06 - DEJARSE LLEVAR

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E L  M I S M O A I R E

EL MISMO AIRE 。・:*:
06. dejarse llevar
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VALERIA ESTABA NERVIOSA. Sí, la joven actriz se encontraba en un Uber en dirección al Spotify Camp Nou donde se disputaría el partido del Barcelona contra el Villareal. Y no solo eso, sino que sería la primera vez que Valeria asistiría a un partido de fútbol, en especial, un partido de Gavi.

Que, hablando de él, su relación con el joven futbolista en el ámbito público empezaba a ser notoria: varias veces (por influencia de sus representantes) ambos habían sido captados tanto por periodistas como por fans cuando salían de un restaurante o iban en el coche de Valeria.

Po suerte, gracias a la insistencia de Gavi, la gente no pudo hacer más que sacarles alguna foto borrosa o vídeo de apenas unos segundos. Y es que ambos compartían ese odio por el ojo público, por lo que cuando salieron de ese restaurante un fin de semana a principios de octubre, Valeria agradeció de que Gavi apartase las cámaras y micrófonos que intentaban pararles para conseguir alguna exclusiva, entrelazando sus dedos con los suyos y tirando de ella hasta el coche, asegurándose de que ella entrase primero.

Se sentía bien con él, cómoda incluso. Gavi por mucho que aparentase que le daba todo igual, tenía la tendencia a darse cuenta de las pequeñas cosas que hacía o no: su forma de clavarse las uñas en las palmas de las manos cuando estaba nerviosa, la forma en que tomaba el café siempre frío, el que siempre llevase consigo un libro a todas partes o como prefería sentarse siempre en el lado derecho. Pequeñas cosas que le demostraban de alguna forma que Gavi le prestaba atención. Y eso, eso le importaba a Valeria más que cualquier otra cosa.

Por lo que, con tantas señales, los fans de ambos no tardaron en atar los hilos y comenzar los rumores de que ambos estaban en una relación. Aunque no se podía negar que les parecía bastante surrealista: Valeria nunca había tenido ningún contacto con el entorno del fútbol, y las pocas relaciones públicas que tuvo nunca causaron tanto revuelo. Las fans del joven futbolista la odiaban a más no poder por el simple hecho de que Gavi la hubiese cogido de la mano. Se podía decir que sus seguidores eran un poco agresivos. Pero solo un poquito eh.

Así que si, el plan que Martín y Begoña habían diseñado parecía dar frutos. Y como parte de ese contrato, Valeria se encontraba entrando por el amado estadio de la afición blaugrana. Valeria no podía negarlo, el Camp Nou era espectacular: la estructura redonda, amplia y alta que se extendía hacia arriba, como si fuera a entrar en contacto con el cielo; las banderas, posicionadas en el orden de clasificación de La Liga; las luces que hacían brillar el campo donde varios empleados se encontraban colocando el material para cuando los jugadores salieran a entrenar; y sobre todo, el ambiente que se empezaba a respirar, los aficionados que se iban sentando en las gradas portando la camiseta de su equipo con el nombre de algún jugador a la espalda, sonriendo a la cámara o comentando con su familia a cerca de quién saldría victorioso en esta disputa.

Simplemente era mágico. Y ahí mismo, la joven no pudo evitar sonreír, viendo como la gente encontraba un hogar entre las gradas, un lugar donde gente fanática del fútbol compartía la misma pasión con otros. El Camp Nou era una casa para aquellos que lo necesitasen.

Pestañeando y escuchando al guardia de seguridad aclarándose la garganta, se dirigió hacia las gradas más cercanas al campo. Cuando el señor le mostró su asiento, la joven asintió con un leve "gracias", sentándose y acomodando sus pertenencias.

Valeria tragó saliva. Por lo que Gavi le había dicho, el partido no empezaría hasta las nueve, y recién eran las ocho y cuarto, pero insistiéndole en que tenía que venir antes de que calentasen, Valeria ya se encontraba entre los asientos.

— Disculpa, ¿Valeria? — una voz interrumpió en la cabeza de la actriz. Valeria, parpadeando, giró su rostro a su derecha, encontrándose con una joven morena de ojos color chocolate la cual le dirigía una leve sonrisa.

— Si, soy yo. — Asintió, dirigiéndole una leve sonrisa.

— Ya me lo parecía. Soy Sira, la novia de Ferran, no sé si sabrás quien soy. — Se presentó la muchacha. Valeria, recordando el rostro del joven de haberlo visto cuando fue a recoger a Gavi a entrenar.

— Ah si, encantada Sira. — Sonrió, viendo como se sentaba a su lado.

— Ferran me ha contado todo a cerca de ti y de Gavi. El pobre se sorprendió bastante el día que fuiste a recogerlo, siendo raro que él trajese a alguna chica. — Comentó la muchacha.

Valeria sonrió levemente. Sira le parecía una joven muy risueña, dispuesta a sacar cualquier tema para mantener la conversación fluyente. Y eso, algo que carecía Valeria, le gustaba mucho de ella. Parecía sincera de querer conocerla más a fondo, y sabiendo que su rango de relaciones amistosas con el género femenino era bastante escaso, Valeria se sentía agradecida por la insistencia de la joven morena.

— ¿Y qué tal te va con Gavi? Por lo que Ferran me ha dicho, el chico no para de hablar sobre ti. — Preguntó Sira, alzando sus cejas en una expresión pilla. Valeria, chasqueando con la lengua, negó suavemente con la cabeza.

— Sin más, nos estamos conociendo. — Respondió sin saber muy bien qué decir sobre ambos.

Si que es cierto que sus conversaciones eran más largas y parecían encontrar más cosas en común que ambos odiaban, pero a parte de eso, aún se sentía algo cohibida al hablar con él: la forma en la que sus ojos penetraban los suyos, el movimiento de su cuerpo el cual parecía siempre acercarse más al suyo cuando dirigía el hilo de la conversación.

Valeria nunca negó que Gavi no fuera atractivo, pero jamás llegó a pensar que se le haría tan difícil mirarle a los ojos cuando hablaba. Había tenido su experiencia con algún otro joven en el pasado, pero nunca nadie le había arrebatado el habla por su físico.

Pero ahí estaba el sevillano, con sus ojos color miel y sonrisa pilla que hacían perder la poca cordura que tenía y que pensamientos indebidos pasaran por su mente. Valeria no podía dejase llevar. Esto era solo una relación profesional por el bien de ambos, y no se podían permitir cagarla por unos estúpidos pensamientos.

— Valeria — la llamó Sira, apretando el hombro de la joven. La actriz, parpadeando varias veces, enfocó su rostro en ella, sonriéndole para que continuara. — Creo que te está llamando Gavi.

— ¿Qué dices? — extrañó la joven. Pero Sira simplemente rio leve, señalando con su cabeza hacia delante, donde al seguir su indicación, vio al joven sevillano apoyado en la balda que separaba el campo de las gradas, diciéndole que fuera.

Valeria, carraspeando levemente, dejó sus pertenencias en el asiento, murmurando un leve "ahora vuelvo" a Sira, la cual solo le sonrió guiñándole un ojo. La joven la ignoró, bajando por los escalones que la separaban del límite de las gradas, tragando saliva al encontrarse cara a cara con Gavi.

Este, le sonrió burlonamente, apoyando sus brazos en la valla siguiendo sus movimientos hasta que estuvo en frente de él.

— Qué quieres —preguntó secamente Valeria, cruzándose de brazos. Gavi, observándola durante unos instantes, rio levemente.

— No pensé que fueras a venir. — Murmuró, recorriéndola con la mirada de arriba abajo.

— Aquí estoy, ¿no? — respondió, viendo como asentía levemente.

— Pero te falta algo – dijo el futbolista, fijando su mirada en el torso de la joven. Valeria frunció el ceño, sin saber a qué se refería. – No llevas mi camiseta.

— No pienso llevar tu camiseta. – Sentenció la joven. – Y si me disculpas, tengo que volver a mi sitio y tú deberías calentar si no quieres perder. – Dijo, para darse la vuelta y dirigirse hasta donde se encontraba Sira.

Pero una mano la agarró por el antebrazo, tirando de ella hasta que chocó con la valla, quejándose por el golpe. Pero al levantar su mirada, cualquier rastro de dolor se esfumó al encontrarse con esos característicos ojos color miel y el rostro de Gavi a milímetros del suyo.

— No tan rápido. – Murmuró el futbolista, desviando su mirada hacia los labios entreabiertos de la joven para volver a su mirada. – Eres mi novia, si vienes a verme jugar deberías llevar mi camiseta, ¿no? – susurró, arqueando una ceja.

Valeria, concentrándose en coger aire y no como su pecho chocaba con el suyo, tragó saliva, mirando para abajo en un intento de ordenar sus pensamientos.

— No me has dado ninguna camiseta, listo. – Murmuró ella, enfocando su mirada en el escudo de la sudadera que portaba el joven. – Si piensas que voy a gastar dinero libremente en algo de fútbol, ya te puedes ir olvidando.

Gavi negó con la cabeza, preguntándose porqué era tan cabezona algunas veces. Suspiró pesadamente, viendo por el rabillo del ojo como alguna gente se empezaba a percatar de su presencia. Volviendo a mirarla, con su mano derecha la agarró levemente por la mandíbula, haciendo que la mirase de nuevo.

Qué ojos más bonitos tenía. No eran de ningún azul brillante, ni ningún color claro. Los ojos de Valeria eran una mezcla de verde y marrón, como si de un bosque se tratase. Colores que, dependiendo de la intensidad de la luz, uno u otro aparecía predominante. Gavi no era de apreciar detalles, pero cada día que pasaba viéndola, empezaba a admirar ciertos rasgos que la joven tenía y se daba cuenta, que, si se miraba bien, uno podía encontrar la belleza en los más mínimos elementos.

— La próxima vez, - contestó carraspeando al ver como arqueaba una ceja por su falta de habla – te la daré yo, quejica, que no puedes venir así como si nada. – Respondió burlonamente, viendo como una pequeña sonrisa empezaba a asomar en el rostro de Valeria.

— Venga vete, ya estás llamando la atención demasiado. – Murmuró Valeria, viendo como algunos jugadores empezaban a mirar para ellos.

Pero Gavi no hizo ni caso, tirando de ella hasta que sus narices se rozaron. Valeria contuvo el aire: desde esa distancia, podía admirar las pequeñas pecas que adornaban el rostro del moreno, inescrutable a simple vista. Sus ojos captaron los mechones de pelo rebeldes que se postraban sobre la frente del jugador, notando el leve cosquilleo en su mano para apartarlos y colocarlos en su sitio.

— Anímame mucho desde la grada eh. Voy a estar pendiente de tus gritos cuando marque algún gol. – Susurró contra su oído, rozando su nariz la piel que se encontraba detrás, provocando un leve escalofrío en Valeria. Esta, tragó saliva.

Gavi, volviendo a mirarla a la cara, sonrió burlonamente y antes de que pudiera evitarlo, la besó en la comisura del labio, saltando al campo a la vez que le guiñaba un ojo a la joven.

Valeria, negando con la cabeza, pasó sus dedos inconscientemente por la zona, viéndolo correr hacia uno de los balones esquivando las collejas de sus compañeros. La joven, carraspeando y alisando su ropa, se dio la vuelta dirigiéndose hacia su sitio, ignorando los móviles y los murmullos de las personas a su alrededor. Al llegar a la fila, Sira solo le sonreía, alzando ambas cejas.

— No digas nada. – Murmuró Valeria, sentándose en su sitio. La morena, ocultando una risa, levantó ambas manos en señal de paz, dedicándose ver a los jugadores calentar y volver a entrar al vestuario cuando la hora del partido se acercaba.

Valeria estaba ansiosa: era su primera vez asistiendo a un partido en directo. Y aunque no lo fuese admitir, esperaba que el Barça ganara. Y muy en el fondo, que Gavi marcase algún gol. Su atención volvió de nuevo hacia la zona de vestuarios, que cuando el himno del equipo empezó a resonar por los altavoces del Camp Nou y sus fans se levantaban entonando con la música, los jugadores entraron al campo.

Y ahí, después de Pedri y seguido por Araujo, Gavi salía, girando la cabeza hacia atrás encontrando su mirada con la de ella. Al verla, sonrió, guiñándole un ojo burlonamente mientras se dirigía al campo. Valeria negó con la cabeza, sintiendo el leve rubor que sus mejillas empezaban a producir, pero que gracias al colorete que llevaba puesto, podía disimular.

— Vaya, eso si que no me lo esperaba. – Murmuró Sira, siguiendo con la mirada al joven sevillano con una sonrisa. Al percatarse de la mirada curiosa de Valeria, su sonrisa se amplió aún más. – Gavi no suele ser muy expresivo, es más, aparte de con nosotros, jamás le he visto sonreír a nadie que no fuera o su familia o para alguna foto del club o de entrevista. Me sorprende Valeria, – dijo, alzando las cejas – parece que has captado el interés de Pablo Gavi.

La joven rio levemente, negando con su cabeza. Sabía en lo que estaba metida, en lo que ambos estaban metidos. Y jugar con los sentimientos de por medio era algo que no podía ocurrir. Gavi era el futbolista más codiciado de España del momento, y ella, actriz galardonada y una de las más influyentes del país. Los dos tenían una reputación y carrera que mantener. Y por mucho que Valeria quisiera pasar más tiempo admirándolo y deleitándose en sus chistes, el sevillano no podía meterse en su corazón. Porque ya sabía lo que pasaría entonces: Valeria estaría condenada y no habría marcha atrás.

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El Barça había conseguido proclamarse victorioso 3-0. Valeria no podía negar que lo había pasado muy bien: los aficionados gritando y cantando en apoyo, Sira y ella gritando y levantándose del sitio con cada gol, había sido una maravillosa experiencia. La próxima vez vendría con más ganas, y, quién sabe, a lo mejor se vería dispuesta a llevar la camiseta.

— ¿Te ha gustado? – Le preguntó Sira, mirándola con una gran sonrisa. Valeria rio, viendo su cara llena de emoción.

— La verdad es que ha estado mejor de lo que pensaba. Me lo he pasado muy bien. – Respondió con una sonrisa.

— Sabía que te iba a gustar. Algunas veces es un poco más aburrido pero los aficionados saben siempre como subirle la emoción. – Y era verdad, los culers habían estado todo el partido cantando y alzando las banderas del barça, gritando y saltando con cada gol. – Pero creo que queda la mejor parte. – Dijo Sira, mirándola pícara.

— ¿El qué? – Preguntó extrañada Valeria, pero Sira solo le señaló con la cabeza para delante, donde a lo lejos, la figura de Gavi se dirigía hacia donde estaban.

Cuando ambos cruzaron miradas, el futbolista sonrió, indicándole con la mano que se acercara.

Valeria, siendo animada por su amiga, se levantó de nuevo del asiento, cogiendo su bolso y, con las miradas de algunas personas, se acercó hasta la valla, donde el jugador con el número 30 ya la estaba esperando. Valeria no podía negarlo: estaba guapísimo. Gavi de por si era muy atractivo con su forma y sus facciones tan adorables, pero cuando jugaba al fútbol parece que todo su ser se ponía de acuerdo y eso subía de nivel: su pelo, mojado por el sudor, pegado a la frente, su piel brillante y sus mejillas levemente rosadas por el esfuerzo, su boca entreabierta ocupada cogiendo aire, y por último su torso. Gavi gracias al entrenamiento, había conseguido bastante músculo, y debido a la térmica que llevaba y que la camiseta por el sudor se pegaba a su figura, se podía apreciar a simple vista la forma de sus músculos, estirándose y contrayéndose por el movimiento.

Valeria estaba dando gracias a los técnicos del club por tanto ejercicio.

— Buen partido. – Dijo al encontrarse cara a cara con el jugador, el cual le sonrió al escuchar sus palabras.

— ¿No fue para tanto no? – Respondió el sevillano, peinándose el pelo, haciendo que la joven siguiera el movimiento de sus manos.

— Bueno, — parpadeó, volviéndolo a mirar a los ojos – no te he visto marcar. Podías haberlo hecho mejor. – Bromeó, intentando fingir una cara apenada. Pero al verlo bufar, una risa se le escapó sin poder evitarlo.

— Claro que sólo importaba el gol. – Murmuró Gavi, negando con la cabeza viéndola reír. Sonrió levemente, siguiendo el movimiento de su cara al reírse. Desde luego era una de las mujeres más guapas del mundo, pensó.

— No te enfades anda. Lo has hecho muy bien, un poco agresivo, pero has hecho muchos pases buenos. – Le felicitó, empujando suave su pecho con su puño. – Aunque una ducha no te vendría mal, estás un poco sudado. – Finalizó, fijando su mirada en el torso del muchacho.

— Ya, pero bien que no paras de comerme con la mirada. – Puntualizó el sevillano, riéndose cuando Valeria apartó la mirada. – No pasa nada rubia, es entendible que te guste.

Valeria lo empujó por el pecho, haciéndolo reír. El futbolista la agarró por las muñecas, evitando que se alejase. No sabía qué le pasaba, pero no podía separarse de ella. Quería, no, buscaba su contacto. Y cuando al pegarla a su pecho jadeó, ahora si que no podía dejarla ir.

— No te enfades. – Murmuró, mirándola a los ojos. - ¿Al menos vendrás otra vez? – Le preguntó, haciendo un puchero con sus labios.

— Tal vez, si la próxima vez marcas un gol. – Murmuró también la actriz, arqueando una ceja. Ella y los goles, pensó Gavi.

— Ay rubia. – Susurró, pegando su boca al oído de la joven – La próxima vez el gol será para ti. – Mordió el lóbulo de la chica, escuchándola ahogar un grito y separándola de ella.

— ¡Serás...! - Intentó pegarle, pero Gavi la agarró del brazo antes de que hiciese nada. – Vete a la ducha anda, apestas a sudor. – Finalizó, separándose de él y volviendo a su sitio.

— Espera anda. – Gritó Gavi, haciendo que se diera la vuelta, viendo como el futbolista se sacaba la camiseta y la marca de sus abdominales se trasparentase por la térmica. – Ya que decías que no tenías mi camiseta, ahora para el próximo partido no tienes excusa.

Valeria rodó los ojos, pero sin poder no sonreír. Se acercó otra vez, agarrando la prenda de ropa. Pero como siempre, Gavi no la soltó, desafiándola con la mirada.

— ¿No me das un beso por el buen trabajo que he hecho? – Murmuró, ocultando una risa.

— Creo que te estás aprovechando. – Murmuró en respuesta Valeria. Gavi tiró de la camiseta, acercándola a él hasta que sus narices se rozaron.

— ¿Tú crees? – Preguntó, recibiendo un "Hm" afirmativo. – Yo creo que eres un aprovechado.

— Pues yo creo que me lo tengo merecido. – Susurró el futbolista, con una sonrisa arrogante.

Valeria le devolvió la sonrisa, mirándolo a los ojos y a sus labios. No iba a negarlo que besarlo era una de las cosas que le rondaban por la mente. Pero no le daría la satisfacción tan rápido. Así que se acercó aún más hasta que sus labios se rozaron y desvió la cara, besándole en la mejilla.

— Muy mal Gavira, – susurró en su oído – cuando se pide algo hay que especificar lo que uno quiere. Y para que yo te bese necesitarás más que ganar un partidito. – Finalizó, separándose y sonriéndole al verlo con la mandíbula apretada. Cogió la camiseta, dándose la vuelta y volviendo con Sira, viendo las otras personas grabándola y algunas jóvenes mirándola mal. Pero bueno, no siempre se podía caerle bien a todo el mundo, ¿No?

Al llegar al aparcamiento con la morena, varios jugadores pasaron a su lado, saludándola y yéndose a sus coches para volver a sus casas. Varios instantes más tardes, el grupo conformado por Ansu, Eric, Ferran, Pedri y Gavi salió por la puerta, con este último con la capucha puesta mirando el móvil.

Sira al ver a su novio, sonrió, abrazándole cuando se acercaron. Valeria saludó a los otros jugadores, viendo como el sevillano la miraba fijamente. La camiseta que llevaba doblada al costado empezó a quemarle.

Que, hablando de la camiseta, no sabía qué había pasado en ese momento: había sido interrogada por Sira sobre qué había pasado, pero ella misma no sabía qué responder. Porque eso era lo que pasaba, no tenía ni idea de lo que sucedió, solo que tenía que mantener la distancia con el futbolista, porque Valeria no era de dejar las cosas a medias. Y si algo parecido volvía a suceder entre ambos, no se veía capaz de pararlo.

— ¿Te ha gustado Valeria, o somos demasiado aburridos para ti? – vaciló a la joven Ferran, apoyándose en su novia gracias al brazo que tenía pasado por sus hombros.

Valeria rodó los ojos, riendo levemente. Ferran era un capullo y le gustaba meterse con ella siempre que podía.

— Habéis jugado bien, me he entretenido viéndoos correr detrás de una pelota como perros rabiosos. – Los jugadores bufaron al escuchar las palabras de la chica, mientras las dos mujeres reían a carcajadas.

— Anda Gavi, a ver si consigues que tu novia nos tenga más respeto. – protestó Ansu, regañando al menor. Este, rodó los ojos, volviendo a mirar a Valeria.

— Si lo dice será porque lo eres, ¿No crees Ansu? – respondió, esquivando el manotazo que el futbolista le iba a dar.

— Dejad de jugar como niños anda. – Dijo Pedri. – Vamos a casa de Ferran a tomar algo, ¿Te vienes Valeria? – le preguntó. Esta cruzó miradas con Gavi, el cual arqueó una ceja con una sonrisa pilla.

— Pues claro que viene. – Dijo Sira, pasando un brazo por los hombros de la actriz – no pienso aguantaros borrachos yo sola.

— Serás exagerada. – Respondió Eric, negando con la cabeza. – Solo bebemos una o dos copas y listo.

— ¿No lo dirás por ti, no Eric? – dijo Ferran, empezando a sonreír maliciosamente. – Porque la última vez bien que te tuvimos que sacar de la piscina porque te habías tirado desnudo pensando que estabas en una bañera con esa modelo que tanto te gustaba. – Los demás empezaron a reír a carcajadas ante la declaración, incluido el propio García, dándole una colleja al valenciano.

— Bueno, pues nos vemos ahora allí. Conduzcan despacio amores. – Se despidió Ansu, lanzando un beso a los demás para dirigirse hasta su coche.

Los demás copiaron su acción, despidiéndose y yendo a los vehículos, quedando el sevillano y la actriz. Valeria lo miró, observando la sudadera color crema, los pantalones vaqueros rotos y las air force. Estaba guapísimo.

— Así que te vienes, ¿No? – preguntó Gavi, acercándose a ella.

— Me supongo que sí. Alguien tendrá que controlar que no tomes alcohol. – Se burló la joven, caminando hasta su coche.

— Sabes perfectamente que soy mayor de edad rubita. – Respondió el futbolista abriendo la otra puerta del vehículo.

— Lo que tú digas Gavira. – Finalizó la actriz, sonriendo sin poder evitarlo. Qué fácil era picarlo.

Cuando Ferran sugirió ir a tomar algo a su casa, Valeria no pensaba que fuera a ser una fiesta tan grande: luces de neones, altavoces con la música a tope, guirnaldas tiradas por el suelo y botellas y botellas llenas de alcohol. Y, sobre todo, mucha, mucha gente.

Valeria sabía que al ser futbolistas conocían a bastante gente, pero que tuvieran la velocidad para esparcir el mensaje de que tenían una fiesta, le sorprendió muchísimo. No es que adorase las multitudes, pero no soportaba tener que chocar con otros cuerpos para llegar a la cocina o tener que hacer cola para ir al baño.

Y por si eso fuera poco, Gavi no la había soltado en todo el rato: Valeria sabía que podía ser insoportable, pero después de que se bebiera cuatro copas y a saber qué más, Gavi se había vuelto cariñoso: desde entrar en la casa con su mano en su cintura, trayéndole la bebida, sentándose a su lado y susurrándole al oído. Valeria no podía más.

Ahora mismo se encontraba sentada en el sofá con el grupo, y el sevillano estaba a su lado pegado, con su mano encima del muslo de Valeria. Y había intentado de todo, pero por más que se separase o quitase la mano, el sevillano al cabo de unos instantes volvía a hacerlo. Así que la joven decidió ignorarlo.

Bebiendo de su copa y siguiendo la historia que Ferran estaba contando, Valeria no sabía cuantas horas llevaban ya allí. No la malinterpretéis, estaba a gusto y pasándoselo bien, pero al día siguiente tenía cosas que hacer, y si a mayores tenía que llevar a Gavi hasta su casa, no llegaría hasta las tantas.

Que, hablando del futbolista, ahora su mano, anteriormente apoyada en su muslo, se dedicaba a jugar con un mechón de pelo de Valeria, tirando de él de vez en cuando. El roce de sus dedos con su piel la ponían nerviosa, haciendo que mordiese la copa con más fuerza. Gavi estaba probando su paciencia, y Valeria estaba segura de que en cualquier momento iba a estallar.

— Amore pero no te enfades, que es una coña. – La voz de Ferran llamó su atención, viendo como el valenciano intentaba besar a su novia la cual rodó los ojos.

— Lo que tú digas Ferran. – Dijo, apoyando la copa en la mesa y levantándose, mirando a Valeria. - ¿Te vienes a bailar? – Le preguntó, recibiendo un asentimiento de cabeza de la rubia.

Valeria dejó la copa encima de la mesa, levantándose del sofá y arreglándose el vestido negro que llevaba para que no se le viese nada. Pero el tirón de la mano de Gavi en su pierna hizo que lo mirase: con las piernas echadas para delante, casi escurriéndose del sofá, en una de las manos la copa y la otra acariciando la piel de su muslo, poniéndola nerviosa.

— ¿Me vas a dejar aquí? – murmuró, haciendo un puchero con los labios – Muy mal rubita.

— Voy a ir a bailar, no a la guerra. Además, a ver si así se te baja el alcohol un poco que estás muy empalagoso. – Respondió Valeria, mirándolo seriamente. Gavi solo rio levemente en respuesta, apretando la mandíbula. Tiró de por donde la tenía agarrada, haciendo que se tuviese que apoyar en el respaldo del sofá por detrás de la cabeza del joven.

— Si vas a bailar intenta no cabrearme mucho, ¿hm? Ese vestido que llevas te hace un culo espectacular y más cosas que no diré, así que ni se te ocurra perrearle a ningún otro tío. – Susurró, en su oído, el aliento chocando con esa zona debajo de la oreja, haciendo que un escalofrío recorriese a la rubia completa.

— Pero qué dices Gavira- se quejó, pero él solo apretó su mano en la zona superior de su pierna, haciendo que jadeara suavemente.

— ¿Te ha quedado claro? – Volvió a susurrar. Valeria tragó saliva, asintiendo. Gavi la soltó, mirándola a los ojos mientras le daba un trago a su copa. – Pásalo bien entonces.

Valeria lo miró con la boca abierta. ¿Pero qué cojones había pasado? Tragó saliva, dándose la vuelta y dirigiéndose hasta donde se encontraba Sira. Ambas se introdujeron entre la gente, bailando y riendo las dos.

— ¿Y qué ha sido eso entre tú y Gavi? – preguntó Sira, arqueando una ceja pícaramente.

— No ha pasado nada, es Gavi estando borracho. – Respondió, recibiendo una risa nasal de la morena.

— Valeria, nunca, vale, nunca he visto a Gavi así de territorial contigo con nadie. Y mira que lo he visto con chicas en fiestas. Así que antes de que me digas que ha sido el alcohol, te prometo que Gavi necesita más de tres copas para emborracharse. – Valeria tragó aire ante la confesión. Disimulando, miró de nuevo hacia la zona de los sofás, chocando con la mirada del sevillano, que la miraba bebiendo de la copa con Ferran hablándole a su lado.

Tragó saliva. Esto estaba yendo muy mal. Tenía que pararlo. Podía notar su corazón palpitar con gran fuerza y el comienzo del calor por su zona baja, y ni hablar de sus mejillas, que le ardían.

— No lo pienses demasiado. – Le dijo Sira, tirando de ella hasta poder susurrarle al oído – Déjate llevar. Si de verdad quiere algo contigo, haz que actúe por ello. Enséñale lo que se le viene.

Las palabras de Sira hicieron que se sonrojara aún más. Pero Valeria, con unas copas encima, solo sonrió, pasándose la lengua por los dientes y pasando las manos por su pelo. Miró a Sira, empezando a mover sus caderas al compás de la canción, El efecto de Rauw Alejandro y Chencho Corleone. Se dejó llevar, cerrando los ojos, movió su cuerpo sensualmente, cantando la letra en bajo. Notó el sudor bajarle por el cuello, poniéndole el vello de punta. Abrió un ojo, viendo como el futbolista no le sacaba el ojo de encima, perdido en el movimiento de sus caderas.

Puede que fuera el alcohol, pero movió las caderas con más destreza, dándose la vuelta y moviendo su pelvis al ritmo de los beats que marcaba la canción. Sonrió, pasando sus manos por su cuerpo y perdiéndose entre la gente y las luces, relajando su sistema y dejándose llevar. Sabía que sus acciones tendrían consecuencias, pero se sentía tan bien, que decidió ignorar las alarmas que sonaban en su cabeza y cerró los ojos, bailando al son de las canciones.

Hasta que no mucho tiempo después, noto manos en su cadera, tirando de ella hasta que su espalda entró en contacto con un pecho. Cómo no iba a reconoce esas manos. Esas manos grandes las cuales quería que le recorriesen el cuerpo entero. Esas manos que podía notar sobre la tela las leves caricias de sus pulgares quemándole la piel.

Gavi la pegó a su cuerpo por completo, apoyando su cara en el hueco entre su cuello y hombro, respirando el olor de esa maldita colonia que lo volvía loco. La había estado mirando desde que se separó de él, viéndola moverse y agitando sus manos, siguiendo todos los movimientos con sus ojos. Y cuando se había dado la vuelta, joder, tuvo que agarrarse del sofá para no salir disparado. Lo había hecho adrede, pues claro que lo había hecho. Gavi no estaba muy borracho. Si, podía notar el efecto del alcohol recorrerle por las venas, pero estaba consciente para saber que estaba duro. Valeria siempre lo atrajo muchísimo, pero verla moverse así, lo tenía mal, muy mal.

— ¿Te parece bien? ¿Te hace gracia? – Murmuró en el oído de la rubia, la cual rio levemente. Intentó sacar las manos de ella, pero estaban ancladas a su cadera.

— No sé de que me hablas. – Respondió, haciéndose la desentendida. Gavi rio sarcásticamente, pegando su cara al cuello de la joven, rozando sus labios con la piel sensible de su cuello. Joder qué bien olía.

— ¿Segura? Porque creo que toda la puta fiesta ha estado pendiente de ti. – Susurró de nuevo, notando como se le ponía la piel de gallina. Sonrió burlonamente. Si es que estaba igual que él.

— Creo que exageras. Solo estaba bailando. – Dijo Valeria sin aire, notando los labios de Gavi en el punto débil, justo en la curva que unía su oreja con su cuello. Se mordió el labio, apoyando sus manos sobre las del joven. Jadeó al notar su entrepierna chocar con su culo, empezando un ritmo lento tortuoso.

— Serás mentirosa. – Murmuró Gavi, besando su cuello escuchándola jadear de nuevo. – Has estado meneándote todo el tiempo, pasándote las manos por todas partes. Y si eso fuera poco, bien que te diste la vuelta, haciendo que mi autocontrol se fuera a la mierda. – Dijo, pegando su cuerpo aún más. - Y así es como me tienes, como me provocas. – Cogió un mechón de su pelo, tirando de él para pegar su cabeza a su hombro. – Y te aviso que, si me buscas Valeria, me vas a encontrar.

Valeria no podía pensar. No podía razonar con la mano de Gavi descendiendo con lentitud por su cadera y su cuerpo contra su espalda. Estaba ardiendo. Esto era una mala idea. Joder si lo era. ¿Dónde estaba Sira cuándo la necesitas? Agradecía la oscuridad que le proporcionaban las luces de color, porque la escena que estaban montando no tendría que ser vista por los demás.

Pero aún así, sabiendo el error que estaba cometiendo y que mañana probablemente arrepintiese, echó su cadera hacia atrás, oyéndolo gruñir en su cuello. Pasó su brazo hacia atrás, tirando de los mechones de su nuca, separándolo de su piel.

— ¿Y quién te ha dicho que no quiero que me encuentres Gavira? – Susurró sin aire, oyéndolo murmurar una profanada.

— Vas a ser mi muerte Ruíz. – Susurró, agarrándola por la mandíbula y juntando sus labios con los suyos de forma brusca, mojada y necesitada.

No había vuelta atrás. Valeria gimió en su boca, correspondiendo y girándose por completo para poder agarrarlo de la nuca, acercándolo más y besándolo con más ímpetu. Sus besos eran como una explosión de dinamita, consumiéndola por completo, dejándola sin poder pensar ni hacer nada que no fuese besarle.

Gavi, viéndola corresponder, gruñó levemente, pasando sus manos por todo su cuerpo: torso, caderas y por último su culo, que lo volvía loco. Lo manoseó, apretándolo y pegándola a él, acallando sus gemidos con sus besos. No podía parar: se había besado y hecho más con un montón de chicas en el pasado, pero ese beso con Valeria los eclipsaba de sobra.

— ¿Con que no me ibas a besar eh? – No pudo evitar decir sobre sus labios, sonriendo con arrogancia. Valeria sonrió de vuelta, pasando sus uñas por su nuca. Lo besó cortamente.

— ¿Me vas a decir que eso que me está tocando es tú móvil Gavira? – susurró, restregándose contra su miembro. Gavi maldijo, mojando sus labios con la lengua.

— No sabes lo mal que me pones. – Susurró, agarrándola del cuello. Valeria sonrió con los ojos entrecerrados.

— Créeme que si lo puedo ver. – Respondió, volviéndolo a besar, perdiéndose en su boca, en su sabor y en sus caricias. Sus lenguas entrelazándose, sus movimientos torpes, buscándose y disfrutando en su burbuja. Pasó su mano por su pelo, notando su suavidad y pasando sus dedos entre los mechones mientras las manos del joven manoseaban su cuerpo, subiendo su vestido temerosamente.

— Gavi... - Murmuró, parando sus manos temerosas con las suyas. El moreno deslizó sus besos a su cuello, mordiéndolo, haciéndola jadear y perder agarre en sus muñecas.

— Vamos arriba. – Susurró sobre su piel, subiendo hasta posar sus labios sobre el lóbulo de su oreja. – No puedo aguantarme más, necesito tocarte entera. – Valeria no pudo evitar gemir, su mente pensando todas las maneras en que las manos de Gavi podrían complacerla.

— No podemos, tus amigos- la boca de Gavi la calló, atrayéndola de nuevo.

— Venga nena, sabes que lo quieres igual que yo. – El mote la puso a mil, notando el fuego recorrerle todo el abdomen y hacerle cerrar las piernas en busca de alivio.

Valeria no respondió, volviéndolo a besar. Gavi se separó después de un instante, tirando de su mano fuera del cúmulo de gente.

Pareció cambiar de idea. No había tiempo que perder y Gavi sabía que, si la llevaba arriba, Valeria se lo pensaría dos veces. La llevó hasta una puerta que dio al baño, entrando, dándole tiempo a ver un lavabo con un espejo enorme, una ducha de hidromasaje que podían caber dos personas sin problema y un inodoro, todo en colores blancos y detalles en dorado. Pero el cuerpo de Gavi y sus labios la distrajeron, pegándola a la puerta a la vez que escuchaba el leve click del pestillo. El joven la agarró por la mandíbula, dominando el beso y reclamando toda su atención. Su lengua entró en su boca, explorándola y jugando con la suya. Sus manos volvieron a su cuerpo, esta vez a su pecho, manoseando sus tetas por encima del vestido, haciéndola retorcerse contra la madera.

— Gavi – Su nombre un mantra en su boca, la única palabra que parecía salir de su paladar, interrumpida por sus labios, una adicción que la perseguiría el resto de su vida. El joven gruñó en respuesta, bajando sus manos hasta su culo de nuevo, siendo este su nuevo preferido.

Valeria tiró de su pelo, disfrutando de su boca y del olor de la colonia masculina impregnada en la piel del joven, atrayéndola como una abeja a la miel. Las manos de Gavi, grandes y suaves, agarraron su culo, apretándola contra él, indicándole que saltara. La joven cumplió, siendo agarrada por el moreno, cargada en sus brazos hasta dar con el lavabo, sentándola encima para estar a la misma altura.

Gavi se separó, recorriendo su cara: pelo despeinado, ojos con las pupilas dilatas, mejillas rojas y boca entreabierta, el pintalabios borrado seguramente ahora decorando sus labios. Sonrió socarronamente, viendo la creación de sus acciones. La besó levemente, apretando sus labios contra los suyos, volviéndose a separar, rozando su nariz con la de ella.

— Estás hecha un cuadro. – Murmuró, sonriendo aún más al escuchar su risa. Sus brazos envolvieron su cuello, acercándola a ella.

— Me pregunto de quién será la culpa. – Respondió, volviéndolo a besar.

Gavi está en una encrucijada: sabía que después de este beso no podría ignorarlo, no podría hacer como si nada. Estaba condenado, y la pena impuesta llevaba la firma de Valeria Ruíz. Así que sabiendo que no podía evitarlo, la besó con más ímpetu, perdiéndose en el sabor a caramelo de sus labios y el olor a frutas de su pelo, la suavidad de sus piernas y sus suspiros ahogándose en su boca.

Sus dedos tantearon sus muslos, jugando con el borde del vestido, y, al no recibir una negación, subió sus manos, acariciando la zona, agarrando la piel. Valeria gimió, tirando más hacia ella si era posible, agarrando los mechones desordenados del moreno.

Los dedos de Gavi entraron en contacto con la ropa interior, percibiendo el encaje que decoraba los extremos. Qué hija de puta, pensó, sonriendo sobre su boca. Jugó con ella, tirando levemente haciendo que rebotase contra su piel, haciéndola saltar levemente del lavabo.

— Qué cabrona eres. – Murmuró sobre su boca. Valeria lo besó una última vez, separándose levemente para mirarle a los ojos dilatados.

— ¿Y ahora qué he hecho? – Preguntó en un tono inocente. Gavi alzó ambas cejas rápidamente, mordiéndose el labio inferior. Sus dedos presionaron sobre la tela, justo en el centro, escuchando a la vez el gemido de Valeria, la cual se dejó caer hacia atrás, apoyándose en el espejo con los ojos cerrados. – Te has puesto encaje ¿Verdad? Lo has hecho a posta. – Valeria, que estaba concentrándose en acallar su boca, sonrió levemente.

— Me gusta ponerme encaje. – Sonrió, susurrando lo último. – Me hace un culo espectacular. – Gavi gruñó, imágenes de este último pasándose por su mente. Sus dedos empezaron un baile, lentos círculos presionando en ese punto tan placentero que sabía que existía, viendo como la joven delante de él se retorcía. Sonrió arrogantemente, sin poder pensar que ningún otro tío la podía tener así en el baño en mitad de una fiesta. Sin pensarlo, sacó su móvil, sacando una foto sin que le viera la zona baja, solo saliendo su torso y su cuello.

Guardando su móvil, se echó para delante, besando y mordiendo su cuello, dispuesto a que no saliese de ese baño sin una marca para que los demás supieran que era suya. Aunque, ¿Lo era? Gavi paró ante eso. Esto se suponía que era por apariencias y aquí estaban, en el baño de la casa de Ferran, metiéndole mano. Obviamente se habían descontrolado. Pero el simple hecho de pensar en Valeria con cualquier otro le hervía la sangre. Gavi era muchas cosas si, y una de ellas, era que podía ser muy territorial con lo que llamaba suyo. Y por Valeria, estaba dispuesto a enseñar los dientes si era necesario.

— No pares. – El gemido de Valeria lo hizo parpadear, sonriendo y siguiendo con sus dedos, ahora introducidos por debajo de la tela, tocando su clítoris directamente. Valeria era una chica vocal, y no se contuvo al notar los dedos de Gavi sobre ella, gimiendo en alto y agarrándolo por la parte trasera de su cabeza, enredando sus dedos en su pelo.

Gavi agarró una de sus piernas, enredándola en su cintura para tener más acceso, marcando su cuello con sus dientes. Notaba sus dedos tirando de su pelo, acercándole más a su piel, sus caderas moviéndose en busca de su propio placer, aumentando el ritmo de sus dedos sobre su punto. Volvió a besarla, acallando sus sonidos.

Queriendo verla desesperarse, bajó sus dedos hasta su entrada, humedeciéndola con el lubricante de su humedad, los introdujo, acallando sus gemidos de placer. Marcó un ritmo lento, tortuoso, notando sus caderas deslizarse con más ímpetu en busca de velocidad. Pero Gavi, siendo el cabrón que era, siguió el suyo, sacándolos fuera según ella intentaba introducirlos más.

— Gavi... - Murmuró contra su boca sin aliento. Gavi la miró, escapándosele una sonrisa.

— ¿Qué quieres? Pídemelo. – Demandó, tirando con su otra mano de su pelo, inclinando su cabeza para tener acceso a su cuello, con varias marcas que demostraban que esto era real. Valeria gimió, frustrada sexualmente.

— Más rápido, quiero que me toques más rápido. – Dijo, con el ceño fruncido. Gavi negó con la cabeza, besando la piel sudorosa de su cuello.

— ¿Cómo se pide? – Preguntó, vacilándola. Valeria bufó, exasperada.

— Por favor, tócame. – Soltó. Volvió a relajarse cuando sus dedos volvieron a moverse, esta vez con un ritmo más acelerado.

Sus ojos se encontraron, ambos dilatados por la lujuria y deseo que recorrían sus organismos. Sus bocas entreabiertas, rozándose la una con la otra en una tortura placentera. Ambos descontrolados sabiendo lo malas que sus acciones iban a influir al día siguiente. Pero se sentía tan bien hacer algo indebido, algo que ninguno de los dos quería que pasase con el otro, que solo incitaba sus ganas de más.

Gavi lo notó primero. Sus dedos encontrando mayor dificultad de movimiento, las paredes de Valeria encerrándolos. Sonrió, lamiendo sus labios. Aceleró el ritmo, escuchándola jadear, a la vez que una de sus manos agarró su muñeca, intentando frenarlo.

— Ga-Gavi, estoy casi... - Jadeó Valeria, notando su orgasmo aproximarse.

— Ya lo sé, ¿Pero crees que te lo mereces? Después de lo que montaste en la fiesta... - Murmuró el sevillano, intentando no reírse contra la piel de su cuello. Valeria gruñó frustrada. Sus dedos moviéndose con mayor velocidad.

Estaba a punto, notando sus oídos empezando a taponarse en esa deliciosa forma, su abdomen contrayéndose y los dedos de sus pies doblarse. Sus uñas, clavándose en el pelo del joven, anclándose a algo.

Hasta que unos golpes en la puerta estallaron la burbuja. Valeria abrió los ojos, congelándose cualquier sentimiento, dirigiéndolos a la puerta de donde provenían los sonidos. Intentó separarse de Gavi fallando en conseguirlo, el sevillano concentrado en besar su cuello, torturándola con el movimiento de sus dedos dentro de ella.

— ¿Qué? – gritó Gavi cabreado, amortiguado por la piel de su cuello.

— ¿Gavi? Tío, la fiesta se está terminando, nos vamos ya a ir todos. – La voz de Pedri sonó contra la puerta. Gavi gruñó, besando la piel de Valeria y separándose, mirándola a los ojos.

— Vale, dame un minuto. – Volvió a decir, escuchando un leve "Vale" de Pedri mientras se alejaba. Miró fijamente a Valeria, para empujarla de nuevo contra el cristal y apoyando sus pies sobre el mármol del lavabo. – Tienes sesenta segundos para correrte, dale. – Dijo para después mover sus dedos a una velocidad brutal.

Valeria chilló, intentando frenar su mano, siendo incapaz y acabar a la merced de sus dedos y el orgasmo que amenazaba con terminar con ella. Mantuvo el contacto visual con Gavi, tirando del pelo de su nuca, inclinando su cabeza. Su vientre se contrajo.

— Treinta segundos. – Murmuró avisando el moreno, apretando los dientes. Valeria no podía más, su corazón iba a atravesar su pecho.

— Gavi... - Susurró, intentando avisarle, pero parece que incluso el habla no quería colaborar. Estaba al borde.

— Diez segundos. – Sus ojos siguieron todas las reacciones de la rubia, demasiada perdida en su placer como para prestarle atención. Hasta que sucedió: Sus piernas se cerraron, enjaulando su mano entre ellas; su cabeza inclinándose para atrás a la vez que cerraba los ojos, su boca abierta en un grito silencioso. Su orgasmo la arrasó, dejándola inmóvil a la vez que Gavi notó sus paredes cerrase sobre sus dedos, concentrándose en alargarle el placer lo máximo posible. Cuando pareció empezar a ser consciente, gimió levemente, su mano tirando de su muñeca para que parase, en señal de sobreestimulación. Gavi sonrió socarronamente. – Buena chica. – Murmuró sobre su boca para darle un último beso.

Manteniendo contacto visual, sacó con cuidado sus dedos, brillosos de su líquido. Se los llevó a la boca, probando su sabor viéndola inclinar la cabeza con la boca entreabierta expulsando un jadeo. Los chupó, sacándolos de nuevo a la vez que sonreía y procedía a colocarle la ropa interior. Mirándola a los ojos, la besó profundamente, separándose y dirigiéndose a la puerta.

— Te espero fuera rubita. – Dijo, guiñándole un ojo y abriendo la puerta, dejando a una Valeria inmóvil sobre el lavabo, pasándose las manos por su cara preguntándose qué cojones había pasado.

Porque, ¿Qué cojones había pasado Valeria? Ya me dirás si consigues la respuesta.

Valeria sentía las piernas de gelatina. Al levantarse del lavabo, se agarró del mármol, dándole unos segundos a su cuerpo para encontrar el equilibrio. Se miró al espejo: su pelo todo enmarañado de los tirones, sus ojos llorosos de la fuerza con que se corrió, y su boca sin rastro del pintalabios, todo esparcido por su boca y los extremos. Joder, no sabía como iba a superar esto.

Se peinó lo mejor que pudo, quitándose el pintalabios sobrante con agua y papel y el resto del rímel sobre su piel. Cuando pudo empezar a notar la sangre en sus piernas volver a correr, cogió aire profundamente, dispuesta a salir del servicio.

Y a cada paso que daba, su memoria volvía a unos minutos atrás, a ese momento que la perseguiría por siempre. Qué le había pasado para descontrolarse así. Valeria negó con la cabeza, abriéndose paso entre las personas que aún quedaban en la casa, determinada a salir. Nunca pensó que fuera tan débil. Pero ese futbolista le demostraba lo contrario. Joder, aún podía notar las manos sobre su cuerpo.

Necesitaba salir de allí, enfriarse con el aire nocturno de Barcelona y pensar. Necesitaba pensar como iba a salir y solucionar este problema. Porque la cara de Begoña empezó a aparecérsele en la mente, sabiendo que, si su representante se enteraba de esto, la iba a crucificar viva.

Valeria tragó saliva. Porque eso no era lo peor: si Begoña se enteraba, él no tardaría en hacerlo. Y Valeria no quería que lo hiciese. Su corazón se aceleró. Desde luego que no iba a dejar que ocurriese. Haría lo que fuese para que no apareciese, incluso si tenía que hacer como si nada. Porque por mucho que lo hubiese disfrutado, prefería sufrir ella a tener que desencadenar lo que pasó años atrás. Ni de puta coña dejaría que la volviesen de esa forma.

— ¡Valeria aquí estás! – la voz de Sira llamó su atención, viéndola con el resto del grupo a su alrededor. Valeria sonrió, dirigiéndose hasta allí.

Obviamente Gavi ya estaba allí, con una sonrisa calmada en su rostro. Capullo. Valeria lo ignoró, sonriéndole a Sira y a los demás, arropándose en su abrigo con sus brazos.

— ¿Te lo has pasado bien? – preguntó Ferran, arqueando una ceja de forma pilla. Valeria puso los ojos en blanco, sonriendo.

— Ha estado guay, pero creo que tenemos un concepto diferente de "ir a tomar algo a casa". – Respondió, sin evitar sonreír al escuchar las risas de los demás.

— Yo me lo he pasado de puta madre. – Dijo Ansu, apoyado en el hombro de Pedri, el cual le señaló a Valeria, para después indicarle con la mano que estaba bastante borracho. - ¿Repetimos verdad?

— Claro que si Ansu. – Le respondió Pedri, chocando su pecho con su mano. – Venga que te llevo a casa.

Ansu asintió, despidiéndose de los demás con besos y abrazos, siendo llevado por el canario hasta su coche. Los demás los copiaron, prometiendo meter a Valeria en el grupo para concretar la próxima.

Gavi la miró, intentando esconder una sonrisa. No podía negar que le había costado un mundo no mandar a la mierda todo y encerrarse en ese baño sin salir hasta que los gritos de Valeria fueran escuchados por todo el mundo. Pero sabía que tenía que ir despacio: la conocía y Valeria estaría buscando cualquier forma de hacer como si no pasase nada e ignorarlo hasta que la dejase tranquila.

Y Gavi, siendo lo cabrón que es, se encargaría de tocarle las narices y recordarle el efecto que genera en él. Porque dos podían jugar a ese juego, y, sabiendo cuales eran sus puntos débiles, Valeria la llevaba clara.

La nombrada no dijo nada, dándose la vuelta y yendo hasta su coche, seguida del futbolista. Miró hacia arriba, viendo como el cielo se cubría de nubes, avisándola de que en cualquier momento empezaría a llover.

Al entrar en el vehículo y ponerse el cinturón, encendió la calefacción, calentando sus manos. Cuando el joven entró, Valeria encendió el coche, poniendo rumbo a la casa del sevillano. Durante el trayecto no hablaron, pero la mano de Gavi no estuvo quieta, poniéndola sobre el muslo de Valeria poniéndola nerviosa.

— Gavira para. – Dijo, sacando su mano a la fuerza. Lo escuchó reírse, encendiendo el parabrisas al ver que la lluvia empezaba a caer sobre el cristal.

— Pero si no estoy haciendo nada. – Murmuró entre risas el sevillano, mirándola con una sonrisa de falsa inocencia. – Bien que antes no te quejabas.

— Gavi. – Sentenció la joven, sintiendo sus mejillas sonrojarse. El joven rio.

— Ahí está. – Dijo entre carcajadas. Valeria, desviando su mirada, lo observó reírse, viendo los pequeños hoyuelos marcarse en la sonrisa acompañados por el sonido de sus carcajadas y las leves arrugas en sus ojos. Valeria sonrió influenciada al ver la sonrisa del joven.

Ambos se mantuvieron así, escuchando la leve música del coche acompañando al sonido de la lluvia que empezaba a caer con fuerza. A Valeria le encantaba conducir de noche: Barcelona al ser una ciudad tan grande, siempre está a rebosar de gente, sobre todo en la carretera. Y en ese momento, a las cuatro de la mañana, el silencio reinaba sobre el asfalto, pudiendo disfrutar de la conducción de una forma más relajada sin sentir la presión del tráfico matutino. Las luces aún encendidas de las farolas simulando estrellas, el sonido del agua impactar contra las ventanas y la suave melodía era algo maravilloso y Valeria se relajó, olvidando por un momento todas las preocupaciones y suposiciones de lo que podía ocurrir. Se dejó existir, notando las leves caricias del futbolista sobre su piel, provocándole escalofríos.

Al llegar al destino, Valeria aparcó el coche delante del portalón de la casa del jugador. Apagó el motor, ambos quedándose abrumados por el sonido de la lluvia cayendo a gran velocidad sobre el vehículo. Gavi se iba a mojar bueno.

Valeria lo miró, la capucha escondiendo su rostro levemente mientras miraba por la ventana.

— Bueno, nos vemos pronto. – Dijo, haciendo que el joven la mirase. Gavi frunció el ceño.

— ¿Me vas a dejar subir solo? – Protestó. Valeria rio, negando con la cabeza.

— ¿Tienes miedo a la oscuridad o qué? – Le vaciló, viendo una pequeña sonrisa asomar por una de las comisuras de su boca.

— Qué graciosa. Pero necesito tu ayuda para llegar hasta la puerta, creo que el alcohol me ha subido demasiado. – Se excusó el sevillano, poniéndole una cara de pena. Valeria arqueó una ceja. Pero sin ganas de discutir, aceptó, viéndolo sonreír y saliendo del coche.

La joven suspiró, preparándose para mojarse. Aunque ya daba igual, si al llegar a casa se tendría que duchar para sacarse el sudor del cuerpo. Además, las duchas por la noche eran sus preferidas.

Abriendo la puerta del vehículo, la lluvia la mojó al instante, teniendo que quitar el pelo mojado de su cara. Cerró el coche, dando la vuelta hasta chocar con Gavi. Siguió hacia delante, intentando llegar lo antes posible para refugiarse.

Pero como siempre, un brazo la agarró por la cintura, tirando de ella hasta chocar con el pecho de Gavi, el cual sonreía pillo.

— ¡Gavi suéltame que está lloviendo! – Dijo Valeria, intentando separarse sin éxito.

— Pero que sólo es agua listilla. ¿No eres de esas románticas que desean un beso bajo la lluvia? – Vaciló el joven, con una sonrisa burlona. Valeria rodó los ojos con una sonrisa.

— ¿Y quién te ha dicho que deseo un beso bajo la lluvia? ¿Y contigo aún por encima? Deliras Gavira. – Respondió.

Pero Gavi, que había visto la sonrisa en su boca, chasqueó la lengua. La agarró con ambos brazos por la cintura, sujetándola fuertemente para después, sin avisar, levantarla en el aire y dar vueltas.

— ¡Pero qué haces loco! – Gritó Valeria, agarrándose a sus hombros, cerrando los ojos. – Gavi bájame.

— ¡No mientas rubita, que sé que lo estás disfrutando! – Gritó en respuesta.

— ¡Gavi que me bajes! – Volvió a rechistar, escapándosele una sonrisa. Gavi paró, bajándola al suelo sin separase. La capucha que antes lo protegía de la lluvia se había resbalado, dejándolo a la merced del agua que ahora empapaban su pelo y cara.

— ¿Ahora seguro que no quieres ese beso? – Dijo, pestañeando levemente y con la boca entreabierta para respirar.

Valeria estaba cayendo. Pero de forma muy rápida. La vista que tenía, Gavi mojado de los pies a la cabeza, las gotas deslizándose por su cara, colándose por el cuello de la sudadera. Su pelo empapado, empezándose a rizar en las puntas. Y sus pestañas, húmedas engrandeciendo sus ojos. Estaba pillada, y después de lo ocurrido en la fiesta, estaba jodida. Joder si lo estaba.

— No gracias. – Respondió, recibiendo una sonrisa socarrona. Los brazos que aún la sostenían de la cintura la apegaron a él, mientras el joven empezaba a balancearse levemente, marcando un suave ritmo entre ambos. - ¿Qué haces? – Murmuró la joven, notando el aire empezar a faltarle.

— Dejarme llevar. – Murmuró él de vuelta, acercando su rostro al suyo. Valeria exhaló.

— No podemos y lo sabes. – Susurró de vuelta, cerrando los ojos al notar su nariz rozar la suya.

— ¿Pero si no podemos porqué se siente tan bien? – Susurró él, rozando sus labios con los de ella haciendo que los entreabriese. – Solo hoy, déjate llevar.

Y Valeria una vez más, hizo caso. Lo besó, sintiendo la lluvia cayendo sobre ellos, empapándolos por completo. Sintió las manos tan características de Gavi sobre su pelo, enredándolo y sosteniendo su cabeza inclinada para poder besarla mejor.

Quién lo diría, Gavi besándola debajo de la lluvia a las cuatro de la mañana en la calle. Valeria no sabía qué depararía las semanas venideras, pero sabía que jamás olvidaría los labios de Gavi sobre los suyos, mojados por las gotas de agua.

Pero el beso no pudo durar para siempre: el cielo empezó a tronar, el agua cayendo en torrente. Ambos rieron, corriendo hasta la casa del menor agarrados de la mano. Al entrar, se quitaron las chaquetas, Valeria admirando la gran estructura: obviamente al ser un futbolista, la casa iba a ser inmensa. A la izquierda del recibidor estaba la cocina, amplia, moderna y de color blanca. Y para el otro lado el comedor que más hacia el fondo daba con el sofá y la amplia cristalera que conectaba el gran jardín. Y en frente, la gran escalera que para cuando subió vio que daban para el pasillo de las habitaciones.

— Vete a ducharte. – Dijo al joven, que le sonrió, guiñándole un ojo.

— Hay ropa limpia en ese armario de allí. – Señaló, pasando por su lado. - ¿Segura que no quieres acompañarme? – Susurró en su oído, mordiendo el lóbulo en el proceso.

— No, tira. – Rio Valeria, empujándolo levemente. Gavi negó sonriendo, dirigiéndose al baño.

Valeria cogió un chándal gris limpio, investigando las otras – sorprendente vacías – habitaciones, encontrando otra ducha para poder refrescarse y cambiarse la ropa, sintiéndose mucho más a gusto con el chándal puesto.

Peinándose el pelo con un peine que había encontrado, se miró al espejo. ¿Qué estabas haciendo Valeria? Ni ella misma lo sabía. Pero como Gavi le había dicho, solo era una noche, porque según él, conducir a esas horas era muy peligroso (viniendo del que aún no se sacó el carné).

Al salir del baño, viendo la habitación amueblada y decorada, se preguntó el porqué no había nadie. Sabía la existencia de la hermana del joven por todos los vídeos que le salían, y Gavi sólo tenía dieciocho años recién cumplidos. ¿Acaso vivía solo a tan temprana edad? Aunque Valeria no tenía mucho que decir, siendo ella un año más mayor y estando en las mismas condiciones.

Siguió el sonido de la ducha, entrando en la habitación del sevillano: parece ser la más grande de todas, contando con una cama king-size, un vestidor con millones de zapatillas (cómo no), y lo que suponía el baño. Pero lo que más le llamó la atención fue las camisetas enmarcadas en las paredes de diferentes diseños tanto del Barcelona como de la Selección. No había fotos ni cuadros enmarcadas, haciendo que frunciera el ceño. ¿No tenía ni una foto con sus padres?

— No creo que esto sea el baño, rubia. – La voz a sus espaldas la asustó, girándose para dar con el futbolista. Joder, tendría que haber aceptado la oferta de acompañarlo. El pelo mojado, caía sobre su frente despeinado, su torso húmedo con las gotas deslizándose sobre él, colándose debajo de la toalla agarrada en su cintura, recorriendo las líneas en "V" que se le marcaban. La boca se le hizo agua. – Mis ojos están aquí arriba por si se te olvidó. – Se burló, secándose el pelo con otra toalla. Valeria pestañeó, mirándola con furia, sintiendo sus mejillas rojas.

— Vístete anda, no quiero traumarme aún más. – Replicó, cruzándose de brazos.

— Ya, haremos que te creo ¿sí? – Murmuró, guiñándole el ojo para desaparecer en el vestidor.

Valeria suspiró, sentándose en el borde de – la muy cómoda – cama, pasándose las manos por la cara. Estaba cansada, después de ir a un partido para después acabar en una fiesta y dejándose llevar, Valeria sentía que podía dormirse en cualquier sitio.

Gavi salió del vestidor con unos pantalones cortos del barça y sin camiseta. Al ver a la joven sobre la cama, sonrió, acercándose hasta ella.

— Venga, métete en la cama que ya son casi las cinco. – Pronunció la actriz, sorprendiéndose al solo recibir un asentimiento del jugador. Gavi acató las órdenes, quitando el edredón y deslizándose sobre el colchón. Valeria lo observó, murmurando un "buenas noches" para encaminarse a la puerta.

— Valeria. – La llamó Gavi. La actriz se giró, muriéndose de ternura al verlo tapado hasta el cuello. - ¿No me vas a dar mi beso de buenas noches? – Pidió, formando un leve puchero con los labios. Valeria rodó los ojos.

Pero no se pudo resistir, acercándose de nuevo a la cama para sentarse al lado del joven, besándolo en la frente.

— Eh, ese no vale. – Se quejó el menor. Valeria rio, besándolo en los labios, deleitándose en los dedos de Gavi enredándose en los mechones de su pelo que se le cayeron para delante. – Ahora sí, buenas noches. – Murmuró sobre su boca. – Te pediría que te quedases aquí, pero sé que aún no estás preparada.

Valeria rodó los ojos, alejándose a la puerta escuchando su risa de fondo.

— Buenas noches Gavira, ojalá te muerdan en tus sueños. – Dijo, abriendo la puerta y encaminándose a otra habitación para por fin poder descansar, aunque sea al menos unas horas. Porque sí, el insomnio volvió a hacerle compañía, dejándola despierta en una casa ajena y solo durmiendo alrededor de tres horas.

────────────

Cuando su móvil sonó, alertándola de una llamada, Valeria ya estaba despierta. Cogiendo el dispositivo, suspiró antes de aceptar, preparándose para el sermón de Begoña.

— ¡Valeria! Qué bien que me coges el teléfono por una vez. – La voz de su representante la saludó, notando en ella un leve rastro de rabia. Joder, empezamos bien el día.

— Buenos días a ti también Begoña. – Dijo sarcásticamente.

— Déjate de tonterías que hay mucho que hacer. – Valeria se tiró en la cama, pasándose las manos por su cara. No había dormido nada y podía notar sus párpados rígidos donde se le empezarían a marcar sus queridas ojeras que tendría que tapar con maquillaje. No vaya a ser que alguien la vea de otra forma que no fuese perfecta.

Porque ese era el tema: Valeria toda su vida había sido educada con que tenía que ser la perfección y sencillez en persona. No podía dejar que las demás personas la vieran de otra forma, que cometiera un solo error. Sus padres la inculcaron en el arte de la apariencia, de la máscara de quita y pon. La joven creció con una sonrisa de doble cara, una para la cámara y otra para el público. Recuerda a su madre, diciéndole lo guapa que era y que para poder triunfar y ser alguien, tenía que mantener esa belleza. Porque si la vieran siendo Valeria, el personaje de Valeria dejaría de existir. Y no podía dejar pasar eso después de años creando su fama alrededor de esa persona, de esa mentira.

Valeria no sabía muchas veces cual de las dos era, quien se escondía detrás, quien está detrás de todo ese disfraz. Porque esa Val, esa niña inocente, dulce, que quería ser como su padre, ya no estaba. Se habían encargado de corromperla hasta que solo fuera un vago recuerdo, un fantasma de alguien que fue.

Por lo que mirándose en el espejo en frente a la cama, se tragó todo lo que le quería soltar a Begoña, sonriendo y dejando salir a la actriz que cautivaba a las cámaras, la joven deseada por media España, la dulce e inocente Valeria.

No sabía qué hacer. La charla con su representante había ido tal cual lo había predijo: se encargó de remarcar sus errores, sin importarle que ella y Gavi eran trend topic en Twitter. Begoña le dijo que había hecho un buen trabajo en el partido, creando y afianzando los rumores de ambos, creando un nivel de popularidad haciendo que varias marcas la hubiesen contactado.

— No la cagues Valeria. – Dijo secamente. – Esto es por Gavi y por su bien, tú solo eres la acompañante. – Finalizó, cortando la llamada.

Valeria se tragó las ganas de vomitar. Pues claro que todo era por el futbolista. Su representante sabía lo mal que lo había pasado en sus relaciones antiguas, desde cuernos hasta abusos. Pero claro, no vaya a ser que ella sea la quien lo cague.

Bajó al piso de abajo, preparándose un café sin leche y azúcar, negro. Se sentó en el sofá, bebiendo el líquido hirviendo. Begoña ya la había repasado su agenda para este mes, la entrega de los Golden Boy como el más importante. Según su representante, ella ya había hablado con Martín, acordando que Valeria acompañaría a Gavi a la celebración, oficializando la relación entre ambos.

Valeria sabía sin siquiera preguntar que el sevillano no estaba al tanto de la decisión, y que, igual que ella hizo, se quejaría para evitarlo.

Que, hablando del rey de Roma, no sabía si estaba despierto. Eran recién las diez de la mañana, y habiendo vuelta de la fiesta a las cinco de la mañana y borracho, no se levantaría hasta pasadas las doce del mediodía.

La fiesta. Joder la fiesta. Begoña obviamente no sabía nada, pero Valeria no tenía ni puñetera idea de que hacer con referente a esa noche, a ese momento en el baño. Obviamente no iba a negar que no le gustó. Valeria no recordaba haberse corrido con tanta fuerza como esa noche. Y, sobre todo, jamás se esperaría que fuese Gavi el que le diese ese orgasmo. Claro que tenía cara de que follaba bien, solo tenías que mirarlo. Pero Valeria sabía que estaban de puntillas sobre el precipicio. No podía volver a pasar.

Por mucho que se estuviese empezando a encojonar con el tipo, la próxima vez no saldrían igual de victoriosos. Podía mantener contacto físico con él, ya sea la razón el contrato o para calmar su atracción. Podía ser cariñosa, actuar como su novia. Pero ser más íntimos como esa vez, solo en sus sueños.

Una cabeza en su cuello la sacó de sus pensamientos: aspirando su olor, sabía que era él. Girando un poco su rostro, pudo ver a Gavi, apoyado con sus manos en la espalda del sofá, escondiendo su cara en el cuello de la joven.

El sevillano se había despertado por la luz que entraba por las amplias ventanas de su cuarto, maldiciéndose por no haberse acordado bajar los estores. Levantándose a duras penas, se lavó los dientes, haciendo una mueca al sentir la resaca golpearle en la frente. Al acabar, revisó las habitaciones, buscando algún indicio del paradero de la rubia que lo tenía atado. Al no encontrarla, bajó las escaleras, sonriendo levemente al verla sentada en el sofá. Se acercó despacio, deleitándose en la suavidad de su piel entrando en contacto con su cara, aspirando más su olor y sintiéndose más relajado.

Valeria no pudo evitarlo: pasó su mano por su pelo recién levantado, enredando sus dedos en los mechones marrones, notando su cuerpo relajarse aún más contra el suyo. Sonrió inconscientemente, con su otra mano acariciando la cara del sevillano.

— ¿Has dormido bien? – Preguntó, recibiendo un murmullo afirmativo contra su cuello. La joven lo dejó estar, notándolo recorrer su piel con su nariz, provocándole escalofríos.

— ¿Tú me has echado de menos? Porque yo desde luego que sí. – Susurró Gavi, sonriendo al escucharla bufar.

Se quedaron ambos así, disfrutando del silencio de la mañana, dándose mimos a su forma. Gavi, cansándose de no poder tocarla bien, dio la vuelta al sofá, tirándose encima de la joven, agarrándola de la cintura y volviendo a esconder su rostro en el hueco de antes, deleitándose en poder tenerla tan cerca.

Valeria, respirando después de quedarse sin aire cuando se lanzó sobre ella, rodó los ojos. Era como un bebé. Lo observó, apoyado en su pecho con los ojos cerrados, respirando pausadamente con el flequillo pegándosele a la frente.

Pasó sus manos por su pelo de nuevo, peinándolo, escuchando un gruñido de placer, notándolo relajarse por completo encima de ella. Al intentar peinar los delicados mechones que se pegaban a su frente, notó lo caliente que estaba esta. Estaba ardiendo. Valeria frunció el ceño besando su frente para comprobar.

— Gavi. – Murmuró, recibiendo un murmullo. – Gavi estás ardiendo. Creo que tienes fiebre. – Dijo, recordando el beso bajo la lluvia. Quien podía decir que había tenido un beso bajo la lluvia, y, por si fuera poco, con Pablo Gavi.

El joven ni se inmutó. Se encontraba en ese momento después de levantarse donde podías volver a quedarte dormido, el aroma y calor de la joven arrullándolo en un sueño. Y sus manos, joder sus manos. Gavi nunca pensó que algo le podría generar tanto placer. Pero sentir los dedos de Valeria recorrer su pelo y acariciarlo, hacía que su cuerpo se relajara por completo, dejándose llevar por el cansancio.

En cambio, la actriz, expulsó aire por la boca, dejándolo descansar, sabiendo que hoy por la tarde tenía entrenamiento. Notando como el futbolista cayó rendido ante el sueño, sacó su móvil, revisando sus redes sociales y correos de varias marcas, apuntando y aceptando los diferentes shootings para campañas en su calendario.

No pudo evitar mirarlo dormir: su pelo igual de despeinado que siempre, sus párpados cerrados haciendo que sus pestañas descansaran sobre sus mejillas. Su boca, levemente abierta y su cara aplastada contra el pecho de la joven, dándole incluso pena a la joven de despertarlo. Pero estaba ardiendo, y sabiendo lo cabezón que era, tenía que tomarse algo si quería ir a entrenar por la tarde.

— Gavi. – Murmuró, acariciando su mejilla levemente, empujándolo suavemente. – Venga, tómate algo para bajarte la fiebre.

— Hmm, no quiero. – Murmuró en respuesta, aferrando su agarre y restregándose contra su pecho.

— Me da igual, no quiero aguantarte como una lapa porque te encuentras mal. Tómate algo y después puedes dormir un poco más. – Negoció, viéndolo mirarla con los ojos levemente entrecerrados por el sueño. Asintió, levantándose de encima de ella, yendo a la cocina y aceptando el vaso de agua que le ofrecía, tomándose la pastilla.

Con Gavi a sus espaldas, subieron de nuevo hasta la habitación de Valeria, el joven volviéndose a meter en la cama mientras la joven bajaba los estores levemente para que no le molestara la luz. Sentándose en la cama, apartó el pelo de su flequillo de nuevo, sonriéndole dulcemente.

— Duerme un rato, luego seguro que te encuentras mejor. – Susurró, recibiendo un asentimiento del joven.

— ¿Te quedarás hasta que me despierte? – Murmuró Gavi, haciendo ojitos. Valeria lo pensó, rindiéndose y tumbándose a su lado, haciendo que no perdiera ni un segundo en pegarse a ella, volviendo a esconder su rostro en su cuello.

Y así, ambos se quedaron, disfrutando del calor del otro. Y por fin, Valeria pudo dormir, anclándose a Gavi y dejando su mente en blanco, siendo libre de que los sueños la arropasen, y que, por unas horas, nada ni nadie estuviese encima de ellos.

Pero no estaba preparada para lo que estaba por venir.

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author's note
no lo he releído porque no quiero que me dé vergüenza JAJJAJA
pero tengo que admitir que es mi capítulo mejor escrito hasta ahora (menos el final que me costó un poco más, pero *chef kiss)
un capítulo LARGO para un tiempo porque empiezo la uni y ya tengo millones de cosas que hacer y cuando llego a casa estoy muerta 😩
espero que de verdad os guste, os pediría que para el próximo capítulo me comentéis más en este, porque veo muy poca interacción con la historia y eso hace que no tenga ganas de continuarla :/ (mínimo 40 comentarios para próxima actualización)
por último, me gustaría agradecer a ohmonamour por darme la motivación entre otras cosas para escribir tanto, eres todo lo que está bien amiga, muchas ganas de que leas mis historia ;) <3
y ahora si, me despido hasta un tiempecito cuando tenga para escribir!
pd: queréis que ponga avisos al principio del capítulo en cuanto al tema de contenido explícito?

playlist de esta historia: https://open.spotify.com/playlist/7zycUq0CvXrF5bZH031Q3p?si=0BExktgHSoybH5Z9st2b4g

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