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Te volvemos a tener.

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No podía dejar de mirarlo, mirar como sudaba, como la fiebre lo atacaba. Lo sostenía con fuerza, sabiendo que estaba dando sus últimos suspiros y mi alma no aguantaba verlo en dolor. Caminábamos, mientras que la lluvia caía en nuestras pieles. El ambiente pesado traía tristeza, traía dolor y mucha melancolía. La lluvia me enfriaba el cuerpo pero no dejaba de sostenerlo, no con la ayuda de Cole quien con lágrimas derramándose por su mejilla continuaba caminando, sosteniendo a su gran amigo. Delante de mi, aquellas chicas cabizbajas caminaban con lentitud, estaban a nuestro paso pero más allá de ellas, Aliana estaba aturdida. El peso de mi amigo no se sentía del todo completo, se veía débil y sin fuerzas. Verlo me recordaba a esos dolores que sentí, a eso miedo cuando la fiebre me comía, cuando mi cuerpo estaba débil y mi papá junto a Michonne me cargaron aquella iglesia, aún era capaz de recordar cómo me sentía. Recuerdo el miedo adentrarse por cada una de mis cavidades, recuerdo como mi piel sentía cada instante el escalofrío al pensar o imaginar que moriría. Verlo me recordaba a lo que fui, a lo que dejé de ser y me rompía el alma verlo así, me rompía el alma saber que perdería a un amigo más, que nunca podíamos llegar completos.

—Deténganse aquí chicos, por favor deténganse.—la voz entrecortada de Manuel atravesó mis tímpanos, sintiendo su cuerpo más pesado.—Por favor.—nos pidió, mientras que intente de recostarlo en aquel tronco pero Cole no lo permitía.

—Aliana dijo que estábamos cerca, vamos a llegar viejo.—le alentaba Cole, quien en total negación no podía dejar a su amigo en aquel tronco pero Manuel tosía y se resistía.—Vamos, por favor.—le pidió con tristeza en su voz pero Manuel se negó.

—Ya no puedo continuar amigo.—con cuidado lo bajamos, poniendo su espalda en aquel árbol mientras que las gotas resonaban cayendo en las secas hojas del suelo, las chicas se detuvieron y cabizbajas, observaban la situación.—Nos alcanzaran, nos estaban siguiendo, saben que me mordieron, lo vieron y saben que estamos en desventaja.—dijo Manuel, refiriéndose a los hombres de la comunidad.

—Podemos avanzar, podemos llegar.—le indique, sabiendo que estábamos cerca, sabiendo que faltaba menos para llegar a mi hogar pero Manuel llevo su mano a mi mano y la sostuvo, negándose.

—Es un buen lugar para morir, Carl.—me respondió él, lo miraba a los ojos y negaba.—Has hecho mucho por mí en estos años y podrás recompensármelo en avanzar sin retraso, me lo recompensarás conociendo a tus hijos.—sentía todo en mi interior removerse con sus palabras, él estaba sonriendo aún estando en sus últimos suspiros, él sonreía.—Sammy, no llores princesa. Ha sido un honor estar todos este largo tiempo con cada uno de ustedes pero en especial contigo.—la pequeña rubia se escondía en los brazos de Sarah, quien entre lágrimas le sonreía aquel hombre moribundo frente a mi.

—Por favor, puedes dar más.—le pedía Sarah, sosteniendo a su hija en un abrazo para consolarla.—Podemos llegar a tiempo.—le insistía pero él se negaba, y continuaba sonriendo mientras que sus ojos humedecidos derramaban las primeras lágrimas, se podían escuchar disparos y de seguro eran los hombres matando a los caminantes.

—Ya no doy para más.—le decía Manuel, mientras que sus lágrimas bajaban por sus mejillas y él tenía sus ojos puestos en mi, apretaba su mano y lo miraba.—Recuerdo cuando mi hija murió, ahora se lo que sintió y lo difícil que fue, pero me llena de gratitud saber que estaré compartiendo el mundo con ella y con Samuel.—comentó entre lágrimas, los sollozos delicados de Sarah se escuchaban.—Recuerdo que Sarah se empeñó en meter a mi casa a este chico una semana después de la muerte de nuestros hijos. Había revivido de una mordida y yo estaba impotente, estaba impotente de que no pudieron salvar a mi hija o a Samuel pero a ti si.—hablaba, refiriéndose a mi mientras que yo continuaba mirándolo.—Pero verte crecer estos años junto a mi Carl me hizo entender el gran propósito que tienes aquí en la tierra y estoy orgulloso de haber compartido mis años de vida con un amigo tan extraordinario como tú. Me enseñaste lo que es ser valiente y estaré agradecido porque sin ti, no hubiese podido sobrevivir en este mundo sin mi pequeña.—sus lágrimas caían, a lo que yo aguantaba esas palabras de balde fría en mi cuerpo.

—Yo soy quien debería estar agradecido por todo lo que hiciste por mi, por todo lo que cada uno de ustedes hicieron pero más ustedes.—dije, mirando a Manuel, mirando a Cole quien cabizbajo lloraba.

—No llores maricón, me da más ganas de morir.—sonreí al igual que Cole ante el insulto de Manuel hacia él, el chico a mi lado sonreía limpiándose sus lágrimas.—Ustedes son mis hermanos y lo seguirán siendo, no importa lo que pase, o a donde vaya; siempre serán mis hermanos.–Cole esbozo un sollozo, uno estruendoso y doloroso, mientras que ambos apretamos las manos de Manuel y nos acercamos a él.—Cole, jamás olvidaré hasta donde llegamos pero no olvides hasta donde puedes llegar, hermano.—aquellos dos viejos amigos se estrecharon en un fuerte abrazo, a lo que yo me levante, entristecido mirando la situación y viendo como Alessandra se interponía entre Cole y yo.

—Joder cabrón.—Alessandra se arrodilló, quedando frente a él con lágrimas en los ojos, apretando sus manos mientras lo miraba. Me distancié, observando como Aliana a la misma distancia que yo en el lado opuesto, restregaba sus ojos.—Debí haber sido yo.—esbozo ella, pero él se negó y vi cómo apretó sus manos.

—Muchas noches escuche tu anhelo de volver a encontrarte con cada uno de tus hijos, muchas noches vi tu dolor y se simulaba al mío pero tú tenías la esperanza de hallarlos, y así fue. No podía permitir que luego de tanto tú hija muriera, si debo volver a horas atrás, te juro Alessandra que vuelvo a interponerme entre ese caminante y ella.—visualicé como Aliana bajo la cabeza, como ella parecía sentirse culpable pero esto, esto me daba un amargo recuerdo del pasado y es a lo que nos llevó a donde estamos ahora.—Gracias a ti todos estamos aquí hoy, tú has sido nuestra máxima salvación para cada uno de nosotros, te lo debía y se que me lo honrarás.—Alessandra asintió, abrazándolo con fuerza mientras que la lluvia se intensificaba.

—Son años cabrón, son años.—lloraba Alessandra abrazándolo, refiriéndose a la gran cantidad de amistad que tenían, la tristeza se emparejaba pero yo aún no podía caer en la realidad.—¿Cómo levantarme ahora?—le pregunto ella entristecida, mirándolo.

—Como siempre lo has hecho, valientemente mi gran flor.—Manuel sonrió, levantando su arma y viendo como todos nos estremecíamos y este dirigió su mirada a Aliana, quien chocó con su mirada y él le sonreía.—No te sientas mal princesa, así debía ser. Fue un honor conocerte.—ella con lágrimas derramándose por su mejilla se acercó, estrechando su mano con la de él y pareciendo agradecerle mientras que por primera vez vi como Aliana acarició la espalda de su madre quien lloraba, quien lloraba junto a Cole.—Es hora de que se marchen.—vi como Cole se negó ante eso, aún parado frente a él.—No van a ver esto, por favor.—Alessandra se removía, mientras que el ambiente pesado me carcomía y más cuando necesitábamos avanzar.—Yo los distraeré.—indicó Manuel, levantándose con cuidado mientras que la balas y las voces empezaban a escucharse.

—Manuel, por favor.—Alessandra se negaba a abandonarlo pero nuestro amigo fiel a su decisión, nos permitió irnos.—Por favor.—Aliana la empujaba con delicadeza para así, avanzar y más cuando empezamos a ver pequeños destellos de humo, era neblina.

—¡Ahí están!—gritaba una voz desconocida, era masculina y muy gruesa pero no era capaz de reconocerla.

Fue difícil, fue difícil tener que mirar hacia adelante y dejarlo atrás. Aquel hombre que había llegado a mi vida de manera inesperada, podía ser capaz de ver cada memoria con él, cada risa o cada charla en las noches largas cuando no podía dormir al tener mi alma vacía. No supe cómo pude continuar sin mirar atrás, sin ver lo valiente que fue al aceptar su destino. Todos avanzamos pero estábamos en pausa, pensando en lo que pudo haber sido o a dónde pudo llegar. Corríamos entre la lluvia avanzando cuando escuchamos disparos, cuando escuchamos voces. Sentía impotencia de no poder haber hecho algo, de no haber podido quedarme y quizás si así hubiese sido, lo hubiera salvado. Sostuve mi arma con fuerza, corriendo y es que si, era capaz de reconocer que estábamos tan cerca de casa. Todos se veían impotentes, se veían dolido por su partida tan injusta fue ahí cuando miré atrás y ya no lo veía. Los escalofríos recorrieron mi piel, era como si algo dentro de mi se hubiese ido, como si algo se hubiese quedado con él allá atrás. Los primeros caminantes aparecieron frente a nosotros y no dudé tres veces en rematarlos con mi navaja, sintiendo su sangre salpicar en mi ropa, en mi rostro. Gruñí, estaba molesto.

El grupo se esparció ante la llegada de caminantes mientras que yo era capaz de reconocer dónde estaba parado, teniendo memorias que adormecían más mi mente. Aquella gasolinera la cual pude reconocer me estremeció tanto que no capte el caminante que estaba detrás de mi pero una impotente Alessandra lo remató, de una forma tan rápida que no pude distinguirlo o visualizarlo, tan solo vi el cuerpo de aquel caminante caer al suelo. Aunque fue ahí cuando pudimos apreciar el camión, aquel camión con tres círculos como símbolos detenerse en plena carretera cubierta de ramas fue ahí cuando mi piel se tenso, y más ante la cantidad de disparos que arremetieron contra nosotros. Empezamos a correr, adentrándonos nuevamente al bosque y huyendo de nuestro fatal destino. Aliana nos dirigía pero sabía que ella no se arriesgaría a llevar a esos hombres a Alexandria, y realmente, yo tampoco. Sus voces se escuchaban y pude ver como ella valientemente se escondió detrás de un arbusto para así disparar a ciegas, mi objetivo era proteger a Sammy pero al ver como Cole la sostuvo y cubrió su cuerpo, me sentí sustituido.

—Necesitamos un plan.—indujo Cole con su voz gruesa y ronca, mirando alrededor mientras que no veíamos a nadie más.—O no llegaremos con vida tampoco.—comentó, dejando el ambiente amargo.

—No creó un plan, me gusta improvisar, además no se saben el perímetro, están en territorio desconocido.—le respondió Aliana, cargando su arma mientras que apretaba su mochila más a su espalda.—Además, se nos une la manada.—señaló Aliana al caminante que provenía cerca de Stephanie, esta quien lo remató pero mostraba a varios caminantes más.—Con ellos tenemos ventajas.—agregó a su comentario, a lo que asentí.

—Conozco está área y tú también, nos dividiremos.—comentó Alessandra, mostrando rabia y enojo, cargando su arma mientras que los demás asistían a gustos a sus planes.—Pero necesito que tu hija guarde silencio.—le pidió a Sarah, quien asentía apretando la mano de una temblorosa Sammy.

—No podemos dividirnos, seremos carnada fácil.—comentó Stephanie, mirándome y esperando mi aprobación pero realmente juntos sería peor, sería más fácil matarnos.

—Manuel no se sacrificó en vano. Vamos a llegar todos con vida a esa comunidad.—le refutó Cole, quien mostraba enfado pero más que eso, adrenalina y impotencia.

Vi como todos parecían acomodarse ante lo que podría ser un plan improvisado, pues veía a Aliana y Alessandra mirarse mutuamente, pareciendo hacerse un tipo de señas que no podía ser capaz de entender. Empecé a disparar, viendo como dos cuerpos de aquellos hombres rodaban por la pequeña colina, cayendo muerdos y heridos. Debíamos acabar con todos, no podíamos dejar rastros. Aliana estaba mi otro estrecho, mientras que Alessandra a mi lado y Stephanie cubriendo la espalda de Cole, empezamos a retroceder para así no ser emboscados. Aliana señalaba más abajo de la colina y ahí, empezamos a correr con más velocidad detrás de ella, esquivando las balas. Fue ahí cuando visualicé como los hombres bajaban colina abajo pero como disparos desde otro punto del territorio resonaban, haciéndome sentir confundido. Continuamos caminando pero veía como Aliana señalaba diferentes puntos del bosque, los estaba dividiendo. No tarde en continuar detrás de Aliana y Cole, quienes corrían al par. La lluvia nos daba desventaja ante un suelo resbaloso y yo continuaba escuchando disparos de otro lado.

Fue ahí cuando visualicé entre las ramas a personas corriendo, personas que no podía distinguir y con mi arma, apunté a ciegas sin saber. Mi respiración agitada me delataba pero ya había quedado al descubierto ante mis disparos, y me tensé cuando a lo lejos escuchaba los estruendosos gritos de Sammy. Vi como Aliana parecía estremecerse ante los gritos de Sammy y esta gritó fuertemente cuando un cuerpo equipado la empujó con fuerza, no tarde en alzar mi guardia al igual que Cole, pero fue ahí cuando vi como ella se resbaló en el suelo con aquel hombre, escuche su gemido adolorida y cuando fui a defenderle mi mejilla fue golpeada con brusquedad. Sentí como me mordí la lengua, y perdí por completo el balance. Alce mi mirada, desesperado y buscando a Aliana pero solo escuchaba sus gritos, parecía haberse resbalado por la colina cuesta abajo. Aquel hombre volvió atacarme, mientras que Cole se abalanzó encima de él y no tarde en ayudarle, alzando mi arma y dándole un tiro justo en el craneo, viendo así como Cole lleno su rostro de sangre.

Alce mi arma en el instante que escuche a Aliana gritar con fuerza pero más cuando un cuerpo me apretó y me abalanzó, sentí como mi rostro se raspaba mientras que caíamos por la colina, y sentí por un instante mi cuerpo más húmedo. Habíamos caído en un riachuelo. Alce mi mirada, viendo a Cole caer por la colina junto a otro hombre y unos caminantes, quienes gruñían. Veía aquel chico, manchado de sangre y con su rostro raspado, como pecas cubrían sus mejillas y su cabello negro azabache húmedo tapaba parte de sus ojos. Me miraba fijamente y de una manera extraña, parecía examinarme pero yo solo accedí a empujarlo. Mis brazos lo acorralaron mientras que su espalda cayó en el agua, sentí por un instante una punzada y gemí levemente ante su acción. Me distancié de él, viendo mi brazo cortado y como portaba una navaja, fue ahí cuando sentí como golpearon mi cabeza, cayendo de rodillas al suelo. Mi vista por un instante se nubló y mi cara cayó en el agua, escuchaba los gritos de Cole pero podía ver como él tenía la ventaja del otro hombre.

—¿Quién carajos son?—mi cabello fue apretado por aquel hombre, quien me miraba fijamente pero yo tan solo escupí la sangre de mi boca en su rostro, viendo como su nudillo nuevamente golpeó mi mejilla, haciéndome sentir un terrible calentón.

—Créeme, no somos el enemigo.—la voz de Cole se escuchaba lejos, estaba algo aturdido por el golpe que recibí en la cabeza por parte del hombre que Cole sostenía.—Pero no querrás que lo seamos.—lo amenazo, mientras que yo me intentaba de incorporar y fue ahí que vi mi arma en el agua, este hombre estaba de espalda y había perdido toda ventaja.

—¿Quién diablos eres tú?—le pregunté yo al levantarme del suelo, con mi arma apuntándole en la cabeza pero este sin temor alguno se giró, apuntándole en la frente y mirándome.

—Bajen sus armas.—una voz femenina apareció en el riachuelo arropado por la lluvia, gire mi mirada viendo a una pelirroja mujer junto a otra chica, esta quien tenía facciones asiáticas. Ambas nos apuntaban con armas.

Él hombre con brusquedad golpeó mi mano pero con rapidez logré sostener mi arma pero él apretó mi chaqueta, aventándome al agua con brusquedad deseando tener el poder sobre mi para no tener la ventaja que teníamos pero el enfado que tenía era tanto, que me levante del agua y me abalancé encima de él. Mi arma golpeó su rostro de una forma dolorosa, mientras que logré hacer que perdiera el balance y fue ahí que con fuerza golpee con el mango de mi arma su hombro, escuchando su quejido. Mi pie con fuerza golpeó su rodilla, viendo como caía frente a mi adolorido y mi arma apuntaba con más firmeza su frente, no sin antes golpear su boca con el mango de mi arma con fuerza viendo como la sangre se resbalaba por su saliva, saliendo de su boca. Veía como parecía perder la conciencia, como sus ojos se entrecerraban y las mujeres aún lado de mi, entendieron que si hacían un mal movimiento perdían pero eso cambió en cuestión de momentos y más cuando las visualicé mirar a otra parte del riachuelo. Un gran silencio lleno de tensión se esbozo, mientras que Cole y yo teníamos la decisión en nuestras manos pero todo se había pausado en el instante en que la vi.

Podría reconocerla donde sea que fuera, su piel morena y aquel cabello enredado. Esa espada afilada llena de sangre y esa forma de ella sostenerla, si, podía reconocerla a mil kilómetros de distancia. Incluso a ciegas. Mi piel se tenso, y me quede sin habla, incluso sin pulso en el brazo cuando la vi bajar aquella colina con suma lentitud observando la escena que estaba delante de ella. Sentía mi corazón palpitar con rapidez, sentía mi pulso elevarse ante ver como sus ojos chocaban con los míos. Se escucharon estruendosas chancadas provenir del agua con brusquedad, y gire mi mirada cuando la vi, cuando vi sus ojos verdosos mirarme y abrirse como platos. Su respiración estaba agitada y ella estaba llena de sangre por todos lados, veía como atrás de ella aprecian esas mujeres, todas con armas y apuntando, excepto la niña quien se escondía detrás de su madre, de Sarah pero mi mirada estaba en esa chica. Aliana estaba tensa y todo el ambiente parecía estarlo, ella miraba a la misma dirección que yo mientras que ambos reflejábamos los mismos sentimientos cuando realizamos que Michonne estaba frente a nosotros. Todo se había vuelto frío, aún con la lluvia cayendo encima de nosotros.

—¿Carl?—la voz entrecortada de Michonne erizo mi piel, y no podía ser capaz de mirarla a los ojos, no podía ser capaz de mirarla.—¿Aliana?—se esbozo más su tristeza en su voz, se reflejó el dolor que mantenía en su alma. Alce mi mirada viendo aquella mujer pisar el agua, mojándose más de lo que ya estaba, vi como le costaba creer mi presencia, incluso la de Aliana.

—Por Dios... —el hombre que estaba sostenido por Cole se estremeció de igual forma ante la presencia de Aliana, ante la presencia de la chica que estaba detrás de mí y yo tuve el valor de mirar fijamente a Michonne a los ojos, y bajar el arma.

—Imposible.—dijo ella con su expresión atemorizada, todos se distanciaron y bajaron sus armas, todos se soltaron incluso yo aquel hombre quien perdía su conciencia por la brutalidad de golpes que le di, pero el hombre que sostenía a Cole, lo socorrió.—¿Ustedes?—mi cuerpo se estremecía cada vez que se acercaba pero ella parecía sentir esto irreal, no hasta que di el paso que la atemorizó más.

—Hay mucho que explicar.—le dije, esbozando una gran sonrisa viendo como sus manos temblorosas se acercaban a mi y parecía tener miedo de tocarme.—Pero ya era hora de volver.—le dije viendo sus lágrimas bajar por sus mejillas, viendo como ella toda temblorosa me abrazó con fuerza, sintiendo como me devolvía esa respiración como me devolvía ese alivio. Sus manos tocaban mi rostro, lo tocaban con delicadeza y con cuidado, como si al tocarme sería capaz de romperme. Sus labios temblaban y no podía transmitir ni una sola palabra.

—Por Dios, por Dios... —sus sollozos se aferraban a mis oídos, mientras que por primera vez en mucho tiempo empezaba a sentirme como si el tiempo no hubiese pasado y más cuando mis brazos acorralaron a Michonne fuertemente, quien yacía aturdida por todo.—Mi niño, mi niño... —la apretaba con fuerza, con suma fuerza mientras que mi alma continuaba removiéndose.—Por Dios, Aliana.—Michonne lloraba con fuerza, parecía estar viendo la visualización de Aliana y pude apreciarla cuando decidí soltar a Michonne con dificultad para ver cómo Aliana sonriente y con lágrimas en su rostro abrían los brazos para Michonne.

—Lo encontré, lo traje a casa.—presenciaba como ambas mujeres que removían mi corazón se abrazaban entre lágrimas, mientras que aquellas personas desconocidas y las personas que conocían, presenciaban tal acto.—Lo encontré Michonne.—sollozaba Aliana abrazando a Michonne y mirándome finamente mientras que mi corazón palpitaba.—Alfa mato a Jayden, lo mato frente a mi.—sollozaba Aliana abrazando a aquella mujer a quien yo deseaba volver abrazar pero todo en mí volvía a sentirse vivo cuando empecé a presenciar caras conocidas, cuando vi aquel hombre, aquel gran hombre mirarme confuso y con su expresión asombrada ver como parecía reconocerme.

—¿Daryl?—lo llamé confuso, viendo como él se negaba ante mi presencia y como bajo por la colina con rapidez, algo confuso me miraba y no podía acercarse, no podía ser capaz de reconocerme del todo pero era como si una parte de él le dijera que era yo, que era el hijo de Rick Grimes. Aquellos brazos por primera vez en mi vida me acorralaron con fuerza, mientras que sentía como sus manos acariciaban mi cabello, como todo parecía caer en su lugar y fue ahí cuando vi como Aliana se abalanzó aún lado de mi, se abalanzó encima de aquel hombre a quien golpee de manera brusca, fue que supe quien era mientras que Daryl me abrazaba con fuerza.

—¿Aliana?—la gruesa voz de aquel hombre la llamaba mientras que ella lo examinaba, mientras que ella lo abrazaba con fuerza, y cuando quise ver más, nuevamente los brazos de Michonne me acorralaron pero era inevitable, la abrazaría mil años más por todas las veces que sus abrazos me faltaron.

—Estoy aquí mi amor, estoy aquí.—le decía Aliana a aquel hombre, mientras que la otra persona le sonreí, parecían ser hermanos y es que todo me encajaba y más cuando Aliana mencionó su nombre.—Ethan, Dios... —ella lo abrazaba con suma fuerza, como si la necesidad de tenerlo la consumiera y una parte dentro de mí se estremecí. Fue ahí cuando vi como Daryl y Aliana se miraron, como ella soltando al joven a quien abrazaba se abalanzó hacia Daryl de una forma muy triste, de una tristeza que pude entender y comprender.

Pero justamente era ahí cuando el tiempo avanzaba y deseaba que no fuera así, cuando una sensación recorrió cada parte de mi ser. Pude ver aquel joven adolescente con un arma acercarse, todo se volvió nuevamente tenso pero no pesado, si no, más emocionante. Pude distinguir aquel sombrero, aquel sombrero de alguacil en la cabeza de aquel niño que venía sostenido de ese joven adolescente y de la otra chica, quien parecía cubrir a otra pequeña niña a quien no podía ver pero aquel niño había robado mi mirada. Sus azulados ojos me miraron, me miraron de una forma irreconocible pero era como si me conociera. Mi corazón empezó a latir con fuerza, con mucha más fuerza y empecé a sentir el aire faltarme cuando lo vi. Cuando éramos sólo nosotros cuatro por un instante, todo a mi alrededor se había ido. Fue ahí cuando vi sus ojos abrirse como platos, como vi su emoción y su expresión al verla ahí aún lado de mi, al ver a Aliana caer de rodillas a la parte baja de la orilla del río con lágrimas en los ojos, y derretida de consolación al verlos. Ella abrió sus brazos, los abrió de una forma estrecha y fue cuando todos se distanciaron, cuando nos dejaron solo a nosotros. Pero aquel llanto y voz femenina fue una relajación para mis músculos.

Su cabello lacio y largo, sus ojos azulados y abajo esas pecas. Sin duda alguna aquellos dos niños que corrieron entre lágrimas hacia los brazos de la mujer a mi lado eran las personas que anhelaba conocer, me quede tieso, incluso me distancié sin saber cómo reaccionar cuando escuche sus sollozos mezclarse con él de Aliana. Pude ver la pureza de amor que se sostenía entre ellos, pude ver el sentimiento de ese amor a carne viva y fue ahí cuando mis músculos me traicionaron, cuando caí de rodillas aún lado de Aliana. Eran más perfectos de lo que pude imaginar, eran el complemento que ni siquiera podía describir. Este sentimiento que sentía era inexplicable y es que sentía que incluso mi corazón fallaría, y más cuando veía como sus lágrimas salían de sus ojos, de esos cautivadores ojos. Aliana me miro, con sus ojos verdosos y entre lágrimas, viendo mi expresión y como por primera vez en mucho tiempo mis ojos se humedecieron al sentir esas pequeñas manos recorrer mi cuerpo cuando Aliana susurró en sus oídos unas palabras que no pude escuchar, me había ido en un transe en donde solo era capaz de verlos a ellos tres.

Aquellas pequeñas manos tocaron mi rostro con confusión, me acariciaban. Aquella niña estaba frente a mi mirándome asombrada mientras que sus ojos aún derramaban lágrimas. No era capaz de moverme, solo sentía mis lágrimas caer mientras su respiración chocaba en mi rostro. Esa niña, esa pequeña Alanna deleitaba la belleza de su madre como él vivo ejemplo de ser su hija. Mis manos tocaron sus mejillas y sentí una sensación pura de amor cuando sus pequeños brazos me abrazaron quedándome sin aliento mientras veía a ese pequeño atemorizado sin saber cómo reaccionar pero fue Aliana Johnson quien lo acercó a mi, quien lo aferró a mi mientras que mi sollozo y el de la mujer que amaba de mezclaban en aquel magnífico y puro abrazo que era presenciado por todos. Sentía mi corazón vivo, sentía mi alma llena abrazando a estas tres personas con un gran poder de amor sobre mi, la lluvia caía en nuestros cuerpos pero no detenía el hecho de que mi corazón volvía a latir por la razón de yo los tenía pero la verdad era, que ellos me volvían a tener.

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