Capítulo 5|𝐅𝐑𝐔𝐒𝐓𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎́𝐍

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La pareja se encontraba en total silencio mientras observaban a aquel señor de bigote y cabello rizado, este solo les sonreía amablemente.

Jungkook decidió que era momento de romper aquel silencio y hablar sobre negocios, quería por fin terminar con aquella propuesta y construir lo que ya había planeado su equipo.

Un hotel con vista al mar, era algo que lo tenía pensado desde que el señor Choi había mostrado su terreno.

—Le parece si hablamos sobre la propuesta que...

—No.—lo interrumpe Edah.

—¿No? —pregunta Jeon fastidiado.

—Es decir, hay que comer primero, así se habla mejor de negocios, ¿usted que dice señor Choi?—responde con una sonrisa.

—Claro, pida lo que quiera.—comenta.

—¿Enserio? Gracias, en serio tengo hambre. —dice mientras forma una mueca de preocupación por sentir el rugido de su estómago pidiendo comida.

La fémina llamó al mesero que estaba a lado de su mesa, estaba sedienta de comida. Jungkook la miraba inexpresivo, no sabía si estaba molesto o solo estaba cansado que tomará esas actitudes tan "amables" con todas las personas a su alrededor.

Observaba cada actitud de la castaña, así como la hermosa sonrisa que siempre traía cada que saludaba a las personas, algo totalmente diferente a él.

—Debe estar contento, señor Jeon. —habla el empresario mientras toma un sorbo del vaso de agua que tenía frente a él.

—¿A qué se refiere? —pregunta confundido.

—Su novia es una persona muy sencilla y cautivadora, no todos los días conoces a una mujer maravillosa.—el señor mira a Edah, le recordaba un poco a su esposa.

—Si, soy muy afortunado. —asiente.

—Buenos, ¡pues ordenemos!

La pareja asintió.

[...]

El señor Choi platicaba entusiasmado con Jungkook, ambos estaban poniéndose de acuerdo como iría la construcción y que necesitaba.

—Por eso le recomiendo que nos venda su propiedad, le pagaremos la suma que usted quiera, solo dígalo.

—Yo...

—Aquí está su orden, que lo disfruten, permiso.

El mesero colocó los platillos en la mesa y se retiró. La castaña fue la primera en probar el pedazo de pastel que había encargado, dejando desconcertado al pelinegro.

—¿No tenias mucha hambre? Eso solo es chatarra.

—Perdón, pero igual se me antojo un postre, tu sigue hablando de negocios.

Jeon rodó sus ojos y continuó con su plática, no había tomado bocado de su platillo, más que Edah y el dueño del terreno.

—Entonces, ¿qué dice, acepta nuestra propuesta?

—He de decir que su propuesta es muy buena, pero hay algo que no me termina de convencer.

Jungkook suspiro y volteo a ver a Edah que comía tranquilamente sin ningún tipo de preocupación, estaba concentrada en terminar de probar su postre y empezar con su comida.

—Entiendo, ¿hay algo que no le guste de la propuesta?

—No es eso, es que no sé si quiera venderlo o, ¿usted que opina señorita?

La castaña dejó de comer y miró con atención a aquellos hombres que la miraban, limpio los rastros de chocolate que había en su boca con una servilleta y sonrió.

—Creo que igual no la vendería si es algo que me enorgullece tener.

Jungkook sentía que se le bajaba la presión al escucharla, la observó ofendido y quería que la tierra se lo tragara, pensaba que solo podía empeorar las cosas.

—Pero... A veces es bueno vender algo que ya no forma parte de nuestra vida, lo que quiero decir es que, si usted vende esa propiedad, podrá hacer que más personas disfruten el panorama del lugar, si a los planos que usted vió con él, le agregamos un jardín y gracias a que esta cerca el mar, los huéspedes que serán de aquel hotel, estarán satisfechos por estar ahí.

—Vaya, creo que estoy de acuerdo con usted.

—Es más, si acepta, él podrá darle un yate.

El tatuado la vió perplejo, sin saber que decir o hacer.

—En ese caso, acepto.

—¡Que bien!—exclama Edah, entusiasmada.

—Deberíamos hablarlo con más calma en otro momento, señor Choi.

—Estoy de acuerdo, señor Jeon. —el señor se levantó de la mesa y fue despidiéndose de ambos. —Un placer hacer tratos con usted y por presentarme a esta agradable mujer.

—Claro, nos vemos.

La mesa quedó en un silencio incómodo. Ninguno decía nada o eso fue, hasta que Jungkook tomó un sorbo del agua que estaba en su mesa.

—¿Enserio?

—¿Qué cosa?

—Decirle que le compraré un yate, ¿fue lo único bueno que se te ocurrió?

—Que tiene, él aceptó.

—No sabes perfectamente nada de hacer negocios, jamás he comprado yates a mis clientes o socios, para regalarselos.

—Mmm, no tienes que decirlo, desde aquí se nota que no puedes soltar un centavo para regalar algo a una persona en esta vida.

Este iba a replicar pero una llamada lo había interrumpido, era su mejor amigo, Jimin.

Por Dios Jeon, ¿donde andas metido?

—Luego te cuento, necesito que me hagas un favor, busca a algún cerrajero o a quien sea, para que puedan abrir unas esposas.

¿Esposas? ¿Qué está pasando?

—Solo haz lo que te pedí, por favor. Después te explico. —colgó. —Tenemos que irnos.

La fémina asintió y ambos salieron del lugar precavidamente.

[...]

Edah sentía las miradas de las personas que caminaban en aquel parque, unas eran de burla, mientras que las demás los miraban con cierta extrañeza, pensaba que era algo totalmente normal ver así sus reacciones, jamás había visto a parejas o extraños siendo esposados en plena calles.

—Acércate más, así no notarán que estamos arrestados por tu culpa.

Este la tomó de la cintura, mientras ella se sentía un tanto incómoda, vió un periodico que estaba sobre aquel asiento y lo tomó tratando de cubrir aquellas esposas.

—Sabes que con eso solo llamas aún más la atención.

—Solo cállate y pregunta a tu amigo si se tardará o no, que estoy harta de tenerte a mi lado.

—Ahhh, ahora la señorita ya está harta de tener a Jeon Jungkook a su lado. —comenta sarcásticamente mientras ríe. —Esto no habría pasado si no hubieras rayado mi auto y agarrar aquellas esposas.

Jungkook se paró frente a ella, mirándola enojado, intentaba que al menos se intimidara por su presencia, pero nada hacia efecto en ella.

—Eres tan detestable Jeon Jungkook.

—Y tu tan refunfuñona.

—¡Jungkook!

Ambos voltearon y vieron a un joven rubio correr hacia ellos siendo seguido por una linda secretaría, un abogado y lo que parecía ser el cerrajero.

El pelinegro movió su cabeza y masajeó su frente intentando calmarse.

—¿Por qué trajiste a tanta gente? Solo te pide a un cerrajero, no a toda la oficina completa.

—Bueno, me dijiste que te consiguiera a quien sea o al cerrajero, pero al parecer, todos se preocuparon.

—Dios... Solo, dile al cerrajero que haga su trabajo.

—Si, permíteme.

Jimin habló con aquel hombre que traía el maletín con sus herramientas, sin embargo, este se negó.

—Pero es cerrajero, porque no puede quitarle las esposas.

—Tengo un contrato que no me permite hacer mis labores fuera de él.

—Entonces porque aceptó venir hasta aquí. —exclama Jimin.

—Pensé que era en su oficina no en un parque.

—Solo abrirá unas malditas esposas, no es nada del otro mundo. —comenta harto el pelinegro.

—Lo siento, pero no puedo hacerlo.

Este toma su maletín y se va del lugar, dejando a todos llenos de frustración.

—¡Edah!

Todos dirigen su mirada a aquella pelinegra que había llamado a la castaña. Traía un conjunto completamente de negro y unas botas que la hacían ver dominante.

—Gigi, gracias por venir. —dice Edah, ignorando la presencia del hombre que estaba a su lado.—¿Cómo fué que me encontraste?

—Es una larga historia, ¿por qué estas esposada a él?

—Luego te lo explico, ayúdame por favor.

La pelinegra sacó un pasador de su cabello y en menos de cinco minutos, había abierto aquellas esposas, dejando en libertad a la castaña.

—Muchas gracias, permiso.—el pelinegro hace una reverencia y se aleja de ellas para acercarse a su amigo y secretaria.

—De nada...

Edah soba su mano y se acerca un poco al pelinegro para decirle: —Espero nunca volver a verte, Jeon Jungkook.

Toma de la mano a su amiga y se aleja de aquel tatuado.

—Lo mismo digo.




¡Hola! Otro capítulo más de Y&M, lamento la demora y espero disfruten del capítulo 💗.

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