Capítulo Veintiuno:

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Christopher me miró entendiendo finalmente a lo que me refería, fue entonces que me dedicó una expresión que me dió a entender otra parte más.

Abrí mis ojos en grande comprendiendo y fue entonces que quiso acercarse a mí para abrazarme.

— ¡Aléjate! —chillé empujándolo.

—T/n, déjame explicarte —trató de acercarse una vez más.

— ¡Lo sabías! —lo señalé con el vaso de cristal aún en mi mano.

—Déjame aclararte cómo fue todo, no es lo que tú piensas, mi ángel —su mirada era afligida.

— ¡¿Como pudiste?! ¡Estás enfermo! —le grité con todo el dolor del mundo — Orquestaste todo esto, junto con ellos, para alejarme de él, para tenerme contigo —balbuceaba.

— ¡Claro que no! ¿Me crees capaz de hacer esa bajeza tan depravada? —frunció su ceño, caminado hacia mí decidido.

— ¡Me das asco! —rugí lanzando el vaso hacia él con fuerza, por suerte no logré darle, sin embargo este chocó contra la pared quebrándose en mil pedazos, uno de los vidrios saltó cerca de él, causando un par de cortes en su mejilla.

— ¡Ya tuve suficiente! —ahora fue su turno de levantar la voz.

Caminó hacia mí y tomó mi muñeca con fuerza, llevándome a rastras hasta mi habitación.

— ¡Me lastimas! —me quejé una vez me había soltado.

— ¿Yo te lastimo? ¿Qué hay de todo lo que me dices? Lo supe porque te busqué por toda la tierra, hasta debajo de las putas piedras, te busqué aún sin que fueras nada mío, aún sabiendo la cantidad de rechazos que lanzarías hacia mí, hice todo por encontrarte y tenerte a salvo —me señaló con total rabia, su rostro comenzando a enrojecer —Cuando todo señaló a tus padres, acudí a ellos, tras muchísimas amenazas terminaron confesando la idiotez que habían hecho, fue entonces cuando fuí a buscarte, fue entonces cuando me propuse que iba a tenerte conmigo para que ni tus malditos padres puedan lastimarte ¡Soy la única persona en la que confío que te mantendría a salvo, porque te amo, te amo con una locura que no me hace sentir bien! —finalizó dejandome boquiabierta, tragué en grueso viendo sus ojos llenarse de lágrimas y de repente bajar su mirada para limpiarselas con sus manos de una forma brusca.

Caminé hacia él y lo abracé.

—Lo siento —fue lo único que pude decir.

—Descuida, te he presionado tanto para mantenerte aquí que claro que hasta yo dudaría, solo entiéndeme, no quise que te enteraras para no lastimarte, los traje incluso para que no dudaras —agarró mi cara para mirarme a los ojos, me puse de puntillas y él se inclinó, fue así como nos sumimos en un dulce beso.

—No quiero que vengan, nunca más, no quiero verlos jamás —le pedí mirándolo a los ojos una vez que nos separamos.

—Está bien, mi ángel, haré todo lo que me pidas, incluso si aún con esto quieres irte lo aceptaré, pero ya sabes mis razones para tenerte conmigo —susurró en mis labios.

—No voy a ir a ningún lado, soy tuya ahora, mi lugar es a tu lado —nos besamos una vez más.

Aquellos mismos descendieron por mi cuello quedándose en mi clavícula y mordisqueandola un poco.

—Chris, por mucho que quiera tenerte dentro, sigo algo adolorida —me reí bajito causándole gracia a él también.

—Comprendo, pero no debo entrar para saciarte, ¿no? —susurró melosamente.

—Pues adelante, ¿Resistencia? ¿Eso con qué se come? —jugueteé.

Devolvió su boca a la mía y me besó con intensidad, sus manos se deslizaron por mi cintura, siguieron a mis caderas y reposaron en mi trasero, cuando creí que se quedarían ahí, de pronto descendieron a mis muslos, levantándome y haciendo que enrede mis piernas en su cintura, sintiendo una vez más su miembro erecto en la subida.

Caminó conmigo hasta la cama y me dejó sobre ella suavemente, sin pensárselo mucho coló su mano por debajo de mi blusa, desabrochó mi brasier y con una facilidad impresionante bajó los mandó a volar al otro lado de la habitación.

Agarraba mis pechos con suavidad, como si algún movimiento brusco me pudiera lastimar.

—Ellos están bien —le ronroneé, ni mucho esperó para entonces apretarlos con tanta fuerza y bajar su boca a ellos.

Lamiendo y mordiendo mis pezones de nuevo la electricidad se movió por todo mi cuerpo.

Bajó un poco más sus besos mojados danzando su lengua y labios por mis costillas, en medio de ellas, mi abdomen, mi ombligo, mi abdomen bajo, con ambas manos tomó mis shorts junto con mi ropa interior y los bajó suavemente hasta que estuvieron fuera.

Abrió mis piernas y comenzó a besar las partes internas de ambos muslos, haciéndome desesperar mucho.

Cada vez se acercaba más a mi entrada que no tardó en humedecerse.

Sentía su lengua subiendo y bajando por mis muslos, comenzando a desesperarme.

De pronto llevó su lengua a mi intimidad y me la acarició con ella.

Sus labios se unieron a la acción y tras cada beso y cada lamida la intensidad subía.

Llevó ambas manos a mi pecho, agarrándolos con brusquedad, su lengua ingresando por mi intimidad.

Mordí mis labios evitando soltar varios gemidos fuertes y apreté mis muslos sin darme cuenta.

Detuvo una de las caricias de sus manos a mis senos y la subió a mi cara para agarrar mis mejillas haciéndome soltar mis labios.

—No hagas eso, gime, quiero oírte —me pidió con una voz ronca que solo me calentó aún más.

Obedecí a lo dicho y empecé a gemir tan fuerte, su lengua me estaba llevando al éxtasis con una velocidad tan intensa.

—Sí, ¡Sigue así! —le pedí, ya muy cerca del orgasmo.

Siguió con su trabajo comiéndomela con ferocidad y cuidado a la vez, su lengua era tan exquisita, sus labios me estaban enloqueciendo, y solo entonces llevó su pulgar a mi clítoris para masajearlo en pequeños y suaves círculos.

No tardé casi nada en largar un gemido con su nombre en claro aviso de que había llegado, tras varios espasmos detuvo los besos en mi vagina.

Subió a mi boca y siguió besándome con dulzura.

—Demonios, mi ángel, haces que me duela la erección con tus gemidos tan deliciosos —murmuró sobre mi boca.

—Tal vez ahora puedo devolverte el favor —le ofrecí, sonrió con picardía.

—Voy a cogerte la boca —advirtió.

—Para mí no es una amenaza, lo llevo esperando desde que lo mencionaste.

No tardó nada en quitarse la ropa, se sentó en la cama y me arrodillé frente a él, empecé con suaves besos húmedos en toda su longitud.

Luego círculos con mi lengua en su glande y posterior a ello, cuando estuvo bien mojado, lo metí a mi boca, tanto como podía, pues el tamaño no era una broma para nada.

—Agh, mierda —gruñó entre dientes cuando intenté metermelo completo, iba a retroceder cuando sentí la arcada, pero sentí su mano en mi cabello y luego de aquello como se introducía en mi boca con fuerza.

Me estaba cogiendo toda la boca, así estuvo algunos minutos y las lágrimas de placer no dejaban de rodar por mis mejillas, entonces sentí su pálpito.

—Estoy cerca, ¿puedo? —pidió mi permiso, lo saqué de mi boca y comencé a masturbarlo para que se acercara más.

—Dámela toda, Chris —le abrí mi boca y se adentró en ella, fueron algunas estocadas antes de sentir su dulce leche deslizarse por mi garganta, me la tragué sin mucha dificultad, disfrutándola por completo.

Me trepé sobre su regazo para besarlo mientras masajeaba mi entrada con su suave pene ya flácido dándome una satisfacción agradable.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro