༉‧₊˚✧꒰𝓒𝐚𝐩𝐢𝖙𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟓.*・。゚

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❝una mañana como cualquier otra.❞

❛;a veces los momentos más simples son los que en un futuro recordamos con más nostalgia.੭ೃ༉
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Amarraba su ahora largo cabello que
había crecido bastante desde que era una niña; formando dos coletas bajas con una diadema blanca como adorno en este mismo, desde que su abuela le dijo que le encantaba como se miraba con el cabello de ese estilo decidió dejarse ese peinado. Dió una pequeña vuelta frente al espejo para asegurarse de que su uniforme estuviera todo en orden, a pesar de usarlas desde la primaria aún se le hacía un poco extraño verse con faldas, literalmente su clóset está lleno de puros pantalones de diferentes estilos y unos cuantos vestidos que le regalaron, la comodidad ante todo, tampoco le molestaba usar alguno, habían unos que le parecían muy hermosos.

Su vista azulada fue a dar a su cama que aún estaba desaliñada, para no darle más trabajo a su abuela decidió ordenarla, rápidamente extendió el cubre colchón, acomodó la almohada y dobló las sábanas. Desconectó su celular del enchufe en el cual estaba cargando, miró la hora notando que aún era temprano, ella y su mala costumbre de despertarse antes de tiempo lo cual es dos horas antes, la única ventaja es que le daba bastante tiempo de sobra para hacer una pequeña parada especial en casa de ciertas personitas.

Sintió como su celular emitía una pequeña vibración que indicaban la llegada de dos nuevos mensajes, ni si quiera tuvo que ver su aparato para saber de quiénes se trataban los mensajes. Las únicas personas que le escribían los "buenos días"  tan temprano y sin falta eran: Nanami y Midori, no podía evitar sonreír, esas chicas sin dudas eran muy importantes para ella. Ambas muchachas vivían en la misma cuadra e iban a la misma institución, por ende viajaban juntas, a diferencia de la Sasaki que tuvo que ir a otra escuela por escasez de cupos, pero eso no era impedimento para verse después de clases o cuando tenían tiempo libre, sin mencionar las llamadas que se hacían.

Cerró la puerta de su habitación para luego dirigirse a la cocina encontrándose como siempre a los dos ancianos; uno sentado mientras leía el periódico en espera de su comida y una preparando el desayuno para su esposo, nunca se aburriría de aquella rutina mañanera, los momentos que pasaba con ellos por más sencillos que fueran eran de sumo valor para Amaya, pues desde el momento que la recibieron no la dejaron de apoyar, cuidar, aconsejar y sobre todo brindarle amor incondicional, el cual es fundamental para la creación de un ambiente familiar.

Aún recuerda la vez que resultó toda herida por culpa de unos tipos de secundaria ─de lo cuál no se arrepentía ya que pudo cuidar a sus amigas de una golpiza─ y que si no fuera por un dúo de rubios que la salvaron en el momento indicado, posiblemente hubiera resultado con algo más grave en su cuerpo, además que uno de ellos la llevó a su casa y el hermano mayor de este mismo la curó al igual que su hermanita menor. Vaya sorpresa que se llevó cuando al llegar a la residencia Sano y le prestarán el teléfono para avisarle a sus abuelos que no sé preocuparan por ella al no llegar a casa; más con lo tarde que era, terminó enterándose que el abuelo de Manjiro y el de ella ya se conocían. Por lo que Issey le contó, entrenaron juntos en el mismo dojō convirtiéndose en grandes camaradas, claro que después perdieron el contacto entre ellos, no dudo ni un momento en que ese día su nieta pasará la noche en dicho lugar.

La cabecera de la familia Sasaki siempre iba a estar agradecido con aquella familia por aquel bondadoso gesto que tuvieron con la azabache sin pedir nada a cambio, ni hablar de Ume, ella no dudo en prepararles una gran canasta llena de diferentes postres en agradecimiento, más porque noto como su esposo muy en el fondo se alegro de volver a saber de su viejo amigo.

Issey era un hombre bastante difícil de tratar, ganarse su confianza es todo un reto, sin embargo, cuando alguien era de su agrado no dudada ni un minuto en esa persona, el señor Sano fue de las pocas personas que llegaron a ser de su completo agrado, por lo que confíaba en el nieto de este cuyo nombre es Manjiro para ser amigo de su pequeña Amaya, cabe recalcar que el rubio le demostraba a diario cuanto apreciaba a la adolescente, que la protegerían con su propia vida si es necesario, con esas acciones provocaron una vista buena al mayor, pasando por alto que fuera líder una pandilla y que de esta misma su nieta no solo formaba parte, si no que ayudó a formarla.

Ay, los jóvenes de hoy en día son más complicados, con cada generación inventan cosas nuevas. Saludó a los dos mayores que le devolvieron el saludo al instante, tomó asiento y comenzó a comer los panqueques que su abuela hizo especialmente para ella, hasta se había tomado la molestia en hacerlos con forma de corazón con miel y una pequeña fresa encima, está doña la consentía demasiado, se iba a mal acostumbrar a esos pequeños gestos.

─Abuela ¿Aún quedan dorayakis ─cuestionó dándole la última mordida a su panqueque, el día de ayer tuvieron tiempo de sobra que aprovecharon para preparar varios tipos de dulces, no era un misterio que Ume amaba preparar todo tipo de recetas de cocina; más a menudo se le veía haciendo postres, por lo que no se resistió a enseñarle todo tipo de trucos culinarios a su nieta.

─Me saludas a Sano-kun de mi parte ─contestó con tranquilidad, la palabra dorayaki era como una clave para decirle que visitaría al rubio o en ese sentido lo había tomado ella. Lo cual sorprendió un poco a la azabache que no había mencionado sus intenciones anteriormente.

─Ni siquiera he dicho que lo iré a ver ─expresó Amaya en su defensa bebiendo un poco de jugo de naranja, que bueno que se lo dijo antes de comenzar a tomarlo o sino lo hubiera escupido de la impresión, lo cual hubiera sido bastante cómico.

─No hace falta palabras cuando vemos tus acciones, no hay que ser tan listo para darse cuenta que nos ibas a pedir permiso para ir a despertar a ese dormilón y ver a Emma, no es la primera vez que lo haces. ─sorbió su taza de café restándole importancia, Amaya soltó una pequeña risita ante tal afirmación, la conocían demasiado bien.

─Entonces ¿Puedo ir? ─sonrió levemente esperando una respuesta, sabía que no sé lo negarían pero no está demás pedir su autorización, la educación ante todo.

─Por supuesto, además que así puedes hacer que lleguen puntualmente a la secundaria ─Ume veía como algo positivo la influencia de Amaya sobre Manjiro, a pesar de que ella también se involucraba en peleas era lo suficientemente responsable para asumir las consecuencias y madura para llegar a afrontar la situación, ya no era aquella niña pequeña que saltaba sin pensar a la acción. Ume al igual que Issey veían un brillante futuro en su nieta por lo decida que era, cuando comenzaba algo lo hacía hasta terminarlo.

Bajó de su bicicleta dejándola parqueada en un extremo de la casa, se quitó el casco de seguridad que posaba en su cabeza ─el cuál tuvo que usar por petición de su abuela─ para luego ir a darle tres suaves toques a la puerta, espero unos segundos para que alguien llegara a abrirla, escucho unos pasos al fondo acercarse, su sonrisa se amplió al ver de quién se trataba.

─¡May-chan, que alegría verte! ─se abalanzó a los brazos de la azabache brindandole un fuerte abrazo. Emma quería mucho a Amaya, ella fue la primera amiga sincera que tuvo, no, más que eso, la quería como una hermana mayor a pesar de no poseer lazos sanguíneos, y también la incluyó en su grupo de amigas, conociendo a personas que no lo iban a juzgar o le temerían por ser hermana menor de Mikey, ya que este no cargaba con una bonita reputación─. Pasa adelante.

─También me alegro de verte Emma
─quitó sus zapatos y se colocó un par de pantuflas para entrar─. ¿Lista para ir a la escuela? ─aunque fueran a instituciones diferentes, Amaya algunas veces acompañaba a la joven hasta cierto punto donde ambos caminos se separaban, en otras ocasiones iban en grupo con sus otras amigas. Además que la rubia al ser la única mujer de la casa hacia la mayoría de las tareas domésticas, por lo que la azabache siempre le tendía una mano cuando podía.

─Ya casi, solo me falta lavar algunos platos y... despertar a Manjiro ─dijo lo último bajando sus brazos con pesadez, su hermano no solo era fuerte sino que dormía como un oso en invernación y despertarlo era tan difícil como querer partir una roca a la mitad con una tijera.

Amaya se ofreció a ayudarle para que fuera más tranquila a lo cual Emma no objetó para nada, aquella ayudadita le había caído muy bien, la azabache sabía en carne propia lo difícil que era no tener unos padres presentes en el hogar, que te cuidarán, regañaran cuando estuvieras haciendo algo mal y que te dieran amor, por suerte sus abuelos estaban cubriendo ese agujero en su vida, aunque no se los dijera se los agradecía de corazón. Saludó con una reverencia al abuelo Sano, este mismo le devolvió el saludo con una sonrisa para luego salir a quien sabe donde.

Al terminar de enjuagar los últimos trastes ─gracias al gran trabajo en equipo por parte de ambas─, Amaya notó que la rubia aún tenía sus cabellos desaliñados, le causó ternura verla de aquella manera. En ese instante recordó que siempre llevaba un cepillo guardado en su mochila en caso de emergencias, lo buscó entre sus cosas y cuando por fin lo encontró se acercó a la menor de los Sano para así comenzar a peinarla. Emma no pudo evitar sonreír por ese pequeño acto, Amaya le transmitía ese dulce sentimiento de hermana mayor protectora similar a... Shinichiro, su semblante sereno transmitía mucha paz como las las gotas de lluvia cayendo suavemente al pavimento por la tarde, además que la apoyaba con su problema con el amor, por más que intentaba llamar la atención de Draken este no era capaz de captar una maldita indirecta más clara que el agua.

─Listo ─miró con orgullo su creación, le había hecho una trenza baja similar a la de cierto rubio con complejo de poste de luz por su gran tamaño. No era una experta en hacer peinados, pero hacia el intento─. Ahora solo falta uno más ─con ese "uno más" la rubia supo a quien se refería, desde que a Manjiro le comenzó a crecer el cabello de manera un poco exagerada la azabache se encargaba de peinarlo, pues a petición de esta misma no sé lo cortaba ya que le asentaba muy bien ese estilo.

Unos golpes en la puerta trasera de la casa acompañando de un "Mikey despierta, llegaremos tarde si no te apuras"  llamó la atención de ambas muchachas. Amaya le dió un leve empujón a Emma para que fuera en dirección del chico y no solo eso, que fueran juntos por todo el camino hasta su instituto mientras ella le mostraba su linda trenza, no había mejor oportunidad que esa para pasar tiempo con el chico del cual estaba enamorada.

─Dile a Draken que no sé preocupe, yo me haré cargo de Jiro, por lo tanto por petición mía debe dejarte en la puerta de tu instituto o yo misma le voy a dar una patada en las pompis por no cuidar de tí como se debe ─le relató su idea con una mirada complice por enmedio, desde hace sabía de la química de sus dos amigos, sin embargo ninguno se atrevía a dar el siguiente paso de manera directa, algo muy injusto cuando hacían una hermosa pareja.

Sin otra opción obedeció a la petición de la de orbes azulados como el cielo. Amaya soltó un suspiro con una risita, si Nanami estuviera a su lado seguramente se habría narrado una completa historia como en las telenovelas con una sonrisa triunfante al ver que al fin los protagonistas hacen algo romántico; ella era bastante fan del romance a tal punto de viciar a sus demás amigas a los mangas shōjo. Miró el reloj de pared de la cocina notando que aún tenía 40 minutos de sobra, debía dejar de despertarse tan temprano, a veces deseaba tener la capacidad de dormir como un tronco de Manjiro.

Se dirigió al garage que era la habitación de Manjiro con algunas modificaciones de su parte para darle un tono más acogedor, Amaya iba con la esperanza de por lo menos ver al rubio despierto, lo cual fue una total ilusión. Ladeó su cabeza divertida al ver el estado que se encontraba; tenía un pie fuera de la cobija mientras el otro estaba colgandole de la cama, con una mano abrazaba a su fiel manta y la otra la tenía extendida, ni hablar de su cara; de su boca colgaba un hilo de saliva mientras su cabello desordenado tapaba sus ojos, ni hablar de los pequeños ronquidos que salían.

─Jiro, despierta ─le habló al oído mientras lo removía un poco, siendo sus intenciones de hacerlo abrir los ojos nulas─. ¿Qué voy hacer contigo? ─se preguntó a si misma al solo recibir algunos quejidos adormilados del muchacho. Una magnífica idea llegó a su cabeza, no iba a fallar─. Si despiertas te daré unos deliciosos dorayakis.

Y como si esas hubiera sido palabras mágicas o alguna clase de orden que lo obligaba a despertarse, el rubio abrió sus ojos al toque, lo primero que su oscura mirada pudo divisar fueron unos orbes azulados tan hermosos como el mismísimo cielo, con una sonrisa tan sincera que te hacía no querer dejar de verla, si era un sueño no quería despertar nunca de él.

─Hasta que por fin despiertas, debes ir a cambiarte esa pijama por tu uniforme que ya está listo. El abuelo Sano salió, Emma se fue con Draken, por lo tanto solo esos nosotros, así que  me tendrás que acompañar al instituto hoy quieras o no ─Amaya le explicó en un breve resumen todos los acontecimientos que transcurrieron en el corte tiempo desde que llegó, Manjiro aún estaba medio dormido, haciendo un pequeño esfuerzo por procesar todo.

─Buenos días Ya-chin ─de todas las palabras existentes en el mundo eso fue lo mejor que pudo decir. Llevó su mano a su boca soltando un bostezo soñoliento.

─Veo que no tienes remedio ─soltó una pequeña risita contagiando al rubio.

─Bueno, bueno, me daré prisa para que  no llegues tarde y tengas el honor de viajar conmigo ─bromeó a lo que Amaya cruzó sus brazos levantando una ceja ante tales palabras, elevando más el buen humor del chico quien se estiró para luego dirigirse al baño. No lo iba a admitir en voz alta, pero le gustaba cuando la azabache lo despertaba para irse juntos, aunque la parte de estudiar le quitaba toda la diversión, muchas veces hasta dormido se quedó en plena clases, siendo Draken quien lo despertara.

Para Manjiro la simple presencia de la joven era de las mejores cosas de su día, en los momentos más difíciles que sentía que el mundo se le venía encima como un tsunami a una ciudad, destruyendo por completo sus cimientos, allí estaba ella para tenderla la mano y salvarlo de ahogarse. Era su pequeño rayo de luz enmedio de tanta espesa oscuridad. Por eso mismo, esos días que parecían ser cotidianos, para él tenían mucho más valor.














































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MEMES TIME












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;;¡buenas mis bellas personitas! Nuevo cap recién salido del horno, también un poquito más largo de lo usual. Espero que no les moleste, me deje llevar escribiéndolo xd.

;;a partir de aquí ya iré metiendo más partes del anime/manga, claro que habrán muchas partes hechas por mi para no aburrir la lectura, sería un poco aburrido y/o repetitivo leer lo mismo que sucedió Tokyo revengers con la única diferencia que hay oc's incluidos.

;;estoy súper emocionada con esta pareja y su relación tan linda. Quiero un final feliz para mi wawa (cry in el manga) y Amaya será quien se lo tendrá que dar <3.

;;cuídense, tomen agua, disculpen cualquier falla de ortografía, no se olviden de votar y comentar.

sayōnara 🦋🌾

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