𝐝𝐨𝐬

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El día del mañana.

Veía fijamente la luna, las estrellas brillaban en su punto más alto, y la noche yacía fría. Portaba aquel uniforme de reclutas, mientras que caminaba para sentarme en la esquina del tejado. La noche me era pesada, y no podía dormir. Se veía el extenso bosque, y los portones que no podíamos sobrepasar, por reglamento y seguridad, pero aún así, ya estábamos acostumbrados a vivir encerrados. Llevaba meses en esta base, el fin de convertirme en un soldado, parecía estar muy lejos. Aún la sombra del pasado me recorría, el ser de la ciudad subterránea me fichaba como un extenso vago delincuente sin futuro, pero aquí yacía. Me senté en la esquina del tejado, dejando mis piernas flotar en el aire, mientas que estire mis brazos hacia atrás, y me quede medio recostado. Veía el cielo nocturno, y algunas de sus nubes. Entre alguna de esas estrellas creía tener el pensar que dichosa mujer que atrajo mi vida en este mundo, me observaba. Había pasado mucho, pero aún la recordaba. Solía acariciar su negro y largo cabello, y apreciar su voz, su canto no faltaba en estas frías noches, pero ya no estaba.

-Eh, aquí está.-gire mi mirada ante escuchar la gruesa voz de mi amigo, a quien observé, sus ojos color celestes me miraron, mientras que observé cómo se arreglaba su castaño claro cabello el cual estorbaba su rostro.-Te buscábamos.-indicó, mientras que caminaba hacia mi junto a Isabel, mi amiga de cabello rojizo y verdosos ojos me miraba.

-¿Qué haces aquí?-pregunto Isabel curiosa, sabiendo que yacía aquí para aislarme de ellos ante una indiferencia que nos recorría.

-Nada.-respondí, mientras que les daba la espalda, orgullosamente.-Déjenme.-les pedí.

-Conversemos.-me pidió Furlan, pero no le mire.-No podemos aceptar que vayas solo, no es buena idea. Eso sería más peligroso.-dijo, refiriéndose a la expedición de mañana, en donde el cuerpo de exploración saldría a recuperar unas tierras, pero yo tenía un plan diferente, iba tras una persona.

-Cuando vayamos afuera, seremos los tres juntos. ¿Verdad? ¿O te has olvidado?-me preguntó Isabel, recordando los días en la ciudad subterránea, donde anhelábamos los tres salir, y ahora aquí estábamos.

-Es igual. Si no está el brillo de la luna y las estrellas, es la misma oscuridad que la del subterráneo.-le decía, observando el cielo, recordando mi viejo hogar.

-Estás equivocado.-infirió Isabel, molesta.-Sabemos que no hay un techo, pero esto es muy diferente.-decía.

-Es verdad, el cielo es diferente.-Furlan la apoyo, pero aún así, les daba la espalda sentado en la columna de la esquina del tejado del cuartel.-Su oscuridad no es la misma.-continuaba diciendo.

-¡Mira!-me sobresalte, observando a donde Isabel me pidió, el cielo estallando de iluminación por la luna.-¡Es la luna, esta muy brillante!-exclamo ella.-¿Lo ves? No es igual.-decía, a lo que yo observé el cielo.

-Así es. Este no es el subterráneo.-decía Furlan, quien se sentó a mi lado, al igual que Isabel.-Nunca más regresaremos al subterráneo.-me afirmó, mientras que continué observando el cielo estrellado.

-Así es hermano. Siempre hemos pasado dificultades juntos. Con los titanes será lo mismo.-Isabel hablaba a mi lado, su intención de convencerme a permitirles ir en esta exposición era muy insistente.-Hagámoslo juntos.-pidió, pero me negaba.

-Levi, debes confiar en nosotros.-indicó Furlan, mirándome, a lo que sentí una presión fuerte por su petición; el temor de perder a buenos amigos, me intimidaba, pero sus miradas y su anhelo de ser grandes soldados, y no criminales, era lo único que me debilitaba.

-Está bien.-dije en una sonrisa corta, cerrando los ojos y bajando la mirada.-Confió en ustedes.-le dije, y el ambiente entre nosotros se relajó.

-¡Bien!-exclamo Isabel contenta a mi lado, al igual que Furlan, sonreí junto a ellos, pero en un instante, me detuve.

-Ya. Basta.-les pedí, pero aún así, seguía sonriendo y tocando mis hombros con lo suyos, hasta que Isabel miró un punto fijo.

-Mira, es la chica que me ayudo hoy en los entrenamientos.-Isabel señaló al patio, donde yacía una joven con la capucha verde, tapando su rostro, la manera en la que caminaba me hacía sentir que la conocía.-Fue muy amable.-expresó Isabel.

-Levi.-Furlan me llamo, a lo que le mire, pero él miraba detenidamente donde yacía la joven chica, quien sostenía una manta, la cual tapaba algo.-Tú sabes quien es.-indicó, y me quede fijo, observándola.-Es Jeager.-afirmó, y quede con mis ojos abiertos como platos cuando vi como ella se quitó la capucha.

-¿La conocen?-preguntó Isabel, mientras que me quede aturdido observando a la chica.

-Si.-respondió Furlan.-Se llama Adeline Jeager.-le decía, nombrando aquel nombre que retumbaba en mi mente cada noche.-Era una dulce chica de una ciudad proveniente del Muro Maria, solía ir con su padre a los subterráneos, era doctor. Ella jugaba con nosotros, pero un día, dejaron de llevarla.-Isabel escuchaba con atención a Furlan, pero yo tan solo evadía esos recuerdos.

Me era imposible creer lo que veía, pero era ella. Su cabello yacía largo, y suelto, junto a otros flequillos en su rostro. Había pasado mucho tiempo desde la ultima vez que la vi en la ciudad subterránea, mucho tiempo. Su voz me era irreconocible, pero ese rostro, jamás podría ser olvidado. Estaba inmóvil, ella hablaba con Erwin Smith, aquel que había sido culpable de atraerme hasta aquí, pero no se podía escuchar de qué hablaban. Él estaba distanciado, mostrándole respeto, mientras que ella le hablaba y señalaba lo que tenía en la manta, eran tres panes. Su expresión se notaba triste, y aunque sus facciones se veían más desarrolladas, aún tenía el mismo semblante. Me quede serio observándola, Furlan también la reconocía, pues a diferencia de Isabel, él en aquellos años ya era mi compañero, y la había conocido. Nos sentimos nostálgicos al verle, sin duda habían muchas preguntas rondando mi mente, pero mi corazón no dejaba de palpitar a ese ritmo en el cual siempre palpito por su presencia. Me quede en silencio y me levante, no dije más, simplemente me aislé.

Mis amigos me miraron, pero no entendían lo que sentí cuando vi a esa chica. La conocí cuando era una niña, cuando éramos inocentes. Su vida aquí, me traía preguntas, unas las cuales claramente hoy no cesaría. Me recosté, pero la noche me fue larga ante aquel rostro encantador. A la mañana siguiente, deseé cruzarme con ella, pero no hubo manera de que el destino nos juntara tan rápido, no después de habernos separado durante años. El día nos recorría, y corríamos en aquellos caballos, fuera del cuartel de exploración. Era la primera vez que veíamos tal ambiente, ni siquiera reconocíamos esos árboles o césped, era un verdosos espectacular que no podíamos apreciar en el subterráneo. Cabalgaba detrás de cientos de soldados, explorábamos terrenos, con la intención de recuperarlos ante el avistamiento de titanes, pero aún, no había presenciado uno realmente. A mi lado yacían mis compañeros, y más adelante mi objetivo, la razón por la cual estaba aquí, Erwin Smith. Mi misión era matarlo, pero un hombre tan fuerte y valiente, no me la haría tan fácil, pero no dudaba de que pudiera hacerlo; confiaba en mi.

-¡Es increíble!-comentó Isabel mirando el espectáculo ambiente que se nos presentaba.

-Si.-apoye, observando cada detalle que no había en la ciudad subterránea, se sentía como un sueño.-No está mal.-opine de manera cortante.

-Oigan, no se despisten.-pidió una de los capitanas de nuestro escuadrón, ella se dirigía mas a Isabel, a quien miraba fulminante.-No saben cuando se puedan encontrar con un titán.-dijo.

-Lo aniquilaré como si nada.-le respondió Isabel, como si no tuviese miedo del pensar de la capitana, no dejaba que alguien la hiciera sentir débil, y era admirable.

-¡Tonta!-le insinuó, ofendiéndola, mientras que bufé, y mire adelante.-Dices eso porque no has visto a un titán de frente.-dijo.

-¡Titán adelante! ¡Es a la derecha! ¡Uno de quince metros!-avisaron, a lo que yo mire hacia esa área, y se podía distinguir a la distancia la silueta de un titán, a quien veíamos por primera vez, y fue por un momento, intimidante.

-¿Ese es un titán?-preguntaba Furlan, mientras que las palmas de mi mano empezarían a sudar próximamente por la tensión que se creó en el ambiente ante dicha presencia.

-¡Han aparecido otros! ¡Dos de diez metros! ¡Se están acercando!-continuaban avisando, y yo de manera arisca, sin bajar mi guardia veía a los extremos los enemigos que nos acorralaban.

-¡Atacaremos usaremos el equipo de maniobras tridimensionales!-Keith Shadis resonó, aquel comandante de esta élite desgarró su voz para guiarnos con su instrucción, las cuales varios soldados empezaron a ejercer, para así, aniquilar con facilidad a los titanes; eran veteranos.

-¡Increíble!-comentaba Isabel, admirando la valentía que los soldados tuvieron.

-Se mueven muy diferentes que los policías militares.-opinó Furlan, cabalgando al mismo ritmo que ella, mientras que yo me quedaba atrás, percatándome de la presencia de titanes atrás de nosotros.

-¡Ustedes, no se muevan de ahí!-pidió aquel soldado, con quien no tenía buena química, era un compañero arrogante, y eso me prendía.

-¡Levi!-Isabel y Furlan me llamaron, con la intención de que me detuviera cuando giré a mi caballo, guiándolo hacia el titán.

Ese día fue la primera vez que le enfrenté a varios titanes, pero ese fue el primero. Me sentí con adrenalina, y mucha energía. Era de un metro no tan alto, así que con facilidad lo engañe en su horizonte, y lo esquivé con el equipo de maniobras tridimensionales. Fue asombroso estar en el aire, me hacía sentir con alas, y que de alguna forma u otra, era libre. El gas sobresalía, y enganche mi gancho en el tronco de madera para deslizarme abajo del titán. Me eleve en el cielo, y este ante darme la espalda, pude tener acceso a desprenderle su nuca con mis hojas. La sangre salpicó, y su cuerpo cayó en el suelo, dándome visualización de cómo Isabel y Furlan, combatían en equipo contra un titán. Se esforzaron, y por un instante sentí que debí socorrerles, pero en sus manos y seguridad dejaron sus vidas, haciendo que presenciara cómo se defendían, sin percatarse del avistamiento de otro titán, al cual no pude rematar, no, por ella. Venia rápidamente en su caballo, incluso había pasado por mi lado. La vi de reojo, pero no pude apreciar del todo bien sus facciones, aquellas las cuales quería ver después de tanto tiempo.

Por alguna razón no la había visto antes en el cuerpo de exploración, pero debía llevar tiempo, pues vi como se balanceó de manera perfecta en su negro caballo, y se elevó con sus equipos de maniobras tridimensionales en el aire, con la intención de defender a sus compañeros, aquellos que eran como mis hermanos, a quienes no deseaba perder ni aquí, ni en otra vida. La vi, se abalanzó en el aire con una vuelta, su cuerpo se veía como una liviana pluma, y sus brazos desarrollaron una increíble fuerza, la cual hizo que se desprendiera la nuca del titán que yacía atrás de Furlan y Isabel, quienes la miraron de manera sorpresiva. La observé detenidamente, su cabello estaba amarrado, y su capa flotaba en el aire, ella se dejó caer junto al titán, mientras que se evaporaba, al igual que la sangre proveniente de él. Me monte en mi caballo, y sacudí mis espadas. Cabalgue con cuidado y lentitud, sabiendo que ellos no estaban tan lejos. Ella se había visto increíble, y tenerla cerca, me hizo sentir ansioso. Su mirada y la mía se conectaron, sus ojos me miraron de una manera detenida, pero rompí esa conexión visual.

-¿Qué te parece Levi? ¡Nos hemos encargado de los titanes!-Furlan se dirigió a mi, mientras que veía como Adeline sacudía sus espadas, y llamaba a su caballo, se aislaba de nosotros como si al menos no me conociera, pero yo no era menos orgulloso, así que simplemente también la evadí.

-¡Hermano, lo hicimos, lo hicimos!-decía Isabel, emocionada, mirándome sonriente mientras que las gotas de sudor bajaban por su frente.

-Si, lo hicieron bien.-les halague, visualizando como la joven atrás de ellos se montaba en su caballo, y miró al punto fijo que decidí mirar cuando escuche otras cabalgatas.

-Ciertamente, eso de hace un momento, fue un buen movimiento.-vi aquel hombre, rubio de ojos azulados que se dirigió a mi, él ambiente se volvió tenso ante la presencia de Erwin Smith.-Pero utilizan mucho gas.-comentó, de manera fría, con la intención de crearnos errores.-En las afueras del muro deben tener más cuidado.-indicó, mientras que el caballo negro de Adeline se posicionaba aún lado de él, pero ella no me miraba.

-¿Dices que me preocupe más por eso, que la vida de mis compañeros?-le pregunté, sintiéndome ofendido por lo que me hacía entender, pero la chispa de diferencia que había entre nosotros, se notaba demasiado.

-Estoy diciendo que hacen movimientos innecesarios.-indicó.-¿O no será que dudas de algo?-me preguntó, lo cual me hizo mirarlo de manera fulminante por su deseo de intimidarme, o mejor dicho, descifrarme.-Eso ciertamente te terminará matando.-me aconsejo, con ese tono frío, mientras que se daba la vuelta en su caballo, para continuar con la expedición.-Vamos, Adeline.-pidió a la chica a su lado, quien en ese instante, cruzó miradas conmigo.

-¿Adeline?-Furlan mencionó su nombre de manera confusa, a lo que ella le miró, y Erwin de manera curiosa los observó.

-¿Se conocen?-pregunto, mirando a Adeline quien se quedó detenida mirándome.

-Si.-afirmó con sinceridad, pero como si no tuviese importancia, ella simplemente se giró para continuar cabalgando aún lado de Erwin.

-¿Qué habrá pasado con ella?-se preguntaba Furlan, viéndola irse, y es que, realmente se veía fría y como si algo hubiese muerto en ella, no parecía reconocerla.

-Maldición. Espera a que te quedes solo.-Isabel hablaba, si riéndose a Erwin, luego de la postura tan amarga que utilizo en contra de nosotros, era evidente; él nos había humillado en nuestra ciudad, manipulándonos para que estuviésemos acá, pero no sabía lo que se avecinaba para él.-No importa, matémosla a ella también.-insinuó, a lo que la mire con una expresión de negación.

-Negativo.-dije, cabalgando aún lado de ellos, mientras que me percataba en cómo el cielo se había nublado.

-Se ve diferente.-insinuaba Furlan, quien también la había conocido como una amable chica, una muy dulce.

-Creció.-indique, sintiendo leves frías gotas rozar mis telas.-Como nosotros.-le dije.

-No sabía que llovía de esta forma.-hablaba Isabel, mientras que cabalgábamos, y veíamos la lluvia caer en nuestros cuerpos, se sentía frío y húmedo.

-Así no podremos ver a los titanes.-dijo Furlan, mientras que la lluvia nos cegaba.

-Es la oportunidad.-les dije, cabalgando.-Con esta lluvia podemos acercarnos a Erwin.-avisaba, mientras que ellos iban atrás de mi.

-¿Lo vamos hacer, hermano?-pregunto Isabel, ansiosa ante la decisión que tomaría.

-Si.-le respondí serenamente.-Pero sería muy sospechoso que los tres vayamos juntos.-les decía.-Yo iré.-afirmé, esperando una negación de ellos, pero no fue así.

-¿Y que con Adeline?-me preguntó Furlan, curioso.-Imagino que es su subordinada.-opinó.

-No le haré daño.-indique, visualizando en mi mente los ojos color avellana de esa chica mirarme minutos atrás.

-Te lo dejamos a ti hermano, ve y consigue la clave para vivir en la ciudad.-decía Isabel, dirigiéndose a mi, pero no podía verle, pues le daba la espalda.

-Si les preguntan algo, díganle que me fui explorar el terreno.-les pedí, sin imaginar que sería la última vez que los vería.

Mire atrás, una vez más, y vi como se despedían de mi, mientras que la lluvia y la neblina cegaba mi vista, deje de verles. Ese día no estuve consiente de la decisión que había tomado, y que por orgullo, preferí irme solo, a ser acompañado, quizás pude haber cambiado algo si ellos me hubieran acompañado, pero no lo supe hasta luego de lo qué pasó. Mi mirada estaba ciega, la lluvia era intensa y sentía que en cualquier momento mi caballo se resbalaría. Escuche caballos relinchar, incluso gruñidos de titanes que me erizaban más la piel, esto debido al frío de la humedad que sentía. No sabía en qué camino estaba, ni con quien me había cruzado, solo sé que escuche gritos de personas a lo lejos que me alteraron, pues había dado vueltas en círculos, y no pude haber cambiado el trágico destino que arroparía a quienes quería en aquel entonces. Continué cabalgando, deseando llegar hacia donde estaba el bullicio, mientras que veía en el suelo huellas de titanes, y las pisadas de los caballos. La sangre se veía plasmada en charco, y confuso, miraba el lugar donde estaba parado.

-¿Qué?-pregunte confuso a mí mismo ante ver a varios soldados en el suelo, muertes y ensangrentados, la mayoría estaban aplastados.-¿Qué ha pasado?-me pregunté.

-Especié... rara... -observé cómo un soldado yacía sin fuerza en el suelo, la sangre se resbalaba por toda su cíen hasta su mentón.

-No puede ser. ¿Me la he cruzado?-me pregunté, mientras que cabalgue en busca de cualquier titán bajo esa lluvia, pero mi caballo se resbaló, y con él, yo.

Caí en el suelo, pero no de una manera brusca. Mi cuerpo se congelo, y mi alma quería salirse de mi, al igual que mi corazón, el cual se despedazó de a poco cuando la vi. La cabeza de Isabel estaba descuartizada, sus ojos abiertos como platos mientras que de su boca salía sangre, y sus mejillas tenían plasmadas gotas, que de seguro fueron lágrimas de miedo que proporcionó su sentimiento. Me quede arrodillado, y aturdido, me era irreal la imagen que veía, si juraba que minutos atrás, ella se despidió de mi con alegría, con esa grata sonrisa. Mis manos temblaron, y escuché el crujido amargo de unos huesos, me obligué alzar la vista y con temor, me encontré con una pesadilla. Aquel gran titán escupió el cuerpo de mi amigo, ese al que masticó hasta comerse la mitad de su cuerpo, pero pude ver la cintura de Furlan hasta su cabeza, pero yacía sin vida. Estaba en un charco de sangre, y sus ojos también estaban abiertos, fueron aniquilados a sangre fría. La lluvia caía en mi, y justo en el césped húmedo, estaba el cuerpo de ella, de Adeline. Sangre recorría su cabeza, y pude ver como el titán jaló sus piernas. Su cuerpo se arrastró por el césped, y supe que estaba viva cuando vi como deseaba atraparlo.

Sus manos agarraban el césped con temor, y quería moverme, pero todo dentro de mi se detuvo. Ese día mis alas se apagaron, al menos la única que me quedaba, me habían quitado miles de suspiro, pero me obligué a continuar. Las memorias llegaron a mi, y aunque tuve que levantarme, solo quería permanecer arrodillado bajo la lluvia, sabiendo que no era merecedor de la vida. Me eleve en el aire, y en un buen ángulo, corte la mano del titán, aquella que sostenía el cuerpo de mi primer amor, pero sin duda alguna, el ultimo. El cuerpo de Adeline cayó con brusquedad al suelo, pero se mantuvo inconsciente. Ante eso, mis ojos se humedecieron, y mis lágrimas de impotencia se mezclaron con la lluvia, recordaba ese día como el más doloroso, luego de la muerte de mi madre, y del abandono de la chica con quien volví a reencontrarme, pero sin duda, fue una de las últimas veces que lloré, y demostré mi indescriptible dolor. Utilice la fuerza de mi rabia para cortar, y despedazar el cuerpo de aquel titán. Rebane su cabeza, incluso sus manos, pero lo deje sin aliento cuando desprendí con mis hojas su nuca. Su cuerpo se tumbó al suelo, y la sangre estaba pegada en mi rostro, en toda mi ropa, las plumas de mis alas se habían evaporado con mi esperanza en la humanidad, la cual ya no tenía.

Mis músculos se aflojaron, y mis manos soltaron mis espadas, fue una pelea que había perdido, una que jamás volvería a recuperar, de aquí, había salido fraccionado y roto, para largos días en donde no podría olvidar lo que ellos fueron para mi. La lluvia caía, pero de a poco, deteniéndose. Mi garganta quería desgarrarse, pero no lo permití sin importar el calentón que sentía en ella. Nunca me recupere de ese día, y jamás pude olvidar como terminaron las personas que siempre creyeron en mi fuerza. Había confiado en que podían manejarlo, pero no fue así, por alguna razón nunca pude perdonarme, les había abandonado, sabiendo que jamás me abandonaron a mi. Me quede arrodillado aquel día, sin fuerza, pero con mucha impotencia. Me quede aturdido mirando el cuerpo de Adeline inconsciente en el suelo, sabiendo que lo único sano que me quedaba, era su alma. Su cabello estaba húmedo, y la sangre cubría la mitad de su rostro, vivió ese día por mi voluntad, pero era así como lo quise. Mi rebeldía con Erwin creció ese día, y no olvide como también, fue el día en que creí en él, y supe que había visto algo que yo no, ese día decidí dejar de ser quien era para seguir a ciegas a ese hombre, creando una lealtad inigualable.

El silencio de aquella habitación era abrumador, estaba solo, y así era como quería estar. La noche había caído, y la tristeza me invadía. A pesar de eso, las lágrimas no se salían, y me mantenía observando la ventana. Veía claramente las columnas de la esquina del tejado, era triste saber que tan solo ayer estábamos ahí, los tres. Sus voces aún estaban resonando en mis oídos, pero me era doloroso saber que algún día, los olvidaría. Olvidaría sus voces, pero jamás sus expresiones o sus actitudes. Sus almas eran nobles, a pesar de todo, siempre fueron ellos, y nunca quisieron abandonarme, sin importar que tan vago o frío fuese, se quedaron conmigo hasta el final. Tenía mis manos en el bolsillo, con un gran vacío recorrer mi alma. Supe que no era lo correcto que fueran, pero confié en ellos, porque ellos siempre confiaron. Gire un poco mi cabeza, y de reojo observé cómo la puerta se abrió con delicadeza. Con cuidado gire mi cuerpo, y observé cómo la abierta puerta me mostraba a esa joven chica. Su cabello estaba suelto, y su rostro tenía varios vendajes. Ella me miraba apenada, e incluso tímida. Sostenía dos flores blancas, y dos estampillas de la insignia del cuerpo de exploración que pareció haber arrancado de algún abrigo.

-Adeline.-la llame algo aturdido ante su presencia, ella se veía tímida, y sus ojos color avellana me miraban detenidamente.

-Lo siento por no tocar... -se disculpó, con su voz baja, y entrecortada por los nervios, quizás por el tiempo de ausencia que había tenido en su vida.-Pensaba que estabas dormido.-indicó.-Venía a dejarte esto.-ella estrechó sus manos, a lo que me acerqué con cuidado.-Son las insignias de tus amigos, pensé que debías guardarlas.-comentó, a lo que agriamente como un balde de agua fría, acepte las hermosas flores, y las insignias.

-Gracias.-le agradecí, observando las insignias cabizbajo, para así distanciarme de ella nuevamente, dándole la espalda.

-Lamentó mucho la muerte de Farlon e Isabel.-su voz se escuchaba triste y apagada, deje las cosas en la mesa de noche, y me quede cabizbajo.-Hubiese deseado haber podido hacer más.-expresó, con una voz apagada que demostraba desprecio hacia ella.

-No te lamentes.-le pedí, con una serena voz.-No fue tu culpa.-le deseé hacer entender, pero era inexpresivo, y sabía que no estaba haciéndola sentir mejor, aunque ni siquiera yo sabía como sentirme.

-Quisiera poder pensar que no fue así, pero, si no hubiera bajado la guardia, el titán no me hubiese golpeado la cabeza, y así pudiera haberlos salvado.-argumentaba, así que de reojo la observé.-Descansa, Levi.-dijo, dándome la espalda para retroceder, e irse por donde vino, pero algo en mi deseo detenerla, y así hice.

-Espera.-le pedí, viendo como se detenía en seco.-Ha pasado mucho tiempo. ¿No es así?-le pregunté, aún dándole la espalda, pero viéndole de reojo, y ella se posicionó de la misma manera, ambos distanciados pero con una misma conexión.

-Si... -musitó.-Más del que creíamos.-me indicó, y era cierto, había pasado mucho.

-Nunca pensé verte aquí.-exprese con sinceridad, no hubo manera de verla en lo que hoy día es, y suponía que su vida debió haber sido amarga luego de mi ausencia.

-Yo si... -indicó ella, a lo que me gire, y ella también, quedando frente a frente.-Siempre te imagine como un fuerte soldado.-expresó, caminando con lentitud para así, pasar su peso en la pared, dejando caer su cuerpo, para así sentirse en el suelo.

-¿Por qué estás aquí?-le pregunté, y ella bajo la mirada, a lo que yo, me senté frente a ella, colocando mi espalda en el soporte de la cama.-¿Qué te paso?-le pregunté curioso, descifrando una triste mirada, que reflejaba memorias deprimentes.

-Mi madre murió.-expresó cabizbaja.-Un titán la mastico delante de mi, no pude hacer nada.-me contaba, con firmeza en su voz.-Estoy aquí porque le prometí asegurarme de la supervivencia de mis hermanos, son lo único que me queda.-indicó, alzando la cabeza, para así chocar con mi mirada.

-Lo siento, Adeline.-me lamenté, sabiendo el amargo vacío que era caminar en una vida sin la persona que te trajo a ella, en su rostro se reflejaba la tristeza de dicha ausencia.

-¿Tú por qué estás aquí?-me preguntó, deseando que no interviniera con su sentimiento de duelo, suspiré, y pude ver como ella sonrió de lado, dándome un consuelo reconfortante.

-Quizás algún día te diga.-le indique, apreciando esa tierna sonrisa que no había cambiado pese al pasar de los años, ella seguía igual.

-Está bien.-musitó, mirándome.-Mientras llega ese día, me quedare aquí, a tu lado, como algún día estuve.-dijo, y yo asentí ante eso.

-Sabía que te encontraría.-comenté, sabiendo que a pesar de la distancia, supe y mantuve en mi pensamiento que el destino nos encontraría, ella parecía sonrojada, pero reflejó calma en su expresión.

-Te eche de menos, Levi.-confesó, quedándose frente a mi, mientras que ambos dirigimos nuestra mirada a la ventana, observando el cielo estrellado.

-Y yo...

───

Próximo capítulo: Un agrio futuro.
Yendo en el presente, vemos cómo fue la vida de Levi luego de la pérdida de Isabel e Furlan, y su reencuentro con su primer amor, Adeline.
Nota: Espero que les guste el capituló. Lamento la tardanza. Estaré intentando de ir actualizando de a poco en poco, estos capítulos no son tan emocionantes ya que son como quien dice introducciones de los personajes y cortas historias que los marcaron.

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