de mi en esta hermosa historia de Eren y Gianna, la cual a penas empieza, hay SOULS para largo y aunque estamos en la recta final para culminar con el primer libro, este amor continuará floreciendo. Gracias a todos por el apoyo, los votos y comentarios de aliento que me han dado a través de estos largos meses. Debo admitir que a veces es exhausto, pero no me canso de escribir.

Quien sabe, quizás haya una próxima historia, podría ser de Jean o Reiner, ¡no lo sé, pero sé que amarán por verla! En fin, les deseo muchas cosas buenas en este año. Nunca dejen de hacer el bien, recuerden tomar mucha agüita y cuidarse, sanen su corazón y sus mentes, pero más que eso, ¡sean felices, vivan y amen más que lo hacen hoy! Abracen a sus familiares y perdonen. Que este 2023 sea de muchas cosas buenas para todos.💗

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