11 | cursed

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𝕮apítulo 𝕺nce ☪
Maldecida

—NO LA VAS A RESOLVER NUNCA —declara Nick unas horas después. Selene lo había localizado en el pasillo de la academia para preguntarle si podía conseguir uno de los diarios del padre de Sabrina de la biblioteca. Lo cogería ella misma, pero su padre sabría de inmediato que lo hizo ella para intentar ayudar a Sabrina a resolver la configuración.

—No es para mí, es para Sabrina —le aclara Selene, metiendo la Configuración en su mochila—. Debe de haber algo en uno de esos diarios que pueda ayudarla a resolver esto. Así que, por favor, ayúdame a conseguir uno de los diarios.

—Si nos pillaran, que nos pillarían, nos expulsarían de la academia.

—No si yo le digo a mi padre que fue idea mía —exclama Selene—. Fácilmente podría sacarte del problema- ¡Ah!

—¿Estás bien? —pregunta Nick, mientras Selene deja caer su mochila, aferrando su mano. Cuando ella la mira, ve que tiene tres quemaduras corriendo por su mano. Mientras la rubia rojiza tenía la mirada fija en la mano, los ojos de Nick se abren al darse cuenta de otra cosa—. Selene, te sangra la nariz.

Selene se toca la nariz con cautela, y, efectivamente, la sangre está saliendo de su nariz y se está deslizando hasta sus labios. Con su mano buena, lanza su mochila sobre su hombro y corre tan rápido como puede hacia el vestuario de las chicas.

—Alguien me ha echado una maldición —la chica exhala con furia mientras empuja la puerta del vestuario de las chicas. Nick se apresura a ir tras ella, pero se da la vuelta una vez que la chica empieza a quitarse la ropa.

Ni siquiera se preocupa de si el azabache la ve completamente desnuda mientras se quita los zapatos y deja que su vestido caiga al suelo. Finalmente se quita la ropa interior, y usando sus poderes, abre el agua de la ducha. Lo único que le importa ahora mismo es eliminar la maldición.

Se coloca debajo del grifo, permitiendo que el agua fría corra por su piel, y tira de la cortina de la ducha para cerrarla detrás de ella, para luego comenzar a frotar su piel con brusquedad.

Si estoy maldita, con el agua se quita. Si estoy maldita, con el agua se quita. Si estoy maldita, con el agua se quita.

Una vez que ha terminado de frotarse, se asoma por la ducha, dándose cuenta de que Nick todavía seguía ahí. Él la mira preocupado, y levanta una ceja mientras le ofrece una toalla.

—¿Te encuentras bien?

—Ahora sí —Selene respira hondo, viendo cómo la quemadura en su mano termina de curarse. Pero luego lleva su mirada hasta su vestido—. Pero mi ropa no. Tendré que quemarla.

—Iré a buscarte otro atuendo —dice Nick antes de teletransportarse a la habitación de la chica. Él le agarra una sudadera, junto con unos vaqueros, y un par de botines negros con tacón. Una vez que regresa, se vuelve a dar la vuelta, y deja que ella se ponga la ropa que le consiguió.

Una vez vestida, irrumpe en la gran habitación donde duermen la mayoría de las alumnas de la academia. Las únicas personas que podría pensar que querrían maldecirla son las Hermanas Fatídicas, y no se sorprende cuando encuentra a las tres brujas sentadas en sus camas.

—¡Vosotras tres sois increíbles!

—Oh, ¿qué te ha molestado tanto esta vez? —pregunta Prudence, cerrando su libro de golpe con cansancio.

—¡No te hagas la tonta! —sisea Selene, sin darse cuenta de que Prudence en realidad no sabe de qué está hablando.

—No me hago la tonta —remarca Prudence, divertida—. Si hago algo, lo reconozco con orgullo.

—Oh, ¿entonces es sólo una coincidencia que poco tiempo después de que te estrangulara, alguien me eche una maldición? —replica Selene, completamente inconsciente de que la chica que lo hizo está más cerca de lo que cree—. ¿Y también es otra coincidencia que las tres hayan maldecido a Sabrina hace solo un par de semanas?

—Por muchas ganas que tenga de maldecirte, no fui yo, ni tampoco mis hermanas —bromea Prudence—. Te has equivocado de chicas.

—No te creo.

—No me importa si no me crees —Prudence se encoge de hombros, aburriéndose rápidamente de la conversación—. No fui yo, y esa es la verdad.

—¡Estás mintiendo! —sisea Selene, disparando su mano hacia adelante, y abofeteando a Prudence con dureza. Prudence deja escapar un sorprendido grito de dolor, antes de entrecerrar los ojos hacia ella.

—Zorra asquerosa —Prudence bufa antes de que su puño impacte contra la mandíbula de Selene. A pesar del dolor que crece rápidamente en su mandíbula, Selene no muestra ningún signo de dolor.

De hecho, ella sonríe antes de inclinarse hacia adelante y agarrar a Prudence por los hombros, tirándola al suelo. Prudence, sin embargo, usa sus poderes para hacer tropezar a la rubia rojiza, y una vez que Selene cae al suelo duro, ella rueda hasta la parte superior de la chica, envolviendo sus manos alrededor de su garganta.

Selene jadea de dolor, agarrando su garganta. Antes de que se le agote el oxígeno, entrecierra los ojos mientras mira a Prudence, usando sus poderes para prender fuego el pelo de la chica.

Las Hermanas Fatídicas chillan del miedo mientras Prudence se aparta de Selene y se levanta de un salto. Nick, sin embargo, es el primero en hacer algo ya que utiliza sus poderes para detener el fuego.

—¡Ya es suficiente!

—Vale, no creo que hayamos eliminado del todo la maldición —declara Nick, agachándose y pasando el brazo de la rubia rojiza alrededor de sus hombros—. Vamos, te llevaré de vuelta a la casa de los Spellman. Tal vez ellos puedan curarte.

—Lo que acaba de pasar no tiene nada que ver con la maldición, esa zorra recibió lo que se merecía.


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