Dieciocho

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Cassie.

No quería creer que Jaxon y Oliver estaban peleados por mi culpa, y aunque Jax me dijo que todo estaba bien, me parecía de mal gusto no intentar explicarle también a Oliver y pedirle perdón. Después de todo yo tampoco había sido clara con él.

Así que dos días después, ahí estaba yo, afuera de la última clase de Oliver, esperando por él.

Y cuando me vio, claramente no esperaba verme ahí.

—Adiós Cassie —dijo con una sonrisa cuando pasó a mi lado, sin detenerse.

—¡Espera! —exclamé siguiéndolo. No se detuvo, me estaba evitando claramente.

—Lo siento, tengo prisa, entrenamiento ya sabes.

—¡Lo siento! —solté de pronto y me miró sorprendido, hasta se detuvo.

—¿Por qué? No hiciste nada malo.

—Sí, no fui clara contigo desde un principio y todo se salió de control —expliqué—. Lo que menos quiero es que tú y Jaxon estén peleados.

—Estamos bien. —Sonrió—. Ya hemos discutido antes y siempre terminamos reconciliándonos. Además lo aclaramos todo la otra vez. Si ustedes quieren estar juntos lo entiendo, no me interpondré en eso, de hecho me alegra saber que Jax se está tomando las cosas en serio por primera vez en su vida.

¿De qué está hablando?

—¿Qué te dijo él? —quise saber olvidando lo mal que me sentía hace unos minutos.

—Bueno yo lo deduje, que están juntos pero lo mantienen en secreto. Jaxon solo lo confirmó.

Ese tonto.

—Si bueno, fue un acuerdo de ambos no divulgarlo.

—Tranquila, su secreto está a salvo conmigo. Y confía en mí, todo está bien, no te sientas mal en serio. Ahora debo irme o llegaré tarde —contestó y asentí al tiempo que le ofrecí una última sonrisa.

—Adiós Oliver.

Así que Jaxon se lo había dicho todo, ya hablaría con él cuando llegara a casa.

—¡Ey Cass! —Giovanna me gritó a lo lejos al tiempo que agitaba una de sus manos para llamar mi atención.

—¿Qué pasa? —pregunté cuando llegó y me frunció el ceño.

—¿Que qué pasa? Pasa que me tienes olvidada, yo sé que quieres ayudar al inútil de Jaxon a darle tutoría en ciencias, pero esta noche hay que salir solo las dos. A menos que ya estés en una relación con ese chico apuesto de ojos azules que se acaba de ir, lo que en dado caso me molestaría mucho porque eso significa que no me lo has contado, ¿ves como sí me tienes en el olvido?

—Pero tú también has estado ocupada con tus exámenes y servicio en el consultorio. Además no, no es mi novio, decidimos dejarlo solo en amistad —expliqué.

—Con mayor razón iremos esta noche entonces, ambas chicas solteras es algo apetecible y llamativo.

—Pero...

—¡No recibiré un no por respuesta! —me calló—, pasaré por ti a las ocho ponte linda y sexy —advirtió antes de darme un sonoro beso en la mejilla e irse al lado contrario.

Suspiré con cansancio, si Gio tenía algo para admirar sería su determinación y don de convencimiento.
Caminé de regreso al departamento y después de limpiar y poner un cesto de ropa sucia a lavar, me puse a terminar mis tareas atrasadas. Todo este lío con la relaciones amorosas y rechazos no me iban a distraer de mis notas perfectas.
Lo bueno es que Jax en serio había mejorado en Ciencias, no completamente pero algo era algo. Unos cuantos días más y pasaría los exámenes finales.

De pronto tocaron la puerta y me puse las sandalias para abrir la puerta, seguramente a Jax se le había olvidado la llave, de nuevo.
Pero cuando abrí no había nadie salvo un arreglo floral enorme de varias rosas rojas formando un corazón. Arrugué las cejas y salí hacia las escaleras para asomarme pero estaba solo. Regresé, metí las flores que pesaban como  tres kilos y las puse sobre la encimera.
Había una pequeña tarjeta en el centro.

Cada rosa es un te amo, un lo siento y un te extraño.

No decía más, no tenía remitente, ni dirección de la floristería o un teléfono.
Pero entonces, ¿quien podría haberme mandado eso? Jaxon no, nos queríamos, ¿Pero amarnos? Además él nunca regalaba flores a nadie. Oliver ni hablar.

Lo siento, te extraño, te amo...

Derek, no podía ser nadie más, era el único al que se le ocurriría hacer algo tan estúpido y después intentar arreglarlo con algo más estúpido como lo eran unas rosas. ¿Unas malditas rosas para remediar el hecho de que me engañó y que casi me violó? No gracias.

Molesta le tomé foto a la tarjeta y se la mandé —después de desbloquearlo—, junto a esa foto le puse: no me mandes más mierda como esta, estás advertido.

Suspiré con cansancio y dejando el teléfono en mi mesita, volví a salir para deshacerme del estúpido arreglo, pero me detuve a medio camino al ver a Jaxon viéndolas con gesto pensativo. ¿Cuando llegó?

—No te oí entrar —hablé yendo hacia las flores.

—Llegué hace unos minutos. ¿Y estas rosas?

—Una disculpa de mierda —repliqué tomándolas, fuí hacia el bote de basura y las tiré completas.

—No me digas que Derek todavía intenta que lo perdones —dijo poniendo los ojos en blanco.

—Es muy tonto si piensa que con eso ya está todo arreglado —concordé y suspiré—. Cómo sea, no creo que lo vuelva a hacer, ya lo amenacé —agregué y miré el reloj de la pared, faltaba hora y media para que Giovanna pasara por mí.

—Oye, si Derek te empieza a molestar o algo dímelo, ¿bien?

—Lo haré —le prometí antes de tomar mis cosas y darme una ducha rápida antes de arreglarme.

Me puse unos jeans ajustados, unas zapatillas, pelo alaciado, maquillaje sencillo y ya estaba.
Cuando salí a la sala faltaban quince minutos, Jaxon se había sentado en el sofá mientras estudiaba, últimamente le ponía más empeño a la escuela, su madre estaría feliz de verlo.

—¡Vaya! —exclamó cuando me vio, hasta se puso de pie—. ¿A dónde vas? Te ves muy... demasiado bien —alabó y sonreí feliz, si lo decía él debía ser verdad.

—Giovanna me obligó a salir esta noche —expliqué sacando mi espejo de mano para terminar de revisar mi labial y limpiar los bordes para perfeccionarlo.

—Yo no le pondría tanto empeño a eso —comentó acercándose y me encerró contra la pared del pasillo.

—¿Por qué...? —murmuré.

—Porque te lo tendrás que poner otra vez —replicó antes de inclinarse para besarme pero los golpes en la puerta lo de frenaron a milímetros de mis labios—. Que inoportuna —se quejó alejándose y caminando de vuelta al sofá.

Respiré varias veces para calmarme y cuando estuve lo suficientemente calmada fui a abrir.

—Oye, si algo se complica o si simplemente quieres irte, llámame, ¿bien? —dijo Jaxon y le asentí con una sonrisa.

—Te tardas mil años —se quejó ella cuando abrí—. Te ves bien, seremos sensación esta noche, quien sabe y conquistemos a más de un chico hoy —me elogió. Ella también se veía estupenda, con un vestido corto negro, bueno era Giovanna después de todo.

—Hola Giovanna, ¿cómo estás? —saludó Jaxon con un tono nada amable.

—Estoy perfecto, pero estaré mejor cuando nos vayamos. Cassie el taxi está abajo, date prisa —me dijo antes de salir de nuevo y lo miré. Él suavizó su expresión cuando me vio y me sonrió.

—Volveré más tarde —prometí antes de salir y casi casi correr de punta por las escaleras para no caerme.

—A Shion, por favor —indicó ella. Shion era una gran discoteca céntrica a la que íbamos de vez en cuando—. Ahora cuéntame, cómo es que tú y Oliver no están saliendo.

—No es mi tipo.

—¿Al menos tuvieron sexo?

—No me interesó de ese modo —confesé y no me creyó.

—¿Dices que el chico jugador de fútbol, amable y atractivo no te interesó, pero un fanático de cómics con un peinado horrible sí? Explícame eso porque no lo entiendo.

—Bueno eso fue antes, después decidí que podría vivir sin sexo y eso es todo —mentí y sentí su mirada fija en mí.

—¿Quién es él?
—¿Qué?
—El chico que te gusta, el chico por el que rechazaste a Oliver, ¿quién es? —¡Mierda! O yo era muy transparente o ella era demasiado inteligente.

—Nadie, ¿de qué hablas?

—Vamos Cassie, te conozco soy tu mejor amiga —protestó.
Mierda, mierda, tengo que mentir, decir algo, lo que sea pero no debo mencionar a Jaxon bajo ninguna circunstancia.

Es de mi clase de aritmética —mentí y de nuevo me miró no muy segura.

—¿Cómo se llama?

—Se llama...

—Llegamos señoritas —el taxista dijo de pronto y casi le lloré en agradecimiento aliviada.

Me bajé con rapidez y caminé hacia la entrada. Iba a hacer fila como los demás pero Giovanna me jaló hacia la puerta y nos dejaron pasar en seguida, no sé cómo le hacía que le daban acceso libre a todos lados.

El lugar estaba abarrotado de gente, como siempre, nos dirigimos con dificultad hacia la barra pero entonces alguien chocó contra mí.
Era un chico alto de cabello rubio que me sonreía con amabilidad y pena.

—Lo siento, no te ví —se disculpó.

—Esta bien —respondí rodeándolo y abriéndome paso para llegar a mi destino. Giovanna ya estaba pidiendo dos mojitos, ni se dió cuenta del chico con el que había chocado metros atrás.

—Para enmendar lo que pasó podría invitarte un trago —dijeron a mi lado, era el mismo, ¿me estaba siguiendo? Observé a Giovanna para pedirle ayuda, pero solo lo miró y me alzó el pulgar dándole aprobación, no pues gracias amiga.

—Estoy bien, gracias —dije con una sonrisa incómoda.

—Insisto...

—Dijo que estaba bien, ¿no oíste? —Una voz sonó a mis espaldas y me giré con mirada sorprendida.

¿Por qué? ¿Por qué de todos los humanos hombres en el mundo tenía que ser él?
La vida me odiaba.

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