🐺CAPÍTULO TREINTA🐺

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Mi Alfa me obligó a desayunar, aún sin apetito de sólida comida, sobre que los primeros rayos del sol asomaron por el horizonte. Para luego devolvernos a la cama y sucumbir...

Entre medio de fricciones y demostraciones de cariño me discierno entre excitado y ansioso. Mi lobo, constantemente, reclama por su Alfa alterándome.

Lo percibo removerse de mi espalda y viro desenvolviéndome entre suaves quejidos.

—Espera cariño, realizo una llamada y regreso contigo —articula rozando sus labios en suaves caricias sobre mi hombro mientras lo veo alejarse en búsqueda de su móvil.

Enredado entre las sabanas y con mi torso desnudo, disfruto de los roces que erizan la piel de mi cuerpo. Y dispuesto en una bolita me aferro a mis rodillas embarcándome en diversas cavilaciones.

No recuerdo en sí, los síntomas de estar transitando el período del celo. Pero me doy cuenta, porque adquiero conciencia de mi estado y de mi creciente penuria.

Penuria que aumenta cuando -una y otra vez- retumba sofocante el abandono de mi Alfa entre desafortunados pensamientos.

“Que despierte de su efímero enamoramiento recapacitando en cognición, que al fin de cuentas yo no valgo, un simple desecho soy…”

Y maldigo por mis traicioneros juicios que sofocan mi existir. Por no permitir verme acertado en un mañana. Por boicotear mi mente insistiendo en un futuro sin familia, sin amor, algo que nunca me importó... hasta hoy.

Unas lágrimas rodean el contorno de mi rostro minuciosamente, mientras percibo a mi lobo desgarrándose desde el interior de mi pecho en aullidos de dolor... Y me afianzo -nuevamente- a mis rodillas en búsqueda de compasión.

—¿Cariño? —pregunta apoyándose sobre mi hombro —¿Omega? ¡Hey! ¿Qué sucede? —me gira suavemente hasta que lo enfrento ensimismado y retraído en mis pesares —. Puedo olfatear tus angustiantes feromonas, mi Omega. Y no sé qué te sucede, necesito que me hables... —cuestiona con un tono de voz desazonado para luego alzar mi mentón con suma suavidad. Y cuando conectamos miradas, en sus renegridos ojos hay un cierto brillo especial... Brillo que reconozco aunque no lo pueda explicar.

—A-Alfa —susurro ensimismado —lo lamento…y-yo…

Y como si nos distinguiéramos desde la pesadumbre de nuestros espíritus, él me afianza en un abrazo connotado de emociones; transmitiendo sin palabras lo que dicta el corazón.

—Mi hermoso y valeroso Omega, nada hará que no te reclame como mi pareja… Deseo eso y mucho más. Y si tus lamentos son sinónimos del futuro, me dedicaré a cambiarlos uno a uno hasta que te convenzas que vales demasiado para mí.

Nos fundimos en un rodeo de brazos cargados de impresiones, sensibilidades y afectos.

Acariciándonos, suavemente, como sellando en nuestras huellas la memoria corporal de nuestra otra mitad…

—Le avisé a Nam de nuestra situación, por las dudas Omega, intuición supongo —comenta mientras desliza su mano por los relieves de mi piel mientras con el otro brazo me arrima peligrosamente a sus labios... Lugar en donde no se percibe el comenzar del respirar del otro.

En un instante, siento intensos mareos al estar embriagado en su aroma... Aroma que penetra en mis fosas nasales, haciendo que me invada una oleada de creciente e incontrolable deseo mientras nuestras respiraciones decrecen denotando el ambiente.

Me acerco con suma lentitud, avivado por mi deseo hasta el punto de rozar sus apetitosos labios. Mordiendo y jalando -en primera instancia- su labio inferior, para luego recorrer -con mi lengua- el contorno que somete a mi fervor... Y de un sobresaltado movimiento, me encimo al cuerpo de mi Alfa..

Atacando sus belfos con incrementada vehemencia... Sublimes labios que se abren para mí mientras amasa mis caderas acompañando la erótica danza que bailo sobre su abultada entrepierna.

—A-Alfa… te d-deseo —confieso con ímpetu y quemándome la piel en un hilo de voz, completamente anonadado de placer e infundado en entusiasmo.

Él, responde con una exigente pasión entre beso y beso.

Se separa de mis labios, solo para  impartir húmedas lamidas sobre el contorno de mis hombros y cuello. Apretando con firmeza mis glúteos mientras me saca quejidos mezclados de dolor con ferviente ardor.

-—Estoy intoxicado en tu aroma —confiesa mi Alfa entre gruñidos mientras advierto la aparición de su lado animal —Soy malditamente devoto de tu olor, Omega. Siento que pierdo el control.

Entonces, someto sus labios aferrándome a su nuca, mientras jalo sus cabellos en un arrebato de posesión dominado por mi Omega. Y mientras él, arranca de a pedazos mi ropa interior, manchándose con mi excesiva lubricación en el proceso.

Son tan, pero tan intensas las emociones que distingo, que nublan mi escasa cordura. Y como en talante aprieto ambicionado, cabalgo tres dedos que arremeten sin pudor en mi interior, desarmándome en sonoros jadeos mientras mi Alfa muerde mis hombros y pecho con insuficiente tensión.

Entonces, me subleva a sus caderas, cuando alinea su caliente miembro desparramando el exceso de lubricación sobre mis nalgas, para introducirse luego, de una sola y profunda estocada en cuanto lo percibo sobre mi empapada entrada.

🐺🐺🐺🐺

Dominados por sus lobos, se follan como salvajes animales en celo.

Ya subyugados por su lado animal, se embisten sin cuidado a lo largo de dos horas, tolerando marcas y mordidas no profundas realizadas por ambas partes. .

Recorren, sexualmente, los rincones del hogar acabando una y otra vez sin lograr saciar su sedienta lujuria.

El Alfa, con su mirada renegrida y destellando en profundos dorados, aclama por su Omega de ojos azulados que retoza de osadía. Mientras lo embiste gravitado firmemente a la pared, aferrándose a sus caderas y nublados en placer.
El ocaso de la fervorosa oleada de intenso placer en el Omega, mientras monta asiduamente a su Alfa, comienza a llegar a su fin mientras  emite exigentes jadeos, inclinando su cabeza.

La efímera pseudo marca, apenas perceptible para el Alfa, palpita y exige ser renovada, definitivamente.

Un par de amartilladas más del ferviente Omega sobre el vasto, duro y caliente miembro de su Alfa, hace anuncio de su próxima cúspide mientras aprieta sus paredes para retener todo lo que le den.

Totalmente poseído por sus instintos, el Alfa lame y degusta presionando paulatinamente la provisoria marca, haciendo enardecer a su Omega que exige ser reclamado por su Alfa.

Y luego de un par de embistes, el Omega desborda su simiente sobre el torso de su Alfa, contrayendo con firmeza -sus paredes- al sentir la profunda mordida que lo reclama y el creciente nudo que se expande en su interior.















































🙄😏😈SIN PALABRAS...

ESTAMOS A NADA DEL FINAL🥺😭

MIL GRACIAS POR EL APOYO🥰POR SUFRIR Y AMAR CON ESTE PAR🥺❤

GRACIAS POR SUS VOTOS, NOS AYUDA A CRECER♥️












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