𝐭𝐫𝐞𝐬

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

El agrio futuro.
Cinco años después.

Restregaba mis ojos, encontrándome en el borde de aquella cama. Estaba soñoliento, y el sol pronto se adentraría por las ventanas. Me quede sentado, y gire la mirada. Veía su largo y lacio cabello despeinado, al igual que los flequillos en su rostro. Sus ojos estaban cerrados, y su boca media abierta, los cuales transmitían leves suspiros. Su rostro se veía limpio, y sus labios carnosos. No había un día en donde no quisiera probarlos, no había un día en donde no quisiera hacerla mía, cuando realmente no lo era. Las sábanas cubrían su desnudo cuerpo, sabiendo que jugábamos un juego que ardía entre ambos. Me levante con cuidado, me dirigí a mi baño personal, encendiendo la ducha, para ir al ropero y buscar mi ropa del día de hoy. Intentaba de no hacer ruido, quería que descansara, sabía que nos espera una larga expedición en el exterior. Me metí dentro de la ducha, dejando que la tibia agua cayera en mi piel, y en mi cabello. Mojaba todo mi cuerpo, y me refrescaba. Suspire, colocando mi frente en la pared. Estaba algo cansado, y varios pensamientos rondaban por mi mente, hasta que sentí un tacto que erizo mi piel. Sus labios besaron mi espalda, y sus manos tocaron mi abdomen, me acariciaba. El agua continuaba resbalándose por mi cuerpo, mientras que me giré.

Abrí mis ojos, observando sus ojos color avellana, y como ella se veo soñolienta, pero igual de hermosa. Sus mejillas estaban sonrojadas, y su cabello se mojaba, mientras que mis labios y los suyos se besaron de manera apasionada. Retuve su cuerpo en la pared, estaba decidido a volver a hacerla mía. Su piel, era tan suave. Ese tacto que provocaba con la mía, era inexplicable, pero se sentía más que bien. Mordí sus labios y acaricié sus mejillas, mientras que apreté sus muslos, alzándolo, con todo y su cuerpo, como si sólo yo pudiera adueñarme de todo lo que tenía. Ella enredó sus piernas en mis caderas, y de una manera tan placentera, la embestí. Sus suspiros se escuchaban gruesos, erizaba mi piel el sentir como estaba dentro suyo. Besaba mis labios, mientras que sus dedos se enredaban en mi cabello. Adeline era mía, siempre lo había sido. Besando sus labios recordaba el primer día que la besé, debajo de una noche estrellada, y justo ese día, la hice mía. No pudimos detenernos, hasta el sol de hoy, sabiendo que lo qué hacíamos era erróneo, pero no podía dejarla ir de mis brazos, anhelaba su ser cada día que pasaba. El agua nos mojaba, pero continuamos fuera de ahí. Sus manos acariciaron mi espalda, y yo acaricié sus muslos.

Sus ojos estaban cerrados, y su espalda se arqueaba, mientras que iba a un ritmo suave, llenándonos de placer a ambos, hasta que vi cómo abrió sus ojos, y me miró. Su mirada estaba llena de amor, lo sabía aunque lo negara, sentía lo mismo que yo, pero era difícil demostrarlo, aún así, nos dejábamos llevar. Sus uñas se resbalaban por mi piel, mientras que apretaba sus labios y fluía en gemidos. Yo apretaba los míos, y evitaba el gruñir, pero ella con sus movimientos de caderas me atrapaba en un balde de emociones que no podía descifrar, hasta que terminamos. Nos vestimos, y nos quedamos en silencio, mientras que aún mi cabello permanecía húmedo, al igual que el suyo. Se quedó a mi lado en el borde de la cama, estaba pensativa, y sonrojada. Quería volver a besar sus carnosos labios, o sentir sus suspiros en mi oído. Era inexplicable, pero me volvía loco con una sola mirada. Éramos adultos, pero jugábamos a un juego de niños, el tener sexo, el evadir nuestros sentimientos y continuar nuestras vidas como si no nos perteneciéramos. Los rayos del sol se adentraban en mi habitación, dándole iluminación.

-Está será la última vez.-dijo pasmada, con esas mejillas sonrojadas.-Pero, lo digo en serio.-exclamó, sonriendo de lado.

-Verás que no.-le dije, acomodando mis correas en el pantalón, y ella, se quedó cabizbaja.

-Sabes que estoy con Conan, no quiero seguir haciéndole esto, Levi.-esbozo ella, entristecida, y con un leve cargo de conciencia, lo veía en sus expresión, y eso me supo amargo.-Siento que él sospecha que algo sucedió entre nosotros, lo hacemos parecer muy obvio, Levi.-me explicaba.-Ya no podemos seguir.-volvió a decir.

-No puedo ser egoísta.-le dije, viendo como ella alzaba su mirada y me veía.-Pero, eres tú.-indique, mirando esos ojitos.

-Entonces dime, ¿que es lo que sientes por mi?-me preguntó, mirándome penetrante, como si quisiera descifrar algo que sabía.-No es solo lujuria, y cariño, hay más. Siempre ha habido más.-me quede mirándola, y un suspiro se me fue robado en cuanto la puerta resonó con leves tactos, pero en si, se abrió, y nos quedamos inmóvil ante eso.

-Buenos días.-saludo aquel rubio de ojos azules, con esa neutral y seria expresión, mirándonos confuso.-Vaya.-exclamó, observando la cama echa un desastre.

-Te he dicho que esperes a que yo la abra.-indique, mirando a Erwin, quien observaba cómo Adeline se vestía con algo más de rapidez.

-No podía, debía encontrarla antes que Conan lo hiciera.-aviso, a lo que Adeline cabizbaja tan solo evadió mi mirada.-Ve.-le pidió Erwin a ella, mientras que ella le asentía, agradeciéndole, y la puerta se cerró detrás de él.-Pensé que ya habían terminado eso.-musitó Erwin, quedándose cruzado de brazos, Adeline también significaba mucho para él.

-Yo también lo creí.-le dije, viendo la ventana, y como la luz del sol nos alumbraba.

-¿Y qué es lo que hace que vuelvan a esto?-me preguntó.-Llevan así dos años.-me dijo, mientras que evadí su regaño, sabía que me quería aconsejar por mi bien, siempre ha sido así.

-¿Qué sucede?-le pregunté ante su presencia.-¿Por qué has venido?-volví a preguntar, con un tono neutral en mi voz.

-Mañana saldremos de expedición.-me indicaba.-Avísale a tu escuadrón, y que preparen todas sus cosas.-me decía, y yo asentía.

-Entendido.-afirme, mirándolo, parecía haber terminado, pero de seguro diría algo más.-Espabila.-le pedí, y él, de lado sonrió.

-Que bueno que me conozcas bien, Levi.-indicó, desarmando sus brazos.-Tú y Adeline están jugando un juego peligroso, sabes que no es algo que me incumba, pero son mis amigos más preciado, me gustaría que hicieran las cosas bien.-decía, abriendo la puerta nuevamente.-Si la amas, díselo. Quizás estés a tiempo de retomar lo que tanto tiempo esperaste.-esbozo, saliendo de la habitación.

Un silencio invadió mi habitación, y me quede detenido observando la ventana. Pude ver con claridad aquel joven chico, su cabello era castaño oscuro, y sus ojos color miel. Portaba el uniforme de mi escuadrón, era perteneciente a él. Me quede observándolo, viendo como estaba sentado en el banco, como si esperara algo, o a alguien. Amargamente vi como ella se acercaba a él, y se sentaba a su lado. No hubo ningún contacto físico, tan solo se sentó a su lado. Él le sonreía, mientras que ella también. Charlaban, pero de una manera vaga. Estaba consiente del cariño que ella le tenía, pero mi gran temor, era que surgiera un sentimiento de amor más forzado, uno que no pudiera detener. Él la miraba de esa jodida manera, estaba enamorado, y estaba dispuesto a todo por ella. No era algo que me creara inseguridad, pero, lo que yo sentía por ella, era fuerte, era algo sumamente fuerza que ni yo mismo podía entender. Me distancié en cuanto pude, y me quede abrumado, sentándome en el borde de mi cama, para peinar mi cabello, y simplemente levantarme.

Abrí la puerta de mi habitación, y la cerré, pasando por los largos pasillos, repletos de soldados. Algunos me miraban y saludaban, otros ni me miraban, por respeto e intimidación que yo mismo creaba. Era un soldado de alto rango, colocado en la capitanía. Jamás pensé visualizarme aquí, y mucho menos con tal nivel de respeto, pero luego de todo el difícil camino que crucé, logre enmendarme para bien. A través de estos años, mis habilidades habían mejorado, mi manera de ver la vida, sin duda era diferente, y mi admiración y respeto, estaba con el hombre que me había sacado de aquel basurero; Erwin Smith. Siendo así, honraba a mis amigos, aquellos quienes entregaron su corazón en la primera expedición, no había un día que no lograra olvidarlos, siempre estarían plasmados en mi corazón, sin importar que. Mi presencia se sintió en la cafetería, mientras que algunos de mis subordinados desayunaban, yo examinaba la limpieza e organización que había. No me gustaba el desorden, ni mucho menos pizcas de polvo alrededor de la madera, me era asqueante. Había un gran silencio, y luego de un rato, continuaron hablando.

Lo hacían en un tono más bajo, pero realmente, no era de mi incumbencia de que hablaban, ni siquiera me llamaba la atención, hasta que la vi entrar nuevamente en mi campo visual. Su belleza era indescriptible, sin duda, debió haberla heredado de su fallecida madre. Sonreía de lado, la ternura no se había ido, no la había perdido sin importar lo que la vida le había quitado. Ella continuó caminando, aún lado de ese hombre, y yo tan solo observé a Adeline ser el brillo de este lugar. Me senté vago en la silla, ni siquiera serví un plato, me había sentado solo y distante, pero rodeé en los ojos en cuanto todos ellos se abalanzaron en mi mesa, sonriéndome y hablándome a la vez. Era mi escuadrón, el escuadrón especial con el que siempre salía a cada expedición, todos eran diferentes, pero lo que les unía, era la valentía y respeto que brindaba por la élite. Comían, mientras hablaban, y ante ver mis expresiones, masticaban antes de hablar con la boca llena, yo era muy tedioso con la disciplina, y ellos tenían conocimiento sobre eso. Mi apetito estaba escaso, y preferiría simplemente compartir con ellos, ya que no me dieron el distanciamiento que quería, cuando me senté solo en esta mesa.

-Mañana saldremos de expedición.-avisaba a mi escuadrón, observando cómo Adeline se sentaba junto a Canon en la misma mesa.

-¿A donde?-me preguntó aquella joven de corto cabello, de un tono anaranjado, Petra.

-¿Por qué preguntas? Iremos, y es todo.-le respondió Auruo a su lado, comiendo.

-Deja de querer copiar la actitud del capitán.-le interfirió Petra, mirándole con enojo, y fulminación, pero yo, no daba interés a eso.

-¿Como vas con tu brazo, Conan?-Erd, el rubio de castaños ojos miró a su compañero, quien empezaba a comer delante de él, yo le mire detenidamente.

-Creo que puedo ir a la expedición de mañana, ha descansado bastante desde la última lesión en la expedición de los bosques.-contestaba, y yo, intentaba de evadir a la chica a su lado, aquella que también, evadía mi mirada.

-¿Qué tienes?-le pregunté a ella, observando cómo se veía cabizbaja, y no se introducía en nuestra conversación para nada, Conan me miró ante mi curiosidad y preocupación, pero evadí su semblante.

-Hoy es la graduación de mis hermanos.-susurró Adeline, mientras que manoseaba la comida.-Desearía poder estar allí.-expresó, cabizbaja.

-Pensé que solo tenías un hermano.-comentó Auruo, mirándola.

-Los otros dos son como si lo fueran, es igual.-opine yo, comiendo aún lado de ellos, mientras que me miraron.-Coman.-pedí, intentando de que dejaran que ella pensara, pero vagamente se levantó de la mesa, y dejo su plato allí.

-Joder.-exclamó Erd a lo bajo.-Mujeres... -susurró, masticando la comida.

-Yo iré.-Conan hablo, pero ambos nos miramos detenidamente ante levantarnos de la mesa al par.-Adelante, capitán.-indicó, con el ceño fruncido, pero yo, simplemente, me salí de la mesa.

Le di la espalda, pero estaba consiente de que me estaba observando, de que quería descifrarme, pero solo me importaba ella. Había salido, y atravesado los pasillos con rapidez. Su corazón era sensible, era débil. Conocía cada expresión, cada semblante y lo que significaban, yo no solo recorría su piel, recorría su sentir. Sabía cuando necesitaba a alguien, o cuando no, sabía todo de ella. Lo más mínimo, hasta lo más importante. Camine rápidamente por los pasillos, queriendo encontrarla, pero allí estaba, de cuclillas en uno de los pasillos. Tenía su cabeza baja, y tan solo me coloqué de cuclillas a su lado, en silencio. Sus ojos estaban humedecidos, y veía sus manos, veía sus manos como si le recordara algo, pero yo solo observé sus flequillos revueltos, viendo su cien. Había una pequeña cicatriz, de una leve abertura que se creó, esa cicatriz reflejaba el día más triste de su vida, el día en que sintió que perdió todo. Acaricie su cabello, y coloque su flequillo detrás de su oreja. Ella se tenso, como si mi tacto erizara su piel, pero solamente quería darle ese apoyo, aunque no supiera expresarlo. Veía sus ojos, aquellos ojitos apagados, era tierna, y no me podía resistir.

-Siento tu respiración, y se que quieres besarme... -susurró, observando aún sus manos.-Te conozco, Levi... -comentó en ese bajo tono de voz, pero tan solo dirigí mis labios a su mejilla, besándolo con suavidad.

-Solo quiero estar aquí.-le respondí, observando sus manos, y como no dejaba de mirársela.-Contigo, como siempre.-añadí, y ella suspiró.

-¿Por qué hacemos esto?-me preguntó, alzó su mirada, y me observó, esos ojos color avellana me cautivaban.

-Ven aquí.-le dije, llevando mi brazo a su hombro, y haciendo que se aferrara a mi.-No lo sé... -susurre, mientras que ella alzaba su cabeza, me buscaba los labios, lo sabía; aún así, me atreví, y bese sus labios con suavidad, robándonos un suspiro.

-¿Adeline?-la voz de Conan nos sobresaltó, y con sigilo, nos levantamos del pasillo, para ingresarnos rápidamente a la habitación o sala, que había detrás de la puerta, la cerramos, y nos ocultamos, era uno de los baños de repuesto.

-No respires grueso.-le pedí a ella, mientras que sentía como su respiración chocaba con la mía, me tensaba por completo.

-¿Por qué?-me preguntó en un tono bajo, mientras que estaba enganchada en el lava manos, y me miraba detenidamente, veíamos una sombra debajo de la puerta, sabíamos que él estaba caminando por ese pasillo.

-Maldición.-maldije, viéndola, viendo ese rostro que me ponía pálido, y tan solo lleve mis labios a los suyos, sintiendo como ella amarraba sus piernas en mis caderas, acercándome más, y con esa brusquedad.

-¿La ultima vez?-me preguntó en medio del beso, mientras que ella sonreía coqueta.

-Nunca.-dije, besándola con necesidad, para así, simplemente de un momento a otro, estar teniendo sexo encima del lavado.

Lo hacía más excitante que estuviéramos solos, escapando de la realidad, éramos sólo nosotros. La noche cayó, y volvía a separarse de mi. Lo único que me quedaba, era ver la luna en aquel tejado, solo. Sentado aún lado de la columna donde solía ver las estrellas con mis compañeros, ellos admiraron muy poco lo que jamás pudieron tener dentro de la ciudad subterránea. En mis manos, tenía las insignias que saqué de sus capas, las guardaba como una memoria de lo valientes que fueron. Día y noche, me reprochaba el haberlos abandonado de manera orgullosa para seguir un plan que no me dejaría bienestar, pero cada decisión que se tome, es una decisión que no se enmienda. El agrio futuro que me esperaba, era peor del que pude haber tenido, pero aún así, estaba consiente de que quería vivir más allá del tiempo, sin importar que quedara solo. Sabía que mi corazón le pertenecía a Adeline, pero en este mundo que nos toco, en este en el que nacimos, no era justo, y sabía que el día en que la perdiera, jamás volvería a ser igual, esa era la única razón por la cual me denegaba admitir lo que sentía. Yo era un hombre fuerte, y concentrado en mi trabajo, me era difícil manejar mi sentir, pero estaba seguro que en algún momento, la vida me daría la oportunidad, de estar con ella.

───

Próximo capítulo: Una pesadilla.
El escuadrón especial de Levi sale de expedición, siendo avisados de que el distrito Trost fue invadido por titanes, creando un colapso mental en Adeline ante recordar la situación que vivió cuando el muro María, cayó.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro