❪𝟮𝟮❫ ; 𝗺𝗶𝗸𝗲𝘆'𝘀 𝗮𝗻𝗴𝗲𝗹 𝗶.

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ARC TWO; ANGELS LIKE HER❫
*╔═══❖•ೋ°🕊️°ೋ•❖═══╗*

CAPÍTULO VEINTIDÓS;
EL ÁNGEL DE MIKEY I
❛una nueva era❜

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©Shanxlabyx
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LA SONRISA EN LOS LABIOS DE MASUMI NO SE HACÍA ESPERAR mientras observaba la gran reverencia que estaba haciendo la novia de Takemichi ante Mikey, escuchando como se disculpaba unas mil veces por haberlo golpeado en el rostro, después de que se haya aclarado que eran sus amigos, o al menos algo cercano a eso. La verdad de alguna manera la comprendía, si de repente llegaran unos tipos desconocidos a su escuela para llevarse casi a la fuerza a su novio, agregando que ya anteriormente estaba casi siempre lleno de golpes, también la haría pensar que eran unos bravucones.

Y quizás, sólo quizás también les daría una bofetada, aunque ella prefería primero hablar antes que golpear, así era y ha sido siempre. Pero si la situación lo ameritaba, no dudaría en hacer algo al respecto por mucho que sea fuera de su zona de confort.

—¡Lo siento! —dijo Tachibana Hinata una vez más, alzándose con un sonrojo en sus mejillas ante su vergüenza—. Parece que lo malinterprete todo. —alzó sus manos en son de paz, portando una sonrisa nerviosa.

—No te preocupes. —Manjirō le restó importancia, encogiéndose de hombro. Luego sonrió algo divertido y se sobó la mejilla que no mucho tiempo atrás le golpeó—. Aunque fue una buena cachetada.

—¡Perdón! —rápidamente se disculpa una vez más, aún bastante avergonzada.

—No es malo defender a quien quieres, pero no cometas locuras. —suelta sin mucha importancia, pero siendo sincero al hablar mientras portaba una tranquila sonrisa en sus labios—. Si te metes con quien no debes podrías terminar mal.

—¡Si! —se coloca de manera firme, casi como un soldado. La sola acción le causó gracia al chico provocando que riera; Tachibana aún poco avergonzada pero más confiada se giró luego hacia Masumi quien seguía al lado de Manjirō—. Y lamento también haberte dicho esas cosas... Es que yo...

—¡Oh! No, no. No tienes porque disculparte. —Masumi un poco nerviosa al verla tan apenada la interrumpe, agitando una de sus manos con una sonrisa, soltando luego una risita al verla a punto de inclinarse en señal de disculpa—. Te entiendo muy bien, tú sólo querías proteger a tú novio y la verdad probablemente haría lo mismo. En realidad admiró mucho tú determinación, pero como dijo Manjirō-kun, podrías terminar provocando a alguien indeseable, pero estuviste increíble.

Hinata se sonrojó un poco ante las palabras de la mayor quien le dedicaba una sonrisa dulce, viéndose mucho más amable de lo que creyó, aunque a primeras cuentas no se veía demasiado intimidante, más bien a la hora de hablar más directamente con ella, pareciendo algo muy sencillo. Se pudo sentir más en confianza así que mostró una sonrisa un poco más animada, agregando de estar halagada por sus palabras y a su vez gustosa con su amabilidad, la de ambos.

—¿Eh? ¿te pareció increíble que me golpearan? —se ofendió Manjirō a un lado de ella, mirándola con cierto reproche con Masumi mirándolo desconcertada para luego reírse un poco—. ¿Y te ríes? Eres mala.

La castaña los miró a cada uno con atención y luego sonrió más relajada, sintiéndose en si más tranquila a como lo estaba antes. Así que, con sus hombros sin el peso de la vergüenza, pudo mirar a su novio el cual estaba un poco más tranquilo que antes.

—Bueno, ya me voy. —musitó la más pequeña mientras se iba encaminando hacia la puerta de la escuela.

—Ah, claro... —murmuró Takemichi, para girarse luego hacia ella con cierto apremio—, pero ¿y la cita?

—Será en otra ocasión. Vinieron a verte tus amigos, ¿no?

❛Que lindos...❜ pensó Tenshi con una sonrisa y expresión afable en su rostro ante la interacción de ambos como pareja, observando como la de cabello corto llegaba a la puerta y luego le sonreía a Takemicchi, agitando su mano en forma de despedida.

¡Bye-bye! No vuelvas a pegarme. —se despidió Mikey de la misma forma que ella al hacer un ademán con su mano, provocándole una pequeña risa a la menor.

—Espero vernos después, Hina-chan. Cuídate mucho. —Tenshi de igual manera se despide de la chica del lunar quien sonríe un poco más y asiente un tanto entusiasmada, devolviéndole el ademán para finalmente adentrarse al edificio—. Es muy linda...

—Es buena chica. —le sigue el rubio más claro, mirando a la chica de los pendientes unos segundos quien seguía con la mirada en la puerta. Manjirō sonrió de lado—. Hay poca gente así. —mira ahora a Takemichi quien ahora observaba algo desconcertado al más bajo—. Cuida bien de ella.

El rubio de ojos azules se quedó una vez más sin habla, observando sorprendido hacia el más bajo por lo que había dicho; siguió con la mirada como Masumi se encaminaba hacia donde estaba Ken esperándolos, siendo seguida luego por Manjirō. Lo único que podía pensar es que los tres se veían como adolescentes comunes, contradiciendo con la imagen que había en el futuro, principalmente en Mikey, quien parecía suavizarse por completo cuando se trataba de su novia.

Ese pensamiento en particular fue lo que pasaba por su cabeza mientras caía el atardecer, donde ellos terminaron yendo por la vereda en un par de bicicletas; Mikey iba detrás de él en la parrilla de esta, mientras por otro lado, Draken iba manejando otra con Tenshi detrás, con un ambiente silencioso pero de alguna manera agradable, aunque Takemicchi estaba con bastante porque pensar.

Analizaba incluso la TōMan del futuro y lo que era en el pasado, principalmente quien era el cabecilla que no se comparaba para nada de lo que sabía del futuro.

—¿A dónde vamos? —escuchó la dulce voz de Tenshi detrás de ellos, estando ella agarrándose de los hombros de Draken y tratando de mantenerse quieta—. Es que no puedo ver el camino por la enorme espalda de Ken-kun.

—Eso te pasa por ser tan pequeña. —se burló el del tatuaje soltando una risa ante el sonido indignado que soltó la de mechas blanquecinas, incluso Mikey se rio al imaginarse la expresión de su novia, quien estaba con un puchero en su lugar.

—¡Eso no responde a mi pregunta! —y sólo provocó que Ken se carcajeara al escucharla molesta.

El rubio de ojos azules sonrió un poco de lado al escucharlos reír como cualquier adolescente, era de alguna manera gratificante. Poco segundos después colocó una expresión más dudosa.

—Oye, Mikey-kun... —Hanagaki llama, recibiendo un pequeño sonido de parte del aludido en señal de que lo escuchaba, aún con una sonrisa —. Una pregunta... ¿por qué te llamé la atención?

—Que pregunta más estúpida.

—Perdón. —inmediatamente se disculpó ante la respuesta del líder de la TōMan, absteniéndose a quedarse callado y fijarse en el camino, no queriendo terminar molestándolo de verdad.

Manjirō se quedó mirando hacia un costado un poco aburrido hasta suspirar, formulando una sonrisa un poco divertida y a su vez nostálgica ante esa pregunta, recordando como el día anterior había hablado con Masumi de lo mismo, aunque haya sido brevemente. Giró su cabeza hacia atrás por unos momentos apenas llegando a ver su silueta detrás de su mejor amigo, ella se encontraba mirando hacia el atardecer, aunque como si se hubiera dado de cuenta de su mirada, giró sus ojos hacia él, estos apenas asomándose por sobre los hombros de Draken.

La observó varios segundos dedicándole una sonrisa y luego miró hacia enfrente, manteniendo una sonrisa de lado.

—Verás... —comenzó a hablar, captando inmediatamente la atención de Hanagaki quien alzó un poco las cejas aunque no quitó la mirada del camino—. Tengo un hermano diez años mayor... Aunque ya murió. —comenta bastante tranquilo, el recuerdo de su hermano lo tranquilizaba—. Era muy temerario. No le importaba pelearse con tipos más fuertes que él.

Masumi observó con atención la conversación, suavizando la mirada y sonriendo con ligereza, agachando un poco la mirada al recordar inevitablemente a Sano Shin'ichirō, alguien que apreciaba muchísimo en su corazón. Alzando una de sus manos hacia su pecho, metió un poco su mano dentro de su suéter y luego al cuello de su uniforme, sacando aquella cadena que él le había regalado en el primer cumpleaños que pasó con amigos, con su nueva familia.

Realmente Sano Shin'ichirō era alguien maravilloso para ella, admirable en sí. Miraba con cariño la cadena pensando en todo lo bueno que llegó a conocer de él, y en lo increíble que fue.

—Seguro que era de lo más genial. —fue lo que dijo Takemichi con una sonrisa en sus labios, casi como si leyera sus pensamientos.

—Me recuerdas a mi hermano. —no dudó en decir el Sano provocando un pequeño desequilibrio en el ojiazul ante aquella comparación, sonrojándose ante la sorpresa y a su vez al sentirse halagado.

—¿Eh? Pero yo no tengo nada de genial. —vociferó rápidamente, aunque no evitaba sentirse un poco entusiasmado—. ¿En que me parezco a él?

—Si, no daba lastima como tú.

—Oye, eso duele.

No tardaron en detenerse cerca de la orilla del rio, sin razón aparente más que hablar, al menos por parte de Mikey quien había querido hablar más con Takemichi. Ahora los cuatro estaban mirando hacia el atardecer que estaba pintando el cielo en una mezcla de colores cálidos, pronto dando la entrada a la noche. Masumi observaba el sol esconderse poco a poco, haciéndola sonreír; le encantaba los atardeceres.

Dirigió su mirada rosácea hacia su pareja quien había metido sus manos en sus bolsillos y se había adelantado un poco más, mirando en la misma dirección que ella lo había hecho anteriormente, al parecer aún pensativo por la mención de su hermano mayor, sobre todo tomando en cuenta quien Takemichi le recordaba a él de varias maneras.

—Hoy en día la gente piensa que los delincuentes son patéticos. —comienza a decir con bastante calma, haciéndola suavizar la mirada un poco—. Cuando mi hermano vivía esto estaba lleno de pandillas de motociclistas. Sus motos rugían por doquier. —musita con una sonrisa afable en sus labios, volteando a mirar por unos momentos a Takemichi para volver a mirar hacia el cielo—. Todos eran tipos rudos. Se la pasaban peleando... Pero siempre se hacían a cargo de sus problemas. ¿Qué tiene eso de patético?

Masumi miró al horizonte de manera algo nostálgica, llegando a entristecerse un poco ante la palabra «patético», una que su padre llegaba a decirle en aquel estado de ebriadez, aunque recordaba como antes de su madre morir juzgaba mucho el hecho de que se estaba metiendo con «delincuentes» y saldría herida de alguna manera o traería problemas. A pesar de los años, Kaito no terminó de convencerle sus amigos, aunque hayan sido los únicos.

Ella sabía como eran sus amigos, como era la TōMan, un lugar donde buscaban cuidarse y protegerse entre sí; un uno para todos y todos para uno. Algo que guardaba con mucho cariño en su corazón, porque la Tōkyo Manji era como su familia, su verdadera familia.

Con ese simple pensamiento una sonrisa apareció en sus labios, una genuina y llena de cariño, cariño que tenía dirigido a la TōMan, mirando una vez más hacia el cielo con un pequeño brillo en sus ojos.

—Por eso quiero crear una nueva era para los delincuentes. —dijo Mikey una vez se sentó en el pasto de manera relajada, simplemente disfrutando la vista, disfrutando el presente—. Y quiero que me acompañes. —mira hacia el ojiazul quién parecía procesar todo lo que le decía, levantándose momentos después—. Me agradas, Hanagaki Takemichi.

Masumi dirigió su mirada hacia el rubio de ojos azules quien continuaba en su momento de ensimismación, notando perfectamente su sorpresa. Eso la hizo sonreír de lado por algunos segundos y llegar con el pensamiento de que aquel chico era alguien demasiado peculiar, curioso, a pesar de que sólo hace un día se habían conocido, podía ver a la perfección que era una muy buena persona.

—Muchísima gente es buena peleando. —Draken tomó la palabra, dirigiendo su mirada hacia el atardecer, hablando de manera sensata y sincera—. Sin embargo, ¿hacerle frente a quien sea para proteger lo que te importa? No hay muchos como tú. —dijo, provocando que Takemichi formara una sonrisa.

—Personas así realmente valen la pena. —ahora fue turno de Tenshi en hablar, esta miraba hacia el cielo con una sonrisa y un pequeño brillo en sus ojos, uno que el ojiazul había logrado divisar con facilidad. Ella giró su rostro hacia él y le dio una sonrisa llena de aprecio y dulzura—. Eres muy fuerte, tú corazón en sí lo es para proteger con tanta disposición a los demás sin importar nada. Eres genial, Takemichi-kun.

Takemichi sintió por un momento que iba a llorar al sentirse tan apreciado en ese momento, sobre todo cuando toda su vida había sido lo contrario, donde siempre había sido despreciado y tratado como basura; el hecho de que personas así de asombrosas le dijeran algo como eso le inflaban el pecho, escuchar a Kiyoko Masumi decirle eso con esa sinceridad tan grande le llegó directamente.

❛Apenas la conozco, pero puedo darme de cuenta que es buena chica❜ fue lo que pensó mientras formaba una sonrisa ante sus palabras, así como las de Manjirō y Ken quienes comenzaron a girarse para irse a aquellas bicicletas con las que habían llegado a ese lugar, Masumi una vez más dándole una gentil sonrisa para seguirlos.

—Piénsalo, Takemicchi. —dijo Draken en manera de despedida, pronto subiéndose una vez más a las bicicletas, con al diferencia de que Mikey se subió a una para manejar y Tenshi se posó detrás de él.

—¡Adiós, Take-kun! —musitó la de cabello rizado cuando comenzaron a andar, agitando su mano en manera de despedida al pasar por su lado, haciendo que el chico agitara una de sus manos en respuesta.

Los segundos pasaron en donde Hanagaki Takemichi se había quedado completamente solo en su lugar, luego de haber tenido aquella conversación con Sano Manjirō, a quien se supone que conocía como el líder de la Tōkyo Manji, el peor grupo de delincuentes en Tōkyo del futuro. Tener aquella interacción con él lo había dejado con mucho para pensar.

Sonrió de lado, aunque dicho gesto se desvaneció a los momentos al recordar la diferencia del pasado con el futuro con quien era conocido como el líder; de adolescente siendo un tipo bueno e incluso agradable, mientras que de adulto había provocado incontables crímenes. ¿Exactamente que lo llevó a ser así?

MASUMI VEÍA EN COMPLETO SILENCIO COMO KEN Y MANJIRŌ JUGABAN a las fuercitas con sus compañeros de trabajo, algo que aún trataba de comprender en que momento había sucedido. Ya iba a ser hora de cerrar el local de la cafetería, quedando sólo ella junto con sus compañeros al igual que su amigo y su pareja, los cuales se ofrecieron a acompañarla un rato; sólo fue un segundo en el que se dirigió al baño para terminar con esa escena.

Su ceño se frunció con incredulidad y al mismo tiempo algo de preocupación al ver al del tatuaje con una sonrisa mientras sostenía el brazo con facilidad de uno de los empleados de la cocina, quien era un hombre bastante grande y corpulento, bastante intimidante a simple vista pero agradable.

Temía que le rompieran un brazo o algo. Podría pasar.

—Al parecer sólo tienes buena mano en la cocina, ¿eh, viejo? —vociferó de manera altanera el más alto, apenas haciendo mover su brazo.

—Vamos, tótem, gana de una vez. ¿No ves que están apostando comida? —en otra de las solitarias mesas del local, se encontraba un Manjirō con su boca parcialmente llena con crema de pastel; tal como dijo, estaban apostando para el que ganara, y en este caso tenía que ver con comida que el perdedor tenía que costear.

Y él, como no, se aprovechaba y le quitaba a Draken todo lo que ganaba. Aunque no había que negar que ya jugó un par de veces y claramente ganó.

—Me fui menos de cinco minutos... —murmuró Tenshi aún desconcertada por toda la escena que se estaba llevando a cabo, con sus compañeras meseras mirando con diversión o fastidio debido a que ellas estaban limpiando el local y los hombres jugando.

Suspiró largamente, negando con la cabeza. Hasta este punto no le sorprendía demasiado ver en las cosas que se metían sus amigos, no está demás decir que una vez habían ido todos los capitanes de las divisiones junto con ellos a una sala de juegos, descuidó a Pah y a Keisuke unos momentos para que terminaran peleándose con unos tipos porque los apresuraron en un juego.

Rascó una de sus mejillas para girarse hacia la habitación de despensa donde buscaría su mochila donde estaba su uniforme de la secundaría, debido a que había tenido que cambiarse allí mismo. Sobre todo cuando a Ken y Manjirō no se les ocurrió gran idea que pasear harto rato en bicicleta al punto que ya rozaba la hora de entrada de su trabajo, teniendo que ir a su casa casi volando para buscar su uniforme e irse nuevamente hacia allá.

El fuerte golpe que se escuchó contra la mesa junto con el grito frustrado del cocinero y las carcajadas de Ken le dieron a entender claramente quien había sido el ganador, yendo con un poco de apremio hacia allí para asegurarse de que no haya terminado con algún herido, suavizando su mirada con cierto cansancio y al mismo tiempo alivio cuando notó efectivamente la escena que se le llegó a la mente.

—¿Qué rayos le dan de comer a los chicos de hoy en día? —se quejaba aquel hombre de treinta y tantos años de edad sobándose la muñeca con recelo dirigido hacia Draken el cual sonreía con burla y diversión.

—Tetsuo-san, ¿está bien? —Masumi se acercó rápidamente un poco preocupada, observando al mayor levantarse entre refunfuños, alzando una de sus manos y revolviéndole el cabello a la chica de manera amigable.

—Si, si. Estoy bien, deja de amargarte la vida que te van a salir arrugas. ¿No ves que ya tienes canas? —bromea un poco refiriéndose a las mechas teñidas de su cabello de color blanco, provocando que ella se avergonzara, siempre la molestaba con eso.

—¡Está teñido, no son canas!

La ojirosácea miró un poco enfurruñada hacia aquel señor con quien más se llevaba allí; claro, trataba de llevarse lo mejor posible con los demás, aunque no conversara con todos, pero prefería al menos tener una buena impresión, aunque ya llevaba más de seis meses trabajando allí y ya tenía mucha más confianza que antes. Aún recuerda la ansiedad que le provocó las primeras semanas donde siempre tenían sus ojos encima de ella.

Sabía bien que no le caían bien a varias personas, en general de su vida, pero intentaba que fuera lo contrario y al menos caerle decente y no terminar con problemas, sobretodo en un ambiente de trabajo. Ya sucedió en la estancia que ha tenido allí donde había una pareja trabajando y se pelearon, convirtiendo el ambiente en uno bastante pesado y casi ácido, al menos ya yéndose uno y quedándose la chica.

A veces la vida daba demasiadas vueltas...

—Dejen de hacer ese tipo de juegos con mis compañeros de trabajo. —saliendo de sus pensamientos, se encaminó con sus manos en la cintura donde estaba el del tatuaje, aunque también se dirigió al rubio más bajo—. Podrían lesionar a Tetsuo-san y nos quedamos sin cocinero.

—¿Eh? Pues podrías encargarte tú de cocinar. —Ken se encoge de hombros, riendo un poco cuando Masu le frunció el ceño en reproche—. La desventaja es que tendrías veinticuatro horas a Mikey contigo, de por sí lo tienes como garrapata la mayoría del tiempo. Ugh, un dolor de cabeza.

—Jodete. —se escuchó la voz del aludido en el fondo, ocupado en comerse unos panecillos que Tetsuo le llevó. Él cumplía su palabra.

—Ay, por favor si. Y así traen a sus guapos amigos más a menudo. —canturreó una de las meseras que estaba terminando de barrer el piso, inmediatamente Masumi la miró mal.

Draken ignoró aquellas palabras rodeando los ojos, ya era más que a menudo los constantes piropos de una de las compañeras de trabajo de su amiga, con esta casi siempre regañándolas y alejándolas. Un sutil gesto de celos cuando se trataba de sus amigos más cercanos, aunque quizás se trataría de sobreprotección. Así tal cual ahora dónde la chica trataba de alejar a su compañera de ellos recalcando la diferencia de edad y que dejara de hacer eso. Quizás lo hacían todo para verla enfurruñarse.

La chica de mechas blanquecinas infló un poco las mejillas para poder girarse hacia sus amigos que ya se estaban levantando para poder irse, bueno, Mikey aún estaba ocupado comiendo, aunque luego miró a Draken como si fuera su enemigo cuando este le pasó por el lado y agarró uno de los panecillos.

—Son mi premio, no andes llorando, más bien agradece que te deje comer la mayoría. —dijo el del tatuaje del dragón, dándole un pequeño mordisco dirigiéndose a la puerta para buscar su motocicleta, alzando la misma mano con la que sostenía aquel panecillo—. Bueno, yo me iré por mi lado. Nos vemos mañana, Tenshi, salúdame a tus hermanas y cuidado con Mikey.

—Oh, si. ¡Adiós, Ken-kun! —rápidamente la chica se despide del contrario que pasó la puerta provocando el usual sonidito de la campana, Manjirō por su lado continuó mirando mal hacia su dirección por haberse robado su preciado panecillo.

—Ghrr, maldito calvo. —se quejó entre pequeños susurros de enojo en su lugar, relamiendo sus labios con algo de betún mientras se levantaba—. Le voy a rayar su moto.

—Manjirō-kun. —lo regañó sutilmente ante esa idea, sabiendo que habría una pelea peor, suspiró al verlo salir por la puerta, sonriéndole hacia sus compañeros—. Bueno, compañeras, ya me tengo que ir. —se despedía alzando su mano, recibiendo en respuesta el mismo ademán.

Sintió el frío de la noche una vez abrió la puerta del local y lo cerró, observando las parcialmente solitarias calles de Tōkyo, en la zona de Yoyogi dónde estaba su trabajo. Afirmó un poco más la visera de su mochila aspirando la serenidad de la noche, mirando hacia la nada de manera desolada. Parpadeó lentamente un par de veces, sintiéndose cansada, como casi todos los días. Miró hacia su muñeca su reloj observando la hora, marcaban las 8:23pm, salió un poco más tarde de lo usual.

Frotó su ojo derecho pensando en como estarían sus hermanitas, aunque ya le había dicho a Wakasa que llegaría más tarde así que no debía preocuparse, con un bostezo comenzó a caminar por la acera hacia el callejón de la parte de atrás del local donde Manjirō había guardado su CB250T para evitar estorbar la entrada.

El rubio se encontraba ligeramente recostado de la moto, aún no encima de ella si no más bien apoyándose en el costado del asiento, con las manos metidas en sus bolsillos y mirando algún punto de la pared, bastante pensativo. Su expresión había cambiado por completo a la cara enojada que tenía, aunque más bien era aquel enojo infantil. La hizo preguntarse en que estaría pensando precisamente.

Sonrió con suavidad mientras se acercaba a paso calmado hacia él, ladeando un poco su cabeza al verlo perdido; varios segundos pasaron tuvieron que pasar para que el chico finalmente volteara a verla, Manjirō embosando una ligera sonrisa de lado que duró unos segundos para luego volver a agachar la mirada.

—¿Sucede algo? —Tenshi no evita preguntar curiosa acercándose un poco a él, atraída por el hecho de que estuviera tan especialmente callado y casi desanimado. Era algo sorprendente el cambio de carácter a cuando Draken estaba.

—¿Mmm? —musitó el rubio alzando una vez más la mirada, resoplando un poco con una mueca plana para mirar al cielo y sonreír de lado—. Sólo pensaba... Takemicchi de verdad me recuerda a Shin'ichirō...

Una vez más Kiyoko permaneció en silencio por esas palabras, observando de cerca sus facciones y el brillo algo opaco que habían en sus ojos, pareciendo melancólico. Eso la hizo suavizar la mirada, pero sin decir nada, se acercó un par de pasos y alzó sus manos hacia él, para poder abrazarlo por el cuello. Se quedó completamente quieto ante su gesto, sintiéndose algo sorprendido, más no la separó.

—Entiendo lo que dices, Take-kun es igual de increíble que Shin'ichirō-kun. Es una gran persona.—dice con gentileza, respirando de manera profunda, luego se queda callada cuando el chico la apega más a su cuerpo, metiéndola en el espacio de sus piernas. Se sonrojó un poco, tocando con suavidad su cabeza.

—Mmm... —musitó de manera áspera, frotando su rostro contra su cuello, retirando y colocando sobre su otro hombro su cabello largo y rizado para tener más espacio. Pasó sus manos por toda la extensión de su espalda, aspirando su aroma—. Deja que me calme un poco más.

Masumi parpadeó un par de veces, sintiendo pequeños estremecimientos por lo físico que podría ser Sano Manjirō; él no se expresaba con palabras, lo hacía con acciones, a veces simplemente yendo a abrazarla o pidiendo un abrazo, siendo su manera de pedir confort o calma como a veces llegaba a decir.

Ella era su calma, aquella que lo tranquilizaba y hacía que cualquier malestar se le pasara con sólo abrazarla, así como ahora donde tenía aún en su cabeza la conversación con Hanagaki Takemichi. Puede que le recordara a su hermano en el buen sentido, pero lo dejaba nostálgico y algo triste, sólo llegando a desear consuelo de la chica, quien sin decir nada, como si entendiera a la perfección que sólo necesitaba hundirse en sus brazos para poder dejar salir la pesadez de su cuerpo, se quedaba a su lado. Él amaba eso de ella, que sin una palabra entendía lo que a veces necesitaba.

La única que podía calmarlo.

Varios segundos se quedaron en aquella posición, con la chica simplemente abrazándolo al saber que estaba tratando de organizar sus pensamientos. No era mentira que Takemichi le recordaba a Shin'ichirō, ambos teniendo ese algo especial; puede que lo habían acabado de conocer, pero para ella se veía genuino, así como Shin'ichirō lo era. Se sintió un poco melancólica, comprendiendo como se sentía Manjirō en esos momentos.

—¿Te gustaría comer Tempura hoy? —preguntó ella con suavidad, acariciando un poco su cabello que le rozaba la mejilla al tener su cabeza hundida en su cuello—. El Tío Waka debe haber hecho la cena para mis hermanas... pero podría cocinar más para los dos, ¿qué te parece?

—Tempura... —murmuró un poco analítico y luego asintió, abrazándola con más fuerza—. Si lo cocinas tú, lo que sea está bien para mi. Aunque si, acepto tú propuesta.

No aguantó soltar una pequeña risita ante sus palabras, sonriendo un poco más cuando el rubio logró abrazarla con más fuerza y cariño, sintiendo su corazón acelerarse lo suficiente como para sentir que podría hiperventilar, pero supo contralarse, sólo dejando salir un suspiro nasal.

—Bueno, tempura será.

UNOS GOLPES PESADOS Y ARRASTRADOS LA SACARON DE SU SUEÑO, ABRIENDO casi de inmediato los ojos y reincorporándose con rapidez, Sus parpados se mantuvieron caídos y mayormente cerrados ante la somnolencia que había aún en su cuerpo, aunque con agitar su cabeza y frotar sus ojos fue suficiente para volver a estar en la mayoría de sus sentidos.

La recorría un enorme cansancio al igual que un constante dolor de cabeza, sintiendo que había sido minutos atrás donde había logrado conciliar el sueño finalmente. Miró la hora en el reloj que tenía en la mesita de la noche notando que eran las 2:43 la mañana, de madrugada, así que se imaginó de que serían aquellos golpes.

Miró hacia la nada como si tratara de hacer que su cerebro funcionara bien, dirigiendo sus ojos hacia la puerta de su habitación cuando escuchó ahora un golpe seco contra el suelo, al igual que el eco de una voz maldiciendo aparentemente por lo que se cayó.

Largando un bostezo retiro con cuidado las sabanas de sobre su cuerpo y se arrastró hasta la orilla lo más silenciosa posible, colocándose sus pantuflas y caminando en silencio hacia la puerta y abriéndola con todo el cuidado del mundo, apenas escuchándose un ligero chirrido. Frotando su ojo derecho mientras encendía la luz de la pequeña sala de estar, observó la figura de Kiyoko Kaito, su padre, tratando de todas las maneras posibles alcanzar las llaves que se habían caído a sus pies, casi yéndose de cara al suelo.

—¿Eh...? ¿quién anda ahí? —Kaito tantea su vista hacia los lados, sosteniéndose a duras penas con la pared. Quiso dar un paso hacia adelante, pero sus piernas no tuvieron fuerza y cayó. Masumi apenas reaccionó para ir a socorrerlo—. Argh... Malditas piernas...

—Tranquilo, papá, ya estoy aquí. —habló la Kiyoko de manera suave, sosteniéndolo y ayudándolo a levantarse, pasando uno de sus brazos sobre sus hombros para darle soporte—. Mira, un pie adelante, luego el otro...

Así fue como se dirigió con cuidado a la habitación de su padre, muchas veces casi yéndose de cara con él cuando perdió el equilibrio, debido a que Kaito era demasiado pesado y en el estado que estaba lo era aún más, donde no tenía fuerza mental ni física para trasladarse por sí mismo. Eso la hacía preguntarse sobre como fue que llegó a la casa, aunque ya se imaginaba que tenía algún amigo o amiga por ahí, más de una vez había escuchado, tanto cuando llegaba a casa con ella despierta o las pocas veces en la que estaba presente.

Con una de sus manos trató de abrir la puerta, recostando un poco el cuerpo tambaleante de su padre en esta, aunque sólo pudo pensar sobre que fue mala idea cuando Kaito se dejó y cayó directamente al suelo, llevándosela a ella en el proceso al continuar con su brazo encima suyo. Un golpe seco y fuerte se escuchó en el lugar, juntó con el ahogado gruñido de Kaito, mientras Masumi si permaneció un rato en completo silencio, con sus ojos cerrados con fuerza al aguantar el dolor.

Poco después fue que el ángel de la TōMan abrió sus ojos, encontrándose con la mirada cansada y aburrida de su padre mirarla, teniendo su mejilla contra el suelo así como ella. Parpadeó un par de veces, pareciendo hacer lo posible en no quedarse dormido ahí mismo, dejando salir un enorme bostezo prácticamente en todas las narices de la adolescente quien arrugó la nariz ante el nauseabundo aroma de alcohol, haciendo una mueca.

—No me he cepillado... —habló el pelinegro con somnolencia, dándole unas perezosas palmadas en su espalda al tener su brazo encima—. Te caiste, pero puedes seguir... hip... levantándote.

No supo que decir ante sus palabras, observando de cerca sus facciones, recordando cuando de pequeña se acostaba cara a cara con su papá luego de haber llorado por cualquier cosa, estando Kaito llegaba agotado de su trabajo y ella quería consuelo. La imagen agotada aunque tranquila de su padre llegó a su mente en ese instante, cambiando luego a la que tenía actual, donde él estaba roncando contra el suelo, cediendo al cansancio que cargaría. Masumi sólo pudo perderse en su rostro aún más demacrado que antes, entrecerrando sus ojos con cierta nostalgia, con aquellas ahora características aunque pequeñas ojeras que ahora tenía debajo.

Por un momento ella quiso apegarse a su padre y abrazarlo al sentir su calidez de cerca, cerrando sus ojos por algunos segundos y disfrutando de ese breve momento, aunque la incomodidad de estar en el suelo la sacó de su pequeña ensimismación así que sólo dejo salir un enorme resoplido, levantándose con ayuda de sus brazos y piernas para dirigirse a su padre, tomándolo del brazo para comenzar (y tratar) de jalarlo hacia la cama.

—Vamos... Masumi... tú puedes. —decía entre suspiros algo pesados, pero no igual de pesados como lo era su padre. Eso la hacía pensar si incluso había subido de peso, aunque se veía más delgado.

Tardó un rato tratando de arrastrarlo a la cama, suspirando de manera bastante larga cuando lo vio al fin tendido en medio de esta, colocando sus manos en su cintura con cansancio, incluso sentía que sudó. Se dirigió hacia los pies de su padre para quitarle los zapatos que no había alcanzado a retirarse en el marco de la entrada de la casa, los dejó acomodados dónde pudo y luego miró un poco dudosa a su padre dormido, para abstenerse a colocarle la manta encima e inclinarse para darle un pequeño beso en su cien.

—Descansa, papá.

Trató de irse lo más silenciosa posible de la habitación, aunque no haya logrado aquel cometido antes al momento que su padre se cayó y la llevó consigo, esperaba que ninguna de sus hermanas se despertara, sabía que tenían el sueño pesado, una más que otra. Cerrando la puerta con cuidado, volvió a dejar salir un enorme suspiro mientras iba hacia la cocina para algo de beber, quizás leche caliente o algo para poder dormirse más rápido, debido a que se le había esfumado el sueño.

Encendió la luz de la cocina, achinando sus ojos ante el cambio repentino de luz, pero sin problema se encaminó hacia la nevera para sacar el cartón de leche y luego una olla, para proseguir a vertirla allí y encender la cocina, observando con atención el lento proceso en el que lo cocinaba. Se frotó los brazos ante el frío de la madrugada, suspirando de manera pesada.

—¿Ya es de mañana... o por que... está tan oscuro? —escuchó una adormilada voz detrás de ella haciéndola mirar allí; era nada más ni menos que Manjirō frotándose uno de sus ojos, usando una camiseta junto con unos joggers, teniendo su cabello completamente despeinado.

—Oh, perdón si te desperté. —habló despacio mientras le daba una pequeña sonrisa, observando como Mikey arrastraba sus pies hasta ella—. Me caí llevando a mi papá a su cuarto y se me quitó el sueño.

—Así que fuiste tú la del golpe-aah... —bostezó en medio de la oración, recostando su cabeza en su hombro una vez estuvo a su lado. Parecía casi estar babeando, en sí se veía más dormido que despierto—. Con razón no... te sentí de repente...

Masumi sonrió enternecida al escucharlo hablar, haciendo pausas cada tanto; cuando estaba recién despierto duraba un largo rato para llegar a estar completamente lúcido, más que nada cuando se levantaba por sí mismo, si alguien más lo hacía se despertaba con mal humor. Al menos con ella se relajaba, aunque más de una vez Draken recibió un golpe ante su manera de despertarlo; según él, voltear la cama para tirarlo al suelo era la mejor manera de levantarlo.

Su pequeño se estremeció notablemente cuando sintió las manos de Mikey alzar sus manos y meterlas en las mangas largas y algo anchas de su suéter, sintiendo como tenía la piel bastante caliente, quizás porque anteriormente estuvo enrollado como taco en su cama. Sus orbes rosáceos siguieron sus movimientos, enderezándose cuando metió sus manos dentro de su camisa y abrazó su cintura directamente.

—E-Eh... ¿Manjirō-kun? —lo llamó algo titubeante ante aquel gesto, aunque de cierta manera era costumbre, se ponía aún más... meloso con ella al estar somnoliento.

—Tengo frío. —murmuró de manera pesada contra su hombro, abrazándose a ella con un poco de necesidad y al mismo tiempo pereza—. Siento calidez... contigo... —dio un bostezo más grande, sintiendo su aliento contra su piel.

La más baja se quedó en silencio, sonrojándose un poco más, Mikey quedándose sin movimiento alguno más que apoyarse sobre su cuerpo, en silencio. La hizo preguntarse si se había quedado dormido una vez más, cosa que no la sorprendía demasiado tomando en cuenta que él podría dormirse en cualquier lado con facilidad.

Pensó un momento en el presente y luego suspiró, agachando la mirada hacia si misma encima de su suéter, observando como el rubio, como si entendiera su incomodidad, a pesar de estar medio inconsciente, sacaba sus manos de dentro de la prenda para abrazarla de la cintura, buscando contacto o quizás calor. Ella no hacía nada al respecto ya que, admite, le gustaba cuando la abrazaban de esa manera. Colocó suavemente una de sus manos sobre la de Mikey y acarició un poco el dorso de esta misma, observando el pequeño movimiento que él hizo para aferrar sus manos a las de ella, haciéndola sonreír suavemente.

—No te... vayas... —lo escuchó balbucear, sorprendiéndola, miró confundida hacia la cabellera rubia apoyada en su hombro—. No... me dejes...

Se quedó todavía más confundida al oírlo decir esas palabras, alzando su mano derecha y retirando con algo de cuidado el cabello que caía sobre lo poco que llegaba a tener de visibilidad en ese ángulo, observando sus ojos cerrados. Lo primero que pensó es que estaba dormitando y hablando dormido, la manía que había comenzado a tener a la hora de dormir. Su mirada se suavizó con cierta preocupación de lo que fuera que estuviera hablando como para decir aquellas palabras, moviéndose un poco para poder girarse y sostenerlo mejor de frente, pero Manjirō volvió a afirmar sus brazos alrededor de ella.

—N... No... —susurró a duras penas apenas sintió el leve intento de ella en moverse—. No... te... alejes.

—Manjirō-kun... —lo llamó con suavidad para que pudiera reaccionar o al menos despertarse lo suficiente. Con mucha dificultad se fue girando hasta quedar enfrente de él, casi yéndose hacia atrás cuando sintió la mayoría de su peso sobre el de ella—. Oye... Estás soñando, necesito que me sueltes que... ay... Se me va a desbordar la leche.

—¿... leche? —repitió adormilado el conocido como el invencible Mikey, ahora casi dormido como un bebé—. Quiero... leche con... dorayakis... —Masumi pudo suspirar con algo de pesadez al escuchar las incoherencias que decía, con mucho esfuerzo yendo a la estufa en donde la olla estaba burbujeando en el borde—. Pero sólo contigo...

—Si, si, mañana podría hacerte unas... —le siguió la cuerda mientras observaba la olla, tomándola con un trapo para evitar quemarse, todo mientras el chico se abrazaba a su espalda.

—¿No me... vas a dejar?

La chica detuvo sus movimiento al volver a oír aquellas palabras en particular, mirando los gabinetes de la cocina casi a sus narices. Pestañeando un par de veces giró su cabeza hacia la de Manjirō para observarlo, notando como a duras penas abría uno de sus ojos. Al parecer al fin había salido de su pequeño sueño, al menos un poco como para estar más despierto. La hizo preguntarse si se acordaría de esto en la mañana, debido que a veces la tomaba desprevenida su lado medio sonámbulo donde decía cosas que al preguntarle al despertar ni idea tenía de que había dicho.

Sonrió de manera dulce y volvió a lo que hacía, echando su querida leche caliente en uno dos vasos, sabiendo que el chico también lo llegaría a pedir por pura gula, aunque un poco de leche caliente nunca haría mal.

—Esto no es un sueño, Manjirō-kun. No tengo planeado nada de eso. —habló con suavidad, hablando en todo momento en un tono bajo al no ser las únicas personas bajo el mismo techo.

—¿Pero no lo harás? —volvió a preguntar, pareciendo más despierto.

—Por supuesto que no. —negó luego de pensarlo unos momentos, respondiendo con una sonrisa—. Yo estaré aquí, sea para regañarte por bromas pesadas, al despertar cada mañana, o en la madrugada por mi torpeza al caerme... —rio un poco ante ese hecho.

Manjirō se quedó en silencio, observando su perfil desde su ángulo, teniendo sus dos ojos levemente abiertos, lo suficientemente despierto como para poder ser consciente de lo que estaba hablando. Sus ojos llegaron a chocar con los pendientes largos y cristalinos que ahora era usual en ella usarlos, entrecerró más su mirar y se abrazó más hacia ella, pareciendo estar más tranquilo luego de haber pensado bastante sobre Shin'ichirō y el hecho de que él ya no estaba con ellos.

Su cuerpo se relajó de sobremanera, incluso sorprendiéndola al sentirlo más ligero, continuando con su abrazo constante. Prefirió no decir nada y sólo tomó las dos tazas con leche caliente y le extendió una de ellas, captando su aún somnolienta atención al sentir la calidez y el pequeño aroma chocar contra su nariz, sin dudar la tomó, parpadeando un poco al caer en cuenta de que era.

—Bueno, bebela. Así tendrás sueño otra vez, aunque creo que eso no es muy difícil...

Manjirō se quedó en silencio unos segundos y bebió, cerrando sus ojos de manera rasgada ante el sabor, estando lo suficientemente tibio como para relajarse, pero luego se abrazó a la de mechas blanquecinas quien tomaba de su propia leche caliente para ayudarla a dormir.

—Si estás a mi lado, entonces dormiré más fácil. —dijo el chico en medio de su abrazo, disfrutando su calidez.

—Pues vamos a dormir los dos juntitos.


MAAA BABY MA BABY

i bet on losing dogs de mitski sonó en mi cabeza escribiendo este capítulo.

Sobretodo en la escena de Masumi en sus "encargos nocturnos", ella es una bebé que tuvo que convertirse en adulta para vivir 💔

Para mí, Masumi es la luz de Manjirō y Manjirō es la calma de Masumi. Los amo.

Prepárense, mis sweetys, el futuro está más cerca de lo que creen.

→S H A N X L A B Y X←

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