༉‧₊˚✧꒰𝓒𝐚𝐩𝐢𝖙𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟑.*・。゚

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❝amigas.❞

❛;las amistades surgen de manera imprevista, cuando menos lo piensas estás rodeado de personas especiales. ੭ೃ༉
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Debía admitir que los nervios que sentía ahora se habían convertido en aburrimiento, la ceremonia de apertura era igual a la de su antigua escuela, como si todas se hubieran sincronizado para decir lo mismo. Siempre daban el mismo aburrido discurso sobre que cada esfuerzo que estaban haciendo darían grandes frutos en el futuro, presentaban a los maestros, daban varias reglas que debían seguir para evitarse problemas, indicaciones de dónde quedaba cada lugar; como la biblioteca, la enfermería, etc, etc.

Al terminar todos fueron enviados a sus respectivas clases. Amaya buscó el letrero que debería contener la letra de su clase, sonrió para sus adentros cuando dió con él. Buscó un asiento libre, para su suerte varios estaban vacíos por lo que podía elegir a gustó propio. Se decidió por uno colocado en las últimas filas, no era fan de sentarse al frente, muchas miradas la llegaban a poner incómoda.

Dejó su mochila en su nuevo pupitre, quedando a la espera del que sería su nuevo maestro o maestra, recostó su cabeza encima de sus brazos ─los cuales estaban cruzados para mayor comodidad─. A su lado derecho había una niña de cabello negro igual que ella; la única diferencia es que tenía sus ojos de un hermoso color lila y se veía algo rellenita, cosa que a Sasaki le pareció muy tierna, delante de está misma había otra de cabellos castaños oscuros y ojos verdes similares a un par de esmeraldas. A la pelinegra le parecieron agradables, ya que se mantenían en silencio a diferencia de los demás que no paraban de parlotear como loros, por lo que decidió ir a hablarles, le había prometido a su abuelo que haría amigos y cumpliría con eso.

──Hola ──saludó desde su asiento, su voz emanaba serenidad llamando la atención de ambas niñas que voltearon sus cabezas al mismo tiempo en su dirección, solo con la diferencia que la de orbes lilas se sobresalto un poco y la de los verdosos no dijo nada, no hizo falta que se levantará, desde su lugar se podía hablar con perfección──, soy Sasaki Amaya ¿Y ustedes?.

Ambas se miraron entre sí algo confusas ante el repentino saludo de la niña, no podría ser de una clase vecina que fue transferida a su salón, es más, nunca la habían visto a esa niña en años anteriores; a pesar de que muchos niños iban a esa institución, debieron toparse con ella alguna vez, cosa que no era así. La de cabellos castaños oscuros analizó por un momento a Amaya, no veía alguna mala intención en ella, le pareció del tipo de persona en el cual se podía depositar confianza con seguridad de que no sería traicionada, eso le dijeron sus ojos los cuales la mayoría de veces daban en el blanco. La mejor forma para descubrir sí su suposición era correcta, era presentarse y hablar con ella.

──Ōku Midori ──se señaló a si misma sin mucha emoción, su semblante no cambió ni un poco, mantenía su cara de manera neutral. Era del tipo de persona que prefería escuchar lo que los demás iban a decir que hablar, bastante reservada, pero cuando hablaba solo era con la pura verdad.

──N-noguchi Nanami ──respondió entre pequeños tartamudeos llenos de timidez, bajó su cabeza mientras miraba sus dedos algo temblorosos, la de apellido Ōku le hizo una seña de que debía calmarse, no había porqué temerle a la de ojos azulados. Hablar con personas nuevas siempre le resultó difícil y eso no pasó desapercibido a los ojos de Amaya.

──Un gusto Ōku-chan, Noguchi-chan. Espero que lleguemos a ser muy buenas amigas, claro... Si quieren entablar una amistad conmigo ──rascó su mejilla con algo de nervios, había notado que ambas ya se conocían, no quería incomodar la amistad que tenían con su presencia.

──No es ninguna molestia, Sasaki-chan ¿O si quieres nos llamamos por nuestros nombre de pila? Para que no se te haga raro, nosotras dos nos llamamos por él ──le relató Midori con simpleza o lo que Nanami asintió con timidez su cabeza ante las palabras de su amiga, si ahora iban a ser amigas lo mejor sería ir formando un lazo de confianza.

──Por mí está más que perfecto ──las comisuras de sus labios se elevaron formando una gran sonrisa, en su primer día había hecho amigas, eso sí que no se lo esperaba, era un paso más grande de lo que pensó y eso la aliviaba.

Como dicen por allí, el tiempo pasa volando. Medio año ya había pasado desde que se vino a vivir a Tokio con sus queridos abuelos, también desde que ingresó a la primaria e hizo dos amigas, todo le parecía tan irreal, se habían vuelto casi inseparables. Por un momento dudó en que llegaría a encajar. No había vuelto a intentar socializar, pues estaba más que agradecida con ellas dos, no es cantidad es calidad y con ellas se había ganado la lotería completa. Además que su relación con que abuelos había crecido, sus pesadillas ya se extinguieron, ahora vivía más tranquila, con la esperanza de que algún día volvería a ver a su madre.

──¿Cómo fuiste capaz de confundir la sal con el azúcar? ──arqueó una ceja intentando guardar sus ganas de reír, pero a la de orbes esmeralda se le hizo imposible no hacerlo, contagiando a la Sasaki.

──No es mí culpa que tengan el mismo color y casi la misma fina contextura ──se defendió con un argumento bastante válido, inflando sus mejillas ante las risitas de sus amigas, haciéndola ver adorable.

──¿Y te tomaste la leche salada ──cuestionó bastante interesada en su respuesta, obviamente con un tono burlesco en sus palabras, le dió un último sorbo a su malteada de fresa para tirar el envase en el basurero más cercano. Aveces la de ojos lilas era demasiado despistada, perdería su cabeza si no la tuviera pegada a su cuello.

──Por supuesto que no ──negó con sus manos antes de que volvieran a estallar en risas──, tuve que dársela a mi gatito, se la bebió sin dejar nada en su plato, cualquiera que la viera diría que no le doy de comer.

Siguieron caminando tranquilamente por los pasillos de la escuela, con algunas risas en el camino, amaba pasar tiempo con ellas. Ya les faltaba poco para llegar a la salida y disfrutar del refrescante aire fresco que brindaba la naturaleza. Amaya se percató de algo importante y les pregunto:

──¿Quieren que las acompañe a la parada de autobús? Hoy salimos un poco más tarde de lo normal y podría ser peligroso ──eran cerca de las cinco y media de la tarde. No quería que nada malo les pasará cuando ella no estaba allí para hacer algo; vivían en direcciónes completamente opuestas. Estaba segura que con Midori no había problema; está sabía lo básico sobre defensa personal, la que realmente las preocupaba a ambas era Nanami.

──No te preocupes May-chan, estaré bien, se que lo dices por mí y mis temores. Aún el sol no se oculta, llegaré sin ningún problema ──intentó calmarlas, adoraba a esas chicas, su preocupación por ella era genuina y no le hacían comentarios hirientes sobre su físico.

──¡Nada de peros! Las acompañaré hasta la estación, no es ningún costo para mí, además... ──antes de articular las últimas palabras de su oración, sintió unas inmensas ganas de orinar, ¿por qué le pasaba justamente después de pasar un maldito baño?. Hizo una mueca bastante extraña, cruzando sus piernas para retener sus ganas, no quería dejar un charco, era antihigiénico y asqueroso──. Chicas, esperenme afuera, vuelvo en un momento.

Salió corriendo a la velocidad de un rayo, dejando a sus acompañantes más divertidas de lo que estaban, obedecieron la petición de la azabache caminando hasta la salida. Amaya por su lado agradeció al cielo cuando diviso el baño que hace unos minutos habían pasado, entro rápidamente dejando su mochila en una esquina, haciendo sus necesidades. Cerró la puerta del baño con una expresión bastante relajada, sentía su cuerpo más aliviado, ¡no volvería a tomarse dos malteadas seguidas!. Lavó sus manos y las secó con una pequeña toalla que siempre llevaba en su mochila.

Tomó su mochila; colocándola en su hombro, dispuesta a encontrarse nuevamente con sus amigas, hasta que un cosquilleo en su nariz comenzó a molestarla, soltando un pequeño estornudo, sabía de antemano que aquello no era bueno, tenía un agudo sentido del olfato, por lo cual, si su nariz picaba y tras eso soltaba un estornudo era una señal de que algo pasaría, y no nada bueno.

Preocupada, corrió hacia afuera de la institución, lo primero que llegó a su mente fueron Midori y Nanami. Desesperada al no encontrar rastro alguno se alarmó, hasta que el olor del suave perfume de Nanami llegó a sus fosas nasales indicándole que no estaban tan lejos, estaba completamente agradecida con ese perfume.

La escena enfrente de ella fue suficiente para que apretara sus puños con fuerza y sus dientes rechinaran, estaba molesta, eso era poco, estaba furiosa. En uno de los tantos callejones de ese lugar se encontraban un grupo de seis chicos
─uno de ellos tirado en el suelo─ que por sus apariencias robustas eran de secundaria, en el suelo estaba su amiga azabache lloriqueando al no poder hacer nada en su defensa mientras la castaña oscura tenía varios raspones alrededor de su cuerpo, había peleado y eso era evidente.

──Solo eres pura palabrería, igual de patética que tus hermanos mayores, ser un fracaso es de familia ¿no lo creen? ──preguntó con burla a los chicos que lo acompañaban, los cuales asistieron, eran despreciables con solo el hecho de haber atacado a dos niñas──. Y pensar que todo esto es por culpa de esa maldita cerda gorda ──señaló con descaro a la de orbes lilas, provocando más llanto de su parte, se sentía inútil, quería defenderse por si sola──. ¿Acaso solo sabes llorar? Son unas patéticas, dan vergüenza.

Midori iba a responderle, no tenían derecho a decir esas cosas. Ella le importaba muy poco sus comentarios pero sabía que a Nanami le afectarían, ella era muy sensible, pero no podía hacer nada más, le dolía horrible el abdomen por un golpe proporcionado hace unos minutos atrás, la voz de cierta chica resonó en todo el lugar, voz que solo trasmitía furia.

──¡Dejen a a mis amigas en paz ──demandó señalandos, todos comenzaron a reír por la impertinencia de la niña. Si alguien tocaba a sus seres queridos, no importaba si eran mayores o más fuertes que ella, lucharía sin importar que.

──¿O si no que? ¿Nos obligaras a pintarnos las uñas?

Aquello colmo su paciencia. Con su dedo pulgar trono uno por uno sus demás dedos provocando un crujido, aquella acción solo la hacía cuando verdaderamente estaba furiosa.

──Nami, Miri ──las nombradas la voltearon a ver──, salgan de aquí, ya aguantaron mucho, es mí turno de tomar el asunto en mis propias manos. Por favor pónganse a salvo, estaré más aliviada si sé que están lejos de estás escorias ──les dedicó una sonrisa sincera, sabía que eran incapaces de abandonarla pero debían hacerlo, ella podría soportar unos cuantos golpes.

No muy convencidas decidieron obedecer la petición de Sasaki, la azabache ayudo con algo de dificultad a pararse a su amiga de ojos color esmeralda, cuando por fin estaban a una distancia prudente comenzó a prepararse para pelear, porque esa era la mejor razón, aquellos tipos no entenderían razones, se debía arriesgar a pelear con personas mayores que ella, era la primera vez que se enfrentaba a chicos de secundaria ─los cuales se veían intimidantes─ sus antiguas peleas fueron con personas dos, tres hasta cuatro años mayor como máximo.

──Es hora de terminar con estos cobardes que atacan a un par de niñas indefensas que no habían nada más que ir a casa ──expresó escupiendo el suelo, juntó sus puños dando pequeños brincos a los lados demostrando que estaba lista para el primer ataque.

Su respiración era cada vez más agitada por el exceso de movimiento que tuvo que hacer, el cuerpo le pesaba demasiado como si estuviera hecho de plomo; sus extremidades ya se estaban cansando, por su frente corrían varias gotas de sudor mezclándose con un poco de sangre que salió de nariz por culpa de un impacto que su rostro hizo contra el suelo.

Tenía razón, pelear contra tipos mayores que ella fue un gran problema, resultó con varias heridas ─para nada graves pero si algo dolorosas─ alrededor de todo su cuerpo, por puras penas si pudo mantenerse de pie contra esos sujetos restantes, le habían dado una golpiza pero los dejo inconscientes, aveces la mejor manera de ganar no es solo envíar golpes ponentes al azar, es dar un golpe certero en el lugar correcto, eso le había enseñado Lea.

Sus abuelos le darían un buen regaño por su aspecto tan demacrado, le costaría una eternidad llegar a su casa con el dolor que sentía cada vez que intentaba moverse, lo mejor era tomar algún taxi, sí, eso iba a hacer para evitar el viaje tortuoso.

Sin embargo, escuchó a sus espaldas como dos de los tipos que creía inconscientes se levantaban con el afán de proporcionarle un golpe lleno de furia por haber pedido contra ella,"malditos sin vergüenza que atacan por atrás cuando más indefensa estoy" fue lo que pensó Amaya trás ver sus intenciones, lástima que no podía moverse y defenderse por lo débil que quedó de la pelea anterior, no era tan fuerte como pensó, lo único que podía hacer era esperar aquel impacto que le dolería hasta el alma... pero no sucedió.

Todo pasó en cámara lenta ante sus ojos como si el tiempo se hubiera detenido por unos instantes donde solo él se podía mover con tanta presión, una cabellera rubia como los mismos rayos del sol fue lo primero que pudo divisar. Un niño de aparentemente su misma edad le había dado una fuerte patada en el rostro al tipo dejándolo inconsciente al momento, ella ni en sus sueños hubiera hecho algo así de increíble, en los ojos de Amaya se reflejó un brillo de la sorpresa o admiración que sentía en ese momento, pero no venía solo ya que otro niño rubio con un tatuaje lo acompañaba, este mismo había golpeado al sujeto restante.

──¿Qué clase de cobardes atacan por la espalda? No tienen nada de dignidad par de escorias ──los miró por encima del hombro con desagrado el mismo chico de la patada, se acercó a la azabache a pasos calmados mientras chupaba una paleta, inclinando su cuerpo pues la niña estaba tirada en el suelo──. Estuviste muy increíble, pero no lo suficiente, ahora el gran "Mikey" te acaba de salvar, de nada.

Eso fue lo primero que le dijo, resonando en sus oídos a la vez que estremecía su pecho; nunca olvidaría esas palabras. Amaya no le importó para nada el tono un poco arrogante que utilizó el chico al hablar, la había salvado sin siquiera conocerla, tal vez porque no estaba acostumbrada a que alguien hiciera ese gesto hacia ella, siempre había sido al revés, esa pequeña acción significó mucho al punto que se sentía en deuda pero no solo eso, hizo que llamara más su atención por saber más sobre él.













































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MEMES TIME


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NOTA AUTORA:
¡Holiwis! Nuevo cap y con la aparición de mikey <3.

Tuve que adelantar un poco el tiempo para no aburrirlas, si me pongo a escribir todo la historia de Amaya sería re larguísimo, además que ellas dos son las protagonista de los fanfics de Chifuyu y Baji, las demás aparecerán más adelante.

Además que vieron que Amaya no siempre gana en las peleas, ha llegado a perder muchas veces pero aún así intenta no rendirse y seguir adelante.

Una cosita más, me hice una cuenta en tiktok por si gustan seguirme. Pueden encontrarme como: _ackerblue_

Espero que haya sido de sus agrados, voten y comenten, se les quiere muchísimo 💕.






sayōnara 🦋🌾.

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