¡𝕰𝗦𝗣𝗘𝗖𝗜𝗔𝗟! +18 ; que me bese al cumpleañero dice

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Para ti, Giyuu, un hombre que debió ser más feliz. Sonreírle al mundo. Pero que, por desgracia, no fue posible para ti hasta que Tanjiro te demostró lo contrario.

Feliz cumpleaños.

Raro. Eso es lo que Giyuu puede opinar sobre el comportamiento de Sabito en estos últimos cinco días.

Hace unos meses, Sabito hizo los arreglos necesarios para pasar este día, su cumpleaños, con él. A decir verdad, no es algo que lo emocione, pero que Sabito estuviera dispuesto a quedarse a su lado, fue suficiente para hacerlo sentir bien. Sin embargo, después de todo lo dicho anteriormente, hoy hubo algo distinto, algo que no ha pasado durante los cinco años que llevan de pareja, y que por ende, Giyuu no puede procesar.

Según Sabito, anda demasiado atareado con su trabajo y, aunque Giyuu no le cree mucho, aparenta que lo hace.

—Te ves apresurado. —Giyuu mira a Sabito terminar de vestirse desde el umbral de la puerta.

Después de tanto estrés, ha llegado el martes. Sabito se levantó más temprano de lo usual para alistarse e irse hacia solo dios sabe dónde.

—Sí, voy llegando tarde. —responde Sabito, terminando de colocarse su camiseta y mirandose al espejo, como si ya estuviera listo.

—Oh... ¿Y tiene que ser precisamente hoy? —pregunta Giyuu, aún guarda la esperanza de estar el día con Sabito.

—Claro, no puede pasar de hoy y no creo que alcance a llegar para estar el día en casa. —Sabito camina hacia él y le da un beso rápido en los labios.

—Pero, Sabito ¿no crees que te olvidas de algo? —Giyuu insiste. Al menos con un feliz cumpleaños le basta.

—¿Ah? ¿De qué hablas, Giyuu? —Sabito contesta nervioso— No creo que se me olvide algo. Pero bueno, me voy.

—Al menos dime hacia donde vas que es más importante que yo. —Giyuu frunce su ceño.

—¿Me preguntas a mí ?

—No, a la pared, idiota.

—Oh, bueno, emmm... —Sabito mira hacia todas partes, huyendo de la mirada acusatoria de Giyuu y lleva su mano a la nuca— Al trabajo, supongo... ¡Digo! Sí, al trabajo voy.

Giyuu suspira irritado.

—Ajá, vete ya. —masculla entre dientes y Sabito por un momento recuerda como respirar.

—Gracias, Giyuu. Nos vemos. —le da un beso en la mejilla y sale corriendo como alma que lleva el diablo.

Cuando el sonido de la puerta principal cerrándose llega a sus oídos, se permite maldecir a su novio en voz baja; jamás ha sido de las personas que pierden la calma fácilmente, pero su paciencia está llegando hasta el límite y, no desea saber que pasará cuando pierda los estribos.

Camina en modo zombie hasta la cocina y sirve un poco de té que hizo Sabito después de levantarse. Luego, enciende la televisión y se sienta en el sofá para buscar algo para ver, como si fuera plan de fin de semana.

Porque, siendo sincero, ¿qué podría hacer? siquiera está Shinobu para molestarlo.

Busca en todos los canales algo entretenido, pero finalmente su única opción es entrar a Netflix y buscar una película decente para mirar, o tal vez una serie, no lo sabe hasta que va al menú y encuentra Intercambio de Princesas de entrada.

Es perfecto, podrá mirar al hombre de sus sueños por televisión, el príncipe Edward, mientras que su novio está en otra parte el día de su cumpleaños. El plan ideal.

Presiona play a la película y se acomoda entre los cojines, listo para disfrutar de la película, que ha visto más de tres veces. Pero no importa, así es feliz.

El tiempo no pasó como esperaba, apenas iba en la segunda película, se aburrió y apagó la TV. Extraña mucho tener a Sabito abrazándolo, o al menos recibir una llamada de Tsutako, que extrañamente hoy no lo llamó deseándole un feliz cumpleaños, como todos los años.

Aunque, siendo sincero, hoy hay muchas cosas raras.

Giyuu cierra la puerta de su apartamento con llave y camina hacia las escaleras. No logrará quedarse solo en casa durante todo el día, por eso, visitará a Sanemi, supone que debe estar desocupado, o que al menos le permita acompañarlo.

Al llegar al parqueadero, se sube a su auto y sale del edificio; las calles hoy no están demasiado concurridas, la mayoría de las personas están en sus trabajos, no como él, siendo un desocupado improductivo que siquiera sirve para estorbar.

Mientras conduce, su teléfono vibra desde el asiento del copiloto, es una llamada. Giyuu aprovecha para contestar ya que debe parar porque el semáforo está en rojo.

—¿Hola, Uzui? —saluda y escucha ma respiración agitada de Tengen.

—¡Hola, Giyuu! ¿Dónde estás? —Uzui respira.

—¿Yo? Bueno... Ummm, salí de casa, estaba aburrido así que estoy en camino hacia la casa de Sanemi.

—¡¿Qué?! ¿Cuánto te falta para llegar? —pregunta Uzui exaltado y Giyuu no entiende porqué tanta curiosidad.

—Dos cuadras ¿porqué?

—¡Por nada! Nos hablamos, adiós. —Uzui termina la llamada de repente y Giyuu no hace más que confundirse.

Pero no tiene tiempo de pensarlo, muy pronto, el semáforo cambia a luz verde y continúa su camino mientras escucha la radio de la ciudad.

Pasados unos cinco minutos, Giyuu llega al edificio donde se sitúa el apartamento de Sanemi. Sale del auto y camina hacia el interior; mientras sube las escaleras, revisa algunos mensajes provenientes de Google deseándole un feliz cumpleaños.

Al menos la asistente se acuerda de él.

En cuanto está parado frente a la puerta del apartamento, toca el timbre y se pone a esperar. Dentro, se alcanzan a escuchar sonidos de cosas moviéndose y algunos pasos. Es raro, pues nadie la abre la puerta después de un minuto.

—¡Hola, Giyuu! —Sanemi lo saluda enérgicamente con una sonrisa que Giyuu no puede descifrar.

—Hola, Sanemi... Emmm ¿Interrumpo algo? —pregunta al notar desde el fondo a Kanae acomodándose la ropa.

—Para nada, simplemente se le hizo tarde para ir al centro comercial. —ríe el albino.

—Sanemi, te escuchas agitado.

—¿Yo?

—Para nada, la pared. —Giyuu arquea una ceja.

—Ah... Eso... —Sanemi traga saliva— Uzui me llamó para decirme que venías así que...

—¿Puedo pasar? —Giyuu intenta dar un paso hacia adentro pero Sanemi se hace al frente para impedir que pase.

—¡No, no!

—¿Ah?

—Digo ¡Claro que puedes pasar! Obvio que sí, de hecho creí que y nos íbamos y por eso dije que no. —Sanemi intenta aclararse.

Giyuu frunce su ceño y aparta a Sanemi de su camino.

Todo se ve normal, no hay nada raro además del acomodo del sofá, y eso que Sanemi y Kanae no son personas a las que les guste re acomodar la casa cada cinco minutos.

Analiza con sumo cuidado hasta encontrarse con algo que le parece sospechoso: Una bolsa dorada junto con un paquete de confeti justo sobre la encimera de la cocina.

Giyuu iba a dar un paso hacia allí cuando Kanae lo agarra de la mano para abrazarlo.

—¡Giyuu! Que agradable visita.

—Oh, hola Kanae ¿cómo estás? —sonríe él, desviando la mirada hacia la mujer.

—Muy bien ¿Y tú? Ya iba de salida ha hacer algunas compras, así que... Creo que PODEMOS IRNOS LOS TRES. —las últimas cuatro palabras Kanae las dice mucho más fuerte.

—Sí, vamos Giyuu, iremos a comer algo, muero de hambre. —Sanemi agarra la mano de Giyuu y tira de él hasta la salida. Kanae cierra la puerta sin seguro.

—¿No le echarás llave? —pregunta Giyuu.

—Oh no, más tarde viene... Emmm... —Kanae duda.

—Viene nuestra vecina a darle de comer a Pelusa. —interviene Sanemi.

—¿Pelusa? —cuestiona Giyuu.

—¿No te lo dijimos? ¡Tenemos un gato! Es... Es igual de gruñón como Sanemi. —Kanae golpea la espalda de su novio fuertemente.

Giyuu los mira de reojo. —Ajá, lo que digan... —Sanemi y Kanae tragan saliva— Es un lastima que Sabito no me permita tener mascotas, me encantaría... —Giyuu hace un puchero y se adelanta.

La pareja expulsa el aire contenido. Casi lograron sentir el sudor resbalar por sus frentes. Es terrible lidiar con un Giyuu curioso por todo.

Desde ahí alcanzan a escuchar el sonido de algo romperse en su apartamento. Sanemi frunce su ceño.

—Vamos antes de que oiga como hacen algo estúpido y los mate. —le extiende su brazo a Kanae y ella lo toma.

Son las 10 de la mañana, Kanae termina de comer su desayuno y Sanemi paga la cuenta. Giyuu acaricia su estómago mientras se levanta de la silla, estuvo muy bueno, debería de venir más seguido a este restaurante.

—¿Y bien? —pregunta Sanemi.

—Kanae dijo que tenía que ir al centro comercial ¿no? —Giyuu habla y la chica asiente.

—Es cierto. —Kanae habla como sino se acordara.

Giyuu la mira extrañado y ella de inmediato evade su mirada.

—Vamos antes de que se nos haga tarde, me da hambre cada 5 minutos. —susurra Sanemi, intentado colaborarle a su novia.

Kanae y Giyuu asienten antes de dirigirse hacia la salida.

Mujeres.

No hay manera de describirlas, o bueno sí, pero es algo sumamente complicado. Se tardan mucho, son cuidadosas en las cosas que se compran, tienen gustos finos y son tan delicadas que, es estresante. Aunque sabe que no puede ponerlo en general, porque hay mujeres que son muy descuidadas. Su vecina, sin ir tan lejos.

—Me voy a morir aquí. —susurra Giyuu. Solía estar acostumbrado a acompañar a Tsutako a sus compras, pero desde que se mudó con Shinobu para ir a la universidad y luego, al terminar sus estudios, solo, dejó la costumbre.

Es tan estresante.

Mira hacia Sanemi, que anda mirando publicaciones en Instagram. Deja caer su cabeza en su hombro y chismosea junto al albino.

A Sanemi no parece molestarlo, así que ve con más confianza.

En la página aparecen fotos de famosos, promociones de libros —ya que Sanemi tiene gustos literarios muy buenos—, etc... Todo va bien hasta que en una aparece Uzui junto a Sabito, a su lado está Shinobu y se están riendo en un lugar que parece ser el interior de la casa de Shinazugawa.

«Espera... ¿Qué?», antes de que pueda cuestionarse más a fondo, Sanemi sale de la app y entra a Twitter, está sudando.

—¿Que fue eso? —pregunta Giyuu— ¿Sabito no estaba en el trabajo?

Sanemi quiere morirse.

—Oh... Eso... Emmm, yo... Es que... Le dije que me ayudaría con un portafolio y Uzui tenía llaves de mi casa, Shinobu dijo que quería darle de comer al gato porque la vecina no pudo. Me llamó antes de irnos. —Sanemi rasca su cuello mientras sonríe nervioso.

—Yo te creo, Sanemi, pero mi cerebro no. —Giyuu lo mira con seriedad.

—¡¿Cómo?! ¡Pero si es cierto! —Kanae aparece con un vestido en su mano— Mejor ven y ayúdame a escoger algo para mí muy pronta boda. —bromea.

Sanemi la mira de reojo y ella le guiña el ojo, es un distracción que tal vez funcione; Giyuu se levanta de su asiento y acepta.

El albino, en cuanto ve que Giyuu está lejos, entra a mensajes y busca el contacto de Sabito para escribirle.

[Sanemi]: Idiota de mierda, vió la foto en Instagram.

[Sabito]: Pues no dejes que vea redes sociales y distraelo. Evita llevarlo al centro comercial, no lo sé, parque de diversiones, lo que quieras.

[Sanemi]: Lo traje al centro comercial.

Sanemi espera unos segundos a que Sabito conteste, pero no lo hace, parece que se desconectó. Kanae aparece de la mano juntos Giyuu, interrumpiendo su mirada al teléfono. Ella le señala el cajero y se levanta de su silla para ir a pagar.

Mientras saca su tarjeta de creído, su teléfono vibra, pero no le presta atención hasta que salen del local. Estando ahí afuera, mira por un momento el mensaje de Sabito.

[Sabito]: Puedes llevarlo a cualquiera menos al Centro Comercial Flowers, si, es el más grande y entretenido, pero bro, andamos ahí.

[Sanemi]: Diablos.

[Sabito]: ¿Qué?

[Sanemi]: Mira al frente.

El albino observa desde la distancia como Sabito eleva la mirada hacia él. Kanae iba a preguntarle qué pasaba cuando, al ver a Sabito, de inmediato hace que Giyuu lleve la mirada hacia otra parte.

—¿Kanae? —cuestiona Giyuu.

—Nada.

—¿Nada?

—El que nada no se ahoga, así que vamos a la librería. —ella toma la mano de Giyuu y tira de él hacia otro lado.

En cuanto pasan uno de los pasillos, ve a Uzui asomándose y dobla hacia otro lado, al instante. Giyuu está confundido, nunca vió a Kanae con ese tipo de afán, de hecho, ella es muy paciente.

—Kanae ¿hacia donde vamos? —pregunta Giyuu, intentando seguirle el paso.

—A viejos. —responde Kanae y Giyuu hace un puchero.

—¡Kanae! Dejamos a Sanemi atrás.

—¡Eso no importa! Él es un adulto y puede buscarnos solo, de hecho dijo que iría a otro lado, no te preocupes. —dice ella y Giyuu intenta calmarse.

Hoy, definitivamente, todos se están comportando extraños.

Son las 7 de la noche. Giyuu está en casa de Sanemi mientras acaricia a Pelusa, que está acostado en sus piernas. Hace un momento Kanae lo obligó a ducharse, ponerse una ropa que compraron en el centro comercial para él y, esperar a que ella saliera.

Sanemi también está muy arreglado, por lo que tal vez vayan a hacer algo esta noche.

—¿Que tal me veo? —Kanae sale de la habitación y muestra su vestido primaveral, como ella.

—Hermosa. —sonríe Giyuu y Kanae le da un abrazo.

Sanemi no dice nada, está demasiado centrado en lo linda que se ve su novia como para poder concentrarse en otra cosa que no sea ella.

—Entonces... ¿Vamos? —cuestiona Kanae.

Los dos hombres de levantan de sus lugares. Giyuu no tiene idea hacia donde van, solo espera no ser el sobrante de una cena romántica.

Aunque para violinista sirve.

—Vamos. —Sanemi agarra a Giyuu del brazo, al igual que Kanae, y salen del apartamento.

La oscuridad es lo único que puede percibir en cuanto entran a la casa. Sanemi lo suelta y camina hacia alguna parte que Giyuu no descifra, es extraño ¿para que vendrían a la casa de Uzui? Si, es muy lujosa, pero él no suele invitar a nadie.

Kanae le susurra que esté tranquilo antes de irse, al igual que Sanemi, y Giyuu ya comienza a sentir pánico.

—¿Hola? —pregunta— ¿Kanae? ¿Sanemi?

—¡Feliz cumpleaños!

Y entonces, las luces se encienden mostrando a sus amigos aplaudiendo, incluído Sabito, que abraza a Tsutako por encima del hombro.

Giyuu no sabe que hacer o sentir, está feliz, pero al tiempo quiere golpear a todos por hacerlo pensar en muchas posibilidades; su hermana, emocionada de verlo, corre y le da un fuerte abrazo al que Giyuu corresponde sin dudarlo.

Hace tanto que no la veía, que ya estaba extrañando su calor.

—Mi Giyuu... Aquí estoy, mi niño. —susurra ella, acariciando su espalda en cuanto Giyuu no soporta dejar que algunas lágrimas resbalen de su rostro.

Sabito aparece caminando junto a Sanemi, y Giyuu se separa por un momento de su hermana para mostrarles el dedo del medio.

—Ustedes son unos idiotas. —masculla, mientras su hermana se ríe.

—Mmm... Soy tú idiota, amor. —Sabito lo mira con cariño y Giyuu se abalanza sobre él para darle un abrazo.

—Creí que te olvidaste de mi cumpleaños. —murmura Giyuu, entre sus brazos.

—¿Porqué pensarías algo así? Sé que me pasé un poco, pero sabes que nunca me olvidaría de este día. —le da un beso en la mejilla. Y si Giyuu pudiera derretirse, estaría hecho un charco de agua en el suelo.

—Sabito... Gracias. —susurra, sonrojado.

Sabito sonríe. —Mejor agradece a los demás, ellos ayudaron un montón. Ahora ve. —se separa y le da un empujoncito para que se anime.

Giyuu inhala y exhala antes de ser atacado por Shinobu, que en vez de dar un abrazo, le saca todo el aire de los pulmones. Sabito y Tsutako se ríen mientras lo miran.

Uzui se acerca divertido hacia él y se une al abrazo. Una fiesta muy extravagante para un cumpleañero amargado. La combinación perfecta.

Muy pronto, música suave comienza a sonar y Mitsuri reparte pastel para todos, mientras Kanae termina de acomodar los regalos; en cuanto están llenos y repiten lo que pueden, hacen un círculo para jugar.

Tsutako se fue hace unos minutos, pues su esposo la llamó, así que ahora solo quedan ellos.

—¡No dijo UNO! —grita Shinobu, hacia Kyojuro, que se queja.

—¡Yo sí dije! Mentirosa.

—No lo hizo. —Iguro arquea una ceja.

—¡Iguro! —lloriquea el rubio.

—Nunca confíes en tus amigos, Kyojuro. Aquí nadie conoce a nadie. —menciona Mitsuri, mientras analiza sus cartas.

—¡Ves! Ahora agarra dos cartas por mentiroso. —Shinobu le extiende la baraja a Kyojuro, que hace un puchero.

Giyuu ríe mientras los observa. Es su turno, así que levanta la carta y pone su mano sobre ella en cuanto está en el suelo.

—¡UNO! —grita y todos se tiran como elefantes para no quedar de últimos.

—¡No es para nada extravagante! —Uzui hace berrinche al ver que ha quedado de último.

—Como soy tan buena gente, te doy una. —ríe Sabito mientras le pasa la carta y Uzui un puchero.

—Tiro mas cuatro y cambio a color amarillo. —Sanemi lanza una carta, después de él sigue Sabito, que hace una mueca.

—El karma existe, Sabito. —Uzui bufa mientras chica sus palmas con Sanemi.

Sabito carraspea mientras saca una ficha y la tira para después soltar una sonora carcajada.

—Esos rostros de desgracia... Que bueno verlos en la derrota —Sabito arquea una ceja—. Se devuelve, ahora agarra cuatro cartas, Sanemi.

Mitsuri los mira reírse mientras analiza la hora y golpea el hombro de Kanae, que a su vez le hace señas a Shinobu. Ella logra entender lo que quiere decir y llama a Sanemi con la mirada, mientras estaba acomodaba sus cartas.

Sanemi asiente para inclinarse hacia Sabito.

—Es hora. —susurra, y Sabito se levanta de su lugar para barajar sus cartas y ponerlas debajo del resto.

—Voy al baño. —se excusa y sale de la cocina, para dirigirse hacia la salida.

—¿El baño no queda hacia allá? —pregunta Giyuu, señalando el patio.

Uzui ríe nervioso.

—Está tapado. Un pendejo cagó tremendo pedazo de mierda y lo dejó fuera de servicio, debiste verlo... Yo creo que eso era más grande que su ano. —el albino dice lo primero que se le ocurre

Sanemi carraspea, intentando comportarse serio. Al igual que Mitsuri, que comienza a moverse como si estuviera a punto de convulsionar de la risa.

—¿Okey? —Giyuu lo dice más en forma de pregunta y Shinobu con Sanemi sueltan una carcajada al tiempo.

Uzui es único.

—Gracias por todo. —agradece Giyuu, con una sonrisa.

Duró otra hora más con ellos hasta que dieron las 12. Ellos le dijeron que ya era hora de que se fuera, pues parece que a Sabito se lo tragó el inodoro. Giyuu supone que salió para dejarlo solo.

Menudo idiota.

—No fue nada... —sonríe Shinobu— Que la pases muy bien, Giyuu. —ella me guiña el ojo y se confunde.

—¿Cómo...?

—Ven, Giyuu, yo te llevo. —Kyojuro abre la puerta de su auto y Giyuu se despide de Shinobu para correr al auto de su amigo.

En cuanto, los dos suben, Kyojuro le da reversa, da la vuelta, y comienza a conducir en dirección hacia el apartamento que Giyuu comparte con Sabito. Giyuu nota que él está sonriendo, como si pensara en algo que le emociona, así que curioso, le pregunta.

—¿En qué meditas?

—¿Yo? Oh no, en nada. —Kyojuro aguanta una risita que aumenta las sospechas de Giyuu.

—Ajá, y yo nací ayer. —bufa Giyuu.

El rubio lo mira de reojo y piensa en algo rápido para no salir contando todo y arruinar lo planeado.

—Bueno... Hay alguien que me gusta, o más bien dos. —aclara.

Giyuu abre sus ojos como platos y se acomoda.

—¿Triangulo amoroso?

—Algo así.

—Cuentame. —susurra Giyuu. Shinobu estaría riéndose de él mientras le dice vieja chismosa.

Ya puede escucharla.

—Es difícil, porque el primero es dulce, tierno, agradable... Todo lo más bueno de este mundo —Kyojuro para cuando ve el semáforo rojo—. Y el segundo... Bueno él...

—Déjame adivinar —Giyuu sonríe—. Chico malo, promesas, cogidas buenas, etc...

—Exacto, pero hay un problema. —Kyojuro vuelve a conducir cuando el semáforo cambia a verde.

—¿Cuál?

—Es que...

—Adivino otra vez —Giyuu lo señala con su dedo índice—. Escucha, para nadie es un secreto que eres suke.

—Ajá.

—Y que el chico bueno, sea uke, mientras el malo tenga un pene enorme que ni hablar. —los dos aguantan una risa por lo último mencionado.

—¿Si?

—Tambien sé de quienes se trata. —Giyuu se cruza de brazos orgulloso.

—Te diría que me dijeras, pero acabamos de llegar, cielito. —ríe Kyojuro, deteniendo el auto frente al edificio donde vive Giyuu.

—Otro día será. —bufa Giyuu, dándole un beso en la mejilla y bajando del auto para despedirse minetras agita su mano.

Kyojuro se asegura de ver a Giyuu entrar antas de volver a conducir a casa de Tengen. No puede llegar a su casa, pues le dijo a sus padres que estaría antes de las doce, además, decidieron salir a beber hoy.

Los mejores planes para hoy martes.

Giyuu abre la puerta del apartamento. Parece que no hay nadie, aunque la televisión encendida al igual todas las luces de la casa da la impresión de que si está una persona en casa.

Solo espera que Sabito no se haya ido dejando todo así, porque gracias a eso, el servicio de la energía podría llegar caro. A decir verdad, este es es su turno de pagar y, no desea costear una factura demasiado alta.

—¿Sabito? —pregunta, dando pasos por el pasillo.

Un ruido extraño se escucha desde la habitación, y quiere pensar que fue Sabito, no quiere morir tan joven.

—¿Estás ahí, Sabito? —vuelve a preguntar en cuanto llega a la puerta de la habitación.

Duda si entrar o no, tiene un muy mal presentimiento de lo que puede encontrar ahí adentro.

—Voy a entrar. —dice y se siente idiota ¿que es él, un policía?

Con la idea, se devuelve hacia la cocina y agarra un sartén, luego, busca el número de Shinobu para tenerlo listo si encuentra algo malo, y corre de nuevo hacia la puerta de la habitación. Esta vez, para girar la perilla y abrir de un solo golpe.

—Hola, amor. Te estabas tardando. —Sabito se da vuelta y le sonríe.

En cuanto lo ve, Giyuu se detiene y deja caer su sartén, que causa un estruendo en cuanto choca con el suelo, al igual que su teléfono, que se resbala de su mano y da a parar en sus pies.

Sabito está parado junto al espejo, su cabello está recogido, tiene puesto un disfraz de policía muy, pero muy realista. Tiene una corbata, la placa, las esposas, una macana, y más abajo, unos pantalones que no dejan mucho a la imaginación. Son demasiado ajustados, y marcan su miembro por encima de la ropa.

—Sabito... Pero q-que... —Giyuu balbucea, está intentando procesar todo, pero no tiene palabras para describir lo que tiene al frente. Es como si su voz se hubiera quedado atascada en su garganta.

—Tenía que darte mi regalo ¿no? —Sabito remoja sus labios en un lento movimiento al que Giyuu se siente atraído.

Es mucho, demasiado. Tal vez por hacer esto Sabito desapareció con la excusa de ir al baño, y lo agradece tanto.

—Iba a llamar a la policía si encontraba un asesino. —dice Giyuu, dando pasos hacia atrás hasta que su espalda choca contra la puerta.

—Mmm... Ya ves que sí tendrás a alguien que te mate... Pero te placer. —la sonrisa juguetona de Sabito provoca que el rostro de Giyuu se ponga de todas las tonalidades de rojo que pueden existir.

—Sabito... No lo digas así. —murmura Giyuu, viendo cómo Sabito camina hacia él y lo acorrala.

—¿Así como? —se acerca a su oído.

—Así... De esa forma. —Giyuu ladea su cabeza.

Sabito lleva sus manos a su cintura y le da un beso en el lóbulo de su oreja antes de separarse.

—Bueno, me temo que debo arrestarlo. —Sabito sonríe.

Giyuu abre sus ojos como platos. —¿Porqué? —pregunta— ¿Que crimen cometí yo?

—Mmm... —Sabito lo piensa— Cometió el delito de ser jodidamente sexy e incitarme a hacerle cosas que están fuera de lo legal, debo castigarlo por eso ¿no cree?

—Oh... —Giyuu deja salir una pequeña risa antes de morder su labio inferior. La propuesta suena muy tentadora— No sé que decir ante eso, señor oficial.

—¿Cómo que no sabe? —pregunta Sabito, siguiéndole el juego—. Debe comenzar mejor por quitarse la ropa.

Giyuu arquea una ceja.

—Es para requisarlo, claro, no sé si lleva algún arma. —Sabito se encoge de hombros y Giyuu se voltea, dándole la espalda.

—¿Ese no es su trabajo, oficial? —pregunta Giyuu, con una sonrisa socarrona.

—Uh, si así lo quiere. Todo por su último deseo antes de que lo lleve a prisión —Sabito lleva la mano hacia sus pantalones—. Manos contra la puerta.

—Cómo diga. —Giyuu obedece sin peros, colocando sus manos contra la madera de la puerta. Su teléfono y el sartén siguen en el suelo, pero no le interesa recogerlos ahora.

Está muy ocupado para estas cosas.

Sabito se comienza a palpar desde su espalda hasta su trasero, dándole un pequeño apretón a sus nalgas para después agarrar el pantalón junto con su ropa interior y bajarlos de un solo tirón.

—Así te puedo requisar mejor. —sonríe Sabito, mientras agarra sus piernas y las separa.

Giyuu lo mira de reojo, pero no puede seguir en el momento que su novio pasa las yemas de sus dedos por sus nalgas para separarlas y, por ende, pasar su lengua por el pliegue de su trasero.

—¿Eso hace parte de la requisa? —cuestiona Giyuu, cerrando sus ojos y abriendo su boca para permitirse gemir.

—Hay que revisar todo. —y es lo único que contesta Sabito, pues vuelve a pasar su lengua para luego hundirse de apoco en el interior de Giyuu.

Se mueve hacia adentro y afuera lentamente, después succiona y repite el movimiento, saboreando cada centímetro que puede degustar de Giyuu.

—Ah... Huh... —Giyuu cierra sus ojos con fuerza, se siente muy bien la forma en que su novio lo embiste con la boca.

Sabito le da lamida y luego, vuelve a penetrar a Giyuu con lengua, en círculos, haciendo que mueva sus caderas hacia delante y atrás, esperando recibir más de ese placer, su erección se está volviendo dolorosa.

—¿Se siente bien la requisa? —cuestiona Sabito, pasando por última vez su lengua y levantándose.

—S-sí... —Giyuu entre abre sus ojos.

—Quiero que te quites la camiseta. Ahora. —no es una pregunta, es una orden, y Giyuu no tarda en obedecer de nuevo. Su entrada hormiguea después de lo que Sabito hizo, así que intentará que esto sea mucho más rápido.

No quiere esperar demasiado.

En cuanto se ha quedado sin ropa u algo que pueda cubrirlo, Sabito lo voltea y le da un beso apasionado que le roba el aliento. Entonces, se separa, agarra sus manos y saca las esposas.

—¿Qué harás? —pregunta Giyuu, aún intentando mantener el aliento.

—Shhh... —Sabito le susurra— Confía en mi ¿okey?

Giyuu mira hacia abajo y traga saliva.

—Okey. —y estira sus brazos.

Sabito toma las esposas y las coloca en sus muñecas, luego las ajusta para que Giyuu no se pueda safar y menos lastimar. Después, lo toma de la cintura y se frota contra él.

—Oh... Sabito. —Giyuu muerde su labio inferior, notando la erección de Sabito a través de su ajustado pantalón.

Se ve mucho mejor de esa forma.

—Ponte en cuatro. —ordena Sabito, de nuevo.

Giyuu tarda unos minutos en reaccionar. Pero apenas logra captar todo, asiente y obedece, otra vez. Camina hacia la cama y, en cuanto su rodilla toca la colcha, gatea como puede para ponerse en la posición que Sabito le ordenó colocarse.

Es difícil acomodarse gracias a las esposas, pero tampoco imposible; se hace lo más que puede en el borde de la cama y eleva su trasero, que queda totalmente a la vista de Sabito.

—Giyuu... —murmura Sabito, le excita tanto ver a Giyuu en esa posición, desnudo, sin nada que pueda cubrir su cuerpo, totalmente expuesto y abierto a él.

Desabrocha los primeros botones de su camisa, tiene mucha calor y desea poder calmarla en Giyuu. Pero aún no es momento.

Giyuu lo observa desde su lugar, el movimiento de Sabito soltando su pelo y desabotonando su camisa lo pone al cien. Así que, para incitarlo, menea su trasero de un lado a otro, contrayendo voluntariamente su entrada.

Sabito deja salir un gruñido y se acerca, sacando la macana y enseñándosela.

—Te haz portado muy mal, Giyuu, muy mal. Este policía debe castigarte por tus delitos. —Sabito camina hacia Giyuu y le da una palmada en la nalga.

—¡Ah! Si, me he portado muy mal, castígueme. —Giyuu gime y muerde su labio inferior.

Sabito sonríe juguetón, agarrando con más fuerza la macana y pasandola con suavidad por los muslos de Giyuu, que se estremece por el contacto.

El objeto acaricia con cuidado su piel, pasando de un nivel a otro. Desde sus piernas, hasta sus nalgas, dónde Sabito no tarda en pasarlo por sus pliegues, haciéndolo gemir y moverse debajo de él.

Es difícil hacer una acción cuando está con las esposas.

Sabito se agacha un poco y deja de tocarlo con la macana para tomarlo y hacerlo quedarse de rodillas en la colcha. Giyuu mueve hacia atrás sus brazos con dificultad para agarrarse de Sabito, que con un brazo lo toma de la cintura y vuelve a iniciar el mismo juego, esta vez pasándose por sus pezones.

—Joder. —Giyuu intenta respirar, pero Sabito es malo con él y golpea su cadera contra su trasero para que sienta su erección allí.

Es muy cruel, pero Giyuu no se queda atrás y se restriega contra él. Su desnudéz no ayuda mucho con la fricción, pues le da placer y frustración al tiempo. Y él no quiere frustración, él quiere perder la cabeza mientras Sabito le entierra su pene hasta lo más profundo de él.

—Uh... Bebé, así quiero que te muevas cuando te folle. —susurra Sabito, lamiendo la parte trasera de la oreja de Giyuu.

Giyuu se mueve hacia atrás, gimiendo. Sus oídos son una parte muy sensible de él, y Sabito sabe cómo usarlo en su contra, agregando palabras tan calientes para él.

—S-Sabito... —susurra.

—Dime.

—Q-quiero la otra macana. —gimotea.

—¿Cuál otra?

—Esta. —Giyuu se frota contra su entrepierna, excitado. Necesita sentirlo, su interior ruega tenerlo dentro, llenandolo.

—Tan caliente. —Sabito deja salir una risa lujuriosa y suelta a Giyuu, que cae en cuatro en la cama.

Sabito desabrocha su cinturón y baja la cremallera de su pantalón. El sonido llama la atención de Giyuu, que disfruta ver cómo Sabito agarra su miembro y lo saca, acariciándolo.

Se siente listo.

—Vamos, Sabito, jódeme. —jadea Giyuu.

—No quiero ser tan rudo. —sonríe Sabito, pasando su pene palpitante por los pliegues del trasero de Giyuu.

—Huh... —Giyuu sonríe— Amor, es mi cumpleaños y quiero que me folles salvajemente en esta cama. Ahora métela. —mueve su trasero de un lado a otro.

Sabito ríe lujurioso con voz ronca. Si eso es lo que Giyuu desea, eso le dará, después de todo, es su cumpleaños.

Se quita la camisa rápidamente junto con su ropa interior y los pantalones para quedar totalmente desnudo. Agarra un puñado del trasero de Giyuu y empuja su entrada antes de penetrarlo de apoco.

Hace un momento lo preparó con su lengua, así que no cree que haya problemas.

Giyuu pone sus ojos en blanco cuando Sabito llega al fondo. Se siente tan bien tenerlo allí de nuevo, que es el primero en moverse para darle luz verde a Sabito, que no tarda en sacar casi por completo su pene y volver a embestirlo.

El roce lento de sus paredes contra el miembro de Sabito lo hace retorcerse, sabe que apenas están iniciando, pero quiere que sea duro, áspero. Y Sabito parece leerle la mente, pues lo toma de las caderas y comienza a moverse más rápido.

—¡Ahhh! ¡Ngh! ¡Si, si, si! Así. —murmura Giyuu, colocando su rostro contra sus brazos.

El sonido húmedo que provoca su interior mientras Sabito lo penetra con todo lo que tiene lo pone aún más caliente, sobre todo el choque de sus caderas. Suena tan bien.

—¿Quieres más?

—¡Por favor! ¡Ahhhh! ¡No pares, no pares! —Giyuu intenta aferrarse como puede a las sábanas, logra meter su cabeza entre sus brazos.

Sabito lo mira serio, con una vena marcando en su frente antes de poner su mano sobre el cabello negro de Giyuu y volver a embestirlo con fuerza, encargandose de clavarse en su próstata cada vez que su grueso miembro se funde en su interior.

—Mío, mío. —murmura Sabito. Los ruegos y gemidos de Giyuu lo animan cada vez más, queriendo llevarlo a su límite.

Sabito empuja el rostro de Giyuu contra el colchón mientras tira bruscamente de las caderas de Giyuu para darle más profundo cada vez que le da una estocada rápida y brusca.

—¡S-Sabito! Mghn... Uh, uh, uh... —Giyuu intenta advertirle que se va a correr, pero no lo logra. Solo puede gemir por el abundante placer.

Sabito le da una nalgada que le provoca un chillido a Giyuu. Y cómo si supiera que está apunto de correrse, lo masturba sin dejarlo de embestir.

Giyuu se estrella de golpe contra su orgasmo, Sabito no para de embestirlo para sobre-estimularlo, buscando de paso su propia liberación y corriendose dentro de Giyuu.

—Uh... Bebé. —Sabito sale lentamente de su interior y se levanta con cuidado, dejando a Giyuu tirado en la cama.

Busca la llave de las esposas en todos los bolsillos de su pantalón, luego, al encontrarla, vuelve hacia la cama y se acuesta junto a Giyuu, que eleva su rostro y le extiende sus manos para que le quite las esposas.

En cuanto lo deja suelto, Sabito le da un beso en la mejilla.

—Son las dos de la mañana. —murmura Giyuu, adormilado.

—Tenemos que ducharnos. —le susurra Sabito.

—Cuando salga el sol, Sabito, tengo mucho sueño. —Giyuu se acomoda a su lado y lo abraza.

—Vamos a dormir. Dulces sueños, mi Giyuu.

—Gracias, cariño. —agradece Giyuu, terminando de comer el desayuno.

—Es un placer alimentar a mi futuro esposo. —ríe Sabito, pellizcando su mejilla.

—¡Sabito! —Giyuu se sonroja.

Son las diez de la mañana, y hace dos horas se levantaron. Ya se ducharon, hicieron los deberes del hogar, lavaron las sábanas, y por supuesto, se lavó el disfraz de policía.

Giyuu se negó a tirarlo, considera que un día volverán a usarlo, y vaya forma.

—Giyuu, aún falta un regalo. —dice Sabito, de repente.

—¿Otro regalo? Estuviste muy bien con el de anoche, Sabito. —Giyuu relame sus labios y Sabito suelta una carcajada.

—Lo sé, bebé. Pero sexo se tiene todos los días, así que ven. —Sabito agarra la mano de Giyuu y lo hace levantarse para tirar de él hasta la sala.

Estando allí, Sabito suelta la mano de Giyuu y saca una caja de regalo que estaba atrás del sofá. Giyuu lo mira curioso.

—¿Que es eso? —pregunta.

—Ábrelo para saber. —Sabito le sonríe.

Giyuu estaba apunto de agarrar la caja cuando escucha un maullido. De inmediato, sus ojos brillan por la emoción y abre todo tan rápido como puede, encontrándose con dos gatos.

Un siamés y otro gemelo de Pelusa, el gato de Kanae y Sanemi.

—Espera ¿Ese no es el gato de Sanemi? —pregunta.

—Bueno, el gato fue estrategia de Sanemi, Giyuu. Ellos nunca tuvieron un gato y tuvimos que conseguir uno para colaborar a la sorpresa —Sabito rasca su cuello—. ¿Lo podemos adoptar?

Giyuu mira como Sabito se encoge al igual que un niño regañado. Así que se levanta y le da un abrazo.

—Creí que nunca me dejarías tener un gato ¿Tu que cree? —Giyuu eleva su rostro y Sabito le sonríe ilusionado.

—Que me debes un beso por el regalo.

—No sé que haría sin ti, Sabito. Te amo. —ríe Giyuu, dándole un corto beso en los labios.

—Y yo a ti.

Nota: BUENAS, aquí el especial del cumpleaños de Giyuu, porque sí, mi bebé cumple años hoy. Y aunque sea un personaje 2D que no existe, le tengo mucho amor y aprecio a mi wawa.

Kimetsu es mi etapa más larga de mis pequeñas obsesiones. Y personalmente, Giyuu y Sabito llegaron a mi vida para quedarse.

Gracias a los que leyeron esto, no me quedó como esperaba pero hice todo de último.

Mil abrazos para todos <3

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