Capítulo Ocho:

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—Señorita Yoon, ¿podemos hablar? —lo miré mal apenas presencié.

—Christopher, fui muy clara con usted al momento de decirle que se mantuviera alejado, por favor —murmuré tan bajo que solo él podía escucharme, y, aun así, muchas miradas con falso disimulo se centraron en nosotros.

—Por eso mismo, yo... necesito disculparme por todo lo de aquella noche, ha pasado cerca de un mes lo sé, pero prefiero no tenerla nunca conmigo que vivir contigo pasando de mí —susurró, analicé su expresión, que había cambiado de la típica de piedra a una notablemente afligida, suspiré.

— ¿Saliendo del trabajo le parece?, la oficina no es el lugar adecuado para tratar asuntos personales —y esa era yo llamándole la atención a uno de mis superiores, irónico.

Asintió relajando un poco sus facciones y se retiró de allí.

— ¿Se les perdió algo? — la señorita Im levantó la voz hacia el resto de mis compañeros, le mostré una sonrisa de agradecimiento que ella aceptó.

Unos minutos después la pantalla de mi celular se iluminó, presentándome en ella una llamada, sonreí al percatarme del remitente, pues ayer había salido a beber con sus amigos y no había contestado mis mensajes supuse que por dormir hasta tarde por la resaca.

—Hola amor —contesté alegremente. No recibí respuesta de la otra parte de la línea — ¿Amor? — pregunté.

Tal vez se le había marcado sin darse cuenta, sonreí ante aquella idea.

Sonrisa que inmediatamente me fue arrebatada al escuchar una voz desagradablemente conocida.

—Hola guapaaaa —dijo casi con burla.

— ¿Eunbi? —casi se me cae el alma al suelo.

—Correcto, probablemente te preguntas qué hago con el celular de tu pintorcito, te la dejo fácil, ¿recuerdas cuando dije que me las pagarías? —habló suavemente llevando a desesperarme demasiado.

— ¡¿Qué fue lo que le hiciste?! — solté entre dientes, cuidando no llamar más la atención de mis compañeros.

—Yo sólo tomé su celular, Karina es quien se encargó de todo... si sabes a qué me refiero. —soltó con burla.

—Mientes —sentencié.

—Si no me crees, compruébalo por ti mismo, idiota —soltó antes de colgar.

No tardó nada en enviarme varias fotos desde su WhatsApp, incluida la frase: Ella me dijo que estaban pasando muy bien en su departamento, ve si gustas.

Las fotos eran de Karina y él saliendo de un bar en la noche, la llevaba de la cintura y ella bastante arrimada a él, posterior a esa, una subiendo a un taxi, una entrando ambos a su departamento.

No, eso no era cierto.

Él no era ese tipo de persona, él jamás haría algo así.

Debía ir a verlo, pero, tenía miedo de ver o encontrar algo que no quería.

¡No! Debía ir.

Debía confirmar que no era cierto, yo lo sabía, él nunca me fallaría, menos de esa forma.

Nosotros no éramos así, jamás lo habíamos sido.

Salí de allí, pidiéndole a la señorita Im para que notifique que salí por una emergencia, me dirigí a tomar un taxi, le di la dirección del departamento de Hyunjin y nos encaminamos a él.

Apenas bajé de allí, todo lo que Eunbi había dicho parecía cobrar sentido.

El tipo con la mano apoyada sobre la puerta trasera abierta de un taxi, un poco inclinado, su rostro era sostenido por las manos de la chica que yacía con gran parte de su cuerpo dentro del taxi, sacando de este su parte superior, con sus labios pegados de una forma demandante sobre los de mi novio.

Karina estaba besando a mi novio.

Me di la vuelta en un amago de huir, pues no podía mirar más aquello, era demasiado duro, no podía aceptarlo.

Tan solo me alejé una cuadra, cuando suspiré agarrando todo el coraje posible y volver, nuestra relación de años por lo menos se debía una explicación.

No estuve al tanto de lo que había pasado en cuanto traté de irme, pero cuando regresé, pude verlo despedir el taxi que ahora desaparecía de su vista, giró su mirada, al fin deparando de mi presencia y pude sentir en su rostro la sorpresa tanto como el pánico.

—T/n —murmuró suavemente, aún sin cambiar su expresión, caminé lentamente hacia él y lo miré, con mis ojos ya llenándose de lágrimas. Le indiqué que me siguiera y subimos a su departamento.

— ¿Por qué? —fue lo único que logró salir de mi boca una vez estuvimos en su sala, uno frente al otro a una distancia considerable.

—¿El qué? —se hizo el desentendido, y ¡Dios! Yo quería golpearlo en la cara de idiota que había mostrado.

—Pasaste la noche con ella, Hyunjin, tú... yo creí que no eres ese tipo de chico, yo no, nuestra relación ¿Por qué? ¿Qué hay de mí? —mi voz se rompió y no podía seguir más, pero traté —Estamos por casarnos, ¿qué hay de eso?

— ¡¿Enserio me sacas tú a mí el tema de estar por casarnos?!¡¿Es enserio?! Cuando fuiste tú quien se fue a encerrar con ese tipo a la oficina en un evento en el que anteriormente te besó frente a todos. —comenzó a exaltarse a poco, sin llegar por completo a gritar.

— ¿Qué es lo que insinúas?¡Eso había quedado claro! —lo señalé con mi índice sintiéndome tan indignada.

— ¡Los ví yo mismo, entrar a aquella oficina después del revuelo! —confesó con sus ojos rojos, todo en él gritaba dolor, abrí mi boca incrédulamente.

— ¡¿Y por eso fuiste a cogerte toda la noche a la primer zorra que se te metiera por los ojos?! —cuestioné dando pasos hacia él.

—Entre ella y yo no pasó nada —aclaró.

— ¡¿Crees que soy tonta?!¡Encima te excusas con algo que pasó hace tiempo y ya estaba aclarado! Tú mismo lo dijiste —.

—Nena, déjame explicarte, no es como crees —trató de agarrar mi mano así que di algunos pasos lejos de él.

—Habla, quiero escuchar la estupidez que inventarás —me encogí de hombros y me senté sobre su sofá, sin dedicarle alguna mirada, pues con quería verlo, yo ya no contenía mis lágrimas para nada, y después de haber dicho ello, él tampoco.

— ¿Cuándo te he mentido para que creas que lo haré ahora? —preguntó con aflicción en lo que pude escuchar de su voz.

— ¡Los ví besarse y dijiste que no pasó nada! ¿No es esa suficiente mentira? —le dije claramente, con un inmenso nudo en mi garganta. 

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