05 | the dark baptism

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𝕮apítulo 𝕮inco ☪
El Bautismo Oscuro

—¡AAAHH! ¡HABÉIS VENIDO! —grita Roz una vez que ve a Selene, Sabrina y Harvey. Ella instantáneamente envuelve a las chicas en un abrazo de grupo, claramente feliz de que hayan cambiado de opinión y decidieron venir. A pesar del hecho de que la casa está llena de una tonelada de niños que Selene no conoce, la casa huele a alcohol, y hay música a todo volumen, ella siempre ha amado una buena fiesta—. ¡Estáis guapísimas! También, ¡feliz cumpleaños, Sabrina! ¡Pasad, pasad! ¡Las bebidas están en la cocina! ¡Creo que Susie está allí!

—¡Me voy a por una copa! —Selene lanza un beso volado a Sabrina y Harvey antes de abrirse paso entre la multitud de personas hasta la cocina. Tan pronto como llega allí, ve a Susie sentada en el mostrador de la cocina, con una bebida en la mano. Está usando un esmoquin negro, y su pelo negro está peinado hacia atrás. Pero es la capa lo que realmente enfatiza su disfraz de vampiro—. ¡Su!

—¡Selene, pudiste venir! —Susie jadea, viendo como Selene agarra una copa. Luego le da a Susie un abrazo de lado, sabiendo que podría ser la última vez que abrace a su amiga.

—Demonios, claro que lo hice —asiente Selene, sorbiendo su bebida—. ¿Cuándo me he perdido yo una fiesta?

Susie se ríe, sin siquiera pensar en su respuesta.

—Nunca. He tenido que escaparme, pero es lo bueno de vivir en una granja. Mi padre se acuesta a las ocho.

Selene sonríe antes de morderse el labio nerviosamente.

—Así que, he querido preguntarte... ¿te encuentras bien? Ya sabes, después de todo el incidente con esos imbéciles del equipo de fútbol.

—¿Sinceramente, Selene? —Susie ríe—. No sé por qué, pero estoy deseando la revancha.

—Bueno, no sé si eso es una buena idea —Selene sacude la cabeza, pero la rubia rojiza no puede evitar reírse de su amiga.

—¡Chicos! —Roz irrumpe en la cocina—. ¡Venga, vamos a mover esos cuerpos!

Selene sonríe, antes de ofrecer a Susie su mano.

—¿Quieres bailar?

—Por supuesto —responde Susie, cogiendo la mano de la chica antes de seguir a Roz a la sala de estar, donde una gran multitud está bailando al son de la canción The Monster Mash.

Selene pasa los siguientes treinta minutos bailando varias canciones de Halloween y charlando antes de que Roz entre en la sala de estar sosteniendo un pastel de cumpleaños. Instantáneamente ve a Sabrina y Harvey, y empieza a cantarle Feliz Cumpleaños a Sabrina. Una vez que Selene y Susie se acercan, se dan cuenta de que el pastel que una vez decía Feliz Halloween, ahora dice Feliz Cumpleaños Sabrina.

Cuando todo el mundo termina de cantar, Sabrina tiene lágrimas en los ojos.

—Como sois...

—No llores —Roz sacude la cabeza, sin tener idea de que esas lágrimas no son sólo porque Sabrina está feliz. También es porque está triste porque tiene que dejar atrás a sus amigos—. ¡Pide un deseo!

Sabrina hace contacto visual con Selene, y en el momento en que sus ojos se encuentran, Selene asiente con la cabeza alentadoramente. Sabrina fuerza una sonrisa antes de cerrar los ojos, pedir un deseo, y luego soplar sus velas de cumpleaños.

Entonces la fiesta se reanuda, y todo el mundo comienza a bailar. Selene, sin embargo, aleja a Susie del grupo.

—Susie, tengo que decirte algo...

La expresión feliz de Susie vacila rápidamente al ver la sombría expresión facial de Selene.

—¿No puede lo que sea que vayas a decirme esperar hasta mañana? Nos estamos divirtiendo mucho.

—Yo también me estoy divirtiendo, pero esto no puede esperar —admite Selene, antes de que se incline hacia delante y abrace a Susie con fuerza—. Es solo que... las cosas entre Sabrina y yo se pondrán realmente agitadas pronto. ¿Puedes prometerme que pase lo que pase no me odiarás?

Tan pronto como las palabras salen de la boca de Selene, los ojos de Susie se abren en total confusión.

—Selene, ¿por qué iba a odiarte? Eres mi mejor amiga, y te quiero.

—Yo también te quiero, Su —Selene sonríe, alejándose de Susie—. Pero algunas cosas son-

La interrumpen una vez más mientras Roz trata de llamar la atención de todos.

—¡Atentos, que empieza! ¡Venga, vamos al jardín! ¡Rápido!

Todo el mundo entra en el jardín para ver que la luna de sangre, y una vez que ella la mira, Selene se da cuenta de lo tarde que es.

—Oh, mierda.

—¿Qué? —pregunta Susie, viendo como Selene revisa su reloj, dándose cuenta de que Sabrina y ella tienen que estar en su bautismo oscuro en menos de media hora.

—T-Tengo que irme, pero te llamaré más tarde —declara Selene, buscando frenéticamente con la mirada antes de ver a Sabrina a unos metros de distancia con Harvey. Ella instantáneamente empuja a través de la multitud, antes de agarrar la mano de Sabrina—. Brina, tenemos que irnos. Ya.

Sabrina asiente, antes de devolverle a Harvey su chaqueta.

—Yo-eh... me tengo que ir.

—¿Cómo? —susurra Harvey con decepción—. Ah, lo de tus tías. Yo os llevo.

—No. No —afirma Sabrina con firmeza—. No puedes. Pero... te quiero, Harvey. Siempre te voy a querer.

Luego se inclina hacia adelante y besa a Harvey con pasión. Selene espera un momento antes de tirar de la mano a Sabrina.

—Brina, vamos a llegar tarde.

Sabrina entonces se aleja de Harvey, dejando que Selene la lleve a su coche. Selene salta al asiento del conductor de su Mustang mientras Sabrina entra y se sienta el asiento del pasajero. Tan pronto como Sabrina cierra su puerta, el dúo pasa en frente de la entrada de la casa de Roz y acelera en dirección a su casa.

Pero no conducen a la casa. En su lugar, aparcan el coche de Selene al costado de la carretera y saltan hacia fuera, inmediatamente corriendo en dirección a donde cerca de un centenar de brujas y brujos están esperando por ellas.

Selene se quita el sombrero de bruja, ya que ella y Sabrina corren tan rápido como sus piernas pueden, sabiendo que casi llegan tarde. Pero por suerte, llegan justo a tiempo.

Selene lo sabe, porque a medida que se acercan, el vestido blanco de Sabrina empieza a volverse negro. Tan pronto como el vestido de la chica Spellman se vuelve completamente negro, el dúo atraviesa un arco de llamas azules. El fuego se acerca terriblemente a sus cuerpos, pero en realidad nunca toca a ninguna de ellas.

Varias brujas y brujos hacen su cántico a medida que Sabrina y Selene atraviesan las llamas. Tan pronto como Selene pone los ojos en Hilda y Zelda, se dirige directamente hacia ellas, sabiendo que esto es algo que Sabrina tendrá que hacer por su cuenta.

—Bienvenida, Hija de la Noche —Faustus se pone en pie para saludar a Sabrina—. ¿Quién entrega a esta joven para su bautismo impío?

Selene, Hilda y Zelda se ponen detrás de Sabrina.

—Nosotras, Su Excelencia.

Entonces Zelda frunce el ceño mientras mira a Sabrina.

—Llegas tarde a tu bautismo. Qué dislate —niega con la cabeza y luego fulmina con la mirada a Selene—. Tu único trabajo era asegurarte de que no llegara tarde.

—Ella no llegó tarde —replica Selene—. Casi llega tarde. Hay una diferencia.

Hilda ignora sus disputas, y le sonríe a su sobrina.

—Estás preciosa, cariño.

—Desvestidla —ordena Faustus. Selene suelta un suspiro antes de caminar hacia Sabrina, desabrochándole la parte de atrás de su vestido. Sabrina respira profundamente mientras su vestido cae hasta sus tobillos, dejándola sólo con su camisón blanco de seda. Sabrina entonces da un paso más cerca de Faustus, manteniendo su cabeza alta.

»Nos hemos reunido aquí, en este bosque, en presencia de nuestro Señor Oscuro, con las almas, vivas y muertas, de nuestro aquelarre: La Muy Impía Iglesia de la Noche. Arrodíllate, hija.

Sabrina hace lo que se le dice mientras Selene mira ansiosamente. Entonces, Faustus sumerge su pulgar en un tazón de sangre y luego toca la frente de Sabrina, dejando la marca de una cruz al revés.

—El Señor Oscuro nos enseña. Haz tu voluntad. Será toda la ley. El Señor Oscuro pregunta: ¿Quieres ser feliz, hija? ¿Ser libre? ¿Libre para amar y para odiar? ¿Para ser como te hizo la naturaleza, solo fiel a sus leyes y a ti misma?

—Sí, Padre.

—¿Crees en Lucifer, el arcángel, que prefirió renunciar al Cielo que su orgullo? —pregunta Faustus.

—Sí, Padre.

—A cambio de tu fé, se te concederán poderes que te permitirán servir... al Señor Oscuro —Faustus respira—. Sabrina Edwina Diana Spellman... ¿estás dispuesta a renunciar al Camino de la Luz y a seguir el Camino de la Noche te lleve a donde te lleve?

—Lo estoy.

—¿Y estás dispuesta a anteponer al Señor Oscuro a los demás, ya sean seres queridos, familia, amigos, o vecinos? —continúa Faustus.

Ante esto, Sabrina palidece.

—Lo... —se detiene y vuelve a mirar a Selene, que siente que no puede respirar. Ve la duda en los ojos de Sabrina, y no puede dejar de pensar en cómo podría terminar esto. Pero una vez que Sabrina ve la expresión de la cara de Selene, hace una pequeña mueca—. ...estoy.

—Es la hora de firmar en el libro —informa Faustus, ayudando a Sabrina a ponerse en pie. Luego la lleva a un escritorio improvisado, donde está abierto el Libro de la Bestia. Faustus agarra una cuchilla antes de cortar la mano de Sabrina. La chica gime de dolor, antes de que una visión pase por su mente, la misma visión que Selene tuvo hace unas noches de las trece de Greendale. Sabrina intenta mantener la calma mientras Faustus vierte un poco de su sangre en el libro, para que pueda firmar su nombre.

—Al firmar el Libro de la Bestia, juras obedecer sin excepción cualquier orden que recibas del Señor Oscuro, o de cualquier figura de autoridad que él haya dispuesto.

Ante esto, Sabrina queda desprevenida.

—Eso no es lo que me dijo.

—Al firmar el Libro de la Bestia, juras consagrar mente, cuerpo, y alma al cumplimiento de los designios de nuestro Señor Satán. 

—Dijo que tendría libre albedrío —susurra Sabrina, casi inaudiblemente. Pero Selene pudo escuchar a la chica Spellman claro como el día, y no la sorprende cuando Sabrina deja caer la pluma y se aleja de Faustus—. No puedo hacerlo.

—Debes —Faustus entrecierra los ojos hacia Sabrina.

—Sabrina —Zelda deja escapar un suspiro—. Ni se te ocurra.

—¿Cielo? —Hilda levanta una ceja confundida. Entonces, las brujas comienzan a cantar de nuevo, pero Selene permanece en silencio, esperando a ver lo que hará Sabrina a continuación.

Cuando Sabrina se echa a correr hacia el bosque, Selene está entre el grupo que la persigue. Pero a diferencia de la mayoría de las otras brujas, Selene está dotada de transmutación, un poder que permite a una bruja moverse instantáneamente de un lugar a otro sin ocupar físicamente el espacio intermedio. Y es por este poder que Selene vuelve a la casa de los Spellman justo antes de que llegue Sabrina.

Sabrina, por otro lado, está gritando frenéticamente por Ambrose y Selene. Los dos primos se encuentran con Selene en el medio, y cuando lo hacen, Sabrina se inclina, tratando de recuperar el aliento.

—Ambrose, no te-- no te vas a creer... lo que ha pasado.

—Ya me imagino, prima —Ambrose señala detrás de las chicas. Sabrina y Selene se vuelven para ver a todo el aquelarre caminando hacia la casa. Y en el centro del frente del grupo está el padre de Selene.

—Oh, mierda. Estamos jodidos —murmura Selene, sabiendo que ella y Sabrina están en una mierda profunda, porque cada decisión que Sabrina hace refleja el bien o mal en Selene.

—Debes firmar en el Libro de la Bestia mientras siga brillando la luna de sangre —grita Faustus exasperado.

Sabrina levanta la vista hacia la luna, antes de sacudir la cabeza.

—No lo haré. Hay otro camino para mí, igual que lo hubo para mi padre y mi madre. Un tercer camino. Y, aunque no lo haya, ¡me llamo Sabrina Spellman, y no me voy a consagrar a nadie!

Esto parece enfurecer a Faustus, porque cierra el Libro de la Bestia tan fuerte que Ambrose se estremece. Entonces, las brujas comienzan a caminar hacia la casa, pero Selene inmediatamente se pone delante de Sabrina.

—Un círculo protector rodea esta casa, y ningún brujo o bruja que yo no quiera que pase puede atravesarlo. Cualquiera que se atreva a hacerlo arderá, así que les sugiero que se larguen de aquí de una maldita vez.

Pero cuando ninguno de ellos se mueve, Selene entrecierra los ojos al grupo.

—¿Acaso no fui clara? ¿O quieren intentarlo? Porque me encantaría ver cómo arden sus malditos cuerpos.

Faustus fulmina con la mirada a su hija antes de retirarse, y tan pronto como lo hace, las otras brujas y brujos le siguen. Hilda y Zelda se quedaron boquiabiertas en la escena antes de pasar el círculo ilesas, cuando siguieron de largo, Selene deja escapar un suspiro que estaba conteniendo.

—¿Cuándo le has puesto el círculo protector a la casa? —exige Ambrose, sin tener conocimiento de esto.

—Tengo dieciséis, no soy estúpida —Selene se vuelve para enfrentarse a él—. Pensé que un día como este llegaría. Simplemente no esperaba que fuera tan pronto.


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