𝕯𝗜𝗔 𝗤𝗨𝗜𝗡𝗖𝗘 ; blinding lights

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❅ Esto es algo así como una versión mía sobre la escena del helado en 50 Sombras Liberadas, por E. L. James.

❅ Recompensa del 14 de Febrero.

La lluvia, una de las cosas a las que Giyuu más le tiene terror desde que era un niño.

En ese entonces, cada vez que llovía, su hermana era la única que lograba tranquilizarlo después de la muerte de sus padres, aunque, en algunas ocasiones, sus caricias y palabras no bastaban para calmarlo lo suficiente.

Más tarde, al cumplir sus 15 años, el miedo disminuyó un poco, pero, sobre todo, al conocer a Sabito, su mejor amigo y novio desde que son adolescentes. Giyuu puede decir que él es la única persona que logra calmarlo por completo en días de lluvia, mostrándole el lado positivo de las cosas y, por un momento, logra disfrutar del sonido que causan las gotas al caer cada vez que está junto a su pareja.

Anoche, fue precisamente uno de esos días de lluvia. Giyuu no quería estar solo en su apartamento, así que le pidió a Sabito que lo llevara con él. En cuanto llegaron al hogar de su novio, se puso cómodo y los dos hablaron por un rato hasta que las cosas se pusieron calientes y terminaron haciendo mucho más que simples charlas.

Fue la mejor noche de lluvia para Giyuu.

—¿Cómo te sientes? —pregunta Sabito, acariciando el muslo interno de su pierna.

Giyuu entre abre sus ojos —Con sueño.

Lleva intentando dormir desde hace una hora, pero Sabito no ha parado de tocar su cuerpo desde que se despertó. Tal vez queriendo aprovechar el tiempo, ya que es domingo y no siempre pueden verse constantemente por temas de trabajos excesivos de la universidad.

—Duerme entonces, iré a hacer cualquier cosa. —Sabito besa su mejilla y aleja su mano de la pierna de Giyuu para levantarse.

—Nunca puedes quedarte quieto ¿verdad? —pregunta Giyuu, haciendo un puchero.

—Sabes que no. —Sabito ríe y se levanta de la cama, quitando las sábanas de su cuerpo para quedarse totalmente desnudo.

Giyuu se acomoda en la cama y se sonroja al notar las marcas de arañazos que tiene la espalda de Sabito. No puede negar que se ve muy bien con ellas, pero está seguro que esa decoración pasará factura luego, aunque Sabito nunca se queja cada vez que araña su espalda.

—¿Te gusta la vista? —ríe Sabito al notar la mirada de Giyuu sobre él.

—Solo miraba los arañazos que te hice... Dolerá. —susurra Giyuu, más rojo que un tómate por las palabras de su novio.

Sabito busca un pantalón de pijama y se lo coloca rápidamente, luego se voltea hacia su novio y pone sus manos en su cintura, mientras lo mira fijamente.

—Giyuu, me gusta que entierres tus uñas en mi espalda porque así sé lo bien que hago mi trabajo. Además, no hay nada de malo, después de todo yo te hago marcas, estamos a mano. —Sabito menciona por último y Giyuu no puede ponerse más rojo.

—Yo... No tengo nada que decir. —susurra Giyuu, aferrando sus manos a la sábana.

—Bueno, tampoco esperaba una respuesta, amor —Sabito le sonríe y camina hacia la puerta—. Por cierto, si quieres ducharte o salir, puedes sacar cualquier cosa de mi closet, tu ropa está en el cuarto de lavado si prefieres ponertela de nuevo.

Giyuu asiente y ve a Sabito salir del cuarto para dejarlo completamente solo. No tiene ganas de salir, pero tampoco puede quedarse todo el día en la cama, por lo tanto, se levanta y quita la sábana para caminar libremente por la habitación.

Abre el closet y busca algo que ponerse. La ropa de Sabito le queda un poco grande, así que no tiene mucho que ponerse excepto una camisa de color blanco que llama su atención, ya que Sabito la usa para ocasiones especiales.

Su novio no se enojaría por algo como eso, por lo tanto, saca la prenda y la coloca en su cuerpo desnudo. Abrocha los botones y, luego, sale del cuarto. En otro momento se habría molestado en mirarse al espejo y arreglar su cabello, pero hoy no tiene ganas de hacerlo.

Mientras camina hacia la sala, encuentra a Sabito en la cocina sacando un empaque de crema de leche del refrigerador.

—¿Qué harás de desayuno? —cuestiona Giyuu, acercándose a pasos lentos.

Sabito lleva la mirada hacia él y le sonríe antes de volver con lo suyo. —Quiero sentirme como en esos realitis de cocina, así que haré ensalada de frutas. Makomo trajo dos litros de helado, puedo aprovechar eso.

Giyuu ríe bajo y camina hasta llegar completamente hasta la cocina, luego, se sienta sobre la encimera para observar a Sabito moverse. No trae nada cubra su pecho, así que todavía puede mirar los aruñazos que le causó. De inmediato, revisa sus uñas. No están largas ¿Cómo fue que le hizo eso?

—Haré como que soy el juez de este realiti. —menciona Giyuu y Sabito lo mira de reojo antes de reírse.

—Ajá, solo comes y ya, al menos págame. —Sabito finge indignación y Giyuu ríe.

—Bueno... Te podría pagar con mi cuerpo, no lo sé ¿Qué opinas? —pregunta Giyuu con una sonrisa traviesa.

—Me parece un buen pago, pero mejor ven y ayúdame a preparar esto porque el sexo no le da comida a mi estómago. —bufa Sabito y Giyuu se baja de la encimera para colocarse al lado de su novio.

—Bien ¿qué debo hacer?

***

Sabito agarra su vientre mientras intenta calmarse, pero eso solo provoca que siga riéndose como loco. Sus carcajadas también son acompañadas por las de Giyuu.

No es motivo de risa lo que acaban de hacer, los dos metieron la pata, pero les divierte mucho mirar el desastre que han hecho con la comida. Tsutako y Makomo estarían decepcionadas al enterarse de que Giyuu confundió la crema de leche con mayonesa y Sabito echó sal en vez de azúcar.

Son unos idiotas para cocinar, no hay duda de eso.

—Sabito... —Giyuu intenta respirar, llamando a su novio, pero solo consigue volver a reírse.

—No lo digas. —ríe Sabito y se reincorpora.

Cuando ambos se han calmado lo suficiente, se quedan mirando el desastre que han hecho.  Bien, ahora no tendrán con que desayunar.

—¿Y qué comeremos? —pregunta Giyuu, agarrando el brazo de Sabito.

—No lo sé, gastamos toda la fruta y no quiero salir a comprar algo. —murmura Sabito y Giyuu palmea su espalda, sacando una queja por parte de su novio.

—¿Estás bien? —cuestiona.

—Sí, solo... Bueno, me arde la espalda. —Sabito sonríe nervioso.

—Lo sabía... —masculla Giyuu— Te dije que dolería, Sabito.

—Vamos, Giyuu, no es tanto. —Sabito hace un puchero.

—No, Sabito —Giyuu niega, frunciendo su ceño—. Detesto que te duela algo por mi culpa. —suelta el brazo de Sabito y de gira hacia él.

—Giyuu...

—Mírame —pide el pelinegro y Sabito obedece—. Sé que tal vez dirás qué no importa, pero no me gusta lastimarte.

—No lo haces, Giyuu.

—Lo hice y ya. La próxima vez evitaré tocar tu espalda. —menciona Giyuu y Sabito suspira, estresado.

—No tiene caso decir algo porque no tengo ganas de discutir, Giyuu, seguiremos la charla cuando haya comido. —Sabito frunce su ceño, caminando hacia el refrigerador.

—Lo que quieras.

Debería de haber algo, Sabito recuerda que había otro ingrediente que no usó durante la fallida preparación de la ensalada de frutas. Al abrir la puerta, analiza todo lo que hay adentro.

Una sonrisa se expande por su rostro al mirar el helado al final de su recorrido visual. Agarra el envase y cierra la puerta del refrigerador.

—Lo encontré. —menciona Sabito.

—Me dará diabetes si como eso. —habla Giyuu, haciendo una mueca.

—Entonces no sé que comerás, yo tengo hambre y estos dos litros de helado son perfectos para mí. —Sabito se encoge de hombros y agarra una cuchara.

Giyuu resopla, entonces, Sabito carraspea y suelta una carcajada mientras se sienta sobre la encimera.

—¿De qué te ríes? —pregunta Giyuu, casi enojado.

—Te ves tan hermoso cuando te enojas, amor —ríe Sabito—. Me extraña que dudes de mí, claro que te traeré otra cosa, pero primero déjame comer ¿está bien?

—Está bien... —suspira Giyuu, con sus mejillas rojas.

Sabito abre la tapa del envase y comienza a comer. El helado es de fresa y, aunque no le guste mucho la fruta, debe admitir que está bueno. Aunque lo mejor de todo, es que no fue él quién lo compró.

Giyuu da vueltas mientras observa a Sabito comer, en cierto modo sabe que su novio se tardará mil años en acabar y para entonces ya estará muerto.

—¿Quieres? —pregunta Sabito, mostrándole la cuchara llena de helado.

—Yo... —Giyuu quiere negarse, pero el rugido de su estómago hambriento le ruega que acepte— Si, pero un poco. —y accede.

Giyuu camina hacia Sabito y se hace en medio de sus piernas, luego, abre la boca y Sabito le da una cucharada de helado como si le estuviera dando de comer a un bebé.

—¿Está bueno? —cuestiona Sabito, volviendo a comer otra porción.

—Mucho. —susurra Giyuu con una pequeña sonrisa.

—¿Quieres más?

Con las mejillas rojas, Giyuu asiente. Es algo desconsiderado de su parte comer el desayuno de alguien más, pero cada vez que come, Sabito le roba algo. Es una forma de cobrar venganza.

—Mmm... Tienes un poco de helado aquí. —señala Sabito su mejilla.

—No veo nada ¿Podrías limpiarlo tú? —pregunta Giyuu.

Sabito pasa sus dedos por la piel blanda de su novio con cuidado y quita los restos de helado. Luego, dispuesto a no desperdiciar ni una sola gota, lame sus dedos.

—Delicioso. —menciona con una sonrisa y Giyuu golpea su pierna.

—Eso fue muy pervertido. —se queja Giyuu.

—¡Oh no! Algo pervertido es decirte como pienso que te ves con mi camisa ¿Ya te lo dije, no? —pregunta Sabito, esperando una confirmación.

—No, no has dicho nada, pero quiero saberlo ¿Por qué no lo dices? —murmura Giyuu, curioso. En algún momento creyó que apenas lo viera, Sabito se enojaría, pero no fue así.

—¿Porqué quieres saberlo? Mal pensado. —Sabito le sonríe juguetón a Giyuu.

—Tú eres el mal pensado... Pero bueno, ¿lo dirás o no?

Sabito deja el helado a un lado se inclina para tener el rostro de Giyuu a centímetros del suyo.

—Mmm... Te ves muy sexy. —susurra Sabito.

—¿Solo eso? —Giyuu eleva sus cejas, sabe que su novio no ha dicho todo.

—Bien, bien... Además de sexy, te ves muy caliente, tanto así que me dan ganas de follarte toda la mañana. Estuve pensando que la camisa combina bien con mis sábanas, pero más tu cuerpo sudoroso en ellas ¿qué opinas?

—Que eres un poeta. —ríe Giyuu.

—Sinceramente podría escribir un libro sobre ti y estoy seguro de que sería para mayores de veintiuno. —bufa Sabito sacándole un sonrojo a Giyuu.

—Eres un corrompido ¿Quién leería esas porquerías obscenas sobre mi cuerpo? —Giyuu hace un puchero.

—Yo, pero bueno, ¿Quieres jugar a algo? —pregunta Sabito, cambiando de tema.

Giyuu lo mira confundido. —¿Qué...? Somos adultos, Sabito.

—¿Quién dijo que para jugar tenemos que ser niños? —cuestiona Sabito, incrédulo. Giyuu se queda pensando— Además, las reglas son simples ¿te parece?

Giyuu sigue meditando. Casi nunca puede verse con Sabito, así que ¿no hay nada de malo, no?

—Bien, dime las reglas. —Giyuu acepta y Sabito le sonríe victorioso.

—Bueno... —Sabito se aclara la garganta— Creo que será mucho mejor explicarte con hechos que con palabras. —ríe, bajándose de la encimera.

—Adelante. —bufa Giyuu.

—Entonces espérame, ya vuelvo. —Sabito me da un beso en la mejilla y camina hacia una de las habitaciones.

Giyuu lo observa cerrar la puerta, quién sabe que estará planeando. Así que, mientras se dedica a esperar, se sienta en la encimera y agarra el envase de helado para comer él antes de que se derrita.

Un poco se cae en su pierna y pasa su dedo para limpiar el desastre antes de chuparlo, pues no puede permitir que se desperdicie, la comida es sagrada. Así sea chatarra.

—No puede ser. —Giyuu escucha la queja de Sabito desde adentro de la habitación y una idea se le cruza por la mente.

Es algo muy loco, pero será interesante probarlo.

—¿Estás bien, amor? —pregunta Giyuu, desabrochando los primeros botones de su camisa.

—Creo que no podremos jugar a lo que tenía planeado —Sabito sale del cuarto cerrando la puerta— ¿Te parece si nos reunimos otro día? —pregunta.

Giyuu ríe. —Claro ¿porqué no?

Sabito lleva la mirada hacia él.

—Tengo una mejor pregunta... ¿Por qué tan sexy? —Sabito camina a pasos lentos hasta llegar a la cocina.

Giyuu lleva la mirada hacia otra parte, como si lo estuviera pensando antes de reírse mientras pasa la cuchara por su boca.

—Uh... No lo sé... —moja sus labios, dejándolos brillantes.

—¿No? —Giyuu abre sus piernas y Sabito se hace en medio de ellas.

—No.

Ambos se observan fijamente por unos instantes.

—¿Quieres hacer algo? —pregunta Sabito, apoyando sus manos en la encimera.

—Mmm... ¿Cómo qué? —cuestiona Giyuu en un murmuro, agarrando la cuchara y sacando un poco de helado.

—Eso mismo te pregunto a ti. —Sabito arquea una ceja.

Giyuu suelta una carcajada y eleva la cuchara con helado para mostrarsela a Sabito.

—¿Helado? —cuestiona.

—Aún tengo hambre. —Sabito abre su boca.

Giyuu hace el amago de meter la cuchara en su boca, sin embargo, antes de terminar la acción, la baja y el helado cae sobre el pecho de Sabito, a quien se le eriza la piel por el cambio de temperatura que contiene el alimento.

—Giyuu... —Sabito lo llama.

—Lo siento —Giyuu ríe divertido— Debo limpiar mi desastre. —dice, dejando el envase de helado y bajando su rostro hasta el pecho de su novio.

—Giyuu, pero que... —se queda en silencio en cuanto Giyuu pasa su lengua por dónde está el helado, deshaciéndolo.

Sabito muerde su labio inferior, sintiendo la respiración de Giyuu en su piel y disfrutando de la sensación que le provoca.

En cuanto ha terminado, Giyuu se reincorpora y le extiende el envase de helado a Sabito.

—Es tu turno.

Sin decir nada, Sabito agarra un poco de caldo con la cuchara y repite lo mismo que hizo Giyuu, pero, esta vez, abriendo su camisa por completo y llevándo un poco a sus pezones para regarlo hasta su estómago.

Giyuu se sobresalta, no esperaba esto. La temperatura es demasiado fría.

—Los errores pasan. —Sabito ríe, inclinándose para pasar su lengua por el ombligo de Giyuu y, subir hasta su pezón.

—Vaya error... Ah... —Giyuu gime, mientras Sabito usa su lengua para hacer círculos primero en su aureola y luego, en su pezón.

Las manos de Sabito van hacia sus muslos dándole leves apretones para acariciarlos de arriba abajo. Luego, deja de chupar ese pezón para ir al otro y repetir el mismo ejercicio. Giyuu no reprime en ningún momento sus suspiros de placer, se siente muy bien.

Sabito se separa dándole un delicado mordisco y le pasa la cuchara a Giyuu, que está con sus mejillas rojas.

—Sorpréndeme. —esas palabras por parte de Sabito hacen que algo en él se rompa y agarre el envase de helado sin dudar.

Con la cuchara ya lista, empuja a Sabito con su mano libre levemente para tener mejor acceso a su cuerpo. De esa forma, riega helado desde su vientre hasta su pelvis bajo la mirada de su novio.

Cuando termina, Giyuu deja la cuchara con el envase aún lado. Se baja de la encimera y vuelve a empujar a Sabito para dejarlo golpeando la encimera con su espalda en un movimiento rápido.

—Shhh... —Giyuu indica, sonriendo y colocando su dedo índice en los labios de Sabito al verlo abriendo su boca para preguntar.

Sabito se calla de inmediato y coloca sus manos en la encimera para apoyarse antes de que le dé algo.

El pelinegro se remoja sus labios, dejándolos rosados y brillosos, como si fuera un león preparándose para atacar a su presa.

Giyuu agarra las caderas de Sabito con una mano, mientras que, con la que reposa en los labios de su novio, la baja hasta su pecho, doblando sus rodillas para quedar a la altura de su abdomen. Entonces, sin apartar la mirada de Sabito, lame un poco de helado mientras sonríe.

Sabito entrecierra sus ojos, dejando su boca levemente abierta.

Giyuu se da cuenta de que a Sabito le gusta, así que continúa deslizando su mano que está en el pecho de él hasta llegar al borde de su pantalón de pijama; luego, desciende su rostro limpiando el camino de helado hasta la pelvis de Sabito.

—Eres tan jodidamente sexy. —susurra Giyuu, dando un pequeño chupón que está seguro que dejará marca.

—Giyuu... —Sabito frunce su ceño en una expresión de excitación.

—Y solo para mí. —dice, bajando el pantalón de Sabito hasta sus rodillas.

Giyuu sonríe juguetón al ver que su novio no se puso ropa interior, de hecho nunca lo hace cuando están en casa. Pasa su dedo índice por la mojada punta del miembro de Sabito, quién gruñe y toma una puñada de su cabello para tirar de él hacia atrás sin lastimarlo.

—Hoy estás muy travieso. —Sabito dice.

—¿No te gusta? —pregunta Giyuu, abriendo su boca y sacando su lengua.

Sabito deja salir una risa ronca. Tomando su propio pene y colocándolo sobre el rostro de Giyuu para pasarlo de arriba hacia abajo.

—Me encanta —Sabito gime en respuesta en cuanto la lengua de Giyuu hace contacto con su piel sensible—. ¿Necesitas algo?

—Que me folles como si no hubiera un jodido mañana. —Giyuu jadea, sin vergüenza alguna.

Sabito se pasa la lengua por sus labios y luego, sonríe, soltando el cabello de Giyuu y apartándose para dejarlo ahí arrodillado.

—Levántate. —da una orden, y Giyuu se levanta sin poner peros.

Su novio lo agarra de la cintura, colocándolo sobre la encimera y abre sus piernas para dejarlo abierto hacia él. Giyuu se sonroja y se mueve para dejar caer su camisa hasta sus codos.

Sabito jadea al ver los hombros descubiertos de Giyuu, y la intensa necesidad de decorarlos con mordidas se cruza por su mente. Sus ojos continúan recorriendo el cuerpo de Giyuu, encontrando chupones en su cintura y entre sus muslos. Mientras que, el bonito miembro sonrojado de Giyuu está erecto, goteando líquido preseminal en su punta.

Giyuu abre más sus piernas y posa para él, abriendo su boca para mostrar un atractivo sexual que le fascina.

—Iré por lubricante. —susurra Sabito, pero Giyuu lo agarra del brazo.

—No, con saliva, es demasiado tiempo perdido. —pronuncia con dificultad.

Sabito suspira alegre, tampoco quiere irse por mucho tiempo a buscar el lubricante, así que vuelve a posicionarse entre las piernas de Giyuu, esta vez agachándose a la altura de su zona íntima.

Sin decir nada, engancha sus brazos en las piernas de Giyuu para jalarlo un poco más hacia él y elevar su cadera hasta dejarlo ver su bonita entrada.

—S-Sabito ¿no pensarás en...?

—¿Follarte con mi lengua? —Sabito lo interrumpe, pasando la punta de su nariz por el muslo interno de Giyuu, muy cerca de su miembro.

Giyuu asiente, sonrojado, y Sabito le muestra una sonrisa lasciva antes de lamer toda la extensión de su muslo para bajar hasta su entrada, que se contrae al sentir el aliento cálido de Sabito soplando.

—No lo hagas, es... Ay joder. —Giyuu se interrumpe en un jadeo cuando Sabito chupa y luego hace círculos con su lengua sin penetrarlo.

—Admite que te encanta. —susurra Sabito, sumergiéndose en el interior de su novio.

Giyuu gime, llevando una mano al pelo de Sabito y usando la otra para tener un apoyo en la encimera. La lengua de Sabito se mueve de un lado a otro, saliendo y entrando, succionando de vez en cuando, arrebatándole gritos placenteros.

Sus dedos tiran con cuidado del cabello melocotón de Sabito, quién no ha parado de hacerle maravillas con su boca.

—Sabi-too... Q-quiero... Ahhh —Giyuu arquea su espalda, intentando hablar con la poca coherencia que tiene.

Sabito se levanta, dando un chupón antes de levantarse y volverse a acomodar entre sus piernas, provocando una adictiva fricción entre sus miembros.

—¿Quieres que te folle? —pregunta Sabito, zafando su brazo de la pierna derecha de Giyuu para acomodar su pene en la entrada húmeda por su saliva.

—Mucho. —susurra Giyuu, casi llorando. Siente que morirá sino se lo coge ahora.

Sabito no tiene intenciones de hacerlo esperar y Giyuu se alegra por eso en cuanto su grande miembro se hunde en el apretado interior que posee.

Giyuu lleva sus manos a los hombros de Sabito y sus uñas muerden la piel de este. Le dejará aún más marcas, pero no le importa por esta vez, después de todo Sabito le pertenece.

—Ahhh... Huh... —Giyuu muerde su labio inferior con fuerza para reprimir algunos gritos que luchan por salir de su garganta.

A Sabito parece molestarle, así que espera a que Giyuu se adapte a su tamaño para darle la primera embestida y salir casi por completo.

—No ocultes tus gemidos o voy a sacarlo. —dice, en modo de advertencia.

—No lo haré, soy bueno. —murmura Giyuu, mirando fijamente a Sabito con sus mejillas rojas.

—¿Obedecerás a tu papi? —Sabito sonríe avergonzado. Anteriormente nunca dijo una morbosidad como esa, de seguro es la situación en la que se encuentran, y se retracta de haberlo dicho. Sin embargo, los ojos de Giyuu que se muestran brillosos de excitación al escucharlo le hacen pensar que no ha sido tan malo.

—Solo si me da un premio obedeceré. —Giyuu remoja sus labios, ansioso.

—Más te vale cumplir. —Sabito arquea una ceja, dándole una segunda embestida antes de comenzar a follarlo en un ritmo rápido.

Sabito usa su mano enganchada a la pierna de Giyuu para atraerlo cada vez que choca contra él en un sonido obsceno de pieles. Sus gemidos se mezclan allí, mientras se disfrutan mutuamente.

Giyuu solloza soltando los hombros de Sabito, quién deja de tomar su pierna, agarra su cadera y cambia de posición estratégicamente, girándolos hasta que su espalda da contra la encimera y bajando a Giyuu de tal forma para que quede a espaldas suyo.

—Sabito... —Giyuu gime— ¿Qué planeas? —pregunta, mirándolo de reojo.

—Shhh... —indica Sabito, abriendo sus piernas y hundiendo su pene de nuevo en el interior de su novio.

En el momento en que Giyuu cierra sus ojos con fuerza por la sensación del arrastre entre sus paredes internas, Sabito agarra sus brazos y los pone arriba de su cabeza con una mano, mientras que con la libre toma su cadera y tira de Giyuu para que su trasero se encuentre con sus caderas cada vez que lo embiste.

—¡Ah...! Si, si, si, se siente muy bien. —Giyuu frunce su ceño mientras muerde su labio inferior y pone sus ojos en blanco aferrándose a la última gota de coherencia que le queda.

El roce del grueso miembro de Sabito contra su próstata le causa un grito ensordecedor de placer. Giyuu puede jurar estar tocando las estrellas, Sabito sabe cómo joderlo y volverlo loco.

Sabito deja caer su rostro en la espalda de Giyuu, sin dejar de follarlo en el mismo ritmo adictivo que no deja de exprimir el deseo entre ambos.

Es él quién primero se corre, para asegurarse que Giyuu tenga su orgasmo luego de él, sintiéndolo llenarlo como tanto le gusta.

Giyuu se libera gimiendo bajo, dejando que algunas lágrimas bajen de su rostro gracias al climax demasiado potente que acaba de sufrir.

—Me siento pegajoso. —susurra Sabito, regulando su respiración.

—No creo que sea buena idea volver a regar helado. —Giyuu responde.

Sabito suelta sus manos y lo abraza, dándole un beso en la mejilla. —Desde que sea contigo no tengo problema. —los dos ríen.

Nota: Seamos sinceros ps XD, no es broma lo de la nota. Pero si en algún momento me siento inspirada para escribir algo de este libro, lo publicaré, cosa de dudo mucho.

Pero pero, mi impulso será terminar este libro porque NORMALMENTE, los retos de 30 días nunca llegan a su final.

creoqueporalgoquisehacerestawea

Ahora sí me voy

NOTAAAAAA 20/09/22:
LA RE PTM GENTE JAJAJA, no me
hagan caso, q aquí ando. Y por fa, no practiquen nada de este capítulo, no es
sano 😈🤙

Última Actualización
06/03/22
(Para no olvidarme lmao)

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