Rosé está contenta mientras le dice adiós a Josh, un pequeño de siete años. Él es lindo, siempre se porta amable y no hace escándalos, cree que es un adulto.

Jennie vuelve a llegar temprano ese día, lo que otra vez sorprende a Rosé, quien ésta vez no dice nada y sólo se limita a besarla como bienvenida.

Rosé hace la cena completamente en silencio, su novia no ha dicho nada pero sabe que algo la molesta. Lo que no sabe es qué, pero espera que no dure mucho, estuvo pensando y quiere sacar el tema de tener hijos otra vez. Rosé tiene esperanzas.

La comida es silenciosa, hasta que Jennie se aclara la garganta y se relame los labios, lista para iniciar una conversación.

- Quiero que dejes tu trabajo.- dice seca, usando su tenedor para darle otro bocado a su cena.

Rosé se sorprende nuevamente ese día, ella no quiere dejar a los niños, ella los ama.
                         
- ¿Por qué debería hacerlo? - la reta sintiéndose valiente.

- Porque yo lo he dicho, punto.- levanta un poco más la voz.- La casa es una porquería gracias a esos niños, no me gusta.

- A mí tampoco me gusta tu trabajo y aún así no te digo que lo dejes.- enfrenta, Rosé está dispuesta a luchar.

Las esperanzas de Roseanne mueren cuando Jennie se levanta.