Capítulo 16

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Feliz Año Nuevo

— ¿Mellizos Maximoff? — recordaba haber preguntado, ya hacía una semana, a la vez que ladeaba la cabeza.

— Si, son un proyecto realmente importante de esta base y creemos que es de las más capacitadas para ocuparse de ellos — habló Strucker.

— Como usted ordene, ¿qué debo hacer? — preguntó.

— Por lo pronto, prepararse para conocerlos mañana e instalarse en su nuevo despacho, quiero que revise toda la investigación cuanto antes —.

Ámbar asiente con la cabeza y él y sus subordinados se van.

Recordaba cómo la situación dio la vuelta a su favor con mucha suerte, lo dejó todo como estaba antes de colarse, y se fue a casa, poniendo el reloj de Magnus en su muñeca nada más llegar.

Allí mismo, tiempo después, y habiendo celebrado año nuevo con una botella de champagne a medio terminar y otra entera de whisky, rememoraba el encuentro que había tenido con los mellizos.

Olive estaba en su despacho, revisando todas las últimas pruebas que les habían hecho y la forma de administración de los poderes que ahora tenían. Les pidió a los guardias que los traían que pasasen de uno en uno. Aquello iba a ser interesante, muy interesante. No le sorprendió que el primero en entrar fuese Pietro Maximoff.

— Hola — saludó en sokoviano, había conseguido aprender bastante de ese idioma — Sabía que entrarías tú antes —  continuó, y le ofreció sentarse en la silla de delante suya con una indicación, esta vez hablando en su idioma natal.

La habitación era un gran y amplio despacho, con libros y estanterías, una gran mesa central con varios cajones, un ordenador y el gran asiento de la científica, junto con las sillas que tenía enfrente.

— Sé que quieres alardear acerca de cuántos idiomas hablas. Pero te pediré de favor que me hables en inglés las pocas veces que debas dirigirte a mi —Pietro se sentó cruzando los brazos. Su acento inundó la habitación. Olive resistió sacar una carcajada sarcástica y solo sonrió, empezaban bien.

— No intentaba alardear, solo hacerte sentirte cómodo — explicó, aunque tampoco debía haberlo hecho recapacitó después— pero, como gustes — Olive juega con su bolígrafo, apuntando en su libreta, hoy estaba de buenas — ya que no sabes quién soy me presento, soy la científica a la que han encargado vuestra.. — buscaba palabras que pudieran sustituir experimento — transformación, puedes llamarme Ámbar — sus ojos camuflados en marrón recorren las facciones del joven, analizándolo.

—Si, no importa, has gastado tu voz diciéndome algo que olvidaré apenas cruce por ahí— Pietro señaló la puerta— Y no, no es una transformación. Es un simple experimento que Strucker nos vendió como una salida fácil en la que caímos redondos

— No fuisteis obligados a venir, corrígeme si me equivoco — se recuesta en el asiento, tranquila— se os ha otorgado poder para luchar por vuestra causa, ¿No es lo que buscabais? — le dió una sonrisa ladina, sin intento de ser demasiado altanera.

— ¿Pero es que acaso estás sorda? Te he dicho ya que fuimos engañados. Eso debería darte a entender que Von Strucker nos habló bonito y prácticamente nos lo creímos todo. No fuimos obligados pero sí engañados — Espetó el platinado.

— Te agradecería que me trataras con más respeto Pietro — alza las cejas,  algo divertida y tambień ofendida, estaba segura de que eso no se lo espetaría al Barón y ella no iba a ser menos — no soy tu enemiga aquí, debes entender eso — se acerca a la mesa, sus palabras no llevaban toda la verdad, porque si te pasabas de la raya, era muy sencillo volverte un enemigo de Dahlian — fuisteis engañados porque creíais poder controlar algo que no podíais, teníais, esperanza adolescente — se encoje de hombros, evocando casi recuerdos de su propia esperanza — si por mí fuera, sacaría esa sustancia de vuestro cuerpo y os dejaría marchar, sinceramente, pero Strucker es mi jefe,  y lamentablemente, solo puedo ser un pequeño bálsamo, ¿Cómo estás? — admite, pensando que podría hacerles ese favor cuando hubiera conseguido lo que quería, y señala con el bolígrafo sus venas marcadas de más

— Del carajo — Se limitó a responder —¿Alguna otra pregunta más o me puedo retirar? ¿Te contrataron para ser una pseudo-psicóloga o cualquier cosa que le venga en gana a Strucker? Si trabajas para él es porque te conviene. Puedo ver que eres de esas personas que hace lazos por conveniencia. Nos hubieras dejado ir, no sin antes sacarnos provecho de alguna manera —.

— Me contrataron porque yo les hice creer que me necesitaban — frunce los labios, y entrecierra los ojos, Olive llegaba a cierto punto de diversión, pero no le iban a acusar de ser una marioneta — y efectivamente, soy lista, trabajo para mí beneficio propio, y no me dejó engañar por palabras bonitas — sonríe orgullosa — Pero... No hago daño a quién no lo merece — termina, manteniéndose indiferente, tenía que hablar como Ámbar, no como ella.

—Oh vaya — Pietro suelta una ronca risa —¿Gracias? No lo sé, no me gusta agradecer a quien apenas conozco — Quizás no dañas a quien no lo merece pero cuando alguien más lo hace te quedas callada. Sólo espero que todo el daño que haces directa, o indirectamente terminará volviendo a ti multiplicado —La señala.

— A mi tampoco, no sabes si realmente merece esos agradecimientos — contesta perspicaz — y pasaré lo último — permite la amenaza, riendo — tu brazo, le indica —extendiendo la mano.

—Si, no importa —Pietro se levantó — No creo que haya pasado porque jugué póker precisamente —Masculló con burla.

— Deja de decir a todo que no te importa — se levanta de la silla, apoyándose en la mesa, estaba harta de su pasividad— siéntate y dame tu brazo — sus ojos brillan por unos segundos — por favor — tranquiliza un poco su tono.

—Mi hermana se puede encargar de esto. Si me disculpas debo ir a ver cómo está ella — Maximoff se dió la vuelta para salir de la habitación.

— Lo siento, pero no — dice Olive y con un movimiento de su mano hace que una nube roja le cubra la cabeza, internandolo en una realidad distinta, parecida a un sueño; lo deja en la silla, con poca delicadeza — ayuda a alguien que te lo devolverá con creces.. — rueda los ojos — saca una pequeña jeringa de su bata y la inyecta en el brazo de Pietro.  El líquido se junta con la sangre y hace decolorar las marcas de la piel, dejándolas poco visibles. Olive se incorpora y le da unas palmaditas en la cara — y ahora es cuando me agradeces por ayudarte a pasarlo mejor, gracias — hace voz de Pietro con la última palabra — de nada — susurra cansada del fanfarrón y se vuelve a colocar en su sillón, soltando una chispa roja para hacerle despertar.

—Si, gracias por manipular mi mente siendo una copia genérica de mi gemela— Pietro se levanta para marcharse definitivamente.

Olive le deja ir, cansada de su cabezonería y rueda los ojos esperando que entre la chica — Niño insolente — musita y niega con la cabeza, por este tipo de cosas detestaba a veces ayudar.

La ahora pelirroja Dahlian sonrió a la menor de los Maximoff a su llegada, esperando que fuera más colaborativa que su tozudo hermano.

— Hola Wanda — saluda, amable — sientate por favor — le indica señalando la silla enfrente.

— Buen día— dijo Wanda indiferente mientras atendía la indicación de su contraria.

— Como le he dicho a tu hermano, soy Ámbar, la científica a cargo de su experimento — frunce el ceño, no le gustaba esa palabra — ¿Cómo estás?

—Bien. Los experimentos podrían haberme matado pero hay algo que me tiene viva — Wanda sonrió a medias.

— Me alegro, que se encuentre algo bien, le aseguro que intento que  no les pase nada grave ni doloroso — se explica, colocando los codos en la mesa, era una clara mentira ya que ella no era la encargada antes — ¿Y que la mantiene viva? Supongo que su hermano.. — alza una ceja.

— Si lo que quieren es matarme no van a poder. Mi madre usó un hechizo de protección irrevocable para protegerme a mí y a mi hermano antes de morir. Era la bruja escarlata. Y por aquella revelación que tuve hace tiempo sé que yo correré el mismo destino. Con la diferencia de que yo no moriré. Si quieres información la tendrás, a mi no me afectará y mucho menos a mi hermano — dijo con firmeza, mirando a Olive como un león a punto de cazar a su presa. La azabache tragó de nuevo una carcajada, no sabía que les daban a esos mellizos de comer para montarse tantas películas de doble sentido y ser tan arrogantes con sus superiores.

— No busco matarte — Olive suspira aparentando estar cansada, entendía que fueran cerrados y desconfiados, pero ¿debían comportarse de esa forma? — Me alegro que su madre le traspasara su legado e historia, no busco más que intentar que estos meses de pruebas sean más llevaderos para los dos — habla decidida a mantenerse profesional.

— ¿Tú, una agente de Hydra preocupada por nosotros? Entiendo que estés aquí por conveniencia pero si estás aquí debes ser frívola, sin sentimientos. No te preocupes por simples experimentos, al final del día, ¿Que vas a conseguir con hacer tus pininos en Hydra cuando a esta ratonera ya no le queda menos de dos años? No pierdas tu tiempo. Eres demasiado astuta para estar aquí, Dahlian — vaya, ahora sabía su apellido.  “si me preocupo por vosotros es porque muertos no le servis, estúpidos” quería decir, pero por obvias razones no podía.

— Si estoy aquí, es porque quise entrar aquí, Maximoff — sonríe complacida, sabiendo que la que tenía enfrente había usado algún truco para sacar su apellido real, seguramente s telekinesis, en vez de con el que era registrada en Hydra, mas no se preocupó, no se lo diría a nadie, era solo para ponerla nerviosa — igual que tú y sí, quizá debería cumplir mi función de ser fría y malévola, pero, pensé que alguien menos... Habitual en este entorno de hielo, les agradaría más, veo que claramente me equivoqué — se recuesta en el asiento, pendiente de la sokoviana, paciente, aunque normalmente no le duraba mucho.

— No me duele, ¿Crees que las torturas con electrochoques me calan hasta el último rincón de mi cuerpo? Esas chispitas solo nos hacen más fuertes. Tampoco me lastima la indiferencia o supuesta frialdad con la que nos tratan aquí. Pero te aseguro que, si les muestro las atrocidades que han hecho —Wanda carcajea, bajando la cabeza — se pondrán a llorar como bebés. A Hydra le faltó mucho por aprender. Y tengan cuidado, porque cuando el capitán Rogers sepa que el sargento Barnes está aquí, los pondrá de cabeza y le dirán adiós a Hydra de una vez por todas. No les funcionó el teatro de la muerte de Fury. ¿Algo más, "Ámbar"? — Wanda hizo comillas con sus manos al pronunciar el falso nombre. ¿Quién demonios era Barnes? porque estaba muy segura de que no se encontraba en esa base.

Olive soltó una larga y divertida carcajada, como si le hubieran contando el chiste más gracioso del mundo — Rogers... Debo admitir que su patriotismo es admirable — sonríe forzada, la mención de los vengadores la ponía a la defensiva— pero, quizá no sea él el que venga, si no los vengadores, todos — se forma una sonrisa ladina en su cara, malévola, había estudiado a los mellizos, sabía que había cierta persona a la que odiaban y su razón tenían — Cuando Hydra caiga yo volaré de vuelta a dónde vine, Wanda, eres lista, yo también, el interés en las cosas es lo que mueve al mundo, cada quien trabaja para beneficio propio, con razones más o menos nobles — se apoya en la mesa de nuevo — Cada quien decide el bando que toma en la guerra, unos ganan, otros pierden y no tiene más — le da una completa sonrisa — Puedes irte, solo piensa a quién vas a querer a tu lado, y quien contra ti — le hace un gesto suave con la mano, indicando que puede irse si quiere, de hecho, es más un gesto para que se vaya sin hablar, después de su consejo.

— No te preocupes, le doy un susto a los vengadores y luego me uno a ellos. Lo que le han hecho a mi gente no se olvida — Wanda sonríe— Estando yo con ellos prácticamente son invencibles. Pero deberías comenzar a temblar el día que oigas el nombre de Eva Xavier. Quizá ella sea una bomba de tiempo pero quienes estemos cerca de ella al momento de su explosión, seremos bendecidos. Así que creo que tú eres quien debe comenzar a reflexionar a quien quiere a su lado —Wanda se queda parada unos instantes en el marco de la puerta — ¡No te quedes aquí pasadas las doce! Los gritos del resto son aterradores para gente como tú, tendrías que ir a terapia luego de oírlos — y de nuevo la ojiazul se preguntaba si les proveían de drogas para tomar en los almuerzos, o tal vez sus intentos de asustar a alguien que lo ha perdido todo (más bien, a él) no servían para nada. Serían ambas seguramente.

— Quizá deberías dejar de subestimarme, soy una persona muy perspicaz con sus decisiones, y aliados, yo no te subestimo a ti, bruja escarlata — dice casi burlándose del nombre que había dicho, como ellos habían actuado con ella. Luego sonríe inocente, como si fuera una niña pequeña y Wanda fuera un robotito al que controlaba a la perfección — y no intentes juzgar por mi apariencia, he escuchado gritos más desgarradores que los de estas noches — parpadea tranquila, sin dejarse llevar por sus pensamientos, dejando creer a Wanda que llevaba el mando completo de todo aquello — Venga, ve, estoy segura de que Pietro te echa de menos — la apremia.

Wanda solo ríe, ya encontraría el modo de revelarse con Olive. 

La azabache solo niega con la cabeza, aquello se ponía complicado.


De nuevo en su casa, echa su pelo hacía atrás, la conversación la había dejado entre frustrada y cansada. Esos mellizos no se parecían a los que había descrito Strucker en comportamiento. Aunque con un poco de suerte, solo tendría que supervisarlos desde sus celdas y no hablar con ellos. Había subido un poco sus dosis de morfina, serían menos problemáticos, y no saldrían de sus cápsulas. No merecía la pena seguir recordando una conversación tan incongruente. Suficientes cosas llevaba encima.

Suspiró lento y se tumbó mirando el techo, la imagen brillante de la gema apareció un segundo frente a ella y al parpadear desapareció. Esa era otra cosa más en la que pensar, si debía o no tocar la maldita piedra brillante. Había ido a allí por ella ¿no? Tal vez era más complicado de lo que parecía inicialmente. 

Había sentido como algo que la empujaba a alejarse de todos, una ira incontrolable y una irritación sobrepasada que la hacía saltar al mínimo momento, y cuando se quedó sola, desapareció. Como si fuera una avispa, que habiéndola picado y molestado, la dejaba en paz.

Tal vez la idea de la gema era solo una idea de huir. Una escapada fácil que la libraría de… ¿De qué? ¿De una supuesta responsabilidad?  ¿De un hogar? ¿De relaciones sociales? ¿Del dolor? Quizá.

Era realmente extraño. No había querido discutir con Christine y aún así lo había hecho y era de nuevo como una avispa que la molestaba, incitándola a seguir, a acudir a sus instintos más básicos como gritar, dañar, y hacerlos realidad.

Sacudió su cabeza a la vez que expiraba y tomó un sorbo de la cerveza que tenía en la mesa. No era tiempo de pensar en la culpabilidad que sentía y regodearse en la autocompasión, si no, decidir qué hacer con la gema.

La brillante gema custodiada por un pasadizo secreto… y por la que había decidido dejarlo todo, absolutamente todo. ¿Qué sentido tendría ahora no tocarla? ¿Qué haría si no? ¿Pasar su vida en Sokovia como si todo fuera eso? ¿Esas cuatro paredes? ¿Esos sentimientos? ¿Esa forma de vivir? ¿Siempre ocultándose de quién era, de quién es, para que no acabase muerta? ¿Usando sus poderes al máximo hasta que los propios la matasen? Echaba de menos Nueva York, alguien en quien confiar, descansar sin pesadillas, el sentimiento de tener un hogar. Aunque ya careciera de uno. Era como un chiste a cierta época de su vida adolescente, tras la muerte de Justin.

Y sentía que ya había tomado una decisión. La decisión. Tragó todo lo que quedaba de cerveza y la lanzó por los aires hasta la papelera. Un tiro limpio. Era hora de trabajar.





[...]



Christine sonrió mientras le enseñaba a su perrito las nuevas pelotas de goma que le había comprado por navidad. Ya era Enero de 2015 y aunque un poco tarde, quería hacerle al chiquitín ese regalo, ya que se le había olvidado en la fecha indicada.

El 24 de diciembre, hacía ya varios años, en Nochebuena, fue cuando perdió a sus padres. Christine siempre podía con la fecha, y muchas veces se lo pasaba en grande, pero lo importante, es que no estuviese sola. Porque si lo estaba una melancolía triste y algo enfermiza tomaba su cabeza y le hacía rememorar cuentos, nanas, sacar fotos y verlas de nuevo. Hasta que lloraba como una niña, otra vez una niña pequeña que había visto cómo las llamas devoraban su hogar hasta los cimientos.

Por eso nadie dejaba a Letchs sola en Navidad, o procuraban no hacerlo. Sin embargo, ese año, parecía realmente que solo serían el perrito y ella. Lo que no pararía el dolor, hasta que apareció un recuerdo viviente.


— ¿Kiara? — llamó Chris a la cabellera castaña oscura que acababa de pasar por delante de su mesa en la oficina de la "DEA".

El lugar era frenético, apenas quedaban unos días para navidades y todos querían terminar las últimas tareas e irse de vacaciones sin responsabilidades hasta la vuelta. Celebrar con sus familiares y amigos la dulce navidad y bailar en año nuevo hasta que se acabase la noche y el futuro fuera mejor que el ahora. Letchs, no tenía tanta prisa, algo que hacer le ocuparía la mente por un rato, y le haría olvidar que no tenía a nadie con quién celebrarlo.

La mujer de ojos oscuros y pelo ondulado del mismo tono se giró, sus orbes se iluminaron brevemente y sus cejas se alzaron.

— ¿Letchs? ¿Eres tú? — se acercó, incrédula a lo que veían sus ojos.

— Claro que soy yo — sonríe levantándose para que pudiera verla mejor, y agita sus rizos — ¿Meyers o me equivoco?

— ¿Acaso lo dudabas? Sigo igual de atractiva que entonces — bromea a su lado.

— Han pasado… ¿Cuánto? ¿Diez años? — supone Christine, anonadada por la imagen de Kiara Meyers que tenía delante.

Recordaba a una chica más bajita aunque era tres años mayor, de pelo liso y un castaño más claro. Ahora tenía a toda una mujer, alta, atlética, con el pelo algo ondulado y una sonrisa divertida a cada broma que podía hacer, obviando algunas cicatrices superficiales de sus brazos, posiblemente de peleas o algo parecido.

— 11 años de hecho — propone la nueva cifra — ¿Cómo que estás por aquí? Pensé que acabaste en una celda de por vida — preguntó

Prácticamente sí, pensó Chris.

— Fue algo parecido, nuestros amigos me la jugaron y acabé en otro lugar… similar — hace una mueca incómoda y se encoge de hombros.

— Después de tu ida, cambiaron algo las cosas.  Había miedo entre los demás, nunca se habían llevado a nadie — la informó recordando esos tiempos.

— ¿Que hiciste tú? — preguntó curiosa.

— Me escapé, luego me metí en algunos líos y serví en el ejército, al final me gustó y me quedé hasta hace uno o dos años — le cuenta.

— ¡Vaya! Nunca te imaginé trabajando para el gobierno — se sorprendió Christine, Kiara tenía mucho carácter en el aspecto de las órdenes.

— Si, yo tampoco me lo imaginé, he de admitir, pero hay algo bueno en todo esto, a pesar de todo lo malo que conlleva, sientes que estás haciendo algo bien, algo… correcto — explica con una pequeña sonrisa.

— Sí entiendo algo... de esa sensación, supongo — Letchs se pierde un momento en sus pensamientos, y luego vuelve —  entonces, ¿Qué haces por aquí? Porque no creo que alguien del ejército americano, haya decidido venir a visitar un simple pequeño cubículo de la "DEA" — hace las comillas con sus dedos, dando a entender su otro significado.

— Tienes razón — ríe — simplemente le estaba haciendo unos recados a mi jefe — responde.

— Ohhh.. ¿tu jefe? ¿Quién es? — como había dicho antes Meyers, había dejado el ejército y ahora trabajaba para alguien más al parecer.

— Es secreto, además aquí no te lo podría decir, tal vez si me invitas algún día a tu casa o a tomar un café… — la sonríe picarona.

Chris abre sus ojos con un exagerado asombro — Veo que tus gustos son los de siempre — sonríe la de ojos avellanas a lo que la otra asiente — De verdad, Kiara Meyers sacando algo de los demás, qué raro… — bromea — Estás completamente invitada, de hecho, no tengo nadie con quién celebrar la navidad, todos tienen algo que hacer — informa, algo triste.  

— Mira que casualidad, yo tampoco — le da una agradable sonrisa — iré a celebrar las navidades contigo, pero quiero un regalo — sube y baja las cejas.

— Todo lo que no sea sexo, tengo algo como una pareja — ríe tímida.

A Kiara se le escapa una carcajada, y luego sus ojos se llenan de curiosidad.

— Por lo que veo, hay mucho que tenemos que contarnos tú y yo — alarga la  "u" en mucho — ya verás, te voy a enseñar a cocinar un pavo de Nochebuena que te vas a chupar los dedos Christine Letchs — le propone.

— ¿Conquistando los secretos de la gente a través de la comida? — se burla la rizada.

— Es mi fórmula personal, y como añadido, me tienes que contar todos tus nuevos truquitos con los ordenadores, últimamente el mío se está complicando un pelín — continúa ella.

— ¿De la manera legal o ilegal? — entrecierra los ojos Chris.

— Legal... de la legal, claro que sí — le guiña un ojo.

Se pasan los números de teléfono, concretan fechas y direcciones amigablemente, a los minutos Kiara se va y Christine Letchs vuelve al trabajo, esta vez con unos mejorados ánimos.



Kiara Meyers fue como un verdadero regalo de navidad para Christine, y gracias a ella pudo pasar unas felices fiestas, y bailar hasta el amanecer de año nuevo en una discoteca.
Sin embargo, las cosas empezaban a ponerse complicadas en su vida laboral, ya que, no todo podía ser perfecto.

El rumor de que había un topo había corrido como la pólvora, desde esa organización hasta los líderes que formaban la supuesta nomenclatura, con un significado secreto ya que la "DEA" no era realmente lo que parecía ser.

El que hubiera un topo en la organización significaba que todos corrían peligro, pues los temas que trataban, los informes que allí había, muchos de ellos eran completamente secretos de estado,  encubrimientos de misiones tapadera, incluso algunas cosas ilegales que debía seguir manteniéndose ocultas.

Si había un topo, todas las personas que trabajaban en ese lugar ahora eran sospechosas, y se había asegurado por una fuente anónima que no conocían nada más que los grandes jefes, que sí lo había. Sin embargo, nadie sabía quién era y eso hacía cundir un poco el caos, pues las miradas, la desconfianza y el miedo no tardaron en aparecer. 

Estudiando las acciones de los otros, espiando incluso, era su trabajo, encontrar las evidencias y volverlas en contra de todos. Las fichas de los reclutas eran estudiadas, y se decía que pronto empezarían los interrogatorios. Ya no había una unidad de asalto. Ahora eran personas, que desde sus mesas, caminando, observando, suponiendo, esperaban al que diera un paso en falso, para llevarlo a la ruina. Pues todos se jugaban el cuello con aquello.

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Holi babys!
Prometo actualizar más seguido las clases me tienen fatal, Perdónenme.
Espero que les guste, notarán que los caps serán más larguitos :3

Darle love ❤️💣

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