19

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Ya no te necesito.

───

Mi pierna tambaleaba. Podía ver a través de la ventana, que la luz del día se reflejaba como uno nuevo. Mi cabello estaba atada en una alta coleta, mientras que en la mesa de noche aún lado, yacía mi arma y su estuche abierto. La luz de la lámpara reflejaba el rostro de Carl. Él estaba dormido, aunque aún lado suyo, en cada extremo, nuestros hijos lo acompañaban. Era extraño, aún no podía acostumbrarme a esto, sin importar que fuera lo que más anhelaba años atrás, seguía sin parecer real. Suspire restregando mis ojos, la taza de café a mi lado estaba vacía, exhausta pase toda la noche aquí, viendo la palidez de su piel e incluso, la amarga cicatriz de su ojo que fue cubierta con un vendaje. Probablemente Carl nunca superó el hecho de que haya perdido un ojo, como quizás yo no puedo superar lo fuerte que fue para mi el haberlo perdido por seis años. Lo miraba de reojo, no podía dejar de hacerlo y por alguna razón, eso me hacía sentir terrible. Nuevamente restregué mis ojos, hasta esconder mi rostro entre las manos. Acerque la silla hasta un lado de la camilla, de una manera sutil, pues Caleb estaba de ese lado derecho, durmiendo a su lado.

Era una conexión. Una que mi hijo anhelaba, pues en las noches los sueños lo atormentaban por la ausencia de un padre que necesitaba y ahora que Carl estaba aquí, nuestro hijo no podría sentirse tan seguro, como Carl se sentía con Rick. Acaricie el oscuro castaño cabello del pequeño recostado, dormía placenteramente, al punto de que su boca estuviera entreabierta. Mis manos se deslizaron, hasta poder tomar las manos de Carl. Su cuerpo ya no se sentía caliente, la fiebre disminuyó. Aliviada ante eso apreté sus manos fuertemente y las ajunte, para llevarlas hasta mi boca y plasmar un suave beso. El amargo y frío recuerdo de esa noche, donde Carl parecía morir ante mi, me atormentó en el día de ayer cuando lo vi desvanecer como si agonizara. Que fría noche aquella que vivimos, pero que milagro el día en que ahora continuamos viviendo, pese a lo que somos Carl y yo, nunca podré dejar de mirarlo y evitar sentir que mi corazón latía por su vivencia. Mis ojos se humedecieron. Me clavaba la estaca en mi espalda, porque había continuado en vano y eso me dolía, al saber que probablemente, amaba a Carl y eso, nunca podría cambiarse.

—Despierta ya, alguacil... —murmure, para así dejar de sostener sus manos ante la puerta de la enfermería abrirse delicadamente, mostrándome así a Michonne y con ella, Stephanie conjunto a su hermana Sarah.

—¿Cómo está?—me preguntó Michonne en un tono bajo, mientras que removí el cuerpo de Caleb suavemente, me levante de la silla para ver cómo Stephanie me miraba detenidamente.

—Siddiq vino hace una hora, limpió la herida y le dio unos antibióticos para la fiebre, lo veo mucho mejor.—respondí, sacando a Caleb de la camilla en cuanto se despertó, sosteniéndolo en mis brazos.

—Gracias por cuidarlo Aliana, nosotras nos quedaremos.—anuncio Sarah de una manera amable, asentí.—Sammy está afuera, quizás Alanna y Caleb quieran jugar con ella.—opinó.

—Si, eso estaría bien.—acepté, sosteniendo la mano de Alanna quien caminaba vagamente y restregaba sus ojos soñolienta.—Lo siento mi amor, lo verán más tarde.—le decía a Alanna, quien se giraba para mirar a Carl.

—Andando.—indicó Michonne, para así salir junto a mí y los niños fuera de la enfermería, viendo el sol sobresalir; cerrando la puerta, las cortinas abiertas fueron cerradas por Sarah, haciéndome mirar a Michonne desconcertada.

—No me iré de aquí.—le dije en un tono bajo, bajando los regalos y viendo como Alanna corría hacia Sammy, quien yacía al final del lago, acompañada de aquel niño, a quien miré detenidamente.

—Aliana, ya has actuado de una manera muy imprudente, quedarte aquí, es avaricia. Ve a tu casa, descansa, tan pronto Carl se levante, te avisaré.—me decía Michonne.

—No confió en estás personas.—expresé, descifrando que aquel niño con facciones asiáticas, me recordaba a alguien.

—Como tampoco confían en ti.—justificó ella, girándose para mirarme, quedando frente a frente.—Te pusiste en riesgo. No solo eso, a Carl. Ya no son unos niños para hacer estas cosas, deben pensar responsablemente, ¿o acaso quieres que ellos vuelvan a sentir que están solos?—me preguntó, en un mascullo para señalar a mis hijos, quien se unían a Sammy y... al hijo de Glenn.—Dime, ¿en qué carajos estabas pensando cuando decidiste salir sola?—cuestiono, mientras que evadí su mirada.

—Necesito saber si aún sigue con vida.—respondí, sintiendo la brisa fresca de la mañana, para ver cómo Rosita caminaba por la acera con un bebé en brazos.

—¿Para qué? ¿Para que te encuentre y vuelva a enviarnos una horda? Aliana, no soportaremos otra. Piensa en eso, piensa en tus hijos. Piensa en esa bebé, es lo que Jayden hubiera querido.—respire profundamente, viendo como Rosita sonreía, viéndonos.

—Me refería a mi padre, Michonne.—justifique, cruzándome de brazos entristecida, mientras que ella apenada, fue a decir algo, pero solo soltó una bocanada de aire.

—¿Cómo está todo?—se preguntó Rosita, llegando hasta nosotras.

—Aún no ha despertado, pero la fiebre ha bajado.—respondió Michonne.—Adentro esta... su...

—Su pareja y cuñada, están con él.—culmine de decir, notando como Michonne por alguna razón no tuvo valor para culminarlo.—Y, si no les importa, iré a mi casa para intentar descansar.—expresé, rozando las yemas de mis dedos en el cabello de Coco y así, palmear a Rosita.

—Espera.—me pidió Michonne, mientras que me giré para verla.—¿Y Maggie?—me preguntó, por lo cual reí de manera sarcástica.

—No lo sé, tampoco me importa.—exclamé, abriendo mis brazos para verla bufar molesta.

—Aliana.—giré a mi derecha, viendo como Michael corría hacia mi, sosteniendo un arma en manos.

—Oye, ¿cómo estás?—le pregunté, llevando mis manos a sus brazos para acariciarlo y sonreírle, hasta peinar uno de sus flequillos sueltos.

—Estaba preocupado por ti.—indicó, por lo cual avergonzada, sabiendo que Michael aún era un niño y que me necesitaba, estaba realmente actuando de forma irresponsable como notifico Michonne.

—Ya estoy aquí, tranquilo... aunque, te voy a pedir que por favor, por favor Michael te quedes con Alanna y Caleb.—le supliqué, sonriendo para verlo asentir.

—Está bien, pero me debes una. ¿Si?—asentí rápidamente, dándole un fuerte abrazo.—Oh, Aliana, algo más.—indicó, deteniéndome.—Siddiq me dijo que te dijera que, antes de que regresaras, la hermana de Stephanie le preguntaba de una manera bastante interesada información sobre los residentes e incluso si tenía apuntes sobre sus tipos de sangre.—detalló, dejándome desconcertada, mientras que oía de fondo a Alanna reír con Sammy.

—¿Qué?—le pregunté algo extraña, acercándome más a él en cuanto Caleb y aquel pequeño, recorrían por el patio, cerca a nosotros.

—También me dijo que no dijeras nada hasta que él hablara contigo, pero me dijo que no confiaba en ella en lo absoluto.—expresó, por lo cual atentamente le oí.

—No comentes esto con nadie. Y, tampoco permitas que se acerque mucho a los niños. ¿Si?—le pregunté, algo confundida vi cómo asintió, aislándose de mí para correr hacia mis hijos que lo recibieron emocionados.

Solté una bocanada de aire, llevando las manos a mi nuca, me di media vuelta para caminar vagamente por la acera. Todo se sentía como antes, se sentía tenso y pesado el ambiente, como si las paredes me miraran hasta hacerme enloquecer y no poder tener la firmeza de confiar. Lo que Michael me había dicho sin duda me estremeció, hasta hacerme temer, pero no podía hacer nada. Camine a mi casa, exhausta solo pensaba en sentir el agua caer por mi piel hasta limpiarme y pesarme, para adormecerme en un suelo que me devolviera las energías. Aunque fuera de día, podría intentar descansar, realmente después de un día tan largo como el de ayer, lo necesitaba. Desconcertada veía a los lejos como alguien yacía sentado en los escalones de mi balcón. Respire hondo al poder determinar quién era. No podía esperar menos de ella, de seguro este lugar la atormentaba hasta quitarle el sueño, pero fue aquí donde Maggie alguna vez perteneció hasta que sintió perderlo todo. Lleve las manos a mis caderas y la miré, observe cómo se quedó sentada en los escalones bajos que conducía a mi balcón. Maggie no había cambiado ni un poco, al menos físicamente seguía igual.

—¿Carl está bien?—me preguntó, su voz incluso sonaba igual, todo en ella parecía seguir igual.

—La fiebre ya bajo. Pronto podría despertar.—respondí de manera precisa, viéndola asentir aliviada.

—Linda casa.—indicó, para así cruzarme de brazos y suspirar, pues esta casa, había sido en la que ella me mantuvo con Glenn, cuando él vivía y Natasha también, aunque se destruyó años atrás por las explosiones de los salvadores, Rick logró levantarlas cuando él también vivía.

—Imagino que donde resides está mejor.—expresé, ella bajo la cabeza y sonrió, para así levantarse de los escalones donde pudo haber permanecido sentada por largo tiempo.—Es idéntico a Glenn.—comente, desviando el tema.—Tú hijo.—esclarecí, ella sonrió menos tensa, asintiendo.

—Y tus hijos tienen una mezcla peculiar entre Carl y tú.—opinó.—La ultima vez que los vi... eran unos bebés.—dijo, melancólica.

—¿Por qué volviste?—le cuestione, mirándola de una manera fría, para verla respirar hondo ante mi actitud tan fría.

—Creí que estabas muerta.—respondió, para así hacerme reír por lo bajo, manteniéndome de brazos cruzados negué.

—¿Y no pudiste volver antes cuando te necesite?—le pregunté.

—Aliana...

—¿Qué? ¿Me dirás lo de la última vez, cuando Rick murió?—cuestionaba, sintiendo un calentón en mi garganta.—"Ya no tengo razón para seguir aquí".—recite, viendo sus verdosos ojos.—Te necesitaba Maggie, te necesite en estos siete años cuando no sabía ser madre y estaba aprendiendo. ¡Te necesite Maggie!—exclame, señalándome.

—Y... lo, lo lamento Aliana, pero...

—¡No! No voy a oír excusas, ya no más.—le interrumpí, apretando mis labios.—Era una niña y nunca te abandoné, no te abandoné en ningún momento Maggie. Y tú a mi si, me abandonaste cuando todo se cayó frente a mi, me abandonaste ¡y te necesitaba!—volví a repetir.—Mi hermana murió Maggie, ¡Natasha murió! La mataron, ¡y tú no estuviste ahí!—dije, con mis ojos humedecidos, hasta pestañear y soltar lágrimas.—Y te atreves a venir aquí, por creer que yo había muerto. Te necesite por seis años viva, pero ya no te necesito.—musité, limpiando mis lágrimas para ver su semblante atónico y pasar por su lado.

—Detente.—me pidió, mientras que le di la espalda.—Era muy difícil para mi. Y aunque eso no lo justifica, era muy difícil quedarme aquí después de todo Aliana.—justificó.—Perdimos mucho. Perdí a Glenn, perdí a Sasha. Creí haber perdido a Carl, y aunque no lo haya demostrado lo suficiente, estaba hecha pedazos. Y luego tenía que quedarme aquí y aceptar que Rick tuvo misericordia hacia las personas que nos destruyeron, hacia Negan.—decía, con su voz entrecortada.—Nunca quise abandonarte, pero como tú, tampoco estaba preparada para perder a Rick.—de reojo la miré, viendo sus lágrimas caer.—Te envié cartas, durante seis años y cuando volvía a dejarlas en el mismo lugar, seguía viendo las otras pudrirse. No puedes culparme de haberte abandonado, porque cuando intente permanecer, tú desististe y yo también te necesitaba, Aliana, eras como mi hija. Y si vine volando, es porque no podía soportar la idea de que tú te habías ido también.—expresó, con sus lágrimas cayendo al suelo.

—Desistí porque crecí. Pero aún así, lo único que quería era que alguien se quedara conmigo y me dijera que todo estaría bien, y lo menos que creí, fue que Michonne fuera la única que lo hiciera.—culmine en decir.—Pero, si estás buscando un perdón, entonces te perdono.—musité.—Tú hijo está en el lago, no lo pierdas de vista, hay personas aquí en las que no confío, son nuevas.—pedí, para así, abrir la puerta de mi hogar y cerrarla a mis espaldas.—Uf... —respire hondo, restregando mi rostro para dejar caer todo mi peso sobre la puerta, hasta deslizarme en el suelo.

—¿Terminaron?—me sobresalte, dejando de restregar mi rostro para ver a Ethan sentado en las escaleras.

—¿Cuanto escuchaste?—le pregunté, quedándome sentada en el suelo.

—Lo suficiente.—afirmó, mientras que entrelazaba mis manos sobre las rodillas.—Pero, no será tanto para ti en cuanto hablemos.—la seriedad y frialdad en su voz, me alarmo.

—No hoy.—indique, levantándome del suelo para intentar subir las escaleras, hasta que Ethan se levantó y sostuvo mi brazo fuertemente.

—Necesitamos hablar, por favor.—me pidió de una manera sutil, por lo cual miré fijamente sus ojos.—Por favor.—volvió a insistir.

—Estoy cansado, Ethan.—indique, esperando comprensión, pero en sus ojos yacía una agonía que reflejaba tristeza.

—Yo también lo estoy Aliana, créeme. Solo quiero oírte, solo quiero saber la verdad.—expresó, llevando sus manos hasta mis mejillas, para así esconder uno de mis flequillos detrás de la oreja.

—¿De qué estás hablando, Ethan?—le pregunté desconcertada, mientras que me distancié, dándole su espacio en cuanto volvió a sentarse en las escaleras, respirando hondo, él estaba tenso.

—Merezco una explicación.—musitó, con una voz sutil e apegada.—Llevo esperándote horas, para poder hablar contigo.—decía, dejándome en tensión.

—Ya estoy aquí.—afirme, llevando mis manos a las caderas, intentando de contener mi desesperación por oírlo.—¿Es por qué salí?—le pregunté, para verlo lamer sus labios.

—No es solo el hecho de que hayas salido sin avisar, tampoco de que haya sido con Carl, si no que, es el hecho que Stephanie viniera hacia aquí para hacerme percatarme que te habías ido e insinuar cómo luego de tu despertar del coma y asimilar que Carl estaba vivo, te revolcarás con él en un bosque.—solté una bocanada de aire, pese a lo amargo que se oía, Ethan hablaba pasivo.

—Ethan...

—No he terminado, no aún.—me interrumpió, mirándome mientras permanecía sentado en la escalera.—No dije nada en cuanto llegaste, porque intentaba de buscar las razones para poder entenderte, inclusive sabiendo que aunque estuviste mal, quería buscar justificarlo y aún, no puedo entenderlo, no puedo hacerlo Aliana.—expresó.—Porque, realmente no he oído de tu parte que eso haya pasado.—un silencio se esclareció, no sabía a dónde mirar, porque por primera vez, estaba rompiéndole el ego a alguien y jamás pensé, que Ethan me miraría de esa manera.—Mierda, mierda... —masculló en repetición, levantándose bruscamente de las escaleras para el cerrar sus nudillos y golpear la pared.

—¡Ethan, por favor... —me acerqué a él, notando la bruma de su ira y desilusión escurrirse entre las lágrimas que salieron de sus ojos, me arremetió contra la pared, dejándome sin salida mientras que su sollozo se exclamó en mi oído, quebrando mi corazón, hasta que me sobresalte cuando Ethan golpeó nuevamente la pared, pues su nudillo casi rozó con mi mejilla.—Ethan... —volví a llamarlo, sin tener vergüenza, pues el martirio de la decepción se lo comía vivo frente a mi, haciéndome humedecer mis ojos.—Ethan.—lo llame cuando se distanció, su semblante cambió, ya no era tristeza, era enojo.

—¡Maldita sea!—exclamo, casi escupiéndome el rostro cuando su respiración chocó con la mía.—Te busque en ese maldito río, día y noche, volví aquí para cuidar a tus hijos, ¡y tú te revolcabas con él, y aún así, viniste aquí, me miraste a los ojos y te acostaste conmigo como si nada!—grito, haciéndome sollozar, avergonzada.—¡¿En qué estabas pensando, Aliana?!—me preguntó.

—Lo siento.—exclamé en sollozos con mis labios temblorosos, mientras que Ethan se distanció, bajando las escaleras para tomar dirigirse a la puerta de entrada.—¡No, por favor, hablemos!—le pedí, para acercarme a él, pero se alejó de mi como si le disgustara.

—Creí que contigo sería diferente.—masculló, cerrando la puerta en mi cara.

Me senté en el suelo, sollozando. No lloraba por el hecho de que Ethan haya sido brusco, si no, porque realmente estaba mal y pretendía que me entendiera. No podía justificar mis propias acciones, porque desde el momento en que mis labios cruzaron con los de Carl, estuvo mal, porque una parte de mi, sentía que le pertenecía a Ethan por haberme vuelto a creer en el amor y de que aún, podía amar a alguien, pero quería justificar el simple hecho de que Carl no había sido cualquier persona para mi y que incluso en ese momento, me era irreal el deseo que tenía hacía él. Solloce, hasta esconder mi cabeza sobre las rodillas. Las cosas se me estaban yendo encima y no sabía como arreglarlas, lo único que quería era descansar de estas pesadillas detrás de la otra, porque en este momento, aunque amara a Carl y también amara a Ethan, mi amor por ellos se reflejaba de una manera diferente y por eso en este momento debía admitirlo, no sabía realmente a quien podría pertenecerle, porque aunque si fuera alguno de ellos, no tenía claro a quién querría sostener de la mano. Perdí el balance y con eso, me estaba perdiendo a mi misma y a mi rumbo, ya no sabía lo que quería para mi.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro