𝗜𝗜𝗜. Uɴ Nᴜᴇᴠᴏ Cᴏᴍᴘᴀɴ̃ᴇʀᴏ Dᴇ Cᴀʙᴀɴ̃ᴀ

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

𝟎𝟏𝟑. ┇🌊 🦚  𝖠 𝗇𝖾𝗐 𝖼𝖺𝖻𝗂𝗇 𝖼𝗈𝗆𝗉𝖺𝗇𝗂𝗈𝗇

Helena palideció por unos segundos, Annabeth estaba en shock. Hizo una mueca de dolor y suspiró tratando de contenerse, mientras ambas se acercaron al árbol. Helena se agacho a recoger una pequeña ramita de pino, Thalia estaba muriendo. Abrazó con fuerza la ramita, pensando en que se iría.

«No de nuevo, por favor». Pidió en su mente, sosteniendo aquella rama.

En ese momento sintió que en verdad estaba a punto de perder a Thalia, su hermana. Ella la conoció por meses, tenían una conexión única y la estaba perdiendo. Su corazón estaba hecho pedazos, como si la hubieran torturado por horas.

-¿Leana? - Llamó Percy con suavidad

Esta simplemente soltó un chillido de dolor, sus ojos estaban vidriosos, abrazo aún más la ramita. Y empezó a llorar, no tenía fuerzas en sus piernas, se arrodilló frente al árbol con la cabeza gacha, empezó a llorar desconsoladamente, sollozos salían de sus labios, Annabeth lloraba en silencio estaba en el mismo estado, Percy corrió para abrazar a Helena, esta simplemente lloraba.

❙ ꒦꒷🌿꒷꒦ ❙

Cuando por fin dejó de llorar, los cuatro se dispusieron a entrar al campamento. A primera vista, las cosas no parecían tan diferentes. La Casa Grande seguía en su sitio, con su tejado azul a dos aguas y su galería cubierta alrededor; los campos de fresas seguían tostándose al sol. Los mismos edificios griegos con sus blancas columnas continuaban diseminados por el valle: el anfiteatro, el ruedo de arena y el pabellón del comedor, desde donde se dominaba el estuario de Long Island Sound. Y acurrucadas entre los bosques y el arroyo, las cabañas de siempre: un estrafalario conjunto de doce edificios, cada uno de los cuales representaba a un dios del Olimpo.

Pero ahora el peligro estaba en el aire y podían percibir que algo iba mal; en vez de jugar al voleibol en la arena, los consejeros y los sátiros estaban almacenando armas en el cobertizo de las herramientas. En el lindero del bosque había ninfas armadas con arcos y flechas charlando inquietas, y el bosque mismo tenía un aspecto enfermizo, la hierba del prado se había vuelto de un pálido amarillo y las marcas de fuego en la ladera de la colina resaltaban como feas cicatrices. Alguien había desbaratado su lugar preferido de este mundo, y Percy no se sentía... bueno, ni medianamente contento.

Llevaba de la cintura a Helena, pues está seguía abrazando su ramita, con miedo a que se la quitaran. Mientras se encaminaban a la Casa Grande, Percy reconoció a un montón de chicos del verano pasado, pero nadie se detuvo a charlar. Nadie les dio la bienvenida. Algunos reaccionaron al ver a Tyson, pero la mayoría pasó de largo con aire sombrío y continuó con sus tareas, como llevar mensajes o acarrear espadas para que las afilasen en las piedras de amolar. El campamento parecía una escuela militar. Nada de todo eso le importaba a Tyson, pues estaba absolutamente fascinado por lo que veía.

-¿Qué es-eso? -preguntó asombrado.

-Los establos de los pegasos -le dijo Jackson -. Los caballos voladores.

-¿Qué es-eso?

-Ah... los baños.

-¿Qué es-eso?

-Las cabañas de los campistas; si no saben quién es tu progenitor olímpico, te asignan la cabaña de Hermes (esa marrón de allí), hasta que determinan tu procedencia. Una vez que lo saben, te ponen en el grupo de tu padre o tu madre.

Lo miró maravillado.

-¿Tú... tienes cabaña?

-La número tres. -Señaló un edificio bajo de color verde, construido con piedras marinas.

-¿Tienes amigos en la cabaña?

-No. Sólo yo. -Por respeto a Helena y Annabeth, no quería tocar el tema de los Tres grande, así que evitó toda pregunta relacionada a ello

❙ ꒦꒷🌿꒷꒦ ❙

Cuando llegaron a la Casa Grande, encontraron a Quirón en su apartamento, escuchando su música favorita de los años sesenta mientras preparaba el equipaje en sus alforjas; Quirón es un centauro. De cintura para arriba parece un tipo normal de mediana edad, con un pelo castaño rizado y una barba desaliñada; de cintura para abajo es un caballo blanco. Para pasar por humano, comprime la mitad inferior de su cuerpo en una silla de ruedas mágica. De hecho, se hizo pasar por el profesor de Latín cuando Percy cursaba sexto, pero la mayor parte del tiempo -siempre que el techo sea lo bastante alto- prefiere pasearse con su apariencia de centauro.
Nada más verlo, Tyson se detuvo en seco.

-¡Poni! -exclamó en una especie de arrebato.

Quirón se volvió con aire ofendido.

-¿Cómo dices?

Helena y Annabeth corrieron a abrazarlo.

-Quirón, ¿qué está pasando? No irás a marcharte, ¿verdad? -le dijo la rubia con voz temblorosa. Quirón era como un padre para ella.

Él le alborotó el pelo y la miró con una sonrisa bondadosa.

-No te vayas, no nos dejes, ni a Thalia. -Pidió la menor, el mayor las vio con pena las conocía desde hace años, prácticamente a Helena desde que nació

-Hola, niñas. Y Percy, cielos. Has crecido mucho este año. -

Este tragó saliva.

-Clarisse ha dicho que tú... que te han...

-¡Despedido! -Había una chispa de humor negro en su mirada-. Bueno, alguien debía cargar con la culpa porque el señor Zeus estaba sumamente disgustado. ¡El árbol que creó con el espíritu de su hija ha sido envenenado! El señor D tenía que castigar a alguien.

-A alguien que no fuera él -refunfuño Jackson.

Sólo pensar en el director, el señor D, ya le enfurecía.

-¡Pero es una locura! -exclamó Annabeth-. ¡Tú no puedes haber tenido nada que ver con el envenenamiento del árbol de Thalia!

-Sin embargo -repuso Quirón suspirando-, algunos en el Olimpo ya no confían en mí, dadas las circunstancias.

-¿Qué circunstancias? -preguntó el chico.

Su rostro se ensombreció. Metió en las alforjas un diccionario de Latín-Inglés, mientras la voz de Frank Sinatra seguía sonando en su equipo de música.

Tyson seguía contemplándolo, totalmente asombrado. Gimoteó como si quisiera acariciarle el lomo pero tuviera miedo de acercarse.

-¿Poni?

Quirón lo miró con desdén.

-Mi estimado cíclope, soy un cen-tau-ro.

-Quirón -le dijo el azabache-, ¿qué ha pasado con el árbol?

El meneó la cabeza tristemente.

-El veneno utilizado contra el pino de Thalia ha salido del inframundo, Percy. Una sustancia que ni siquiera yo había visto nunca; tiene que proceder de algún monstruo de las profundidades del Tártaro.

-Entonces, ya sabemos quién es el responsable. Cro...

-No invoques el nombre del señor de los titanes, Percy. Especialmente aquí y ahora.

-¡Pero el verano pasado intentó provocar una guerra civil en el Olimpo! Esto tiene que ser idea suya; habrá utilizado al traidor de Luke para hacerlo.

Helena solamente lloraba aferrada a Quirón, Annabeth se aguantaba las ganas de llorar.

-Quizá -dijo Quirón-. Pero temo que me consideran responsable a mí porque no lo impedí ni puedo curar al árbol. Sólo le quedan unas semanas de vida. A menos...

-¿A menos que qué? -preguntó Helena con sus ojitos rojos

-Nada -dijo Quirón-. Una idea estúpida. El valle entero sufre la acción del veneno; las fronteras mágicas se están deteriorando y el campamento mismo agoniza. Sólo hay una fuente mágica con fuerza suficiente para revertir los efectos de ese veneno. Pero se perdió hace siglos.

-¿Qué es? -preguntó el azabache viendo el estado de su Helena-. ¡Iremos a buscarla!

Quirón cerró las alforjas y pulsó el stop de su equipo de música. Luego se volvió, puso una mano en el hombro de el de ojos verdes y lo miró a los ojos.

-Percy, tienes que prometerme que no actuarás de manera irreflexiva. Ya le dije a tu madre que no quería que vinieras este verano, es demasiado peligroso. Pero ya que has venido, quédate, entrénate a fondo y aprende a pelear. Y no salgas de aquí.

-¿Por qué? ¡Quiero hacer algo! No puedo dejar que las fronteras acaben fallando. Todo el campamento será...

-Arrasado por los monstruos -terminó Quirón-. Sí, eso me temo. ¡Pero no debes dejarte llevar por una decisión precipitada! Podría ser una trampa del señor de los titanes. ¡Acuérdate del verano pasado! Por poco acaba con tu vida.

-Puedo hablar con Dionisio, o mi padre no te vayas por favor, eres de las únicas personas que me quedan. - Pidió Helena y Quirón negó con suavidad

Annabeth hacía esfuerzos para no llorar. Quirón le secó una lágrima de la mejilla a la rubia.

-Permanece junto a Percy, niña -le dijo-. Y mantenlo a salvo. La profecía... ¡acuérdate!

-S-sí, lo haré.

-Hummm... -murmuró -. ¿Te refieres por casualidad a esa profecía superpeligrosa en la que yo aparezco, pero que los dioses os han prohibido que me contéis?

Nadie respondió.

-Está bien -dijo entre dientes-. Sólo era para asegurarme.

-Helena. - Está levantó su cabeza. -Se fuerte, pase lo que pase. Se que tienes un gran potencial, derrotar a un toro de Cólquide sola no cualquiera. Sigue así, tú y Percy son lo más fuerte que tiene el campamento. Manténgase a salvo ambos, se tienen el uno al otro. - Está asintió

-Quirón... -dijo Annabeth-. Tú me contaste que los dioses te habían hecho inmortal sólo mientras fueses necesario para entrenar a los héroes; si te echan del campamento...

-Jura que harás todo lo que puedas para mantener a Percy fuera de peligro -insistió él-. Júralo por el río Estigio.

-Lo juro... por el río Estigio -dijo Annabeth.

Un trueno retumbó.

-Muy bien -dijo Quirón, al parecer más aliviado-. Quizá recobre mi buen nombre y pueda volver. Hasta entonces, iré a visitar a mis parientes salvajes en los Everglades. Tal vez ellos conozcan algún antídoto contra el veneno que a mí se me ha olvidado. En todo caso, permaneceré en el exilio hasta que este asunto quede resuelto... de un modo u otro.

Annabeth ahogó un sollozo. Quirón le dio unas palmaditas en el hombro con cierta torpeza, para revolver el cabello de Helena.

-Bueno, bueno, niñas, tengo que dejarlos en manos del señor D y del nuevo director de actividades. Esperemos... bueno, tal vez no destruyan el campamento tan deprisa como me temo.

-¿Quién es ese Tántalo, por cierto? -preguntó Percy-. ¿Y cómo se atreve a quitarte tu puesto?

Una caracola resonó en todo el valle. Helena no se había dado cuenta de lo tarde que se había hecho. Era la hora de reunirse con todos los campistas para cenar.

-Vayan ya -dijo Quirón-. Lo conocerán en el pabellón. Me pondré en contacto con tu madre, Percy, y le contaré que estás a salvo; a estas alturas debe de estar preocupada. ¡Recuerda mi advertencia! Corres un grave peligro. ¡No creas ni por un instante que el señor de los titanes se ha olvidado de ti! ¡Lo mismo para ti Helena!

Y dicho esto, salió del apartamento y cruzó el vestíbulo con un redoble de cascos, mientras Tyson le gritaba:

-¡Poni, no te vayas!

Tyson empezó a llorar casi tan escandalosamente como Annabeth y Helena. Intentó convencerlos de que todo iría bien, pero no se lo creía ni él.

❙ ꒦꒷🌿꒷꒦ ❙

El sol se estaba poniendo tras el pabellón del comedor cuando los campistas salieron de sus cabañas y se encaminaron hacia allí. Los cuatro los vieron desfilar mientras permanecían apoyados contra una columna de mármol. Annabeth se hallaba aún muy afectada, pero prometió que más tarde vendría a hablar con ellos y fue a reunirse con sus hermanos de la cabaña de Atenea: una docena de chicos y chicas de pelo rubio y ojos grises como ella.

Annabeth no era la mayor, pero llevaba en el campamento más veranos que nadie si no fuera por Helena; eso podías deducirlo mirando sus collares: una cuenta por cada verano, y la rubia tenía seis, y la pelinegra 8. Así pues, nadie discutía su derecho a ser las primeras de la fila.

Luego pasó Clarisse, encabezando el grupo de la cabaña de Ares. Llevaba un brazo en cabestrillo y se le veía un corte muy feo en la mejilla, pero aparte de eso su enfrentamiento con los toros de bronce no parecía haberla intimidado. Alguien le había pegado en la espalda un trozo de papel que ponía:

«¡Muuuu!» Pero ninguno de sus compañeros se había molestado en decírselo, si no fuera por Helena quien se lo quito, esta tenía su mirada perdida.

Después del grupo de Ares venían los de la cabaña de Hefesto: seis chicos encabezados por Charles Beckendorf, un enorme afroamericano de quince años que tenía las manos del tamaño de un guante de béisbol y un rostro endurecido, de ojos entornados, sin duda porque se pasaba el día mirando la forja del herrero. Era bastante buen tipo cuando llegabas a conocerlo, pero nadie se había atrevido nunca a llamarle Charlie, Chuck o Charles; la mayoría lo llamaba Beckendorf a secas. Según se decía, era capaz de forjar prácticamente cualquier cosa; le dabas un trozo de metal y él te hacía una afiladísima espada o un robot-guerrero, o un bebedero para pájaros musical para el jardín de tu madre; cualquier cosa que se te ocurriera.

Siguieron desfilando las demás cabañas: Deméter, Apolo, Afrodita, Dioniso. Llegaron también las náyades del lago de las canoas; las ninfas del bosque, que iban surgiendo de los árboles; y una docena de sátiros que venían del prado y que le recordaron dolorosamente a Grover, Helena estaba llena de dolor, sus padres la odiaban, su hermana estaba muriendo, su amigo estaba en peligro y Quirón había sido desterrado, la persona en la que más confiaba y quien amo la había traicionado descaradamente.

Después de los sátiros, cerraba la marcha la cabaña de Hermes, siempre la más numerosa. El verano pasado su líder era Luke, el tipo que había luchado con Thalia, Helena, y Annabeth en la cima de la colina Mestiza. Percy se había alojado en la cabaña de Hermes durante un tiempo, hasta que Poseidón lo reconoció; y Luke se había hecho amigo de él... pero después trató de matarlo. Ahora, los líderes de la cabaña de Hermes eran Travis y Connor Stoll. No eran gemelos, pero se parecían como si lo fueran. Helena era la única que recordaba cual era el mayor. Ambos eran altos y flacos, y ambos lucían una mata de pelo castaño que casi les cubría los ojos; la camiseta naranja del Campamento Mestizo la llevaban por fuera de un short muy holgado, y sus rasgos de elfo eran los típicos de todos los hijos de Hermes: cejas arqueadas, sonrisa sarcástica y un destello muy particular en los ojos, cuando te miraban, como si estuviesen a punto de deslizarte un petardo por la camisa. Siempre le había parecido divertido a Helena que el dios de los ladrones hubiera tenido hijos con el apellido Stoll (se pronuncia igual que stole, pretérito del verbo steal, «robar»), Cuando hubo desfilado todo el mundo, Percy entró con Tyson en el pabellón y lo guio entre las mesas. Las conversaciones se apagaron al instante y todas las cabezas se volvían a su paso.

-¿Quién ha invitado a... eso? -murmuró alguien en la mesa de Apolo.

Helena quien estaba sentada en la mesa de al lado los vio con reproche, Percy lanzó una mirada fulminante en aquella dirección, pero no pudo adivinar quién había sido. Desde la mesa principal una voz familiar dijo arrastrando las palabras:

-Vaya, vaya, pero si es Peter Johnson... lo único que me quedaba por ver en este milenio.

Este apretó los dientes.

-Mi nombre es Percy Jackson... señor.-El señor D bebió un sorbo de su Coca-Cola Diet.

-Sí, bueno... Lo que sea, como dicen ahora los jóvenes.

Llevaba su típico traje negro costoso, con unos zapatos negros a juego, con su esbelta figura y su apariencia de un veinteañero. Detrás de él, un sátiro de mirada nerviosa se afanaba en pelar unas uvas y se las ofrecía de una en una. El verdadero nombre del señor D es Dioniso. El dios del vino. Zeus lo había nombrado director del Campamento Mestizo para que dejase el alcohol y se desintoxicase durante cien años: un castigo por perseguir a cierta ninfa prohibida del bosque.
Junto a él, en el sitio donde Quirón solía sentarse (o permanecer de pie, cuando adoptaba su forma de centauro), había alguien que Helena no había visto antes: un hombre pálido y espantosamente delgado con un raído mono naranja de presidiario. El número que figuraba sobre su bolsillo era 0001. Bajo los ojos tenía sombras azuladas, las uñas muy sucias y el pelo gris cortado de cualquier manera, como si se lo hubieran arreglado con una máquina de podar. Lo miró fijamente; sus ojos ponían nervioso al de la cabaña tres.

Parecía hecho polvo; enfadado, frustrado, hambriento: todo al mismo tiempo.

-A este chico.-le dijo Dioniso- has de vigilarlo. Es el hijo de Poseidón, ya sabes.

-¡Ah! -dijo el presidiario-. Ése.

Era obvio por su tono que ya habían hablado de Percy largo y tendido.

-Yo soy Tántalo -dijo el presidiario con una fría sonrisa-. En misión especial hasta... bueno, hasta que el señor Dioniso decida otra cosa. En cuanto a ti, Perseus Jackson, espero que te abstengas de provocar más problemas.

-¿Problemas? -preguntó

Dioniso chasqueó los dedos y apareció sobre la mesa un periódico, el New York Post de aquel día. En la portada salía una foto de Jackson, tomada del anuario de la Escuela Meriwether. El titular decía: «Un maníaco de trece años incendia un gimnasio.»

-Sí, problemas -dijo Tántalo con aire satisfecho-. Causaste un montón el verano pasado, según tengo entendido.

Helena sentía que su sangre hervía, al igual que Percy. Se sentía demasiado furioso para responder.

«¿Era culpa mía que los dioses hubieran estado a punto de enzarzarse en una guerra civil? »

Un sátiro se aproximó nervioso a Tántalo y le puso delante un plato de asado. El nuevo director de actividades se relamió los labios, miró su copa vacía y dijo:

-Gaseosa. Una Barq's especial del sesenta y siete.

La copa se llenó sola de una gaseosa espumeante. Tántalo alargó vacilante la mano, como si temiera que la copa pudiese quemarlo.

-Vamos, adelante, viejo amigo -le dijo Dioniso con un extraño brillo en los ojos-. Tal vez ahora funcione.

Tántalo fue a agarrar la copa, pero ésta se movió de sitio antes de que la tocara. Se derramaron unas cuantas gotas y Tántalo intentó recogerlas con los dedos, pero las gotas echaron a rodar como si fueran de mercurio. Con un gruñido se centró en el plato de asado. Tomó un tenedor y quiso pinchar un trozo de lomo, pero el plato se deslizó por la mesa y luego saltó directamente a las ascuas del brasero.

-¡Maldita sea! -refunfuñó.

-Vaya -dijo Dioniso con falsa compasión-. Quizá unos cuantos días más. Créeme, camarada, trabajar en este campamento ya es bastante tortura. Estoy seguro de que tu antigua maldición acabará desvaneciéndose tarde o temprano.

-Tarde o temprano... -repitió Tántalo entre dientes, mirando la Coca-Cola Light de Dioniso-. ¿Te haces una idea de lo seca que se te queda la garganta después de tres mil años?

-Usted es ese espíritu de los Campos de Castigo -tercio Jackson -. El que está en el lago con un árbol frutal al alcance de la mano, pero sin poder comer ni beber.

Tántalo esbozó una sonrisa sarcástica.

-Eres un alumno muy aplicado, ¿eh, chico?

-En vida debió de hacer algo terrible -dijo, impresionado-. ¿Qué, exactamente?

Él entornó los ojos. A sus espaldas, los sátiros sacudían la cabeza intentando prevenirlo.

-Voy a estar vigilándote, Percy Jackson -dijo Tántalo-. No quiero problemas en mi campamento.

-Su campamento ya tiene problemas... señor.

-Vamos, ve a sentarte ya, Johnson -suspiró Dioniso-. Creo que esa mesa de allí es la tuya: ésa a la que nadie quiere sentarse.

Helena en otra situación hubiera ido al rescate, pero simplemente veía la ramita en sus manos, y en su cabeza pasaban miles de cosas a la vez.

La cara le ardía al chico, pero no le convenía replicar. Dioniso siempre había sido un niño malcriado, pero era un niño malcriado inmortal y muy poderoso.

-Vamos, Tyson -le dijo

-No, no -intervino Tántalo-. El monstruo se queda aquí. Tenemos que decidir qué hacemos con esto. -

-Con él -replicó -. Se llama Tyson.

El nuevo director de actividades alzó una ceja.

-Tyson ha salvado el campamento -insistió-. Machacó a esos toros de bronce. Si no, habrían quemado este lugar entero.

-Sí -suspiró Tántalo-, habría sido una verdadera lástima...

Dioniso reprimió una risita.

-Déjanos solos -ordenó Tántalo- para que podamos decidir el destino de esta criatura.

Tyson los vio con una expresión asustada en su ojo enorme, pero Percy sabía que no podía desobedecer una orden directa de los directores del campamento. Al menos, abiertamente.

-Volveré luego, grandullón -le prometió-. No te preocupes. Te encontraremos un buen lugar para dormir esta noche.

Tyson asintió.

-Te creo. Eres mi amigo. -

Lo cual lo hizo sentir mucho más culpable.

Caminó penosamente hasta la mesa de Poseidón y se desplomó en el banco. Una ninfa del bosque le trajo un plato de pizza olímpica de olivas y pepperoni, pero Percy no tenía hambre. Habían estado a punto de matarlo dos veces aquel día y se las había arreglado para terminar el curso desastrosamente. El Campamento Mestizo estaba metido en un grave aprieto y, pese a ello, Quirón le aconsejaba que no hiciese nada.

No se sentía muy agradecido, pero llevo su plato, según era costumbre, al brasero de bronce y arrojó una parte a las llamas.

-Poseidón -dijo-, acepta mi ofrenda. -«Y de paso mándame ayuda, por favor», -rezó en silencio.

El humo de la pizza ardiendo adquirió una fragancia muy especial -como el de una brisa marina mezclada con flores silvestres-, pero tampoco sabía si eso significaba que su padre lo estaba escuchando.

Volvió a su sitio. No creía que las cosas pudiesen empeorar más, pero entonces Tántalo ordenó a un sátiro que hiciera sonar la caracola para llamar la atención y anunciarnos algo.

-Sí, bueno -dijo cuando se apagaron las conversaciones-. ¡Otra comida estupenda! O eso me dicen.

Mientras hablaba, aproximó lentamente la mano a su plato, que habían vuelto a llenarle, como si la comida no fuera a darse cuenta. Pero sí: en cuanto estuvo a diez centímetros, salió otra vez disparada por la mesa.

-En mi primer día de mando -prosiguió-, quiero decir que estar aquí resulta un castigo muy agradable. A lo largo del verano espero torturar, quiero decir, interaccionar con cada uno de ustedes; todos lucen nutri... eh, buenos chicos.

Dioniso aplaudió educadamente y los sátiros lo imitaron sin entusiasmo. Tyson seguía de pie ante la mesa principal con aire incómodo, pero cada vez que trataba de escabullirse, Tántalo lo obligaba a permanecer allí, a la vista de todos.

-¡Y ahora, algunos cambios! -Tántalo dirigió una sonrisa torcida a los campistas-. ¡Vamos a instaurar otra vez las carreras de carros!

Un murmullo de excitación, de miedo e incredulidad, recorrió las mesas.

-Ya sé -prosiguió, alzando la voz- que estas carreras fueron suspendidas hace unos años a causa, eh, de problemas técnicos.

-¡Tres muertes y veintiséis mutilaciones! -gritó alguien desde la mesa de Apolo.

-¡Sí, sí! -dijo Tántalo-. Pero estoy seguro de que todos coinciden conmigo en celebrar la vuelta de esta tradición del campamento. Los conductores victoriosos obtendrán laureles dorados cada mes. ¡Mañana por la mañana pueden empezar a inscribirse los equipos! La primera carrera se celebrará dentro de tres días; los liberaremos de sus actividades secundarias para que puedan preparar los carros y elegir los caballos. Ah, no sé si he mencionado que la cabaña del equipo ganador se librará de las tareas domésticas durante todo el mes.

Hubo un estallido de conversaciones excitadas. ¿Nada de cocinas durante un mes? ¿Ni limpieza de establos? ¿Hablaba en serio? Hubo una objeción. Y la presentó la última persona que se hubiesen imaginado.

-¡Pero señor! -dijo Clarisse. Parecía nerviosa, pero aun así se puso de pie para hablar desde la mesa de Ares.

Algunos campistas sofocaron la risa cuando vieron en su espalda el letrero de «¡Muuuu!»-.

Se lo habían vuelto a pegar, Helena se dispuso a ver como hablaba su amiga, le daba tristeza que le hicieran eso al igual, que le daba tristeza lo que le hacían a Tyson.

-¿Qué pasará con los turnos de la patrulla? Quiero decir, si lo dejamos todo para preparar los carros...

-Ah, la heroína del día -exclamó Tántalo-. ¡La valerosa Clarisse, que ha vencido a dos toros de bronce sin ayuda de nadie!

Clarisse parpadeó y luego se ruborizó.

-Bueno, yo no...

-Y modesta, además. -Tántalo sonrió de oreja a oreja-. ¡No hay de qué preocuparse, querida! Esto es un campamento de verano. Estamos aquí para divertirnos, ¿verdad?

-Pero el árbol...

-Y ahora -dijo Tántalo, mientras varios compañeros de Clarisse tiraban de ella para que volviera a sentarse-, antes de continuar con la fogata y los cantos a coro, un pequeño asunto doméstico. Percy Jackson, Helena Gonzáles Annabeth Chase han creído conveniente por algún motivo traer esto al campamento -dijo señalando con una mano a Tyson.

Un murmullo de inquietud se difundió entre los campistas y muchos los miraron de reojo.

-Ahora bien -dijo-, los cíclopes tienen fama de ser monstruos sedientos de sangre con una capacidad cerebral muy reducida. En circunstancias normales, soltaría a esta bestia en los bosques para que la cazaran con antorchas y estacas afiladas, pero... ¿quién sabe? Quizá este cíclope no sea tan horrible como la mayoría de sus congéneres; mientras no demuestre que merece ser aniquilado, necesitamos un lugar donde meterlo. He pensado en los establos, pero los caballos se pondrían nerviosos. ¿Tal vez la cabaña de Hermes?

Se hizo un silencio en la mesa de Hermes. Travis y Connor Stoll experimentaron un repentino interés en los dibujos del mantel. No podían culparlos. La cabaña de Hermes siempre estaba llena hasta los topes. No había modo de que encajase allí dentro un cíclope de casi dos metros.

-Vamos -dijo Tántalo en tono de reproche-. El monstruo quizá pueda hacer tareas menores. ¿Alguna sugerencia sobre dónde podríamos meter una bestia semejante?

De repente, todo el mundo ahogó un grito.

Tántalo se apartó de Tyson sobresaltado.

Helena lo único que pudo hacer fue mirar con incredulidad la brillante luz verde que estaba a punto de cambiar la vida del ciclope: una deslumbrante imagen holográfica había aparecido sobre la cabeza de Tyson. Girando sobre la cabeza de Tyson había un tridente verde incandescente: el mismo símbolo que había aparecido sobre la de Percy el día que Poseidón lo reconoció como hijo suyo.

Hubo un momento de maravillado silencio.

Ser reconocido era un acontecimiento poco frecuente y algunos campistas lo aguardaban en vano toda su vida. Cuando Poseidón reconoció a Percy el verano anterior, todo el mundo se arrodilló con reverencia, pero esta vez siguieron el ejemplo de Tántalo, que estalló en una gran carcajada.

Helena estaba aún más triste, ella lo estaba a punto se aceptar en la suya, vio como los hijos de Apolo se estaban riendo y esta les dio una mirada furtiva, haciendo que Lee, Michael y Will se callaran al segundo, de la mesa de Afrodita las únicas que no se reían era Silena y Dany Johnson, Sherman le quitaba el cartel a su hermana pero ninguno de ellos dos se reía, al igual que Charles de los hijos de Hefesto.

-¡Bueno! Creo que ahora ya sabemos dónde meter a esta bestia. ¡Por los dioses, yo diría que incluso tiene un aire de familia!

Todo el mundo se reía, salvo Percy, Annabeth y los pocos amigos.

Tyson no pareció darse cuenta, estaba demasiado perplejo tratando de aplastar el tridente que ya empezaba a desvanecerse sobre su cabeza. Era demasiado inocente para comprender cómo se reían de él y qué cruel puede llegar a ser la gente.

Percy sí lo captó.

Tenía un nuevo compañero de cabaña. Tenía a un monstruo por hermanastro.

▬▭▬▭▬▭▬▭▬▭▬▭▬

Esa misma noche Percy al ver tan devastada a Helena, decidió ir a visitarla aunque ya estaba el toque de queda. El azabache se la encontró sentada en los escalones fuera de la cabaña 1, abrazaba sus rodillas y escondía su cara entre las mismas.

-¿Leana?-Se acercó con suavidad

Está no respondió, él se sentó aún lado de ella y acarició su espalda.

-There I was again tonight
Forcing laughter, faking smiles
Same old tired, lonely place
Walls of insincerity, shifting eyes and vacancy
Vanished when I saw your face
All I can say is, it was enchanting to meet you.-Canto con suavidad

«Ahí estaba yo otra vez, esta noche
Forzando risas, fingiendo sonrisas
El mismo solitario y viejo lugar»

-Your eyes whispered, "Have we met?"
'Cross the room your silhouette
Starts to make its way to me
The playful conversation starts
Counter all your quick remarks
Like passing notes in secrecy. - Siguió cantando viendo al frente, mientras acariciaba la espalda de la chica

«Las paredes sin sinceridad
Los intercambios de miradas y la soledad, se desvanecieron cuando vi tu rostro»

-And it was enchanting to meet you
All I can say is, I was enchanted to meet you. -Helena levantó un poco el rostro

Tenía sus ojitos rojos y llorosos, su cabello alborotado, a diferencia de hace unas horas. Llevaba unos Cotton Fleece Pants gris claro, una Cosmos Baby T-Shirt Urban Outfitters azul cielo con un sol pintado color lila con rayos naranjas, y unos Adidas Blancos Supercourt Shoes. Percy simplemente se giró a verla con una sonrisa suave torcida, y quitar el cabello de su cara con suma delicadeza.

-This night is sparkling, don't you let it go, I'm wonderstruck, blushing all the way home, I'll spend forever wondering if you knew, I was enchanted to meet you.-Está vez se la cantaba a ella

«Tus ojos susurraban: ¿nos conocemos?
Al otro lado de la habitación, tu silueta
Comienza a acercarse»

-The lingering question kept me up
2 AM, who do you love?
I wonder 'til I'm wide awake
And now I'm pacing back and forth
Wishing you were at my door
I'd open up and you would say, "Hey"

«Tus ojos susurraron "Nos conocíamos"?
Cruzaron la habitación, tu silueta
Empieza a hacer su camino hacia mi
La divertida conversación empieza
Contando todas tus observaciones rápidas»

-It was enchanting to meet you
All I know is, I was enchanted to meet you. -Cantaron los dos

-Hey. - Susurró Jackson

Helena no dijo nada y solo lo abrazo para echarse a llorar, este acariciaba su espalda, y le dejo un beso en el cabello.

-Tengo miedo. -Ésta se aferró a él

-Hey, todo estará bien. -

Helena levantó su rostro, que estaba acunado en las manos del de la cabaña tres, su mirada era tan vulnerable.

-¿Cómo lo sabes? - Interrogó con un hilo de voz

-Sólo lo sé. -Uso las palabras que ella había usado el verano pasado

❙ ꒦꒷🌿꒷꒦ ❙

Los siguientes días fueron una auténtica tortura, como Tántalo deseaba. Helena se había logrado sentir mejor gracias al apoyo de Jackson, este se sentía avergonzado de que Tyson fuera su hermano.

Helena y Percy se encontraban sentados teniendo un picnic, cuando llegaron unos campistas a burlarse del hermano de Jackson.

-¡No es mi hermano de verdad! -protestaba el cuándo Tyson no andaba por allí-. Es más bien un hermanastro del lado monstruoso de la familia, como un hermanastro de segundo grado... o algo así.

Los campistas se fueron riendo a carcajadas, mientras Percy bufó con frustración. Helena quedo impactada al escuchar eso, no podía creer que Perseus prefiriera su popularidad antes de que Tyson se sintiera cómodo, si no lo consideraba su hermano estaba bien era lo que su madre Hera, hubiera preferido en su caso con Thalia, pero al menos Percy y Tyson habían sido amigos.

-Qué gran persona, Perseus. -Cerró su libro de golpe para verlo molesta

-¿Qué haces? - Preguntó confundido al verla como lo veía con molestia, y lo menciono por su nombre

-Es increíble que prefieras tu popularidad, antes de que a Tyson. Él te tiene solo a ti, y tú lo sabes más que nadie. -Se levantó para irse de ahí

Dejando a un Percy arrepentido, a diferencia de que Helena le reprochaba de su trato hacia Tyson, Annabeth quería hacerlo sentir mejor y lo apoyaba en eso, en los últimos días Gonzales se había sentido bastante desplazada.

❙ ꒦꒷🌿꒷꒦ ❙

Los tres chicos se encontraban sentados, platicando o más bien Helena solo los escuchaba.

-¿Con quién harás tu carro Percy? -Cuestionó la rubia de ojos grises con suavidad

-Sólo, seguramente. - Contestó con una sonrisa

-Hay que hacerlo juntos. - Propuso poniendo su mano encima de la de Percy

Helena vio esto con una mueca, la sangre le hervía. Ella estaba ahí, y la ignoraban, estaba furiosa.

-¿Enserió?- Interrogó incrédulo

-Claro, al fin y al cabo, mi madre es Atenea, quien inventó el carro, y tú padre Poseidón creó los caballos. Los dos juntos nos haríamos los amos del deporte. - Ambos se abrazaron con alegría

Helena se levantó, sin decir nada y se marchó.

❙ ꒦꒷🌿꒷꒦ ❙

La chica estaba furiosa, los carros no le apasionaban nada, ni siquiera era su estilo. Pero prácticamente desde semanas la ignoraban, daba tropezones dañando sus lindos zapatos Prada blancos de tacón, llevaba una linda falda lisa verde olivo de Dior, con la típica camiseta naranja del Campamento.

Su cabello era adornado por una diadema de perlas, dejando caer su ondulado cabello, soltaba un par de quejidos no debió traer unos zapatos de €770, a un campamento de verano, llegó a la cabaña cinco, y llamó a la puerta.

La música rock y carcajadas se escuchaban desde afuera, la pre adolescente movía su pierna con impaciencia, esperando a que le abrieran. Hasta que escuchó como abrieron la puerta, el chico ni se había inmutado en verla ya que seguía viendo con una sonrisa a sus hermanos.

-¡Gánale!. -Alentó alzando la voz adentro de la cabaña

Cuando el chico se giró, se encontró con una chica muy linda quien lo veía con una sonrisa amable. La escaneo, claro que conocía a la chica.

-Hola Sherman.-Saludo la de cabello negro

Yang al escuchar su nombre parpadeó repetidas veces, ellos ya se conocían por Clarisse pero jamás habían tenido una larga conversación. Helena no mentiría que le parecía sumamente atractivo el chico, era mucho más alto que ella, de complexión delgada pero marcada y de aspecto atlético, su cara era alargada en forma de V, sus ojos rasgados adornados con unas pequeñas bolsitas debajo de los mismos, su nariz respingada, cejas gruesas y rectas negras, y sus labios carnosos.

-Helena, buscas a Clarisse ¿No?-La contraria asintió con una sonrisa

-Ven, entra te llevare con ella. -Abrió la puerta completamente

Gonzáles jamás había entrado a la cabaña cinco, con duda acepto, Sherman la dejó que pasara como todo un caballero. Frunció el ceño al ver lo desordenada y sucia que estaba, estaba llena de campistas, pero la mayoría rodeaba una mesa mientras apostaban, ambos se acercaron a ver.

Era Clarisse jugando a las fuerzas con Mark, un chico rubio con un gran parecido a su padre, a diferencia de Clarisse o Sherman.

-Tienes visitas, Clarisse. - Está vio a la menor

-Quién diría que vería a mi Barbie favorita en este lugar, deja le gano a este idiota y te atiendo. - Le ganó rápidamente

Dejando a todos sorprendidos, y se acercó a su amiga con una sonrisa.

-¿A dónde demonios vas La Rue?-Demando uno de los campistas

-A donde se me pegue la gana, idiotas es conversación de chicas. -La hija de Ares sacó a su amiga de ahí

Pues era la más pequeña del lugar, al salir ambas empezaron a caminar.

-Te peleaste con tus amigos ¿No?- Preguntó esta tronándose los dedos

-¿Se nota?-

-Te han estado ignorando Bárbara, incluso Silena me lo dijo. -

El primer nombre de Helena era Bárbara, pero a ella no le agradaba el nombre así que casi nadie sabía de la existencia de este, por eso es que Clarisse la llamaba Barbie. Todos creyeron que por qué Helena parecía una, así que la mayoría de sus amigos adoptó el apodo, pero en realidad era por su nombre.

-Me han estado ignorando, prácticamente porque soy la única que está en desacuerdo con él, Annabeth le alaba todo lo que hace en contra del pobre Tyson. -Se sinceró

-Necesitas darle una lección, barbie. -La chica la vio confundida

-Tú y yo haremos el carro juntas, y te aseguro que ganaremos para que les restriegues ti triunfo a ese par de idiotas. - Ambas sonrieron emocionadas

❙ ꒦꒷🌿꒷꒦ ❙

A la mañana siguientes, mientras Annabeth y Percy estudiaban distintos diseños de carro junto al lago de las canoas, unas graciosas de la cabaña de Afrodita que pasaban por allí le preguntaron si no necesitaría un lápiz de ojo...

Helena quien iba por la zona, escucho eso no tuvo duda de quien era Drew, y en verdad esta tenía serios problemas.

-Ay, perdón. De ojos, quiero decir. -

-No hagas caso, Percy -refunfuñó Annabeth, mientras las chicas se alejaban riendo-. No es culpa
tuya tener un hermano monstruo.

-¡No es mi hermano! -replicó-. ¡Y tampoco es un monstruo!

Annabeth alzó las cejas.

-Oye, ¡ahora no te enfades conmigo! Y técnicamente sí es un monstruo.

-Bueno, fuiste tú quien le dio permiso para entrar en el campamento.

-¡Porque era la única manera de salvarte la vida! Bueno... lo siento, Percy, no me imaginaba que Poseidón iba a reconocerlo. Los cíclopes son muy mentirosos y traicioneros...

-¡Él no! Pero, dime, ¿qué tienes tú contra los cíclopes?

Annabeth se sonrojó hasta las orejas.

-Olvídalo -le dijo-. Veamos, el eje de este carro...

-Estás tratándolo como si fuese un ser horrible -dijo-. Y me salvó la vida.
Annabeth soltó el lápiz y se puso de pie.

Helena se acercó de brazos cruzados, haciendo que el dúo la viera.

-Ya me tienen harta par de idiotas. - Ambos abrieron los ojos impactados. - Perseus te guste o no, Tyson es tu hermano, si no lo consideras tú hermano está bien lo aceptó, pero mucho antes de eso él era tu mejor amigo el no pidió ser un cíclope. Y que lo sea no tiene nada de malo, eres la única persona que tiene y tú te comportas como un imbécil. Deberías de apoyarlo, no de hacerlo menos. - Regaño - Tú lo dijiste salvo tu vida, y así le pagas.

Percy bajo la mirada avergonzado por sus actos, Annabeth enfureció.

-Déjalo en paz, actúas como loca. -

Jamás hubiera dicho eso.

-Ahora vamos contigo rubia, en todo el tiempo que llevamos aquí no has sido más que una completa tarada. Haz sido una grosera, racista, escucha bien él no tiene la culpa de lo que le pasó a Thalia no puedo creer, que yo lo tenga más claro que tú. Celebras los desplantes de Percy como si fuera algo bueno, cuando es lo contrario, y saben qué... Ustedes dos son el uno para el otro, par de imbéciles. - Su cara estaba roja de la ira

No dijo nada más y se marchó en busca de Drew, ya estaba a su límite.

-Helena, Helenita. Awwww ¿Me pedirás consejos para traer de vuelta a Percy? - Preguntó

-Al menos si vas a insultar hazlo bien, porque queda en evidencia la poca inteligencia que tienes, escúchame bien Drew. - La contraria está furiosa - Sí vuelves a decirle algo a Tyson, juro que en el siguiente captura de bandera el no será el único que tenga un ojo. - La amenazó para irse dejando a una pálida chica

❙ ꒦꒷🌿꒷꒦ ❙

Helena caminaba por la arena encontrándose con un Tyson entusiasmado, veía la arena con emoción mientras jugaba con ella, haciendo reír a la hija de Zeus.

-Se ve divertido. -Supuso acercándose con su característica sonrisa

-Sí lo es, hoy te vez más como una princesa. -Helena río ante el comentario

El solía decirle, que parecía una princesa.

-Iba con Clarisse a un picnic, ¿Quieres venir? - Invito al Cíclope

-¿Puedo ir?-Helena asintió con emoción-Pero tengo que ir a las fragas con Beckendorf. -Hizo un puchero

De las únicas personas del campamento que no tenía ningún problema con Tyson era Beckendorf, de la cabaña de Hefesto. El dios herrero siempre había trabajado con cíclopes en su forja, así que Beckendorf se llevaba a Tyson a la armería para enseñarle a trabajar el metal. Decía que en un periquete conseguiría que Tyson forjase instrumentos mágicos como un maestro.

-Bueno... conozco a Beck y estará de acuerdo siempre y cuando le llevemos un bocadillo, si quieres puedo llevarte yo misma después del picnic cuando tú quieras. - Le sonrío de manera amable

-Vamos, Helenita Princesa. -Se levantó de la arena con entusiasmo

Ambos caminaron por todo el campo, encontrándose con un Percy quien trabaja con Annabeth. Pero al ver a los otros niños platicando y estando juntos, soltó el lápiz de golpe e hizo una mueca de enojo, Chase lo vio con reproche.

-No les hagas caso Tyson, eres el monstruo más dulce que conozco, no todos los monstruos son malos. - Tyson se puso feliz, pues ya tenía una amiga que era una princesa

Al llegar al bosque arreglaron la manta, y se dispusieron a preparar el picnic.

-Tú también trajiste un invitado. - Los chicos vieron a los hijos de Ares

-Éste idiota insistió en venir. - Señaló a Yang

-¡Clarisse!. -Reprendió su hermano

-Hola Tyson.- Le sonrío La Rue

-Hola Clarisse. - Le sonrío el nombrado

-Éste imbécil, es mi hermano, Sherman. -Helena soltó una risa ante esa presentación

-Hola Tyson. - Sherman dijo con seriedad

-Qué bueno, tengo más amigos. - Chilló con emoción

-Te lo dije, eres muy dulce tú te mereces todo lo bueno de este mundo Tyson. - Le sonrío para darle algunas fresas con chocolate - Y ahora ustedes dos siéntense, y disfrutemos del picnic. - Los chicos de Ares la obedecieron sin rechistar

Beckendorf fue la primera persona en abrirle los brazos a Tyson, después de ellos fueron dos de la cabaña de Ares, los cuatro chicos se pasaron un lindo rato entre risas, bromas y anécdotas.

-Me tengo que ir con Beckendorf. -Anunció el hijo del mar

-Ya tengo aquí su empanedado. - Señaló la hija de Hera

-Yo me tengo que ir a entrenar. -Anunció la hija de Ares

-Yo los acompaño, y así Helena no se regresa sola. -

Los tres chicos se dirigieron a las forjas, hasta que llegaron con Beckendorf, quien los saludo.

-Hola Beck. - Saludo al moreno

-Helena, Sherman. -Saludo a su manera

-Hoy tuvimos un picnic, y te guardamos esto. - Le entregó el empanedado

-Gracias Helena, no debiste. - Acepto aquella comida, se veía deliciosa

-Los dejamos para que puedan trabajar. - Habló Sherman

❙ ꒦꒷🌿꒷꒦ ❙

El día siguiente, Helena y Lee se encontraban sentados platicando.

-¿Te seguirás juntando con ellos en captura la bandera? -Preguntó Fletcher

-No, ya tengo mi primer aliado. - Éste lo vio curioso

-¿Quién? - Cuestionó

-La cabaña de Ares, y me gustaría que la cabaña de Apolo siguiera de mi lado. -Levantó la ceja, haciendo que este riera

-Sabes que estamos de tu lado, y nuestra lealtad está contigo Barbie. - Abrazó por los hombros a su mejor amiga

-Gracias Lee. - Le sonrío de manera sincera

-¿Quién más está?-

-Los oficiales son Ares, Apolo, me gustaría que la cabaña de Afrodita por Dany y Silena. Dioniso ya está de mi lado, me gustaría también la de Hefesto. - El mayor le sonrió

-La tendrás. -

❙ ꒦꒷🌿꒷꒦ ❙

Helena estaba platicando amenamente con Silena y Clarisse, cuando vio a Chase y Jackson acercarse.

-Helena. - La llamó la de ojos grises

-¿Sí?- Cuestionó sin ponerles mucha atención, estaba más concentrada en la manicura de Clarisse

-Queríamos confirmar que si vas a estar en nuestro equipo, para lo de captura de bandera. - Helena los vio a los ojos

-No.-Espetó con simpleza

-¿Cómo?-La rubia se estaba molestando

-¿No me escuchaste Chase? No gracias, ya tengo mi equipo y las alianzas.-Le sonrío

-¿Quiénes son tus alianzas? - Interrogó Jackson cabizbajo

-La cabaña de Ares, Apolo, Afrodita, y Dionisio. -

-Bien.- Refunfuñó la de Virginia para irse

-¿Por qué Leana? - Susurró el chico dolido

-Vámonos Percy, ella ya tomó su decisión. -Arrastró al chico

❙ ꒦꒷🌿꒷꒦ ❙

Hoy sería un día importante, la primer Captura de Bandera. El equipo rojo se encontraba haciendo su estrategia, los líderes de cada casa disponían de hacer un plan.

-Pensaran que yo iré por la bandera, enviaran a sus dos mejores guerreros.-Exclamó la líder -Jackson y Chase irán detrás de mí, yo los distraeré. Clarisse, tu iras por la bandera, Sherman dirigirás a los de tu cabaña, mientras que Apolo vigilará desde los árboles puntos ciegos, un pequeño equipo, Gemelos. -Llamó a los de las Vides - Ustedes junto a Amber defenderán nuestra bandera, de manera sutil que se vea blanco fácil. - Éstos asintieron -Silena, ustedes tienen lo más importante. - Le sonrío

La hija de Afrodita se emocionó, siempre les solían decir que se alejarán lo más que pudieran del campo de batalla, pero esta vez les estaban dando un puesto y eso le emocionaba.

-Ustedes serán el primer escuadrón, al frente. Serán los encargados, de ganar terreno demuestren que los de la cabaña de Afrodita, son más que caras bonitas.-

-Gracias por confiar en nosotros, no los defraudaremos. -Chilló con emoción

❙ ꒦꒷🌿꒷꒦ ❙

Helena no tenía mucha idea de sus poderes, en realidad lo único que sabía. Era que su control mental era bastante alto, logró hacer que una escuela llena de personas y a sus alrededores se alejarán de ahí, para que no salieran lastimadas. Usaría sus habilidades de telepatía para saber dónde estaba Annabeth, sabía que esta usaría su gorra de los Yankees a su favor tendría que deshacerse de ella, Sherman sería el encargado de detener a Percy en lo que llegaba Helena. Uso la precognición de ver tantas veces a Annabeth usando la gorra, para saber dónde se la encontraría, cerró los ojos para concentrarse mejor.

Los abrió al sentir algo, y sonrió la había encontrado, lanzó una pequeña bola de energía a la chica contraria sacándole un quejido, volviéndola visible a causa de que no traía su gorra, uso su poder de aceleración para tomar el objeto.

Helena y Annabeth eran producto del patriarcado, ambas eran demasiado inteligentes cada una a su manera. Pero en vez de hacerlas brillar, alimentaban el odio de una por la otra, Helena siempre fue capaz de ignorar las voces. En cambio Chase siempre las escucho, siempre quiso ser mejor que Helena en todo esforzándose el doble, odiaba escuchar a los campistas o a cualquier persona diciendo lo grandiosa que era Helena.

-Tantos problemas ocasionó, esto. - Señaló la gorra

Annabeth se giró para encontrarse a una Helena sonriente, no llevaba el pesado yelmo.

-¿Cómo es qué? -Formuló la más grande

-Tengo mis trucos Annabeth, no eres la única inteligente por aquí en realidad. - Se puso la gorra de los Yankees

Annabeth ahogó un grito, la gorra no la hizo desvanecer era como si Gonzáles controlará los movimientos del objeto, pero ella ni se inmutaba.

-Se me ve mejor a mí en realidad. - Soltó una risilla socarrona

Annabeth se levantó y sacó su cuchillo, y comenzó atacarla Helena la esquivaba sin mucho esfuerzo. Le arrebato el cuchillo para clavarlo en la pared, y suspiró cansada para usar sus poderes y hacer que no se moviera.

-No te quiero lastimar Annabeth, aunque por lo que veo tú sí. -Vio el cuchillo con pena-¿Por qué?-La vio triste

-Tú siempre te empeñas en ser mejor que yo y estoy harta, mis hermanos y todo el mundo me repite siempre lo mismo. Siempre seré tu segunda, y eso me pone furiosa. -Helena no pensó que aquella rubia le tuviera tanto rencor

-Eres hija de Atenea, se supone que la sabiduría recorre por tus venas, eres buena en otras cosas Annabeth. -Espetó indignada

-Oh no olvidaba que tú siempre lo sabes todo. -La de ojos grises la vio furiosa

-¿Sabes algo? Sólo eres una come libros, todo lo sabes del ámbito académico. Y el que no sabe algo de ello lo desprecias, como a mi o a Percy, tú eres la persona menos sabía que conozco, eres una arrogante. -Uso su poder para dormirla

La llevo con las ninfas, y les dijo que la cuidarán hasta que se acabará el juego. La chica subió a uno de los árboles, buscando a Jackson traía puesta la gorra de los Yankees.

-¡Annabeth!. -Gritó llamándola

Helena bajo, y se fue acercando a él.

-Me temo que Annie, está fuera de servicio... - Exclamó dejándola

-Helena. -El chico había acabado se pelear con Sherman

Si no hubiera sido por que escuchó la voz de Annabeth, quien sabe quién hubiera ganado el combate.

-¿Ahora me detendrás?-La vio con ironía

-Recuerda mis palabras, en el campo de batalla tus únicos aliados son tu equipo. -Levantó su espada

-No quiero hacer esto, no quiero dañarte.-Logró sacarle una risilla a la chica

-Vaya que la popularidad se te subió al cerebro, en vez de decírmelo todo poderoso, demuéstramelo. -Ambos comenzaron a Pelear

Helena era mucho más ágil que Jackson, tenía más flexibilidad y había ganado cientos de batallas. Helena logró vencerlo con bastante facilidad, vieron como Annabeth venía atontada. Y Clarisse venía con la bandera, la chica dejó a los otros dos niños para ir a celebrar, sin antes arrojarle la gorra de los Yankees a su dueña. Sherman la abrazó de emoción, y eso no le molesto a Gonzáles.

Pero a Percy sí, ver eso no fue nada de su agrado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro