Cinco

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Jaxon.

Había hecho mal uso de las palabras y ahora Cassie se lo había tomado como un reto.
Y cuando eso ocurría no había nada que pudiera hacerla cambiar de opinión.

La verdad era que ella podía hacer lo que quisiera, acostarse con cinco, veinte hasta con cincuenta chicos y al final solo sería su decisión, pero es que me preocupaba un poco y eso que no me preocupaba por nadie salvo de mi madre y hermano. Era importante, era la única chica a la que podía considerar amiga real y sin querer llevármela a la cama... había superado esa fase hace tiempo.

Después de la clase, cuando me disponía a salir, el maestro Gray me llamó. Maldije dentro de mí, la verdad era que jamás había sido bueno en las ciencias. Esperó a que todos hubiesen salido para hablarme.

—Creo que sabes el porqué te llamé —aseguró, vaya que si lo sabía, había reprobado los dos últimos exámenes y si no me ponía a estudiar probablemente me sacarían del equipo, perdería la beca deportiva y mi vida se iría a la basura. Ya lo sabía.

—Me pondrá un tutor, ¿cierto? —pregunté alzando una ceja.

Mi profesor, un hombre de baja estatura pero con mirada severa asintió en confirmación. —Quiero ayudarte. Tengo una estudiante de la carrera de psicología, es la mejor de mi clase y creo que podría ayudarte mucho. —Escribió en un pedazo de papel y me lo tendió.

Giovanna Brown. Tel. xxxx xx xxxx

Oh no, jodida mierda, ¿Por qué ella?

—Ah señor Gray, yo conozco a esta chica —dije inseguro.

El hombre sonrió, —Ah que bueno, más fácil entonces.

—No, ese es el problema señor, me odia, me detesta, me aborrece. Si yo muriera quemado y ella estuviera ahí, seguramente no lo apagaría sino que bailaría sobre mis cenizas —me quejé.

—No exageres muchacho, esto es sobre tu futuro y sino pones de tu parte sabes lo que pasará —advirtió y asentí.

—Debe de haber alguien más.

Él lo meditó un momento, pero luego tomó su maletín y me ofreció una sonrisa amable. —Si quieres aprobar, tomarás mi consejo. Suerte.

Lo ví marcharse y arrugué el pedazo de papel en mi mano. ¿Y Cassie? Ah pero claro, ella también era una cerebrito, seguramente sabía ciencias. Será mejor preguntarle, ni loco pediría ayuda a su amiga desquiciada. Al menos yo aún conservaba dignidad.

Caminé con los ánimos abajo por los pasillos hasta que salí al exterior, varios estudiantes se paseaban y se sentaban sobre el césped para estudiar o platicar, entonces caí en cuenta de que hace tiempo que yo no hacía eso. Entre los entrenamientos, el deber de ser el quaterback e intentar no morir con las demás materias, mi vida social se había reducido de forma enorme.

Antes, tenía una chica diferente cada dos días, ahora si acaso tenía una cada semana. Entonces caí en cuenta de que comprendía un poco a Cassie; no podía imaginarme a mí sin tener nada de acción por meses.

—¡Ey Jax! —Oliver llegó a mi lado y nos saludamos con la mano—. ¿Vas a casa?

—Tengo que estudiar —solté abatido.

—De acuerdo, estudia por la tarde ya que en la noche hay fiesta —anunció y fruncí el ceño.

—¿En dónde? —quise saber.

—En mi fraternidad —dijo con obviedad y lo sopesé.

—No lo sé, tengo que esforzarme o suspenderé.

—Bueno si decides ir me mandas un texto, las gemelas Parker irán y preguntaron por ti.

—Sabes que no repito polvos. —Puse los ojos en blanco.

—Con la amiga de Cassie te acostaste más de una vez —recordó y resoplé.

—Mi mayor error. —Me detuve y asentí—. Si decido ir te avisaré —prometí antes de despedirme y caminar a casa. A veces me gustaba dejar mi auto y caminaba para despejarme o relajarme.

Cuando llegué Cassie estaba en la cocina preparando algo, el olor que emanaba me hizo sonreír, era lasagna mi favorita. Si había algo que me gustaba de vivir con ella, era cuando cocinaba, yo no servía ni para cocer un huevo, sabía que si estuviera solo mis dietas solo se basarían en cereal o sopas instantáneas.

—Huele delicioso —alabé asomándome y me sonrió. Su cabello corto estaba recogido en una media coleta, lo que dejaba unos mechones sueltos e iba en vaqueros y blusa holgada. Lo más raro de Cassie, es que siempre se veía bien sin esforzarse—. ¿Celebramos algo de lo que no estoy enterado?

—No realmente, solo quise cocinarte algo —contestó quitándose el mandil. La observé sin creerle hasta que levantó sus manos rendida—, bien, sí hay algo que quiero que hagas por mí.

Entorné los ojos y junté las palmas de mis manos en espera.

—Un chico me invitó a una fiesta esta noche pero le prometí a Gio que la ayudaría a buscar un libro, ella no puede ir porque tiene prácticas en un consultorio, pero no tengo tiempo de ir a comprarlo y...

—Quieres que lo consiga yo —deducí y asintió—. Sin problema —aseguré con una sonrisa y me abrazó.

—Gracias gracias, eres el mejor —canturreó y la estreché contra mí mientras reía. Pero entonces caí en cuenta de algo.

—¿Fiesta en la fraternidad Delta kappa? —interrogué y asintió extrañada—. ¿Qué chico te invitó? —La curiosidad era grande en esos momentos.

—Ah ya lo has visto, es el rubio del otro día en el bar, se llama Tommy.

—¿El amigo del nerd que se la pasó hablando de cómics? —Mi incredulidad era notoria.

—El mismo, pero sé que este chico es diferente. Creo que hoy será mi noche —me confió pero algo no me daba buena espina.

—Que casualidad, a mí también me invitaron, Oliver me refiero, él vive ahí —expliqué de repente, ella conocía a mi amigo pero nunca habían socializado en realidad, solo se saludaban de lejos y cuando yo iba con él.

—¿Vas a ir?

No iba a ir tenía que estudiar, pero si iba solo una hora no le haría daño a nadie, ¿o sí? . —Quizá. No te preocupes conseguiré el libro para el diablo.

—No le llames así —me regañó rodando los ojos y me encogí de hombros restándole importancia. Iba a ir a mi habitación para comenzar a estudiar en lo que salía la lasagna pero entonces me acordé de las palabras del señor Gray.

—¿Qué tal te va en las ciencias? —hablé de pronto.

Cassie se extrañó y entonces miró la mochila y los libros en mis manos. —¿Vas a reprobar?

—No si me esfuerzo mucho, pero necesito un tutor —admití, pareció sopesarlo unos momentos para luego afirmar con la cabeza.

—No soy la mejor pero me defiendo, si quieres puedo echarte una mano —se ofreció y fui para plantarle un sonoro beso en la frente.

—Gracias, te debo la vida. —Me reí al ver que se limpiaba el rostro con molestia.

—¡Me dejaste baba! —Escuché su regaño cuando ya me había metido en mi dormitorio. Amaba molestarla, solo yo sabía cuánto detestaba que alguien dejara saliva en su cara.

Dejé la pila de libros sobre mi escritorio y suspiré de cansancio, todavía no empezaba y ya sentía la mente abrumada.
Sin embargo al parecer el destino se apiadó un poco de mí y mi teléfono sonó en mi bolsillo. Sonreí, era mamá.

—¡Ey que sopresa! —saludé al contestar mientras me lanzaba en la cama con los pies estirados.

—Solo llamo para saber cómo estabas, ¿cómo está Cassie? —contestó alegre.

—Bien. Bueno se deprimió un poco cuando rompió con su novio, pero ya lo superó —confesé. Siempre le había tenido mucha confianza y no solo yo sino también mi amiga, sabía que no le molestaría en absoluto que se lo dijera.

—Ah, ¿El cara de ardilla? —Se rió. Mi madre lo había conocido porque una vez los invitó a la cena navideña pasada, los tres nos habíamos ido juntos de viaje y es que tanto la familia de Cassie como la mía vivían en la misma ciudad.

—El mismo.

—¡Qué bien! Si te soy sincera nunca me agradó. Ahora puedes conquistarla tú —canturreó y me reí. No tiene remedio. Ella siempre había pensado en que Cassie y yo haríamos buena pareja, mi padre antes de morir de cáncer también había creído que nos casaríamos y no sé qué tantas cosas. Nunca me enfadaba por eso, siempre me tomaba las cosas con gracia, la que sí se incomodaba era mi amiga.

—Somos amigos —recordé.

—¡Entonces será mi novia! —Ese grito del fondo era de mi hermano menor.

—No le gusta cambiar pañales —me burlé.

—¡Tengo quince! —soltó indignado—. Ya basta Alex —Esa había sido mamá.

—¿Cómo va el trabajo? —Cambié de tema.

—Pesado, me ha tocado cubrir algunos turnos en el hospital ahora que Joselyn tuvo a su bebé. —Ella era enfermera y siempre trabajadora, algo que yo estimaba mucho—. ¿Cómo vas en la escuela? —preguntó después y me tensé.

—Excelente, no te preocupes que mi beca está intacta —mentí sentándome—. Hablando de eso debo irme, tengo que estudiar.

—¡Salúdanos a Cassie y abrígate bien! —exclamó.

—Lo haré, los quiero —me despedí.

—Y nosotros a ti. —Alcancé a oír antes de colgar, suspiré aliviado, ella no tenía porqué enterarse de que me iba mal en clases, no más preocupaciones de las que ya tenía.

Con nuevos ánimos para que no me echaran de la escuela, me puse manos a la obra.

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