𝕯𝗜𝗔 𝗖𝗜𝗡𝗖𝗢 ; I Like You

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➹ Continuación del día uno.

➹Gracias por las leídas, creí que esto sería un fracaso

Las olas del mar se movían con lentitud y calma mientras el sol se reflejaba en ellas con todo su esplendor, dando inicios a un nuevo día de la semana, Lunes; los rayos solares se filtran por las cortinas blancas que cubren la habitación y la entrada del balcón. Entonces, un pequeño bulto se removió envuelto entre las sábanas blancas de aquella enorme cama matrimonial.

Molesto, cubre su rostro con la tela blanca, esperando que el sol no llegara hasta él, pero no fue así. Giyuu entre abre sus ojos azules y se estira en la cama con molestia «¡Qué asco madrugar!», además, para su impresión, está completamente solo.

Giyuu soltó un suspiro y se detuvo a olfatear la cama, las sábanas olían a Sabito y sexo, haciendo sonreír al azebache. Recordar como le hizo el amor la noche anterior lo excita y pone a cien, pero, convencido de que no es hora de fantasear cierra sus ojos intentando conciliar el sueño.

Sin éxito.

-Buenos días, amor mío. -la puerta se abre y Sabito se hace presente con un desayuno en manos.

Él camina hasta la cama y deja la bandeja sobre la mesilla de noche mientras se acuesta al lado de Giyuu.

-Amor, despierta, ya salió el sol. -susurró en su oído mientras acariciaba los cabellos oscuros de su pareja, ahora esposo.

-...¿Y qué se supone que yo haga? ¿Fotosíntesis? -respondió Giyuu mientras abría sus ojos.

Sabito soltó una carcajada y besó los labios rosados de Giyuu. -Eres un caso.

-Y tú un puerco. -chasqueó Giyuu- ¿Cómo te atreves a besarme sin que me haya lavado los dientes? ¿Entiendes cuántas bacterias hay en nuestra boca?

Y Sabito rió más fuerte.

-Si las bacterias son de tu boca, que me de una infección entonces. -Giyuu golpeó el hombro de Sabito mientras este no paraba de reír.

Amaba molestar a su marido.

Muy pronto, las palabras pasaron a besos dulces de buenos días y aunque Giyuu se quejara con respecto a ello, amaba despertar así, siempre con Sabito a su lado, quién era el único que lo hacía morir de amor y a su vez, sacarlo de casillas.

-¿Quieres tu desayuno o prefieres hacer algo más? -preguntó Sabito mientras se separaba de los labios ajenos.

-Suena buena la segunda opción. -ambos rieron- Pero prefiero la primera, yo no vivo de los aires del amor.

Con esas palabras, Sabito se levantó y le colocó la bandeja a Giyuu sobre sus piernas cubiertas por las sábanas. -Ahí tienes frutas y yogurt. -el azebache asintió con una sonrisa.

Sabito se había tomado la molestia de investigar que era bueno darle de comer a Giyuu después de tener sexo. De ahí los desayunos de ese tipo, que desde hacía meses se los preparaba.

Cuando terminó, Giyuu le pasó la bandeja a Sabito y este se fue para dejarla en la cocina; Tomioka se levantó con cuidado de la cama envuelto entre las sábanas y observó todo el desastre de la habitación.

Increíble, aquella hermosa habitación... Quedó patas arriba, como decía la madre de Makomo cada vez que se quedaban en su casa. Giyuu se sintió mal al ver los esfuerzos en vano de las chicas por dejar eso realmente perfecto, ya que lo destrozaron totalmente.

Pero dejando su tristeza de lado, sus mejillas tomaron un suave rojo carmesí al ver la liga tirada en un rincón y recordó las palabras del ojilila "Mañana si lo haremos todo el día" Que esposo tan pervertido tenía; siguió mirando y vió las distintas partes de su lencería blanca esparcida, su vestido de novia, el traje blanco de Sabito y sus calzoncillos sobre la cama.

«Ya cálmate» se dijo mentalmente, intentando calmarse.

Su mirada azul se dirigió hasta el espejo que estaba frente a él y dejó caer la tela que cubría su desnudez. Al mirar su reflejo, quedó impresionado, jamás se había visto así. Tenía marcas por todo su cuerpo.

Y no es que Sabito no le dejara marcas las veces anteriores, si las dejaba, pero no eran tantas en cantidad y mucho menos tan marcadas.

Se acercó un poco más y vió su cuello, su pecho y sus piernas cubiertas de chupones y las marcas de los dientes de Sabito.

«Ese imbécil me las pagará»

-Giyuu tú... ¿Qué haces? -Sabito se detuvo al ver a Giyuu desnudo mirándose en el espejo.

-Observando como me dejaste anoche. -el de cabellos melocotón levantó una ceja divertido y se acercó hasta Giyuu.

-Y más te vale asearte y colocarte algo de ropa encima, o de lo contrario no podré controlarme y dejaré el doble de marcas sobre tu piel. -Sabito plantó un rápido beso en los labios de Giyuu y salió de la habitación.

El ojiazul se quedó en silencio ¿Qué acababa de hacer Sabito? No tenía idea, por lo tanto, sin darle más vueltas al asunto se fue a dar una ducha.

Cuando Sabito despertó, lo primero que vió fue a Giyuu durmiendo plácidamente sobre su pecho, sonrió al recordar lo que había pasado el día anterior. Había cumplido su sueño de casarse y tener la libertad de expresar su amor a Giyuu, sin miedos ni preocupaciones.

Cuando se levantó, dejó a Giyuu hecho bolita en la cama y se fue a prepararle el desayuno, lo más lógico que podría hacer en su primer día de casados. No obstante, todo resultó ser más difícil de lo que pensó, y no lo decía por el sarcasmo de el azebache o su mal sentido del humor.

No.

Lo decía porque quería hacerlo todo a la perfección, pero con lo torpe que resultaba ser Giyuu, era imposible. Un claro ejemplo fue su chiste sobre las bacterias bucales.

«Lo amo tanto que lo quiero matar» era lo único que pensaba el de cabellos melocotón.

Sabito se sentó en el sofá mientras esperaba a que Giyuu saliera del baño, solo espera que no se pierda, ya que esa casa es lo suficiente grande para perderse en ella. El ojilila se removió incómodo en su lugar, su espalda le dolía un poco desde esa mañana debido a los aruñones que le había hecho Giyuu.

Y aunque le dolía, no se arrepiente en lo absoluto. Así que sonrió satisfecho.

-Como estamos los dos, me quedaré así. -dijo Giyuu bajando los escalones lentamente.

Los ojos lavanda recorrieron todo el cuerpo de su esposo, quién traía una camiseta suya y unos shorts que llegaban hasta sus muslos mientras caminaba con unas pantuflas de gatitos.

-Ya deja de desnudarme con la mirada y más bien dame un recorrido por toda la casa. -se carcajeó Tomioka mientras caminaba hasta Sabito, que en un movimiento rápido lo sentó a horcadas sobre él.

-¡Oye! -Sabito rió y acarició las caderas de Giyuu.

-¿Cómo pretendes que te dé un recorrido por toda la casa sin mirarte, cuando te colocas mi camisa y dejas al descubierto esas sensuales piernas llenas de chupones? -preguntó Sabito mientras besaba el cuello ajeno.

-Ya lo había hecho antes ¿Cuál es la diferencia? -la pregunta de Giyuu hizo sonreír al ojilila.

-Que esta vez ya no hay necesidad de contenerme. -respondió con simpleza.

-Sabito... -jadeó el azebache al sentir las manos de Sabito apretarle el trasero.

-Vamos, te daré el tour. -mencionó Sabito, ya que no era hora de subirse de tono. El de ojos azules asintió sonrosado y se levantó de las piernas de Sabito.

-¡Me voy a perder! -Sabito no paraba de reír al escuchar las quejas de su pareja, que no sabe que esa casa la compró el de ojos lavanda para ellos dos.

-No te quejes, aprende a guiarte. -lo agarró de la mano y lo jaló hasta la terraza.

Giyuu se detuvo a observar todo el lugar, desde allí se podía observar toda la playa, el jardín y una grandísima piscina que había ahí mismo.

-¿Y qué te parece? -preguntó Sabito.

-Es...¡ES MARAVILLOSO! -gritó el azebache con una sonrisa y le dió un beso en los labios a Sabito- ¡Es la mejor Luna de Miel del mundo entero!

Sabito sonrió con satisfacción, esa era la respuesta que se esperaba por parte de Giyuu.

-Y todo para ti, amor mío. -los orbes azules se enfocaron en Sabito, quién podía jurar ver las infinitas galaxias en esos hermoso ojos azules, tan azules como la noche y el océano.

Podía ver las estrellas en el mismo océano ahí mismo.

-Te amo, cariño. -le dió otro corto beso.

-¿Quieres darte un chapuzón? -Giyuu asintió con una sonrisa que opaca hasta el mismo brillo del sol.

El azebache se separó de Sabito y corrió hasta la piscina, cayendo al agua de clavado.

-No entiendo cómo las personas hacen eso, yo no puedo. -admitió Sabito mientras se acercaba al borde la piscina.

-Pues aprende. -Giyuu mostró su rostro empapado de agua.

-¿Y si no quiero? -el azebache agarró rápidamente la pierna de Sabito y lo tiró al agua.

-¡GIYUU! -el mencionado no paraba de reír como foca con retraso mental.

-¿Qué? Encuéntrale algo divertido a la vida. -Sabito chasqueó la lengua y nadó hasta Giyuu.

-Pues entonces ahora te lanzo yo. -Sabito los sacó a ambos de la piscina y levantó a Giyuu para lanzarlo al agua.

Sin embargo, Giyuu, sin dejar de reír en ningún momento se agarra a Sabito de tración a último momento y se caen juntos al agua.

-¡UPS! -Sabito negó con una sonrisa y fue de nuevo hasta Giyuu.

-No se vale tirarme de nuevo. -dijo el azebache mientras pinchaba las mejillas de Sabito.

-No iba a hacerlo, solo quería besar a mi pareja. -Sabito se sienta en la ancha escalera de la piscina, coge entre sus brazos a Giyuu y lo sienta a horcadas sobre él mientras lo besa.

El agua les llega hasta la cintura a ambos y pronto las manos de el ojilila se meten debajo de los shorts de Giyuu y comienza a tocarle. -¡Sabito! -le regaña-. No hagas eso.

Su contestación es un tórrido beso que rápidamente consigue calentarle el alma
y la vida a Giyuu. Su boca y sus manos ya lo tienen en el punto que él quiere y, cuando se separa de el azebache, murmura mientras señala con la vista:

-Es hermoso el paisaje ¿No?

Giyuu miró hacia donde Sabito le señaló, no obstante, el de cabellos melocotón se levanta de la ancha escalera y sin soltar a Giyuu, lo llevó hasta el interior de la piscina, donde el azebache se aferra a él con desesperación.

-¿Lo haremos aquí? -preguntó Giyuu al sentir el duro miembro de Sabito bajo sus shorts.

-Si tú lo quieres, sí. -chocaron sus labios con torpeza, buscando sentirse mutuamente.

Sabito le quitó los shorts y la camiseta a Giyuu, dejándolo completamente desnudo. -¿No traes interiores? -el azebache negó con rapidez.

Estaba nervioso y al mismo tiempo ansioso, jamás lo había hecho en una piscina. El agua le hizo dar un poco de escalofríos, sin embargo, la excitación y el calor que sentía pudo más que la extraña sensación bajo el agua.

El ojilila se quitó sus bermudas y su playera rápidamente, volviendo a atrapar el cuerpo de Giyuu entre sus brazos. Sabito acarició las marcas que le dejo al moreno y juntó su miembro con el contrario, subiendo y bajando la mano.

-Sabi..to... -gimoteó Giyuu, nunca había sentido esa fricción tan cercana de piel con piel.

Ambos estaban hundidos en el éxtasis de la lujuria, probablemente se irían la mismo infierno por hacer tales brutalidades, pero ya estaban casados y compartiendo su vida mientras se amaban con euforia.

Y poco les importaba.

Giyuu se aferró al borde de la piscina cuando Sabito lo penetró, cuando ya se acostumbró, el ojilila le embestía rápidamente, asegurándose de golpear el punto dulce de el azebache, quién no paraba de gemir lleno de placer y satisfacción.

Sabito se aferró a las caderas de Giyuu, sintiendo el agua corroer por sus intimidades juntas, eso lo hacía más placentero.

Cuando terminaron, recogieron su ropa que estaba esparcida por toda la piscina y salieron desnudos por toda la casa mientras se reían.

-Tienes trabajo que hacer. -Giyuu le entregó una escoba.

-Lo se, pero si eso significa probar el mejor almuerzo de todos, hago lo que sea. -Sabito le dió un beso rápido en los labios a Giyuu.

El azebache sonrió y se dió vuelta para colocarse el delantal. -Te amo. -murmuró antes de ponerse a cocinar, ya que Sabito se encargaría de arreglar el desastre que dejaron en la habitación la noche anterior.

¿Y que harían ambos si no se tuvieran?

Palabras:2144

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