𝗫𝗜. Lᴀ Pʀᴏғᴇᴄɪ́ᴀ Sᴇ Cᴜᴍᴘʟᴇ

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𝟎𝟏𝟏. ┇🔱⚡️𝗍𝗁𝖾 𝗉𝗋𝗈𝗉𝗁𝖾𝖼𝗒 𝗂𝗌 𝖿𝗎𝗅𝖿𝗂𝗅𝗅𝖾𝖽

—¿Estás lista? — Susurró Percy tomando su mano para entrar al campamento

—Lo estoy, ¿Y tú Aquaman? — Lo vio con una ceja alzada

—Siempre, cuando estoy contigo. — Ambos se sonrojaron

Al llegar todos corrieron hacia ellos, las hijas de Afrodita se abalanzaron sobre Percy y Helena. Los hijos de apolo, sobre la chica junto a los de Ares. Los de Hermes y Hefesto sobre Poseidón. Saludan a todos como si fueran famosos hasta que todo el mundo, Habían sido los primeros héroes en regresar vivos a la colina Mestiza desde Luke, así que todo el mundo los trataba como si hubiéran ganado algún reality show. Todos se abrieron paso, dejando ver a un rubio arena quien veía a los dos con una sonrisa, bajo la mirada y vio las manos unidas algo dentro de él se estrujo, su miedo se había hecho realidad.

—Me da gusto que estén bien. — Dio su mejor sonrisa

—Gracias Luke. — Ambos se dieron un abrazo

Percy tuvo que soltarle la mano, para estrecharla con Luke.

——Gracias. —Dijo el azabache

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Según la tradición del campamento, se cernieron coronas de laurel en el gran festival organizado en su honor, y después se dirigieron una procesión hasta la hoguera, donde debían de quemar los sudarios que sus cabañas habían confeccionado en su ausencia.
La mortaja de Annabeth era tan bonita seda gris con lechuzas de plata bordadas, Helena al ser única miembro las chicas de Afrodita se ofrecieron, pavorreales y truenos elegantes de oro puro, seda blanca era muy hermosa y elegante, Percy como era hijo de Poseidón, no había nadie en su cabaña, así que la de Ares se había ofrecido voluntaria para hacer la suya. A una sábana vieja le habían pintado una cenefa con caras sonrientes con los ojos en cruz, y la palabra «IDIOTA» bien grande en medio. Helena se sentó junto a Percy, le regalo una gran sonrisa.

—Están resentidos creo. — Sonrió al verla y soltó una risilla

—La tuya es muy bonita, como la dueña. — La chica se ruborizó

Mientras la cabaña de Apolo dirigía el coro y les pasaban sándwiches de galleta, malvaviscos y chocolate, ambos se sentaron rodeados de los antiguos compañeros de la cabaña de Hermes de Percy, los amigos de Annabeth de la cabaña de Atenea y los amigos sátiros de Grover, que estaban admirando la recién expedida licencia de buscador que le había concedido el Consejo de los Sabios Ungulados.

El consejo había definido la actuación de Grover en la misión como:

«Valiente hasta la indigestión. Nada que hayamos visto hasta ahora le llega a la base de las pezuñas.»

Los únicos que no tenían ganas de fiesta eran Clarisse y sus amigos de cabaña, cuyas miradas envenenadas le indicaban a Percy, que jamás se lo perdonarían por haber avergonzado a su padre.

—No les haga caso, Percy. — Murmuro en su oído

—Tranquila no lo haré, estar aquí contigo sin ningún monstruo es relajante. — Abrazó por los hombros a Helena y esta soltó una risilla nerviosa

Luke no paraba de ver las acciones del azabache, se estaba enojado tenía muchos celos. Ni siquiera el discurso de bienvenida de Dioniso iba a amargarle el ánimo y los salvadores del Olimpo.

—Sí, sí, bien, así que el mocoso no ha acabado matándose, y ahora se lo tendrá aún más creído, Helena bien hecho. Bien, pues hurra. Más anuncios: este sábado no habrá regatas de canoas...

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Helena y Percy estaban sentados en la arena, a la orilla del mar, era una linda noche. Jackson se había vuelto casi tan popular como Luke o Helena, Percy disfrutaba de la compañía de su amiga.

—Mi mamá me mandó una carta. — Contó a la contraria

—¿Enserió? ¿Qué decía? — Lo vio con intriga

—Me contaba que Gabe había desaparecido misteriosamente; de hecho, que había desaparecido de la faz de la tierra. Lo había denunciado a la policía, pero tenía el extraño presentimiento de que jamás lo encontrarían. En otro orden de cosas, mamá acababa de vender su primera escultura de hormigón tamaño natural, titulada El jugador de póquer, a un coleccionista a través de una galería de arte del Soho. Había obtenido tanto dinero que había pagado la fianza para un piso nuevo y la matrícula del primer semestre en la Universidad de Nueva York. La galería del Soho le había pedido más esculturas, que definían como «un gran paso hacia el neorrealismo superfeo». —Explicó y Helena soltó una risilla

—La señora Jackson es increíble. — Sonrió

—«Pero no te preocupes  añadía mi madre. La escultura se ha acabado. Me he deshecho de aquella caja de herramientas que me dejaste. Ya es hora de que vuelva a escribir... — Siguió leyendo la carta—. Pero hay otra cosa... — La vio triste

—¿Qué sucede Aquaman? — Lo vio con preocupación

—Al final incluía una posdata—: Percy, he encontrado una buena escuela privada en la ciudad. He dejado un depósito, por si quieres matricularte en séptimo curso. Podrías vivir en casa. Pero si prefieres quedarte interno en la colina Mestiza, lo entenderé.» — Helena se acercó a abrazarlo

—¿Qué elegirás? — Lo vio dudosa

—Cuando la recibí, doblé la carta con cuidado y la dejé en mi mesita de noche. Todas las noches antes de dormirme, volvía a leerla e intentaba decidir cómo responderle. — Helena apretó su abrazo

—Se que elegirás lo mejor. — Le dio un beso en la mejilla

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El 4 de julio, todo el campamento se reunió junto a la playa para asistir a unos fuegos artificiales organizados por la cabaña 9. Dado que eran los hijos de Hefesto, no se conformarían con unos feos explosioncitas rojas, blancas y azules. Habían anclado una barcaza lejos de la orilla y la habían cargado con cohetes tamaño misil. Helena, que había visto antes el espectáculo, los disparos eran tan seguidos que parecerían fotogramas de una animación. Al final aparecería una pareja de guerreros espartanos de treinta metros de altura que cobrarían vida encima del mar, lucharían y estallarían en mil colores.

Mientras Helena y Percy extendíamos la manta de picnic, Annabeth preparaba los bocadillos. Apareció Grover para despedirse. Vestía sus vaqueros habituales, una camiseta y zapatillas, pero en las últimas semanas tenía aspecto de mayor, casi como si fuera al instituto. La perilla de chivo se le había vuelto más espesa. Había ganado peso y los cuernos le habían crecido tres centímetros, así que ahora tenía que llevar la gorra rasta todo el tiempo para pasar por humano.

—Me voy —dijo—. Sólo he venido para decir... Bueno, ya saben. — Helena corrió a abrazarlo y el correspondió

Intententaron alegrarse por él. Al fin y al cabo, no todos los días un sátiro era autorizado a partir en busca del gran dios Pan. Pero costaba decir adiós. Helena lo conocía desde hace 5 año era su amigo más antiguo. Annabeth le dio un abrazo y le recordó que no se quitara los pies falsos.

—¿En dónde buscarás primero?— Interrogó Percy

—Es... ya sabes, un secreto —Le contestó—. Ojalá pudierais venir conmigo, chicos, pero los humanos y Pan...

—Lo entendemos —le aseguró Annabeth—. ¿Llevas suficientes latas para el camino?

—Sí.

—¿Y te acuerdas de las melodías para la flauta?

—Oh, Annabeth —protestó—. Pareces tan controladora como mamá cabra.

Agarró su cayado y se colgó una mochila del hombro. Tenía el aspecto de cualquier autoestopista de los que se ven por las carreteras: no quedaba nada del pequeño sietemesino al que Percy defendía en Yancy.

—Estoy segura de que lo encontraras Grov. — Le aseguro Helena con una sonrisa

—Bueno —dijo—, deséenme suerte.

Abrazó otra vez a Helena y Annabeth. Le dio una palmada en el hombro a Percy y se alejó entre las dunas. Annabeth se puso de un lado de Helena y el contrario estaba Percy, quien la abrazaba por los hombros y ella recargaba su cabeza en el hombro del chico. Los fuegos artificiales surgieron entre explosiones en el cielo: Hércules matando al león de Nemea, Artemisa tras el jabalí, George Washington (que, por cierto, era hijo de Atenea) cruzando el río Delaware.

—¡Eh, Grover! —le gritó Percy. Se volvió en la linde del bosque—. Donde quiera que vayas, espero que hagan buenas enchiladas.

Él sonrió y al punto desapareció entre los árboles.

—Volveremos a verlo —dijo Annabeth.

—Estoy segura de ello, Annie. — Ambas se sonrieron

En otros estaban Helena peleando contra la Quimera, Annabeth jugando con cerbero, Grover golpeando a Medusa, Percy contra Ares.

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Transcurrió julio.

Pasaron los días concibiendo nuevas estrategias para capturar la bandera y haciendo alianzas con las otras cabañas para mantener las zarpas de la cabaña de Ares lejos del estandarte, Helena y el hacían buen equipo. Percy conseguío subir por primera vez el rocódromo sin que le quemara la lava.

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Helena y Luke caminaban por el bosque, ambos iban a hablar como lo habían quedado.

—Bueno, tenemos que hablar. — Helena se veía entre incomoda y triste

—Claro, Hel dime. —Luke todavía tenía esperanza de regresar con ella

—Durante este viaje, me di cuenta que tu fuiste mi primer amor, mi primer crush pero la verdad... es que siento que hay que dejarlo así, y seguir siendo buenos amigos. — Vio a Luke y este hizo una mueca

—¿Es por Percy? — Escupió sin vergüenza

—No, tiene nada que ver con él. — Negó, aunque si tenía algo que ver con él. —Te di muchas oportunidades Luke, y jamás me diste una respuesta. — Recordó

—Está bien, Helena como amigos. — Ambos se dieron un abrazo, claro Luke llegaría a llorar como un bebé

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Helena entrenaba con Travis y Connor Stoll a la vez, Percy veía de lejos lo bonita que se veía su forma de luchar tan artística. Cuando venció a los dos con facilidad este se acercó.

—¿Qué ves Travis?—

—Lo mismo que tu Connor.—

—¿A Percy Jackson enamorado de Helena? —Ambos se sonrojaron

—Sí, veo exactamente lo mismo. — Ambos se rieron

—Déjenos solos, mañana seguimos entrenando chicos. — Pidió a los hermanos y estos asintieron para irse — Hola Aquaman. — Le sonrío al chico

—¿Quería ver si puedo entrenar con la mejor espadachín del campamento? — Está asintió

—Veamos que tienes. —

Ambos empezaron a luchar, Helena batalla pero al final lo vencía, durante toda la tarde estuvieron entrenando.

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El último día del campamento, Helena y Percy decidieron hacer una excursión por el bosque, este la cargaba por la espalda.

—Are you, are you
Coming to the tree?
They strung up a man
They say who murdered three
Strange things did happen here
No stranger would it be
If we met at midnight
In the hanging tree

Are you, are you
Coming to the tree?
Where dead man called out
For his love to flee
Strange things did happen here
No stranger would it be
If we met at midnight
In the hanging tree

Are you, are you
Coming to the tree
Where I told you to run
So we'd both be free
Strange things did happen here
No stranger would it be
If we met at midnight
In the hanging tree. — Canto Helena mientras era cargada por Percy

Ambos se sentaron sobre unas rocas, donde se veía todo el campamento.

—Durante todo el viaje cantaste esa canción, ¿Qué significa? — Está le sonrió

—No es de un asesino Percy, es metafórico. Afrodita me la enseñó, es secreta en realidad. Es sobre un hombre que mató a tres de forma metafórica, significa que mato los sentimientos de la chica por los tres chicos, mientras esto pasa el, la sigue esperando en el árbol donde ellos se conocieron, y espera reunirse con su amor para huir. — Contó la historia

—Es muy romántica. — Comentó haciendo reír a Helena

—Sí, lo es. — Ambos sonrieron al otro

La última noche del curso estival llegó demasiado rápido. Los campistas cenaron juntos por última vez. Quemaron parte de su cena para los dioses. Junto a  la hoguera, los consejeros mayores concedían las cuentas de «fin de verano».

Percy obtuvo su propio collar de cuero, y cuando vio la cuenta de mi primer verano, se alegré de que el resplandor del fuego enmascarara su sonrojo. Era completamente negra, con un tridente verde mar brillando en el centro.

—La elección fue unánime —anunció Luke—. Esta cuenta conmemora al primer hijo del dios del mar  en este campamento, ¡y la misión que llevó a cabo hasta la parte más oscura del inframundo para evitar una guerra!

El campamento entero se puso en pie y lo vitoreó. Incluso la cabaña de Ares se vio obligada a levantarse. La cabaña de Atenea empujó a Annabeth hacia delante para que compartiese el aplauso, Helena estaba junto a él aplaudiendo con felicidad. A la mañana siguiente Helena encontró una carta formal en su mesilla de noche. Sabía que la había escrito Dioniso, porque era su letra:

Apreciada Helena Gonzáles:

Si tienes intención de quedarte en el Campamento Mestizo todo el año, debes notificarlo a la Casa Grande antes de mediodía de hoy. Si no anuncias tus intenciones, asumiremos que has dejado libre la cabaña o has muerto víctima de un final horrible. Las arpías de la limpieza empezarán a trabajar al atardecer. Tienen permiso para comerse a cualquier campista no autorizado. Todos los artículos personales que olvides serán incinerados en el foso de lava.

¡Que tengas un buen día!

Sr. D (Dioniso)

Director del Campamento n.° 12 del Consejo Olímpico

Helena negó con gracia, guardo todas sus cosas, para ir al bosque donde estaría con su madre. Ahí se encontró con ella.

—Mi linda niña. — Saludo a su hija

—Hola ma. — Ambas se sentaron en un banco que la mayor creo

—Me da gusto que te la hayas pasado bien, ¿La escuela? — Demando

—Iré a México como todos los años, haré mi curso haya y regresare en verano e invierno aquí. — Explicó

—Es un internado en el centro del país, los fines de semana visitaras a tu abuela en provincia. — Ella asintió — Apolo y Artemisa te verán entre semana, Ares y Heracles te visitarán en la escuela para entrenar.

Hera quería que su hija siempre fuera la mejor, Helena sabía que tenía un peso encima por ser la hija de los reyes del Olimpo.

Helena sintió como su madre veía a sus alrededores, y aparecía algo líquido rosa fuerte en su mano.

—Helena, Percy está en peligro corre y búscalo. Dale esto cuando lo encuentres, es un antídoto para los escorpiones del abismo este en el bosque, búscalo rápido. — Hera explicó con velocidad

Helena corrió por el bosque en busca de Percy, lo encontró junto al arroyo estaba tirado.

—¡Percy! — Gritó Helena con lágrimas en los ojos

Corrió a él rápidamente le dio el tónico, pidió a las ninfas que fueran a avisarle a Quirón.

—No,no,no, Percy. Quédate conmigo. — Tomo con todas sus fuerzas al chico y lo arrastró a la Casa Grande con ayuda de dos ninfas.

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Percy estaba en una cama de la enfermería de la Casa Grande, con la mano derecha vendada como si fuera un mazo. Argos montaba guardia en una esquina. Helena, sentada a su lado, sostenía su vaso de néctar y le pasaba un paño húmedo por la frente, tenía los ojos llorosos señal de que estuvo llorando.

—Aquí estamos otra vez —dijo viendo a Helena

—Cretino —dijo Helena, con una sonrisa aliviada —. Estabas verde y volviéndote gris cuando te encontré. De no ser por los cuidados de Quirón y el antídoto de mi madre... — Soltó un sollozo

—Bueno, bueno —intervino la voz de Quirón—. La constitución de Percy tiene parte del mérito.

Estaba sentado junto a los pies de la cama en forma humana. Su parte inferior estaba comprimida mágicamente en la silla de ruedas; la superior, vestida con chaqueta y corbata. Sonrió, pero se le veía pálido y cansado, como cuando pasaba despierto toda la noche corrigiendo los exámenes de latín.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó.

—Como si me hubieran congelado las entrañas y después las hubieran calentado en el microondas.

—Bien, teniendo en cuenta que eso era veneno de escorpión del abismo. Ahora tienes que contarme, si puedes, qué ocurrió exactamente.

Entre sorbos de néctar, les contó la historia. Cuando finalizó, hubo un largo silencio.

—No puedo creer que Luke... —A Helena le falló la voz. Su expresión se tornó de tristeza y enfado —. Sí, sí puedo creerlo. Que los dioses lo maldigan... Nunca fue el mismo tras su misión.

—Hay que avisar al Olimpo —murmuró Quirón—. Iré inmediatamente.

—Luke aún está ahí fuera —dijo Percy—. Tengo que ir tras él.

Quirón meneó la cabeza.

—No, Percy. Los dioses...

—No harán nada —espetó —. ¡Zeus ha dicho que el asunto estaba cerrado!

—Percy, sé que esto es duro, pero ahora no puedes correr en busca de venganza. Primero tienes que reponerte, y después someterte a un duro entrenamiento. — El chico vio su mano

—Quirón, tu profecía del Oráculo era sobre Cronos, ¿no? ¿Aparecía yo en ella? ¿Y Annabeth, y al parecer una bruja escarlata?

Quirón se revolvió con inquietud.

—Percy, no me corresponde...

—Te han ordenado que no me lo cuentes, ¿verdad?

Sus ojos eran comprensivos pero tristes.

—Serás un gran héroe, niño. Haré todo lo que pueda para prepararte. Pero si tengo razón sobre el camino que se abre ante ti... —Un súbito trueno retumbó haciendo vibrar las ventanas—. ¡Bien! — exclamó Quirón—. ¡Bien! —Exhaló un suspiro de frustración y añadió—: Los dioses tienen sus motivos, Percy. Saber demasiado del futuro de uno mismo nunca es bueno.

—Pero no podemos quedarnos aquí sentados sin hacer nada —insistió

—No vamos a quedarnos sentados —prometió Quirón—. Pero debes tener cuidado. Cronos quiere que te deshilaches, que tu vida se trunque, que tus pensamientos se nublen de miedo e ira. No lo complazcas, no le des lo que desea. Entrena con paciencia. Llegará tu momento.

—Suponiendo que viva tanto tiempo.—Quirón me puso una mano en el tobillo.

—Debes confiar en mí, Percy. Pero primero tienes que decidir tu camino para el próximo año. Yo no puedo indicarte la elección correcta... —Les dio la impresión de que tenía una opinión bastante formada, pero que prefería no aconsejarlo—. Tienes que decidir si te quedas en el Campamento Mestizo todo el año, o regresas al mundo mortal para hacer séptimo curso y luego volver como campista de verano. Piensa en ello. Cuando regrese del Olimpo, debes comunicarme tu decisión.

El tema se zanjó-

—Regresaré en cuanto pueda —prometió—. Argos te vigilará. —Miró a Helena—. Oh, y querida...
cuando estés lista, ya están aquí.

—¿Quiénes están aquí?

Nadie respondió. Quirón salió de la habitación. Escucharon su silla de ruedas alejarse por el pasillo y después bajar cuidadosamente los escalones. Helena estudió el hielo en su bebida.

—¿Qué pasa? —le preguntó

—Todo lo que me dijo Luke ahora tiene sentido. —Dejó el vaso encima de la mesa—. Si tan solo, me hubiera dado cuenta. — Sollozo se sentía traicionada por una de las personas que más confiaba

—Helena no tienes la culpa de nada, tranquila. — Le sonrío débil y toco con su otra mano la mejilla

—Annabeth siguió tu consejo. — Lo vio con una sonrisa — Me preocupaste mucho, me alegra que estés bien. — Helena vio sus labios pero desvió la mirada de estos — ¿Necesitas algo? — Meneó su cabeza quitando sus pensamientos

—Sí, ayúdame a incorporarme por favor. Quiero salir.

—Percy, no es buena idea.

Sacó las piernas de la cama. Helena le sujetó antes de que se derrumbara al suelo. Tuvo náuseas.

—Te lo he dicho —refunfuñó Helena

—Estoy bien —insistió

Consiguió dar un paso Percy. Después otro, aun apoyando casi todo su peso en Helena. Argos los siguió a prudente distancia. Cuando llegaron al porche, Percy tenía el rostro perlado de sudor y el estómago hecho un manojo de nervios. Pero había conseguido llegar a la balaustrada. Estaba oscureciendo. El campamento parecía abandonado. La cabañas estaban a oscuras y la cancha de voleibol en silencio. Ninguna canoa surcaba el lago. Más allá de los bosques y los campos de fresas, el canal de Long Island Sound reflejaba la última luz del sol.

—¿Qué vas a hacer? —Le preguntó  Helena

—No lo sé.

—Me alegra que estés mejor Idiota. — Llego Annabeth con una sonrisa

—No me gustaría dejarlas solas, con la compañía de Clarisse. — Confesó

Annabeth apretó los labios y luego susurró:—Me marcho a casa a pasar el año, Percy.

—¿Quieres decir con tu padre? —preguntó, mirándola a los ojos.

Señaló la cima de la colina Mestiza. Junto al pino de Thalia, justo al borde de los límites mágicos del campamento, se recortaba la silueta de una familia: dos niños pequeños, una mujer y un hombre alto de pelo rubio. Parecían estar esperando. El hombre sostenía una mochila que se parecía a la que Annabeth había sacado del Waterland de Denver.

—Le escribí una carta cuando volvimos —Le contó Annabeth—, como tú habías dicho. Le dije que lo sentía. Que volvería a casa durante el año si aún me quería. Me contestó enseguida. Así que hemos decidido darnos otra oportunidad.

—Eso habrá requerido valor.—Apretó los labios.

—¿Verdad que no vas a intentar ninguna tontería durante el año académico? O al menos no sin antes enviarme un mensaje iris.—Sonrió.

—No voy a buscarme problemas. Normalmente no hace falta. ¿Helena? — Está le sonrió

—Tengo que ir a México a un internado al que voy todos los años, visítame cuando quieras o mándame un mensaje por Iris. — Éste asintió triste  —Cuando vuelva el próximo verano —Le dijo—, iremos tras Luke. Pediremos una misión, pero, si no nos la conceden, nos escaparemos y lo haremos igualmente. ¿De acuerdo?

—Parece un plan digno de una princesa.

Chocó las manos con Annabeth.

—Cuídate, sesos de alga —Le dijo—. Mantén los ojos abiertos. — Abrazó como pudo a Helena — Cuídate Hel. —Está asintió

—Tú también, listilla.

La vieron marcharse colina arriba y unirse a su familia. Abrazó a su padre y miró el valle por última vez. Tocó el pino de Thalia y dejó que la condujeran más allá de la colina, hacia el mundo mortal.

—Ya llegaron por mí. — Vieron el carro del año

—¿Quieres que te dejemos? — Le preguntó

Percy decidió irse, se lo comento a Quirón y se fue junto a Helena.

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Eiza se alegró al ver a Percy, lo dejaron en su casa, quien fue recibido por su madre.

—Un gusto Señora Jackson. — Comentó Eiza con una sonrisa

Sally quedó petrificada, ese día recibió el número, dirección y un autógrafo de su actriz favorita.

—Cuídate Aquaman. — Lo abrazó con fuerza

—Cuídate mucho barbie. — Ambos se verían por última vez hasta el próximo verano

—Mantente vivo pececito. — Le dio un beso en la mejilla para marcharse




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Helena ya llevaba una semana en su escuela, con la ayuda de su madre decidió ir al psicólogo. Al ser una semidiosa e hija de una actriz, la terapeuta tubo que firmar un acuerdo de confidencialidad.

-Bien Helena, sé que debe ser difícil tu primera visita. - Exclamó la adulta que rondaba alrededor de unos 40 años

-Sí, supongo. -Murmuro viendo el lugar

-Bien, porque no me cuentas de ti. -Sugirió con una sonrisa amable la de piel morena

-Bueno, sé que soy una persona privilegiada. - Empezó a jugar con sus manos. -Y qué mis problemas no son importantes comparados a los de otras personas, y tal vez sea ridícula. - Advirtió

-Helena, lo que sientes no le tienes que quitar importancia. Todos pasamos diferentes circunstancias, una más difíciles que las otras, pero eso no les quita importancia o dolor, no debes minimizar lo que sientes, es importante decirlo. - Sonrió con calidez la de cabello negro corto

-Mi vida desde que nací fue muy rara y diferente a los demás, mis padrinos fueron como mis padres, y no sé cómo describirlos. - Helena no sabía cómo describirle a la mortal

Todos sabían que Eiza era madre soltera, y por obvias razones nadie sabía que los padres de Helena eran en realidad dioses, así que solía decir que eran sus padrinos.

-¿Te gusta leer historia? -Ella asintió en respuesta. -Puedes hacer referencia a algo, como a la antigua bretaña, o francesa, o mitologías como la grecorromana. -Sugirió con una sonrisa

-Mis padrinos se podría decir que son como Zeus y Hera. Son personas bastantes poderosas, viví con ellos un tiempo. Al parecer yo iba a ser la solución a su matrimonio, mi padrino siempre fue alguien promiscuo jamás le dio el respeto que se merecía a mi madrina y ella siempre estaba triste y enojada. Siempre los recuerdo peleando por ello, hubo un tiempo en el que odie a mi padrino por sus actos tan estúpidos. No soportaba ver a mi madrina llorar todo el tiempo y... bueno con cada pelea sentía miedo por ella. Sentía que él la podría matar por su ira o llevarla lejos, recuerdo que siempre me daban dolores de estómago y yo intentaba defender a mi madrina. - Veía al suelo tratando de no llorar. - Mi padrino tuvo muchos hijos fuera de su matrimonio, y todos eran reconocidos más bien famosos, ellos son como mis padres, y sus hijos como mis hermanos. - Se quitó una lágrima. - Mi hermano mayor era el fuerte, el atleta y un completo imbécil que siempre estaba en problemas como Ares. Mi hermana siempre fue la amable, hermosa, extrovertida, talentosa en las artes. Y luego estaba yo, no era nada, siempre he tenido que resaltar en algo y llenar el estándar. - Suspiró

-No, imagino lo difícil que debe ser ello. -

-Para dejar de pensar en los problemas de mi hogar, me mandaron a vivir con mi madre Eiza. Ella estaba pensando en mudarse a Estados Unidos para buscar una mejor vida, tuve que dejar por tercera vez todo lo que conocía mi país, mi familia a mi provincia para ir a un país donde no conocía ni el idioma, recuerdo que se solían burlar de mi por no saberlo, y mi mala pronunciación. Me dejaban sola en los recreos, ya había pasado por ello antes solía tener dislexia y aquí en México los niños se solían burlar de mi por ello, también en E.U.A se burlaban de mi vello corporal, solían decir que era una mujer lobo, así que cuando entré a la secundaria comencé a depilarme, también veía como mis amigas o las niñas empezaban a tener novios y yo no, pensé que era muy fea y por eso nadie me quería. - Veía a otros lados no quería llorar. - Mi madrina suele decirme que soy muy linda, pero mi nariz es fea y me la debo de arreglar, y jamás pensé en eso. -

-Ella no debió de decirte eso, con o sin ella eres hermosa Helena. Los niños suelen ser muy crueles, pero son lo que aprenden en sus casas. Tu no tenías la culpa de nada, ellos se desquitaban contigo, supongo que eso influyo en tu autoestima. -

-Sí en realidad, mis padres suelen las personas más narcisistas que conozco, mi hermano y hermana son personas atractivas, y todos con los que se rodean lo son. Excepto yo, por eso siempre intento lucir lo mejor, a veces siento que soy horrible, pero mis padres me dicen que soy superior a los demás por el hecho de ser su hija y estar en esa posición y suelo creerlo. - Confesó -Para intentar sobre salir e intentar hacerme notar, me puse una meta. Ser una estrella, esa es mi meta ser una actriz o cantante reconocida en el mundo. Se que tengo que cambiar y lo estoy haciendo, no suelo desayunar para no engordar, también cuidó mi rostro, tengo calificaciones perfectas, estoy en clases de baile, gimnasia, canto, guitarra, piano, ballet. -

-Esas son muchas cosas, ¿No te cansas? -

-No necesito descansar, voy detrás de mi éxito. No voy a tener pereza de cumplir lo que deseo, se exactamente lo que soy, y lo que quiero ser. No me gusta la persona que soy, me siento como la peor, pero sé que soy la mejor. No debo mostrarme débil, si no las personas se aprovecharán de eso, tengo que ser fuerte. Se que si falló me derrumbare, quiero sentirme amada y que todos me alaben. - Sonrió al pensarlo. - Tal vez parezca que soy una soñadora, pero sé que lo puedo lograr. - Afirmó

-¿Por qué quieres que todos te amen? -

-No me gusta estar sola, jamás me ha gustado. Necesito la aprobación de los demás para saber que estoy haciendo las cosas bien, mi persona que me lo hacía saber era mi hermana Thalia... pero ella... murió. - Susurró lo último triste

-Cuánto lo siento, lamento la pérdida

-Gracias... después de ella. Fue Luke él es tres años más grande que yo, lo conozco desde los 7 años. Cuando tenía once me comenzó a gustar, después nos hicimos novios él era el que me decía que estaba haciendo las cosas bien, el me hacía sentirme a salvo... luego me abandono. - Una lágrima callo de su mejilla

-¿Qué paso con Luke?-

-Él y yo siempre tuvimos diferente ideología, él fue la primera persona que me dijo que le gustaba. El me hizo sentirme realmente bonita, las cosas que me decía, me alegro saber que le gustaba a alguien. Siempre sentí la necesidad de estar cerca de él, el me hacía sentirme a salvo, sé que aunque aún él me ama, y yo a él y seremos felices él va a cambiar. -Aseguró mientras las lágrimas caían de sus ojos

-Tal vez eres muy joven para una relación Helena ¿Cuánto tiempo estuviste con él? -

-Un año, terminamos hace unos meses. Comenzamos cuando tenía once y el 14, él fue la persona que jamás me abandono, mis padres solo me ven como un trofeo más, mi madre siempre está ocupada en viajes manteniéndome, tuve una mejor amiga que se llamaba Annabeth, la conocí junto con Luke y de la nada me dejo de hablar, empezó a decir cosas de mi yo jamás entendí el por qué, yo no le había hecho nada. -

-¿Aún están peleadas? -

Helena le contó lo que pasó con Annabeth, toda la historia modificando la parte divina por supuesto.

-Lo que ella sentía eran celos o envidia Helena, tu no tenías la culpa de ello. -

-Todas las personas que amo me abandonan, Luke lo hizo, Thalia, Annabeth y mis padres. - Empezó a sollozar -Tal vez no me esfuerzo lo suficiente, sin tan solo. - En ese momento le comenzó a estrujar el pecho a Helena

Sentía que el aire le faltaba, Intentaba respirar pero no podía, sentía tanto miedo de estar sola, Intentaba tomar bocazas de aire desesperadas, su psicóloga la ayudo.

-¿Estás mejor? - Preguntó asustada y la chica asintió

-¿Qué me paso? -

-Un ataque de ansiedad Helena, pero tranquila te ayudare a sobrellevarlo. - Prometió

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Habían pasado unos meses, y ahí estaban de nuevo Helena con su psicóloga Elisa, quien se había vuelto su persona de confianza, se sentía cómoda con ella.

-¿De qué quieres hablar ahora Helena? - Preguntó la de ahora cabello pelirrojo

-Siento que necesito salvar a todos, y que los puedo arreglar. - Confesó

-¿Por qué lo dices? ¿Por Luke? -La niña asintió - ¿Quieres hablar más de eso? - Negó

-Siento que soy mala persona, tal vez debería ser más como mi hermana. Ella le agrada a todos, y yo no, en realidad pienso que debería cambiar eso. También siento que soy una psicópata planeando todo, o en realidad no sé si finjo que estoy bien, y no lo estoy en realidad esto me suele confundir. - Helena no sabía cómo sentirse

En terapia descubrió que tenía: Falta de autoestima, sentirse que no era suficiente, y lo cubría todo, complejo de salvadora, ansiedad, egocentrismo, egoísmo, dependencia emocional, necesitar validación ajena en realidad estaba peor de lo que pensaba.

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Helena se encontraba en la sala de entrenamiento de baile, bailando sad girlz luv money. Con su entrenadora, la chica ese día no había dormido pues ese mismo día tuvo examen de matemáticas, piano y física. Estudio durante la noche.

-Otra vez. -Ordenó Kim Suni

La coreana que hace dos años se había ido a vivir a México, y trabajaba en el Colegio Nacional.

-Es que el giro no sé por qué no me sale. -Susurró frustrada

-Necesitas hacerlo otra vez. - Le sonrío la de cabello rubio con una sonrisa -1, 2, 3. - Contó

Helena comenzó a bailar haciéndolo con gracia y elegancia, con movimientos ligeros.

-Bueno, el tiempo se acabó. - Ella suspiró cansada sudada mientras bebió un poco de su botella de agua

-Una vez más, por favor. -Pidió y la mayor dudo

-Bien, solo una vez más, te vez muy cansada. -Ella asintió emocionada

Otra vez más práctico, y le salió bastante bien, se despidió chocando puños con la veinteañera. La chica al llegar a su dormitorio, darse un gran baño. No comió esa noche, pues su madre le dijo que estaba subida de peso la chica se arrodilló frente a su cama, y puso sus manos juntas en forma de oración.

-Padre, Madre. - Inició su oración. -Por favor, háganme la estrella más grande que el mundo haya conocido, para que pueda irme, cumplir mi sueño es lo único que pido. - Susurraba sus palabras

Después decidió irse a dormir, no le importaba no descansar con tal que algún día, cumpliera sus sueños.





▬▭▬▭▬▭▬▭▬▭▬▭▬

Helena estaba en su primera semana en el mejor internado de México, la chica jamás había tenido pesadillas. Pero aquella noche soñó algo, ella estaba en el bosque, y una gema resplandeciente de color amarillo frente a ella, con curiosidad la tomó, al tocarla esta explotó saliendo una silueta de esta, que no podía divisar. Esa noche se levantó agitada por aquella pesadilla, la siguiente noche se acostó a descansar.

La chica caminaba por un pasillo negro, cuando una voz oscura, maligna y terrorífica comenzó a llamarla.

«Helena».

Repetía la voz, Helena sacó su espada de su pulsera buscando a la voz.

«Aquellos que crees que son tu familia, te traicionaran. Así como lo hizo tu hermano, ellos temen de lo que eres capaz de tu verdadero potencial. »

—No sé de qué hablas. — Respondió con miedo

«Eres lo único que teme tu padre, no soy yo. Eres tú Helena, siempre creíste saber la profecía pero no es cierto, tu vida ha sido una mentira para mantenerte controlada. »

—Mi padre no haría eso. —Afirmó

«¿Eso crees?»

Una risa maligna y estruendosa se escuchó haciéndola temblar.

«Hay personas que creen que son basura y valen o tiene corazón de oro, mientras que otras se creen de oro y son completa basura, tu padre es una de ellas. Es un egoísta jamás le haz importado tu o tu familia, jamás respeto a tu madre, o a tus hermanos, traicionó a tu familia incluyéndote sin remordimiento alguno. »

«No importa cuánto intentes librarte de mí Helena, siempre estaré ahí. »

—¿Tú eras la presencia del foso en el Hades? —Tembló su voz si era la misma, era Cronos su abuelo

«Te sentiste atraída hacia él, no lo puedes negar. Es tu naturaleza, yo tengo lo que necesitas para liberar tu poder ven a mi lado. »

En ese momento se levantó de golpe agitada, estaba bien, en su habitación, eran tan solo las 2 de la mañana.

❙ ꒦꒷🌿꒷꒦ ❙

Era día de visita en el internado, sabía que su madre no la visitaría estaba trabajando en Londres, mientras que sus padres estaban tan ocupados que no le harían caso. La chica se encontraba leyendo un libro en el jardín, triste extrañaba a su familia, veía como todos reían y se extrañaban y ella estaba sola lo detestaba. De pronto vio una presencia, pero la ignoro.

—No es bueno que ignores a un dios Helena. —Dijo aquella voz y esta no se inmutó

—Eres un prófugo de la justicia, podría gritar y hacer que te arresten. —Habló ella sin quitar la mirada de su libro

—Sabes que ellos jamás me reconocerán, al menos de que yo lo quiera. —Helena bufó frustrada para verlo a la cara —¿Ahora qué? ¿Mandaras un jabalí para matarme? — Interrogó con ironía a su hermano

Ahí estaba su hermano mayor, con su cabello rubio un poco más largo, unos lentes de sol, una chaqueta de cuero, con una camiseta blanca, pantalones de mezclilla, unas botas negras.

—¿No se supone que por eso vas a terapia? —

En ese momento ella se puso de pie, para caminar a otro sitio pero era seguida por este.

—Vamos Helena, perdóname no quería hacerte daño. A Peter Johnson sí, pero a ti no. —En ese momento ella se detuvo en seco

—Es Percy, Ares. — Lo vio con los brazos cruzados

—También venía a ver cómo te sentías, después de lo de Luke. — Helena lo vio triste — Tengo permiso de sacarte de aquí, vamos hermana como en los viejos tiempos. — Helena suspiró para asentir y seguirlo

Ambos llegaron a una parte sola, ambos se sentaron en silencio.

—El me dejo. — Ares sintió pena por su hermana, la abrazó de lado sabía que debía ser difícil

—Fue un idiota, si tengo la oportunidad lo mato a golpes. — Al decir eso hizo reír a su hermana. — Perdón Ellie, en verdad no quería que salieras afectada. — Ella asintió quería mucho a su hermano

—¿Qué soñabas con el rayo? — El dios se puso tenso

—Una voz, que me decía eso en realidad. —Se removió incómodo

—Ya veo, que bueno que al final no paso nada. —Ares asintió perdido

—Le conseguí otra lanza a Clarisse. — Helena río sabía que La Rue la estrenaría

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