❪𝟭𝟳❫ ; 𝗴𝗼 𝗮𝗵𝗲𝗮𝗱, 𝗰𝗿𝘆 𝗹𝗶𝘁𝘁𝗹𝗲 𝗴𝗶𝗿𝗹.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

ARC ONE; DESTINY
*╔═══❖•ೋ°🌹°ೋ•❖═══╗*

CAPÍTULO TRECE;
ADELANTE, LLORA, PEQUEÑA NIÑA
❛soledad❜

┍━━━━╝✹╚━━━━┑
©Shanxlabyx
━━━━━━━━━━━

—PERO QUEDATE QUIETA QUE NO TE PUEDO PEINAR bien. —la niña una vez más se queja cuando siente el jalón en su cabello, llevando sus manos hacia atrás.

—¡Es que me duele! —Masumi lloriqueó mientras trataba de evitar que su madre siguiera tratando de amarrar su largo y rizado cabello en una cola de caballo, pero claramente tenía que peinarla bien, y con eso venían los jalones.

—Te está doliendo más porque te mueves mucho. —la mujer suspira cuando la más pequeña se agarró la cabeza e hizo bolita, negándose a que siga tocando su cabello.

La pequeña continuaba encogida en su lugar, teniendo un pequeño puchero en sus labios con sus ojos cristalizados ante el leve dolor ante los pequeños jalones a su cabecita la cual se sostenía entre sus manos, se negó a que siguiera intentando de recogerse su cabello, teniendo todo su cabello cayendo como cascada sobre su rostro.

Hikari observó con ciertas dudas a su hija, alzando sus manos con ciertos nervios al no saber que hacer ahora. Se removió un poco inquieta en su lugar, observando sus palmas por unos segundos; se mostró ahora algo frustrada al no saber como simplemente peinar su cabello, al fin y al cabo, era la primera vez que era madre. Miró hacia arriba con cansancio, pensando como hace sólo unos años se preocupaba de la secundaria y sus propios asunto, para ahora pasar a sufrir por no peinar bien.

Sus orbes violetas se dirigieron hacia la más pequeña, que no rondaba de más de tres u cuatro años, observando su cabello rizado. Observó su puchero al momento que la miró y su rostro se suavizó, dejando salir un suspiro. Sintió un deja vu con Wakasa cuando era más pequeño, haciéndola sonreír.

—Masumi... —llamó con suavidad mientras se arrimaba hacia ella poco a poco, retirando su cabello rizado de su rostro para verla mejor, acariciando sus mejillas con suavidad—. Perdón, es que esto sigue siendo un poco nuevo para mi. Prometo ser más delicada al cepillarte el cabello.

—No quiero.

—Por favorcito. —habla llamando su atención cuando sostiene su mentón para verla con cariño—. Tú cabello es muy lindo, ¿no quieres que te ayude a que se vea todavia más lindo? —continua viéndola con amor mientras pasa con tranquilidad sus dedos entre sus hebras rizadas, evitando cualquier tirón.

Masumi se queda mirando con dudas hacia su mamá, observando sus facciones tan delicadas y femeninas, junto con aquellos orbes violetas que siempre la veían con cariño pero que al mismo se veía cansada. No entendía realmente el por qué de su cansancio, cuando ella estaba cansada era cuando jugaba demasiado o tenía sueño.

Se sintió un poco mal al pensar que su mamá tenia sueño y ella quizás estaba provocándole más cansancio todavía, volviendo a hacer un pequeño puchero. Aquello no pasó desapercibido por la Imaushi quien alzó un poco sus cejas aún embosando una pequeña sonrisa.

—Me dejo si vienes conmigo... No quiero estar sola. —la pequeña se acercó a su madre y se escondió en su pecho, provocándole sorpresa ante su cariño, pero su mirada se suavizó, dándole una dulce sonrisa mientras la acariciaba su cabello.

Yo no te voy a dejar sola, Masumi.

—¡Nee-chan, me duele!

La mayor pestañea un par de veces cuando se percata de la realidad, observando sus manos y como el peine estaba ligeramente enredado entre el cabello corto de una de sus hermanas menores, provocando tirones. Rápidamente relajó su agarre y soltó su cabello para acariciar su cabeza, tratando de aliviar su dolor; Aki, quien había sido la victima, tenía un puchero enorme en sus labios y una expresión un tanto enojada.

—Perdón, perdón. Todo está bien, ya pasará. —la abraza contra su pecho y se balancea ligeramente en su lugar, provocando una pequeña queja de parte de una de sus hermanitas ante aquel gesto meloso, pero se relajó cuando sintió como le besaba la cabeza.

—¿Por qué nos estamos arreglando tanto? —pregunta Yume mientras estaba sentada en forma de indio en la cama, mirando hacia su hermana mayor peinando a una de sus trillizas, la otra estaba tratando de colocarse bien sus zapatos.

—¿Y por qué estamos todas de negro? —cuestiona Sumi alzando la mirada luego de levantarse, observando con atención su vestido oscuro con pequeños volados blanquecinos.

Masumi permanece en silencio ante la pregunta que la trillizas del medio le hizo, sentándose una vez más sobre sus rodillas mientras su mirada se perdía en algún punto y al mismo tiempo se apagaba. Las ganas de llorar la invadieron y respiró de manera temblorosa al dejar salir un suspiro, que sólo intensificó aquel sentimiento de soltarlo todo, incluso de gritar. Pero se aguantó, jura que lo hizo porque no quería que sus hermanas la vieran llorando.

Tuvo que tomar un pequeño respiro para poder relajarse y no romper en llanto como más de una vez lo había hecho, pero aquellas tres niñas estaban tan ajenas que no tenían ni idea de lo que sucedía, no lo tenían en claro aún.

—¿Y mamá? —otra puntada, sintió como si le apuñalaran el corazón con un cuchillo ante la pregunta de Sumi—. ¿Por qué papá dice que no va a venir más? Ha estado raro desde ayer...

—Si, es verdad. —asiente Yume de manera pensativa, mirando hacia la nada—. No nos ha querido hablar... Anoche tuve una pesadilla y quise dormir con él, pero no me abrió la puerta... ¿Estará molesto?

—Seguro fue Aki.

—¿¡Eh!? ¡Yo no he hecho nada! —la trilliza mayor se defiende en un fuerte chillido, mostrándose ofendida ante esa acusación, aunque según sus hermanas ella era la más problematica.

—Claro que si, siempre haces algo y molestas a papá. —Yume la señala con una mueca acusatoria en su rostro—. Aunque también llora.

—¡Pero...! ¡Que no he hecho nada! 

—¡Nee-chan, regáñala por lo que sea que ha... hecho...

Sumi se queda en completo silencio cuando ve el rostro contenido de su hermana mayor, mirando de cerca las gordas lágrimas que estaban cayendo por su pálido rostro, poco a poco las demás chiquillas se fijan en ese detalle y se muestra confundidas, mirando la desgarradora expresión de la mayor en el lugar quien apretaba sus manos contra sus rodillas y mordía su labio inferior con fuerza, aguantando sollozar, aunque lo hacía terriblemente mal.

Otra vez, estaba llorando.

—¿Nee-chan...? —murmura Aki mientras se giraba sobre su lugar para verla, mostrándose preocupada.

—Ya comenzó a llegar la gente. —la puerta de la habitación se abre con cierta lentitud, asomándose en ella Kaito quien observa en silencio a todas sus hijas, con las más pequeñas mirando preocupadas a la más grande quien lloraba—... ¿Otra vez estás llorando?

Masumi alza su cabeza hacia su padre de manera lastimera, sintiendo aquellas gotas saladas bajar por sus orbes rosáceos que brillaban por estas mismas, pero teniendo una mirada apagada que cualquiera podría llegar a sentir su dolor. Kaito frunce sus cejas y aprieta su mandibula, acentuando levemente la cicatriz que pasaba por su labio.

—Deja de llorar. —dijo él con cierta dureza, una mirada pesada en sus ojos, teniendo ojeras e incluso hinchazón en estos mismos producto del llanto que habría tenido toda la noche—. Llorar no va a hacer absolutamente nada, termina de alistarlas y salgan. Ya hay gente.

Las trillizas miraron fijamente hacia su padre, completamente calladitas al pensar que estaba molesto, porque así se mostraba, incluso se veía de alguna manera desganado a pesar de estar vestido de manera formal, y obvio, también vestido de negro. Se sintieron intimidadas por la mirada casi muerta que les lanzó, encogiéndose en su lugar al creer que las iba a regañar o algo.

No obstante, su atención fue hacia su hermana mayor cuando esta se levantó aún cabizbaja, limpiando sus lágrimas o al menos intentándolo al ver como estas no dejaban de caer.

—Te dije que dejes de llorar, al menos enfrente de la gente. —volvió a pedir Kaito con su ceño tembloroso, desviando la mirada—. Y lávate la cara.

—Si, papá... —dijo la hija mayor con voz algo temblorosa, limpiando sus mejillas—. En un momento las llevo.

Kaito no dijo absolutamente nada, sólo acentuó más su ceño fruncido y se giró, saliendo de allí rápidamente. Las trillizas aún seguían un poco nerviosas por la mirada que les había lanzado su padre, no era la primera vez que las observaba con dureza, pero esa mirada en particular las había dejado heladas, sobre todo con la expresión agotada tanto de él como de su hermana mayor quien había jalado con suavidad a Aki hacia ella para peinarle el cabello, y esta vez si se quedó callada.

Se miraron entre si con dudas mientras escuchaban los pequeños hipos de parte de su hermana a pesar de hacer todo lo posible para controlarse, incluso regalándoles una pequeña y dulce sonrisa para cuando la miraron a la par, aunque era claro que estaba forzada.

En realidad, en el transcurso del día su expresión no cambió.

DÍAS DESPUÉS, UNA VEZ MÁS ESTABA CON su mirada completamente perdida, sentía sus ojos pesados, quizás mucho más que antes, mostrándose cansada, aunque en realidad así era como se sentía; a comparación de otros días, no había logrado dormir absolutamente nada, quizás a lo mucho unos diez minutos luego que sus ojos no aguantaron el ardor y cayera, hasta ser despertada por sus hermanas para el desayuno. Así llevaba desde lo sucedido con su madre, y al ya llevar tanto así la estaba agotando de muchas maneras.

—Y... —murmuró Kazutora luego de un muy largo de silencio—. ¿Cómo...

—Cállate, Kazutora.

—Oye, no iba a decir nada malo, maldito calvo. —se defendió rápidamente a la acusación de Ken cuando intentó de hablar, y al momento que miró hacia Masumi, su mirada se suavizó un poco, haciendo una mueca—. Iba a preguntar como han estado tus hermanas... No digo nada de tú papá porque creo que es obvio.

La primogénita mayor de los Kiyoko tenía demasiado por pensar, sus ojos perdidos, su mente perdida en sí. Tenía tantos sentimientos encima que no sabía como expresarlos más que con llorar, una y otra vez. Sus amigos estaban más que acostumbrados al ver su lado más sensible, pero en ese momento parecía haber desbordado por completo.

Aún tenía la imagen vivida de su cuerpo tendido en el suelo de la carretera, recordando como había comenzado a gritar como loca, sin importar mojarse con la lluvia cuando dejó caer el paraguas, pidiendo ayuda y que llamarán a una ambulancia. Primero salió una de sus vecinas para luego ser su papá, recordando como se había puesto a llorar con intensidad mientras sostenía a Hikari, tratándola de hacerla reaccionar.

A Masumi como le hubiera gustado que si hubiera reaccionado.

—Aún creen que todo es una mentira y que mamá va a llegar en la noche luego del trabajo... —murmuró lo suficientemente alto para que los ajenos escucharan, sus ojos algo hinchados se apretaron entre si, llegando a su cabeza el escándalo de sus hermanas el día donde se despedían de su madre.

—¡Y-Yo quiero a mi mamá! ¡yo sé que ella va a volver! —chillaba Aki una y otra vez mientras se negaba a que su padre se acercara cuando trataron de explicarle toda la situación.

Pero eran tan pequeñas que tenían que explicarles con manzanas y peras, algo que al comienzo no resultó del todo bien, llegando al punto de dar un ejemplo de una pelicula que no mucho habían visto los seis en familia.

Y aquello no las calmó ni un poco...

—¡E-Ella va a llegar del trabajo, nos va a arropar como siempre! —Yume lloriqueaba a la par que sus hermanas.

—¡Va a venir, ella va a v-venir! —Sumi se abrazaba a su hermana más pequeña, largando enormes lágrimas—. ¡Nee-chan! ¿Mamá va a venir, verdad? ¡Ella vendrá!

Masumi muerde un poco su labio inferior cuando escucha las palabras tan desesperadas de sus hermanitas, casi colocándose a llorar con ellas cuando se aferraron a sus piernas. Todos estaban en la cocina luego de llevarlas cuando comenzaron a gritar, ya había pasado el velorio y la mayoría de gente se fue, quedando sólo los más cercanos a ellos; sus amigos, Emma, Shin'ichirō, incluso el abuelo de este se quedó al igual que aquellos dos amigos del hermano mayor de Mikey y Emma.

—Ella no va a volver, entiendan eso... —Kaito dió su mayor esfuerzo por no ser tan crudo, alejándose de golpe cuando Aki dió un grito de advertencia.

—¡N-No, es mentira! ¡Eres un mentiroso!

—¡M-Mentiroso! —continuó Sumi, con Yume llorando con fuerza a su lado.

—¡N-No digas mentiras! —le siguió Yume. Masumi no sabía que hacer ahora que sus hermanas se desataron, mirándolas a ellas y luego a su papá cuando observaba su expresión contenida.

—¡Q-Quiero a mi mamá!

—¡M-Mamá!

—¡CIERREN LA PUTA BOCA! —Kaito explotó, lanzando con fuerza el vaso que tenía en mano contra el suelo, rompiéndolo en pedazos.

Las cuatro se sobresaltaron ante aquella reacción, Masumi rápidamente echando a sus hermanas detrás de ella y evitar alguna locura. No es que su padre las llegara a agredir, sin embargo, justo ahora no estaba realmente estable, de por sí era alguien intenso. Estaba reaccionando a su manera, una manera que la asustó bastante, incluso callando a sus hermanas en un dos por tres.

Inmediatamente el señor Sano apareció en la cocina seguido de Shin'ichirō, ambos algo alterados por el estruendo, observando a las más pequeñas casi agazapadas contra su hermana.

—¡Su madre no va volver! ¡NUNCA! ¡YA CÁLLENSE! —arremetió con agresividad mientras gordas lágrimas resbalaban con dolor de sus orbes oscuros, haciendo un gesto brusco con su brazo, sobresaltándolas.

—Kaito, tranquilízate. —dijo el anciano acercándose cautelosamente hacia el adulto quien se cubría los ojos con pesadez y se alejaba, dando un manotazo cuando trató de agarrarlo del hombro.

—¡No me toques! —exclamó en medio de un hipo provocado por sus sollozos y su enojo.

—Oye, oye... —Shin'ichirō intervino ante ese gesto, quedando entre su abuelo y el enorme sujeto que estaba claramente inestable ahora—. Trata de respirar, Kaito...

—¡Tu callate también! —hizo un amago de agarrarlo de la camisa del traje, pero el azabache se alejó, alzando sus manos en son de paz.

P-Papá... —Masumi trató de acercarse para tratar de calmarlo, pero unas grandes manos la tomaron de los hombros, observando a uno de esos chicos desconocidos que vinieron con Shin'ichirō y Wakasa, este último apareciendo rápidamente.

—¿Qué carajos te pasa? —dijo el leopardo blanco de manera enojada mientras casi se abalanzaba hacia el Kiyoko, si no fuera por Shin'ichirō quien se puso en medio—. Juro que te voy a partir la cara si te atreves a colocarle un dedo encima a las niñas por tu estúpida rabia ¡No eres el único impotente!

—¡Atrévete, maldito mocoso! —empujó a Shin'ichirō fuera del camino, por poco arremetiendo contra el de mechas moradas.

—¡Ya verás como te voy a dejar! —definitivamente daba miedo molesto...

—¡Cálmense ustedes dos! —exclamó el abuelo Sano ante tal escándalo.

Masumi aún veía asustada la escena de como su padre estaba a nada de pelearse con su tío, temía demasiado la guerra que se iba a desatar, al punto de que las lágrimas comenzaron a resbalar sin control por sus mejillas, no sabiendo que hacer. No fue si no hasta que sintió un pequeño empujoncito que reaccionó.

—Vengan, esperemos a que esto se calme, ¿si? —dijo con suavidad aquel chico de cicatriz, sacándolas a ella y a sus hermanas de la cocina.

Tenshi sólo pudo mirar un poco el perfil algo calmado pero fruncido de aquel tipo, aún con lágrimas bajando de su rostro. Realmente no era gente que reconocía, o al menos, no de momento; sólo sabía que era amigo de su tío y el hermano de Emma y Manjirō, al igual que el otro chico quien trataba de retener a sus amigos que parecían estar insistentes en ir al escuchar los gritos.

—¡Ya! ¡va a ser peor si se meten! —decía con seriedad un moreno de gran estatura, tratando de sostener a Manjirō, Kazutora y Keisuke, casi cargándolos para evitar que fueran hacia donde se escuchaban los gritos de Wakasa y Kaito al igual que los regaños del señor Sano.

La de orbes rosáceos escuchó un pesado suspiro venir del chico que la sacó de la cocina a ella y a sus hermanas, notando la expresión algo cansada aunque guapa en sus facciones. Ese hecho, a pesar del llanto, la hizo sonrojar suavemente mientras limpiaba las lágrimas que caían de sus ojos para agachar la mirada hacia sus hermanas que se abrazaban mayormente a sus piernas, aunque una de ellas se aferraban al mayor a su lado, en un silencioso llanto.

—¡Masumi-chan! ¿Están bien? —Emma se acercó con apremio hacia ellas, portando de igual manera ropa oscura—. Dios, casi todos enloquecieron cuando escucharon el estruendo... ¿no te pasó nada? —la rubia mira brevemente hacia los chicos que estaban detrás de ella, calmándose al verla bien y sin un rasguño.

—Si, si... No se preocupen, no me pasó nada. —trató de calmarlos con una sutil sonrisa, observando como los chicos, incluyendo a Hana que casi la arrolla al querer abrazarla, la rodeaban—. Sólo... se rompió un vaso. No es nada.

Los más jóvenes la miraron fijamente ante sus palabras y la pesadez con la que hablaba, algunos inspeccionaron su imagen para procurar que realmente no le haya pasado nada y aquel estruendo haya significado algún tipo de herida. Manjirō se zafó de un salto del agarre que tenía y fue casi trotando hacia la más alta quien lo miró por varios segundos, dándole una triste sonrisa.

Aunque físicamente estaba bien, por dentro no.

—¿El vejete de tú papá no ha vuelto? —cuestiona Pah con el ceño fruncido, echando su cabeza hacia atrás para mirar hacia el cielo.

—Volvió en la noche pero se fue al instante. —respondió, y a más de uno se le hizo un revoltijo en el estómago para nada agradable ante sus palabras.

—Ya verá... —murmuró Keisuke mientras golpeaba su puño contra su palma, sintiendo una rabia hirviente en su interior, aumentando cada vez que veía el rostro más cansado de su amiga, quien era casi como una hermana mayor.

—Será interesante golpear a alguien mayor a nosotros... —Kazutora sonríe con una mirada sombría, encendiéndole todas las alertas a la de cabello rizado.

—¡No vayan a hacer ninguna locura! —chilló de inmediato al notar las intenciones de sus amigos—. Dejen las cosas como están. Papá no ha hecho nada, tranquilicense.

—¿Qué te pasó en el brazo? —cuestiona Draken a un lado de ella, tensándola e inmediatamente tratando de esconderlo—. ¿Otra vez fue agresividad involuntaria por estar borracho? —claramente lo dijo con sarcasmo, aunque era obvio que estaba molesto.

Masumi apretó su muñeca para observar la marca rojiza que estaba en su piel, recordando como en la noche, tal como explicó, cuando Kaito llegó y ella fue a recibirlo y al mismo tiempo evitar que se fuera al estar un tanto desorientado, sabiendo de que se trataba; él la agarró con fuerza del brazo y la apartó para que lo dejara tranquilo con su duelo, para irse después. Desde lo sucedido con su madre, era claro que las cosas no iban bien.

Abrazó sus piernas contra su pecho y ocultó la mayoría de su rostro en sus rodillas, dejando sólo sus ojos a la vista, no diciendo nada y a su vez diciendo todo con su gesto

—Idiota. —emuló Mitsuya, dirigiéndose al padre de la chica, luego de estar callado, observando el comienzo de las escaleras del templo Musashi donde habían ido a pasar el rato, y por parte de Masumi, despejarse.

—Quiero rayarle el carro... —murmuraba Cherry, enfurruñada en su lugar. Sorprendentemente era otra que se mantenía callada.

—Él no tiene carro. —dijo Pah algo confundido.

—Pero es policía, debe tener alguno en su estación.

—Te caerán como tres años de cárcel si haces eso. —señaló Draken con un poco más calmado, casi con diversión.

—Oh, yo quiero quemarle el auto. —se unió Baji con una sonrisa en sus labios, aunque no era especialmente amigable.

—Listo, Baji. Vámonos juntitos.

—No, quédense quietos. —repitió el del tatuaje del dragón al verlos dispuestos, observando como Kazutora asentía—. Pero... mierda, Kazutora.

—¿Qué? Ellos lo dijeron, no yo. —se defendió este mismo.

Masumi los observaba en silencio mientras abrazaba sus piernas contra su pecho, haciéndola luego sonreír de lado al notar el ambiente de alguna manera menos pesado con el asunto de su padre, siendo únicamente ellos quienes hablaban de él a pesar de que ella sólo mencionaba cosas pequeñas como «no ha ido a casa, ha estado bebiendo» o «ha estado algo alterado», «usó más fuerza de la necesaria», entre otras cosas.

Viajó su mirada hacia sus amigos cuando los escuchó discutiendo de manera casi cómica sobre que maldades hacerle al auto de policía de su padre, a pesar de que tenían todos en claro que ella por todos los medios no iba a permitir que hicieran tal locura, aunque le preocupaba un poco sabiendo que a más de uno le faltaba un tornillo y si se atreverían.

Se encontró luego a Manjirō mirándola fijamente, totalmente callado, pero la mirada de preocupación no faltaba, incluso había molestia en sus ojos oscuros que parecían más opacos de lo normal. Hizo contacto visual por algunos momentos con él y le dió una sonrisa de lado, viéndolo casi con cariño; el rubio se quedó quieto por varios momentos y suavizó su mirada para arrimarse un poco más a su lado y apoyar su cabeza sobre su brazo, haciéndola sonreír nuevamente sabiendo que era su forma de consolarla.

—En un par de semanas ya es tu cumpleaños... —le murmuró, dejando que sus amigos siguieran con lo suyo. Mikey quien observaba perdidamente su colgante la miró—. ¿Que te gustaría hacer?

—Mmm... —murmuró el pequeño rubio, jugando ahora con sus dedos haciéndola mirar su gesto, notando la suavidad con la que tocaba su mano—. No sé, cualquier cosa está bien.

—¿En serio? —Masumi rio un poco ante su respuesta algo vaga—. Habías dicho una vez que querías hacer algo grande como ir todo el día al parque de diversiones o ir a ver películas hasta tarde, y sobre todo comer... ¿Qué te gustaría que te cocinara?

—¿Cocinarme? —cuestionó alzando su cabeza de su lugar para verla con interés, frunció el ceño hacia Baji detrás de él cuando lo empujó con el pie.

Ujum... Un pastel, galletas... —enumeró de manera distraída, para darle una pequeña sonrisa, con un pequeño sonrojo en sus mejillas—. Oh, ya sé. ¿Qué tal Dorayakis?

Manjirō se quedó en silencio por cada una de sus palabras, entusiasmándose por lo que escuchaba, no obstante, se fijó un momento en la mirada cada vez más cansada que ahora portaba, agregando que sus ojos aún continuaban hinchados, como si, a pesar de haber pasado alrededor de dos semanas desde lo sucedido con Hikari, siguiera llorando. Aquello le generó un mal sabor de boca y que aquella necesidad de agarrar a golpes a su padre incrementara, sabiendo que lo que estaba sucediendo con él también era la razón de su llanto; nunca le decía nada explícito, pero se imaginaba que no era nada bueno, sobre todo cuando Kaito se colocaba algo agresivo en su estado borracho cuando llegaba a casa, una vez provocando que Masumi se cortará la mano sin querer cuando rompió enojado una botella de cerveza.

No obstante, Mikey evitaba hacer algo para no generarle algún otra razón para que llorara, recordando cuando le contaba entre lágrimas como tenía que llevar a su papá a la cama cuando no podía mantenerse de pie y este comenzaba a lamentarse sobre Hikari, abrazándola mientras se lamentaba por lo que hacía.

Para Masumi siempre era algo demasiado contradictorio y confuso, manteniendo el pequeño pensamiento sobre que era una etapa de duelo. Ella también había reaccionado a su propia manera... pero era algo con lo que no quería preocupar más a sus amigos.

—Con tal de que estés conmigo, estoy más que bien. —el más bajo interrumpió sus pensamientos, observando la linda sonrisa que le demostró, volviendo a abrazarse levemente a ella haciéndola sonrojar—. Aunque si cocinas algo no estaría mal. —frota un poco su mejilla contra la de ella, avergonzándola ante su lado meloso.

—B-Bueno... —la chica apaciguó su vergüenza y suspiró, apoyando su cabeza contra la de él, sorprendiéndolo ante su respuesta a su cariño, sabiendo que era alguien reacia a hacerlo, pero sólo sonrió, aunque de manera agridulce.

Sabía bien que ella necesitaba mucho cariño ahora.

—Oh, ¿Tenshi nos va a cocinar? —de manera inoportuna Keisuke asomó su cabeza entre la de ambos, haciendo que Masu apartará el rostro y Mikey lo mirara con enojo—. ¿Que hay en el menú?

—Tú trasero. Vete. —Manjirō le empujó el rostro del de orbes marrones hacia atrás ganándose un insulto de su parte.

—Aún no es tú novia, así que puedo meterme todo lo que quiera. —dijo el de colmillos mientras hacía el amago de abrazar a Masumi, sólo queriendo molestar—. Ven, Tenshi, dale un besito a tú gran amigo Kei.

Manjirō rápidamente repitió su acción y terminó por empujar con más brusquedad su rostro—. Ella es mi Masumi, búscate la tuya.

—¡No me empujes la cara! —Baji le empujó la cara con la misma brusquedad empezando una pelea de empujones.

—¡Tu empezaste!

Kiyoko observó con ciertos nervios el juego brusco de sus amigos, con los demás pronto observando entretenidos la interacción de ambos chicos, ya sabiendo a que venía tomando en cuenta que Keisuke era uno de los que más molestaba respecto a ellos dos, ya sea para insinuar cosas de relaciones como para simplemente interrumpir a propósito con tal de joderle la existencia a Mikey.

Sus ojos se entrecerraron con una mueca de nervios al ver como comenzaban a jalonearse el cabello con nada de cuidado; a pesar de ser mejores amigos, si que se trataban demasiado brusco. Más de una vez literalmente ha tenido que hacer de papel de mamá y separarlos y regañarlos cuando los golpes se convertían en verdaderos golpes, ahora no quería ningún pleito tan fuerte como para darle más cosas a su cabeza. Ya tenía suficiente con lo que sucedía en su vida.

No obstante, su mirada se suavizó al verlos a todos tan tranquilos, tan... ellos. Verlos felices la hacían feliz a ella, provocando que su corazón palpitara y se llenará de calidez, alejando aquella opacidad y oscuridad luego de que le arrancaran aquella luz de su vida, convirtiéndose ellos en esa luz al punto de hacerla sonreír.

Podía sentirse un poco más tranquila a su lado.

ABRIÓ LA PUERTA CON CIERTA PESADEZ, SINTIENDO varias partes de su cuerpo doliendo como el infierno. Tendría que colocarse a si misma hielo, así como había hecho con sus amigos antes de ir rápidamente a su casa para saber de sus hermanas, aunque sabía que tanto como Wakasa y el abuelo de Mikey la ayudaban en cuanto a cuidarlas.

Le daba vergüenza ese tema, tanto por Wakasa como por el señor Sano, sabiendo que cada uno tenía sus problemas y su vida, sobre todo aquel amable aunque estricto señor quien ha sido el insistente en cuidar a sus hermanas cuando tenía que trabajar o algo.

❛Me duelen hasta las uñas...❜ fue lo que pensó mirando de manera perdida sus botas, mirando sus manos raspadas y lastimadas. ❛Al menos no me rompieron nada... Creo, aunque me duele mucho la muñeca izquierda❜ hace girar en círculos esta misma, haciendo una mueca por la punzada que la recorrió.

—¿Dónde estabas? —su cuerpo pegó un brinco y por poco deja caer sus llaves al escuchar la voz de su padre, girándose rápidamente.

Masumi observó con nervios hacia el hombre de gran contextura enfrente de ella, teniendo que alzar la cabeza para poder observarlo al rostro como era debido; la imagen viva de su padre se proyectó por unos segundos en las facciones ahora cansadas y demacradas que poseía, ahora observando una mirada agotada y ahora curiosa en su delgado cuerpecito en crecimiento, haciéndola tensarse notablemente.

—¿Peleaste? —cuestiona al observar la marca de rasguños y golpes en su rostro, fijándose en las marcas en sus nudillos. Frunció el ceño por la casi irreal imagen de su hija golpeando alguien—. Contra una pandilla, ¿no? Por algo estás usando ese uniforme.

La preadolescente se mira a si misma con el uniforme de la TōMan, apretando sus pies entre si, y en este caso, las botas marrones que usaba como parte de la vestimenta. Escondió sus manos detrás de ella e hizo un puchero, preparándose para escuchar a su padre comenzar a gritar como usualmente lo hacía. Sin embargo, de manera sorpresiva no estaba alterado como otras veces. Subiendo sus ojos hacia él pudo caer en cuenta que no estaba tomado, haciéndola relajar los hombros y al mismo tiempo su expresión.

—S-Si... —habló con ciertas dudas, formando una pequeña sonrisa al recordar a su padre abrazándola y lloriqueando cuando volvía de esa misma manera al comenzar la TōMan, creyendo que su curiosidad era aquella misma preocupación—. Estoy mejor de lo que me veo. No me rompí ni un hueso.

Kaito observa como la pelinegra más pequeña movía sus brazos sin dificultad, aunque era claro el cansancio. Se fijó en completo silencio como ella masajeaba su muñeca, viendo su boca moverse, pero no escuchando realmente lo que estaba haciendo.

—... Supongo que será un mal movimiento, con hielo se me pasará. Aún puedo hacer la cena. —dijo la chica un poco animada con la presencia de su papá, explicándole el estado de su muñeca, para luego alzar la mirada hacia él—. ¿Que te gustaría...

—Tengo que irme. —tajó de inmediato la conversación, encaminándose hacia ella, tomando sus propias llaves. Masumi rápidamente se quitó cuando su enorme figura casi la aplasta—. Has la cena para ti y tus hermanas. No me esperen.

Y tal como su felicidad apareció, se fue, así como su padre quien cerró la puerta detrás de él para irse, una vez más. La mirada en los ojos de Masumi se fue apagando y por un segundo se cristalizó, entrando unas enormes ganas de llorar, cayendo un par de lágrimas por sus mejillas raspadas las cuales secó con el dorso de su mano, respirando de manera temblorosa. Siseó cuando sintió el ardor en sus nudillos lastimados al tener contacto con aquel líquido salado, observando con tristeza su piel.

—Supongo que comeré sola con mis hermanas, otra vez... —murmuró de manera temblorosa, observando las lágrimas caer hacia abajo, limpiándolas con brusquedad—. N-No llores... Si no lloraste cuando te golpearon los Black Dragons, no llores por esto. —pasó sus palmas por su rostro, respirando profundamente mientras se hablaba a sí misma.

Se fijó un poco en el largo silencio del lugar, indicando que estaba completamente sola en casa. Se preguntó dónde estaban sus hermanas, lo primero que pensó era que Wakasa las sacó al parque o algo así, agradeciendo que él las distraía sobre todo aquel asunto con la ausencia de su madre. Ella lo hacía a su manera, pero seguía sintiendo un vacío.

Se encaminó con pesadez hacia el sofá, no molestándose en quitarse las botas tanto por su cansancio mental como por su cansancio físico. Se dejó caer boca abajo y no se movió, dejando salir un muy largo suspiro mientras se giraba, cubriendo sus ojos llorosos con su antebrazo, tratando de no pensar en absolutamente nada en ese momento, comenzando a llorar en silencio, en soledad.

Se sentía tan sola. Ni siquiera tenía a su tío allí para lloriquear contra su pecho.

❛¿Y si llamó a Manjirō-kun...?❜ retiró un poco antebrazo cubierto por la chaqueta de la TōMan de sus ojos, mostrándose con una mirada cansada y triste. ❛No... seguro llegó a casa y se puso a dormir❜ entrecerró sus orbes recordando lo eufórico aunque agotado que estaba cuando salieron victoriosos en aquella pelea por la que empezaron todo.

«—¡Voy a comer todo y echar una súper siesta en compensación!»

Se removió en su lugar al recordar su voz animada en su cabeza, sonriendo de lado ante la imagen de su rostro con aquella linda sonrisa y sus orbes brillando de emoción luego de proclamar su victoria. Su corazón se apretujó de varias maneras mientras miraba el techo de forma perdida. Suspirando pesado, cerró sus ojos una vez más, queriendo pensar sólo en eso para agarrar un poco más de energías.

Y casi como si Buda hubiera escuchado sus pensamientos, su teléfono sonó, haciéndola alzar medio cuerpo de manera confundida para ver hacia si misma al recordar que lo tenía en el bolsillo. Lo sacó e inspeccionó rápidamente, aliviándose al ver que no le pasó nada, contestando sin ver quién es.

—¿Aló?

—«Masu-chan, estoy aburrido.» —la aludida se quedó en blanco al escuchar la voz de Mikey al otro lado de la línea—. «¿Qué haces? Quiero hacer algo.»

—Acabaste de... pelear con una pandilla... —murmuró apenitas recordando todo lo que sucedió esto atrás, espabiló y agitó su cabeza de un lado a otro—. Tengo que hacerle la cena a mis hermanas, no creo poder...

—«Yo voy entonces, espérame con cena para mí también.»

Y tal como de imprevisto la llamó, le colgó. La dejó con varias palabras en su boca, parpadeando varias veces. Trató de procesar lo que había pasado mientras despegaba su teléfono de su oído y lo colocaba a la altura de la cara, mostrando la pequeña pantalla de inicio como si nunca la hubieran llamado. Lentamente buscó el registro de llamadas y confirmó que Mikey si la llamó.

Por varios segundos vio la última llamada, observando el «Manjiro» con el que lo tenía agendado, recordando vagamente como él se había puesto a curiosear su teléfono y se había quejado de que no le ponía algo más bonito con su nombre. Rio un poco ante ese recuerdo y entrecerró sus ojos, sintiéndose verdaderamente cansada.

❛Cierto que el abuelo de Manjirō-kun... está cuidando a mis hermanas❜ recordó en donde habían terminado aquellos tres angelitos, apenas lúcida ante su propio sueño sin cambiar absolutamente nada de posición, sin embargo, su mirada detonaba cansancio total, llegando a mostrar tristeza. ❛¿A dónde irá papá?❜

Sin darse cuenta sus ojos terminaron por cerrarse, pensando que sólo descansaría sus ojos hasta que el Sano llegara a su casa, cayendo dormida de manera profunda.

No mucho fue lo que pasó para que Manjirō se apareciera en la casa, tocando la puerta apenas llegó, moviéndose en su lugar cuando la chica no aparecía al instante como solía hacerlo. Se cruzó de brazos mientras que hacía un puchero.

—¡Masu-chan! —llamó el invencible Mikey volviendo a tocar la puerta con cierta fuerza, incluso miró la manija con curiosidad e intentó abrirla. Sin embargo, se asustó cuando esta si se abrió, sin tener pasador como la chica tenía costumbre en colocar.

Rápidamente abrió la puerta preparado para cualquier cosa, recordando como hace un año había sucedido lo mismo; el aire volvió a sus pulmones cuando la observó totalmente desparramada en el sofá, jurando que escuchaba sus ronquidos desde allí. Sus orbes oscuros la observaron con apremio para ver detrás de él, cerrando con cuidado. Miró unos segundos la entrada dándose de cuenta que faltaban los zapatos tanto de Kaito como de las trillizas, aunque tenía en claro que estas estaban con su abuelo.

Cerró la puerta con cuidado mientras se quitaba sus botas, aún teniendo puesto el uniforme de la TōMan así como alcanzó ver de Masumi, aunque esta no se las había cambiado, quizás tirándose al sofá y cayendo dormida, incluso pensó que cuando la llamó estaba más dormida que despierta tomando en cuenta que en su mano descansaba descuidadamente su celular.

—¿Manjirō-kun...? —dirigió su mirada hacia ella cuando la escuchó llamarlo, notando como abría apenas uno de sus ojos para hacerlo con ambos, apenas reincorporándose—. Oh, perdón, me dormí esperando. Ya iré...

—Oh, no, no. Quédate ahí. —el pequeño rubio hizo que se volviera a recostar con una sonrisa, riéndose un poco cuando notó la mirada entrecerrada de la chica, viéndose confundida—. Te ves tan cómoda que me dió sueño también.

No era mentira, Mikey tenía ese raro hábito de cuando ve a alguien durmiendo (incluso cuando es en la televisión) que le dan ganas de dormir también. Rio un poco al notar la extrañeza con la que la mayor lo miraba, luego acomodándose de lado para verlo mejor, notando aún los recientes rasguños que tenía en su rostro.

—¿Caiste como piedra? —se divirtió un poco con su cansancio, viéndola hacer un puchero mientras cerraba sus ojos.

—Me pesaban mucho los ojos desde antes... —Manjirō quito brevemente su sonrisa ante aquel dato—. Y por esa pelea me entró mas cansancio físico, no es mi culpa. Sinceramente creí que tú también ibas a dormirte.

Manjirō observa de manera fija sus ojos cerrados, detallando un poco aquellas largas y abundantes pestañas que tenía alrededor, rozando ligeramente con sus mejillas. Tuvo un pequeño impulso de tocarlas como siempre lo hacía cada que observaba sus ojos cerrados junto con sus rizadas pestañas, algo que por su parte le encantaba. Pero, observar las ojeras que tenía debajo al igual que la hinchazón no era algo que le gustaba ver.

Su mirada se oscureció levemente al recordar la razón por la que ella lloraba, haciéndolo sentir una rabia tan grande en su interior por querer darle su merecido a aquel hombre que Masumi llamaba papá. Si, de cierta manera comprendía que estaba pasando por una situación dura en donde perdió al amor de su vida en un dos por tres; Manjirō sabía que él se sentiría igual si algo así pasará, pero ver cómo aquella chica de ahora mirada cansada estaba siendo afectada era algo que no toleraba.

—¿Dónde está tú papá? —cuestionó en una voz baja y casi sombría, apretando sus puños contra el sofá luego de haberse sentado a un lado de este para poder estar cerca de ella—. ¿Te hizo llorar otra vez? ¿Que te hizo?

Era claro que no era el único en que insistía en saber el paradero de Kiyoko Kaito desde que tomó ese vicio de irse y no regresar hasta el día siguiente, incluso llegando en la noche pero bebido hasta las patas. Tanto para darle su merecido como para saber dónde estaba, sobre todo al ser una de las principales preocupaciones de Tenshi al punto de esperarlo despierta hasta que se apareciera en casa y al menos saber que seguía vivo.

Sentía tanta rabia por verla llorar por ese tipo, que en sólo un par de semanas había dado un giro de ciento ochenta grados, incluso haciendo sufrir a aquellas pobres niñas. Lo único que quería era golpearlo hasta enseñarle que no tenía porque estar dejando a sus hijas botadas y hacerlas llorar, hacer llorar a su Masumi.

—Manjirō-kun... —escuchó su suave y tersa voz, sacándolo de sus oscuros pensamientos. Observó su expresión adormilada para luego ver cómo sostenía su mano que por poco y no rompía el sofá—. Sólo quédate conmigo...

El aludido miró por varios segundos su delgada y pálida mano, pensando inevitablemente en el hecho de que ella tenía una mano tan delicada y pequeña al lado de la de él a pesar de ser más alta. Muchas veces se ponía a comparar y tontear de que era una señal del destino sobre que iba a ser más alto, recordando las pequeñas y dulces risitas que ella soltaba ante su drama por ser el más pequeño de todos. Su mirada poco a poco se suavizó y volvió a la normalidad, perdiendo aquella opacidad que estaba cubriéndolo para ver una vez más con atención a la mayor.

—Quiero dormir, pero no quiero estar sola... —susurró ella casi con pesar—. Abrázame hasta que llegue ese momento, por favor...

Manjirō se quedó varios segundos observando su rostro, su mirada apenas notable. Su corazón se aceleró y al mismo tiempo se estrujó, una mueca se instaló en sus labios por ver qué realmente estaba afectada, estaba triste. Pensar en el hecho de que los problemas que ahora tenía con su padre le estaban provocando todo eso lo llenaban de rabia, pero al mismo tiempo aquella necesidad de hacerla sentir mejor contrarrestaba, así como justo ahora estaba haciendo; levantándose y buscando espacio para acostarse junto a ella, quedando frente a frente.

Siguió con la mirada como la de orbes rosáceos se aferraba y ocultaba en su pecho, sintiendo sus manos apretarlo con cierta necesidad, así que no esperó y la abrazó con fuerza contra ella, sabiendo que era lo que más necesitaba en ese momento. Así que se quedó en completo silencio, se quedó allí, se quedó con ella tal como se lo pidió, y la abrazó.

Quién diría que luego él estaría en esa misma posición...

—¿SERÁ EL ENSAYO DE HISTORIA ANTIGUAS EL que me falta...? No, lo entregué la semana pasada. ¿Entonces era la tarea de kanji?

Golpeteó el borrador de su lápiz contra su frente, observando la libreta que tenía bajo sus narices al igual que las demás, todas puestas en el comedor en donde trataba de organizarse en que tarea tenía pendiente por ahí y tratar de no atrasarse tanto. Suspiró con pesadez, yendo a su cuaderno de matemáticas para descartar que no tenía una allí, frunciendo el ceño cuando notó que si tenía una, pero ya estaba hecha. No recuerda haberla hecho, aunque tenía su letra.

—¿Puedo decir una mala palabra? —apenas escuchó a Sumi quien llegó casi corriendo hacia ella, dando varios saltitos en su lugar—. ¡Déjame decir una mala palabra!

—Si, si... Ya recuerdo cuando hice esto. —Masumi asiente para sí misma, un poco distraída de lo que una de sus hermanitas le había dicho, creyendo que aquel asentimiento fue un si.

—¡Tú, y la co-

—NOOO, ¡NO TERMINES ESA FRASE!

Las trillizas se quedaron tiesas al escuchar la inmediata negación de la de cabello rizado ante su intento de decir una mala palabra, observando el espanto con la que las miraba. Masumi se alertó cuando distinguió que mala palabra era la que iba a decir, ahora estando súper desconcertada por la razón de que querían insultarse.

—¿¡Dónde aprendiste eso!? —chilló la de orbes rosáceos con apremio, mirando hacia Aki y a Yume sucesivamente.

—Oh, fue Kei-chan. —asintió la más pequeña de todas, sonriendo al recordar a aquel chico de colmillos.

—Es que le contamos que había un niño molesto en nuestra escuela y nos dijo qué teníamos que hacer. —Masumi casi se desmaya ahí mismo ante las palabras de Aki.

—Estamos practicando. —le siguió Sumi con una sonrisa.

—Por favor díganme qué no han colocado en práctica lo que él les dijo... —pidió algo descompuesta, asustada en todo lo que dicta la palabra ante los peculiares «consejos» de Baji Keisuke para defenderse.

—Todavía no. —Tenshi pudo respirar más tranquila ante la respuesta de la pequeña Yume—. Lo haremos el lunes cuando vayamos a clase. ¡Dijo que eso iba a asegurar que dejará de molestarnos!

—¡Si, si! —secundó Aki mientras Sumi a su lado las animada con sus puños de arriba hacia abajo.

—Si no fuera porque Kei-kun dijo que iba a estar ocupado hoy en la noche, lo traería de la oreja para que no les estuviera enseñando esas cosas. —habló Masumi de manera algo perturbada por imaginar a Keisuke enseñándole a sus queridas hermanas como encender un carrito de juguete con fuego.

Dejó salir un enorme suspiro mientras masajeaba el puente de su nariz, tratando de relajarse y estar en todos sus sentidos para pensar con claridad. Se sintió tonta por haber estado tan distraída con sus tareas que no se dio de cuenta lo que le estaba permitiendo a sus hermanitas, agregando del hecho de que no había tenido ni idea de que ellas al parecer estaban siendo molestadas en la escuela. Había pasado por lo mismo y sabía manejarlo de una forma más normal, sobre todo al lado del método de Baji Keisuke.

—¿Las están molestando entonces? —cuestiona con cierta preocupación, queriendo tener aquel detalle en claro. Las trillizas dudaron en responder pero asintieron—. ¿Por qué no me habían dicho nada? Saben que me pueden contar lo que sea... —dijo con un poco de tristeza, más nada por el hecho de que no se había dado de cuenta.

Trató de recordar algún indicio en ellas cuando las iba a buscar a clases o ellas llegaban a casa, y ahora que sobrepensaba, caía en cuenta que siempre estaban de mal humor o con el ánimos por los suelos. Se sintió el doble de mal por no haberle dado tanta importancia, sobre todo siendo ellas sus hermanitas.

—Es que no queríamos preocuparte más... —murmuró Yume un poco dudosa y a su vez avergonzada. Masumi alzó una de sus cejas.

—Si, si. Siempre estás cansada. —le siguió Sumi.

—¡Podemos encargarnos de esto nosotras! —y esa fue Aki.

❛Ay, pero...❜ la mayor hizo un puchero ante las palabras de sus hermanitas, sintiendo un pequeño nudo en su garganta y como las ganas de llorar la invadían, otra vez. Estiró sus brazos para que ellas se acercarán a abrazarla, y eso hicieron.

—Me conmueve que se preocupen por mi... —habló en un tono bajito, suspirando—. Pero no deben hacerlo. Yo estoy aquí para ustedes, sea como sea. —habló con dulzura, dándoles una pequeña sonrisa.

Las trillizas se quedaron en silencio y sonrieron ante el cariño de su hermana para asentir ante sus palabras, claro que cada una tenían sus inocentes dudas, pero parecía que sus decisiones la preocuparon el doble en sólo unos segundos. Masumi por su parte estaba sorprendida de la capacidad de pensar de aquellas niñas de nomás de cinco años, debía estar más pendiente en ahora en adelante.

—Y no más consejos de Kei-kun.—dijo recordando la solución de las pequeñas en resolverlo, sobre todo no siendo Keisuke el más indicado para aconsejar.

—¡Entendido!

Suspiró con pesadez mientras las dejaba ir para que siguieran... jugando, si es que podría llamarlo así. Ahora estaba preocupándose por lo que estarían aprendiendo sus hermanitas, miró hacia la nada, perdiéndose varios segundos en una pelusa que estaba en el suelo.

❛¿Qué le estará enseñando Kei-kun a mis hermanas?❜ se quejó en su cabeza, ahora pasando una y otra vez el hecho de que quizás no era al único a quien le preguntó. Su inquietud creció al pensar en los demás quienes no tenían un método muy tranquilo que digamos para enfrentar a aquellas personas que los molestan. Claro, ella no era quien para decir estando en una pandilla dónde casi siempre las cosas se resolvían a puños, pero en su opinión se podía resolver hablando.

Negó con su cabeza, pensando en tener una larga conversación con Baji sobre sus consejos a sus hermanas, girándose una vez más a la mesa para poder seguir con sus tareas, a la par que esperaba que la cena estuviera hecha, aunque el tema de lo que pasaba con sus hermanitas aún rondaba en su cabeza, tratando de procesar para poder saber que debería decir.

❛Oh, ¿qué será lo que Kei-kun iba a hacer hoy?❜ no pudo evitar preguntarse, mirando hacia la nada.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando escuchó unos fuertes golpes en su puerta, provocando que se sobresaltara y mirara hacia su dirección con su ceño fruncido. El reloj ya marcaba más de las siete de la noche así que se le hacía extraño, ¿quizás era su papá? No, en su ahora horario no llegaba sino hasta después de las once. ¿Wakasa? No, dijo que tenía que cerrar el gimnasio y no tenía tiempo para venir.

Una vez más los golpes se volvieron aún más insistentes al punto de que la asustó, observó hacia donde estaban sus hermanas jugando mientras se levantaba para acercarse de manera algo dudosa. Por un momento creyó que querían tumbar la puerta por la brusquedad con la que lo golpeaban, asustándola en el proceso así que se abstuvo a acercarse lo suficiente y no abrir.

—¿Quien es? —cuestiona con su ceño fruncido, mirando por unos segundos hacia su alrededor para buscar algo para defenderse, tomando el bate que tenía contra una esquina. Los golpes se detuvieron al instante en el que habló.

Masumi miró en silencio hacia la madera de la puerta mientras sostenía el bate contra su hombro, alzando sus cejas al notar como de la nada dejaron de golpear. Creyó por un instante que era alguna broma o algo por el estilo.

—Masu-chan. —alzó sus cejas cuando escuchó la voz de Mikey al otro lado de la puerta, bajando de inmediato su arma.

Kiyoko se quedó en silencio por varios segundos y dejó el bate en su lugar para rápidamente quitarle el seguro a la puerta al igual que la cadena para abrir la puerta y observar la figura más baja de su amigo enfrente de ella. Observar la expresión casi muerta y vacía de Mikey le dejó un mal sabor de boca, incluso teniendo su mirada perdida en alguna parte del suelo a pesar de ya haberse mostrado a él.

Una pesadez invadió su pecho al ver la mirada que portaba, definitivamente parecía una clase de mirada muerta y apagada por completo, estando acostumbrada a ver siempre una sonrisa en él a la hora que la miraba, así que era extraña su expresión en estos momentos, incluso recorriéndole un leve escalofrió. Observó con atención sus ojos opacados y creyó notar que estaban hinchados.

—¿Manjirō... -kun? —balbuceó confundida ante su actuar, ladeando su cabeza hacia un lado—. ¿Sucede al...

—... murió... —habló de una forma tan baja que apenas pudo entender una de las dos palabras que dijo, haciéndola fruncir el ceño mientras sus hombros se encrispaban ante aquella palabra en particular.

—¿Eh?

—Shin'ichirō... —murmuró una vez más, aún en aquel tono de voz tan bajito. Simplemente alzó sus cejas ante aquel nombre, luego entreabriendo sus labios.

El de poca estatura quedó en silencio una vez más, y aquel detalle comenzó a asustarla cada vez más, colocando una mirada nerviosa en sus ojos. Asomó más su cabeza hacia fuera para ver si venía sólo, y efectivamente así fue; lo único que estaba frente a su casa era aquella motoneta de color rojo. Frunció una vez más el ceño mirando hacia el rubio frente a ella quien ahora apretó sus puños con ligereza.

—Manjirō-kun, dime que pasa. —habló la mayor con un poco más de firmeza para que le contestara, inquietándola demasiado su silencio—. ¿Estás...

Y de la nada, él casi se lanzó a ella al momento que la abrazó por el cuello, tanta fue la fuerza que terminó por perder el equilibrio y terminó por caer de espaldas contra el suelo de la entrada. Masumi se quejó ante el impacto, cerrando uno de sus ojos para aguantar el leve dolor que sintió, no obstante, su atención fue una vez más hacia Manjirō quien escondía su rostro en su cuello.

Sus mejillas se sonrojaron por algunos segundos ante aquella extrema cercania, teniendo sus manos en alto al no saber donde rayos colocarlas, pero en sí la situación la tenía con demasiados sentimientos encontrados, pero definitivamente estaba asustada ahora con la enorme necesidad de Mikey en abrazarla.

—E-Eh... ¿M-Manjirō-kun? —murmuró inevitablemente por los nervios, alzando sus cejas cuando sintió como afianzaba más sus brazos contra ella. Era una posición algo incomoda debido a que estaba en el suelo con él encima, no sabiendo que hacer.

—Abrázame... y déjame quedarme contigo... —susurró casi el chico con necesidad, apretándola con más fuerza. Sin que ella se diera de cuenta directamente, había comenzado a llorar, su rostro deformado en una mueca—. S-Sólo abrázame y quédate conmigo, por favor...

Masumi pestañeó varias veces en señal de confusión, mostrándose luego preocupada por sentirlo temblar contra su pecho el cual comenzó a humedecerse por... sus lágrimas. Miró hacia un costado de su rostro dónde sentía su oído, ocultando más que nada su rostro y evitando que lo viera, pero al mismo tiempo dejando salir todo. Ella no tenía ni idea de que era lo que estaba pasando y al mismo tiempo la asustaba.

Sin decir ni una palabra, alzó sus manos y lo rodeó, abrazándolo tal cual él se lo pidió aún sin tener ni idea de que era lo que sucedía. Trató de entender, pensando que tendría que ver Shin'ichirō con que él estuviera de esa manera, recorriéndole una sensación totalmente amarga por todo el cuerpo al pensar en su hermano mayor. Su corazón se estrujó e hizo una mueca, sintiendo como Manjiro la abrazaba con más fuerza, casi con necesidad.

—Tra... tranquilo, Manjiro-kun... —murmuró la chica, sintiendo su voz romperse ligeramente, pero trató de mostrarse fuerte—. Estoy contigo...

Tengo muchos sentimientos en este capítulo, bastA

Me duele, me quema, me lasTIMA

No les miento que me dio algo escribiendo la primera debido a lo de Shin'ichirō, siempre me vas a doler culón, y la verdad quise plasmar un poco la reacción de Mikey, sobre todo tomando en cuenta como es él.😿

¿Pudieron ver que con Masumi si se desahogo? Los que vieron el manga, llegaron a plasmar un capitulo la reacción de Manjiro cuando murió Shin, y literal se escondió y se aguantó llorar, me duele eso; perooo, Masumi es su lindo angelito a quien le deposita toda su confianza, y así como ella lloró (incontables veces) con él y lo consoló, quiso intentar ser consolado por ella

Son chiquitos, hay que cuidarlos, meterlos en una cajita y protegerlos de todo mal.

→S H A N X L A B Y X←

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro