𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋

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❛De mi para ti, con amor, Elian.❜
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OMNISCIENTE
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Elian se encontraba mirando la ventana, observando el paisaje verdoso de aquel lugar y los árboles que habían crecido en estos últimos años. Tenía su cabello amarrado en una media coleta y las pecas brotaban en sus mejillas. La iluminación del sol ocasionaba que sus azules ojos se vieran tan claros como el mar que al disfrutaba ir cada atardecer. Él giró su cabeza, observando a su madre con detenimiento. Aunque han pasado años, la edad parecía no afectarle. Cada día, Elian veía a su madre más hermosa, aunque había algo aún en su mirada que la hacía ver decaída con la vida que vivían. Elian miró como en la muñeca derecha, Gianna aún tenía aquella cinta azulada. Él bajo la cabeza, observando también su cinta azulada en la mano. La acarició y observó adelante otra mirada azulada vernos, para así sentir como el transporte se detenía en aquel lugar. Gianna respiro hondo. Escondió su flequillo detrás de la oreja cuando se bajó del transporte, quedando frente aquella cabaña. La brisa fresca removió su corto cabello, aquel que le llegaba encima de sus hombros. Jamás lo había llevado así, pero hace mucho que decidió comenzar de nuevo y buscar una manera de reconciliarse con la vida.

—Vaya.—comentó Armin cuando se bajó conjunto a Elian, quien miró asombrado el lugar floreciente y lleno de mariposas.

—No creí que se viera así.—expresó Gianna, con su voz ronca y firme.—Ha pasado mucho.—añadió, mirando esa cabaña relucir aún, como si los años no le cayeron encima.

—¡Kruger!—Elian se dirigió a él cuando lo vio bajar bruscamente, en un maullido el naranjal gato no tardó en reconocer el lugar.

—Está bien, déjalo.—le pidió Gianna.—Aquí también creció contigo.—contó, apretándole el hombro a Elian.

—A Jane le encantaría este lugar.—comentó Armin, mirando a Gianna quien asintió, hasta que oyeron unos bufidos.

—Este lugar es horrendo. Se ve asqueroso y putrefacto.—se giraron para ver a Levi, caminando hacia ellos.—Y menos si hay más ratas de esas.—añadió, señalando a Kruger.

—Abuelo el gato está en su último suspiro, ¿cuando lo dejarás de molestar?—le cuestiono Elian, aún lado de él.

—Tsk. ¿Y tú cuando dejarás de crecer, mocoso?—le preguntó Levi, con algunas facciones de vejez miró a su nieto empezar a sobrepasarle.

—Me adelantaré.—indicó Gianna, para así ver a Elian cruzarse de brazos cuando Levi le sacudió el cabello.—Hagan algo útil.—pidió Gianna, mirándolos de reojo.

—¿Me estás diciendo inútil, señora?—le preguntó Elian, algo ofendido.—Para tener dos hijos y verte tan joven, eres demasiado exigente.—añadió Elian.

—Respeta a tu madre.—pidió Levi, golpeándole la nuca para así Elian reír, haciendo que Armin se apenara por eso.

Esa actitud tan fría y reacia era digna de un Ackerman. Elian era bastante sereno como su abuelo, pero también solía ser algo impulsivo como su padre. Para Gianna, venir aquí después de tanto, era como un gran sacrificio. Después de lo sucedido, después de que el retumbar llegara a su fin, reconciliarse con la vida fue muy difícil. Camino sin recelo, conocía cada lugar de esta cabaña, donde perjuro oír su voz y la de Eren cuando abrió la puerta que resonó en un chillido. Se giró, viendo a Elian refutar a Levi, mientras que Armin se acercaba al patio donde su mejor amigo solía pasar el tiempo con su gato naranjal, el cual yacía ahí, como si también recordara. Gianna cerró la puerta a sus espaldas, sintiendo su corazón apretarse cuando dejó todo su peso caer en la madera. Camino con lentitud, viendo la casa decaída, pero con la iluminación de los recuerdos más gratos que Gianna atesoraba. Las cosas aún seguían ahí, esas sillas de comedor donde pasaba la noche con Eren cuando cenaban. Las comidas no eran tan frías como ahora, tampoco sabían tan amargas como en este tiempo donde todo lo disfrutaban.

Siguió por aquel pasillo, observando el polvo y las telarañas. Se oía el llanto de Elian ser calmado por Eren en las noches, se oía a Eren buscar a Gianna en las mañas. La puerta de aquella habitación se abrió, mostrando la cama con los recuerdos más puros que se marcaron en la piel de una Gianna amada. Retrocedió, con la amargura en su garganta, mezclándose en el nudo que se desató en un suspiro cuando luego abrió aquella habitación vacía. Llevo la mano a su boca, arrodillándose en el suelo cuando observó aquella sabana cubrir algo. Sus manos temblaron al deslizar la sabana que levantó aún más el polvo, pero cuando la imagen de aquel boceto se esclareció, sus lágrimas salieron de manera descontrolada y un sollozo casi se escapó por su boca. Era él. Aquel joven que amo, que ama y aún recuerda con la tristeza de su corazón aún latiente. No estaba culminado, pero se veía claramente la faceta de Eren enmarcada en el cuadro. Bajo la cabeza, había venido aquí con el propósito de encontrar este boceto que nunca terminó y ahí estaba, como si Eren lo hubiera resguardado para ella.

—Hey.—Gianna se giró con su rostro enrojecido y las lágrimas deslizándose por sus mejillas para ver a Armin en la puerta.

—Encontré esto.—el corazón de Gianna se apretó aún más cuando en las manos de Armin se veía aquel peluche desgastado, era imposible que estuviera ahí.

—Era de Elian.—afirmó Gianna, levantándose del suelo, pero Armin le pasó el peluche sin mirarla para ver afligido el boceto de un amigo que no había olvidado y recordaba.—Creí que se había perdido con el retumbar, pero Eren... él también estuvo aquí.—comentó Gianna, mirando aquel peluche.

—Entonces, estuvo esperando todo este tiempo que ustedes llegaran a donde pertenecieron con él.—musitó Armin, frente al boceto de su mejor amigo.

Armin acarició el boceto, con sus ojos humedecidos. Eren fue su mejor amigo, su gran aliado y el hermano que jamás tuvo, que nunca volverá a tener. Se giró, viendo a Gianna apretar aquel peluche con fuerza hasta que las lágrimas le cayeron encima. La brisa se adentró por la ventana abierta, llevando hasta aquel patio, donde Elian y su abuelo yacían sentados en aquel banco. Ambos mirando los tonos naranjales del cielo. Elian se giró, esperando ver a su madre salir con Armin de la casa, pero lo único que vio por un momento, fue la espalda de un joven adulto. Elian sintió su corazón detenerse, se quedó inmóvil aún lado de su abuelo para ver cómo aquel joven adulto cargaba a un bebé y lo abrazaba. Se oía el silencio, ese que impedía que incluso las hojas no se oyeran, o la palpitación de un corazón. Elian acarició su cinta azulada cuando vio en la mano del joven adulto una similar. Sintió que el aire se le escapó cuando se giró y se topó con sus ojos. Los ojos de Elian se humedecieron viendo al padre que no recordaba, al padre que se había ido con la brisa de las mariposas y nunca más volvió. Elian bajo la cabeza, quedando aturdido.

Elian, eres libre.—fue lo que oyó en el susurro del viento que se abrazó a él tan fuerte, que lo hizo sentir resguardado.

—Elian, ¿qué ocurre mocos?—se preguntó el capitán Levi, extendió su brazo hasta la cabeza de su apreciado nieto.

—Él está por aquí.—musitó él casi adolescente, mirando los tonos naranjales.—Abuelo, ¿puedes sentirlo?—le preguntó Elian.

—Siempre lo he sentido.—afirmó Levi, mirando el cielo naranjal y recordando quien fue aquel joven a quien guió, Eren también fue como un hijo, quiso haberlo salvado.

❝Todo cambio ese día, cuando te volví a ver. Lo que no entendía, lo que más temía, todo se desapareció. Aunque nunca pude devolver a mi madre la felicidad que deseo, lo intento con todas sus fuerzas. Ella me pidió que hiciera esto. Que escribiera sobre una historia que quisiera recordar en el futuro, ese día cuando nos fuimos de ahí, nunca volvimos a ser iguales, porque cerramos un ciclo que nos impedía continuar. Mamá siempre tuvo que enfrentarse a la vida sin ti, yo nunca lo tuve, porque te fuiste antes de que pudiera temerle a eso, pero aún así, siempre tuve miedo de no recordar quien eras. Tenía catorce años cuando eso pasó, cuando te vi una vez más. No sabía si fue un mensaje o incluso una memoria, lo único que se, es que me diste lo que siempre quise, en el momento que necesite. Las hojas caían en la tarde, me ocultaba en la sombra de aquel árbol cuando volvía al lugar por el cual moriste. Nunca estuve solo, de hecho, siempre estuve acompañado. Mikasa era extraordinaria, no te abandonaba, ni en los días más fríos, ni en los más lluviosos. Cuando volvía a casa, mi madre siempre estaba contenta, pero en la noche, se sentaba sola en el balcón.

Creo que ella de alguna manera te esperaba, también como Kruger. Siempre estaba en la puerta o mirando la ventana, un día perdió las energías y se fue para siempre contigo. También extraño a Kruger. Mamá igual, pero intentaba sonreír cuando lo recordaba. Jean también la acompañó cuando más la necesitó, era el padre de mi hermana y en el fondo, también mío. Me contó cómo te conoció, incluso sus peleas, me decepciona que el abuelo te haya tenido que patear varias veces, pero te entiendo, yo también le tengo demasiado respeto y mi hermana Jane. Ella es hermosa, es idéntica a mamá, pero tiene los ojos grisáceos del abuelo. Aunque no seas su padre, ella ama oír historias que hablen sobre de ti. La inspiras, como a muchos de nosotros. Si, los hijos de Armin y Annie también aman oír sobre ti, pero el abuelo no le gusta contarnos. Mamá dice que es porque no ha superado tu pérdida, ella está segura de que él hubiera preferido sacrificar al mundo, antes de perderte y aunque nadie quiera decirlo, estoy seguro de que todos deseaban esa opción, más que cualquier otra cosa en este mundo❞.

—Elian, Mikasa ha enviado una carta.—Elian levantó su vista, dejando aquel libro aún lado, levantándose de su patio, asintió cuando oyó la voz de Jean.

—Iré en un momento, papá.—indicó él, escondiendo el libro conjunto al árbol, para adentrarse corriendo y acompañar a su familia en la cena.

—Hermano, ¡el abuelo conoció a una linda mujer hoy!—comentó Jane, sentándose aún lado de Elian, sonriente.

—¿Ese cascarrabias? No, no lo creo.—comentó Elian, sirviéndole comida a su dulce y querida hermana.

—Oigan. No molesten al capitán Levi.—pidió Jean, viendo a Gianna acercarse con los platos de comida.—O se lo dire.—afirmó.

—Elian, ¿estabas escribiendo?—se preguntó Gianna, mirando a su hijo quien asintió.—Quizás puedas ayudarme a terminar el boceto, ¿te parece?—Elian asintió rápidamente, complaciendo a su madre.

—¡Tú papá era muy guapo!—opinó Jane, haciendo a Elian sonreír orgulloso ante eso, levantando su mirada para ver a Gianna sonreír igualmente.

—Y le proporcionaba unos buenos golpes al tuyo.—se giraron ante la presencia de aquel bajo hombre adentrarse por la entrada.

—¡Abuelo!—exclamaron los hermanos por la presencia de su abuelo, después de tanto, Levi por fin tenía una familia.

—Capitán, no hay porque entrar en detalles.—pidió Jean, para levantarse y estirar su mano hacia el otro que se adentraba.

—¿Llegó tarde?—pregunto Connie, dejando un vino en la mesa, el cual Gianna sostuvo y escondió en la alacena.

—Espero que no.—Jane extendió sus brazos hacia Reiner, se adentraba en compañía de su madre y prima, quien sonrió a la infante.

—Elian, ¿como vas con ese libro amigo?—Armin se dirigió hacia su ahijado, abrazándolo de lado para ver el destello de sus ojos.—Cada día se parece más a Eren.—pensó, dolido.

❝Intente dejar de escribir, pero no pude. Mamá termino ese boceto tuyo, lo quería guardar para mi, pero un día que fui a Paradis se lo regalé a Mikasa. Ella estaba demasiado contenta, estarías feliz de verla, ella ha conocido a alguien y creo que pronto se casarán. Odiaba volver a Marley, pero no porque fuera un mal lugar, si no porque en Paradis sentía que era como un gran hogar. No era tampoco porque estuviera enamorado de la hija de la reina, o quizás un poco, pero lo omitiremos. El próximo mes es tu cumpleaños, así que volveré para poder pasar toda la tarde ahí. Mamá no vendrá, ella es fuerte, pero no quiere admitir que no ha podido superarte aún. Sigue sentándose frente a la puerta cuando el atardecer cae. La veo sentado desde las escaleras, creyendo que espera algo, pero solo te está esperando a ti y eso, es una espera muy larga y dolorosa. Aún no se reconcilia con la vida. Y la he oído en las madrugas gritar de sus pesadillas, donde te pierde una y otra vez. Armin me ha contado sobre ustedes, dice que no hubo amor más puro que el que tuvieron. Él te extraña demasiado.❞

—Elian, ven.—Mikasa estrechó su mano, alentando a Elian a caminar junto a ella.—Ayúdame.—pidió sutilmente, cuando iba cargando unas canastas.

—Creo que el abuelo se exageró con enviar tantos panes de su cafetería.—opinó Elian, dándole la mano a Mikasa quien embarazada aún subía esa colina.

—Él sabe que a Eren le gustaban mucho. Aunque también a Sasha, pero podremos ir luego a su tumba.—comentó, Elian asintió, sentándose aún lado de Mikasa en aquel verdoso césped.

—Esa ave siempre está aquí. ¿Cuando dejara de molestar?—se preguntó Elian, masticando aquel pan, mientras Mikasa acobijo su bufanda y sonrió, sin responder.

❝Papá. El tiempo sigue pasando y empiezo a entender como se sienten todos. Te he extrañado, pero he aprendido mucho. Me han ayudado. Connie me ha enseñado cómo coquetear con las chicas de una manera simpática, pero mi abuelo dice que Connie es un morón. Armin me ha enseñado mucho también, más de lo que crees y Jean ha estado ahí sosteniéndome de la mano como el abuelo cuando me caigo. No puedo dejar a Reiner atrás, su valor por la vida me ha guiado también a convertirme en un hombre. Hoy me siento más decaído de lo usual, cumplo diecinueve años, si, es la edad en que te fuiste. Pero, al menos mi mamá se ve algo más feliz. La sacó a bailar cada tarde que cae, mi hermana también baila con nosotros y solemos esperar a Jean para cenar. Él la ha amado demasiado, ha sanado cada una de sus heridas, pero aún es incapaz de sellar por completo ese vacío que le dejaste. La lleve a la playa. Esta contenta, le volvió a crecer el cabello, entiendo porque la amabas tanto, es hermosa y muy genuina, aunque su carácter sigue siendo muy, pero muy arrogante y demasiado hostil. Papá, también me enamore y definitivamente es el mejor sentimiento que puedes sentir.

Papá, gracias por todo lo que hiciste. Aunque te hayas ido, debo seguir avanzando. Las cosas no terminan aquí, habrá más que buscar en el futuro. No podía mentir, ella te extrañaba cada día de su vida y no había noche donde no abrazara su almohada deseando que volvieras, pero nunca volviste. Esa es la peor parte de aceptar que alguien se ha ido, pero no sería para siempre. En algún momento todo acabaría y sería el día en donde volvería a ver a todas esas personas que se fueron consagrando sus corazones. Papá, te amaban. Pero mamá te amaba con locura y te recordaba en cada brisa del viento que arrancaba las hojas de los árboles, no hay manera de que te olvide, pero gracias a ti puedo disfrutar la libertad y ella también. Esta historia terminó, de la manera más amarga, y entre lágrimas miraba el árbol de aquella colina donde solías estar. Ya no hay continuación, solo un adiós que aún se siente agrio. Gracias papá por amarme, por salvarme. Tu muerte dejó un vacío, uno doloroso y confuso, pero la calma de tu adiós llegó, todos pudieron reconciliarse con esta existencia en la que vivimos, en la que tú nos hiciste vivir de una manera libre.❞

—¿Por qué lo dejarás aquí?—se preguntó su hermana Jane, como él estaban vestidos de una ropa negra, enmarcando el luto.

—Porque aquí están ellos.—respondió Elian, inclinándose en el suelo para dejar frente aquella cabaña aquel libro.

—¿Aquí?—se preguntó Jane, desconcertada mientras sostenía el brazo de su hermano y marchaban.

—Te voy a contar la historia de como mi papá le dijo a mamá que ella se volvería loca por él.—recitó Elian, todo un adulto y con el reflejo de Eren en sus expresiones.

Ambos hermanos bajaron colina abajo. La brisa se hizo fuerte y las mariposas volvieron en ese atardecer cuando Gianna abrió los ojos nuevamente. Se sobresaltó cuando todo su cuerpo se humedeció ante la ola fría que la arrobo. No tardó en levantarse, caminando con pesadez fuera de la orilla del hermoso mar. Desconcertada se giró. No había nada más que arena y un camino para subir la colina. Sus pies descalzos lo hicieron, empezó a correr cuando reconoció el hermoso camino que la llevaría a esa vida que tanto espero sostener con la mano. Los pétalos de flores la guiaban mediante las mariposas que volvieron a presentarse. Su corazón palpitaba, vivía en la felicidad de lo joven que fue y volvió a ser. Sus ojos se humedecieron, casi cae al suelo cuando veía aquella cabaña. Todo su aliento se fue en ese momento en que la iluminación la cegó, hasta mostrarle a alguien inclinado en el suelo, frente a las flores que florecían y brillaban, los mismos pétalos que alguna vez cayeron de Gianna, renacieron como su vida en esta eternidad. Todos los colores que perdió, se volvieron a reflejar en ese joven chico que buscaba la libertad.

—Kruger, ven aquí.—cuando Gianna oyó su voz, todo su cuerpo se detuvo, justo en el cabello corto de Eren que nunca creyó volver a ver.

—Eren.—lo llamo, él se giró de una manera suave y sutil, viéndose tan hermoso como la última vez que Gianna lo vio.

—¿Por qué lloras?—le preguntó él, Gianna respiro hondo y tan solo dejó escapar su aire cuando Eren se levantó del suelo.

—¡¡Eren!!—exclamo, aferrándose a él con el miedo de que todo esto se desvaneciera, pero lo sintió y la calidez también, esa que le devolvió los suspiros.

—Te dije que me quedaría aquí hasta que llegarás. Mi amor.—dijo, con esa voz que ya no recordaba y al oírla, para Gianna fue una música de armonía que tanto extraño.

Los pies descalzados de Elian se remojaron en la orilla del mar. Se quedó detenido en seco, sintiendo la brisa de la tarde arroparlo nuevamente, pero de una manera más confortadora. Solté un suspiro y sus ojos se humedecieron. Sus manos acariciaban aquellas cintas azuladas, así que se inclinó en el suelo arenoso para dejarlas ir con las olas del mar donde sus padres se lanzaban para nadar en la eternidad que tanto anhelaron encontrarse. Era como si Elian pudiera sentirlos, como si oyera la risa de su madre reflejarse en la gran felicidad de su amado padre. Tanto tuvo que pasar, para que al final de todas maneras Eren y Gianna se volvieran a reencontrar. Las lágrimas de Elian salieron de sus ojos, no los restregó, tan solo dejó que la brisa se llevara sus lágrimas y continuara abrazándolo como su madre en las noches donde él no podía dormir, como en los días donde se caía y raspaba sus mejillas para que Gianna lo levantara para sostenerlo, como siempre lo hizo. Estaba agradecido, porque sin el sacrificio de su padre, Elian jamás habría podido recordar lo que era una vida de paz.

—Ahora, cuídenme desde lo más alto.—suspiro Elian.—A esos que buscaban la libertad, estarán siempre en las olas del mar.—añadió, girándose para dejar ir las cintas azuladas.—Adiós...

𝐅𝐈𝐍

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