(18) - Futuro

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-Creí que sería la última vez que trairias
a tu hijo acá - la voz de un hombre fue lo primero que escucho después de haber sentido aquella corriente tras tomar la mano del Tachibana.

-¿Hijo? ¿Yo?-

- Señor, no es su hijo - respondieron cerca de ella, se notaba exasperada - Es el hijo de su amigo, además usted no debería de mejor tratar con las personas detrás del bar - el hombre se tenso - Sabe que odian esperar.

Al escuchar pasos alejarse fue que decidió abrir sus ojos, topando inmediatamente con un bebé de no más de 1 año. El cual poseia un par de ojos algo familiares, y un rizado y corto cabello castaño.

- ¿Huh? - susurro, el bebé la miró y sonrió estirando su manita.

Su mano se dirigio hacia la del menor, notando la calidez de esta. Sus labios se curvearon en una sonrísa, no entendía que estaba pasando pero aquel niño le trasmitía tanto cariño con tan solo una mirada.

En aquella acción pudo notar en su mano una cicatriz que abarcaba su palma, la cicatriz del 03 de agosto. Esta cicatriz sólo decia una cosa y está era que todo lo que vivió no fue un sueño.

-Todo fue real, yo si viaje en el tiempo-

Sonrió, deliniando con su dedo la marca de aquella daga, recordando el dolor que sintió pero que gracias a la impotencia y adrenalina en su cuerpo no le afecto como debería.

- Kumy-San, digo jefa - llamaron a un costado, rápidamente volteo al sentir como la miraban - No es por molestarla pero será mejor que deje a Yukiyi, las órdenes se están amontonado y aún no es su turno de salida.

-¿Yo? ¿Quién es Kumy?-

Fue lo único que dijo aquella mujer de mirada grisasea antes de retirarse y seguir mesereando. Por su voz dedujo que fue la misma que corrió al hombre. Tal parecía ella era la jefa de aquel lugar, cosa que la sorprendió, no pensó que al volver tendría mejor puesto y lugar de trabajo.

-No me quejo, jamás pensé que terminaria así-

- Tu nombre es Yukiyi - sonrió al verlo balbucear, los ojos fucsia del niño la miraban con encanto - No se de quien eres hijo pero me eres familiar, sin duda te conozco.

- ¡Oh callate!, Akemi, traeme otro trago

El escándalo en el lugar hizo que sus ojos dejaran de ver al bebé para mirar a su alrededor, aunque pronto se arrepintió. Su mente hizo que un recuerdo se instalará en sus pensamientos, el recuerdo sobre su primer intento de huida.

-El bar "Mirror", ¿Qué hago trabajando en este lugar?-

El color rojizo de las luces, aquel sillón en donde esa mujer se le acercó a sus 20 años, el guardia en la puerta y aquella horrible y limpia pista. Todo era igual, exactamente igual. Aunque ahora había algo diferente, algo distinto, y eso era ella.

Su pulso se aceleró un poco, sus orbes miraban todo el lugar con detalle, buscando alguna falla pero no había, todo era igual, todo.

-Calma, Takemichi, nada es igual, todo está bien, cambiaste el pasado. ¡Cambiaste el pasado!-

Cayendo en cuenta y olvidando el pasado fue que con una velocidad increíble saco su celular y de inmediato busco noticias recientes en Tokyo, suplicando a Dios que no saliera lo que estaba pensando.

-No, no hay nada, no hay noticias sobre la muerte de Hina-

- Hinata, Hina puede estar viva - susurro, dejando su celular a un lado. Su mano se dirigió a sus cabellos despeinandolos un poco en el proceso, y notando como estos eran largos, muy largos.

Dios mio!-

- Take-chan - la llamaron - Oh esta contigo Yukiyi - aquella voz, aquella mirada - Estúpido Akkun, le dije que estarías ocupada.

- ¿Ya-Yamagishi? - tartamudeo, mirando sin creerlo al ahora hombre frente a ella - ¿Eres tu?

Los orbes cafeces la miraban con extrañes, como si le hubiera nacido un tercer ojo o algo parecido. Aunque no había que culparla, hace tan solo minutos había visto a su tierno amigo de gafas y ahora este parecía todo menos tierno. Tatuajes, aretes y una mirada algo fría fue lo que se topo.

- Claro que si, Take-chan - habló frunciendo levemente su ceño, sus labios prontos se curvearon en una sonrisa - ¿Te encuentras bien? Creí que te emocionarias al volver a verlo.

-¿Volver a verlo? ¿De quién hablas?-

- ¿Take-chan? - tomó su hombro, sacándola inmediatamente de sus pensamientos - Se nota que estas estresada, estúpido Akkun, ya debería de saber que tu no tienes porque cuidar a sus hijos.

Fue ahí en donde volteo de nuevo a ver al pequeño ojifucsia, notando rápidamente el parecido descomunal que tenía con el Sendou, maldita sea.

- ¡Dios mio! - chillo, el bebe la miró con duda - ¡Eres la copia de Akkun!

Yamagishi la miraba con extrañez, la chica ignoraba esto para seguir acariciando las mejillas rosadas del menor.

- Dios, parece que no lo conocieras - bufo - Si eres más madre de Yukiyi que Hiza - ambos coincidieron miradas - Ambos imbeciles parece encantarles dejarte a Yukiyi y Yumiko. Hablaré con el luego, ahora vámonos.

- ¿A dónde? - preguntó de inmediato, Yamagishi tomó al menor junto una bolsa de color azul.

- Iremos a ver a tu - el sonido característico de una llamada lo hizo callar - Tu teléfono.

Apuntó a la mesa, en donde vibraba un celular que desde lejos se veía costoso. En este se encontraba brillando un número agendado como "N.T".

-¿Naoto? ¿Será?-

- Bueno - fue lo primero que contestó al aceptar la llamada. Un silencio algo largo fue lo que la recibió, seguido de una pequeña risa.

- Takemichi-San - escucho al otro lado de la linea, reconociendo inmediatamente la voz de aquel detective.

- Nao - intentó decir su nombre pero la voz del menor la interrumpió inmediatamente.

- No digas mi nombre - ordenó, su voz podía dejar escapar un poco de la emoción que sentía - Takemichi-San, yo, muchas gracias.

-¿Eh?-

- Se que acabas de volver, pude sentirlo y es increíble - la mujer sonrió - Manejaste todo increíblemente - pauso, el hombre soltó una pequeña risa - ¡Cambiaste todo!

Sus ojos azules brillaron al escuchar aquello de la boca del Tachibana, y eso solo podía significar una cosa, que sin duda le llenaba su corazón.

- Vayamos a ver a mi hermana

- Tengo que irme, Yamagishi - sonrió apenada, el castaño bufo, ahora tendría que lidiar con el próximo dramon del jefe.

- Esta bien, Take-chan - desvío la mirada de los ojos azules de su amiga - Solo espera unos minutos a que venga Akkun, no creo que quieras llevar a Yukiyi contigo.

Eso le hizo darse cuenta que aún tenía al bebé castaño en brazos, mismo que observaba la calle algo obscura mientras se chupaba su pequeña manita.

- Esta bien, además vendrán por mi - comento, dejando de mirar al bebé para dirigir su vista a la calle.

- ¿Un amigo? - cuestióno, por lo que sabía la pelinegra no solía mucho con amigos, menos cuando aquel hombre venía.

- Ahh, algo así - extraño - Oh mira, ¿Ese no es Akkun?

Pregunto, mirando a un hombre algo alto, de cabellos fucsias y una resplandeciente sonrisa en sus labios. Si, sin duda alguna era el.

- ¡Take-chan! - corrió hacia ellos con emoción, mirando como su hijo menor estiraba sus brasitos al verlo - Perdón por apenas llegar, me quedé limpiando la barberia.

-¿Barberia? No puede ser-

- Sigues con ese puesto de asistente - interrumpió Yamagishi, mirando con desinterés al más alto - Creí que aceptarías el trato de hace un mes.

-¿Qué? ¿Qué trato?-

- Yamagishi - se escuchaba molesto - No pensé verte - sonrió algo tenso, tomando en brazos al menor - Y si, sigo de asistente pero alfin me dejaran hacer algunos cortes, estoy cerca de conseguir mi sueño y cumplir mi promesa, cierto ¿Take-chan?

-Es una promesa - sonrió - ¡Yo seré tu primer cliente!-

Sus ojos inmediatamente se llenaron de lágrimas, sus labios se curvearon en una dulce sonrisa, mientras de estos salía una risa que expresaba lo feliz que se encontraba.

- Akkun - lloriqueo, saltando a abrazar al más alto, quien solo sonrió acariciando los cabellos lacios de la mujer.

- Algunas cosas no cambian, eh, bebé llorona - se burló, aunque internamente estaba agradecido de esto, de que su amiga siguiera igual de hace 12 años. Agradecido de que aquel hombre no la haya destruido.

- Bueno, bueno ya - la voz del castaño detuvo cualquier ambiente lindo y cálido - Takemichi, creo que es momento que te marches, aquel hombre nos está mirando extraño.

La de orbes azules volteo y coincidió miradas con el Tachibana, quien sonrió y espero que la mayor viniera a su coche. Takemichi se despidió de ambos chicos y comenzó a caminar hacia el pelinegro, sin notar o escuchar la conversación de ambos hombres detrás suya.

- Me entere que el esta de regreso - informó Akkun, el de gafas asintió - Y que ella lo verá esta noche.

- Sabes mucho Sendou - sonrió al verlo bufar - No puedo hablar mucho de esto pero, se que esta noche será decisiva - aquel sentimiento se instaló de nuevo en su pecho - Se que nada bueno pasará.

- Creí ser el único - suspiro - Nada saldrá bien, ni menos si aquel detective sigue metiendo sus narices donde nadie lo llama. Algo está mal Yamagishi, y más les vale no hundir a Hanagaki.

-Hinata, Hina, está viva-

- Estoy nerviosa - confesó, limpiando el vestido verde limon, que poseia con algo de ansiedad - ¿Qué tal si no le agrado? ¿Y si piensa que soy horrible?

- Creeme que eso sería lo último que Hinata pensaría - dijo, a sabiendas de los mucho que amaba su hermana a la ex-teñida.

- ¿Seguro? - antes de que el menor hablara, Hanagaki lo interrumpió - No importa, mejor dime como te enteraste.

- Bueno, busque el accidente donde mi hermana murió, parecía nunca haber pasado - pauso - La disputa de ToMan nunca sucedió, jamás pensé que lo lograrías.

La cabeza de la chica giro 180 grados, mirando con molestia al detective; quien al sentir aquella pesada mirada solo cerró sus ojos y sonrió.

- No, me refiero a que jamas pensé que se podría lograr y de una manera tan excelente - intento arreglar, aunque la molestia en la más baja seguía.

Negando con su cabeza fue como miró de nuevo al camino hasta llegar a un enorme edificio iluminado, en el cual Naoto se estacionó y sonrio.

- Ya estamos aquí - ambos bajaron del automóvil.

La mujer podía sentir cada vez más el temblor en su cuerpo, los nervios y las ansias de abrazar a la ahora mujer de ojos salmón, era cada vez más grande.

- ¿Su cabello seguirá igual? - rasco su mejilla, tratando de imaginar a la Hinata de 14 años con un cabello más largo.

- Takemichi-San, dudo que siga igual - la miró de reojo - Pasaron 11 años desde que perdieron contacto, ahora es toda una adulta digna de alabar.

-11 años, ahora son 11 años. Me encantaría saber que sucede en todo ese tiempo-

- Ahora es una perfecta maestra de primaria - sonrió, los ojos azules de la Hanagaki brillaron, sintiendose feliz de que Hina haya logrado cumplir su sueño.

La imagen de la Tachibana con múltiples niños a su alrededor, y con aquellos brillantes ojos sobre ella, provocó que los nervios llegarán a un peor.

-¿Porqué imagino que será como antes?, ¿Acaso no eh entendido que han pasado más de 5 años desde el último encuentro?-

Sus pasos se detuvieron, confundiendo al hombre de ojos azul marino.

- Yo, yo no voy a entrar - alcanzo a decir, sus ojos miraba el suelo y no al menor - No voy a verla después de todo.

- ¿Qué? ¿Porqué tan de repente? - confundio preguntó.

- Salve la vida de Hinata, pero ella no tiene la mínima idea de esto - suspiro - Ella solo recuerda que me aleje de nuevo y seguí con mi vida, no tengo contacto alguno, pero - levanto su mirada y sonrió - Naoto, tu si puedes verla, eres su hermano menor - pauso - Yo, yo soy una completa desconocida, seria extraño.

- Pero Takemichi-San - la mujer le dio la espalda y comenzó a caminar, después de todo tenía cosas que hacer.

- Naoto, si ella fue capaz de vivir una excelente vida, para mí eso es más que suficiente - el mencionado negó - Yo seguiré con mi vida. Sabes, ahora que me desate de lo que más me atormentaba se que seré feliz - pauso - Soy jefa de un excelente bar y sigo con mis amigos, eso es suficiente para mi.

-12 años, 12 malditos años. Realmente es obvio que si la viera no tendría ni idea de quien soy-

- Me siento un tanto satisfecha - intento sonreír - Cambie mi futuro para bien, pero entonces, ¿Porqué me siento tan incompleta aún?

Sin recibir respuesta alguna siguio con su camino hasta el elevador. Un pequeño grito seguido de un empujón hizo que saliera de sus pensamientos, haciendo que inmediatamente mirara hacia enfrente.

- Perdón - se disculpo, sus ojos de abrieron de sobremanera a los pocos segundos.

-¿Qué? ¿Estoy alusinando?-

- Takemi-chan - susurro aquella mujer sin poder creerlo, estando en la misma condición que la pelinegra.

-Estas aquí, frente a mi-

- ¿Estás llorando? - susurro con dulzura la  mujer de cabellos color salmón.

De aquellos ojos azules no paraban de salir lágrimas, lágrimas de felicidad genuina. Alfin, ella estaba frente a sus ojos, con un largo cabello, con un rostro más maduro pero manteniendo aquella escencia. Después de años, porfin podía verla siendo una adulta.

-Estas aquí, con esos mismos ojos desbordantes-

- Takemi-chan, siempre apareciendo de repente - sonrió.

- Son realmente estúpidas - insulto por lo bajo el pelinegro de corbata, mirando la sonrisa ligera de la Hanagaki y el terrible sonrojo en su hermana. Sin duda era como volver a ver sus pequeñas versiones adolescentes.

- El clima es bueno - hablo la pelisalmon, mirando de reojo la vestimenta de la ex-teñida.

- ¿Huh? ¡Si!, es muy buen clima - afirmó cerrando sus ojos, ignorando los nervios en su cuerpo.

- Esta nublado, además Takemichi traes un vestido - habló Naoto, la mencionada parpadeo tres veces tratando de ignorar al menor - Son tontas, me largo.

El ojiazul se levantó del suelo y camino hacia la puerta de salida. Takemichi inundada de pánico gateo de manera rápida hacia el menor, logrando aparicionar su pierna, inpidiendo que siga caminado.

- ¡Espera! - grito, el hombre se detuvo, mirando de reojo la posición de la chica - No puedes abandonarme así - pauso para después susurrar - No la eh visto en años, Naoto - suspiro - Además, creí que eramos amigos.

- Claro que somos amigos - intento quitársela de encima, ocasionando el movimiento tenue de aquel vestido verdoso - Sin embargo como amigos confieso que no soporto esta situación.

- ¡Pero Naoto! - una risa interrumpió su siguiente discurso, ambos pelinegros miraron a la Tachibana tapar delicadamente su boca.

- Sin duda no has cambiado nada - limpio sus lágrimas ocasionadas por la risa y la linda nostalgia.

-¿Huh?-

- ¿Qué tal si vamos a dar una vuelta?, yo conduzco - ofreció el detective, deseaba que fueran como antes y esto era el inicio del plan. Ambas chicas asintieron de acuerdo a la idea.

Nada, absolutamente nada había cambiado desde que salieron del departamento. Ambas chicas seguían en su mundo, a diferencia de que una de ellas parecía querer morirse.

- ¿Sigues conservando ese brazalete? - preguntó de la nada el detective, ambas miraron al menor quien sonrió - Hinata.

La mayor miró lo que reposaba en su muñeca, un lindo brazalete color plateado con lindos treboles alrededor. Sus mejillas se volvieron a encender como si de lindas luces se tratarán.

- ¿Eh? ¡Si! - contestó nerviosa, sintiendo los ojos azules sobre ella.

-Wow, es sin duda lindo-

- Fue un regalo de Takemi-chan a los 14 y aunque haya pasado lo que pasó - confesó - Jamás me lo quitaría.

-¿Huh? ¿Yo le regale eso?, es imposible, jamás podría pagar eso siendo menor de edad. Espera, que conserve ese brazalete que yo obsequie ¿No significa que aun me considera su amiga o algo así?-

- Estas pensado mucho, Takemichi - susurro para su misma.

- ¡Naoto! - grito Hinata, haciendo saltar al menor - Para el auto - ordenó con una sonrisa, para después mirar a la pelinegra - ¿Qué tal si damos un paseo, Takemi-chan?

-¿Paseo?-

Ambas caminaban a la par de la otra por aquel desolado parque. Takemichi miraba cada rincón frente a ella, intentando recordar algún momento en ese lugar, que sin evitarlo hacia su corazón apretarse.

- Este parque es muy nostálgico - habló la Tachibana sin mirarla.

- ¿Tienes muchos recuerdos con este lugar? - pregunto sonriendo, notando cómo aquel brillo en su amiga se disminuía.

- Vine aquí con la persona que me gustaba - confesó, aquello tomó desprevenida a la ojiazul.

Takemichi sonrió aún más, le hubiera encantado conocer al encantador chico, de seguro era bueno, si no jamás hubiera llamado la atención de Hina.

- Oh, nunca hablamos de algún enamorado tuyo, Hina-chan - recordó, notando el ambiente nada lindo que se formaba a su alrededor.

- En noche buena

-Talvez y ella está de novia con alguien, es obvio Takemichi, no has hablado con ella hace 11 años, lógicamente no recordarlas algo así-

- ¡Entonces si es un lugar importante! - sonrió, viendo la espalda de la mujer que solo miraba a él agua frente a ella.

Esta vista solo provocó que un recuerdo viniera hacia su mente. El recuerdo de Akkun, y el como se había suicidado frente a ella.

- Incluso ahora, después de tanto tiempo no puedo olvidarme de esa persona - comentó - Este es el lugar en donde me abandono, en donde corto todo lazo conmigo.

- ¿Huh?

-Imbecil, ¿Quién sería capaz de abandonar a alguien como Hina?, sólo un estúpido-

- No te pongas mal Hina, no vale la pena - intento animarla, sin embargo solo provocó las lágrimas de la mujer.

- Tantos años y yo sigo sin entender el porqué me dejó sola - suspiro, era hoy o nunca, tal como hace 12 años - Yo estaba tan enamorada que no me importaba ser solo su amiga, aunque odiaba que su atención estuviera sobre aquel chico - bajo la mirada - Un chico que de la nada llegó causando un revuelo en nuestra amistad. Lo odie, pero ver su sonrisa junto a él, me hacía sentir mal.

- Hina

- Y esto me hace pensar en lo egoísta que fui conmigo misma, pensando solo en la felicidad de ella, pero vamos, la amaba tanto que no importaba si dolia - las lágrimas fluían aún más, preocupando a la menor - Yo te amaba tanto - susurro, sin ser escuchada - Yo la  amo tanto.

Confesó, por fin, después de tantos años, tantas oportunidades, tanto dolor. Por fin pudo decirlo en voz alta, sin el miedo al rechazo, sin el dolor de hace 11 años, sin la angustia en su corazón.

-La, ella es una chica-

- ¿La amas? - susurro sorprendida, jamás creyo que Hina amaría a una mujer, sin embargo no le molesto - Hina yo - el pitido de un celular interrumpió sus palabras.

Sacando su celular fue que contestó la llamada, sintiendo los ojos brillosos de la Tachibana sobre ella.

Estoy atras de los baños,es hora de irnos, Take-chan - escucho del otro lado, reconociendo de inmediato la voz de Kazuchi.

- ¿Tan pronto? Creí que sería después, no importa, voy para allá - colgó la llamada sin esperar respuesta del más alto.

— ¿Esta todo bien? - preguntó Hinata, tragandose sus sentimientos y de nuevo buscando el bienestar de la portadora de lindos ojos azules.

— Si, Hina, tengo que irme - soltó, la mujer la miró con una mueca - Te lo recompensare, solo, solo que esto es importante según lo que se - sonrió - Juro que mañana te buscaré y iremos a la mejor cafetería de Shibuya, pero ahora no puedo seguir acá.

El corazón de la pelisalmon se infló ante las palabras de la menor, después de años tenía otra promesa de parte de ella, aunque eso no parecía curar su corazón roto, si parecía aliviarlo. Después de todo era Takemichi Hanagaki a quien le pertenencia.

— No te preocupes Takemichi, estaría encantada de salir mañana contigo - sonrió, el viento mesio sus cabellos - Ahora vete, no deseo que llegues tarde.

Sin más la Hanagaki se despidió y corrió hacia los baños de aquel parque, chocando en el proceso con una persona, quien la sostuvo antes de caer abruptamente al suelo.

— ¿Hum? Ta-ke-mi, entonces el tenía razón, no estás ahí - susurraron delicadamente en su oído.

Su vista se topo con un hombre de traje y gafas redondas, quien la soltó y se alejo de ella mientras que con su mano tatuada se rascaba la nuca.

-¿Mano? Tatuaje, ¡Hanma!-

- Lo llamaré, el plan "B" comienza - susurro Shuji, sin ser escuchado por la pelinegra.

Por su lado la mujer miraba al hombre alejarse, el mal presentimiento se instaló en su pecho, estando a nada de ir tras el si no fuera por la aparición de Yamagishi.

— Vámonos, el nos está esperando.

Ignorando el pitido de su cabeza y el dolor en su corazón fue como con una venda en sus ojos se subió al coche de color azul. Llendo a su nuevo destino, con una promesa y el próximo quiebre de esta.

Una vieja fábrica fue lo primero que vio tras que la venda de Yamagichi fuera retirada. En el estacionamiento antiguo había dos coches más, parecía que había más personas de las que pensaba.

-Listo, Take-chan, aquí es donde me retiro, estoy seguro que el no le gustara que yo suba - fue lo único que dijo al verla bajar del coche.

-¿Qué?-

-¿Me mandaras sola en ese lugar? - cuestióno incrédula, se veía como casa del terror o como lugar en donde el asesinato era el despertar de cada día.

- Si, el té verá en el último piso, no te distraigas - sin más se fue, derrapando aquel costoso carro y provocando que el polvo en el suelo se levantará.

-Maldito Kazuchi-

No servía de nada quejarse por lo que comenzó a adentrarse en el lugar, notando la poca o nada de iluminación que tenía el edificio. Sin más se topo con papeles pegados en las grises paredes, papeles que indicaban con una flecha el lugar de destino.

-Esto, esto es escalofriante-

No sabe con exactitud cuento tiempo había pasado, pero creía alfin haber llegado. ¿Como lo sabía?fácil, era la última flechita del lugar.

Sin embargo no había nada más que un viejo sillón y un enorme ventanal a su costado. Aún confusa se acercó al sillón, se le hacía familiar, demasiado para su gusto.

— ¿Te gusta? Creí que después de este tiempo sin estar a tu lado, traerte una copia del sofá de su adolescencia te gustaría - su voz sonaba tan fría pero podía notar la poca calidez en ella, esa voz.

Rápidamente volteo hacia la esquina del enorme lugar, topando entre la poca obscuridad con unos apagados ojos negros como el carbón, ojos que al verla brillaron con emoción.

— Mikey - susurro, sin creer lo que miraba, el ahora hombre se acercan a ella con precaucion, notando lo tensa que estaba.

— Mitchy - sonrió un poco, colocando sus manos en los bolsillos de su traje gris.

La Hanagaki no despegaba la mirada del Sano, viendo con detalle su cabello algo rizado, sus ojos, su vestir, y aquella aura que antes era tan agradable ahora se sentía pesada. Era diferente, el no era el mismo.

— Te ves hermosa, no pensé que te pondrías ese vestido - susurro lo suficientemente cerca de la ojiazul como para tomar uno de sus lacios mechones negros.

A pesar de ver su aura tan pesada, sentía la necesidad de estar cerca. Sintiendo en volverse entre el ambiente tan horrible a su alrededor. Encontrandose tal como hace 12 años en aquel hospital mientras tomaba la mano helada del mayor.

- ¿No me hablaras?, creí que estarías más emocionada, después de todo han pasado 6 meses desde que nos vimos - aunque no lo admitiera, que la chica no lo recibiera como estos años le apretaba el corazón.

- Mikey, eres tu, estás bien - volvió a susurrar,  sintiendo aún la sorpresa en su cuerpo, y como no.

Sin decir nada se acercó lo suficiente a él como para abrazarlo con fuerza, escuchado el latir apresurado del corazón del rubio, que parecía estar en sincronía con el suyo. Latiendo a un ritmo acelerado, que ocasionaba un agradable sentimiento aún desconocido.

- Yo no veía el momento de reencontrarnos - a pesar de que lo acababa de ver en el pasado, le era agradable el verlo bien después de años, confirmando que había cambiado para bien el futuro de todos.

- Yo tampoco, pero sabes que es importante esto si quiero un futuro - abrió sus ojos de golpe, mirando hacia arriba y chocando miradas con Mikey.

-¿Un futuro?-

- Te lo prometí hace años, pero aun no puedo deshacerme de ese obstáculo, siento que siempre va un paso frente a mi y que cuando menos me lo espere arruinara todo - hablo con un tono serio pero conservando el cariño, mismo que mantenía en sus ojos puestos en la mujer.

Sin decir nada el hombre entrelazo sus manos, viendo la diferencia de tamaño y textura. Complacido con la calidez aún presente en las manos de la pelinegra, pero con un malestar en su corazón.

Sus manos estaban manchadas de sangre, sangre de gente inocente; mientras las de ella estaban limpias, sin ningún pecado encima, ella era pura ante sus ojos. Takemichi era un ángel que no merecía estar en el infierno con el.

El corazón de la pelinegra latía a un ritmo inusual en ella, jamás había sentido estas ganas de vomitar pero sin sentir el asco en ella. Eran nervios, nervios por estar junto a Manjiro.

Mientras Mikey sentía su corazón latir de una manera que conocía a la perfección, y que sin duda le encantaba. Después de todo la razón de su latir eran aquellos ojos azules.

- No pienses en cosas malas, solo relajate, no siempre podemos estar juntos - murmuró Takemichi , sin saber realmente de donde venían aquellas palabras, pero que sin duda lograron algo en el Sano, puesto que su sonrisa se hizo más visible.

Ambos se sentaron en el sillón, diferente a como se sentía en aquel coche, con Mikey podía relajarse y extenderse a su gusto, cosa que encantaba al ojinegro.

Verla sonreír y soltarse a su lado era perfecto, todo de Mitchy era perfecto.

En el silencio del lugar, las dudas salieron en la mente de la ex-teñida, dudas como ¿Porqué Yamagishi trabajaba para Mikey? O ¿Porqué se alejo de Hina? ¿Quién era la piedra en el camino? O ¿Porqué Mikey y ella parecían ser tan unidos?

— ¿Mikey?

– ¿Hum?

— ¿Porqué pediste que nos reuniéramos aquí? ¿Porqué mandaste a Yamagishi y no fuiste tú a por mi? - el hombre la miró con el ceño fruncido, no esperaba esas preguntas.

— Nuestro lugar fue consumido en llamas, Mitchy, además no podía comprar otro departamento, no tenía tiempo - explicó - Y sobre Yamagishi, yo no lo mande a ningún lugar, el no trabaja para mí, el es gato de Kisaki al igual que Hanma. Yo no tengo poder sobre los lacayos de Kisaki.

-Nuestro lugar-

La mujer se levanto con rapidez, mirando con impresión al rubio. Aquel hombre de nuevo parecía estar involucrado en el futuro de sus amigos.

— Kisaki Tetta - susurro, Manjiro la miró, volviendo a entrelazar sus manos. Anhelando tener de nuevo esa calidez.

— Si, desde ayer los tres salieron de Tokyo, no recuerdo mucho de eso, fue una llamada estúpida - comentó, sin el esfuerzo de resolver las dudas de la pelinegra.

— Pero, Hanma, el estaba aquí - dijo, el hombre la miró con desinterés - Yo estaba con Hina en el parque junto al lago y el estaba ahí.

— Espera, ¿Estabas de nuevo con Tachibana? - preguntó, viendolo asentir - Creí que no te interesaba arreglar su amistad, no desde que te involucraste en esto.

-¿Qué?-

— No importa, Mitchy, talvez te equivocaste, Hanma y demás salieron de Tokyo ayer en la noche.

— No, no puede ser eso posible, Yamagishi me fue a buscar, el dijo que su jefe estaría feliz de verme - explico, los ojos negros del más alto la miraban con duda.

— Yamagishi trabaja para Kisaki, no para mi, a quien verías seria a mi y se supone que Pah-chin iría a buscarte, no el - su ceño comenzó a fruncirse, no entendía nada, aunque sabía que algo andaba mal.

— El me busco en mi trabajo, no dijo quien pero dijo que vería a su jefe en la noche, Mikey.

La mente de Mikey intentaba pensar en algo más, haciendo que el recuerdo de aquel lugar de sus encuentros con la mujer en llamas. Capturó su atención.

— ¿Quién te aviso que nos veríamos acá?

— El solo me trajo, dijo que subiera y fuera al último piso, yo seguí hojas hasta llegar aquí - recordó.

— ¿Hojas?

De la nada la puerta se abrió con fuerza, dejando a la vista el cuerpo desplomado y lleno de sangre de un hombre de cabellos lila. Mitsuya Takashi estaba agonizando frente a ellos.

— Mi-Mikey - imploro, ambos rápidamente se levantaron y corrieron hacia el hombre, notando los 4 disparos en su torso.

— Mitsuya - susurro Takemichi, sin poder creer lo que estaba viendo. Hace tan solo días había visto al capitán del  segundo escuadron de ToMan sonreir con los chicos, nada comparado a esta escena.

— Mikey, el lo sabe - escupió, manchando el vestido verde de la mujer - Ellos, el descubrió el plan.

Y cómo si se película de terror se tratara de la nada se vio la sombra de un hombre pasando su mano por su cabellos, hombre cuya mirada estaba vacía. Un hombre cuya meta en la vida era ella y nadie lo cambiaría.

- Takemichi, años sin verte - sonrió, acomodando sus gafas sin dejar de verla - Y Mikey, los planes en solitario jamás fueron tu fuerte, maldito.

-Kisaki Tetta-


HOLA HOLAAAA

MESES, MESES DESDE LA ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN DE ESTA HISTORIA.

NO ME JUSTIFICÓ PERO SINCERAMENTE NO SABIA COMO SEGUIR ESTA HISTORIA, NI NINGUNA.

POR MÁS QUE EMPEZABA UN CAPÍTULO ERA LEY QUE NO LO TERMINABA, PERO ALFIN, DESPUÉS DE TANTO AYER PUDE TERMINAR DE ESCRIBIR MÁS DE 2K PALABRAS.

LA NETA ME MOTIVO MUCHO VER COMO ÁTROPOS ESTA SIENDO CONOCIDO, ADEMÁS ME FACINO EL APOYO QUE LE ESTÁN DANDO.

AHORA HABLEMOS DEL CAPÍTULO.

AHHHH, ENCERIO QUE NO PUEDO, LO QUE SE VIENE EN MI CABEZA ES EXPECTACULAR. PARÁ ESTE ENTONCES LA DUDA DEL RECUERDO DE TAKE EN EL CAPITULO ANTERIOR YA DEBIÓ DE ESTAR RESUELTA ¿NO?

OTRA COSA ES HINA, OH MI NIÑA LINDA. ACÁ PORFIN PUDE QUE ELLA CONFESARA SU SENTIR, AUNQUE MITCHY NO LA ESCUCHO BIEN. HINA ALFIN SINTIÓ UN POCO DE PAZ, YA QUE PUDO DECIR EN VOZ ALTA EL HECHO DE QUE AMABA A UNA MUJER.

ELLA TENDRÁ SU FINAL FELIZ, DE ESO NO HAY QUE PREOCUPARSE.

OTRO HECHO ES MIKEY, POR LO QUE VIMOS SE QUIERE DESHACER DE ALGO, PERO ¿ACASO PODRÁ? O LA JUGADA LE SALDRÁ MAL.

MOMENTO MITAKE, PORQUE MITAKE CANON. PUSE LA CLARA REPRESENTACIÓN DE QUE EL NO MERECE A TAKEMICHI, NO SI ESTA EN ESE CAMINO.

AÚN NO HABRÁ ALHO MÁS SABEN, QUIERO QUE ELLA SE ENAMORE DE EL DE UNA MANERA LIMPIA.

SIN MÁS ESPERO Y LES HAYA GUSTADO

-HASTA EL CAPITULO 19-

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