Rosé ama su trabajo como niñera, es realmente lindo. Los niños van a su casa por el medio día y se van en la tarde de lunes a viernes, ella es feliz con eso.

Rosé a veces quisiera tener hijos propios, mas sabía que Jennie no los quería por más que le dejase la casa para cuidarlos. Jennie siempre era sincera con ella y Rosé lo agradecía.

Después de despedirse de el último niño del día, vio a Jennie llegar más temprano de lo normal, lo que la extrañó pero aún así se sintió contenta.

- ¡Hola! - la saludó emocionada.

- Apestas a vómito, ve a bañarte.

Rosé no pudo decir nada, sabía que Jennie tenía razón. El niño más pequeño que cuida la había vomitado antes y no tuvo tiempo de cambiarse.

- Lo haré.

- Rápido.

Rosé lo hizo, sintiéndose bien consigo misma por haber ordenado toda la casa antes de que se fueran los pequeños. Vaya, tenía tiempo para ello pero no para cambiarse una camiseta, Rosé es algo estúpida.

Cuando volvió a la sala de estar, vio a su novia usar su computadora portátil, seguramente estaba trabajando otra vez.

- ¿Necesitas algo?

- Que hagas silencio y no me molestes por hoy.

Rosé es algo estúpida, pero Jennie lo es más.