𝗩𝗜. Mɪᴇᴅᴏs

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𝟎𝟏𝟔. ┇🌊 🦚 𝖥𝖾𝖺𝗋𝗌

Helena siendo lo más sincera que podía, no sabía navegar jamás lo había hecho antes.

«Pero de a echar perder se aprende ¿No?» Pensó la latina.

Las primeras horas de su viaje iban relativamente bien, era un yate y venía con su instructivo así que no le iba nada mal. Pero al parecer ella no se daba cuenta de algo.

Estaba completamente sola.

Jamás lo había estado.

Se tenía a ella, y solamente a ella. Al principio parecía como las veces que su madre la dejaba sola en casa, hasta que pasaban horas y horas y aún no llegaba su madre. De Annabeth o Clarisse, no había señal de donde estaban, rezaba porque Percy y Tyson estuvieran vivos y eso que ella era atea, intento hablar consigo misma le resultó bastante bien. El anochecer había llegado, la chica se dispuso a dormir pasaría lo que tendría que pasar. Se despertó y aún estaba rodeada de mar, pero seguía viva.

-Mierda ya hasta tengo esquizofrenia, esto lo diré en terapia.-Se dijo a sí misma con una sonrisa

Pasaban las horas y horas, y aún no había señal de alguna cosa viva ya habían pasado 24 horas sin nadie. Sabía que estaba por pasar un catástrofe, sobre pensaba cada dirección que tenía no veía nada más que el mar, es como si estuviera dando en círculos, daba gracias que tenía con que rellenar el tanque del yate. A lo lejos logró divisar una isla, una pequeña isla, tal vez la tendría que evitar.

«¿Qué más da? Si muero es por qué debí morir, acabo vivir no es la gran cosa» Pensó la chica para dirigirse a esa Isla.

Cuando se acercó vio como un pequeño bote justo como los del barco de Clarisse, estaba ahí, solamente que ya roto. Helena sacó su carcaj lleno de flechas no llamaría la atención usando sus poderes, qué tal si olían la magia o algo así, su intuición le dijo que ahí había algo malo, muy malo.

Dejó el yate en un lugar accesible para huir rápidamente, pero difícil de encontrar a simple vista. Bajo solamente con un poco de néctar y ambrosía, su carcaj y arco, su espada guardada en aquella pulsera y se hizo una trenza para quitarse el cabello de la cara. La arena era bastante blanca, la flora era de una selva la chica sabía que si se mantenía por la orilla, encontraría el camino de regreso por haber dejado sus huellas. Y eso fue lo que hizo, encontró unas huellas que se asemejaban al tamaño del pie de Clarisse, y las siguió de manera cautelosa. Vio como había una cueva grande y profunda a través de selva, la pre adolescente se escondió entre las hojas de palmeras y arbustos, para dedicarse a escuchar.

-¡Suéltenme idiotas!-Era la voz de Clarisse.-¡Yo soy hija del gran dios Ares, y exijo que me liberen o sufrirán las consecuencias!-Amenazó gritando se escuchaba cansada

Ahí supo que no tenía un problema, si no varios Clarisse hablaba en plural.

-¡Cállate chiquilla, haces que tu carne se ponga tensa!-Chilló una mujer

-Euríale leí en un libro de recetas, que si le hablas mal a la carne, se pondrá más tensa.-Informó de forma ingenua

-¡Cállate Esteno o te comeré a ti también!-En ese momento Helena se tensó completamente

Euríale, Esteno.

Esos nombres claro que los conocía, eran dos de las Gorgonas más famosas de la historia, eran las hermanas de Medusa. Ahí ella pensó «¿Cómo es que siguen vivas? nadie las recuerda.» Las Gorgonas son unos despiadados monstruos femeninos a la vez que una deidad protectora procedente de los conceptos religiosos más antiguos. Su poder era tan grande que cualquiera que intentase mirarlas quedaba petrificado, por lo que su imagen se ubicaba en todo tipo de lugares, desde templos a cráteras de vino, para propiciar su protección. La gorgona llevaba un cinturón de serpientes, entrelazadas como una hebilla y confrontadas entre sí.

En mitos posteriores se decía que había tres gorgonas, Medusa, Esteno y Euriale. Daba gracias de que Hebe le haya aconsejado estudiar sobre mitología desde pequeña, ahora ella sabía perfectamente que hacer. Tomó una piedra grande, para lanzar la a través de la cueva provocando un enorme eco.

-¿Qué fue ese ruido?-Preguntó una de ellas

-¿Y yo qué sé? ve a revisar Esteno ¡Ahora no tenemos todo el día!- Demandó nuevamente

Se escuchó como alguien salía de la cueva, ahí vio la que se suponía que era Esteno. A primera vista se veía como una abuela vieja y regordeta, pero con patas de pollo. Tenía colmillos de jabalí que le sobresalían de la comisura de la boca, ojos rojos, y su cabello era un sinuoso nido de serpientes de un vivo color verde. Llevaba puesto un vestido con estampado de flores estilo hawaianas. Aprovecho que Esteno estaba distraída, para tirar más rocas en diferentes direcciones de manera cautelosa, despistado al monstruo.

Unos minutos paso, donde Esteno no lograba ver de dónde venía aquel sonido. Helena iba a lanzar otra roca, cuando escuchó pasos y rápidamente la chica bajo su arma.

-Euríale huelo a semidios.-Informó con una sonrisa olfateando

-¿En serio?-Le preguntó sarcástica la contraria.-¿Ves eso?━Señaló dentro de la cueva y Esteno asintió efusivamente.-¿Qué es?-Indagó irritada

Al Euríale girarse Helena logró divisarla, era idéntica a su hermana Esteno, exceptuando su cabello de serpientes de coral en lugar de las serpientes verdes de Esteno. A primera estancia se veía como una abuela vieja y regordeta, pero con patas de pollo. Tenía colmillos de jabalí que le sobresalían de la comisura de la boca y ojos rojos. Llevaba puesto un vestido con estampado de cocos y palmeras.

-Una semidiosa.-Contestó orgullosa de su respuesta

-¡Entonces no hagas cuestionamientos sin sentido!-Gritó furiosa

Esteno parecía tener una personalidad bastante ingenua e inocente. Es un poco más amigable que su hermana, Euríale. Mientras tanto la nombrada es mucho más cruel que la inocente de Esteno. Perece ser la hermana dominante, y por ello, Esteno parecía nerviosa cuando ella comenzaba a gritarle por no seguir sus planes y siempre le daba órdenes. Euríale también es más inteligente que Esteno, pero no más que Medusa.

Oh eso pudo entender Helena a primeras impresiones.

-¿¡Qué me ves idiota busca el sonido!?-Esteno la veía nerviosa de responder

-Euríale...-La llamó con voz temblorosa

-¿Qué?-Demandó con un tono seco y áspero

-El sonido viene de todas partes, ya busque pero no encontré nada.- Confesó la de vestido de flores

-Eres inservible, si no fueras mi hermana ya te hubiera matado.-Dijo para verla fastidiada.-Tú ve de ese lado, yo iré del otro.-La contraria asintió

Cuando vio que se alejaron lo suficiente, llevó su arco en mano y se adentró a la cueva con cuidado. Había gotas adentro de aquel espacio rocoso, no había más que arena y rocas siguió avanzando, hasta que se encontró con una Clarisse bastante magullada, tenía cortadas por todo el cuerpo, moretones, la ropa rasgada, su mirada trasmitía que ya había dado todo lo que tenía.

-Clarisse.-Susurró la menor al verla que veía al suelo

-¿Barbie?-Su corazón se encogió

Esa típica voz vivaz y mandona ya no estaba, ahora era una pequeña voz débil.

-Te voy a rescatar, pero necesito que no grites solamente, avísame si viene alguien.-Pidió y la contraria simplemente permaneció callada

Helena sacó su espada para quitar cada una de las cuatro ataduras, estaban bastante apretadas tenía las muñecas y tobillos morados por la fuerza, como pudo llevó a la parte de atrás de aquella gran roca en la que antes estaba, le dio ambrosía para que se cuidará.

-Son Euríale y Esteno barbie... son inmortales, huye tú puedes, ya no soy más que una carga...-Comenzó a sollozar

Helena negó con una sonrisa, para tomarla por los hombros y negar.

-Eres parte de mi equipo, mu familia jamás olvido a uno, ambas saldremos de aquí ya veraz encontraré la forma, solamente necesito que te quedes callada la señal será...-Pensó.- Manzanas, cuando diga manzanas, sales lo más rápido que puedas ve del lado izquierdo por la arena, ahí vas a encontrar mi yate, si no voy en 15 minutos te vas sin mí, yo las intentaré detener como pueda.-Aseguró con una sonrisa

De una cosa estaba segura que estaba muerta, tenía un arco y espada, sus poderes fuera de lanzar rayitos escarlata le parecían un poco inservibles, pero los intentaría usar se ultimó recurso. Ambas escucharon como unas pisadas se acercaban, Helena le hizo una seña de silencio a la contraria y logró ver a las dos gorgonas que discutían.

-¡Esteno!¡Siempre me haces perder mi tiempo!-Reclamó para darle unos golpes en la cabeza molesta

Aunque era poco ético ellas eran dos gorgonas con miles de años, y Helena simplemente una niña de 13 años que quería vivir para sacar a su amiga de ahí, apunto su arco justo en la cabeza de Esteno, sentía pena por lo que iba a hacer pero era lo necesario. Suspiró y lanzó justo en el blanco, aquella flecha especial atravesó la cabeza de Esteno. Pero a su sorpresa no le pasó nada, ambas se giraron enojadas y vieron que Clarisse ya no estaba. Helena volvió a sacar su arco mientras que Euríale le intentaba sacar aquella flecha a su hermana, cuando se giró a buscar al responsable le dio en el ojo derecho.

-¡Te vamos a comer!-Siseó la ahora tuerta

Helena tembló, sabía que descubrirán a Clarisse si seguía ahí. Se levantó y ambas la vieron sorprendidas lanzó otra flecha justo en el ojo de Esteno, esta vez fue en el izquierdo.

-Eres una cobarde, disfrutaré tanto comerte.-Se la saboreo Euríale

Helena corrió para tomar impulso y con su arco golpear en aquellas piernas de pollo, a la que amenazó con devorarla para darle un golpe en la cabeza destanteándola. Esteno corrió a ayudar a su hermana pero Helene uso su arco, para golpearla justo en el otro ojo. Dejó su arco para sacar a Stormborn, tal vez seria su última pelea juntas. Las serpientes ayudaban a ser los ojos y bocas de las hermanas, con un giro Helena corto algunas serpientes de la cabellera de Euríale, para apuñalar a Esteno en el hombro.

La más cruel aprovechó la distracción, para tomarla del cuello y levantar la, para ahorcarla y chocarla en la fría roca.

-¡Manzanas!-Gritó con todas sus fuerzas

Clarisse corrió, quería ir por armas para ayudar a su amiga, las gorgonas se giraron a ver a Clarisse que corrió.

-Ve por ella idiota.-Ordenó a la otra

Helena le dio una patada en la cara, para lanzar su espada justo en el vientre de Esteno, Euríale la lanzó para chocar con la fría pared, sentía una contusión y su nariz con sangre a duras penas se levantó. Si la mataban irían por Clarisse, creó una bola de energía para lanzar la a la más cruel, haciendo que se incrustara por su regordete vieron como lanzo una gran roca, como pudo lanzó otra a Esteno, cayendo desmayada ella rápidamente tomó su espada, sabría que no las detendría, sostuvo la herida del estómago que le había hecho Euríale, al clavarles sus garras dejó salir un chillido de dolor, para correr y encontrarse a Clarisse rápidamente esta la ayudó a salir, para ambas dejar esa Isla.

-¿Estás bien?-Se preocupó la más joven con una sonrisa débil

-Mírate tú primero, te golpeaste la cabeza muy duro Barbie, al parecer tienes la profesión de soldado.-La latina río

Pero dejó escapar una mueca, Clarisse revisó el abdomen de está quitando la mano que lo cubría, estaba llena de sangre de sangre su mano, quito la pechera de la armadura en peor estado estaba su blusa, estaba completamente tintada de rojo.

-Mierda ¿Por qué no me dijiste nada?- Reprendió la mayor

-Eras más... importante... tú. -Calló desmayada

Helena sintió un dolor como nunca por toda su cabeza, parecía que estaba a punto de estallar y en igual estado estaba su abdomen.

-¿Cómo sigues Barbie?-Preguntó La Rue con un sándwich en mano

-Creó que bien, no morí por una hemorragia ya es algo.-Supuso a dirás penas

Ambas platicaron de lo sucedido, Clarisse estuvo vagando sola por tres días sin agua y comida, hasta que llegó a una isla. Supuso que ahí encontraría algo, mientras trepaba por un coco, cayó en una trampa de Esteno y Euríale no fueron otros tres días bonitos, había sido torturada para el disfrute personal de la más cruel, Esteno no lo evitaba solamente le daba pequeñas porciones de comida a Clarisse, ya que si no estaba ella su hermana se pondría furiosa con ella.

-¿Dónde están los demás?-Indagó la menor ansiosa la menor

Clarisse bajó la mirada y negó.

-Pensaba que tú habías muerto, Percy es hijo del dios del mar hay más posibilidades que este vivo, Annabeth se fue en otro bote, Tyson...-Apretó sus labios.-El no logró salir.-Confesó para que algunas lágrimas corrieran por sus mejillas

En ese momento Helena negó, ya sentía culpa por lo que le había hecho a aquellas gorgona, y ahora sus amigos el aire le empezó a faltar, su corazón estaba completamente acelerado parecía que se le iba a salir del pecho, el cual le empezaba a doler, mientras sollozaba y balbuceaba.

-Helena.-La vio preocupada

Helena intentaba tomar aire, mientras lloraba sujetándose el pecho el cual le dolía cada vez más, Clarisse la abrazó y trato de tranquilizarla.

-¿Desde cuándo pasa?-Cuestionó realmente preocupada

-Desde la misión pasada, yo no puedo con esto Clarisse, yo no puedo.-Se rompió en llanto



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-¿Tan mal sigue?-Indagó Helena con una sonrisa débil a su amiga

Clarisse le estaba revisando aquella herida, hizo una mueca bastante preocupada, para curársela y volverla a vendar.

-Mierda, esperó que no se te infecte, Mírate y mírame. Ambas estamos muy vulnerables a cualquier ataque, doy gracias a Ares que pude sacar mi espada de aquel horrible lugar.-Se sentó a un lado de ella haciendo una mueca cansada

-Tenemos que encontrar a Grover.- Espetó Helena viéndola cansada

Estaba preocupada por Grover.

-¿Dónde se escondería un Cíclope?- Cuestionó a la menor

-Según recuerdo que me dijo Circe, el Vellocino de Oro es capaz de alterar cualquier ecosistema, para poder hacer crecer la flora y fauna del lugar.-Jadeo al pararse tenía mucho dolor en su abdomen

-Entonces rumbo a la Isla más bonita.- Simplifico Clarisse con una sonrisa

Navegaron por un par de horas, en la isla del cíclope había un puente de cuerdas sobre un abismo, lo cual no era buena señal. Venía a ser lo mismo que poner una valla publicitaria que advirtiese: «Algo maligno vive aquí.» Pero el lugar, aparte de eso, parecía una postal caribeña. Tenía prados verdes, árboles de frutas tropicales y playas de arena blanquísima. Mientras navegaban hacia la orilla, Clarisse inspiró profundamente aquel aire perfumado.

-El Vellocino de Oro -dijo.

Helena asintió. No lo veía aún, pero percibía su poder. Ahora sí podía creer que el Vellocino era capaz de curar cualquier cosa, incluso el árbol envenenado de Thalia, tal y como le había dicho Circe.

-¿Se morirá la isla si nos lo llevamos?-Preguntó Clarisse

Helena meneó la cabeza.

-Perderá su exuberancia, eso sí. Y volverá a su estado anterior, fuera cual fuese.

Helena se hubiera sentido mal, si aquel Cíclope no buscará comerse a su amigo. En el prado que había al pie del barranco, se agolpaban varias docenas de ovejas. Parecían pacíficas,
aunque eran enormes, tan grandes como hipopótamos. Más allá, un camino subía hacia las colinas. En lo alto de ese camino, cerca del borde del abismo, se levantaba el roble descomunal. Había algo dorado que relucía en sus ramas.

-Esto es demasiado fácil -Supuso Clarisse-. ¿Subimos allí caminando y nos los llevamos?

Helena entornó los ojos.

-Se supone que hay un guardián. Un dragón o...

Justo en ese momento surgió entre los arbustos un ciervo. Trotó por el prado, en busca de pasto, y de repente todas las ovejas se pusieron a balar y se abalanzaron sobre él. Ocurrió tan deprisa que el ciervo se tambaleó y desapareció en un mar de lana y pezuñas. Hubo un revuelo de hierba y mechones de pelaje marrón. Unos segundos más tarde, las ovejas se dispersaron y volvieron a deambular pacíficamente. En el sitio donde había estado el ciervo sólo quedaban un montón de huesos blancos.

Clarisse y Helena se miraron.

-Son como pirañas -Habló Helena

-Pirañas con lana. ¿Cómo vamos...?

-Tendremos que escalar.-la mayor vio a aquellas ovejas

-¿Qué?-Fue lo único que salió de la boca de Helena

Clarisse ayudó a escalar a su amiga, ya que era la que tenía peor la herida. Ambas caminaban con cuidado por el lugar, no querían hacer ningún ruido. Divisaron a Grover, y corrieron hacia el preocupadas.

-Vámonos Grover, ahora antes de que algo pase.-Pidió al ver a Grover en shock

Justo cuando estaban por escapar, Polifemo tomó a las semidiosas entre sus grandes manos, y se dedico a ver sus manchas borrosas en sus ojos.

-Semidioses, hace años que no pruebo uno.-Saboreo-. No me las comeré ahora, veré que hago con ustedes después.-Aseguró amarrándolas

Helena a puras penas se podía mantener de pie, su herida estaba sangrando mucho, Clarisse no tenía todas las fuerzas tampoco, el gran cíclope salió y Grover corrió hacia su amiga.

-Tú olor es más fuerte que nunca, ¡rayos!-Maldijo-.Eres hija de Zeus tu aroma es muy dulce muy atrayente.- Helena no pudo evitar soltar un chillido de dolor

La sangre se lograba ver en forma de una gran mancha en su blusa, ella mordió sus labios soportando el dolor.

-Ayúdala, las hermanas de Medusa nos atacaron.-Ordenó Clarisse

Grover corrió por un pequeño botiquín, mientras trataba de curarla ella mantenía la mirada caída.

-Moriré lo se, escaparan tú y Clarisse.-Ordenó en un susurró

Grover negó ante el comentario se su amiga, no la dejaría morir, de eso estaba seguro.

-Tú puedes contra él.-La alentó

Ella negó débilmente con una sonrisa.

-No soy invencible Grover, cuanto lo desearía, así hubiera podido salvar a todos.-Sus ojos se cristalizaron-. Todos creen que soy poderosa e indestructible, si fuera así, no estaría aquí... mi vida fue muy corta y alocada la agradezco, pero creó que es tiempo de acabar con ella, si no me muero por Polifemo, la herida me matara-. Vio con pena a su amigo-. Tu y Clarisse huyan con el Vellocino, yo lo intentaré detener.-Sonrió de manera débil

Unos pasos los hicieron callar era Polifemo, quien vio de manera desaprobatoria a su "esposa".

-¿Qué haces querida?-Indagó el Cíclope

-Ciclopín tenemos que mantenerlas vivas, hasta que sepas que hacer con ellas.-Fingió la voz Grover a una voz chillona y más femenina

-Está bien, mantenlas vivas, no dejaré que mueran así solamente.-Ordenó para irse

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Clarisse gritaba con todas sus fuerzas al monstruo para que las liberará, mientras tanto Helena tarareaba una canción.

-¿Cómo es qué no tratas de escapar Bárbara?-Reprochó la hija de Ares

-¿Para qué?-Contraatacó con una voz suave.-Sí no muero comida por Polifemo, moriré a causa de mi herida, han pasado días y aún no mejora ya faltan cinco días para la boda, al menos quiero ver casado a mi mejor amigo.-Vio a su amiga

-¿Boda?-Río sarcástica.-Sí que has perdido la cabeza Barbie.-Soltó una carcajada

-La muerte es la única cosa que tenemos segura Clarisse, mi abuela siempre me lo dijo, prefiero mil veces morir antes que seguir con este dolor insufrible, tal vez haber perdido la cabeza haya sido lo mejor, así no tengo que sufrir tanto esta tortura.-Sonrió para seguir tarareando una canción

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-Vida Cruel, prisión también, la vida en prisión es super, super, cruel.- Cantaba Helena con una sonrisa

-¡Cállate Helena!¡Cállate!-Exigió Clarisse al ver lo deprimente que cantaba su amiga

Polifemo apareció con una sonrisa, haciendo que ambas chicas guardarán silencio.

-Saludos prisioneras.-Saludó el monstruo acercándose-. No se lo merecen, pero están invitadas a mi boda.-Exclamó eufórico

Grover sonrió emocionado, y no pudo soltar un "Sí" de lo contento que estaba, pensó que tal vez Polifemo se había percatado de la poca compañía que el tenía, y las dejaría para que el no se sintiera solo.

-Dónde serán sacrificadas de forma ceremonial.-Afirmó con una gran sonrisa

Polifemo se retiro, sin antes ser perseguido por Grover tratando de que cambiará de idea.

-¡Aaaaaaaaahhhhh!-Gritó completamente asustada Clarisse

-Piedad, por fin.-Sonrió de forma calmada pero a la vez feliz

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En dos días que Grover no las pudo visitar, a causa de que saboteaba su vestido el que las cuidaba era el cíclope, si antes se veía a Helena mal ahora estaba mucho peor, faltaban dos días para la boda.

-Y éste rayito de sol ¿Cómo está?-Sonrió a su amiga acercándose a las semidiosas

-Aquí no existe el sol, sólo la oscuridad.-Sonrió en respuesta al sátiro

-¡Cállate!¡Cállate!¡Ya Cállate!-Gritó Clarisse desesperada con todas sus fuerzas.-¡Basta de deprimirme más!-. Espetó afligida su rostro estaba rojo de lo desanimada que se encontraba

-Tiene que haber un modo de salir.- Murmuró al ver el estado de la hija de Zeus

-Nadie puede escapar.- Sonrió de manera dulce al igual que su voz-. Él único consuelo, es el dulce, alivio de la muerte.-Completó para soltar una pequeña risa inocente

Clarisse no pudo evitar quejarse.

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El día de mañana sería la boda de Grover y Polifemo, el último entró en la habitación.

-Las bañare, no planeó comérmelas así de sucias, vamos por ti eres la más pequeña, será más rápido contigo.- La desamarro

-¡Wiiii!-No pudo evitar decirlo

-Déjala feo monstruo.-Demando Clarisse

Polifemo gruñó para bajarla.

-¡Buuu!-Opinó Gonzáles

-De ti se encargará mi esposa, de la parlanchina me encargaré yo mismo.- Tomó con brusquedad a la Rue para llevársela

Al regresar les colocó un precioso vestido a cada una, parecían salidas de la antigua griega, vestidos blancas con sus tiaras de oro, todo hecho por Grover, llevaban unos zapatos al estilo griego se veían hermosas, el cíclope se encontraba con sus ovejas.

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-¡Grrrrr! -bramó Polifemo.-¡Eres peleona! -bramó aquella voz ronca

Hoy era el día de la boda, solamente Helena veía la escena.-

¡Atrévete a desafiarme! -La voz de Clarisse, se escucho por toda la zona-. ¡Devuélveme mi espada y lucharé contigo!-

El monstruo se echó a reír con gran estruendo. Grover, que aún iba con su vestido de novia, se hallaban en el lugar. Clarisse y Helena estaban atadas y colgadas boca abajo sobre una olla de agua hirviendo.

-Hummm -murmuró Polifemo mientras reflexionaba-. ¿Me como a esta bocona ahora mismo o la dejo junto a la rayito de sol para el banquete de boda? ¿Qué opina mi novia?-

Se volvió hacia Grover, que retrocedió y casi tropezó con su cola nupcial, por fin terminada.

-Eh, bueno, yo no estoy hambrienta ahora mismo, querido. Quizá...-

-¿Cómo que novia? -preguntó Clarisse, ella pensó que sabía lo que era Grover-. ¿Quién? ¿Grover-

Si Helena se encontrará en una salud mental decente, le hubiera callado, pero en realidad no lo estaba y veía con gracia la escena, en vez de ayudar a sus amigos.

Polifemo frunció el ceño.

-¿Qué Grover?-

-¡El sátiro! -aulló Clarisse

-¡Ay! -gimió Grover-. El cerebro de la pobre ya se ha puesto a hervir con el agua caliente. ¡Bájala, querido!-

Polifemo entornó el párpado sobre su siniestro ojo nublado, tratando de ver a Clarisse con mayor claridad. El cíclope era incluso más horrible que en los sueños de Percy. En parte porque ahora a Helena le llegaba su rancio hedor desde muy cerca, y en parte porque iba con su traje de boda: una falda escocesa y un chal cosido chapuceramente sobre un esmoquin azul celeste. Como si hubiese desvalijado a todos los invitados de una boda.

-¿De qué sátiro hablas? -preguntó Polifemo-. Los sátiros son buena comida. ¿Me has traído un
sátiro?

-¡No, maldito idiota! -bramó Clarisse-. ¡Ese sátiro! ¡Grover! ¡El que lleva el vestido de novia!-

Polifemo, que se dio la vuelta y le arrancó el velo a Grover, descubriendo su pelaje ensortijado, su desaliñada barbita adolescente y sus cuernos diminutos. El cíclope respiró pesadamente, tratando de contener su furia.

-Creó que descubrieron tu mentira, amigo.-Opinó con una inocente voz Helena

-No veo demasiado bien desde hace muchos años -refunfuñó-, cuando aquel otro héroe me pinchó en el ojo. Pero aun así... ¡¡tú no eres una cíclope!!-

Y le desgarró el vestido por completo. Debajo, apareció el viejo Grover con sus pantalones y su camiseta. Soltó un aullido y se agachó justo cuando el monstruo lanzaba un golpe a su cabeza.

-¡Espera! -suplicó Grover-. ¡No vayas a comerme crudo! ¡Tengo una buena receta!

Polifemo, con una roca preparada para aplastar a la que había sido su novia, pareció dudar.

-¿Una receta? -preguntó

-¡Oh, sí! No vas a comerme crudo, ¿verdad? Te agarrarías una colitis, el botulismo, un montón de cosas horribles. Tendré mucho mejor sabor asado a fuego lento. ¡Con salsa picante de mango! Podrías ir ahora mismo a buscar unos mangos, allá en el bosque. Yo te espero aquí.-

El monstruo se puso a reflexionar.

-Eso suena delicioso pequeñín.- Respondió Helena riendo

-Sátiro asado con salsa de mango -musitaba Polifemo. Se volvió hacia las mestizas, que seguían colgadas sobre la olla de agua hirviendo.

-¿Tú también eres un sátiro?-Vio a Clarisse

-¡No, maldito montón de estiércol! -chilló-. ¡Yo soy una chica! ¡La hija de Ares! ¡Ahora desátame para que pueda rebanarte los brazos!-

-Para rebanarme los brazos -repitió Polifemo.

-¡Y para metértelos por la boca!- Continuó el juego Helena con una sonrisa

-Tú sí que tienes agallas.-Vio a Helena

-¡Bájame de aquí, pedazo de animal!-

-Yo soy hija de Zeus y Hera, puedo ser la que ministra y de Fe a la boda, me encantaría asistir.-Se ofreció la de corta estatura

Polifemo agarró a Grover y lo izó como si fuera un perrito desobediente.

-Ahora hay que apacentar las ovejas. La boda la aplazamos hasta la noche. ¡Entonces comeremos sátiro como plato fuerte!-

-Pero... ¿es que todavía piensas casarte? -Grover estaba ofendido-. ¿Y quién es la novia?

Polifemo miró con el rabillo del ojo hacia la olla hirviendo. Helena festejó, la habían invitado a la boda.

-Que bueno, me emociona ser la ministra.-Confesó

-¡Oh, no! No lo dirás en serio. Ella no...-Bramó Clarisse

Polifemo arrancó a Helena de la cuerda como si fuera una manzana madura.

-Tú no te quejabas, dicen que los hijos de Zeus son los más hermosos, y tú también heredas la belleza de tu madre, me casaré contigo rayito de sol.- Helena sonrió contenta

Arrojó a ella, Clarisse y Grover al interior de la caverna.

-¡Pónganse cómodos! ¡Estaré de vuelta cuando se ponga el sol para el gran acontecimiento!-

Luego dio un silbido y un rebaño de cabras y ovejas, más pequeñas que las devoradoras de hombre empezó a salir de la cueva. Mientras desfilaban para ir a pastar, Polifemo les daba palmaditas a algunas y las llamaba por su nombre:

Chuleta, Lanita, Superburger...

Cuando pasó la última, Polifemo hizo rodar una roca frente a la entrada, y ahogó de golpe los gritos de Clarisse y Grover, mientras que Helena reía y celebraba.

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-¡Hola, bicho horrible!-Se escuchó a la lejanía

-¿Quién ha dicho eso?-Cuestionó Polifemo, se escucha molesto

-¡Nadie! -chilló una voz femenina

-¡Nadie! -rugió Polifemo-. ¡Ya me acuerdo de ti!-Sostuvo furioso

-¡Eres demasiado estúpido para acordarte de alguien! -se mofó-. Y mucho menos de Nadie.

Polifemo empezó a bramar furioso, agarró algo que encontró y la arrojó.

-¿Barbie haz escuchado eso?-Susurró la más grande

-Sí, es el sonido de la muerte.-Aseguró con una risilla

Se escuchó cómo se había hecho añicos el objeto con un gran estruendo. Durante un momento hubo un silencio.

Luego la misma voz femenina gritó:

-¡Ni siquiera has aprendido a tirar piedras, eres un inepto!

Polifemo aulló:

-¡Ven aquí! ¡Ven que te mato, Nadie!

-¡No puedes matar a Nadie, estúpido zoquete! -volvió a mofarse-. ¡Ven a buscarme!

Unos grandes pasos, hacían temblar el piso. Lo de llamarse «Nadie» no habría funcionado con ningún otro ser, pero aquél había sido el nombre que utilizó Ulises para engañar a Polifemo siglos atrás, justo antes de pincharle el ojo con un palo al rojo vivo.

En la habitación del telar, se encontraban Clarisse, Grover y Helena, el sátiro se encontraba acurrucado en un rincón, intentando cortar con unas tijeras romas los nudos que aún mantenían atada a Clarisse.

-Es inútil -dijo ella-. ¡Estas cuerdas parecen de hierro!-

-¡Sólo unos minutos más!

-¡Maldición, Grover! -gritó exasperada-. ¡Llevas horas intentándolo!-

Entonces vieron al hijo de Poseidón.

-Uy, carne fresca para el asador.-Soltó al ver al azabache con una risilla tierna

Grover agitó su cabeza, sin saber que le pasaba pensó que había sido una broma, Clarisse bufó furiosa, mientras que Percy la vio confundido, no lo iba a negar se veía hermosa, como siempre, pero algo no andaba bien en ella.

-¿Percy? -Bramó Clarisse-. ¡Se suponía que habías saltado por los aires!-

-Yo también me alegro de verte. Ahora no te muevas mientras...

-¡Perrrrrcy! -Grover se puso a balar y me dio un abrazo cabruno, una especie de placaje-. ¡Oíste mis mensajes! ¡Has venido!-

-Sí, amigo -Afirmó -. Claro que he venido.-Después paso su mirada a la sonriente Helena.- ¿Cómo estás Leana?-Interrogó con una sonrisa

-Estoy en casa Percy, me encuentro de maravilla.-Sonrió

-No le prestes atención.-Aconsejó la contraria, haciendo que el niño viera a La Rue.- Es tierna, pero... -Hizo un ademán mientras silbaba dando a entender que estaba loca

-En un mundo de locos, es a la cuerda a la que llaman loca.-Manifestó a los demás, haciendo que Percy la viera preocupado

-¿Cuánto tiempo llevan aquí?-Preguntó tomando el rostro de su mejor amiga

-El tiempo y la esperanza son una ilusión.-Proclamó viendo al de ojos verdes

-¡Basta!¡Deja de deprimirnos más!-Ordenó la castaña

-Tenemos que escapar.-Vio a la de ojos oscuros

-Nadie puede escapar.-Sonrió de manera dulce.-El único consuelo, es el dulce alivio, de la muerte.-Explicó a Jackson

Todos hicieron un sonido de sorpresa.

-Ah perfecto, otra psicópata.-Espetó la mayor

-¿Dónde está Annabeth?-Inquirió Grover tratando de que Helena no los desanimara más

-Fuera -Contestó -. Pero no hay tiempo para hablar. Helena, estate quieta.-

Destapó a Contracorriente y cortó las cuerdas. Ella lo vio con una sonrisa para abrazar a Grover, repitió la acción con Clarisse. Ella se puso de pie con cierta rigidez mientras se frotaba
las muñecas.

Lo miró con hostilidad un momento; luego bajó la vista y murmuró:

-Gracias.-Percy corrió a revisar a Helena quien lo veía risueña

-De nada -respondió -. ¿Había alguien más en tu barco?-Indagó a la hija de Ares mientras fijaba su vista en la enorme herida de la hija de Hera

Clarisse lo vio sorprendida.

-No, sólo estábamos la Barbie chiflada de Helena, y yo. El resto de la tripulación del Birmingham... Bueno, ni siquiera sabía que ustedes se habrían librado. Helena me rescato de las Gorgonas, ahí fue donde se hizo esa herida.-Señaló a donde Percy había fijado su vista.-Venimos a rescatar a Grover pero estábamos débiles y nos capturaron, ahí fue donde Barbie perdió la cabeza.-Contó

Él al suelo. Se negaba a admitir que su última esperanza de ver vivo a Tyson acababa de evaporarse, se aferraba a Helena ya que ella se encontraba en ese estado por su culpa.

-Está bien. Vamos. Tenemos que ayudar...-Tomó de la mano a Helena quien reía con gracia.-Guarda silencio ángel, nos descubrirá. -Pidió en un tono dulce

Se oyó un estruendo, cuyo eco fue rebotando por toda la cueva, y luego un grito que les hizo temer que llegaran tarde. Era Annabeth la que gritaba de pánico.

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-¡He atrapado a Nadie! -decía Polifemo, regodeándose.

Se deslizaron hasta la entrada de la caverna y al asomarse vieron al cíclope, que sonreía con aire malvado y sostenía un puñado de aire. El monstruo agitó el puño y una gorra de béisbol cayó al suelo planeando. Allí estaba Annabeth, sujeta por las piernas y retorciéndose boca abajo.

-¡Ja! -dijo Polifemo-. ¡Repulsiva niña invisible! Ya tengo otra muy peleona para casarme. ¡A ti te voy a asar con salsa picante de mango!-

Annabeth forcejeaba, pero parecía aturdida. Tenía un corte muy feo en la frente y los ojos vidriosos.

-Voy a atacarlo -Susurró a Clarisse-. Nuestro barco está en la otra parte de la isla. Tú y Grover...

-Ni hablar -dijeron los dos al unísono.

Clarisse iba armada con una lanza rematada con un cuerno de cordero que había sacado de la colección del cíclope. Grover había encontrado un hueso de muslo de oveja con el que no parecía demasiado contento, pero lo blandía como si fuese un látigo. Helena tenía una armadura griega, con su carcaj y arco.

-Atacaremos juntos -gruñó Clarisse

-Sí -dijo Grover

Percy pestañeó atónito, como si no pudiera creer que hubiese coincidido en algo con Clarisse.

-Mi condición, es que Helena se mantenga fuera de esto, esta más loca que una cabra, lo sé perfectamente, e estado con ella por días.-Percy vio preocupado a Helena para asentir

-Está bien -dijo-. Yo tampoco quiero verla herida, el plan de ataque Macedonia.-

Ellos asintieron. Los tres habían pasado los mismos cursos de entrenamiento en el Campamento Mestizo. Tenían los mejores campistas del campamento, lo malo es que la femenina estaba enloquecida y reía y se divertía, no planeaba atacar ella se quería casar con aquella criatura. Sabían de qué estaba hablando, ese plan era la especialidad de los hijos de los tres grandes.

Grover y Clarisse se deslizarían a hurtadillas y atacarían al cíclope por los flancos mientras que Percy atraía su atención por el frente. Seguramente, aquello significaba que morirían todos, y no sólo Jackson, pero no por eso dejaba de agradecer su apoyo.

Helena los vería en el bote.

Blandió mi espada y gritó:

-¡Eh, tú, bicho horrible!-

El gigante giró en redondo.-

-¿Otro? ¿Tú quién eres?-

-Deja a mi amiga. Soy yo el que te insultó.-

-¿Tú eres Nadie?-

-¡Eso es, apestoso barril de moco! -No sonaba tan bien como los insultos de Annabeth, pero fue lo único que le me ocurrió-. ¡Yo soy Nadie y a mucha honra! Ahora, déjala en el suelo y ven aquí. Quiero sacarte el ojo otra vez.-

-¡¡Raaaarrr!! -rugió.

La buena noticia: soltó a Annabeth. La mala: la dejó caer de cabeza sobre unas rocas, donde quedó inmóvil como un muñeco de trapo, Helena corrió a ella haciendo caso omiso a Jackson y trató de ayudarla aunque era muy pesada.

Otra mala noticia: Polifemo corrió hacia el de la cabaña tres, quinientos apestosos kilos de cíclope que debía combatir con su pequeña espada.

-¡Por Pan! -Grover surgió por la derecha

Lanzó su hueso de oveja, que rebotó, inofensivo, en la frente del monstruo. Clarisse apareció por la izquierda, colocó la lanza contra el suelo, justo a tiempo para que el cíclope la pisara, y se echó a un lado para no quedar atrapada. Polifemo soltó un aullido de
dolor, pero se arrancó la lanza como si fuese una astilla y siguió avanzando.

Percy aguardo con la espada preparada.

El monstruo trató de agarrarlo con su mano gigantesca. Él rodé de lado y le lanzó un tajo en el muslo. Tenía la esperanza de ver cómo se desintegraba, pero aquel monstruo era demasiado grande y poderoso.

-¡Encárgate de Helena y Annabeth! -le gritó a Grover.

Corrió hacia ellas, recogió su gorra de invisibilidad y la alzó en brazos, tomó de la mano a Helena mientras que esta veía a sus amigos confusa, mientras Clarisse y Jackson tratában de distraer a Polifemo.

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Helena paro en seco, haciendo que su amigo la viera confuso.

-Tenemos que irnos Helena.-Ella negó

-No puedo dejarlos, si sale mal viviré por que saldré con ellos y tendré mi miserable vida, si muero lucharé con mis amigos.-Sonrió para correr de regresó con el arco listo

Si tenían que reconocer algo a la hija de Ares: Clarisse era muy valiente. Atacaba una y otra vez al cíclope, que intentaba pisotearla y echarle mano sin ningún éxito. Era demasiado rápida para dejarse atrapar. Y en cuanto ella
lanzaba un ataque, Percy la secundaba pinchándole al cíclope un dedo del pie, el tobillo o la mano. Pero no podían seguir así eternamente. Al final acabarían exhaustos o el monstruo tendría suerte y daría en el blanco. Le bastaba un solo golpe para matarlos.

Percy con el rabillo del ojo, vio que Grover había llegado al puente y empezaba a cruzarlo con Annabeth en
brazos, se preocupo al no ver a su Helena. Él quizá no habría elegido aquel trayecto, teniendo en cuenta que al otro lado estaban las ovejas carnívoras, pero en aquel momento cualquier cosa parecía mejor que quedarse de su lado.

Lo cual le dio una idea, pero muy tarde, Polifemo lo estaba a punto de atrapar.

Unas flechas en la oreja de éste lo hicieron girar, y los mestizos vieron de donde venían era Helena quien le tiraba al blanco. Al ser muy ágil no se dejaba atrapar, mientras tiraba flechas a la gran criatura.

-Ven por mi saco de mierda.-Alzó la voz Helena, era real olía a desechos

-Yo me casaré contigo, aunque no lo quieras.-Espetó en un rugido el cíclope

-¡Retirada! -le gritó Jackson a las chicas.

Clarisse rodó por el suelo mientras el puño del cíclope aplastaba un olivo que había junto a la entrada. Helena le dio directo en una fosa nasal, haciendo que cerrará su ojo e intentaba sacarse aquella flecha. Los tres se echaron a correr colina abajo con el monstruo siguiéndolos de cerca.

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El cojeaba a causa de las heridas
y los cortes que tenía por todo el cuerpo. Mientras que le sangraba la cara a causa de las flechas, con sus grandes manos tomaba su nariz con sumo dolor. Habían logrado volverlo algo más lento, pero también
enloquecerlo de furia.

-¡Los voy a hacer picadillo! -chillaba-. ¡Maldito seas mil veces, Nadie! ¡Nuestro matrimonio termina, quiero el divorcio!-Helena no pudo evitar soltar una carcajada

Mientras que Percy la llevaba de la mano, preocupado.

-¡Más rápido! -les dijo

Bajaron corriendo por la ladera. El puente era su única posibilidad. Grover ya estaba al otro lado y había dejado a Annabeth en el suelo. Tenían que cruzar ellos también, antes de que los atrapara el gigante.

-¡Grover! -aulló -. ¡Saca el cuchillo de Annabeth!

Abrió unos ojos como platos cuando vio al cíclope detrás de ellos, pero asintió como si hubiera captado la idea. Mientras Clarisse, Helena y Percy atravesaban el puente, Grover empezó a cortar las cuerdas. La primera se rompió con un chasquido. Polifemo saltaba a su espalda de una tabla a otra y hacía oscilar el puente de un modo brutal. La mitad de las cuerdas ya estaban cortadas. Clarisse, Helena y Percy saltaban en plancha para alcanzar tierra firme y aterrizaron junto a Grover.

Helena lanzó un mandoble a la desesperada y cortó las cuerdas que
quedaban. El puente cayó en el abismo y el cíclope aulló... de felicidad, porque lo tenían allí, a su lado.

-¡Has fallado! -aulló eufórico-. ¡Nadie ha fallado!

Clarisse y Grover intentaron atacarlo, pero el monstruo los apartó de un golpe, como si fueran moscas. Percy se puso de en verdad furioso no podía creer que hubieran llegado tan lejos, que hubiesen perdido a Tyson y pasado tantos apuros sólo para acabar fallando en el último minuto: para ser derrotado por un estúpido monstruo con falda escocesa y esmoquin azul.

«¡Nadie iba a aplastar a sus amigos, a su Helena de aquella manera!»

Helena vio como Percy alzó su espada y se lanzó al ataque, olvidando que era un combate absolutamente desigual. Helena entró en conciencia en ese momento, guardo su espada, vio su collar por unos segundos, sacó su espada para ayudar a Percy sabría que no podría hacerlo solo. Mientras que Jackson le clavó la espada en la barriga, y cuando se dobló de dolor, le asestó un golpe en la nariz con la empuñadura.

Helena le lanzó una bola de energía, una de las cosas que había aprendido con Circe era a levitar, se alzó para atacarlo en el rostro con sus poderes, y algunos rayos escarlata. El azabache rebanaba, golpeaba con furia, y de repente Polifemo estaba en el suelo, aturdido y soltando gemidos, y el de la cabaña 3 encima de él, Helena descendió para apoyarse junto a el, Jackson con la punta de la espada apuntando a su único ojo.

-¡Huy, huy, huy, huy! -gemía el monstruo

-¡Helena! ¡Percy! -jadeó Grover-. ¿Cómo han...?

-¡Noooo, por favor! -suplicaba el cíclope, mirándolos lastimero

Le sangraba la nariz y por el rabillo
del ojo le asomaba una lágrima

-Mis ovejitas me necesitan. ¡Yo sólo quiero proteger a mis ovejitas!-

Empezó a sollozar.

Percy y Helena habían vencido. Ya sólo el de ojos verdes tenía que clavarle la espada. Un golpe seco y se acabó.

-¡Mátalo! -chilló Clarisse-. ¿A qué esperan?

El cíclope sonaba tan desolado. Igual... igual que Tyson.

-¡Es un cíclope! -me advirtió Grover-. ¡No te fíes de él!

Helena pensó en Thalia, luego en Tyson no podía juzgar la vida de los demás, era tan solo una niña decidiendo cosas que no le correspondían a esa edad. Polifemo sollozaba... ella podía usar sus poderes para sacar ella misma el ojo, en su mano salió un destello escarlata pero Percy la puso detrás de él, con el ceño fruncido.

Percy cayó en cuenta, de que Polifemo era uno de sus medios hermanos.

-Sólo queremos el Vellocino de Oro -le dijo-. ¿Dejarás que nos lo llevemos?-

-¡No! -gritó Clarisse-. ¡Mátalo!

El monstruo se sorbió la nariz ruidosamente.

-¿Qué crees que haces Jackson?- Indagó en un murmuró Helena

-Mi hermoso vellocino, la mejor pieza de mi colección. Llévatelo, hombre cruel. Tómalo y vete en paz. -

-Voy a retroceder muy despacio -Comentó a su medio hermano-. Un movimiento en falso y...

Polifemo asintió como si comprendiera. Tomó la mano de Helena quien lo veía de mala gana, dieron un paso atrás y, rápido como una cobra, el monstruo los lanzó al borde de la sima de un manotazo.

Helena salió volando, pudo amortiguar la caída gracias a sus poderes, solamente soltó un gran jadeo el golpe había sido muy fuerte.

-¡Estúpido mortal! -bramó mientras se incorporaba-. ¿Llevarte mi vellocino? ¡Ja! Primero he de
comerte, hubieras echo caso a tu noviecita.-

Abrió su bocaza y el azabache comprendió que sus muelas podridas iban a ser lo último que vería. Entonces, algo silbó por encima de la cabeza del chico y...

¡zum!

Una piedra como una pelota de baloncesto se coló por la garganta de Polifemo. Un triple impresionante, directo a la canasta. El cíclope se atragantó e intentó deglutir aquella píldora inesperada. Se tambaleó hacia atrás. Sólo que no había espacio para tambalearse. Le resbaló un talón, se
resquebrajó el borde de la sima y el gran Polifemo, aleteando con los brazos como una gallina, se desplomó en el abismo.

Ambos Semidioses hijos de los tres grandes, vieron de donde venía el ataque. Hacia la mitad del camino que llevaba a la playa, completamente ileso aunque estuviera en medio de un
rebaño de ovejas asesinas, divisaron a un viejo amigo.

-¡Polifemo malo! -exclamó Tyson-. ¡No todos los cíclopes son tan buenos como parecemos!

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Tyson les dio una versión resumida de lo que había pasado: Rainbow el hipocampo, que por lo visto los había seguido desde Long Island Sound con la esperanza de que Tyson jugase con él, lo había rescatado cuando se hundía bajo la chatarra del CSS Birmingham y había logrado ponerlo a salvo. Los
dos juntos habían recorrido desde entonces el Mar de los Monstruos tratando de localizarlos, hasta que
Tyson detectó un fuerte tufo a oveja y dio con la isla.

Helena y Percy querían abrazar al muy zoquete, pero estaba rodeado de ovejas asesinas.

-Tyson, gracias a los dioses. ¡Annabeth está herida!-Gritó Helena con una sonrisa enorme

-¿Das gracias a los dioses porque está herida? -preguntó desconcertado.

-¡No! -Se arrodilló junto a Annabeth y le asustó mucho lo que vio

El corte que tenía en la frente era mucho peor de lo que ella suponía. Tenía el nacimiento del pelo ensangrentado. Estaba pálida y
sudorosa. Grover y Percy intercambiaron miradas nerviosas.

Entonces a Percy se le ocurrió una idea.

-Tyson, el vellocino. ¿Me lo puedes traer?-

-¿Cuál? -dijo Tyson, mirando a las docenas de ovejas que tenía a su alrededor

-¡En el árbol! -respondió -. ¡El de oro!-

-Ah. Qué bonito. Sí.-Helena sonrió de manera enorme al ver a Tyson

Se movió pesadamente, procurando no pisar las ovejas. Si alguno de los mestizos hubieran intentado
acercarse al vellocino, habría sido devorado vivo, pero Tyson olía igual que Polifemo, el rebaño ni siquiera le prestó atención. Seguían acurrucándose a su alrededor y balando cariñosamente, como si estuvieran esperando una golosina.

Tyson extendió el brazo y levantó el
vellocino de la rama de la que llevaba siglos colgando. Al instante, las hojas del roble se volvieron amarillas. Tyson empezó a caminar despacio hacia Percy, pero él le gritó:

-¡No hay tiempo! ¡Tíramelo! -

La dorada piel de cordero cruzó por los aires como un frisbee peludo y reluciente. Jackson soltó un bufido al
atraparla. Era más pesada de lo que él esperaba: unos treinta kilos de preciosa lana de oro.

La extendió sobre Annabeth con ayuda de Helena, cubriendo todo el cuerpo salvo la cara, y rogaron en silencio a todos los dioses, incluso a los que le caían mal por parte del chico.

«Por favor. Por favor.»

Su rostro recuperó el color. Le temblaron los párpados y abrió los ojos. El corte en su frente empezó a
cerrarse. Vio a Grover y le dijo débilmente:

-No te habrás... casado, ¿verdad?
Grover sonrió de oreja a oreja

-No. Helena me quitó a mi Galán.- La nombrada no pudo evitar una risilla

-Oh no, Helena enloquecida ha vuelto, lo bueno es que ya no estoy encerrada.- Expresó severamente preocupada la hija de Ares

Annabeth la vio confundida.

-Annabeth -Llamó -, no te muevas.-Pidió el de la cabaña tres

Pese a las protestas, ella se sentó y entonces Percy advirtió que el corte se le había curado casi del todo. Tenía mucho mejor aspecto. De hecho, parecía irradiar salud, como si le hubiesen inyectado un resplandor benéfico.

Entretanto, Tyson empezaba a tener problemas con las ovejas.

-¡Abajo! -les decía al ver que intentaban subírsele en busca de comida. Algunas husmeaban en la dirección de los mestizos-. No, ovejitas. ¡Por aquí! ¡Vengan!-

Le hacían caso, pero era obvio que tenían hambre y empezaban a darse cuenta de que Tyson no tenía
golosinas para ellas. No se iban a contener demasiado tiempo con tanta carne fresca a su alcance.

-Tenemos que irnos -Espetó-. Nuestro barco está... -

El Vengador de la Reina Ana estaba demasiado lejos. La ruta más corta habría sido a través de la sima,
pero acababan de destruir el único puente que la cruzaba. La única posibilidad que les quedaba era
pasar entre las ovejas.

-El de nosotros está más cerca, vámonos en ese.-Informó Helena-. Tyson, ¿podrías llevarte el rebaño lo más lejos posible?-Demando tomando su espada

-Las ovejas quieren comida.-

-Ya lo sé, quieren carne humana. Intenta alejarlas del camino. Danos tiempo para llegar a la playa y
luego reúnete con nosotros, por favor.- Su tono era amable y dulce

Tyson no se pudo resistir indeciso aceptó, pero dio un silbido.

-¡Vamos, ovejitas! ¡La carne está por aquí!-

Se alejó trotando hacia el prado, con todas las ovejas detrás.

-Sigue con el vellocino encima -Ordenó la latina a Annabeth-. Por si no estás totalmente curada. ¿Puedes
ponerte de pie?-

Hizo un intento, pero palideció en el acto.

-¡Uf! No del todo curada...-

Clarisse se sentó a su lado y le examinó el pecho, lo que le arrancó un grito sofocado.

-Tiene un par de costillas rotas.-

-¿Cómo lo sabes? -preguntó confundido el de New York

Clarisse le lanzó una mirada iracunda.

-Porque yo me las he roto más de una vez, enano, mi querida cuñada ha sido la encargada de quebrármelas, y más veces que nunca el verano pasado.-

Helena se sonrojó ante el apodo, Percy dio una mirada de molestia a Clarisse mientras que Annabeth abrió los ojos con sorpresa, y Grover estaba atento a todo lo que pasaba a su alrededor.

-Voy a tener que cargarla.-Se encogió de hombros terminando de decir

Agarró a Annabeth como si fuera un saco, se la cargó sobre los hombros
y la llevó hacia la playa. En cuanto llegaron a la orilla, Percy se concentró en "Hydra, Cruz del Norte" el nombre del Barco de la tía y sobrina. Le ordenó que levara el ancla y viniera a buscarlos. Tras unos minutos de ansiosa espera, lo vieron rodeando el extremo de la isla.

-¡Ya vengo! -gritó Tyson

Bajó a saltos por el camino mientras las ovejas balaban frustradas, cincuenta metros más atrás, visto que su amigo se largaba sin darles de comer.

-No creo que nos sigan en el agua -les dijo Percy a los demás-. Lo único que tenemos que hacer es nadar
hacia el barco.

-¿Con Annabeth en este estado? -protestó Clarisse

-Podemos lograrlo -insistió

Empezaba a recuperar su confianza. Se hallaba de nuevo en su terreno, el agua

-Y una vez a bordo, estaremos fuera de peligro.-

-¿Olvidan quién es el papá de Jackson? Es Poseidón, me ofrecería para llevar a Annabeth mientras levito pero esta muy pesada para mi.- Contestó Helena

Estuvieron a punto de conseguirlo.

Iban vadeando por el agua junto a la entrada del barranco, cuando escucharon un tremendo rugido y
vieron a Polifemo, arañado y magullado pero todavía vivo, con su esmoquin azul hecho jirones, chapoteando hacia ellos con una roca en cada mano.

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