࣪ ٬ 𝟬𝟭𝟯. harry's harsh words. ៹

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( CAPÍTULO TRECE !.˚₊ ✦ )
❝ las duras palabras de harry

Draco levantó la cabeza del sofá de cuero que había en el interior de la sala común de Slytherin, y enarcó una ceja cuando vio que Blaise se acercaba con una sonrisa de satisfacción en la cara. El chico Zabini se quitó el chaquetón negro del cuerpo y lo tiró por encima del sofá en el que estaba Draco.

—¿Qué te tiene tan contento? —Draco apenas lo miró antes de volver a bajar la mirada hacia el grueso libro que tenía entre las manos.

—Bueno, conseguí pareja para el Baile de Navidad —presumió Blaise, más que emocionado porque Draco comenzara su interrogatorio.

—Lo siento por la pobre chica —comentó Draco burlonamente—. Bueno, adelante, entonces. Dime a quién se lo has pedido. ¿Fue a Greengrass?

—No, a Daphne no —la sonrisa de Blaise se ensanchó—. A una Hufflepuff, en realidad.

Vio con satisfacción cómo los ojos plateados de Draco parecían oscurecerse. A pesar de negarlo, Blaise estaba seguro de que su mejor amigo estaba colado por la pequeña castaña que siempre estaba riendo con sus amigos. Si Draco le rogaba que no lo hiciera, Blaise cancelaría la cita con Amora y entonces sabría con certeza que estaba colado por ella.

—¿Quién? —el tono grave de Draco daba a entender que ya tenía una idea.

—Amora Buckley —contestó Blaise, sin perderse la forma en que a Draco se le apretó la mandíbula—. Creo que la conoces. Te sientas a su lado en Defensa Contra las Artes Oscuras, ¿verdad?

Draco apretó los dientes.

—Tú, bastardo.

—Tú de todas formas no se lo ibas a pedir, Malfoy —Blaise resopló—. Digo, a pesar de la discusión con Potter que me hiciste jurar que no se lo contaría a nadie, ¡dices que no sientes nada por Buckley! ¿A menos que... sientas algo por ella? —Blaise se hizo el sorprendido— Quiero decir, sólo dilo y te dejaré tenerla, Draco.

El chico rubio cerró el libro de un golpe tan brusco que Blaise casi se sobresaltó. Se levantó del sofá, se lo metió bajo el brazo y se dirigió hacia su dormitorio.

—Mejor que Potter yendo con ella, supongo —se mofó Draco—. Espero que te diviertas mucho con Buckley. Merlín sabe que será una mojigata─ no del tipo que buscas, Zabini.

Draco ignoró lo mucho que le costó pronunciar esas palabras y empezó a subir la escalera, sin mirar atrás. No le daría a Blaise la satisfacción. En lo que a los demás respectaba, Amora Buckley no significaba nada para Draco Malfoy.

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Amora prácticamente se derritió en el colchón en cuanto llegó a su dormitorio, mirando el techo de roble de su cama con dosel. Había tirado el abrigo al suelo, se había quitado los zapatos a patadas junto a la puerta y seguía con el uniforme puesto, tumbada sobre las sábanas, con las manos juntas sobre su estómago.

Pensó en Blaise Zabini y se mordió el labio inferior con delicadeza. Al menos ahora tenía una solución para el problema de Harry; podía decirle que ya tenía pareja para el baile y tampoco sería mentira. Se sentía un poco mal por Harry, pero no quería darle falsas esperanzas.

—¿Estás bien, Amora? —preguntó Hannah al salir del baño, secándose el pelo con una esponjosa toalla amarilla.

—Mhm —la castaña asintió—. Sólo pensaba.

—¿En qué?

—Bueno, me acaban de pedir ir al baile de Navidad —esbozó una pequeña sonrisa, oyendo un leve grito ahogado no sólo de Hannah, sino también de Kathy, que estaba sentada en su cama.

—¿Quién? —Kathy se incorporó con impaciencia— ¿Harry?

Los ojos de Amora se abrieron de par en par.

—No. ¿Por qué iba a ser Harry?

—Te estuvo buscando antes —dijo Kathy—. Pasó por la sala común pero tú no estabas. ¡Parecía tan nervioso que asumimos que sólo podía estar buscándote para una cosa!

La castaña se sintió culpable mientras se recostaba y negaba con la cabeza.

—No, no fue Harry. Fue Blaise Zabini, en realidad.

—Otro Slytherin —Hannah movió las cejas con una risita mientras dejaba caer la toalla sobre su cama, haciendo referencia a Montague hace unos días—. Tienes suerte. No son buenos novios a largo plazo, pero caray si son atractivos. Las chicas de Slytherin tienen mucha suerte, lo juro.

—Nosotras también tenemos suerte —Kathy frunció el ceño a la defensiva—. Leon es el chico más atractivo de nuestro año, con mucha facilidad.

—Está en forma —coincidió Hannah—. Cedric también es bastante lindo. Supongo que tenemos suerte.

—¡Chicas! —se quejó Amora, sacudiendo la cabeza mientras la plantaba entre sus manos— Es de mi mejor amigo y de mi primo de quienes estáis hablando. No necesitaba escuchar eso.

—Es un cumplido —Kathy se echó a reír—. De todos modos, cuéntanos qué pasó después con Blaise. ¿Le has dicho que sí?

Amora sonrió, ruborizada.

—Sí —admitió, haciendo que las dos chicas jadearan de emoción—. Fue muy... dulce al respecto. Creo que es más simpático de lo que la gente dice.

Susan entró en el dormitorio, escuchando la última parte de la conversación. Puso los ojos en blanco mientras se quitaba el abrigo y la capa y los dejaba en el borde de su cama.

—¡Caramba, qué frío hace ahí fuera! —murmuró la pelirroja— Y Harry va a estar destrozado, Amora. Le oí hablar con Ron en el patio el otro día sobre pedírtelo.

El corazón de Amora se hundió y su sonrisa se desvaneció. Lo último que quería era herir a Harry. Puede que él hubiera dicho algunas cosas que la habían molestado, pero al fin y al cabo seguía siendo uno de sus mejores amigos y una buena persona. Los adolescentes suelen decir estupideces a veces.

—Bueno, ¿entonces crees que debería cancelar lo de Blaise? —Amora se mordió el labio inferior con ansiedad— Podría avisar a Harry de que vamos sólo como amigos para que no se haga una idea equivocada, entonces quizá al menos se sentiría mejor─

—¡De ninguna manera! —intervino Hannah— Juraría que has estado colada de Blaise desde primer año─

—Dejé de estarlo el año pasado —Amora sacudió la cabeza.

—¡Aún así! —añadió Kathy— Amo a Harry, pero sería darle falsas esperanzas, Amora. Tiene que darse cuenta de que le aprecias como amigo y nada más, y seguir adelante. Entonces podrá ser feliz de verdad.

Amora suspiró con un pequeño ceño fruncido y en lugar de pensar en Blaise o en Harry, pensó en Draco. ¿Cuándo habían empezado los chicos a tomar el control de su vida? Alguien debía de haberle echado algo en la bebida o algo así, porque era imposible que de repente Harry, Blaise, y Montague quisieran llevarla al Baile de Navidad.

—Vaya, eso es un problema del primer mundo, Amora —Susan volvió a poner los ojos en blanco mientras se acomodaba en su propia cama.

—¿Lo he dicho en voz alta? —Amora se sonrojó.

—Imagina que tus problemas son que demasiados chicos quieren invitarte a salir─

—Basta, Susan —la regañó Kathy—. Sólo estás celosa.

—No lo estoy.

—Sólo decía. No quiero arruinar mi amistad con Harry, eso es todo —Amora frunció el ceño, impidiendo que las dos discutieran.

—Sólo ignora a Susan, Amora —dijo Kathy en voz baja, ganándose una mirada fulminante de la pelirroja—. Es válido que te sientas un poco abrumada. Sólo sigue a tu corazón.

Sin embargo, el corazón de Amora no decía Blaise más de lo que decía Harry. De hecho, otra noche más se quedó dormida con Draco Malfoy en la cabeza, muy a su pesar.

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Pociones con Snape era una de las clases menos favoritas de Amora. No era que se le diera mal la asignatura o que no le interesara, sino por el propio profesor. El profesor Snape podía ser realmente aterrador a veces, y cuando descubrió que era el Boggart de Neville el año pasado, le perdió mucho respeto. Los profesores no deberían dar tanto miedo como para ser el mayor miedo de un alumno.

Hoy iban a preparar una Poción Calmante. Habían estado aprendiendo sobre ella teóricamente durante las últimas dos clases, y ahora Snape les había mandado hacerla en parejas, ya que era bastante avanzada.

Amora tenía los apuntes extendidos delante de ella y el pelo recogido en una coleta desordenada. Los mechones sueltos le enmarcaban la cara y se le caían delante de los ojos de vez en cuando, haciéndola soplar aire con los labios y girar sus orbes castaños. Leon trabajaba a su lado, con los labios fruncidos por la concentración, mientras cortaba los tallos de la sanguinaria a lo largo.

—Blaise Zabini, ¿eh? —murmuró Leon al cabo de unos minutos, su voz apenas oyéndose por encima de la tranquila cháchara que había entre los demás alumnos del aula.

Amora frunció el ceño, preguntándose cómo se había enterado. Se dio cuenta de que Kathy debía de habérselo mencionado, ya que ambos habían pasado más tiempo juntos desde que él la invitó al Baile de Navidad. Amora pensó que hacían una buena pareja.

—Es... dulce conmigo —Amora se encogió de hombros, sin levantar la vista mientras añadía aceite de Descurainia sophia al agua tibia, contando el número de gotas en su cabeza.

—No te gusta otra vez, ¿verdad? —preguntó León.

—No —admitió Amora en voz baja—. ¿Qué importa, de todos modos? No vas a darme un sermón sobre los de Slytherin, ¿verdad? Sólo somos críos─

—No iba a decir eso —la cortó Leon—. Iba a decir que si eres feliz con él siendo tu cita para el baile, entonces yo también estoy feliz por ti. Sólo pensé que tú y Potter habrían hecho una mejor pareja.

Amora gimió por lo bajo y puso los ojos en blanco.

—¿Me creerías si te dijera que probablemente eres la cuarta persona que me dice eso? —sus labios se curvaron de manera burlona— Amora Potter ni siquiera suena bien —bromeó ella.

—Amora Potter —probó Leon para sí mismo antes de hacer una mueca y negar con la cabeza—. ¿Sabes qué? Tienes razón. Que le den a Harry.

La castaña soltó una risita y sacudió la cabeza, empujando el hombro de su amigo más alto. Su pequeña risa había atraído la atención de Snape, que ahora les miraba con el ceño fruncido desde el frente del aula. Amora volvió a distraerse rápidamente con sus apuntes.

—Voy a por la raíz de valeriana —susurró ella antes de dirigirse hacia donde estaban todos los ingredientes, al fondo del aula.

Mientras sus ojos marrones recorrían todos los frascos y tarros, sintió una presencia a su lado y casi dio un respingo cuando se dio cuenta de que era Harry. Sus mejillas se calentaron por lo que supuso que era culpa, ya que había pasado poco más de una semana desde la última vez que había hablado con él.

—Hola —susurró Harry torpemente, con las manos rozando los frascos para parecer ocupado ante Snape, que lo observaba.

—Hola —murmuró Amora, posando los ojos en la raíz de valeriana.

Alargó la mano y cogió el frasco de cristal, intentando abrir la tapa. Amora se mordió el labio y se esforzó más cuando no cedió, incluso se limpió las manos en la túnica. Harry vaciló antes de tender la mano.

—Aquí, déjame —propuso él.

Amora se lo tendió.

—Gracias —se rascó torpemente la nuca mientras Harry conseguía abrirle el frasco al cabo de unos segundos—. Gracias... otra vez.

Amora extrajo algunos de los ingredientes y los puso en un recipiente para poder llevarlos a su mesa con Leon. Harry la agarró suavemente de la muñeca antes de que pudiera irse.

—Em, Amora, sólo quería disculparme por lo que sea que haya hecho para que me evites —dijo Harry con sinceridad, haciendo que a la castaña le doliera el corazón—. Te-te puedo asegurar que lo que haya hecho que te hiciera daño, no era mi intención. Y quería preguntarte... ¿Quieres venir al baile... con─ conmigo?

Amora hizo una mueca de dolor.

—Lo siento, Harry...

La cara de Harry se contorsionó en una expresión de dolor y vergüenza.

—¿Eso es un no, entonces?

—Oh, Harry —ella sintió que podía llorar—. Ya le he dicho que sí a otra persona. Lo siento─

—Potter. Buckley —la voz profunda de Snape sonó desde el frente del aula—. La hora de clase no es para charlas sin sentido. Por favor, vuelvan con sus parejas inmediatamente.

Ambos adolescentes murmuraron disculpas en voz baja antes de volver corriendo a sus asientos originales. Ella sacó las raíces de valeriana y se puso a trabajar de inmediato, con la esperanza de que la poción la distrajera de la mirada en los ojos de Harry cuando le dijo que ya tenía pareja para el Baile de Navidad.

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Amora se sentía demasiado culpable para sentarse en la mesa de Gryffindor con el Trío de Oro en la cena de aquella noche, así que se quedó en la suya, prácticamente abrazando su capa contra su pecho mientras picoteaba su comida. Leon y Kathy reían insoportablemente alto a su lado, incapaces de quitarse las manos de encima.

Levantó la vista cuando sintió unos ojos puestos en ella de la mesa de Slytherin. Blaise le guiñó un ojo, lo que hizo que sus mejillas se encendieran y sus ojos se desviaran hacia la comida. Se pasó un mechón de pelo detrás de la oreja, esperando que la noche del baile no estuviera tan nerviosa como ahora.

—¿Amora? —Harry tomó asiento frente a ella, haciendo que sus ojos se abrieran un poco. Su voz era suave y arrepentida y la miraba con anhelo, pesar tras sus gafas— ¿Puedo hacerte una pregunta?

—Por supuesto, Harry —Amora asintió.

—La persona que te lo pidió... No fue Malfoy, ¿verdad? —preguntó él, y Amora sintió que su corazón se aceleraba ante la idea.

—No, fue Blaise —respondió Amora.

A Harry se le cayó la cara.

—¿Qué? —bajó la voz y se acercó más a ella, con las cejas fruncidas— Amora... Por favor, ¿no me digas que te lo has tragado? Eres más lista que eso, ¿verdad?

La menuda castaña parecía ofendida por lo que él estuviera insinuando.

—¿Eh?

—Blaise y Draco son mejores amigos. Obviamente esto es sólo para vengarse de mí. —insistió Harry desesperadamente— ¿Por qué si no te pediría ir al baile con él?

Los ojos de Harry se abrieron de par en par cuando se dio cuenta de lo mal que había sonado eso en voz alta. La expresión destrozada en la cara de Amora fue suficiente para retorcerle las tripas hasta al mismísimo profesor Snape. Ella sintió que las lágrimas le ardían en los ojos y tragó con fuerza, intentando que no cayera ninguna.

—Bueno, pensaba que me lo había pedido porque le parecía guapa, inteligente o amable —la voz de Amora se tambaleó en una mezcla de rabia y dolor—. O algo por el estilo.

Leon miró, desenrollando el brazo de la cintura de Kathy y frunciendo el ceño hacia Harry.

—Eso no mola, tío.

Harry miró entre el par de mejores amigos, presa del pánico.

—¡Me refería a que Malfoy me la tiene jurada! Quiero decir, Malfoy sólo hace cosas bonitas por Amora a veces para que me cabree porque somos amigos, él no dice esas cosas en serio. Te utiliza.

Amora sintió que se ahogaba y se levantó bruscamente de su asiento antes de que pudiera empezar a sollozar delante de todo el Gran Comedor. Unas cuantas lágrimas resbalaron por sus mejillas mientras negaba con la cabeza mirando a Harry.

—¿Por qué querrías que él hiciera cosas bonitas por ti, de todos modos? —Harry intentó enmendar lo que había hecho, poniéndose de pie también— Malfoy es cruel─

—Sin embargo, Draco tenía razón —espetó Amora, consciente de que los Hufflepuffs que la rodeaban y algunos de los Gryffindors ahora la observaban—. Cuando dijo que aquel día me dejaste tirada junto al Sauce Boxeador. También tenía razón cuando dijo que fue él quien me cogió de la mano cuando sentí que me moría. Así que tal vez no es tan cruel como te gustaría pensar, Potter.

Los ojos de Leon se abrieron de par en par cuando Amora utilizó su apellido en lugar de su nombre. Rara vez se refería a nadie por su apellido, pues siempre decía que era impersonal y demasiado anticuado para ella.

—Amora, yo─

—Déjalo —Amora le negó con la cabeza antes de salir del Gran Comedor, sin ser consciente de que tal vez había más gente observando de lo que había pensado en un principio.

Draco vio cómo su cuerpo se retiraba y apartó sus ojos plateados de las puertas para volver a mirar a Harry, que permanecía de pie como un idiota solo. Sintió que sus manos se apretaban sobre la mesa de roble y sintió la necesidad de ir tras ella y asegurarse de que estaba bien. Pero no lo hizo.

Amora no era asunto suyo.


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