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Cassie.

Los brazos de Jaxon me envolvían como aprisionándome, sin tener la intención de soltsrme, pero cuando su boca viajó a mi cuello y después me dió un mordisco pequeño, me hizo soltar un gemido.
Un gemido bajo y casi imperceptible, un gemido que Jax notó y me besó de vuelta con más ansias.

Me tumbé sobre la cama, me quité los zapatos, la chaqueta y la blusa, pero cuando estaba en mis jeans él me detuvo.

—Lo haré yo, déjame —ofreció cortésmente y se arrodilló para quedar a la altura de mi pantalón. Yo quería mandar la cortesía al carajo, me sentía muy excitada casi frenética, meses sin nada acción, no podían culparme.
Lo peor vino después cuando él deslizó la prenda de mezclilla con lentitudo por  mis piernas y cuando quedé en bragas sorprendentemente no me avergoncé, quizá porque se trataba de mi amigo. Luego dejó una fila de besos por toda mi pantorrilla y fue subiendo hasta el interior de mis muslos, y cuando estuvo a punto de llegar a la parte de en medio, —que ya estaba muy mojada— paró.

Se puso de pie y se quitó la camisa, fue la primera vez que me sentí feliz de verlo con el pecho desnudo, y en la situación en la que estábamos pude admirar sus músculos, su six pack, y sonreí. Se quitó los vaqueros para quedar en boxer y noté que su miembro ya estaba erguido hacia enfrente, por lo que podía notar, era de un tamaño considerable, no sé, no había visto muchos penes en mi vida. Pero si de algo estaba segura es que definitivamente era más grande que el de Derek y eso que todavía no lo veía en vivo y a color.

Me metí bajo mis sábanas y le hice un espacio.

—Me salen canas, ven aquí —apuré, Jaxon no sonrió y se acostó a mi lado para después jalarme contra él y besarme de nuevo, con más hambre y velocidad. Nuestras lenguas se enredaban de manera sensual y cuando nos separábamos para tomar aire, él besaba mi cuello o mi oreja, o yo lo besaba a él de vuelta.

Sentí sus dedos tocar el broche de mi sujetador y en un segundo ya me lo había quitado, y con una sola mano, eso era ser diestro.
Cuando mis pechos se vieron libres, una de sus manos acunó uno y temblé bajo su tacto.

—Tienen buen tamaño —susurró entre besos.

—¿En serio? Siempre decías que era una tabla de frente —me quejé y sonrió.

—Mentí.

Su boca bajó y besó mi pezón para después lamerlo, succionarlo y darle un mordisquito que me sacó otro gemido mas fuerte que el anterior.
Y mientras él se enfocaba en esa zona, otra de sus manos viajó hacia mi abdomen y todavía más abajo hasta que encontró la zona húmeda y caliente que gritaba por algo de su atención.
Sus dedos acariciaron los pliegues para después introducirse con lentitud. Me removí y me arqueé de forma que le di más libertad, entonces tocó mi clítoris y sentí que me podría desmayar. Sabía dónde tocar, sabía cómo hacerlo, era un profesional en esto.

Su boca se movió hacia mi otro pezón cuando dejó rozado el primero y sin dejar de trazar círculos con sus dedos mientras me tocaba, sentí algo en mi estómago, estaba cerca.

—Detente.... yo... ah.... —balbuceé con los ojos cerrados.

—¿Quieres correrte? —susurró con voz ronca en mi oido pero sus dedos no se detuvieron abajo, apreté las piernas y exploté junto con un gemido sonoro.

Tenía la frente perlada de sudor y cuando creí que me sentiría rendida y cansada, eso solo aumento más mis deseos por sentirlo dentro de mí.
Más cuando Jaxon alzó su mano y chupó sus dedos, —Sabes bien.

Eso me enloqueció y lo jalé del cuello para besarlo de nuevo, me quité mis bragas como pude para después deslizar la tela de sus boxer por su trasero para después sacarlo con nuestros pies. Y lo sentí, su miembro caliente rozarse en mi pierna y tragué saliva.

Jaxon me mordió el labio inferior antes de salir de la cama.

—¿A dónde vas? —inquirí agitada y sorprendida de que se apartará así de pronto.

—Tengo que ir por un condón, espera aquí —declaró saliendo de mi habitación y me quedé ahí sentada, al tiempo que intentaba regular mi respiración.

Jaxon regresó en segundos y cuando se detuvo a los pies de mi cama para ponerse el condón, yo solo admiré a su amiguito, se veía potente. Lamí mis labios y cuando terminó de ponérselo, se metió bajo las sábanas y subió dejando besos húmedos a su paso, por todos lados, todos.

Me aferré a las sábanas de mi colchón para no venirme otra vez y cuando su boca encontró la mía, sonreí.

—¿Lista? —preguntó.

—Jamás estuve más lista —contesté segura. Se puso encima de mí, la abrí las piernas, posicionó su miembro en mi entrada y me miró serio completamente.

—¿Estás segura?

No contesté y con mis manos, encajando un poco mis uñas, lo tomé del trasero y lo empujé adentro de mí.

Ambos soltamos un gemido y me estremecí, creo que los dos tuvimos un shock inicial porque en los primeros segundos ninguno se movió, solo nos miramos sorprendidos, como sino creyeramos lo que estábamos haciendo y sintiendo, pero ya era muy tarde para arrepentirse, aunque la verdad yo no quería hacerlo, lo estaba disfrutando como no tenían una idea.

Todo se desató en un torbellino de lujuria después de eso. Jaxon se movió frenético contra mí, penetrándome cada vez más profundo. Sus estocadas eran certeras y precisas, lo suficientes para volverme loca.

Le clavé las uñas en la espalda y creo que lo arañé un poco, no me importaba. Yo estaba ocupada gritando como desquiciada, estaba segura de que los vecinos se quejarian luego.

Enrosqué mis piernas en su cintura para darle mejor acceso, y mientras nos besábamos sus pulgares masajearon mis pezones otra vez.

Metió su brazo derecho debajo de mi cintura para alzarme y alcanzar un punto en el que yo simplemente ya no discernia lo que sucedía a mi alrededor.

—Yo.. oh dios —hablé clavando mis manos en el colchón para aguantar lo más que pudiera, pero no iba a soportarlo por mucho tiempo.

Jaxon tomó mis piernas y las puso en sus hombros, mientras sus manos se encargaban de mis pechos.

—Córrete para mí, cariño —dijo entre dientes con dificultad y grité entonces cuando lo solté todo. Exploté sumergida en una nube cegadora de placer. Jaxon no tardó en venirse después y cuando terminó,  salió con cuidado de mí y se dejó caer a mi lado.

Ambos respirábamos con rapidez y estábamos cubiertos de una capa de sudor. Podría apostar que mi habitación entera olía a sexo.

—¿Estás bien? ¿No fui muy brusco? —preguntó un tanto preocupado. Sujeté la sábana para cubrirme y me di la vuelta quedando de costado para encararlo con una sonrisa.

—Ese fue el mejor sexo de mi vida —confesé y Jaxon alzó ambas cejas.

—Me alegra oír eso. —Sonrió antes de darme un beso en la frente y salió de la cama para quitarse el condón y tirarlo en el cesto.

Tomó sus cosas del suelo y me miró fijo antes de decir: —Descansa, Cassie.

Me dejó sin palabras cuando salió, dejándome ahí recién follada y sola.
Tenía claro que no me iba a abrazar o algo así porque no éramos pareja ni nada pero, ya habíamos dormido en la misma cama antes, ¿por qué se marchaba?

Su habitación está al final del pasillo y nunca duerme con sus polvos.

Nunca dormía con la chica con quién tenía sexo, eso yo lo sabía aunque no estaba segura de si aplicaría también conmigo.

Me volví a recostar, cubriéndome hasta la barbilla y dejé salir un suspiro de cansancio.
Esa seción de sexo me había dejado rendida.

No sabía que pensaba Jaxon de esto ahora, y se lo tendría que preguntar. Mañana, cuando mis párpados no lucharan por mantenerse abiertos.

A pesar de todo, para mí, había valido la pena. Al menos por ahora.

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