007

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CAPÍTULO 007

ᴰᵉˢᵖᵉʳᵗᵃʳ ᵃ ᵗᵘ ˡᵃᵈᵒ

anteriormente

—Thomas, Thomas , el caballo... está muy mal.

El rostro de Thomas cambió al instante. La preocupación llenó sus ojos, y sin decir una palabra, comenzó a caminar rápidamente hacia donde estaba el caballo. Así que lo seguí

Fuimos detrás del hombre, hasta llegar al establo donde estaba aquel caballo blanco,Thomas tomó su pata y empezó a revisar su casco

—¿Que le pasó?—pregunta Thomas

—Es una maldición—Habla el hombre de sombrero

—Curly, dime Curly¿Que le pasó al caballo?—Vuelve a preguntar Thomas

—Te lo dieron de mala fe el caballo, los Lee plataron una semilla en el casco—Dice ansioso el hombre de sombrero

—Tubieron que haberlo hechizado—Dije

—Entonces esos bastardos lo maldijeron—Menciona Thomas enojado

—Lo que halla sido, se extendió por toda la pata—Dice otro hombre

—Para mañana llegará al corazón Thomas—Dice aquel hombre llamado Curly

—¡Salgan!—Dice Thomas

—Pero Tommy—Dije

—Sal de aquí Jennifer—Autoriza

Salí de allí con Curly y el otro hombre. Al estar afuera escuché un disparo y eso significa que Thomas había matado al caballo.

Empezé a supervisar una gran caja que era de exportación, donde normalmente se llevan las armas

Me acerqué un poco quedé prefiticaba si destino era Libia.

¿Grabiel tenía razón Thomas tenía las armas?
¿El las robo, por qué lo haría?

—Jennifer vamos a casa—Escuche a Thomas a mis espaldas

—Vamos Tommy—Dije mirandolo a los ojos

Desperté con una sensación de calidez y tranquilidad que no había sentido en años. El trauma que me había perseguido en cada rincón de mi mente parecía haberse desvanecido por una noche. Los recuerdos oscuros y los sueños inquietantes no me habían visitado; en cambio, había dormido profundamente, como si el mundo entero se hubiera detenido.

Abrí los ojos lentamente, dándome cuenta de que no estaba sola. Thomas estaba a mi lado. El leve resplandor de la mañana se filtraba a través de las cortinas, iluminando suavemente la habitación. Me quedé allí, en silencio, observando su rostro relajado, y por un momento, me permití disfrutar de la paz que me envolvía.

No podía recordar la última vez que había dormido tan bien, sin la carga de mis pesadillas. Era como si estar junto a él hubiera silenciado todos mis miedos, aunque solo fuera por una noche.

Thomas se movió, despertando lentamente. Sus ojos se encontraron con los míos y una pequeña sonrisa se formó en sus labios. "

—Buenos días— murmuró, su voz ronca por el sueño.

—Buenos días— respondí suavemente, sintiendo una cálida alegría en mi pecho.

Thomas se estiró y luego se sentó en la cama, pasándose una mano por el cabello desordenado.

—Será mejor que me vaya—dijo, con una pizca de pesar en su tono—Tengo algunos asuntos que atender, pero... ¿nos vemos en el Garrison esta tarde?

Asentí, todavía recostada sobre las almohadas, disfrutando de los últimos momentos de tranquilidad antes de que el día comenzara

—Sí, ahí estaré—Dije sonriéndole

Thomas se inclinó hacia mí, sus labios rozando los míos en un beso suave. Luego se levantó de la cama, vistiéndose con la eficiencia y el propósito de alguien que siempre tenía algo en mente. Mientras lo veía prepararse para irse, no pude evitar sentir una ligera punzada de tristeza al verlo partir, pero también un alivio inexplicable.

Antes de salir de la habitación, Thomas se detuvo en la puerta, dándome una última mirada.

—No llegues tarde— dijo con una sonrisa cómplice.

—Jamás—respondí, devolviéndole la sonrisa mientras él se iba.

Después de que Thomas se fue, me tomé un momento para dejar que la tranquilidad de la mañana me envolviera por completo. Pero pronto, mi mente volvió a las responsabilidades que había dejado pendientes. Sabía que no podía seguir posponiendo lo inevitable.

Me levanté de la cama y comencé a vestirme, mis pensamientos ya centrados en lo que debía hacer. Sabía que Thomas lo entendería, pero aún así, sentía la necesidad de hablarlo con él antes de partir.

No había pasado mucho tiempo cuando escuché un ligero golpeteo en la puerta. Abrí para encontrar a Thomas, quien había regresado por algo que había olvidado.

—Thomas—comencé, tomando aire mientras lo observaba—Voy a ir a ver a Mateo y Gabriel hoy, ya sabes reunión familiar 

Él me miró, sus ojos captando la seriedad en mi voz.
—¿Todo está bien?— preguntó, con una mezcla de preocupación y curiosidad.

—Sí, todo está bien—aseguré

—Te espero en el Garrison en la tarde ya sabes—Vuelve a decirme

Llegué a la mansión y vi a Mateo esperándome en la entrada. Bajé del auto, y ahí estaba él, con esa sonrisa medio sarcástica que siempre usa conmigo.

—Vaya, Jen. Hace siglos que no te veía por aquí —dijo Mateo, cruzando los brazos.

Le sonreí de vuelta mientras cerraba la puerta del auto.

—JaJa, que chistoso, estuve ocupada—respondí, acercándome a él.

Gabriel apareció detrás de Mateo, siempre tan serio. Me saludó con un leve asentimiento y luego fue directo al grano.

—Entra, tenemos que hablar de negocios—Dice Gabriel con un tono serio

Al entrar en la oficina, tomé asiento en una silla frente al escritorio donde estaba Gabriel

—Tenemos algunos negocios pendientes en Italia. Alguien debería ir para resolverlos.

Sabía a dónde quería llegar, pero lo corté antes de que siguiera.

—Gabriel, ya te dije que no voy a ir a Italia. Ahora estoy concentrada en otras cosas.

Gabriel frunció el ceño, pero no insistió. En su lugar, cambió el tema.

—¿Y qué piensas hacer entonces?

—Voy a Londres. Tengo que  reunirme con una vieja amiga, Salome. Además, estuve pensando que si nos vamos a quedar más tiempo en Birmingham, deberíamos expandir el negocio.

Mateo levantó una ceja, interesado.

—¿Expandir cómo?

—Mira, tenemos a Billy Kimber dominando las apuestas y las carreras de caballos. Pero si nosotros empezamos un lugar de apuestas legal, y mandamos nuestros caballos a las carreras, podríamos crear algo mucho más grande. Subastas, carreras, apuestas... todo dentro de la ley, pero con nuestra propia ventaja.

Gabriel asintió, pensativo.

—Podría funcionar. Pero necesitamos asegurarnos de que Kimber no se nos ponga en contra.

—Eso es lo que me encargaré de manejar en Londres. Hablaré con Salome y veré cómo podemos mover las piezas sin que Kimber lo vea venir.

Aquí tienes una escena en primera persona que introduce al nuevo personaje, Michael, y toca los temas de la alianza con Sabini, así como la situación del padre de Jennifer:

—Hablando de negocios en Italia y alianzas... —comenzó, entrelazando los dedos sobre la mesa—. Necesitamos que Michael regrese de una vez. Hay que cerrar una alianza con Sabini, y nadie mejor que él para manejar algo así.

Sentí una mezcla de emociones al escuchar el nombre de nuestro hermano. Michael siempre había sido el más impredecible de los tres, pero también el más efectivo cuando se trataba de cerrar tratos. Era frío, calculador y, a veces, un tanto distante.

Mateo asintió, mordiéndose el labio inferior.

—Es cierto. Michael es el único que puede hacer que Sabini entre en razón. Pero eso significa que alguien tiene que ir a Italia a cubrir su puesto mientras él esté en Londres.

Sabía a lo que se referían, y me adelanté antes de que sugirieran algo que no me gustara.

—Yo no voy a Italia, ya lo dije. Además, creo que Michael puede manejar todo desde aquí. Tiene contactos más que suficientes.

Gabriel soltó un suspiro, claramente frustrado.

—No se trata solo de los contactos, Jen. Sabini quiere ver a alguien de la familia, alguien que le demuestre que estamos comprometidos con esta alianza. Michael tiene que estar aquí para negociar con él en persona, pero eso deja un vacío en Italia.

Mateo apoyó la cabeza en una mano, pensativo.

—¿Y papá? ¿Sabemos algo de él? Podría ayudar en esto

Gabriel negó con la cabeza, luciendo cansado.

—No, no hay noticias claras de papá. Los últimos rumores lo ubican en algún lugar de Francia, pero no hemos podido confirmar nada. Sabemos que sigue moviéndose, pero nada más.

Me recosté en mi silla, pensando sobre todo esto. Michael era necesario para nosotros, pero también lo era mantener las cosas en Italia bajo control.

—Entonces, ¿cuál es el plan? —pregunté, queriendo que esta conversación avanzara hacia una solución.

Gabriel nos miró a los dos, su expresión grave.

—Lo ideal sería que Michael regrese a Londres lo antes posible, para ocuparse de Sabini y asegurar la alianza. Mientras tanto, necesitamos a alguien en Italia que mantenga a nuestros aliados tranquilos y gestione los negocios en su ausencia.

Mateo frunció el ceño, como si algo se le acabara de ocurrir.

—Tal vez podríamos enviar a uno de los chicos de confianza de Michael. Alguien que él ya haya preparado para estas situaciones.

Asentí lentamente, viendo cómo la idea cobraba forma.

—Eso podría funcionar. Alguien que Michael ya haya entrenado y que pueda manejar las cosas sin hacer demasiado ruido.

Gabriel pareció considerarlo por un momento, luego asintió.

—Está bien, haré los arreglos. Mientras tanto, le enviaré un mensaje a Michael para que esté al tanto de todo y comience a preparar su regreso.

—Por cierto, Jennifer, dijiste que ibas a verte con Salomé. ¿Por qué? —preguntó, levantando una ceja.

Sentí un nudo formarse en mi estómago al escuchar la pregunta. No tenía intención de ocultarles nada, pero tampoco era fácil admitir lo que estaba pasando. Solté un suspiro profundo, preparándome para lo que venía.

—Bien, les diré por qué estoy tan jodida —comencé, mientras cruzaba los brazos, buscando algo de fortaleza en mis propias palabras—. ¿Recuerdan cuando estuve en aquel maldito robo en Rusia?

Mateo asintió lentamente, mientras Gabriel se inclinaba un poco hacia adelante, intrigado.

—Sí, lo recordamos —dijo Gabriel, con esa voz seria que siempre usaba cuando algo le preocupaba.

—Bueno —continué, sintiendo el peso de lo que iba a decir—, me llegó un rumor de que los rusos están buscando a una jodida italiana que robó las joyas de una duquesa. Y adivinen quién es la principal sospechosa. Estoy jodida.

Mateo dejó escapar una risa incrédula, pero sus ojos mostraban preocupación.

—¿En serio? ¿Los rusos están tras de ti por eso?

Asentí, sintiendo cómo la tensión se acumulaba en mi pecho.

—Sí, y no es un simple rumor. Salomé me contactó porque escuchó que algunos de los hombres de la duquesa han estado haciendo preguntas. Si descubren que fui yo, no dudarán en venir por mí, y no precisamente para invitarme a tomar el té.

Gabriel golpeó suavemente la mesa con los dedos, su expresión se volvió aún más seria.

—Eso es un problema, Jen. Los rusos no son el tipo de gente que perdona fácilmente. Si te tienen en la mira, no se detendrán hasta conseguir lo que quieren.

—Lo sé —respondí, mordiendo mi labio inferior mientras miraba a ambos—. Por eso voy a ver a Salomé. Ella tiene contactos que podrían ayudar a calmar las aguas, o al menos a darme tiempo para pensar en un plan.

Mateo sacudió la cabeza, todavía incrédulo.

—Maldita sea, Jennifer. ¿Por qué demonios te metiste en ese lío?

Me encogí de hombros, con una media sonrisa amarga.

—Lo sabes tan bien como yo, Mateo. A veces las cosas no salen como las planeas. Pero no estoy aquí para lamentarme. Estoy aquí para encontrar una solución.

Gabriel asintió lentamente, aunque su preocupación no disminuyó.

—Tienes que ser muy cuidadosa, Jen. No podemos permitirnos más problemas, especialmente con los rusos. Lo que está en juego ahora es mucho más grande que unas malditas joyas.

—Lo sé —dije en voz baja, sintiendo el peso de sus palabras—. Y créeme, no pienso irme sin estar segura de que todo está bajo control. Pero no puedo hacerlo sola.

Mateo se levantó de su asiento y se acercó a mí, colocando una mano firme en mi hombro.

—No estás sola, Jennifer. Somos una familia, y vamos a salir de esta juntos.

Gabriel asintió, con esa mirada determinada que siempre tenía cuando tomaba una decisión.

—Haz lo que tengas que hacer, pero mantente a salvo. No queremos más sorpresas desagradables.

Asentí, sintiéndome un poco más ligera a pesar de la gravedad de la situación.

—Gracias, chicos. Haré lo que sea necesario para arreglar esto.

𝘣𝘺: 𝘫𝘪𝘵𝘪𝘯𝘺𝘵𝘪

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